Frutos de la Redención

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FRUTOS DE LA REDENCIÓN
La voluntad salvífica universal de Dios se centra en Cristo. Quiere que todos los hombres se
salven participando de la redención de su Hijo hecho hombre: “por todos ha muerto Cristo” (2
Cor 5, 15). Se llama “redención objetiva” a la obra del Redentor, tanto en su vida terrena
como desde el cielo en su vida gloriosa, con la cooperación del Espíritu Santo. Esta obra es
causa de la salvación. Se llama “redención subjetiva” a la participación de los frutos de la obra
de Cristo en cada uno de los hombres. Por la acción del Espíritu Santo, Cristo ofrece a cada
hombre la salvación, pero el hombre puede rechazar la gracia que se le ofrece.
La omnipotencia divina alcanza a todos los hombres y hace que las acciones y méritos de Cristo
se puedan aplicar y puedan tener eficacia salvífica en cada uno. Aunque ese poder es común a
las tres Personas divinas, se suele apropiar al Espíritu Santo. La Iglesia, cuya Cabeza es Cristo,
tiene una relación indispensable con la salvación de cada hombre. Es “sacramento universal
de salvación” (Lumen gentium 48). Toda la gracia proviene de Cristo, es comunicada por el
Espíritu Santo, y está misteriosamente relacionada con la Iglesia. “La Iglesia peregrina es
necesaria para la salvación, pues Cristo es el único Mediador y camino de salvación y se hace
presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia” (Idem 14).
El hombre tiene que incorporarse libremente a Cristo y así puede recibir los frutos de su obra
redentora. El hombre se une a Cristo por la fe viva y los sacramentos de la Iglesia. Fe viva:
nadie puede salvarse sin la fe, que es el fundamento y el origen de toda justificación. La fe viva
obra por la caridad, está acompañada por el arrepentimiento y por obras. Sacramentos: nos
hacen participar de los frutos de la Redención. Entre ellos destacan el bautismo (sin él no hay
unión con nuestro Salvador ni vida sobrenatural y es necesario para la salvación) y la Eucaristía
(hace a los fieles que le reciben una cosa con Él, y les comunica la vida eterna).
Ciertamente Dios concede a todos los hombres la gracia que salva (dada por medio de Cristo en
el Espíritu, y que tiene relación con la Iglesia). Pero desconocemos el modo como la gracia llega
a los no cristianos. Es claro que cada uno de ellos tendrá que acoger libremente ese don divino
para salvarse. Los Efectos de la obra redentora de Cristo en los hombres son: 1) nos libera del
pecado, tanto en cuanto a la culpa como en cuanto a la pena, en lo que se refiere tanto al alma
como al cuerpo: de la ignorancia y de la tristeza, del desorden de las pasiones, del dolor y de la
muerte (purificación y camino para la gloria); 2) nos hace partícipes de la vida divina y nos ha
conseguido la vida eterna.
Otros efectos de la obra de Cristo: 1) reconciliación, comunión y amistad con Dios; 2)
renovación interior del hombre nuevo por la participación de la vida divina; 3) liberación de la
muerte y resurrección de los cuerpos.
En la reparación de la vida del alma, dos aspectos: liberación del pecado por la Pasión, nueva
vida del alma por la Resurrección de Cristo. En la reparación de la vida corporal también:
destrucción de la muerte por la Muerte de Cristo, nueva vida de nuestro cuerpo o resurrección
por la Resurrección de Cristo. La salvación es una realidad principalmente escatológica: se dará
completa cuando Cristo reaparezca con gloria al fin del mundo y todos sus enemigos sean
puestos bajo sus pies. Ahora ya alcanzamos la salvación (el mundo ya está salvado), aunque
todavía no es completa. Ahora ya poseemos realmente la semilla de vida eterna y por eso
tenemos la certeza de recibir sus frutos en plenitud.
María no sólo ha recibido la más perfecta participación de los frutos de la salvación (sin pecado, llena de gracia, en cuerpo y alma en el Cielo), sino que también ha sido asociada de un modo
singular y eminente a la persona de Cristo y a su obra redentora. Es nuestra Madre en el orden
de la gracia.
Es Mediadora en la obra salvífica de Cristo, unida a su Hijo. Y “la Iglesia no duda en atribuir a
María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de
los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al
Mediador y Salvador” (Lumen gentium 62). Se va y se vuelve a Jesús por María.
¿La Obra de la redención Dios la quería solamente para su pueblo escogido, los judíos?
Dios quiere que todos los hombres se salven participando de la redención de su Hijo hecho
hombre: “por todos ha muerto Cristo” (2 Cor 5, 15)
¿Qué es la Redención Objetiva?
A la obra del Redentor, tanto en su vida terrena como desde el cielo en su vida gloriosa, con la
cooperación del Espíritu Santo. Esta obra es causa de la salvación
¿Qué es la Redención Subjetiva?
A la participación de los frutos de la obra de Cristo en cada uno de los hombres. Por la acción
del Espíritu Santo, Cristo ofrece a cada hombre la salvación, pero el hombre puede rechazar la
gracia que se le ofrece.
¿Cómo se une el hombre a Cristo?
El hombre se une a Cristo por la fe viva y los sacramentos de la Iglesia.
¿Solo los cristianos reciben la gracia de los frutos de la redención?
No, desconocemos el modo como la gracia llega a los no cristianos. Es claro que cada uno de
ellos tendrá que acoger libremente ese don divino para salvarse.
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