Bautismo del Señor z AÑO A z Mt 3, 13-17 z Primera lectura z Is 42, 1-4. 6-7 z “Mirad a mi siervo, a quien prefiero”. z Segunda lectura z Hch 10, 34-38 z “Dios ungió a Jesús con la fuerza del Espíritu Santo”. z Salmo paz”. z Evangelio z Mt 3, 13-17 z “Apenas se bautizó Jesús, vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre él”. z 28 z “El Señor bendice a su pueblo con la E ntonces Jesús fue de Galilea al Jordán para que Juan lo bautizara. Pero Juan quería impedirlo, diciendo: «Soy yo el que necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?». Jesús le respondió: «¡Déjame ahora, pues conviene que se cumpla así toda justicia!». Entonces Juan accedió a ello. Una vez bautizado, Jesús salió del agua; y en esto los cielos se abrieron y vio al Espíritu de Dios descender en forma de paloma y posarse sobre él. Y se oyó una voz del cielo: «Éste es mi hijo amado, mi predilecto». Para situar este evangelio La fiesta del Bautismo del Señor hace de puente entre el tiempo de Navidad (termina hoy) y el llamado “tiempo ordinario” (para distinguirlo de los tiempos fuertes) que empezaremos el próximo domingo. Es como una prolongación de la última fiesta de la Epifanía, en el sentido de que el Bautismo es también una manifestación que aclara la verdadera identidad de Jesús; por otra parte, nos abre a la vida pública de Jesús, que iremos repasando y evocando cada “domingo ordinario”. El próximo domingo, que ya no es tiempo de Navidad, todavía mantiene este carácter: veremos como Jesús es presentado al mundo por Juan Bautista. Lo que se pretende con estas tres fiestas, pues, es que nos pongamos ante Jesús, que lo conozcamos, lo acojamos como al que viene a liberarnos, nos dispongamos a seguirlo en la vida cotidiana y a dar testimonio de él ante el mundo. Mateo, como el resto de evangelistas, deja claro desde el principio, quien es Jesús: Jesús no es un discípulo de Juan Bautista, sino que es “el Hijo” de Dios, “el predilecto, el amado”. Para fijarnos en el Evangelio El texto tiene tres partes: z Presentación de protagonistas y lugar: son Jesús, vinculado a Galilea, y Juan, vinculado al Jordán. Tras treinta años de silencio en Nazaret (Galilea) llega la fuerza convocadora de Juan que llama a los judíos a la conversión, como preparación del pueblo ante la próxima venida del Mesías. Recordar que es la primera aparición en público de Jesús y el inicio de su misión como Masías. Un dejar la silenciosa vida de Nazaret y comenzar una nueva etapa misionera-publica. z Diálogo entre Juan y Jesús: Juan reconoce en Jesús al Mesías y se opone a su propósito, pues el gesto de Jesús no cuadra con la descripción del Mesías que ha hecho antes: un símbolo de muerte (bautismo), en lugar de una actividad de juez. El bautismo de Jesús simboliza su compromiso de dar la vida, y así se realizará el proyecto salvador de Dios, que Juan debe aceptar. z La manifestación de Dios (en Jesús y su espíritu). Así, al compromiso de Jesús (su bautismo), le sigue como una respuesta divina: el cielo abierto asegura una comunicación de Dios con Jesús expresada por el Espíritu de Dios que se le comunica plenamente (la encarnación del Hijo de Dios, desde ahora es Dios-con-nosotros, (Mt 1, 23). Ya no tenemos que pensar más que hay una puerta cerrada que nos separa, ni que tenemos que hacer méritos porque se nos abre y siempre nos podemos comunicar (Dios entra en la historia humana). “Espíritu de Dios descender en forma de paloma” hace referencia-alusión al Génesis (Gn 1, 2), que en Jesús culmina la creación: plenitud humana (el Hijo del Hombre) y divina (el Hijo de Dios); y también a esa profecía del Mesías el ungido por el Espíritu de Isaías (Is 11, 1-5: el rey mesiánico; Is 42, 1-7: el servidor, luz y esperanza de las naciones; y Is 61 ,1-4: liberación del pueblo). Y