La filosofía de Platón Antropología y psicología La concepción del hombre en Platón está también inspirada en la teoría de las Ideas. El hombre es el resultado de una unión "accidental" entre el alma, inmortal, y el cuerpo, material y corruptible, dos realidades distintas que se encuentran unidas en un solo ser de modo provisional, de tal modo que lo más propiamente humano que hay en el hombre es su alma, a la que le corresponde la función de gobernar, dirigir, la vida humana. Tanto la concepción del alma como la de sus funciones en relación con el cuerpo sufrirán diversas modificaciones a lo largo de la obra de Platón, aunque se mantendrá siempre la afirmación de su unión accidental La idea de que existe un alma (psyche), no obstante, no es en absoluto original de Platón. Tanto la tradición cultural griega como la de otras muchas culturas de la época dan por supuesto la existencia del "alma", y el término que utilizan para referirse a ella significa primordialmente "principio vital", entendiendo por ello una suerte de potencia o capacidad que da la vida a los seres. Parece obvio, pues, que todo ser vivo ha de poseer ese principio vital, o "alma", por definición. En la tradición griega el tema de la existencia del alma no representa, pues, ningún problema, desde esa perspectiva. En la tradición homérica, por ejemplo, encontramos referencias no sólo al alma, sino también a una vida posterior a la muerte; aunque esta vida posterior no pase de ser una imagen fantasmal de la vida plena sobre la tierra, y en que se cambiaría gustosamente de nuevo por la vida terrestre. Tampoco parece haber nada superior en el alma, en el sentido de que sea la parte más noble o elevada del hombre. Pero Platón no se limita a afirmar la existencia del alma, sino que la dota también de otras características además de la de ser "principio vital". Y es en estas características en donde se encuentra la originalidad de la interpretación platónica. El alma, nos dice Platón, es inmortal, transmigra de unos cuerpos otros y es, además, principio de conocimiento. En la medida en que conocemos "por" el alma, ésta ha de ser homogénea con el objeto conocido, es decir, con las Ideas, por lo que no puede ser material. La idea de que el alma es inmortal y transmigra le viene a Platón, casi con toda seguridad, de los pitagóricos. A su vez éstos la habían tomado con probabilidad del orfismo, movimiento de carácter religioso y mistérico que se desarrolla en Grecia a partir del siglo VIII, y cuya creación fue atribuida a Orfeo. Se trataba, al parecer, de una renovación del culto dionisíaco que se proponía alcanzar la purificación a través de rituales ascéticos, en la creencia de la inmortalidad y transmigración (metempsícosis) de las almas, que se encontrarían encerradas en el cuerpo como en una prisión. Pero, para quienes no fueran próximos al orfismo o al pitagorismo, la afirmación de la inmortalidad del alma no podía dejar de ser una afirmación sorprendente. De ahí la necesidad de Platón de demostrar dicha inmortalidad Jürgen Habermas Introducción Entender la teoría de la acción comunicativa del sociólogo alemán Jürgen Habermas no es un trabajo fácil. Seguramente un aspecto de dicha dificultad radica en la forma en que Habermas discute sus propuestas: por lo general ofrece su punto de vista indirectamente citando o comentando otros autores. Una segunda dificultad radica en el problema de como Habermas trabaja sus conceptos más centrales: a veces están tan entrelazados 1 entre sí, que al lector de sus obras se le hace prácticamente imposible desentrelazar dichas `mallas semánticas'. El ejemplo más paradigmático es su noción de `acción comunicativa', un entrelace muy estrecho entre acción y comunicación. Esta dificultad será discutida por nosotros ofreciendo al mismo tiempo, alternativas semánticas menos entrelazadas desde el punto de vista de la teoría de las distinciones. Un tercer aspecto que ofrece dificultades al lector es la forma en que Habermas concibe su esqueleto categorial: prácticamente dicotomiza todas las categorías que ofrece al lector. Este aspecto es de suma importancia, ya que de él depende también la noción que Habermas nos ofrece de lo que él observa como `sociedad'. Si Talcott Parsons cae en el error de no separar nociones distintas, como en el caso de identificar la semántica del `sistema' con la semántica de la `acción', Habermas comete el error contrario de separar sus nociones categoriales en forma dicótoma. Este tercer aspecto también es tratado por nosotros en este trabajo, intensivamente. Que no se nos malentienda: Jürgen Habermas es uno de los grandes titanes de la sociología contemporánea y nosotros hemos aprendido y asimilado diversos aspectos de su teoría. Su trabajo tiene asegurada nuestra admiración y nuestro respeto. Pero también nuestros `titanes` tienen sus debilidades. Dos de las cuales nos hemos aventurado a tematizar explícitamente. Una tercera debilidad