“La participación de las familias en las dinámicas de los centros educativos. Análisis de los modelos y propuestas de los CEIP de Inca (Mallorca)”. Ferra Rotger, Jaume; Mulet Trobat, Batomeu; González Paredes, Francisco Introducción La familia es un concepto complejo por su diversidad y evolución histórica, y ello aunque se considere la más universal de las instituciones sociales y que en las sociedades occidentales esté presente como institución básica de relación social, aunque sea puesta en cuestión. Por otra parte, en el contexto de la modernidad, la escuela surge como instrumento socializador y homogeneizador del Estado. A partir de este momento se inicia un proceso creciente por el que las familias van delegando en la escuela una parte fundamental de esta tarea socializadora. En el contexto de la postmodernidad, los procesos de individualización han conducido a una concepción plural del contenido de la familia; lo que nos lleva a hablar de familias en un contexto de crisis de la familia como institución de primera socialización. Por otro lado, la proliferación de las tecnologías de la comunicación y de la información ha aportado un nuevo agente socializador y unos nuevos modos de socialización, cuya potencia indiscutible compite con los agentes tradicionales, como elementos de transmisión de cultura. Los cambios en la estructura familiar provocan que la escuela reciba nuevas competencias educativas que tradicionalmente asumía el entorno familiar, y aquí nos interesan, además de la familia como agente socializador, las posibilidades que tiene como agente de participación democrática en la escuela y como la escuela percibe esta participación como institución democrática moderna, en contexto concreto como el de los centros de educación primaria de la localidad de Inca (Mallorca). Ha habido, en las últimas décadas, propuestas y proyectos en los centros educativos así como cambios en la legislación educativa tanto autonómica como estatal que han querido consolidar una escuela más participativa. Todo ello no ha traído modificaciones en las actitudes de los sectores implicados. 1. La familia como agente socializador y educativo. La familia, en principio, la podemos considerar un agente socializador y educativo: es una forma organizativa básica para la sociedad, especialmente en el sentido educativo y socializador, a pesar del hecho de que es un concepto que hoy puede tener un significado más amplio que lo que aquí damos y la problemática de la familia resulta más compleja que esta simple abstracción. La familia es la institución, grupo u organización social (estructura) donde comienza el aprendizaje social y se transmiten las primeras pautas sociales, especialmente en lo que respecta a la socialización primaria o temprana, lo que hace que se considere como un agente socializador de primer orden, aunque hoy en día tiene competidores como la escuela y los medios de comunicación. O, simplemente, la familia se puede entender como una unidad formada por un grupo de personas ligadas entre ellas por relaciones de matrimonio, parentesco o afinidad (Salvador Cardús, 1999), pero que la realidad social le exige, aunque sea relativamente, la participación la educación de sus hijos a nivel interno y del sistema educativo más amplio. La familia como agente socializador y educativo, incluso como forma de organización instituida, en los tiempos que nos ha tocado vivir ha sufrido cambios significativos dado que su función de enculturación entra en conflicto con los mecanismos transculturadores de la socialización terciaria o mediática, y ha delegado importantes funciones socializadoras primarias a la escuela. Ello complica su papel real en la participación socializadora y educativa, por tener un tipo de organización formal muy diversificada y con unos intereses particulares distintos a la escuela. Hoy la familia difícilmente cumple las funciones que le fueron asignadas tradicionalmente, en el sentido funcionalista: “la familia es un grupo social caracterizado por una residencia común, cooperación económica y reproducción. Incluye adultos de ambos sexos, de los que al menos dos mantienen una relación sexual socialmente aceptada y uno o más hijos, propios o adoptados, de los adultos que cohabitan sexualmente” (Murdoock, G.P. 1994, p. 1)1, lo que no encaja en las características de algunos grupos actualmente considerados como familia. Históricamente la familia como institución ha evolucionado de manera bastante radical y aunque siempre ha tenido una función socializadora como transmisora de cultura y subculturas de estilos de vida y convivencia de grupo, no siempre ha tenido la consideración en el marco de las sociedades concretas (por ejemplo la familia como modelo nuclear es muy reciente en el marco de la historia, es un fenómeno urbano moderno). Es a partir de la revolución industrial que se implanta la familia que se entiende como moderna, es decir nuclear (formada por padres e hijos. Existe la familia nuclear, completa e incompleta; en este último caso falta algún elemento que numéricamente