IV Domingo de Pascua • AÑO / B • Jn 10, 11-18 ● Primera lectura ● Hch 4, 8-12 ● “Ningún otro puede salvar”. ● Segunda lectura ● 1 Jn 3, 1-2 ● “Veremos a Dios tal cual es”. ● Salmo responsorial ● Sal 117 ● “La piedra que desecharon los ar- ● Evangelio ● Jn 10, 11-18 ● “El buen pastor da la vida por las ovejas”. quitectos es ahora la piedra angular”. Jn 10,11-18 11 «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. 12 Pero el asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, en viendo venir al lobo deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa, 13 porque es un asalariado y no le importan las ovejas. 14 Yo soy el buen pastor, y conozco mis ovejas y ellas me conocen a mí, 15 igual que mi Padre me conoce a mí, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. 16 Tengo otras ovejas que no son de este redil. También a ellas tengo que apacentarlas. Ellas escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor. 17 El Padre me ama, porque yo doy mi vida para recobrarla de nuevo. 18 Nadie me la quita, sino que la doy yo por mí mismo. Tengo el poder de darla y el poder de recobrarla. Tal es el mandato que he recibido de mi Padre». Notas para situar el Evangelio • En contraposición con los sinópticos el cuarto evangelio no tiene parábolas. Pero sí posee dos preciosas alegorías de raigambre bíblica. Una es la de la vid y los sarmientos del c.15, que escucharemos el próximo domingo y otra la que nos presenta la liturgia hoy, la tan socorrida del Buen Pastor. Para entender plenamente esta alegoría resulta imprescindible, de entrada, poner este texto en relación con Ez 34, en el que Yahvé mismo se acredita ante su pueblo como un pastor preocupado sobremanera por el rumbo de los suyos. Se trata de un capítulo importante en la recuperación de la esperanza en un tiempo de desconcierto y desaliento; un texto, además, que invito a leer con detenimiento. En él aparecen tres cosas fundamentales: 1) una critica muy dura contra los dirigentes-pastores de Israel (1-10); 2) un canto bellísimo al pastoreo de Dios (11-12); 3) la promesa de la venida de un buen Pastor (23-31) ● El evangelista Juan pone muchas veces en boca de Jesús el “yo soy”: “yo soy el pan de vida” (Jn 6,35), “yo soy la luz del mundo” (Jn 8,12), “yo soy la puerta” (Jn 10,7), “yo soy el pastor” (Jn 10,11), “yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11,25), “yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), “yo soy la cepa” (Jn 15,1)... Esta expresión evoca la experiencia del Éxodo (Ex 3,1-22): Dios se da a conocer a su pueblo con la acción liberadora, generando el paso de la esclavitud a la libertad; el nombre, yo soy el que soy (Ex 3,14) quiere expresar esta identidad del Dios que actúa liberando. ● El evangelista, por lo tanto, identifica a Je- sús con el Dios de la liberación. Así, pues, la imagen del “pastor” (11.14) que encontramos en este pasaje precedida del “yo soy”, se ha de entender, en primer lugar, desde esta llave: un “pastor” que libera. ● La imagen del “pastor” ya había sido utili- zada muchas veces en la Biblia (Is 40,11; Ez 34,15; 37,24; Sl 23,1; Sir 18,13; He 13,20; Ap 7,17; Mc 10,45). El “pastor” es quien cuida de las ovejas y las conduce a pastos donde puedan comer y tengan vida. Notas para fijarnos en Jesús y en el Evangelio 9 En este pasaje a “pastor“ se le añade el calificativo de “bueno” (11.14). Esta ex- presión no nos debe hacer pensar en lo que sugieren determinadas esculturas o pinturas –incluso cierta literatura piadosa–, de un Jesús blando y pasivo, que se resigna y hace que nos resignamos ante la “maldad” de los demás. No tiene nada que ver. Jesús es “el pastor bueno”, es decir, el de verdad, el auténtico. Se expresa, por tanto, la calidad de este pastor, igual que se decía que era “el bueno” el vino (Jn 2,10), o que se dirá de las obras (Jn 10,32), o que la parábola de los sinópticos lo dice de la tierra (Mt 13,8). Más que el buen pastor, Jesús es el pastor bueno. 