es criticada por nosotros implícitamente: la noción de sociedad como forma lingüística (en primer lugar hablada). Para que el lector de este artículo sepa lo que le espera, le ofrecemos a continuación el índice temático de dicho artículo Albert Camus El escritor francés del siglo XX, Albert Camus, sometió a examen lo que él consideró la absurdidad de la condición humana y la trágica incapacidad de los seres humanos a la hora de comprender y trascender su situación. A lo largo de su obra, Camus describe un mundo aparentemente irracional en el que los seres luchan infructuosamente por encontrar significado y razón a sus vidas. Así, en El extranjero (1942), el protagonista mata a un hombre sin ninguna razón aparente y acepta sin más su condena. Por el contrario, los personajes de La peste (1947) luchan con valentía contra el absurdo. Ortega y Gasset La relación que Ortega establece entre el ser y el pensar parte de que el pensamiento tiene que coincidir con la cosa pensada aún cuando cabe la posibilidad de que existan cosas que no se adecúen con la estructura de nuestro pensamiento, Ortega sostiene así la existencia tanto de zonas comunes entre el pensar y el ser como de zonas no comunes, zonas irracionales del mundo. De este modo sucede que Ortega distingue tres clases de cosas, las que acaso hay en el Universo, sepámoslo o no, la que creemos erróneamente que hay pero que en verdad no las hay, y las que podemos estar seguro que las hay, ahora bien para formular cierta seguridad en la existencia de un objeto en el Universo hay que ligar dichos objetos bien a un razonamiento o bien a una prueba de sí mismos, es decir, que adecuándose a nuestra estructura del pensamiento se constituyan en lo que Ortega llama los datos indubitables del Universo, el pensamiento es un dato indubitable porque en él pensar y existir son la misma cosa. El nombre que desde Descartes se da al pensamiento como ser del cual podemos estar seguro que lo hay y es para sí mismo es consciencia. Desde aquí, Ortega plantea la cuestion siguiente, al descubrir la realidad de la conciencia como reflexividad e intimidad no implica volver la espalda a la vida tomando partido por algo que está en oposición a ella misma, «filosofar es, propiamente, no vivir y vivir, propiamente, no filosofar. Ya veremos, sin embargo, en qué sentido esencial y nuevo la filosofía, al menos mi filosofía, incluye también la vida». Esta es la «terra incognita» que Ortega pretende explorar. Ortega desde aquí nos sumerge nuevamente en su reflexión sobre el conocimiento, el conocimiento es un sistema de actitudes intelectuales que, organizadas a través de un método, aspira a ser conocimiento de cuanto hay presente en el mundo, ahora bien, en el caso especial del conocimiento filosófico para que un conjunto de pensamientos sea filosofía el intelecto se debe situar frente al Universo en actitud sistemática y absoluta. Carlos Marx: Con Carlos Marx se da en el Occidente un viraje fundamental en la concepción del hombre. El hombre ya no puede ser concebido ni como donación de los dioses, ni como se metafísico o religioso, sino 2 como producto histórico, como el conjuto de sus relaciones sociales. El punto de partida de la reflexión de Marx es el hombre histórico que Marx encuentra negado en su ser−hombre (alienado). Marx se preocupa por los mecanismos de la alienación y sus causas. Encuetra la causa última en el tipo de la apropiación privada de los bienes de producción, que en el sistema capitalista, hace posible la explotación del hombre por el hombre y la apropiación del producto del trabajo de la mayoría, por parte de una minoría que acumula. La antropología de Hobbes se fundamentará también en el materialismo. Criticando el dualismo cartesiano, denunciará el paso ilícito del "cogito" a la "res cogitans". Del "pienso" puede deducirse únicamente que "soy", de lo contrario, de la proposición "yo paseo" se seguiría análogamente la existencia de una "substancia ambulante", lo cual es ciertamente un absurdo. El hombre es un cuerpo y, como tal, se comporta a la manera como lo hacen el resto de los cuerpos−máquinas. El pensamiento o la conciencia no es una substancia separada del cuerpo: la "entidad" corporal que somos, y su conocimiento de las cosas proviene y se reduce a la sensación. En polémica con la teoría aristotélica de la sensación, Hobbes postula que ésta ha de explicarse también a partir de postulados mecanicistas, como producto de los movimientos de los cuerpos (materia). El apetito y la aversión (repugnancia) provocan determinados movimientos y acciones en los cuerpos denominados emociones. Los sueños y la imaginación son explicados, así mismo, como reacciones a una gran variedad estímulos (corporales), tanto externos como internos. La libertad humana y el libre arbitrio (albedrío) de la voluntad quedan subordinados y limitados por el feroz determinismo de Hobbes. Ambos están condicionados por los movimientos de los