complete la familia nuclear). La familia nuclear, aunque se considere como la familia normal en la España moderna, no se llega a generalizar como tal y pueden apreciarse topologías de familias extensas enmarcadas en el paso de la familia tradicional hacia la nuclear fusional, así como tipos de familia consideradas emergentes como son la monoparental, la cohabitación o las reconstituidas. Una cuestión sí que queda clara: cando se habla de modelos de familia en la actualidad y su incidencia en la función educadora aparecen los conceptos de crisis y cambios de valores en las aproximaciones y análisis de tipo sociológico. Históricamente cabe indicarse que en la mayor parte de sociedades, en especial las preindustriales, las familias han tenido la responsabilidad de educar y socializar a los hijos. Ha sido en el marco de la industrialización y del capitalismo que se ha generado la necesidad de delegar estas funciones a la Escuela como instrumento de socialización eminentemente secundaria y formal. El paulatino reconocimiento de los derechos de la infancia o como indica Ariès la transición a la modernidad conlleva “el descubrimiento de la niñez”. La filosofía de la Ilustración subraya la importancia de la educación en la formación y desarrollo del individuo como persona. Paralelamente, se produce una transición de la sociedad tradicional estamental a la sociedad industrial de clases, teóricamente más abierta, 1 Citado por José Taberner, 2012. P. 93 donde la formación adquiere una importancia fundamental para la promoción social. Los esfuerzos educativos se observan primeramente en la clase burguesa ascendente que desea construir y afianzar una posición social de privilegio. La creciente preocupación por la educación y la salud se irá trasladando a las clases medias. A fines del siglo XIX se inicia un “proceso de civilización higiénica de las familias de los trabajadores" (Frévert, 1985) lo que implicará nuevas demanda educativas formales para conseguir posteriormente la generalización de la educación institucional. “Este derecho filial, que empieza con la época moderna, no cesará de recibir cada vez un mayor impulso en tiempos posteriores” (Beck-Gernsheim, 1989). Los progresos de la medicina, la psicología y la pedagogía son fundamentales en este proceso. Por otro lado, la disminución del número de nacimientos hace que “las ambiciones, las inversiones de los padres se concentran en su descendencia, como “recurso escaso”, por lo que “cada vez se hace menos lícito tomar al hijo tal como es” (Beck, 2003). Para analizar todos estos aspectos en su conjunto y para realmente poder completar su función socializadora en la sociedad moderna y democrática, cabe revisar el contacto de la familia y la escuela, y cómo institucionalizar más eficazmente la participación democrática de las familias en la escuela. La familia se puede definir como un grupo de personas que se encuentran relacionadas por lazos de sangre, matrimonio o adopción, que forman una unidad económica, como dice Anthony Giddens, y donde los adultos del grupo se responsabilizan de los niños. (Giddens, A. 1992, pág. 764-765). Socialmente se considera una microestructura con sus derechos y deberes. La familia, a nivel de institución, designa a un grupo social constituido por personas vinculadas por lazos de sangre, el matrimonio o la adopción, caracterizado por una residencia común, cooperación económica, reproducción y cuidado de la descendencia (Giner y otros (1998). Según George Murdock, la familia incorpora cuatro funciones que le son fundamentales: sexo, procreación, socialización y cooperación económica. Lo que, según Salvador Giner, es especifico de la familia es la integración de estas funciones en una misma unidad institucional como fórmula comunitaria de convivencia. (Giner, S. 2010, p. 131). Diferenciamos la familia nuclear básica compuesta de matrimonia e hijos y que, como visión dominante en las sociedades occidentales, entra en crisis. (Gavinia, R. 2003, p. 43) y las familias denominadas extensas, entidades más complejas en cuanto a responsabilidades y funciones, en el sentido de que entran en juego diversas personalidades y amplían las posibilidades de la unidad familiar, formando un grupo de personas que desarrollan diversas potencialidades: A) económicas; B) culturales; C) sociales. La “familia” es la institución, socializadora y educativa, donde se inicia el aprendizaje social y se transmiten las primeras pautas sociales (socialización temprana y primaria). Este hecho la convierte en el primer y principal agente socializador, aunque esta afirmación puede relativizarse al tener la familia una diversidad de competidores, agentes socializadores externos a ella, que actúan desde la socialización primaria, secundaria y terciaria. El abanico de contactos familiares que experimenta el niño no es igual en las diferentes culturas. Generalmente, en las sociedades patriarcales, el cuidado que del hijo hace la madre la convierte en la persona más importante durante los primeros años de la vida del niño, aunque las características de