si se apura, a la paloma que tras el diluvio lleva una rama olivo (Gn 8,11ss) indicándonos que a la humanidad se nos da otra oportunidad. La “voz del cielo” revela la identidad de Jesús y su relación íntima con Dios: “Este es mi Hijo” (Sal 2,7: el rey Masías), el “amado” (Gn 22,2: el hijo amado de Abrahán, Isaac... su sacrificio), en “él he puesto mi favor” (alusión a Is 42,1, el servidor de Yahvé). Mateo y su interés en decir que Jesús es el “Hijo de Dios”, que lo va a remarcar continuamente en su evangelio. En el bautismo de Jesús se representa la investidura de Jesús como el Mesías, capacitado por el Espíritu para su misión universal y liberadora. En el Bautismo también aparece esa relación entre el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Y recordemos que al final del evangelio Jesús envía los apóstoles a bautizar en el nombre del Padre y del Hijo y de lo Espíritu Santo (Mt 28,19). Este es el bautismo que nosotros, como Juan, “necesitamos”. z Ruego por pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y estimar a Je- sucristo y, así, poder seguirlo mejor. z Apunto algunos hechos vividos esta semana que ha acabado. z Leo el texto. Después contemplo y subrayo. z Ahora apunto aquello que descubro de JESÚS y de los otros personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... ¿En qué hechos vividos esta semana vemos a Cristo en la cola de los pecadores, identificándose con ellos? z Y vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi entorno... des- de el evangelio. ¿Qué consecuencias ha tenido y tiene en mi vida haber recibido el bautismo que me une al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo? z Llamadas que me hace -nos hace- el Padre hoy a través de este Evangelio y com- promiso. z Plegaria. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo... YO SÍ TE CONOZCO Hijo mío: Tú todavía no sabes lo que eres. No te conoces aún -quiero decir que no te has reconocido del todocomo objeto de mi amor. Por eso no sabes lo que eres en mí e ignoras las posibilidades que hay escondidas en ti. No de ese tú que busca disfraces, sino del tú que permanece en mi corazón y que acuno como padre/madre en mi regazo, del tú que puede aún manifestarse... Haz visible lo que eres para mí. Sé el sueño hecho realidad de ti mismo. Activa las posibilidades que en ti he puesto. No hay ningún don al que no puedas aspirar. Llevas mi sello, mi sangre y espíritu. Despierta y deja los malos sueños: esa fijación en los fracasos y los fallos, en los cansancios, caídas y pasos en falso. Te beso, te amo, te libero, te lanzo... Te abro a la vida y te hago dueño. Y si todo esto es lo que yo hago, ¿qué te impide levantarte, andar y ser? Todo eso no es tu verdadero yo. Déjate amar y guiar y... ¡ya verás! Estás en el mundo por tu bien y mi querer. Ulibarri, Fl. Las máscaras que llevas y los disfraces que te pones te pueden ocultar a los ojos de los demás -quizá a tus propios ojos también-, pero no pueden ocultarte a los míos. Esa mirada, tu mirada, que no es clara, y tu deseo febril, anhelante, así como tus ambiciones, apetencias y ardores tan queridos, tan tuyos, tan fuertes... Todo eso no es tu verdadero yo. Bajo todo ello, detrás de todo eso, más allá de tus dudas y tu pasado, yo te miro, yo te amo, yo te elijo y abro las puertas del cielo para mostrártelo. Tú eres un hijo a quien quiero. ¡Podría decir tantas cosas...! Ver z Juzgar z Actuar continúe” e u q s o m e e s “De VER C uando un grupo ha compartido una experiencia importante, sobre todo si es una experiencia satisfactoria como por ejemplo unos días de campamento o de convivencia, es normal que se desee una continuidad en el grupo: se intercambian teléfonos, direcciones, se intenta concretar una fecha para volver a verse... Todo porque se cumple la frase final