Página 1 de 14 Bullying: una experiencia práctica. Propuesta sistémica de intervención educativa Cristina Hernando Polo Juan Carlos Aragoneses Ayuso Manual de orientación y tutoría, Primer cuatrimestre de 2007 En el presente artículo se analiza el problema del bullying o acoso escolar desde un enfoque práctico, preventivo, global y sistémico, de forma que se plantean propuestas de intervención desde la escuela, en las que se engloba también a la familia, en las tres vertientes posibles de actuación: primaria, secundaria y terciaria. De forma transversal, se exponen nociones útiles para la comprensión y el abordaje de este problema desde la escuela, como el perfil del agresor y de la víctima, indicadores para la detección temprana de ambos perfiles, escalas de evaluación del bullying en el marco escolar, consecuencias del acoso escolar para víctima y agresor, materiales específicos desarrollados en España para la intervención y métodos de intervención. 1. JUSTIFICACIÓN DE LA PROPUESTA Esta propuesta de intervención surge de la experiencia realizada en un Instituto de Educación Secundaria de la zona sur de Madrid. Este centro se caracteriza por un bajo nivel de conflictividad; pese a ello, el equipo directivo, con buena visión de futuro, impulsa desde la CCP (Comisión de Coordinación Pedagógica) la elaboración de un protocolo de actuación para ser utilizado de forma inminente si apareciese algún caso de bullying. El departamento de orientación del centro, con una perspectiva más sistémica, extiende el punto de partida a las medidas previas que hay que aplicar para prevenir situaciones de violencia escolar, así como a las actuaciones que deben llevarse a cabo una vez que un alumno es objeto de maltrato entre iguales por abuso de poder; es decir, la propuesta que el departamento de orientación presenta en la CCP integra acciones que pueden llevarse a cabo en los tres niveles de prevención posibles: • Prevención primaria. Medidas para evitar la aparición de situaciones de acoso escolar, enfocadas a mejorar la convivencia en el centro. • Prevención secundaria. Medidas que se llevan a cabo nada más conocerse la existencia de una situación de bullying en el centro. Hacen referencia al protocolo de actuación propiamente dicho. • Prevención terciaria. Medidas que pretenden evitar un agravamiento del problema, así como la aparición de efectos secundarios indeseados. La propuesta que aquí se presenta parte de esta situación real, pero es ampliada y enriquecida con un mayor abanico de propuestas. No todas podrán llevarse a cabo en todos los centros; será el claustro, o en su caso la CCP, el encargado de concretar y dar forma a las prácticas concretas que vayan a aprobarse en sus documentos de centro. 2. COMBATIR EL ACOSO ESCOLAR El maltrato entre iguales es una situación que siempre ha estado presente en los colegios, como también lo está en todos los lugares donde se produce una interacción continuada entre personas (como ya es de sobras conocido, el término bullying se utiliza para el marco escolar y el mobbing, para el ámbito laboral). Sin embargo, el acoso escolar no es una situación que se presente exclusivamente en la escuela; en buena parte de las ocasiones, estas relaciones hostiles son sólo un reflejo de las que ya vienen produciéndose en el barrio. El hecho de que los alumnos se vean obligados a convivir en el centro con otros compañeros en continua interacción durante varias horas al día puede intensificar estos conflictos o precipitar su aparición. La erradicación del bullying, así como de todo tipo de violencia escolar, requiere del esfuerzo de los tres grandes agentes de socialización: familia, escuela y medios de comunicación de masas. • La escuela (como agente de socialización y como espacio en el que tienen lugar estas agresiones) ocupa un papel destacado en la intervención ante el bullying. Esta nueva realidad requiere de los centros educativos un MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 2 de 14 esfuerzo imaginativo para responder con todos los medios y desde todos los ámbitos posibles. Pero para no caer en la frustración, es necesario no perder de vista que muchos de los factores que generan una situación de violencia escolar no pueden ser abordados desde el centro educativo y que el pilar educativo básico en la transmisión de valores y conformación de actitudes democráticas es, y seguirá siendo siempre, la familia. • La familia tiene una función educativa primordial. Colabora y complementa la labor de la escuela pero también es el contexto donde los niños interiorizan los principios y las normas de conducta que les permitirán insertarse de forma positiva y constructiva en la sociedad. La familia no puede eludir su función educativa ni delegar esta obligación en la escuela. La educación en valores no sólo debe formar parte del currículo escolar, sino también y sobre todo de la dinámica familiar. Las nociones morales necesarias para la vida en democracia no pueden aprenderse exclusivamente en el centro escolar; la actuación de la escuela en este aspecto se apoya siempre en la base moral que la familia ha inculcado en el niño. Si un niño no ha adquirido las normas de comportamiento cívico en el seno familiar, muy probablemente su paso por la escuela estará ligado a sucesiones de conflicto con profesores y alumnos, en detrimento de su aprendizaje escolar. • Por último, los medios de comunicación de masas deberían a su vez realizar una reflexión sobre cuál es la influencia que ejercen en la transmisión de conocimientos y valores, y derivar de ahí un código ético que impida la presentación de personas agresivas como modelos socialmente aceptados y de la violencia como medio para resolver las situaciones conflictivas. Las investigaciones señalan que el bullying está asociado al visionado de imágenes violentas a través de videojuegos, cine y televisión. En síntesis, el acoso escolar es un tema que afecta a toda la sociedad. El adjetivo «escolar» alude al principal contexto donde se producen estas agresiones, no a la institución social que tiene la exclusividad para combatir este problema. Ningún agente de socialización es ajeno a la responsabilidad que tiene en este aspecto; cada uno desde nuestro ámbito, y todos desde la convergencia de esfuerzos, debemos trabajar de forma comprometida para la erradicación de esta problemática que, si bien no es de nueva aparición, sí representa una novedad en cuanto a la sensibilidad social que suscita. Por otra parte, la actuación ante el acoso escolar no debe tener como meta exclusiva evitar los conflictos, sino contribuir a mejorar la convivencia en el centro y al desarrollo de capacidades prosociales en el alumnado. Todo ello se ha tenido en cuenta a la hora de planificar una intervención sistémica como la que aquí proponemos. 