3 OCTUBRE 2010 DOM 27-C Hab 1,2-3; 2,2-4: El justo vivirá por su fe Salmo: 94: Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón." 2Tim 1, 6-8.13-14: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio Lc 17, 5-10: Si tuvierais fe como un granito de mostaza 1. CONTEXTO Para profundizar el evangelio de hoy nos ayudará este desconocido para muchos, testigo de la fe en tiempos difíciles. Creo que su testimonio fortalecerá la nuestra. DIETRICH BONHOEFFER. Nace en Breslau en 1906 en una familia de la alta burguesía alemana. Después de haber obtenido en 1927 su licencia en teología por la Universidad de Berlín, es nombrado pastor evangélico de la iglesia alemana en Barcelona. A partir de 1931 imparte clases en Berlín, pero cinco años después se le niega el derecho a enseñar al no acatar la iglesia oficial del Reich. Esta oposición y su actividad como dirigente de la iglesia confesante le costaron la cárcel y la muerte en 1945. Mientras estuvo encarcelado escribió numerosos ensayos (cartas que escribía a un amigo intimo) que fueron recopilados en la obra "Resistencia y sumisión". Defendía el cristianismo desde una visión "no religiosa" para alcanzar "un mundo mayor de edad". Y el testimonio que nos ofrece en este libro es el combate de un creyente ante los asaltos del más duro adversario. Los años que pasa en “la casa de los muertos” (el campo de concentración) van a humanizar y fortalecer su fe de creyente. A partir del 5 de abril de 1943, en que fue encarcelado, Bonhoeffer no se encuentra en medio de universitarios y seminaristas, sino con prisioneros, hombres "no-religiosos" que pasan de Dios. Sus preguntas de creyente nos interpelan hoy a nosotros, los cristianos un poco “débiles de fe”, en este tiempo: "¿Cómo hablar del cristianismo al margen de todo lenguaje religioso? ¿Cómo hablar de Dios sin religión? ¿Cómo puede Cristo llegar a ser también Señor de los no-religiosos en un "mundo adulto", para el que "la hipótesis de Dios" resulta ya superflua? En una carta a su editor le confiesa su aspiración más profunda: él quería aprender a creer. A renglón seguido comenta: 'Más tarde comprendí, y aún sigo constatándolo, que sólo viviendo plenamente la vida de este mundo es como aprendemos a creer'. Con esta breve reflexión, Bonhoeffer estaba marcando el nuevo camino de la fe y de la experiencia religiosa en un mundo secularizado. Sólo se puede aprender a creer viviendo en el mundo y comprometiéndose solidariamente en su transformación. No quiere instalarse en las creencias heredadas, sino que desea vivir su fe de manera adulta y motivada, con una actitud crítica y sin caer ni en el fanatismo ni en actitudes crédulas. El hermano François, de Taizé nos comenta: D. Bonhoeffer, joven pastor, símbolo de la resistencia alemana contra el nazismo, es uno de los que pueden apoyarnos en nuestro camino de fe. Él, que en las horas más sombrías del siglo XX, dio su vida hasta el martirio, escribía en la cárcel estas palabras que cantamos ahora en Taizé: «Dios, reúne mis pensamientos hacia ti. Junto a ti está la luz, tú no me olvidas. Junto a ti, el auxilio, junto a ti la paciencia. No comprendo tus sendas, pero tú conoces el camino para mí.» Y al hilo de lo que hemos reflexionado en estos evangelios del “camino”, no me resisto a copiaros sus palabras testificadas con su vida: “Si escuchamos con fe, si nos damos cuenta de que es él, Cristo, quien habla, no puedo más que poner en práctica lo que dice. Si la fe se detuviera ante la puesta en práctica, ya no sería fe. Pondría un límite al Cristo que escuchamos. Y la Iglesia, ¿no necesita escucharlo de nuevo una y otra vez? Una escucha simple. Una escucha directa, inmediata, que cree que es posible vivir lo que Cristo pide”. "La Iglesia permanecía muda, cuando tenía que haber gritado... La Iglesia reconoce haber sido testigo del abuso de la violencia brutal, del sufrimiento físico y psíquico de un sinfín de inocentes, de la opresión, el odio y el homicidio, sin haber alzado su voz