El Pueblo de Dios es como los cinco dedos de la mano, como los granos de uva de un racimo, como el trigo que forma el pan. II Domingo de Pascua Hemos visto al Señor La Iglesia no son sólo estas cuatro paredes. La Iglesia somos una familia, un Pueblo que escucha tu Palabra, que se reúne todos los domingos a celebrar a Jesús resucitado. Estar en Iglesia, es estar en grupo, es estar juntos, estar en común, estar en comunidad, estar con Jesús. Es una fiesta alegre, es una gracia. Una gracia de Dios. Te damos también las gracias, Padre nuestro. acción católica general SECTOR DE NIÑOS www.accioncatolicageneral.es 1 Mayo EL PUEBLO DE DIOS A los ocho días, llegó Jesús A l anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor». Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros». Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente». Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!». Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto». Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, cre, 19-31 Juan 20 yendo, tengáis vida en su nombre. T omás no se creía que estaba con Jesús... y eso que lo tenía delante de sus ojos. Y solo lo creyó después de meter sus dedos en las llagas de las manos y del costado de Jesús. Así era de incrédulo... como esas personas que no se creen lo que les cuentan hasta que lo dicen en las noticias de la tele. Antes se decía que la fe es “creer lo que no vemos”. Y así puede ser... porque nosotros no podemos ver a Jesús Resucitado en persona, como lo vio Tomás. Pero si nos fijamos un poco... podemos verle a nuestro alrededor. Y podemos “meter las manos en sus llagas”. A Jesús le hicieron las llagas con los clavos que le pusieron en la cruz y con la lanza que atravesó su costado. Son heridas de sufrimiento. Hoy las “heridas de Jesús” están en muchos de nuestros hermanos: en el niño que sufre, en los padres que no tienen trabajo, en la gente que pasan hambre o sufre dolor, en los que sufren por las catástrofes o por las guerras... Tenemos que “sacar” las manos de nuestros bolsillos... para “meterlas” en esas heridas. Para ayudar al que lo necesita, para estar cerca del que está solo... Tenemos que ser Testigos de la Resurrección de Jesús. Para ser “Testigos de la Resurrección” hay que servir a los demás, compartir, unir, vivir para los demás, trabajar por la paz, dar esperanza, fiarse de Dios... ¿Estás dispuesto? z Seguro que en tu Parroquia hay gente que dedica un poco de su tiempo a ayudar a los que peor están. ¿Los conoces? ¿Qué podrías hacer tú para ayudarles? z Al “sacar” las manos de tus bolsillos para poder “meterlas” en las heridas que ves a tu alrededor... es posible que salgan con alguna moneda. ¿A qué estás dispuesto a renunciar para ahorrar algo de dinero... y darlo a quién lo necesita? z