3. INTERVENCIÓN EDUCATIVA El abordaje de esta problemática debe realizarse desde una perspectiva sistémica, en la medida de lo posible, sin perder de vista que la finalidad última no es evitar situaciones de violencia entre iguales, sino mejorar la convivencia del centro, contribuyendo a crear un clima de trabajo, de tolerancia y de aceptación de las diferencias. Las características que un programa de intervención de este tipo debería reunir son: a) Definir con exactitud las medidas que deben llevarse a cabo: señalar objetivos operativos para evitar una declaración de intenciones de escasa concreción. b) Implicar al mayor número de miembros de la comida educativa. c) Realizar acciones educativas junto con acciones paliativas. d) Planificar medidas sencillas que no requieran mucho entrenamiento ni esfuerzos suplementarios para el profesorado. e) Evaluar la eficacia de las actuaciones emprendidas. 3.1. Medidas para fomentar la convivencia en el centro: prevención primaria 3.1.1. Medidas generales MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 3 de 14 1. Medidas de atención a la diversidad (en los límites que la legislación permite), para evitar que la frustración por el fracaso escolar pueda derivar en acciones violentas (contra el centro, los compañeros o el profesorado). Las investigaciones apuntan a que los acosadores son alumnos con dificultades de aprendizaje y un fuerte rechazo al entorno escolar; está claro que los malos resultados académicos generan sentimientos de frustración, pérdida de autoestima, desvinculación con el entorno escolar, aversión a alumnos aplicados, falta de respeto al profesorado, etc. En este sentido, pueden realizarse: — Medidas ordinarias de atención a la diversidad. — Medidas extraordinarias de atención a la diversidad. — Programas de compensación externa. A través de la normativa que regula estos programas, se permite la intervención de ONGs o corporaciones locales en los centros educativos, fuera de la jornada escolar (en horario de tarde, por ejemplo), para la implantación y desarrollo de medidas educativas que supongan un apoyo escolar para los alumnos con necesidades de compensación educativa. En nuestro caso, es el ayuntamiento el que ha puesto este recurso a disposición de los centros interesados. 2. Vigilancia de los espacios escolares, especialmente de aquellos donde se producen interacciones informales entre los alumnos (patio y pasillos). Las investigaciones españolas muestran que las agresiones físicas y la exclusión social suelen llevarse a cabo en el patio, mientras que las burlas, insultos, robos y acoso sexual se producen en el aula, en los cambios de clase. Para ello, debe incluirse en los horarios de los profesores la realización de guardias de recreo. También es necesario que los profesores se conciencien de la necesidad de estar atentos a la manera de relacionarse los alumnos durante los cambios de clase y en el patio (por ejemplo, mientras el profesor se dirige a su aula tiene que observar a los alumnos con los que se cruza, incluso aunque no sean alumnos suyos, pues los acosadores aprovechan los cambios de clase para presionar y amedrentar a sus víctimas). De esta manera, será posible intervenir rápidamente para atajar los conflictos o agresiones detectados. 3. La medida previa debe complementarse con la creación de zonas atractivas y bien equipadas que inviten a realizar actividades positivas. Otra de las causas que las investigaciones muestran como detonantes de una situación de bullying son las malas condiciones físicas del centro y del aula: falta de orden y limpieza, situaciones de masificación, etc. El claustro puede realizar una reflexión sobre cómo mejorar las instalaciones deportivas o cómo evitar las zonas de patio de difícil acceso o visibilidad. 4. En línea con lo anterior, se propone la realización de un concurso de centro sobre el tema «la mejor aula del instituto». Se pretende con esta medida alcanzar algunos objetivos directos: — La implicación del alumnado en la limpieza y el orden del aula. — La creación de espacios más acogedores por medio de la decoración del aula, en la que habrá espacios para la exposición de trabajos escolares, pero también para la personalización del aula, con fotos de alumnos, pequeñas autobiografías, fotos de actividades extraescolares, aficiones compartidas... Y también se intenta alcanzar algunos objetivos indirectos: — Mejorar la cohesión grupal. — Facilitar la interacción de alumnos con dificultades de adaptación social. — Romper los roles establecidos y la jerarquía social y académica del aula, en el sentido de que los alumnos con MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 4 de 14 dificultades de inserción social o escolar pueden destacar en habilidades implicadas en esta actividad, como liderazgo para organizar al grupo, ideas creativas para decorar, aptitudes artísticas, etc. 5. Intervención del equipo de mediación del centro, en los casos que sea posible y siempre que sea aceptado por las partes implicadas. De esta manera, se pretende que sean los propios alumnos del centro los que intervengan en la resolución dialogada de los conflictos, evidentemente bajo la supervisión y atenta mirada del profesorado que, dada la complejidad de los casos de acoso escolar, será también partícipe de la mediación. Dentro del equipo de mediación podrían conformarse otras comisiones: — Comisión de profesores para el desarrollo del medio social en la escuela; sería deseable la presencia del orientador y de algún representante del equipo directivo en la misma. Para que esta comisión pueda ser eficaz deberán buscarse en los horarios individuales de dichos profesores los tiempos para la coordinación. — Comisión de alumnos que estén atentos a la convivencia general del centro y a situaciones de riesgo. También tratarían de desarrollar acciones para integrar a los alumnos que se incorporan por primera vez al centro, especialmente en el caso de los alumnos inmigrantes o ACNEEs, en colaboración con la comisión de profesores antes citada. 