las relaciones entre madres e hijos están influidas por la forma y la regularidad de sus contactos. A su vez, esta relación se ve afectada por el carácter de las instituciones familiares y su relación con otros grupos de la sociedad, grupos de iguales, medios de comunicación, escuela, etc. En las sociedades modernas la mayor parte de la socialización temprana tiene lugar dentro de un contexto familiar reducido. La mayor parte de los niños occidentales pasa sus primer años de vida en una unidad familiar compuesta por madre, padre, y quizá uno o dos hijos más. Sin embargo, en otras culturas, los tíos, tías y abuelos suelen formar parte de la misma unidad familiar y acostumbran a tener cuidado de los niños. En nuestra sociedad, algunos niños crecen en hogares monoparentales y otros niños son criados a cargo de dos agentes, materno y paterno (padres divorciados, padrastros o madrastras). Actualmente, también un importante número de mujeres con hijos trabajan fuera de casa y se incorporan al trabajo poco tiempo después de dar a luz. Con todo, y a pesar de circunstancias y variaciones, normalmente la familia sigue siendo el principal agente de socialización desde los primeros años de vida hasta la adolescencia, y posteriormente, en una secuencia de desarrollo que conecta las distintas generaciones. En el marco de la estratificación, de los grupos, las instituciones y organizaciones de la sociedad, las familias ocupan diferentes posiciones dentro estructura social. En la mayoría de las sociedades tradicionales la familia en la que había nacido una persona determinaba indefectiblemente su posición social para el resto de su vida. En las sociedades modernas la posición social no se hereda de la misma manera, si bien el ámbito territorial y la clase social de la familia en la que se llega al mundo afectan a los modelos de socialización, posibilitando que los niños adquieren características de comportamiento de sus padres o de otras personas de su entorno, es decir, barrio, comunidad y grupo. Los diferentes sectores de las sociedades muestran modelos de educación y disciplina, así como valores y expectativas muy variados. Así podemos entender la influencia de los diferentes tipos de contexto familiar si pensamos cómo es la vida para un niño que crece en una familia pobre, perteneciente a una minoría étnica y que reside en un área urbana empobrecida y la comparamos con la vida de otro niño en una familia “blanca”, acomodada y que vive en un barrio residencial. Naturalmente pocos niños –o ninguno– asumen incondicionalmente los puntos de vista de sus padres, y eso es más cierto en las sociedades contemporáneas, donde el cambio es tan rápido y tan generalizado. También hay que señalar que existe todo un abanico de agentes socializadores en las sociedades modernas que producen múltiples divergencias entre los puntos de vista de los niños, los adolescentes y la generación de los padres. La socialización suele considerarse como un proceso mediante el cual las personas aprenden y asumen la cultura de una sociedad, de un grupo o clase social. Es la opción de la sociedad para lograr la adaptación de las personas a la sociedad o los grupos. Es el aprendizaje de roles y posiciones dados por las características de nuestra participación en el sistema social. Es el aprendizaje de la vida social en el ámbito de la estructura social. La socialización es un proceso vivido por las personas como resultado de su enculturación, aculturación y transculturación, con el que se integran en la sociedad. La socialización siempre es un proceso incompleto o no terminado para las personas, dado que dura toda la vida, y hay que considerar las diferencias personales frente a este fenómeno social. Este proceso se vive a través de los agentes socializadores como las instituciones, la familia, la escuela, los grupos en general, los grupos de edad, las organizaciones, el medio ambiente socio-cultural, la clase social, los grupos étnico-culturales, los sindicatos, los partidos políticos, los clubes deportivos, los clubes de ocio, etc., y adquieren un papel muy significativo los medios de comunicación, incluyendo Internet y las Nuevas Tecnologías. El efecto de estos agentes varía según el tipo de socialización: primaria es la que se lleva a cabo a partir del aprendizaje de las normas básicas de comportamiento y en un ámbito de relación primaria, fundamentalmente en la familia y en el ambiente más directo que vive el niño, es la primera socialización o socialización informal; la secundaria se refiere al segundo estadio, cuando una vez adquiridas las normas básicas de convivencia social las personas se abren a nuevos aprendizajes sociales y de relación humana, como por ejemplo en la escuela (o socialización institucional o formal); la terciaria es a través de intermediarios tecnológicos (o mediática). TV, vídeos y juegos de ordenador son elementos decisivos, pero debemos ser conscientes de que el tema va mucho más allá, especialmente desde el boom de las nuevas tecnologías e Internet. También los parques temáticos que aglutinan