por ellos, sin haber encontrado los medios de acudir en su ayuda. Es culpable de las vidas de los hermanos más débiles e indefensos de Jesucristo”. (Ética) Pasa dos años de cautividad en las cárceles nazis. En adelante cesan las cartas y se rompen los contactos con el mundo exterior. Bonhoeffer sabe que va a morir. Podríamos terminar donde acaban sus cartas. Pero su muerte nos parece un lugar teológico privilegiado para meditar y orar, como lo muestra el relato de quienes pudieron tener algún contacto con él: Un oficial se expresa así: "Bonhoeffer era todo humildad y serenidad. Me parecía siempre que irradiaba una atmósfera de bondad, de gozo, a propósito de los más pequeños acontecimientos de la vida, así como de profunda gratitud por el simple hecho de estar en vida (...). Fue uno de los raros seres humanos que he encontrado para el que Dios era una realidad, y siempre cercana." Un rabino, que no había conocido a Bonhoeffer, escribió a E. Bethge, después de la publicación de Resistencia y sumisión que Bonhoeffer le había hecho comprender por primera vez que se puede amar a Jesucristo. El médico del campo, al que Bonhoeffer fue conducido para ser ejecutado, relata así su muerte: "He visto al pastor Bonhoeffer de rodillas delante de su Dios en intensa plegaria. La manera perfectamente sumisa y segura de ser escuchado, con la que este hombre extraordinariamente simpático oraba, me conmovió profundamente. En el lugar de la ejecución todavía oró, luego subió al cadalso. La muerte tuvo lugar en pocos segundos. Durante los cincuenta años que llevo de práctica médica no he visto morir a un ser humano tan totalmente abandonado en las manos de Dios". La muerte de Dietrich Bonhoeffer da testimonio de la unidad de la vida y del pensamiento de un ser humano, de un cristiano, de un teólogo: él realiza en su existencia lo que él ha pensado teológicamente. La inscripción grabada sobre la placa conmemorativa de la iglesia de Flossenbürg, donde fue ejecutado, -"Testigo de Jesucristo entre sus hermanos"- nos parece que expresa bien lo que Bonhoeffer no ha cesado jamás de ser durante su vida: un compañero de humanidad, el ser humano y el pastor que confiesa hasta el fin a Cristo, Señor. (Cf. D. Bonhoeffer, Resistencia y sumisión. Cartas y apuntes desde el cautiverio, Ariel, Esplugues de Llobregat, 1969. 2. TEXTOS 1ª LECTURA: HABACUC 1, 2-3; 2, 2-4 ¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? ¿Te gritaré: «Violencia», sin que me salves? ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas? El Señor me respondió así: «Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.» Estamos en el año 600 antes de C. Es la época del gigante caldeo (Nabucodonosor). Se dirige al este, arrasando, “un pueblo cruel y fogoso, que recorre las anchuras de la tierra, imponiendo su ley y su poder”. El profeta no comprende lo que está pasando y lo dice: que Dios castigue a su pueblo, de acuerdo. Pero que lo haga a través de un pueblo todavía más cruel y criminal que Israel, no lo entiende. De ahí su lamento, su grito al Señor. Es el primero en pedir cuentas a Dios de su acción en el mundo. Su pregunta angustiosa la irá respondiendo Israel a través de sus escritos del libro de la Sabiduría. Pero ya él mismo dará una respuesta no intelectual sino vital que será retomada por Pablo en su carta a los Romanos: el justo vivirá por su fidelidad. También nosotros nos hacemos preguntas vitales (con el dolor, el sufrimiento, el mal del mundo, las guerras…) ¿de dónde sacamos la fuerza para ir comprendiendo entre dudas y quebrantos? SALMO RESPONSORIAL: 94, Ojala escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.» Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R. Entrad, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R. Ojala escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R. 2ª LECTURA: 2ª TIMOTEO 1, 6-8. 13-14 Querido hermano: Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús. Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros. Comienza Pablo presentando los motivos que deben impulsar a Timoteo al fiel cumplimiento de su tarea apostólica. El recuerdo de su ordenación en la que le fue conferida la gracia de Dios le seguirá proporcionando estímulo para mantener las cualidades con las que superará su juventud y timidez. La fortaleza frente a las dificultades, el amor que lo impulsará a una entrega total a Cristo y al bien de los hombres, y la prudencia necesaria para el gobierno del pueblo de Dios. El ejemplo de Pablo, que sufre las penalidades de la prisión, deben de animarlo. Siempre el ejemplo de un testigo es acicate para la fe. Pablo sabe en quién ha puesto su confianza y tiene seguridad absoluta de que no se verá defraudado. La tradición, que Timoteo tiene que guardar con toda fidelidad, es la que ha recibido de Pablo y que con el poder de Cristo será predicada a todas las gentes. Cuenta para ello con la acción del Espíritu Santo a la que, como Pablo, ha de someterse dócilmente. EVANGELIO: LUCAS 17, 5-10 Con el cap. 17 nos encontramos en la segunda parte de la narración del viaje a Jerusalén. En ella hay una serie de recomendaciones que la cierran: advertencia contra el escándalo (1-3a), la actitud de perdón fraterno (3b-4) y el poder de la fe (que es el evangelio de hoy). Se completa con una exposición de los límites y condicionamientos del servicio cristiano. 5-6 En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor contestó: - «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:"Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería. A lo largo del camino que están haciendo a Jerusalén, Jesús va presentando una serie de exigencias a sus discípulos. Las vamos analizando y comentando cada semana desde el domingo 13. Los discípulos son hombres sencillos, no demasiados religiosos, acostumbrados a luchar en la vida para salir adelante. Pero poco a poco van entendiendo las palabras del Maestro. Los gestos y señales que han ido experimentando juntos les están abriendo la mente y se dan cuenta lo mucho que les queda por ser auténticos seguidores. Ellos tienen miedo del camino que se les abre y no se sienten con fuerzas. De ahí su petición, sencilla y auténtica. Son conscientes de allí radica la fortaleza que les falta. Jesús responde con una sentencia que es, a todas luces, exagerada. Muy oriental en sus formas, desplazando el énfasis que los apóstoles ponen en su persona. El problema reside en la calidad de su fe. Recurre a la imagen del grano de mostaza, que ya había empleado para referirse al crecimiento del Reino en 13,18-19. Una semilla que se empleaba como ejemplo de pequeñez, pero capaz de convertirse en un gran árbol. Con eso les está diciendo que no es necesaria una gran fe para hacer lo debe hacerse, para conseguir lo que uno se propone. Basta con tener algo de fe. Lo que esa fe puede hacer es inimaginable. El sicómoro tiene unas raíces tan fuertes que puede permanecer en pie 600 años, a pesar de las inclemencias del tiempo. Intentar trasplantarlo era una ingenuidad. Por otra parte, es absurdo pretender plantarlo en el mar. En el mar no crecen los árboles. Pero esta imagen expresa plásticamente la fuerza de la confianza. Una fe pequeña puede lograr lo que parece imposible. Para Jesús lo importante no es la cantidad de fe, sino su calidad, es decir, su grado de autenticidad. Aunque la fe no sea mayor que un grano de mostaza, si es verdaderamente auténtica, podrá realizar milagros. La fuerza de la fe no depende el tamaño, sino de su punto de apoyo que es la promesa de Jesús. Pedir que Jesús la haga crecer es ya expresión de fe y conciencia de la propia impotencia. Jesús quiere llamar la atención, sorprender con una exageración que provoque especial interés, como hace en otros momentos de su vida pública, como la de hacer pasar un camello por el ojo de un aguja (18,25). El significado profundo de sus palabras es que quien posee una fe auténtica deja que sea Dios quien mueva los hilos de su vida. Mirando a la