cuerpos externos. ROSSEAU En 1750 Rousseau ganó el premio de la Academia de Dijon por su Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), y en 1752 su ópera El sabio del pueblo fue interpretada por primera vez. En los anteriores, y en su Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres (1755), expuso su opinión de que la ciencia, el arte y las instituciones sociales han corrompido a la humanidad y que el estado natural, o primitivo, es superior, en el plano moral, al estado civilizado. La retórica persuasiva de estos escritos provocaron comentarios burlones por parte del filósofo francés Voltaire, quien atacó las opiniones de Rousseau y por ello los dos filósofos fueron enemigos enconados. Rousseau abandonó París en 1756 y se retiró a Montmorency, donde escribió la novela Julia o la nueva Eloísa (1760). En su famoso tratado político El contrato social (1762) expuso sus argumentos para libertad civil y ayudó a preparar la base ideológica de la Revolución Francesa al defender la voluntad popular frente al derecho divino. En su influyente estudio Emilio (1762) Rousseau expuso una nueva teoría de la educación, subrayando la importancia de la expresión antes que la represión para que un niño sea equilibrado y librepensador. Las opiniones poco convencionales de Rousseau le enemistaron con las autoridades francesas y suizas, le alejaron de muchos de sus amigos, y en 1762 huyó primero a Prusia y después a Inglaterra, donde fue amparado por el filósofo escocés David Hume. No obstante, pronto se enemistaron en cartas públicas y polemizaron el uno con el otro. Durante su estancia en Inglaterra preparó el manuscrito de su tratado sobre botánica publicado póstumamente La Botánica (1802). Rousseau regresó a Francia en 1768 bajo el nombre falso de Renou. En 1770 completó el manuscrito de su obra más notable, la autobiográfica Confesiones (1782), que contenía un profundo autoexamen y revelaba los intensos conflictos morales y emocionales de su vida. Murió el 2 de julio de 1778, en Ermenonville, Francia. JUAN ESCOTO ERIGENA En su panteística obra De Divisione Naturae (Sobre la división de la Naturaleza, 865−870), rechaza la creencia cristiana de que el universo fuera creado de la nada. Sostiene más bien que el mundo del espacio y del tiempo es una manifestación de las ideas presentes en el pensamiento de Dios y describe a este dios como el punto más alto de toda la evolución. Eriúgena afirma también que la razón no necesita ser 3 sancionada por la autoridad; más bien al contrario, la razón es en sí misma la base de la autoridad. La obra De Divisione Naturae fue condenada en 1225, en el concilio de Sens, y el papa Honorio III ordenó que se quemara. Suele creerse que Eriúgena escribió también una obra en la que negaba la presencia de Cristo en la Eucaristía. Aunque algunos de los puntos de vista de Eriúgena pueden considerarse heréticos, es respetado sin embargo por el alcance de su obra y lo más frecuente es que se le considere como uno de los primeros representantes del escolasticismo PASCAL Filósofo y científico francés. A los 11 años participaba en reuniones científicas de Mersenne , origen de la futura academia de las ciencias , y descubrió y demostró por su propia cuenta la proposición de del libro I de los elementos de Euclídes . Con todo esto recorrido no tubo el mismo interés por la ciencia que descartes ; mucho mas escéptico que este sobre el alcance posible de nuestro conocimiento del mundo , concibió a la ciencia como una actividad destina a aportar resultados aproximados sobre algo , capaces de guiar la acción humana , pero de no poder expresar la esencia ultima de las cosas . Su pensamiento se encuentra determinado por su condición de científico que desconfía de la razón para abarcar los problemas últimos de la vida y por su profunda religiosidad en la que encuentra la salvación para no caer en la filosofía de lo absurdo . Todo ello le conduce a admitir 2 principios de conocimiento : el espirit geometrique ( razón ) , orientada a las razones científicas y el espirit de finnesse ( Corazón ) , en el que se dan en forma de intuiciones los principios básicos para la comprensión de la vida e incluso aquellos principios fundamentales de que arranca toda ciencia. del hombre, no se concede gratuitamente y sin esfuerzo, ya que es preciso buscarlo con ahínco. Esta búsqueda se lleva a cabo partiendo del reconocimiento de la grandeza y miseria del hombre, el cual se halla entre el infinito y la nada. El punto de partida, por lo tanto, consiste en reconocer los límites en que se encuentra sumido el hombre. Tal reconocimiento es siempre doloroso y constituye una prueba de ello la "diversión" por la cual el hombre se entrega a una extroversión o diversión, para huir de sí mismo, de la felicidad y de Dios. Tiene que volver por sí mismo, reconocer sus propias limitaciones, buscar sinceramente a Dios y aceptar las razones del corazón que le ponen en contacto 4