6. Favorecer un espíritu sano y deportivo en el centro, colaborando con la AMPA del centro en la oferta de actividades deportivas por la tarde, como actividades extraescolares, así como solicitando apoyo de la administración local para mejorar las instalaciones y el equipamiento deportivo del centro. En este sentido, es de destacar el esfuerzo económico y humano que la Comunidad de Madrid está haciendo con la puesta en marcha de los Campeonatos Escolares. 3.1.2. Medidas específicas 7. Curso de formación en centro sobre la violencia escolar y el bullying, solicitado al CAP (Centro de Apoyo al Profesorado) de la localidad y, en caso de no ser posible, buscar el apoyo de otras instituciones dedicadas a la formación (centros regionales de formación, sindicatos, etc.). La formación práctica, pero también teórica, del profesorado es fundamental para poder entender la problemática en toda su extensión y poder dotarse de herramientas personales y de centro que faciliten la resolución exitosa de estos conflictos. Mientras se gestiona la formación en centro, el departamento de orientación elaboró un documento escrito sobre el fenómeno, que sirviera como acercamiento teórico al problema del maltrato entre iguales. 8. Obtener datos sobre la situación concreta del centro. A pesar de que el nivel de conflictividad del centro es bajo y de que hasta el momento no se ha detectado ningún caso de bullying, este sondeo es necesario, pues una de las últimas investigaciones realizadas en España muestra estos datos (1) (otras investigaciones, españolas y europeas, manejan unos porcentajes similares): — Víctimas: un 15% sufren agresiones esporádicas; un 5% sufren agresiones con asiduidad (al menos, una vez a la semana). — Agresores: un 10% son agresores esporádicos; un 3% son agresores habituales (al menos, una vez a la semana). En torno al 1% son agresores victimizados, es decir, alumnos objeto de acoso escolar que se defienden de esa situación convirtiéndose en agresores. Como dato escalofriante apuntamos además que el 71% de los asesinatos cometidos en los institutos de Bachillerato de Estados Unidos entre 1974 y 2000 fueron protagonizados por MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 5 de 14 jóvenes que habían sufrido acoso de sus compañeros en los seis meses previos. La obtención de esta información puede realizarse de manera informal a través de cuestionarios y entrevistas anónimos, a través de asambleas realizadas puntualmente en la tutoría y a través de las aportaciones de los integrantes del equipo de mediación. O, lo que es más aconsejable, pueden utilizarse algunos de los documentos estandarizados que ya se han elaborado en España para ello: — Escala Cisneros, de Iñaki Piñuel y Araceli Oñate, de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Evalúa las situaciones de acoso escolar a través de ocho indicadores: desprecio-ridiculización, coacción, robos, restricción-comunicación, agresiones, intimidación-amenazas, exclusión-bloqueo social y hostigamiento. Está disponible de forma gratuita en Internet (www.acosoescolar.com). — PRECONCIMEI, de José Mª Avilés, de la Universidad de Valladolid. Integra cuestionarios para el alumnado, el profesorado y los padres, así como una guía para planificar la actuación en el centro y el resumen de un método concreto de intervención (Método Pikas, al que haremos referencia más adelante). — BULL-S. Test de evaluación de la agresividad entre escolares, de la Universidad de Murcia. Identifica las características socio-afectivas de un grupo de iguales, detecta protagonistas de la situación de bullying y recoge información precisa sobre el lugar, la magnitud, la frecuencia y el nivel de gravedad que le atribuyen los propios escolares. La corrección está informatizada. 9. Buscar recursos externos especializados en la prevención de la violencia desde el ámbito familiar para desarrollar una Escuela de padres en el centro. Si no se pudiese desarrollar esta actividad de forma gratuita, se buscaría el apoyo financiero del ayuntamiento, del AMPA, etc. Esta acción es muy importante, puesto que la familia, como señalamos en la introducción, es un agente de socialización clave. Además, las investigaciones presentan como factores asociados al bullying las siguientes situaciones familiares: progenitores con un estilo educativo y comportamental violento, situaciones de desestructuración familiar o de ausencia habitual del padre, falta de afecto (especialmente de la madre) y la existencia de mensajes inadecuados de los padres («Si te pegan, tú pega»). También señalamos en la introducción la importancia de los mass-media en este tema. Unos datos alarmantes muestran que: — La mayoría de los adolescentes no tiene restricciones para ver la televisión, ni respecto a horarios ni respecto a contenidos. — Los padres no suelen ver la televisión con los hijos, por tanto, no ayudan a desarrollar una actitud crítica hacia ello. — Muchos padres ignoran los contenidos violentos de los videojuegos con los que sus hijos se entretienen. 