multitudes o masas y que ejercen el atractivo del gran espectáculo, más allá del hombre telespectador del que habla Jean Cazeneuve (1977), homo videns en una sociedad teledirigida y mediática, con un denominador común: tele-ver (Giovanni Sartori, 1989, p. 11) u homo digitalis en el ámbito de la modernización en la era de la sociedad digital (Pierre Lévy, 2007). Se prepara el proceso de occidentalización a la americana, donde el ocio se considera no solo el futuro, sino la fuente de bienestar espiritual y material, que se convierten por ellos mismos como agentes socializadores. Entendemos la socialización como un proceso de aprendizaje de la vida social, en el sentido de una evolución concretizada en el ámbito de la convivencia social. Un proceso mediante el cual las personas aprenden a interiorizar los elementos socioculturales y del medio ambiente, es decir, que el sujeto aprende a integrar en la estructura de su personalidad la cultura adquirida para así adaptarse a su entorno social con posibilidades de crear vivencias culturales no meramente adaptativas, aunque puedan estar condicionadas para las características concretas de su entorno sociocultural. La cultura social pierde el sentido que podría tener a partir de la tradición y la transmisión oral en un contexto de culturas poco complicadas y vivenciales y como consecuencia se producen fenómenos transculturadores, dado que la cultura no es inicialmente la primaría a partir de un contexto reducido , sino que tiene una amplitud considerable y compleja, aunque menos directa y vivencial. Podemos considerar la socialización como el proceso donde el individuo interioriza y asimila los modelos sociales que le rodean y los asume como propios. (Jordi Busquets, 2005, p. 56). Aunque, como Theodore Caplow indica, la socialización es el proceso por el que el individuo se prepara para participar en la actividad del grupo, aprendiendo las normas del grupo y los roles propiciado por éste (<biblio>); la socialización favorecería la vida de comunidad. Probablemente el problema se plantea cuando se dan influencias externas al grupo y con carácter dominante, una socialización aculturada, sea por los medios de comunicación, sea desde un contexto artificial, como por ejemplo, el marketing, la publicidad, el de las nuevas tecnologías y planteándose problemas de identidades complejas y transculturadas. El concepto de socialización de Guy Rocher indica que es un proceso donde la persona aprende e interioriza, en el decurso de su vida, los elementos socioculturales de su medio ambiente, los integra en su estructura de la personalidad, bajo la influencia de su experiencia y de los agentes sociales significativos, y los adapta al entorno social donde debe vivir (Rocher, G. 1980, p. 134). Así, la participación es puramente formal, desde la racionalidad moderna, pero con los atractivos artificialmente dirigidos a objetivos impuestos desde el poder, en este caso desde el poder económico de la cultura mediática. Es una socialización artificiosa, si no artificial bajo los intereses mercantiles y de la industria cultural descontextualizadora. La familia y escuela deben colaborar para conseguir que el peso de la socialización terciaria favorezca una socialización mercantilizada, mediática y poco comunicativa. Una de las nuevas formas de socialización surgidas de la tecnología urbana es la preparación para la cultura del ciberespacio, un nuevo medio social donde, desde la infancia a los adultos, nadie que se precie de moderno puede escapar a la utilización de las autopistas de la información. Se trata de una preparación para aceptar las prácticas sociales y culturales dominantes, en un sentido virtual. La TV y el ordenador contribuyen a la comercialización del aula, producto de la mercantilización de la vida, pero también tienen efectos de guardería, dado que distraen y entretienen a los niños y mientras están pendientes de estos artefactos no molestan. Así no se necesita estar preocupado por los peligros que ofrece la calle, en un contexto urbano, de conflictos, tráfico, etc. y los adultos pueden estar cerrados en el armazón de su casa. Así el niño o la niña quedan descontextualizados de su entorno social más próximo que no sea su casa, va a la escuela en coche, no lleva vida de barrio y su contexto es la máquina. Seguramente ésta es la forma de vertebrar la vida social, de transmitir las reglas de conducta y clasificar a las nuevas generaciones, de manera más o menos sofisticada, más o menos compleja. Estamos ante la necesidad que tiene una determinada sociedad de institucionalizar sus modelos sociales a través de la transmisión de cultura según las jerarquías sociales, los grupos y la estratificación social. (Varela J. y Álvarez, F. 1991, p. 9). Es éste uno de los canales de socialización de que dispone la sociedad actual, según su organización compleja, que desborda sus formas tradicionales en el ámbito familiar y también de la escuela, entran en el juego de los medios de comunicación social –tal vez más eficaces en el sentido del estandarización