iglesia de Lucas esta perícopa nos hace pensar que la primera comunidad cristiana pronto se dio cuenta de que le fe no solo era necesaria en un momento inicial, sino a lo largo de toda la vida. Pueden que recordaran su primer momento de flaqueza, que fue la muerte de Jesús, con la pérdida de las esperanzas que acarreaba. Por eso piden a su Maestro que robustezca su fe tambaleante y el apelativo que Lucas pone en su boca es el de Kyrios, Señor, para poner de relieve su poder 7-10 Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:"En seguida, ven y ponte a la mesa? ¿No le diréis:"Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:"Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer. " » Esta pequeña parábola resulta desconcertante y hasta irritante. Parte de un modo de actuar aceptado en aquella época: el trabajo de los esclavos. Había dos formas de trabajar en favor de otro. Una era a partir de un contrato entre hombres libres por el que la persona se ajustaba a unas horas y recibía un salario. Era el trabajo de los jornaleros. Es similar a lo que hoy entendemos por un empleo. La segunda forma era la esclavitud. El esclavo no tenía derechos. Pertenecía a su dueño y tenía que hacer lo que éste le mandara y cuando éste se lo mandara. La jornada de trabajo no se acababa en el campo, sino en la casa, en donde debe aún preparar y servir la cena. Sólo cuando lo había hecho todo podía comer y descansar. No había salario ni derechos. Jesús, al exponer esta parábola, no está justificando la esclavitud ni la injusticia que supone una práctica semejante. No es ese el tema que está tratando. Lo único que hace es tomar como ejemplo algo que todos conocían para hablar de las relaciones del hombre con Dios. Su enseñanza viene a ser ésta: Dios no tiene que agradecernos ni recompensarnos por las cosas buenas que hacemos ni por asumir responsablemente nuestras obligaciones en la vida. Para eso estamos aquí. No le hacemos ningún favor por el que tenga que sentirse obligado con nosotros. Sus bendiciones son siempre gratuitas e inmerecidas. Dicho de otra manera: el discípulo es como un servidor, cuya obligación es cumplir lo que se le mande, esa es su misión, su destino y su orgullo, sin más pretensiones. No puede alegar derechos ni exigir remuneración. Lo suyo es estar siempre al servicio. Estas recomendaciones son propias de Lucas. Para J. Jeremías son recomendaciones que iban dirigidas en su origen a los fariseos, porque la parábola exige una renuncia radical a cualquier clase de auto-justificación, como la de los fariseos. 3. PREGUNTAS… 1. Los apóstoles le pidieron al Señor: auméntanos la fe" Se van acercando a Jerusalén, y los discípulos han seguido al Maestro con más incertidumbres que certezas. Es verdad que lo aceptan como Maestro y Señor "poderoso en obras y palabras", pero no entienden ni su proyecto ni sus opciones. Desde el domingo 13-C (27 de junio) en el que se inicia el viaje (el "camino") a Jerusalén, hemos profundizado cada domingo en las enseñanzas que Jesús les ha transmitido, con hechos y palabras. El viaje les ha comprometido en los grandes temas del seguimiento: la escucha atenta de la Palabra (Marta y María); los riesgos de la salvación (los bienes); las exigencias del seguimiento (los 72); la presencia actual del reino; la misión a todos los pueblos abriendo camino; la práctica del amor compasivo y solidario (samaritano); la oración de continuo e insistente; el amor del Padre (hijo prodigo); la astucia y prontitud en las opciones... Han sido muchas vivencias y ven que no están a la altura del compromiso y el seguimiento. De ahí esa petición tan sincera y humilde. Porque la respuesta al seguimiento de Jesús es la fe. Es la confianza que no se deja disuadir. Es el encuentro con una persona que seduce y no se puede ni borrar ni olvidar. Mi oración de cada día, ¿contiene esta súplica? ¿Le pedimos cosas o más bien "auméntanos la fe" para cumplir cada día y en cada momento tu voluntad? 