10. Sensibilización a la comunidad educativa, a través de unas Jornadas escolares de debate y reflexión sobre el tema. — Para los profesores, serán los orientadores del centro (en colaboración con el equipo directivo) los que desarrollen una ponencia sobre el marco teórico del acoso escolar, que permita situar el problema en su contexto (eliminar tópicos e ideas erróneas), así como avanzar en la comprensión del problema (analizando causas y consecuencias) y en la detección temprana del mismo (exponiendo el perfil del agresor y de la víctima). Esto último es fundamental para poder identificar a tiempo estas situaciones. De modo muy sucinto expondremos los rasgos que caracterizan a agresores y agredidos. Perfil del agresor a) Agresividad. Es la característica más distintiva. La belicosidad se manifiesta en todas las facetas de su vida, generando unas relaciones difíciles con los profesores y con la familia.b) Fuerza física. Esta corpulencia, combinada con su carácter agresivo, le lleva a emplear medios violentos de forma habitual para conseguir sus objetivos. Por ello, MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 6 de 14 suele mostrar conductas disruptivas en clase, así como transgresión de normas sociales, cuya gravedad aumenta con la edad. Debido a su carácter agresivo, en bastantes ocasiones salen impunes de sus actos, lo que produce un aprendizaje social incorrecto, aumentando la probabilidad de conductas delictivas. c) Intencionalidad. El agresor se divierte con esta intimidación; la agresividad no es instrumental, sino hostil. d) Impulsividad. No pueden controlar su agresividad. e) Autoritarismo. Son dominantes, disfrutan cuando tienen el control. Son líderes, aunque a veces detrás de esta popularidad se esconde el miedo de sus seguidores a convertirse en víctimas. En cualquier caso, siempre encuentran un pequeño grupo de seguidores incondicionales. f) Fracaso escolar. Tienen dificultades de aprendizaje y un rechazo a la vida escolar. g) ¿Competencia social? Algunos autores describen escasas habilidades sociales (dificultades para empatizar o controlar su ira), mientras que otros les consideran con un alto nivel de asertividad (saben empatizar aunque no desean hacerlo, además de que son manipuladores, persistentes y habilidosos para arrastrar a otras personas). h) ¿Autoestima? También hay disparidad respecto al autoconcepto de estos agresores. Perfil de la víctima a) Vulnerabilidad. Debilidad física (complexión delgada, defectos…) o psicológica (timidez, inseguridad, ansiedad…). b) Inseguridad. Baja autoestima, falta de asertividad y pocas habilidades sociales, lo que explica que sean incapaces de resolver esta situación y que, por tanto, la sensación de estrés y de indefensión se acreciente. Esto es causa y consecuencia a la vez, pues la victimización continua acrecienta estos rasgos. c) Carácter apacible. Pacíficos, desaprueban el uso de la violencia para resolver conflictos. d) Sentimiento de culpa, consecuencia directa del maltrato reiterado (¡en torno al 12% de las víctimas justifica el comportamiento de su agresor!). e) Dificultades de aprendizaje. La tensión que le supone acudir a la escuela y el miedo a ser agredidos afecta a su concentración y al rendimiento. Esto se agrava si el alumno «escapa» de la situación faltando a clase, simulando una enfermedad. Perfil de las víctimas provocadoras Hay otro tipo de víctima que comparte características tanto con los agresores como con los agredidos; son las llamadas víctimas provocadoras, intimidadores victimizados o víctimas agresivas. a) Son alumnos impulsivos, inestables emocionalmente, deseosos de protagonismo, con alta ansiedad e inhábiles para las relaciones sociales; en consecuencia, suelen llamar la atención de forma continuada, generando tensión y rechazo en sus compañeros. b) Serán así objeto de bullying por parte de la mayoría del grupo, que considerará que «se lo merece», a la vez que ellos responderán con agresividad hacia los que perciban más débiles. Se sienten víctimas, a la vez que reconocen ser agresores. c) Su comportamiento provoca la situación de maltrato pero lo conmovedor es que con esta conducta inadecuada sólo desea integrarse y tener amigos; la víctima no ha aprendido las estrategias adecuadas para relacionarse de forma positiva y sana con sus compañeros. — Para los alumnos se desarrollarán actividades con materiales específicos diseñados al efecto. A modo de ejemplo se proponen: • Un día más, de Isabel Fernández García, editado por El Defensor del Menor de la CAM (2005). • Proyecto SAVE (Sevilla Anti-Violencia Escolar), de Ortega y Mora-Mechán (2000). Nació como experiencia piloto para crear, a partir de los datos obtenidos en esta ciudad, un modelo de intervención ante el acoso escolar. Dirigido por la Dra. Rosario Ortega, de la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla, toma como modelo de referencia la experiencia de Peter Smith con el Proyecto Sheffield, traducido y adaptado a la realidad de las escuelas españolas. • Proyecto Andalucía Anti-Violencia Escolar (ANDAVE), de Ortega y Mora-Mechán (1997). El proyecto SAVE es asumido en 1997 por la Junta de Andalucía como modelo de intervención en la comunidad autónoma, por lo que adquiere carácter institucional y pasa a denominarse Proyecto ANDAVE (Proyecto Andalucía Antiviolencia Escolar). El modelo incluye un programa educativo de prevención del maltrato entre escolares y, asimismo, la puesta en marcha de una línea telefónica de ayuda a los chicos y chicas implicados en problemas de violencia o abusos por parte de sus compañeros. • Conductas de acoso y amenaza entre escolares, de Dan Olweus (1998). Este programa incluye un cuestionario MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 7 de 14 anónimo de detección que ha sido adaptado a la realidad de diferentes edades y países. Dan Olweus fue el que realizó las primeras investigaciones al efecto, el que acuñó el concepto «bullying» y lo definió como hoy lo conocemos. • Proyecto Sheffield, dirigido por Meter K. Smith (1991). La mayor aportación práctica de este proyecto fue la elaboración del material «Bullying: no sufráis en silencio». Smith, además, dirigió un estudio en escuelas de 14 países con el objetivo de delimitar aquellos términos que mejor reflejaran en diferentes lenguas la realidad del bullying (en España se utiliza «acoso escolar», «maltrato entre iguales por abuso de poder», «victimización» y, por supuesto, «bullying»). También se propondrá la realización de actividades fuera del horario escolar (mesas redondas, coloquio, cine fórum, etc.) Y, además, a lo largo del curso se buscará la participación de ONGs especializadas en la lucha contra cualquier forma de violencia para el desarrollo de talleres en las sesiones de tutoría. — Para los padres, las actividades se realizarán en horario de