MENDOZA L

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Jornadas Científicas
ARQUITECTURA, EDUCACIÓN Y SOCIEDAD
Fórum Internacional de tesis doctorales
A. Escenario Educativo
BARRIO, IDENTIDAD Y CONVIVENCIA: un proceso formativo
transdisciplinario para la proyección de espacios comunitarios
Tesis doctoral en proceso UNAM México
M. en Arq. Laura Mendoza Kaplan
Comité tutorial: Dra. Estefanía Chávez Ortega
Dr. Fernando N. Winfield Reyes
Dr. Mauricio Hernández Bonilla
RESUMEN
PALABRAS CLAVE: proceso formativo; transdisciplinariedad; participación comunitaria
Esta investigación parte de la reflexión sobre la experiencia en las aulas universitarias,
como estudiante y como docente, y de su relación con el motivo del diseño urbano: la
ciudad. Se refiere al reaprendizaje transdisciplinario en las aulas y en la ciudad, ambos
concebidos como ámbitos dinámicos que nos forman y de los cuales formamos parte.
Para ello se plantea la definición de una experiencia multidisciplinaria, basada en el rescate
del concepto de barrio, que por medio de diferentes estrategias formativas, permita el
desarrollo de la actitud transdisciplinaria tanto en estudiantes como en docentes y se
constituya en herramienta para proyectos urbanos participativos en espacios comunitarios.
Poner en práctica la transdisciplinariedad como fundamento filosófico necesariamente inicia
con el reconocimiento del individuo como ser fragmentado y desde la necesidad de cultivar
una actitud transdisciplinaria que reivindique y ponga en el mismo plano de importancia el
ser emotivo, imaginativo, racional e intuitivo, en todos los actos: como individuo y como
miembro de todos los colectivos, contrarrestando así y poco a poco la fragmentación,
tendiendo a una re-conexión sistémica consigo mismo, con los diferentes grupos a los que
pertenece y con el mundo en todas sus escalas.
Para el urbanista transdisciplinario es de vital importancia cultivar la vigilia epistemológica,
el estar despierto a reconocer en él mismo, la contradicción, la paradoja y la diferencia o
crisis como oportunidad y estar abierto a la comprensión de la otredad (Leff, 2006); estar
siempre atento a reconocer los diferentes niveles de realidad en él mismo y en el otro que
es el habitante de la ciudad, motivo de su trabajo; en suma, a establecer un entendimiento
de la distinción del habitante con rostro, género, edad, perteneciente a un grupo social,
económico, político, cultural, a un lugar y a un tiempo específico. Esto es, evitar las
abstracciones y generalizaciones como principio.
Los talleres comunitarios se conciben como el espacio de aprendizaje transdisciplinario por
excelencia, pues permiten poner el práctica todas y cada una de las competencias que se
han adquirido en el aula, y desarrollar o re-aprender aquellas que se originan en la
convivencia con grupos diferentes al suyo.
La formación del urbanista inmerso en este contexto filosófico puede ser (y es en la
mayoría de los casos) una confrontación que requiere de una atención especial del
profesor-facilitador, para quien los estudiantes son su “otredad” más cercana, y, como tal,
ha de estar abierto a escuchar y atender sus procesos; también ha de facilitar el proceso en
diferentes momentos, pasando desde la facilitación jerárquica, donde tiene el control de
una actividad, hasta la autónoma, donde permite que el estudiante construya su
conocimiento. Esto tampoco es fácil, ya que implica renunciar al poder con responsabilidad.
Requiere pues, del cultivo de competencias transdisciplinarias en él mismo.
Estamos
conscientes
de
que
aun
cuando
logremos
desarrollar
experiencias
tansdisciplinarias o incluso, formar una licenciatura o algo más que eso con este enfoque,
las acciones desde la academia son limitadas en muchos aspectos: básicamente, el
sistema que queremos proyectar está permanentemente en interacción con los sistemas
externos enajenantes y enajenadores, los cuales “luchan denodadamente para intervenir
sobre su realidad y transformarla en su beneficio” (Pesci, 1995).
Por otro lado, los proyectos sociales son más largos y más lentos que nuestros periodos
académicos; inician antes de nuestra intervención y continúan más allá de ellos, y por
último, las intervenciones que pueden plantearse desde la investigación-acción participativa
con nuestros recursos, son a muy pequeña escala, y sólo unas cuantas llegan a
concretarse.
Es por esto que creemos que nuestros retos inmediatos son, por un lado, encontrar
caminos que le impriman más fuerza a la gestión de los proyectos, y por el otro, asumir que
nuestra labor desde las universidades es acompañar por un breve lapso de tiempo a
estudiantes y comunidades para que sus procesos continúen después, de manera
independiente, en la dimensión cívica-constructiva, como ciudadanos-autores de su espacio
habitable, y en la dimensión profesional, como urbanistas transdisciplinarios.
En conclusión, se destaca la importancia de la convivencia como medio y fin del proceso de
aprendizaje y construcción colectiva del conocimiento. De un aprendizaje que se desarrolla
por igual en las aulas, entre estudiantes y docentes, que en el barrio, entre universitarios y
habitantes.
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