2. " Si tuvierais fe como un grano de mostaza..." Todavía decimos somos creyentes, tenemos fe, y pensamos en una serie de verdades que hay que creer y una serie de doctrinas difíciles de comprender. La fe es un regalo, un don, una gracia, un encuentro con alguien. La fe es creer, tener confianza, seguir a una persona. Creyente es, esencialmente, uno que se ata, se adhiere totalmente al Otro. Uno que se fía del Otro. Es verdad que el entorno de hoy no favorece la fe. Hay desencantos por los testimonios que vemos de gente de iglesia, hay rechazos masivos y deserciones por tantos casos de pederastia, caemos fácilmente en la indeferencia, el escepticismo y el relativismo. De ahí nuestra oración sencilla de cada día: auméntanos la fe. Y poco a poco ira brotando como semilla esa confianza en el Padre, en Jesús. Porque en el fondo la fe es una confianza muy sencilla en Dios, un impulso de confianza retomado sin cesar en el transcurso de la vida. No hay que desfallecer, aunque tengamos dudas y pasemos por una "nochecita oscura". Un mínimo de fe es suficiente para poner a disposición del discípulo la potencia de Dios. ¿Hasta cuando esperaré para ponerme en el intento? 3. " Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: no somos mas que unos pobres criados, hemos hecho lo que teníamos que hacer" Según los especialistas la parábola tiene un trasfondo eclesial. Lucas tiene detrás a su comunidad, a su iglesia. Cuando dice "esclavo", "siervo" designa a menudo a un ministro de la Iglesia; el verbo diakono, "servir" evoca a veces el servicio de las mesas. Lucas espera de los responsables de la Iglesia que cumplan su tarea con celo y fidelidad, sin esperar felicitación o recompensa especial alguna. Dios tiene necesidad de hombres y de mujeres, pero juzga inútiles a los que se creen particularmente indispensables. Lo que cuenta es el trabajo de servir a Dios y en el seno de la comunidad. El discípulo, no puede alegar derechos ni exigir remuneración. Lo suyo es estar siempre al servicio de Jesús, con la humildad de quien reconoce la desproporción entre su prestación y la tarea encomendada. Pasando a nuestras realidades actuales: ¿quien no pasa factura del "servicio" prestado, sea seglar, cura, monja u obispo? ¿Quien no se encumbra detrás de la obras, de las predicaciones, de los asilos y "cristos rotos"? ¿Quien no se apropia de lo que no es suyo? ¿Al cumplir la tarea cada día, esperamos aplausos o somos felices por el deber cumplido? 4. EL TESTIGO BONHOEFER Creo que este testigo fiel nos ayuda con su vida y sus escritos a fortalecer nuestra fe. No le perdáis la pista. Este joven teólogo alemán de los años treinta y cuarenta, ha inspirado durante años a los cristianos y a las iglesias que viven en situaciones de crisis y conflicto en el mundo. Hoy vivimos en un clima socio-cultural secularizado, donde la religión ha perdido el protagonismo que tuviera en otros tiempos. La secularización se caracteriza por la liberación del ser humano del control religioso y metafísico, por la liberación del mundo de sus concepciones religiosas, por la ruptura de los mitos sobrenaturales y por la desfatalización de la historia (H. Cox). El ser humano sale de la minoría de edad y se torna adulto. En su tiempo difícil él se hizo la misma pregunta que muchas veces nos hacemos en nuestro mundo secularizado: ¿Cómo hablar de Cristo hoy? Y él mismo responde: a través de nuestra vida. Y añade: ¿cómo tener la confianza de que, si nuestras vidas están enraizadas en Dios, el lenguaje nos será dado? No nos será dado si disminuimos el Evangelio. No, el lenguaje nos será dado si vivimos verdaderamente de él. Mucho y bueno podemos aprender de este testigo. Os sugiero que os acerquéis a sus escritos: Resistencia y Sumisión (Sígueme); Cartas de amor desde la prisión (Trotta); Ética (Trotta); El precio de la gracia (Sígueme); Escritos esenciales (Sal Terrae) y otros más. Juan García Muñoz (jngarcia@gmail.com) Parroquia San Pablo. HUELVA. ESPAÑA http://www.escuchadelapalabra.com/