de la película “Casablanca”, en la que Humphrey Bogart dice al gendarme: “Presiento que es el comienzo de una hermosa amistad”. La experiencia y vivencias compartidas pueden unir a las personas y marcar el comienzo de una relación más profunda, que irá madurando si se sabe cuidar eso que ha comenzado. JUZGAR H oy celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, que en la liturgia pone fin al tiempo de Navidad: durante dos semanas hemos compartido experiencias importantes en las celebraciones, en la oración, en la reflexión: en la noche de Navidad veíamos que el hecho de que el Hijo de Dios haya nacido entre nosotros ha cambiado ya totalmente el horizonte de vida de toda la humanidad, abriendo la puerta de la esperanza; contemplando a la Sagrada Familia veíamos el modelo hacia el que tenemos que avanzar y crecer en nuestras propias familias; en la fiesta de Santa María Madre de Dios, al comenzar el nuevo año, aprendíamos de María de dejar que la Palabra acampe también en nuestro corazón, una Palabra que, como veíamos el domingo II de Navidad, es una semilla incipiente pero que encierra en sí el Reino de Dios; una Palabra encarnada que, en la Epifanía, veíamos que es un regalo de Dios y debíamos aprender a valorar y agradecer con nuestra adoración que Dios mismo se haga regalo para nosotros. Esto es un resumen de todo lo que, como Iglesia, como comunidad parroquial, hemos vivido y compartido... Algo muy especial que deberíamos desear que continuase a lo largo del año. Y hoy hemos contemplado a Jesús ya adulto, que «fue al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Y apenas se bautizó... el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía: Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto». A partir de ese momento Jesús inicia su vida pública, su predicación del Reino de Dios, para «que cumplamos así todo lo que Dios quiere». La celebración de la Navidad requiere una continuidad. Si deseamos que continúe lo vivido estos días, hoy tendríamos que “presentir el comienzo de una hermosa amistad” con Jesús, porque la vida de fe es eso, una historia de amistad y de amor con el Dios hecho hombre en Jesús, el Hijo, el amado, el predilecto. Una amistad que concretamos mediante nuestro seguimiento de Jesús. Y ese seguimiento lo podemos llevar a cabo gracias que por nuestro bautismo hemos recibido su mismo Espíritu. El Bautismo también nos hace a nosotros, hijos de Dios, también amados perso- nalmente por Él, y nos incorpora a su Iglesia, para que unidos a Jesús y guiados por su mismo Espíritu, anunciemos el Reino con palabras y obras como Jesús, que «ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo... pasó haciendo el bien». Por el Bautismo que hemos recibido estamos capacitados para dar continuidad a la Navidad en nuestra “vida pública”. ACTUAR ¿Q ué recuerdo más especialmente de estos días de Navidad? ¿Deseo que continúe lo que he vivido y celebrado estos días? ¿Presiento que “hoy” es el comienzo de una hermosa amistad con Jesús? ¿Cómo voy a cuidar esta amistad? ¿Tengo presente lo que me ofrece y a lo que me compromete el Bautismo que he recibido? ¿Cómo anuncio el Reino en mi “vida pública”? Para dar continuidad a la Navidad, el mismo Jesús “queda” con nosotros cada semana en la celebración de la Eucaristía. Si participamos con fe como nuestro encuentro personal y comunitario con Él, escuchando su Palabra y recibiendo su Cuerpo y su Sangre, Él mismo nos enseñará a poner en práctica nuestro Bautismo para que también cumplamos todo lo que Dios quiere y, haciendo el bien, nuestra vida pública sea anuncio y testimonio del Reino de Dios que en Jesús ha comenzado y que nosotros, con su mismo Espíritu, estamos construyendo. Acción Católica General Alfonso XI, 4 5º 28014 - Madrid www.accioncatolicageneral.es