Padres e hijos en la actualidad Fanny Berger Palabras de presentación – Secretario General de CPU José Luis Fernández Fanny Berger es egresada de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República, máster en Psicología Educacional, máster en Clínica de Niños y Adolescentes obtenido en Israel. Durante 13 años trabajó con niños y familias en distintos centros educativos y clínicos. Profesora de la Unidad de Formación Permanente para Graduados de la Facultad de Psicología de la Universidad de la República. Invitada especial a varios seminarios de profundización en el área de Psicopatología Infantil en cuarto de Facultad de Psicología. Docente en la Universidad Católica en los seminarios sobre niños y adolescentes dictados en Gerontología Social. Psicoterapeuta y supervisora gestáltica para psicólogos en forma particular. Columnista en Teveo a diario, columnista en radio Carve. Autora del libro " Papis miren que me pasa, secretos y verdades sobre niños y padres", de Fin de Siglo. Va a compartir con nosotros hoy la charla: "Padres e hijos en la actualidad". Fanny Berger El tema de hoy es polémico, en especial después de las noticias de las últimas semanas. La metodología va a ser la siguiente. Voy a exponer algunos conceptos que veo en clínica —ya viene sesgado porque se da en la consulta privada- o sea como se da en determinados marcos—. Quiero responder junto con ustedes a tres preguntas. La idea es de cada pregunta sacar estrategias, lineamientos. Las tres preguntas son: 1. ¿Qué pasa con los padres? 2. ¿Qué pasa con los niños y adolescentes? 3. ¿Qué pasa en terapia? Me gustaría que pensáramos como psicólogos, como educadores, qué estrategias podemos definir con la actualidad. Algunos supervisores siempre citan con mucho respeto a Freud, a Lacan, y yo siempre digo que a Freud y a Lacan no hay que olvidarlos, pero ¿qué hacemos en el aquí y ahora, con una realidad tan distinta en la época, en lugar, en recursos, en problemas? 1. ¿Qué pasa con los padres? Cuando yo estudié psicología, en los años setenta, era otra realidad en todo sentido. No solo el gobierno era distinto, también la situación económica, la situación social, los problemas eran distintos. En los años setenta existía el problema de que padres eran autoritarios, eran la autoridad, daban un verticalazo, el padre decía "haz esto", y el hijo obedecía…, como era la autoridad, tenía que obedecer por miedo a la sanción o castigo Luego vinimos a la otra polaridad: todo vale, todo sirve, como yo tuve un papá autoritario no pongo límites; los padres no dicen "no pongo límites", dicen "le permito", no se dan cuenta de que no ponen límites. Pasaron al otro extremo, son permisivos. Entonces tenemos permisivilidad una polaridad autoritarismo, otra polaridad La integración sería autoridad. Cuando yo digo que fulano es una autoridad en la cocina —si es cocinero, no me refiero a que anda pegando con un palo de amasar— quiero decir que sabe cocinar. Eso es autoridad. Mucha gente confunde autoritarismo con autoridad. En este momento lo que veo es la falta de autoridad en general y sobre todo, de los padres. Los que trabajan en educación lo ven, porque los niños reproducen lo que sucede en sus hogares con los docentes, es decir la falta de autoridad. No respetan ni a la autoridad de los padres, ni de los maestros. Esto se ha dado por varios factores que —lo digo muy rápido porque esto compete más a un sociólogo—. Uno de ellos es la emancipación de la mujer, la mujer comienza a trabajar, comienza a liberarse; otro son los psicólogos, que dicen que hay que expresar los sentimientos. Todo eso lleva a que la gente se replantee, empiezan los divorcios, las mujeres quieren tener las posiciones que tienen los hombres, pero no olvidan que son madres, van sumando roles. La tensión por la sumatoria de roles aumenta Eso trae incertidumbre e inestabilidad, lo seguro hoy es la inseguridad. Ni seguridad laboral ni afectiva. Uno antes generaba un negocio o un oficio para toda la vida, y se casaba para toda la vida, aunque no se llevara bien. Hoy es todo fluctuante, cambiante. Los padres, como adultos que son, tienen toda esa incertidumbre, esa duda, ese no sé qué va a pasar, esa tensión, entonces una de las soluciones paternales — cuando digo paterno me refiero tanto a mamá como a papá— es justamente la falta, la ausencia de autoridad que pueda sostener y contener a los niños. Como consecuencia, esta función tan importante no se cumple . Si bien muchos padres eligen mandar a los hijos buenos colegios, a estudiar computación, la parte emocional está cada vez más floja, porque los padres tienen menos disponibilidad afectiva, están