Un encuentro con la cultura La fría tarde capitalina fue testigo de un increíble encuentro con la cultura. Llegué extasiada y anhelante por descubrir y aprender de historias nuevas de Bogotá, una ciudad maravillosa y llena de encantadores lugares. Sabía que sería una velada única e irrepetible llena de fantasía. El encanto visual inició con un hermoso bus, grande y colorido que estaba parqueado detrás de la entrada del Hotel Tequendama. Tenía un gran logo que decía “Ruta que enseña ciudad” de la Fundación Terpel con creativas ilustraciones de Bogotá. Invitaba de forma inmediata a subirse en él y a conocer sobre historias y anécdotas que han sido representativos de la Atenas Suramericana. “Desde que me enteré de la ruta por televisión siempre tuve muchas ganas de ir. Se veía mucho colorido y yo veía que a las personas les gustaba mucho el participar de esta actividad”, afirmó Angela Quepacho, una mujer de mediana edad que fue al encuentro acompañada de dos amigos. En su interior el bus era amplio y cómodo, todas las sillas se llenaron y nunca faltaron las sonrisas y miradas de expectativa. Se cerraron las puertas del vehículo, pero se abrieron las puertas al encuentro con la cultura, cuyo huésped de honor sería la ciudad capitalina. “Lo contamos a manera de charla y de una forma amena para que la gente se entretenga, se divierta. A las personas le gusta aprender con historias raras, historias caseras y quedan enamorados de la ciudad”, comentó Hugo Marín, uno de los formadores de ciudad de la Fundación Terpel presentes en el recorrido. Mientras el bus avanzaba los formadores de ciudad fueron contando historias de la Bogotá antigua, pasando por lugares como la Rebeca, el Kiosco de la Luz, el Panóptico de Cundinamarca, las Torres del Parque, entre otros sitios representativos de la ciudad. Ellos tenían mucho conocimiento de la capital, pero a su vez poseían una sencillez invaluable, una cualidad digna de admirar. El bus llegó a la calle 19, y bajamos para caminar por el frente de la Universidad de los Andes recorriendo lentamente el Eje ambiental hasta llegar al Chorro de Quevedo. Allí, uno de los guías siguió contando la historia de la Fundación de Bogotá y otras varias anécdotas que siguieron alimentando la imaginación y aportando a nuestra cultura. Mientras caminaba con el grupo, observaba las miradas de las personas. Algunas reflejaban sorpresa y otras muchas emociones, pero en general todas irradiaban la sorpresa de los niños que están a punto de descubrir nuevas y mágicas historias para llenar su imaginación. “Es la primera vez que vengo y me parecen muy buenos estos espacios educativos para conocer más la propia ciudad”, comentó Andrea del Valle, una joven estudiante de 15 años quien llegó acompañada de sus dos padres al recorrido. De manera similar Angie Gómez señaló: “además de ser gratuito, es un programa que aporta en gran medida al conocimiento de la ciudad”. Regresamos por el eje ambiental y llegamos a la Quinta de Bolívar, lugar en donde pasó varios de sus años de vida El Libertador. Entre risas, nos tratamos de memorizar su nombre completo pero no lo logramos. La parada final del recorrido fue el Parque Nacional donde la cultura siguió, pero esta vez en medio de coloridos disfraces y saltimbanquis bajo el encuentro del XII Festival de Teatro que se celebra todos los años en Bogotá. Unos rayos de luz cayeron e iluminaron aquella tarde que en un inicio parecía perpetuarse como fría. La energía de la luz del sol estuvo acompañada de las miradas sonrientes y felices de todos los que asistimos a un encuentro único con la historia de la capital. La Fundación Terpel contribuyó con este propósito aportando a la cultura ciudadana! Sandra Galindo, Periodista