tarde, para permitir la asistencia de los mismos. Se solicitará la colaboración del AMPA, para impulsar una mayor asistencia y participación. — Para ambientar el tema, durante la duración de esas Jornadas se decorará el centro con paneles informativos, exposiciones gráficas, trabajos escolares, noticias de prensa... que tengan relación con la convivencia. Se intentarán reflejar, a través de esta exposición, las consecuencias que este fenómeno tiene para la víctima, para el agresor y para los espectadores. Presentamos aquí estas consecuencias a modo de síntesis. Consecuencias para la víctima a) Disminución del rendimiento académico.b) Tristeza, apatía, pudiendo llegar a pensamientos suicidas. c) Estos efectos se perpetúan para toda la vida: en la edad adulta, las víctimas presentan desajustes emocionales, depresión, dificultad para hacer amigos y otros problemas psicológicos. Los efectos más estables los produce la forma de maltrato aparentemente menos grave: la exclusión social. Consecuencias para el agresor a) Falta de socialización. El agresor tiene consecuencias positivas inmediatas (sensación de poder, liderazgo, grupito de seguidores incondcionales, público aquiescente…), de manera que no adquiere hábitos básicos para la convivencia, sino que refuerza estrategias manipuladoras, intimidatorias y agresivas.b) Delincuencia precoz. La frecuente impunidad de sus actos le ofrece un aprendizaje equivocado, de forma que cree que puede transgredir las normas sociales y salir siempre impune. En Estados Unidos se ha comprobado que el 60% de los jóvenes que fueron agresores en la adolescencia, al llegar a la edad de 24 años habían recibido una o más sentencias inculpatorias. c) Estos riesgos se ven incrementados por el elevado índice de absentismo escolar e incluso de abandono prematuro del sistema educativo que se ha detectado en este alumnado. Consecuencias para los espectadores Es el aspecto menos estudiado hasta la fecha. Sin embargo, aumenta el interés de los investigadores por conocer qué consecuencias genera el maltrato en los alumnos que lo observan y no actúan para remediarlo. Como dato alarmante, podemos señalar que el 85% de los episodios de violencia que se producen en el recreo tienen lugar delante de testigos.La mayoría de los espectadores consideran las agresiones injustas e incluso nocivas para quien las sufre. Sin embargo, su conducta está marcada por el silencio e incluso por el apoyo al agresor, de una manera indirecta (sonriendo, mirando para otro lado, rechazando a la víctima...) o directa (ayudándole), en parte por el temor a convertirse ellos en víctima. Esta falta de implicación agrava el problema en varios sentidos: a) El agresor se siente reforzado, cree recibir la aprobación del público. b) La víctima percibe la agresión realizada por todo el grupo. c) Las agresiones se perpetúan, por el efecto de contagio social (los observadores comprueban que la violencia es efectiva). d) Los espectadores se debaten entre sentimientos de cobardía/culpa y el temor a ser agredidos. e) Se genera una sensación de indefensión ante la ley del más fuerte y una actitud individualista («cada uno debe mirar por sí mismo»). f) Estos aprendizajes perjudican el sistema de valores y la personalidad que los adolescentes están construyendo en ese momento evolutivo. MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 8 de 14 11. Como colofón de las Jornadas de Sensibilización, el centro podría editar un número gráfico sobre el tema, que sintetizara un acercamiento teórico y una síntesis de las actividades realizadas. En nuestro caso, la revista anual fue editada como número monográfico sobre el tema de la convivencia en general. Es interesante que los departamentos didácticos dediquen algunas horas de clase a fomentar la participación activa de los alumnos en la elaboración de artículos (por ejemplo, ilustraciones o cómics desarrollados desde el área de Plástica, búsqueda y selección de aforismos y frases célebres desde las asignaturas de Religión y de Ética, redacciones desde el área de Lengua, etc.) 12. Creación de un buzón para ser utilizado por víctimas o por espectadores que, de forma anónima, quieran denunciar situaciones de violencia escolar (no sólo bullying). El funcionamiento de este buzón se daría a conocer en una hora de tutoría, en la que se conducirá a los alumnos hasta el lugar donde se ha instalado, para garantizar así que todos conocen la ubicación del mismo. Hay que tener en cuenta que el buzón debe estar colocado en una zona íntima, donde nadie pueda ver al alumnado hacer uso de él. 13. Elaboración de un protocolo de actuación, incluido en los documentos oficiales del centro (Proyecto Curricular, Proyecto Educativo de Centro y Reglamento de Régimen Interior), en el que se especifiquen los pasos que se deben seguir ante la ocurrencia de una situación de maltrato escolar. Hay que asegurar que el RRI contempla acciones específicas para las situaciones de maltrato escolar, así como que el profesorado conoce y aprueba estas medidas. Sería bueno para ello que se discutieran previamente en la Comisión de Coordinación Pedagógica y en los departamentos y que la propuesta final se presentara al claustro para su aprobación. El protocolo que se muestra en el siguiente subapartado puede servir como modelo. 14. Desarrollo de una (o más, si fuera preciso) sesión de tutoría a principio de curso para consensuar con el grupo las normas de clase. El tutor aprovechará la sesión para insistir en que los alumnos no sólo tienen derechos, sino también obligaciones, entre las que se encuentra la observancia de las normas del centro, como garante del respeto de los demás alumnos a recibir una educación de calidad. Estas sesiones se repetirán a lo largo del curso si el grupo es especialmente conflictivo. En tal caso, sería aconsejable que la Junta de profesores se reuniera previamente para fijar un código de conducta básico (normas y sanciones). Es fundamental que el equipo educativo esté unido en la aplicación de este código, para evitar disparidad de criterios y para mejorar la asunción de las normas aprobadas por parte de los alumnos. 