Wurtz (GUE/NGL). – Señor Presidente, señor Presidente del Consejo, señor Comisario, estuve ayer con otros 18 parlamentarios europeos de seis grupos diferentes de nuestro Parlamento en el campo de refugiados de Yenín. Cuando esta noche, durante nuestra salida de Jerusalén, nos enteramos de que Ariel Sharon se oponía a la venida de una comisión para el restablecimiento de los propósitos que se trataron en el campo de Yenín, hasta que esta comisión, que está dirigida por la ONU sería compuesta de personas tal y como el ex presidente de la Comisión Internacional de la Cruz Roja, o el ex Alto Comisario para los refugiados, cada una y cada uno de nosotros entendimos inmediatamente la razón por la cual el Primer Ministro israelí lanzó un desafío a la comunidad internacional. De hecho, en Yenín, que es como un tercio de ésta, que aún conté el mes pasado 15 mil habitantes, está en ruinas. Las familias se reagrupan en las partes de los edificios eventrados que aún se mantienen, a riesgo de ver lo que queda de sus casas derrumbarse. En un barrio del campo, una plaza inmensa se extiende frente a nosotros, en el mismo lugar en el que hace un mes se alzaban decenas de edificios de tres o cuatro plantas, edificios en los cuales no quedan más que trozos de estructuras metálicas al suelo, este suelo que pisamos sin saber verdaderamente cuántos cuerpos se quedan sepultados de bajo de las ruinas. En totalidad, 47 cuerpos han podido ser extraídos de las ruinas en este momento. Cuando verdaderas busquedades podrán ser comprometidas, se corre el riesgo de que, aumentar de manera fuerte. Con los relatos de los habitantes, elementos de pruebas suplememtarias, hemos dejado helados. Numerosos soldados, estos soldados que sitiaron el campo el 2 de abril no percibieron ninguna piedad con la población civil, ya se trata de niños, ancianos, minúsvalidos y heridos. De esta actitud inaceptable, íbamos a tener ejemplos asombrosos durante nuestro encuentro con el equipo médico que contó con detalle estos días negros. Se nos dijo que el 4 de abril a las 15.00, el ejército rodeó el hospital con 22 carros de combate. Se nos prohibió movernos, se dice. Si una ambulancia se mueve, abrimos el fuego, amenazó el general israelí, también médico. Efectivamente dispararon a la Cruz Roja, tratando de penetrar en el campo. “No hemos tenido la autorización para salvar a los heridos supervivientes”, nos dijo un médico. A un médico que preguntó por su madre, se lo contestó que estaba herida y que no la podía ver. Se la encontrará más tarde acribillada a balazos. El mismo día, carros de combates atacaron el hospital y destruyeron la estación de oxígeno. Para parar la hemorragia de un herido cuyo tórax era atravesado por una bala, sólo tuvimos un alambre, dijo un médico. Imploramos a los soldados curarlo. Va a perder el brazo, gritó el médico. Y el soldado contestó “¿ y por qué no la vida?”. Trasladaron el herido así que dos más, después de seis horas de espera a pleno sol. No se sabe lo que ocurrió con él. Un jóven llegó al hospital para tomar medicinas para su madre. A la llegada del hospital, uncarro le disparó y le hirió. Una enfermera trató de tirarlo en el interior pero le dijeron“Si lo toca, está muerta”. Después un soldado mató al herido antes de llamar a la enfermera para que recogiera el cuerpo. Tales injusticias se llegó a su nombre: tienen todas, el aspecto de un crimen de guerra. Esto no tiene nada que ver con la defensa legítima de la seguridad de Israelí. No hace falta ir muy lejos para saber la razón por la cual Ariel Sharon trata hoy en día de detener absolutamente la búsquedad de la verdad por una comisión bajo masndato de la ONU. Como lo declaró un oficial israelí a la portada de Jerusalem Post esta mañana, lo cito: “somos un país soberano, hemos aceptado este tipo de imposición. Es mejor para nosotros aguantar algunos días de mala publicidad que vivir con las consecuencias de un informe tergiversado”. La conclusión que tendríamos que extraer, desde mi punto de vista, es que en primer lugar la comunidad internacional recuerda a estas personas la diferencia entre un país soberano y un territorio ocupado; luego, que le hace claramente comprender que la época de la impunidad se ha acabado. Ya no será simplemente algunos días de pasar. Tarde o temprano, Sharon tendrá que rendir cuentas. Sí, ya es hora de reaccionar con más firmeza. Reaccionar porque no hacerlo corre peligro de hacernos cómplices de lo inaceptable. Reaccionar, sobre todo porque Yenín no es un caso aislado. Hay que saber la verdad de todas las ciudades que fueron ocupadas de nuevo, y en particular Nablús donde no se puede excluir otras atrocidades. Reaccionar, porque la impunidad fomenta la arrogancia. Muchos de nuestros interlocutores – palestinos, pero también israelíes-, y entre ellos una vice-presidente de la Knesset, la señora Chazan, nos dijeron que hay que temer un posible asalto contra el cuartel general de Arafat. Por otro lado, ¿qué consecuencias tendrá la detención del dirigente palestino y diputado Barghouti? Además en Belén no se ha resuelto, incluso aunque se esté discutiendo. Luego, Ariel Sharon anunició el desarrollo de operaciones militares en Gaza. Declaró también que no ha contemplado la posibilidad de una evacucación de la más pequeña colonia. Sí, reaccionar sin esperar un arranque, desgraciadamente poco probable de los Estados Unidos cuyo presidente insulta a los Palestinos y se ridiculiza a él mismo al presentar Sharon como un hombre de paz. Reaccionar, asumir sus responsabilidades, eso significa, desde mi punto de vista, para nosotros parlamentarios, además de la ayuda de urgencia si es necesaria, comprometerse lo más posible en favor del envío de esta fuerza de interposición, no para hacer la guerra sino para contribuir a la paz. Eso quiere decir también ejercer la máxima presión en el espíritu de la resolución que adoptamos hace dos semanas sobre los que impidan en el Consejo la revisión necesaria de las relaciones entre la Unión Europea y Israelí. Reaccionar, asumir sus responsabilidades, eso quiere decir por fin, señor Presidente, como Parlamento Europeo, que depende directamente de nosotros. Con respecto a esto, quiero hacerme eco de una llamada que nos lanza el presidente Abú Alá del Consejo legislativo palestino. “Es en los momentos críticos que se reconocen a sus amigos”, nos dijo, y “acogeré con alegría una delegación oficial de su Parlamento así que a su presidente”. Es, en mi sentido, ahora o nunca para responder a su invitación y, también, de devolver a Avraham Burg, presidente de la Knesset, la visita que nos acaba de hacer. Demostraremos así claramente que no criticamos a Israelí. Condenamos a Sharon. Lo que queremos, es una paz durable en la justicia y la dignidad, puesto que por primera vez desde 1948 tal perspectiva está oferta por parte de todos los países árabes. Es una ocasión histórica que debemos aprovechar. Sería todo el honor de Europa si no despreciáramos ningún esfuerzo para que esta esperanza pueda aún salvarse.