La arquitectura, al ser un arte, junto con abrir los tiempos pone de manifiesto la cultura. Puesto que su afán es darle casa a los hombres. Es por ello que es la madre de las artes. En la poiesis del arte arquitectónico, en la génesis de la obra, se encuentra el origen de las sociedades sus ocupaciones junto a las tareas y ocupaciones del día de hoy. Aceptando lo anterior como la realidad; podemos inferir, que la arquitectura no entra en crisis. Por cierto que es visible en un área de la arquitectura, que llamamos edificación, percibimos formalmente, los vaivenes de las modas. Formas surgidas de una postura ecléctica y arbitraria, huérfana de fundamentos que la anclen en el ahora y aquí, sin dar contenido a lo actual; faena que nace de oír a la poesía, la que es el oficio que ilumina desde la palabra primera. Lo que a continuación venimos a exponer, es fruto de la experiencia de marchar junto a la poesía, - amereida - oyendo su decir, en una a-tensión que nos ha permitido retener la palabra inicial, que es la que observar el acontecer cotidiano revelándolo con nombre, en actos. Esta es nuestra fuente primera, que nos da partida en el pensar y proyectar la obra. Fecundados con la poesía, nos disponemos a inquirir por nuestro origen: el de ser americanos. Salimos a recorrer el continente americano, cargando la palabra original, para desvelar la extensión americana, en un viaje de travesía, que cumple su objetivo construyendo una obra que es pura donación. Esta vez, hemos ido al desierto más árido del mundo. Desierto de Atacama, en el norte grande, Chile. Realizamos un acto de estudio con alumnos de un Taller de arquitectura de la escuela de la PUCV Levantamos una obra a partir del acto. Obra primera, anterior a todo programa, para preguntarnos en propiedad y con pertinencia, por el origen de la obra de arquitectura. Obra que permita contemplar en admiración el desierto. La obra regalada: “umbral de encuentro de cercanía – lejanía” es respuesta a la pregunta de cómo se permanece en este espacio inhóspito. La obra templando el espacio, da casa en el ir de paso por el lugar. Así, se ha construido una forma arquitectónica con “estacas-parapetos” que ampara al que por allí pasa. Ciertamente una forma de habitar en el ir.