15. Realización de actividades extraescolares que faciliten el contacto informal del alumnado, tales como: salidas, excursiones, intercambios, fiestas, viajes de fin de curso, etc. Sería deseable que los profesores que dirigieran estas actividades propiciaran el acercamiento de los alumnos entre sí, organizándolos en grupos que no sean los habituales. 16. Elaboración de una guía de indicadores que el profesorado deberá utilizar para identificar de forma temprana a posibles víctimas de acoso escolar. A modo de ejemplo exponemos la elaborada por Dan Olweus (1993): Posibles indicadores para identificar al alumno víctima En Primaria: — Son repetidamente llamados por motes, ridiculizados, objeto de burlas... — Sufren agresiones físicas de las que no pueden defenderse adecuadamente. — Se involucran en peleas donde se encuentran indefensos. MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 9 de 14 — Su material suele presentar deterioro provocado y pierden con frecuencia pertenencias de manera inopinada. — Presentan arañazos y otras muestras evidentes de lesión física. En Secundaria: — Están a menudo solos y excluidos del grupo. — Son los peores en los juegos o trabajo de grupo. — Tienen dificultad para hablar en clase y dan la impresión de ser inseguros. — Aparece depresión, infelicidad, distracción. — Muestran un gradual deterioro del interés por el trabajo del colegio. Indicios para observar en casa — Primarios. Los hijos traen los libros rotos, la ropa desordenada, tienen heridas o contusiones, evitan dar explicaciones. — Secundarios. Los hijos no quedan con compañeros, no traen amigos, no les invitan a fiestas, no salen los fines de semana, tienen aspecto triste, duermen mal, con pesadillas, pierden el interés por los estudios, antes de ir a la escuela les duele la cabeza o el estómago, por la mañana están irritables. 3.2. Protocolo de intervención: medidas cuando surge el bullying. Prevención secundaria Entendemos que el bullying es una conducta de persecución física y/o psicológica que realiza un alumno o un grupo de alumnos contra otro, al que elige como víctima de repetidos ataques. Esta acción, negativa e intencionada, sitúa a las víctimas en posiciones de las que difícilmente pueden salir por sus propios medios. Para hablar de acoso debe suceder: a) Intencionalidad. El agresor quiere causar daño a otra persona. b) Desequilibrio de poder, por motivos físicos (menor fuerza, menor edad...), psicológicos (carácter débil) o sociales (varios agresores). c) Reiteración del hecho. d) Indefensión de la víctima, que no es capaz de salir de la situación por sí sola. Cuando desde el centro se detecte una situación de este tipo, se seguirán los siguientes pasos: 1. Comunicación al tutor y al jefe de estudios, por parte de cualquier miembro de la comunidad educativa que tenga conocimiento de una situación de acoso escolar. A partir de este momento, se atenderá de manera individual a la víctima y al agresor/es. El abordaje de esta situación se hará a través del método de no inculpación y del método Pikas, que se desarrollan más adelante. Atención especial a la víctima: MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 10 de 14 — Se le asegurará que se va a tratar el problema, que tiene el apoyo de profesores y padres y que debe denunciar cualquier incidente que se produzca. — El orientador tendrá cuantas sesiones individuales sean necesarias para ayudar a que la situación de acoso no produzca en la víctima una merma de su autoestima, sentimientos de culpa, aislamiento, tendencias depresivas... — Se buscará su incorporación a un programa de entrenamiento en habilidades sociales, si existiera en la localidad, y, en caso contrario, el orientador le dará pautas claras para afrontar de forma asertiva esta situación. — Se le implicará en tareas prestigiosas, con objeto de mejorar su status en el grupo (prestando atención a que este protagonismo no se vuelva en contra suya). Atención especial al agresor/es: — Se le dejará claro que esas conductas no van a ser toleradas en el centro. — Se penalizarán de forma inmediata todas las agresiones. — Se le buscarán alternativas educativas acordes con su situación escolar, en las que tenga oportunidad de éxito (educación compensatoria, diversificación curricular, garantía social, formación ocupacional, talleres prelaborales del ayuntamiento...). Se evitará que el agresor perciba estas medidas como castigo. — Se buscará su incorporación a un programa de entrenamiento en habilidades sociales o de educación en valores, si existiera en la localidad; en caso contrario, se estudiará la posibilidad de que el orientador le dé pautas para mejorar su competencia social. — Se le implicará en tareas prestigiosas, con objeto de mejorar su status en el grupo (prestando atención a que este protagonismo no se vuelva en contra suya). — Se buscará información del alumno en su centro de procedencia (colegio de Primaria) sobre su situación escolar y conductual, sanciones recibidas, colaboración de los padres, etc. — Se pondrán sanciones claras y graduadas, que penalicen cualquier acto de este tipo por insignificante que pudiera parecer, que estarán en consonancia con la tipificación de faltas y sanciones recogidas en el RRI (Reglamento de Régimen Interior) y que serán aplicadas por la Comisión de Convivencia del centro. En ocasiones, estas sanciones podrían ser enfocadas como trabajo social o comunitario, y podrían consistir en ayudar a los alumnos que se escolarizan por primera vez en el centro a familiarizarse con el mismo, por ejemplo, realizando una visita conjunta, en la que se mostrasen los espacios del centro y su uso. Este tipo de actividades se hará bajo la estricta vigilancia y supervisión del jefe de estudios, el PTSC (Profesor Técnico de Servicios a la Comunidad), o el orientador. — Se fijarán medidas reparadoras que traten de compensar a la víctima (al menos moralmente) del daño recibido. Este constituye un objetivo difícil de alcanzar. 