9 Cómo habían hecho los profetas (Jr 23,3ss; Ez 34,10ss), esta calidad de Jesús como pastor bueno es puesta en contraste con el que no es bueno: “quien va por el jornal – el asalariado” (12), el mercenario. Con este contraste se da relieve a lo que se está diciendo sobre Jesús y su misión: viene “a dar la vida” (11) sin pedir nada a cambio, de forma totalmente gratuita. Es lo que celebramos en la Pascua. Que “da la vida” (11.15.17.18) quiere decir que se expone, que se arriesga por defender sus ovejas (12-13). Es decir, Jesús se compromete con nosotros, se acerca a quienes están al margen, a los enfermos, a los pobres. come con los pecadores y los incorpora a su grupo. Se compromete. 9 9 Jesús “da la vida” en la medida que él es “la vida” (Jn 14,6; 1,4; 11,25). La fe en él –que hemos renovado en la Pascua– nos conduce a participar de esa vida (Jn 20,31; 3,15). La consecuencia: los creyentes en él daremos la vida por los otros (Jn 15,13; 1Jn 3,16). 9 “Conocer” (15.16) es una palabra que en la Biblia, y en Jn especialmente, está estrechamente relacionada con “amar-estimar”. Así, Jesús está hablando del amor entre él y nosotros (14), un amor que viene del amor entre el Padre y el Hijo (15). La unión entre todos los hijos de Dios dispersos (*Jn 11,52), toda la humanidad, que incluye “otras ovejas” (16), no sólo los judíos, será una realidad gracias a Jesús y a su muerte generosa. 9 9 “Dar la vida y recobrarla” (17-18): es la Pascua, la muerte y resurrección de Jesús. “El Evangelio en medio de la vida” (Domingos y fiestas del ciclo-B) José María Romaguera Colección Emaús Centro de Pastoral Litúgica • Ruego para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Jesucristo y, así, poder seguirlo mejor . • Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado. • Leo el texto. Después contemplo y subrayo. • Ahora apunto aquello que descubro de JE- SÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...veo. • La fe que hemos renovamos en la vigilia pascual, ¿me ha llevado a renovar, efectivamente, los compromisos que de la misma se derivan: dar la vida por los demás, conocer–amar a Dios y los otros, trabajar por “la reunión de los hijos de Dios dispersos”...? • Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vi- vidos, las PERSONAS de mi entorno... desde el Evangelio ¿veo? • Desde el equipo-grupo ¿qué experiencia tengo de que Jesús es el “Pastor” a quien sigo? ¿Por qué es “bueno” para mí? ¿Quien he visto que da la vida por los demás, a la manera de Jesús? • Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y compro- miso. • Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes prados me apacienta, me conduce hacia fuentes de descanso y repara mis fuerzas. Conoce mis proyectos e ilusiones, me guía por caminos de justicia, me enseña los tesoros de la vida y silba canciones de alegría, por el amor de su nombre. Aunque pase por cañadas oscuras no tengo miedo a nada, pues Él está junto a mí protegiéndome de trampas y enemigos. Su vara y su cayado me dan seguridad. Aunque mis trabajos sean duros y urgentes no me agobio ni pierdo la paz, pues su compañía procura serenidad a mi obrar, plenifica mis anhelos y mi ser, y hace inútil todo febril activismo. Cada día, con gracia renovada, pronuncia mi nombre con ternura y me llama junto a Él. Cada mañana me unge con perfume; y me permite brindar, cada anochecer, con la copa rebosante de paz. Él busca a las que están perdidas, sana a las enfermas, enseña a las erradas, carga con las cansadas, alimenta a las hambrientas, mira a las preñadas y da vida a todas. ¡porque tú vas conmigo! Has preparado un banquete de amor fraterno para celebrar mi caminar por el mundo. En él me revelas quienes son tus preferidos y cuáles han de ser mis sendas del futuro. ¡Gracias al Señor que me crea, sostiene y guía con su presencia cargada de vida! (F.Uribarri; Al viento del Espíritu p. 478 ) re” b m o N l e d a “La fuerz VER E scuchar el nombre