GANANCIAS GENERA SÓLO $1 DE CADA $6 DE RECAUDACIÓN El impuesto a las ganancias es reconocido por su capacidad para generar recursos fiscales e incorporar cierta igualdad en la sociedad. En este sentido, la tendencia observada en la Argentina a expandir el gasto público pero no tolerar pagar más impuestos a las ganancias es inconsistente y lleva a profundizar las inequidades. El resultado es que el Estado se financia utilizando tributos que, de manera solapada, cercenan las posibilidades de desarrollo y erosionan con mayor intensidad los ingresos de los hogares más humildes. Recientemente se anunció un incremento del 20% del monto mínimo no imponible del impuesto a las ganancias. En rigor, se trata de una actualización de los parámetros de cálculo del impuesto en consideración a la alta inflación prevaleciente. Aunque con esta modificación apenas si se compensa parte de los impactos que tiene la inflación, es llamativa la intensidad con que gran parte del sistema político y especialmente del sindicalismo presiona para no pagar el impuesto a las ganancias. Particularmente contradictorio resulta que, por un lado, proliferen las propuestas que implican aumentos del gasto público y los discursos a favor de una distribución más igualitaria de la riqueza. Pero, por el otro, se pugna por eludir el pago del impuesto a las ganancias. Desde el punto de vista de promover la producción, el impuesto a las ganancias es menos distorsivo que otros tributos, porque se paga en proporción a las ganancias del emprendimiento productivo. Desde el punto de vista de la equidad, tiene la particularidad de que la carga impositiva es sensible a los ingresos y la situación de cada familia. Estas ventajas explican la profusa aplicación del impuesto. Sin embargo, la intensidad varía según los países. Tomando datos de la OECD y la CEPAL y del Ministerio de Economía de Argentina se observa que: · En los países de la OECD el 36,4% de la recaudación impositiva total proviene del impuesto a las ganancias. · En Chile el 36,3% de la recaudación impositiva total del sector público proviene de este tributo. · En Argentina, el impuesto a las ganancias contribuye sólo con el 16% de la suma de la recaudación del sector público nacional y provincial. Los datos muestran que la recaudación del impuesto a las ganancias en Argentina es proporcionalmente muy baja. Apenas $1 de cada $6 de recaudación tributaria proviene de este impuesto, cuando en los países desarrollados supera, en promedio, un tercio de la recaudación total. Países como Australia, Nueva Zelanda ó Dinamarca (economías basadas en recursos naturales) obtienen el 60% de los recursos fiscales del impuesto a las ganancias. Una referencia más cercana es Chile, donde la participación del impuesto a las ganancias en la recaudación total más que duplica a la de Argentina. Se trata de otra manifestación de la pésima organización del sistema tributario argentino. La generación de recursos fiscales reposa en tributos que desalientan la producción, el empleo formal y las exportaciones. Además, elevan artificialmente el costo de vida de las familias más humildes. Esto impuestos son, entre otros, las contribuciones patronales, el impuesto al cheque, al gasoil, a la energía, a los activos productivos, a los ingresos brutos, las retenciones a las exportaciones, la emisión monetaria sin respaldo, etc. Para las empresas, el impuesto a las ganancias es muy gravoso porque previamente se pagaron muchos impuestos que en los países bien organizados no se aplican. Análoga situación se plantea para los trabajadores asalariados. El impuesto a las ganancias es resistido porque explícitamente disminuye los salarios, pero las contribuciones patronales tienen el mismo efecto sólo que lo hacen de manera oculta ya que el empleador las considera cuando define el salario del trabajador. La diferencia es que mientras el impuesto a las ganancias es progresivo, las contribuciones patronales se aplican en igual porcentaje hasta en los salarios más bajos. Lo mismo ocurre con impuestos que formalmente recaen sobre las empresas que, como son trasladados a los precios de los bienes y servicios, no se observan, pero erosionan los ingresos de las familias. Australia, Nueva Zelanda y Dinamarca, aplican un mínimo no imponible relativamente bajo (al nivel del salario promedio, es decir, el equivalente en la Argentina a unos $3.500). Esto permite no aplicar contribuciones patronales, de manera que los salarios más bajos están libres de todo impuesto. En Argentina, por el contrario, se presiona por elevar el mínimo no imponible de ganancias, pero se aplican contribuciones patronales hasta a quienes cobran un salario mínimo. Así, se explicita uno de los factores que explican porqué la Argentina tiene menos empleos formales y una distribución del ingreso más regresiva.