sociocultural, informal y atractiva, pero igualmente intencional–, a favor de una homogenización cultural revestida de una diversidad cultural aparente y asimétrica. La familia, la escuela, los grupos, las clases sociales, los medios de comunicación y las condiciones medioambientales condicionan nuestro proceso de socialización, siempre según la dinámica jerarquizadora de la estructura social, si bien como actores sociales podemos conformarnos o no con ella. Nos adecuamos a las exigencias y necesidades de la sociedad burguesa-tecnocrática y tecnológica del capitalismo de nuevo cuño, que algunos denominan post-moderna, surgida como fruto de la “modernización”, pero que nos hace entrar en multitud de contradicciones que nos afectan en la vida cotidiana, y que la socialización y la educación nos deberían ayudar a superar y no parece que eso vaya a suceder mediante la aceptación de la racionalidad moderna impuesta a través de la sociedad del bienestar y del consumo, ni simplemente con un Estado del bienestar que entre en crisis en manos del neoliberalismo vigente; al menos, para poder superar la dinámica de exclusión social y cultural en que nos encontramos, a pesar de los voluntarismos solidarios existentes. Está claro que socialización y control social van de la mano: la socialización estimula conductas por podernos incorporar a la sociedad. El control social es la presión que la sociedad ejerce para intentar eliminar las conductas que dificultan esta incorporación a las normas sociales. Es por esto que la socialización puede ser considerada como un instrumento de control social en el sentido de que condiciona a las personas en el contexto de la sociedad. Si desde la socialización se actuase correctamente el control social no actuaría punitivamente, sino que se adecuarían los comportamientos a las exigencias de la sociedad. Según Fernández Enguita constantemente nos replegamos a las exigencias de la estructura social. Asumimos que hay una serie de pautas de comportamiento que derivan no del hecho general de ser persona, sino del papel que juegan cotidianamente en la sociedad concreta donde vivimos (Fernández Enguita, M. 1995. pp. 19-20). Es la presión social que actúa sobre nosotros con una fuerza de cuya acción es difícil escapar. Ello no quiere decir que a veces no podamos tener una actitud contraria a los intereses de la dinámica social y juguemos un papel más combativo y vivamos sin ninguna dificultad añadida a lo que es considerado como normal, y todo a pesar de que a veces no somos conscientes de la presión que ejercitan las diversas estructuras de la sociedad sobre nuestro comportamiento o forma de actuar. La socialización puede ser de varios tipos, primaria y secundaria, funcional (informal) o metódica (formal o institucional). En ellas operan las instituciones y los agentes socializadores. En este ámbito podemos considerar a la educación como un elemento más de este proceso más general que es la socialización. La socialización y la culturización son procesos que se llevan a término de manera "simultánea" a través del ambiente sociocultural que viven los individuos, de manera formal e informal, tanto por la presión ejercida como por el ambiente institucional escolar y cultural. Educación y socialización son procesos que incidirán durante toda la vida de forma continuada, dado que la sociedad nos exige que nos adaptemos o asimilemos las normas de convivencia social y eso requiere un aprendizaje, que se lleva a cabo a través de la enculturación (aculturación y transculturación incluidas). La educación y la socialización nos definen como seres humanos en el decurso de la vida por las presiones que ejercen sobre nosotros, o completan al ser humano, como dice Antoni Tort (1997. p. 111). No son únicamente la familia y la escuela las instituciones que socializan, hay otros instancias que también lo hacen. En el proceso de integrar socialmente los niños y jóvenes, son los encargados de moldearlos para hacerles adquirir unas pautas sociales de adaptación al grupo social. Aquí entran en conflicto las generaciones adultas y las no adultas al no coincidir en sus aspiraciones. El adulto intenta que el niño/a acepte las reglas de funcionamiento social y el ejercicio de la autoridad (Tort, A. 1997). En estos contextos diversificados entran en juego los sistema mediáticos, los condicionantes de la vida cotidiana: publicidad, marketing, mecanismos de poder e ideologizadores, hábitos de vida, mentalización social ambiental, estrategias de las culturas dominantes para perpetuarse, etc. En este sentido, los indicadores de los condicionantes socializadores o de los agentes socializadores no declaradamente educadores resultan bastante más significativos de lo que en un principio podríamos creer. Los hábitos que generalmente conforman nuestra manera de vivir son fruto de un proceso de socialización que vivimos a lo largo de toda nuestra existencia. Si no asumimos o asimilamos nuestro comportamiento social adaptativamente según los ritmos y dinámicas establecidas por la estructuración social en los márgenes