2. Registro anecdótico de todos los incidentes sucedidos, redactados por cada uno de los implicados en la escena (aunque sean meros observadores) y que serán entregados al tutor para su compilación. El tutor será el encargado de registrar todas las actuaciones que lleve a cabo y de recoger las que otras personas realicen para archivarlas de forma conjunta. Esta actuación, por otra parte, ayudaría a esclarecer los hechos y depurar responsabilidades en el caso de que la víctima interpusiera una denuncia policial o en el caso de que el acoso condujera a hechos tan dramáticos y desesperados como el suicidio de la víctima, por ejemplo. 3. Entrevista del tutor con los implicados y, en caso de considerarlo oportuno, con las familias. El tutor informará de todo ello a jefatura de estudios y podrá pedir la participación del equipo de mediación y/o del departamento de orientación si lo considera oportuno. Igualmente, el tutor informará a la junta de evaluación para contribuir entre todos a la observancia y erradicación de este problema. 4. Si la intervención del tutor con los alumnos y, en su caso las familias, resultara infructuosa, se solicitaría la intervención del PTSC, quien estudiaría, si la situación no remite, cómo trasladar el problema a los Servicios Sociales locales. A partir de esta actuación (o con anterioridad, si la gravedad de la situación lo aconseja), el instituto podría tramitar la correspondiente denuncia ante la Policía Local o Nacional. MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 11 de 14 5. En cualquier momento de este proceso, si la dirección del centro escolar lo considera oportuno, podría solicitarse la intervención de la Policía Local de Barrio para realizar una mediación informal en el centro. El Proyecto Sheffield propone dos métodos para trabajar los casos de acoso: Método de no inculpación o de responsabilidad compartida Desarrollado por Bárbara Maines y George Robinson. Puede utilizarse ante agresiones leves. Consta de siete pasos:a) Un profesor se reúne con la víctima para estudiar la situación. Se le pide que sugiera nombres de alumnos con los que podría reunirse para solucionar el problema, entre los cuales estarán sus amigos y los agresores. b) Se convoca la reunión. c) Se plantea el problema partiendo de los sentimientos que experimenta la víctima. d) Se aclara que no se buscan culpables, sino que se quiere solucionar el problema. La responsabilidad es compartida. e) Se piden ideas que puedan aliviar el sufrimiento del alumno agredido. f) El profesor da por finalizada la reunión e informa a los participantes de que se revisará qué tal han funcionado las sugerencias. g) Transcurrido un plazo determinado, el adulto hablará con cada alumno asistente a la reunión para valorar si se han producido mejoras. Método Pikas o de preocupación compartida Fue desarrollado por el sueco Anatole Pikas en 1989. Es válido para chicos de entre 9 y 16 años. Es un método de intervención ante casos de acoso grupal, en los que se produce una difuminación de la responsabilidad. Este programa, que suele durar un mes, persigue que cada agresor se responsabilice de sus propios actos, sin escudarse en el grupo. Para su aplicación requiere unas condiciones previas: — Conocimiento claro de la situación de hostigamiento: quiénes son los agresores, quién de ellos es el líder, etc. — Un profesor responsable de aplicar el programa, de actitud neutral y objetiva, sin implicarse emocionalmente en el conflicto. — Un lugar tranquilo donde puedan desarrollarse las entrevistas, sin interrupciones, ni ruidos. El método se compone de tres fases separadas por intervalos de 7 a 10 días. Primera fase: entrevistas individuales. Sin previo aviso, el profesor responsable del programa busca a cada agresor en su aula para que se entrevisten con él. Se hace delante de todo el grupo para que se percaten de que el centro se implica en la resolución de los conflictos violentos. Las entrevistas serán individuales y comenzarán con el líder. No deben prolongarse más de 15 minutos. En ellas, el profesor sigue cinco pasos: a) Explicar el motivo de la entrevista: «Quiero hablar contigo porque he oído que Fulanito tiene problemas contigo y con Menganito». b) Pregunta abierta: «¿Qué sabes de esto?». El profesor le dejará hablar hasta que considere que la información es suficiente. Si el alumno no quiere hablar, se le devuelve al aula dejándole claro que se le volverá a llamar para volver a hablar sobre el tema. c) Detención de la conversación: «De acuerdo, con esto es suficiente». d) Búsqueda de soluciones conjuntas: «¿Qué puedes hacer tú para ayudar a Fulanito?». El alumno debe realizar propuestas que le impliquen a él directamente; en caso contrario, el MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 12 de 14 profesor le recuerda que él es uno de los que participan en el maltrato. Si el alumno está callado, el profesor puede plantear sugerencias: «Yo tengo una idea, ¿quieres oírla?». Se recogen por escrito las ideas aceptadas. e) Cerrar la entrevista y fijar una reunión de seguimiento: «Dentro de una semana nos volveremos a ver, para que me cuentes cómo te ha ido». Se le acompaña al aula y se busca al siguiente agresor, sin dar tiempo a que hablen entre ellos. Al final, se entrevista a la víctima. Si se trata de una víctima pasiva, el profesor mostrará una actitud de ánimo y de escucha, invitándole a que exprese ideas para mejorar su situación. Se le despide mostrando apoyo y citándole para la siguiente semana, con objeto de revisar si la situación ha cambiado. Si se trata de una víctima provocativa, el profesor buscará hacerle tomar conciencia de su parte de responsabilidad en las agresiones, haciéndole ver las conductas que potencian el acoso. En el paso 4 (d) debe proponer algún cambio concreto en su conducta que reduzca las agresiones. Segunda fase: entrevistas de seguimiento. Se llevan a cabo una semana después (tal y como se concertó con los alumnos) en el mismo orden que las primeras y también sacándoles de clase. Constituyen una charla breve en la que se analiza cómo ha funcionado el plan y si la víctima ha mejorado su situación; si es así, se fija una reunión conjunta con todos los implicados; si no, se insiste en los compromisos personales y se concierta otra entrevista individual de seguimiento la semana siguiente. Tercera fase: reunión del grupo. Al principio, se realiza sólo con los agresores: se les pregunta cómo ha ido la semana y qué se puede hacer para seguir mejorando la situación y para que se consoliden los avances. Si las mejoras son significativas deberá reforzarse el esfuerzo realizado y se propondrá una reunión con la víctima, en la que cada agresor expresará su opinión sobre ella; la víctima opinará al final. Si las mejoras son mínimas, se apelará a su compromiso individual y se fijará otra reunión de grupo para la semana siguiente. Esta fase no concluirá sin dejar bien claro que no se admitirá que el acoso reaparezca. 