DE RELIGIOSO A PRESIDARIO: HERMANO SANTIAGO Esta fue la suerte que le cupo al Hno. Santiago. Ejercía su benéfico ministerio en la popular barriada de Las Corts, en donde los Hermanos de La Salle obraban y obran tanto bien. El 21 de julio, sin previo aviso, fue conducido a la Cárcel Modelo y de allí a los calabozos de la Jefatura Superior de Policía. ¡Triste recuerdo! Viviendo como topo, en los bajos, sin más luz que la que débilmente filtraba por un palmo de espacio en forma de embudo; una celda (4'20X2,20), con puerta de rejas y ventanilla sin cristales, en donde estaban amontonados hasta 24 personas. Y ¡qué compañía! Rostros demacrados, desmalazados, lacios de tedio... y algunos, soeces, blasfemos... El día 28 - Y aquí empieza el relato personal - empilados en camiones de la F.A.I., nos llevaron al puerto. Maniatados de dos, en dos, nos hacen subir a unas lanchas que nos conducen al "Uruguay", cárcel flotante. - ¿Sus impresiones, Hno., Santiago? - Suciedad, tinieblas, miseria, sobresaltos, malos tratos... dolores, sufrimientos... ¡Para qué seguir! ... - ¿Unas anécdotas? - El rezo del .santo Rosario después de cada comida. Las bodegas del barco se convertían en otras tantas criptas marianas. Pero aquello era una provocación fascista, y entonces... Inolvidable la Comunión del día de Cristo Rey. ¡Qué consoladora la visita de Jesús después de trece meses de encierro en aquella lúgubre prisión! Se tramó el piadoso complot en la enfermería del barco, punto de reunión de los fingidos enfermos. El Hno. Justo, mi Director y compañero de cautiverio, se ofreció para servir de enlace con el P. Capellán... Avisamos diligentemente a algunos presos seglares de más confianza para que, si lo deseaban, se preparasen a comulgar. Después de cenar, mientras los demás presos conversaban, paseaban o dormían, ellos, ya paseando, ya sentados sobre la colchoneta como si estuviesen en íntima conversación, purificaban sus conciencias. A las cinco de la mañana rezamos" el "Confiteor". El ministro sagrado dio la absolución, se cubrió luego con una blanca manta de lana, se arrodilló sobre la colchoneta, dirigió la mirada inquieta por el dormitorio y, viendo que nadie se movía, tomó en sus manos un trocito del pan celestial y rezó el "Agnus Dei"... luego alarga su brazo, levanto yo un poco la cabeza y, acostado como estaba, recibí al Amor de los amores... La estratagema se repitió posteriormente más de una vez. Imaginen los lectores mi emoción... mucho mayor,' ya lo creo, que aquella condena de diez años de reclusión - en vez de la pena capital - que me valió la enérgica defensa de Lladó, Director de la Unitá, a quien escogí por abogado defensor en el proceso que fui sometido en Montjuic, por el crimen imperdonable de haber corrompido la juventud obrera enseñándole el Catecismo. Boletín Bonanova Junio 1956