de una persona conocida provoca en nosotros una reacción, para bien o para mal. El nombre es la palabra que designa o identifica seres animados o inanimados. Puesto que el nombre lo identifica, si se trata de alguien querido, al escuchar su nombre notamos alegría, placer, satisfacción… pero si se trata de alguien que no nos cae bien, al escuchar su nombre sentimos enojo, angustia, enfado… Aunque la persona no esté físicamente ante nosotros, su nombre tiene “fuerza” para nosotros. JUZGAR En este cuarto Domingo de Pascua la Palabra de Dios nos muestra que el solo nombre de Cristo resucitado tiene fuerza. En la 1ª lectura hemos escuchado que Pedro, tras curar a un paralítico diciéndole: en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar (Hch 3, 6), dice ante el Sanedrín: quede bien claro, a vosotros y a todo Israel, que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Como indica el vocabulario bíblico de la Biblia editada por La Casa de la Biblia, para el pueblo hebreo nombre y persona vienen a ser lo mismo (…) Por eso, pronunciar, invocar, conocer, alabar, bendecir el nombre de Dios equivale a relacionarse de forma variada pero íntima con la persona misma de Dios. De ahí, aunque físicamente Jesucristo no esté presente, su fuerza salvadora llega a quienes escuchan su Nombre, ya que hacer milagros, orar, expulsar demonios, bautizar, hospedar a alguien, hablar (o profetizar) en el nombre de Jesús, significa actuar en plena comunión con Jesús, con el mismo poder y la misma autoridad de Jesús. Y uno de los nombres que Jesús se da a sí mismo, y que desde el principio ha tenido mucha “fuerza” en toda la Iglesia, es el de Buen Pastor, como hemos escuchado en el Evangelio: Yo soy el Buen Pastor… da la vida por las ovejas… conozco a las mías… yo doy mi vida por las ovejas. El nombre de Jesús Buen Pastor ya despertó y despierta en nosotros sentimientos de gratitud, de confianza… El nombre de Jesús Buen Pastor nos revela también algo del Misterio de Dios, por su profunda unión con el Padre: igual que el Padre me conoce y yo conozco al Padre… Por eso me ama el Padre… Este mandato he recibido del Padre. El nombre de Jesús Buen Pastor nos hace recordar que no estamos a merced de un asalariado, que Él nos ama de verdad, que no sólo habló, sino que realmente dio su vida por nosotros. Y el nombre de Jesús Buen Pastor manifiesta su fuerza más allá de lo que nosotros esperamos: yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para quitarla y tengo poder para recuperarla. El nombre de Jesús resucitado produce en nosotros unos efectos; pero hay otro efecto que produce en nosotros, del que quizá no somos lo suficientemente conscientes, y que hemos escuchado en la 2ª lectura: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Nuestro nombre, gracias a Jesús resucitado, es “hijos de Dios”, y como indica el vocabulario bíblico preguntarle a uno por su nombre es preguntarle por su naturaleza, por lo más profundo de su ser. Gracias a la fuerza del nombre de Jesús resucitado, nuestro propio “nombre”, nuestra naturaleza, todo nuestro ser, ha cambiado a su imagen: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos, que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él. ACTUAR nombres de personas despiertan en mí ¿Q ué reacciones positivas? ¿Por qué? ¿El nombre de Jesús resucitado provoca en mí una reacción similar? ¿Qué me sugiere el nombre de Jesús Buen Pastor? ¿Estoy dispuesto a que mi nombre sea “hijo de Dios” con todo lo que eso significa? Recordemos las palabras del apóstol san Juan: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! Dios en Jesús resucitado no sólo nos revela su Nombre, su Ser, sino que nos da a nosotros un nuevo nombre: “hijos de Dios”, un nuevo ser. El Nombre de Jesús y nuestro nuevo nombre tienen fuerza en sí mismos; acojámoslos y “utilicémoslos” para afrontar nuestra vida, lo bueno y lo malo, con la esperanza de que un día lo veremos tal cual es.