de su tolerancia, según los grupos y las culturas corremos el peligro de quedar excluidos o silenciados. Para no entrar en el proceso de exclusión dejamos de lado comportamientos sociales, relaciones sociales que nos afectan en la vida cotidiana y que pasan a formar parte de nuestra historia cultural o se folklorizan y se generan nuevas dependencias o necesidades según la estructura social. Este mecanismo acontece a pesar de que los actores podamos tener un margen para aceptar o no esta dinámica social y podamos dar pasos para contestarla o matizarla, y así tener una cierta libertad limitada en el ambiente social en que vivimos. Pero la cuestión resulta más compleja dado que los actores intervinientes –escuela y familia– en el marco de las relaciones institucionales están condicionados por actores externos a estas propias instituciones, además de las características de las nuevas formas de relación social, en una sociedad globalizada y acondicionadora de las relaciones comunitarias y de ciudadanía. Siguiendo a Josep Mª Rotger y Joan Subirats en cuestiones de educación y territorio, deducimos que en un mismo territorio pueden encontrarse una diversidad de modelos de escuela: escuela barrio (alumnos del barrio pero sin proyecto educativo implicado en él), escuela utilitaria (sin implicación en el territorio ni en proyecto educativo de los actores), escuela identitaria (con identidad, pero sin vinculación en el entorno territorial ni social), escuela comunidad (fuerte implantación en el territorio y activa aceptación de la diversidad social del mismo y un proyecto de centro bien definido), (Rotger , J. Mª 2003, pp. 423-424 y Subirats, J. 2002). Sería este último modelo el que cabría impulsar para facilitar la incorporación y participación de las familias y conseguir una mayor implicación de éstas en la escuela. 2. Como se percibe en la escuela la participación democrática. La familia moderna –institución social en crisis– tiende a convertirse en fuente de tensiones y conflictos que, a veces, posibilitan su destrucción como unidad de convivencia social. A menudo conflictivas relaciones paterno filiales o generacionales, extensión ruptura matrimonial. Que es uno de los mecanismos que hace posible la disolución de la familia nuclear típica y la aparición de otras formas de familia. El aumento del número de divorcios repercute tanto en el crecimiento de hogares unipersonales como en el de hogares monoparentales (habitualmente hijos más madre). La proliferación de los hogares unipersonales se debe, en muy buena medida, a las nuevas condiciones de vida de las personas mayores (Apuntes de Ciencia Política y Sociología (2011) Sociología de la Familia, http://usuarios.multimania.es/politicasnet/apuntes.htm. p. 79). La familia en muchos casos se aleja del prototipo padre+madre+hijos biológicos por los procesos de modernización vividos por una sociedad definida mayoritariamente como tradicional y conservadora con dos realidades diferenciadas, la urbana y la rural (Palmaurbana y Part Forana, el resto de la isla). Cada vez es más frecuente encontrar familias en las que ha habido una separación o divorcio, las monoparentales, las adoptivas, los niños acogidos por familiares, padres o madres homosexuales, las familias sustitutas, etc. y todavía hay una tendencia a considerar como indeseables, negativas o al menos problemáticas para el desarrollo de los hijos las composiciones familiares que más se alejan de la tradicional. Sin embargo la investigación ha acumulado incontables evidencias que muestran que en lo que el desarrollo infantil respecta, lo importante no es el tipo de familia en que se crece sino el tipo de relaciones que en la familia se dan entre los adultos y entre los adultos y los niños. Es evidente que la familia juega un papel fundamental al ser el contexto en el que las niñas y los niños establecen sus primeros vínculos afectivos, en donde aprenden las primeras cosas y en donde el mundo comienza a cobrar sentido. También es cierto, que la red social de apoyo de la cual disponía la familia (abuelos, vecinos, ...), que de alguna manera ejercía una función de coparentalidad, ha ido mermando su presencia debido a transformaciones socioculturales de diversa índole como la pérdida de la primacía del modelo familiar, la incorporación de la mujer al mundo laboral extradoméstico, el retraso en la edad de la maternidad, el cambio en las tipologías familiares o el incremento en la esperanza de vida (Aparici, 2002). Este tipo de relaciones cabe contextualizarlo en la red de relaciones que tienen sobre todo los adultos con el entorno laboral y económico. La falta paulatina de tiempo para la dedicación a la educación de los hijos obliga a proyectar en otros ámbitos –como la escuela– dichas tareas. La estructura familiar y los procesos de socialización tienen aquí su importancia en el sentido de que van a proyectar en la institución educativa necesidades que ésta se verá obligada a asumir. Como propuesta de análisis futura nos centraremos en la evolución de los modelos familiares en las Islas