Andrés Coindre, un Hombre, una pasión

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HERMANOS
ANTONIO LÓPEZ Y MARCELINO MADRID
ANDRÉS COINDRE
UN HOMBRE, UNA PASIÓN
Hermanos del Sagrado Corazón, 2013
1
Edición
Hermanos del Sagrado Corazón
Ilustración
Juan Miguel Álvarez Ballesteros
Impresión
Talleres Gráficos GELV
(500129
Certificado 150
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ÍNDICE
Presentación
Prólogo
3
6
1.
2.
3.
4.
5.
7
12
16
21
25
26
33
42
47
47
6.
7.
8.
9.
10.
11.
Un período conflictivo
Situación familiar
Un niño en plena Revolución
El camino del sacerdocio
Respondiendo a una inquietud
- Providencia para chicas
- Providencia para chicos
Vocación personal: la predicación
Inquietud comunicada
- Inquietudes en la Iglesia de Lyon
- Una inquietud compartida
con Claudina Thevenet
- Una inquietud compartida
- con Guillermo Arnaud
Subiendo a Fourvière
30 de septiembre de 1821
La Tierra Prometida
14 de octubre de 1824
Blois, el comienzo de un final
Un final que es un comienzo
Notas bibliográficas
95
3
49
54
62
70
84
92
PRESENTACIÓN
Con alegría presento esta breve biografía del padre Andrés
Coindre, fundador del Instituto de los Hermanos del Sagrado
Corazón y de la Sociedad de Misioneros del Corazón de
Jesús. Él fue también, como lo muestran estas páginas,
hombre providencial para la fundación de las Religiosas de
Jesús María.
La Sociedad de Misioneros tuvo una corta existencia. Sin
embargo, el Instituto de los Hermanos y las Religiosas de
Jesús María continúan hoy su misión con gran dinamismo.
Desde su fundación, ambos han venido ofreciendo a la Iglesia
y al mundo el precioso don de sus respectivos carismas. La
dimensión misionera de éstos se expresa en un servicio de
educación humana y cristiana de la niñez y juventud en los
4
cinco continentes, con una particular preferencia por los más
necesitados.
Esta corta biografía, que lleva por título Andrés Coindre, un
hombre, una pasión, presenta la vida y la obra del padre
Coindre bien situadas en su contexto histórico, de manera
objetiva y bien documentada, y en un lenguaje sencillo. En
ella constatamos una vez más cómo Dios, a lo largo de las
distintas vicisitudes históricas, suscita hombres y mujeres para
responder a los retos de cada momento. Se trata de personas
llenas de una gran fe, con la mirada puesta en el Dios del
cielo. Son, al mismo tiempo, sujetos que con los pies firmes
en la tierra y rebosantes de esperanza y caridad responden a
las necesidades más apremiantes de sus contemporáneos.
Al término de la lectura he recordado la frase aquella de “lo
bueno, si breve, dos veces bueno”. En efecto, en pocas
páginas los autores han logrado presentar fielmente al padre
Coindre como hombre animado por una doble pasión. Se trata
de su pasión por el Dios de amor que no es amado y de su
celo por redimir a los niños y jóvenes, con necesidades
urgentes no satisfechas, de los que nadie se ocupa. Su doble
pasión se expresa en su carisma de predicador en múltiples
misiones, y de fundador de un instituto de vida religiosa y de
promotor de otro, los dos al servicio de la educación cristiana.
A medida que se avanza en la lectura va surgiendo la figura
grande del padre Coindre como hombre todo de Dios,
entregado a su misión, infatigable, perseverante, valiente,
desprendido, poseedor de un gran sentido común, buen
consejero, comprensivo y bondadoso, generoso hasta el don
total de sí mismo. Es, al mismo tiempo, un hombre no
comprendido por algunos porque, según ellos, malgasta su
tiempo en promover “pequeñas obras”, él que tenía sobradas
cualidades para, humanamente hablando, aspirar a grandes
destinos.
Los prejuicios del pasado sobre trágicas desapariciones como
la del padre Coindre, han sido la causa de que durante
5
decenios no se haya casi hablado de él, ni se hayan hecho
investigaciones que hubieran permitido conocerlo en su justa
medida. Afortunadamente durante los últimos cuarenta años
se han realizado no pocos estudios que han permitido conocer
sus orígenes, su contexto histórico, su destacada personalidad
animada por una profunda fe y su admirable obra apostólica.
El padre Coindre fue un hombre extraordinario y el trágico
accidente que causó su desaparición prematura no disminuye
en lo más mínimo su sobresaliente talla humana, espiritual y
apostólica.
Quiera el Señor que esta biografía nos anime a hermanos(as)
y colaboradores(as) a seguir realizando en nuestro mundo de
hoy una misión profética al servicio de los niños y jóvenes
para continuar de este modo la misión educativa de la
compasión y de la confianza iniciada por el padre Coindre.
Finalmente, agradezco sinceramente a los hermanos Antonio
López García-Nieto y Marcelino Madrid García por este
excelente trabajo.
Ametur Cor Jesu! Ametur Cor Mariae!
Lyon, Maison Coindre, 5 de diciembre de 2012.
Hermano José Ignacio Carmona Ollo, S.C.
Instituto de los Hermanos del Sagrado Corazón.
Superior general
6
PRÓLOGO
La publicación de esta biografía del padre Andrés Coindre se
sitúa en el contexto de la misión compartida y en la línea del
capítulo general de 2012 de los Hermanos del Sagrado
Corazón que invita a hermanos y colaboradores a
comprometerse en el camino de la formación común según el
carisma del padre Andrés Coindre, en vistas a una misión
profética.
