la mujer de wakefield

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EDUARDO BERTI CUENTA EL ORIGEN DE "LA MUJER DE WAKEFIELD"
Crónica de una mujer sola
La protagonista de La mujer de Wakefield es una mujer que, abandonada por su
esposo luego de diez años de casados, se debate entre ir a buscarlo allí donde se ha ido
a esconder o quedarse aguardando su regreso. Él le dijo que volvería en una semana,
pero los meses se suceden y ella pronto descubre que debe aprender a valerse por sí
misma en una sociedad donde una mujer sin marido no es bien vista o, incluso más, es
contemplada como una anomalía.
Cualquier lector informado o atento advertirá sin grandes esfuerzos que mi segunda
novela está inspirada en "Wakefield", viejo relato de Nathaniel Hawthorne, uno de los
padres de la literatura norteamericana junto con Herman Melville y Edgar Allan Poe.
Siempre me apasionó este cuento, tanto por su prosa y construcción como por la historia
enigmática que cuenta, la de un hombre que dejó a su esposa para instalarse en una
casa de a la vuelta y "sin que hubiera ni sombra de razón para semejante autodestierro,
vivió allí por más de 20 años" hasta que una noche de otoño ("cuando su muerte era
dada ya por cierta, su herencia había sido repartida y su nombre se había desvanecido de
todas las memorias") volvió muy campante a su hogar, como si sólo hubiese estado de
paseo por unas horas.
Tendría yo 16 años cuando en la biblioteca de una tía me encontré con un libro de
"grandes clásicos universales", o algo así, y entre cuentos de Akutagawa, Kafka y
Hemingway tropecé con "Wakefield". Ignoraba por entonces cuánto le gustaba este
relato a Borges y hasta qué punto habían bastado sus elogios para hacerle un lugar en
ésa y muchas otras antologías. Con el tiempo fui acercándome al resto de la obra de
Hawthorne, una producción un tanto despareja en la que alternan picos de genio con
pasajes donde parece cautivo de un extremo puritanismo. De sus novelas me gusta
especialmente La letra escarlata. De sus otros cuentos, "El velo negro del pastor". Pero,
al margen de "Wakefield", nada me maravilla tanto como sus cuadernos de apuntes,
repletos de argumentos y gérmenes de ideas. Entendía Valery Larbaud que esas
pequeñas piezas -en teoría, inconclusas- eran miniaturas perfectas, curiosas obras de
arte. Con el tiempo, me pasó de abrir alguna novela más o menos contemporánea y
reconocer allí alguna de las singulares ideas de esos cuadernos.
Hace una década, mientras estaba escribiendo los cuentos que luego integrarían mi
primer libro (Los pájaros), tuve la idea de reescribir "Wakefield" desde el punto de vista
de su mujer. No pasé de un breve intento. Fue años más tarde que pensé en una novela
que revisitara aquella historia desde la perspectiva de la esposa, aunque ampliando el
campo de visión: tomando como fondo el Londres predickensiano, la Inglaterra del
Príncipe Regente y la demasiado olvidada revuelta de los ludditas, la primera revuelta de
la era industrial, en la que cientos de tejedores, ante la aparición de las nuevas
máquinas, temían con fundamento quedarse sin trabajo.
Especialista en parábolas sobre la soledad y en hombres que viven "al margen de
los demás hombres", Hawthorne narró admirablemente "Wakefield", hace más de siglo y
medio, siguiendo de cerca a su personaje pero ocupándose apenas de su esposa. "Pero
quien nos interesa es el marido", dice el narrador en un momento. Tal vez en todo relato
haya una frase como ésta, de la que el autor se vale para descartar otro relato posible;
una frase que, como una llave, conduce al otro lado del espejo. Al sentarme a escribir La
mujer de Wakefield decidí que la historia fuera contada desde el otro lado del espejo,
por un narrador que siguiera de cerca a la esposa. Parte de la misma anécdota: el
hombre que demora su regreso. El punto de vista no es el mismo: se plantea una
reescritura, es decir una reversión. Y el ángulo es tan diferente que me atrevo a decir
que el paisaje, aunque semejante, es muy otro. La señora Wakefield no es un personaje
ladero de su esposo; por eso, aquí una contraversión no significa desplegar una serie de
contraplanos de las escenas del original. El protagonista del cuento de Hawthorne es un
"paria del universo". El universo que quise visitar en mi novela es ese vasto territorio que
Wakefield, con su curiosidad impertinente, dejó vacío.
La mujer de Wakefield se quedó en casa con la criada y el paje; la mujer de
Wakefield tiene un pasado y una hermana casada con un próspero industrial; la mujer de
Wakefield tiene un admirador que junta coraje para declararle su amor; la mujer de
Wakefield lleva un diario donde clasifica a la gente de manera maniquea; la mujer de
Wakefield sabe dónde se esconde su marido y, como Hawthorne, pero más a ras del
suelo y de los hechos, busca desentrañar las razones de tan extravagante acto.
En la minuciosa biografía que publicó sobre el autor de "Wakefield", Henry James
cuenta que murió mientras dormía, a los 60 años. Doy por seguro que Borges sabía esto
cuando escribió que, muerto Hawthorne, todos los escritores heredaron su tarea de
soñar.
EDUARDO BERTI
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