Baleares y su relación con el sistema laboral predominante del sector servicios, en concreto el sector turístico. Este sistema laboral, por sus características, podrá darnos un panorama sociológico de las dinámicas familiares en cuanto a su organización y por supuesto lo que ello implica en el proceso de socialización de los hijos. Estamos en una primera fase de una investigación que viene marcada por el contexto teórico y una aproximación a los modelos de participación familiar en los centros educativos. En este caso nos centramos en los centros del municipio de Inca, tercera ciudad en población en la isla de Mallorca. Tiene consideración de partida judicial y de capital de comarca (zona norte). Tiene una tradición industrial desde los años 50 con la industria del calzado básicamente. Con una población cercana a los 80.000 habitantes, está dotada de 3 centros de Infantil y Primaria públicos y 6 centros concertados. Nos referiremos a la dotación en la etapa de infantil y primaria, ya que nuestro objetivo es conocer los modelos de participación en dicha etapa. 3. Propuestas de participación en los centros de educación primaria de Inca (Mallorca) Las AMPAs han sido el cauce de participación de los padres y, muchas veces, han suplido las carencias de la Administración. Existe una percepción por parte de los profesionales de la educación de una baja implicación de la familia en los procesos de educación de los hijos y en concreto se percibe un modelo familiar con dificultades para acercarse al centro escolar. Se constata que cuando hay sintonía en los planteamientos entre los equipos directivos y las asociaciones de padres y madres la participación es positiva. Se plantea el concepto de escuela participativa en la que la opinión y la participación implican asumir responsabilidades. La propuesta de analizar en el contexto de los centros de primaria de una zona (municipio de Inca, Mallorca) los modelos y protocolos de relación con las familias que los centros educativos establecen para colaborar. Desde la acogida a la entrada, las salidas, las reuniones informativas de centro (tutorías, por ciclos), escuelas de padres, participación en proyectos comunitarios y propuestas y colaboraciones con AMPAs. Para consolidar esta primera aproximación en esta parte de investigación nos basamos en el análisis de los modelos de participación individual y modelos de participación colectiva. La participación individual tiene su propio instrumento: las tutorías. La tutoría y la orientación son parte esencial de la función docente. La función tutorial y orientadora del alumnado se desarrollará a lo largo de todas las etapas y enseñanzas. El alumnado tiene asignado un tutor o tutora que conoce su expediente académico y su situación personal en el centro escolar y se ocupa de la relación con su familia. En la actualidad la tutoría abarca un conjunto de actuaciones plenamente integradas en la función docente, actuaciones que no pueden limitarse al mero seguimiento del progreso académico del alumnado, sino que deben ser entendidas como la manera de alcanzar un mayor conocimiento de los alumnos y las alumnas y con ello mejorar su integración escolar y social y su proceso de enseñanza y aprendizaje. La participación de las familias puede hacerse también a través de sus entidades representativas, las asociaciones de madres y padres del alumnado (AMPA), lo que permite abordar de manera colectiva los problemas y organizar soluciones y actividades para conseguir unos fines comunes. El marco legal vigente hasta ahora nos proporciona una tercera posibilidad: los consejos escolares (de centro, municipales, autonómicos y estatales). En el caso de los consejos escolares de centro, la participación implica capacidad de toma de decisiones y en el resto, capacidad de opinar y asesorar a las administraciones (Montañés, Francisco; 2007). En un primer momento se pretende valorar la participación de tipo individual por parte de los padres o tutores legales de los niños escolarizados: tutorías, reuniones periódicas con las familias y otras formas, así como la valoración de los profesionales de la educación de la participación de las familias en estos aspectos. Así pues estamos ante una propuesta de análisis de participación de las familias des de la óptica de los profesionales, los maestros, de una parte; y de otro lado se analizará la percepción que tienen las familias de las experiencias de participación tanto en lo que refiere a su relación como padres o tutores como en el ámbito mas dinámico y grupal. En este sentido se pretende analizar desde el grado de organización de los centros en los procesos de comunicación, información y participación (organización de curso, comunicados, reuniones informativas por curso o ciclos, actos oficiales, fiestas participación en eventos municipales o supra-municipales de tipo cultural o deportivo) hacia los padres hasta la evaluación tanto cuantitativa como cualitativa de los mismos. El Municipio de Inca tiene una población de 29.996 habitantes (padrón 2011) y resulta significativo que cuenta