menos accesibles emocionalmente. Son más permisivos, pero emocionalmente no pueden sostener, contener la situación. Eso pasa en todos los niveles sociales. En algunas zonas los tapan con regalos materiales, porque ante cualquier tensión sucumben a las demandas infantiles. En otros medios es distinto, pero en el fondo lo que hay es una falta de autoridad, de sostén y de contención que toma diferentes formas. Es una situación muy importante para los que trabajamos en terapia, en educación. Estamos muy acostumbrados a invertir mucha energía en la parte curricular, en la educación formal, pero en la informal estamos bastante poco atentos. Porque si se piensa en los adelantos tecnológicos de los últimos años , y en la situación emocional, hay un desbalance, lo teconológico se ha desarrollado más que lo emocionalmente, las personas parecen cada vez más infantilizadas, también los padres. Sostengo la existencia de 3 grupos de necesidades afectivas que deben ser saciadas en la infancia para asegurar un desarrollo normal. La he dividido las necesidades emocionales en tres grupos. Primer grupo: la necesidad de amor y respeto. Hoy, por la vida que llevamos los adultos, tienen poca disponibilidad afectiva, poco tiempo, múltiples tensiones y problemas, dan amor mezclado con rabia, con miedo. Entonces cuesta sentir el amor, que está, no es que no esté, está diluido por otras emociones displacenteras. Creo que los terapeutas y los maestros tenemos ese rol de mostrar el amor que se esconde. Amor y respeto. Es algo que los psicólogos no hemos estudiado mucho. Hay un autor que no sé si conocen, Bert Hellinger que habla de las constelaciones familiares, Dicho autor alemán vivió en varias culturas y vio que en todas las familias y tribus en África, en Alemania, en Estados Unidos, donde no hay respeto por la autoridad —respeto, no amor— hay grandes patologías y problemas. En los divorcios: uno se puede divorciar "del padre del hijo", pero hay que respetarlo, puede ser un alcohólico pero no un borracho de..; puede ser un jugador compulsivo pero no un vicioso de]. Estamos hablando de respeto. Cuando no hay respeto en una familia, los niños tienen serias patologías. Segundo grupo: necesidad de contención y sostén. Contención y sostén quiere decir estar ahí presente, quiere decir que el niño sienta que hay un adulto que lo puede contener, que lo puede guiar. No que le resuelva los problemas, cuando el chiquilín grita , estar ahí con su presencia. No corriendo —porque eso no es sostén— a saciarlo, a comprarle cosas, o pegándole. En la actualidad hay una falta de sostén y contención de los padres por todo lo que hablamos. Los adultos necesitan sostén, entonces es bien difícil sostener a los chicos. Pero después se genera que hijos no sostenidos, cuando son adultos o adolescentes; necesitan más contención y no encuentran adultos aptos para dicha tarea. Hay una gran diferencia entre lo que es ser maestra ahora y lo que era en mi época, antes era "señorita maestra", levantábamos la mano en cualquier escuela pública de barrio, nada que ver con lo que sucede hoy en todos los lugares, la falta respeto. ¿Qué sucede ahora? Los niños no tienen sostén, no tienen contención, no introyectan la autoridad. La autoridad calma. Hay algo muy interesante, los padres sabían, tenían conocimientos, sabían hacer una torta, sabían cosas. Hoy los chicos no valoran lo mismo que nosotros: no valoran la cultura, valoran lo audiovisual, lo visual, los cuerpos lindos, las máquinas. Pasa un fenómeno importante. Los padres compran un celular, una computadora, y nos cuesta mucho lo que a los niños chicos les es fácil. Entonces se da una desvalorización del rol de la autoridad. No lo pondría en primer lugar, lo pondría en cuarto lugar, pero cuando nosotros éramos chicos los padres eran los que sabían .Es otra cosa más que se junta, que aumenta esa falta de autoridad. Los padres ya no sabemos, tenemos que recurrir a los hijos por la tecnología , ellos enseñan a sus padres. Eso influye en los vínculos afectivos y en la maduración emocional de los chicos. En el 3 grupo pondremos la necesidad de saber la verdad . El asunto es como y cuando la podremos transmitir a nuestros niños. No tenemos tiempo de desarrollar esta teoría de las necesidades afectivas que está explicado en el libro "el paraíso posible, como crecer emocional y espiritualmente" de editorial Fin de Siglo. 