3.3. Medidas para evitar el agravamiento del problema: prevención terciaria 1. Implicar a las familias de víctima y agresor/es en la resolución del caso y/o en la búsqueda de recursos externos que puedan ofrecer una ayuda especializada a sus hijos (apoyo psicológico, grupos de autoayuda, asociación, etc., dirigidos tanto a los hijos como a los propios padres). Esta medida no se adoptará de modo automático, sino en función de las circunstancias concretas de cada caso y teniendo en cuenta la información aportada por el PTSC. Se trataría de buscar ayuda para la víctima (para mejorar su competencia social), los agresores (incrementar su empatía, asertividad, valores democráticos...) pero también de buscar recursos que puedan ayudar a los padres a mejorar su competencia personal como padres. 2. Recompensar (refuerzo social) a los alumnos que contribuyan a la erradicación de estos actos. El refuerzo se hará de forma discreta y sólo se hará público (mención especial) si el alumno está de acuerdo con ello. Así se pretende evitar que el refuerzo social genere un protagonismo negativo que sitúe a este alumno en situación de víctima (por ser el chivato, por meterse donde no le llaman...). 3. Revisar el Proyecto Curricular y las Programaciones Didácticas para priorizar los objetivos de tipo social, los contenidos actitudinales, la educación en valores y, si el claustro lo considera oportuno, los métodos de aprendizaje cooperativo. 4. Implantar, si el claustro lo aprueba, los Círculos de calidad. Esta técnica, originaria del mundo empresarial, está dirigida al desarrollo de habilidades como la asertividad o la empatía. Tiene como objetivo la identificación, análisis y resolución de problemas; para ello, entre ocho y diez personas (alumnos y/o profesores) se reúnen con una frecuencia semanal durante el tiempo necesario para abordar el problema (generalmente dos o tres meses). La norma básica del grupo es el respeto a las opiniones de todos y trabajar de manera cooperativa para MOTU (1/2007) 02/09/2016 Página 13 de 14 encontrar soluciones y aplicarlas. 5. Sesiones de tutoría inminentes ante las situaciones contrarias a la convivencia que la clase o un grupo de la misma haya protagonizado y que hayan sido presenciadas por el tutor o por algún otro profesor de grupo. El profesor que haya detectado esa situación conflictiva será el responsable de abordar en sus horas de clase el análisis de la misma, pero informará de ello al tutor para que con su intervención desde la hora de tutoría se refuercen los valores y actitudes que el profesor de área haya trabajado previamente. 6. En la medida de lo posible, entrenamiento en habilidades sociales para aquellos alumnos que sean detectados como incompetentes sociales, a través de un programa específico desarrollado por algún agente local u ONG que pueda comprometerse a ello. Se buscará que los alumnos agresores y las víctimas participen en estos talleres, teniendo en cuenta que su adscripción a los mismos debe ser voluntaria, pues en caso contrario no sólo no se implicarían en ellos (y, por tanto, no serían eficaces) sino que podrían llegar incluso a boicotear el grupo como medio de presión para librarse de esta actividad. 4. CONCLUSIONES La sensibilidad reciente con que la escuela enfrenta el problema del acoso escolar nos conduce a desplegar las ideas más creativas y sistémicas para tratar de eliminar este mal y de reducir su impacto en víctima, agresores y espectadores. No hay que despreciar cualquier acción, por nimia que esta pudiera parecer, ni en lo relativo a la intervención ni en lo referente a la detección, pues no olvidemos que es un problema que suele permanecer oculto, pero que genera efectos perjudiciales en todos los que viven esta situación, sean protagonistas directos o sean meros espectadores. De la misma manera, cada cual debe asumir sus cotas de responsabilidad en la actuación ante este tipo de situaciones, empezando por la escuela (donde suelen presentarse estas agresiones), pero también la familia (el principal agente de socialización en la transmisión de valores y de conductas socialmente aceptables) y los medios de comunicación social. Sólo con una actuación convergente y coordinada de estos tres agentes de socialización podrían erradicarse definitivamente las situaciones de violencia entre iguales; pero esta reflexión no debe hacernos caer en el desánimo, sino que debe generarnos la motivación necesaria para actuar, en la creencia de que todas las medidas prosociales que se adopten, por insignificantes que puedan parecer, tendrán una repercusión directa en la mejora de la convivencia. Por ello, queremos insistir en la idea de que no deben escatimarse esfuerzos ni iniciativas que puedan contribuir a su erradicación, y apelamos a la responsabilidad de todos los miembros de la comunidad educativa, especialmente padres y profesores. 5. BIBLIOGRAFÍA Cava, Mª J. y Musitu, G. (2002). La convivencia en la escuela. Barcelona: Paidós. Cerezo, F. (1997). Conductas agresivas en la edad escolar. Madrid: Pirámide. Cerezo, F. (2001). La violencia en las aulas. Análisis y propuestas de intervención. Madrid: Pirámide. Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid (1998). Un día más. Madrid: Defensor del Menor. Defensor del Pueblo (2000). Violencia escolar: El maltrato entre iguales en la ESO. Madrid: Defensor del Pueblo. Díaz-Aguado, M.J. (1996). Programas de educación para la tolerancia y prevención de la violencia en los jóvenes. Madrid: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Díaz-Aguado, M.J.; Martíena Arias, R. y Martín Seoane, G. (2004). 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