con 5035 habitantes extranjeros: 1632 son de la UE, 2094 de África (1539 de Marruecos) y 1.168 de América Latina. A grandes rasgos se trata de un municipio donde el sector industrial, sobre todo vinculado a productos de la piel y zapatos tiene mucha importancia. Le sigue el sector alimentario y de servicios sin menospreciar una parte importante del sector agrario. Buena parte de la migración extraeuropea ha ido sentándose en la ciudad y han ido consolidándose los procesos de reagrupamiento familiar y de crecimiento de la población. La ciudad de Inca es capital de comarca i ofrece varios servicios a los municipios de alrededor. Es partido Judicial y dispone de hospital comarcal. En cuanto a los servicios educativos cuenta con 3 Escuelas publicas de Infantil y Primaria de doble línea y dos Institutos de secundaria con diversos Bachilleres y Ciclos formativos de grado medio y superior; a su vez cuenta con 6 Centros educativos concertados de Infantil y Primaria, la mayoría de ellos cuentan con Secundaria y Bachiller. A falta de comprobar los datos en la segunda fase de la investigación, la población escolar de origen inmigrante se reparte por todos los centros de la ciudad si bien hay una densidad mayor en los centros públicos. Con el objetivo de considerar una primera aproximación a estos modelos de relación familia-escuela en los centros públicos y concertados del municipio de Inca hemos analizado dos entrevistas a dos profesionales itinerantes de Orientación Escolar. Se trata de dos profesionales del Equipo de Orientación Psicopedagógica Educativa del sector de Inca los cuales atienden semanal o quincenalmente los centros de primaria (públicos y concertados). En concreto, se trata del perfil profesional de Trabajador Social o Profesor Técnico en Servicios a la Comunidad, quien tiene entre otras funciones la de colaborar con el centro educativo para las relaciones con las familias y los recursos socioeducativos de la zona. Esto implica que se coordinan con diversos profesionales de los sectores sociales y sanitario como educadores sociales, mediadores culturales, pediatras, etc.. Se propuso en la entrevista que nos hablasen de cómo perciben esta participación de la familia en los centros donde ejercen sus funciones, haciendo especial hincapié en la relación tutor-familia. Uno de los aspectos que propusimos era la de valorar su percepción de participación de las familias Podemos extraer cuatro conclusiones a grandes rasgos, las cuales serán el punto de partida para la investigación posterior que nos servirá para ahondar en el conocimiento más pormenorizado de los nueve centros de Infantil y Primaria: A) Se percibe una mayor participación de las madres en detrimento de los padres. Son las madres que asisten a las tutorías, recogida de notas, gestiones de compras de libros o material y comedor, etc… Si bien se percibe una participación de los dos o mas miembros de la familia cuando se realizan eventos culturales, deportivos o festivos. B) Hay una mayor participación e implicación por parte de las familias con hijos que presentan Necesidades Educativas Especiales. C) No aprecian diferencias en la participación por el origen de la familia; sea inmigrante o no. Se aprecia una mayoría de inmigración de origen marroquí y también son las madres las que asisten al centro para los acompañamientos, tutorías y demás. D) Aprecian que los tutores manifiestan diversidad de situaciones familiares con las cuales resulta laborioso llegar a acuerdos de colaboración en pro del rendimiento escolar. Entienden que por diversas razones los padres dedican poco tiempo a estar con los hijos por lo que refiere cuestiones educativas en general y escolares en particular. 4. Conclusión y propuesta La percepción desde la escuela de la implicación y participación de las familias en la Educación primaria (Inca–Mallorca) será analizada a partir de los cuatro ítems señalados en una segunda fase de la investigación. La propuesta pretende clasificar los centros por su adscripción pública o concertada. Llevar a cabo el análisis de participación de los progenitores por género, el origen de las familias y las situaciones familiares desde la óptica de los tutores serán los objetivos de la investigación. BIBLIOGRAFIA Apuntes de Ciencia Política y Sociología (2011). “Sociología de la Familia”. http://usuarios.multimania.es/politicasnet/apuntes.htm. Mayo. Aparici, E. et al. (2002). La realitat famíliar a les Illes Balears. Estudis en torn als canvis organitzatius i estructurals de la família. Lleonard Muntaner, Palma. Beck, U. y Beck Gernsheim, E. (2003). La individualización: El individuoalismo institucionalizado y sus consecuencias. Edit. Paidós, Barcelona. Beck, U. y Beck Gernsheim, E. (1989). El normal caos del amor. Edit. El Roure, Barcelona. Benso Calvo,Carmen; Pereira Domínguez, Carmen (coords.). (2007). Familia y escuela: el reto de educar en el siglo XXI Concello de Ourense, Concellería de Educación, D.L. Berga Timoneda, A y Bosch, J. (2012). “Família i Escola”. 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