2. ¿Qué pasa con los hijos? ¿qué pasa con los niños?, ¿cómo son los niños? Cada vez más agresivos, inquietos —esta palabra que hoy está de moda—, hiperactivos, con baja tolerancia a la frustración. Los niños no toleran la frustración porque los adultos tampoco la toleran. ¿cómo se tolera la frustración? Con los límites, cuando los adultos dicen no, los chiquilines se acostumbran a controlar los impulsos. Pero como ahora los padres no tenemos tiempo , no sostenemos, no se sostiene el límite, entonces los chicos se acostumbran a grito, lloro, lo que sea, y lo obtengo pues el adulto que está a mi lado no me puede sostener. Eso desarrolla baja tolerancia a la frustración porque los adultos también vienen cansados y tensionados, no saben si mañana van a poder pagar las cuentas. Entonces los no no son no, y los chicos no toleran la frustración, no se acostumbran a controlar sus impulsos y modular sus emociones, presionan y los padres sucumben ante ellos . Siempre hubo problemas, pero los problemas de ahora son más intensos , se sienten más, son más disruptivos, molestan más. Tal vez antes los niños eran más introvertidos, somatizaban. Ahora también somatizan, pero además contestan, agreden, transgreden, y eso se nota. En los años ochenta habría tres o cuatro niños así por clase, hoy son más de la mitad. Estamos en un círculo: padres desorientados , infantilizados. No es que sean infantiles, sino que emocionalmente tienen a veces respuestas no maduras, por todos los problemas que tienen que enfrentar. Tal vez intelectualmente funcionan bien, pero cuando llegan a las casas, por la falta de disponibilidad afectiva o emocional, tienen respuestas más infantiles que las que tenían nuestros padres. A veces los padres me cuentan y pienso: ¿cómo ese padre que tiene tal puesto, puede llegar a decir eso? No es por falta de inteligencia, es porque los afectos, las emociones obnubilan el sentido común. Ahora los hijos están con padres tensionados, y con exigencias más grandes, porque la sociedad exige cada vez más. Las exigencias a las que están sometidos los niños o los adolescentes de hoy no son las mismas que hace 30 años. 3. ¿Qué pasa en terapia? ¿Qué sucede cuando nosotros queremos ayudar a la familia y a los niños? Tenemos que poner el foco en qué es más importante, cuál es el problema esencial. ¿El problema esencial es que Juancito no rinde o no se concentra? ¿O hay un problema vincular de falta de autoridad, de límites? En terapia —esto es importantísimo—: ¿cuál es la demanda? ¿Qué es lo que pide el niño? ¿Qué es lo que los padres piden o demandan? Y como psicólogos, ¿en qué sentimos que tenemos que ayudar? La demanda del niño es: yo quiero más atención, quiero estar más con mi madre, quiero estar más con mi padre, Y los padres demandan: quiero que tenga mejor nota, que estudie más, quiero que no moleste, quiero que duerma solo. Entonces, ¿qué atendemos los psicólogos entre todas estas demandas? Tenemos que focalizar y ver primero la necesidad del niño, y también la de los padres, porque los padres también son seres humanos que traen el niño al tratamiento, lo pagan, y son parte del subsistema familiar. La terapia se complica por toda esta situación vincular. Hay que clarificar la demanda, ver si es viable, si podemos ayudar a su realización , y ponerla en palabras, porque a veces el padre trae al hijo para que rinda más en la escuela, y el psicólogo ve otros problemas más serios que su rendimiento escolar o liceal. Entonces, ¿a quién atendemos? En mi opinión hay dos clases de padres que llegan a terapia. Están los padres que tienen conciencia del problema, llaman y dicen: "Mi hijo tiene , mi hijo necesita esto". El proceso terapéutico tiene una entrevista, un proceso y un cierre , porque hay un pedido que es viable, hay un proceso, hay un compromiso de los padres, hay aceptación de los problemas del niño. Esos padres cuando vienen a en terapia, bienvenidos sean. Están los padres que son derivados, pero en realidad son enviados, mandados., vienen muy enojados con las maestras, furiosos y niegan los problemas de sus hijos, culpabilizando al mundo externo, las maestras, el colegio, sus amigos. "Si repite, ¿qué pasa si no pasa el año ?, ¿qué pasa si su comportamiento…?". Como que no pueden ver al… niño real, sino el síntoma, lo que molesta. Son más demandantes porque la sociedad es demandante. Estos padres —esto es clave— en el tratamiento no tienen total conciencia del problema y muchas veces cuando desaparece el síntoma por el que vinieron, también ellos desaparecen, porque como ya se porta bien... Justamente, se porta bien, pero empiezan a aparecer otros problemas. Están muy focalizados en que desaparezca el síntoma . Sería una división entre padres: que a pesar de dolor ,aceptan y padres negadores. Cuando los padres niegan las dificultades verdaderas de sus hijos se complica el proceso terapéutico. Fanny Berger, psicóloga gestáltica