Sin pretender ser una obra exhaustiva, esta narración histórica
intenta ayudar a comprender mejor quién fue el padre Andrés
Coindre, su vocación personal, la llamada que recibió del
Espíritu, su respuesta apasionada a las necesidades concretas
de los niños y jóvenes de su tiempo y el carisma que
transmitió a sus discípulas y discípulos. Conociendo su
persona y su vida se pueden comprender mejor los orígenes y
fundamentos de su obra educativa.
Es deber de justicia citar aquí, como fuentes importantes en
las que nos hemos apoyado para su redacción, los trabajos de
investigación de Jean Roure, especialmente su Cronología e
iconografía; igualmente los apuntes de Marius Drevet y las
publicaciones de René Sanctorum y Jean-Pierre Ribaut.
Este trabajo tiene también en cuenta las aportaciones de los
miembros de la comunidad del CIAC (Centro Internacional
Andrés Coindre), gracias a cuya investigación nuevos
documentos y nuevas luces han venido a enriquecer e
iluminar la experiencia vivida por Andrés Coindre y los
primeros hermanos.
Damos las gracias a Guillermo Maylín quien nos propuso
publicar esta biografía e igualmente a Mª Antonia Bonet, a
Jean-Pierre Ribaut y a Severino González, que han tenido a
bien leerla aportando sus correcciones y sugerencias.
7
1
UN PERÍODO CONFLICTIVO
Andrés Coindre nace en Lyon (Francia) en 1787, vísperas de
la Revolución francesa que estalla el 14 de julio de 1789 en
París.
En esta ciudad se había ido gestando un conflicto entre las
clases dirigentes y los obreros que desde 1786 convocaban
huelgas para reivindicar mejoras en las remuneraciones de los
trabajos de la seda. Dicho conflicto estalla cuando se procede
a las elecciones para los Estados Generales. Existe entonces
en esta ciudad un clima social y económico muy tenso con
8
numerosas manifestaciones que acaban dividiéndola en dos
grupos enfrentados: por un lado los regidores ("échevins") y
los mercaderes y por otro los obreros.
Los acontecimientos de julio, con la victoria del Tercer
Estado, provocan en la ciudad los motines de los obreros, que
destruyen las barreras donde se cobran los arbitrios
municipales y asaltan las oficinas y los registros quemando
documentos. Por primera vez se encuentran enfrentados los
obreros y los burgueses. Al fijar el censo para establecer los
electores a la Asamblea, los burgueses excluyen a la masa de
los trabajadores.
En 1790 se promulga la Constitución civil del clero que
modifica el orden católico, tanto el espiritual como el
temporal. Algunos sacerdotes se adhieren a ella, pero no son
aceptados por la mayoría de los fieles católicos. El
nombramiento de Lamourette como obispo de Lyon, en
sustitución de Mons. de Marbeuf, titular de la diócesis,
consolida la ruptura. Los sacerdotes refractarios (insumisos a
la Constitución civil del clero) son asimilados a los nobles y
perseguidos como ellos y, en 1792, acaban siendo proscritos.
Comienza entonces una oposición de gran parte del pueblo a
estas medidas, preparándose así poco a poco la ContraRevolución.
En 1792 todavía era aceptada la Revolución por casi todos los
mandatarios de la ciudad de Lyon y la influencia de los
Girondinos1 era grande. Durante algún tiempo, tanto los
comerciantes como los obreros conservan la esperanza de la
vuelta al trabajo y de la reapertura de los mercados europeos
para las sedas lyonesas. Pero a principios de 1793, la
ejecución del rey Luis XVI, las divisiones públicas entre
Jacobinos2 y Girondinos y la represión contra los sacerdotes
refractarios, unido a la gran crisis económica por la que
atraviesa la ciudad, empiezan a inquietar a la población.
Entonces, las fuerzas políticas de la ciudad se dividen en dos
tendencias, unos a favor de los Girondinos −la mayoría− que
9
consiguen en un principio el gobierno de Lyon, y otros a favor
de los Jacobinos. Sin embargo, al caer en desgracia los
Girondinos en París, suben en Lyon al poder los Jacobinos
con su jefe, Joseph Chalier, líder revolucionario, que somete
la ciudad a un régimen de terror persiguiendo y ejecutando a
todos los disidentes. Se instala la guillotina en la plaza de
Terreaux y empieza a funcionar...
El 30 de mayo se subleva la ciudad, y los moderados, que
cuentan con la fuerza militar y con el apoyo popular,
disuelven el ayuntamiento. Chalier es arrestado y guillotinado.
De esta manera Lyon se declara en rebelión abierta contra la
Convención3 y contra París, aunque declara su adhesión a la
República indivisible.
Durante el mes de junio se organiza la resistencia a la
Convención en Lyon. Los nuevos dirigentes lyoneses tratan
de tranquilizar a la población declarando que no son en modo
alguno contra-revolucionarios, sino que quieren la República
una e indivisible con Representación Nacional completa y
libre, y que lo único que han pretendido ha sido liberar a la
ciudad de la tiranía de unos cuantos exaltados. La
Convención, que no puede tolerar en su seno ninguna
rebelión, declara a Lyon ciudad rebelde.
Empieza a organizarse en la ciudad un ejército de resistencia,
pero no cuentan con suficientes tropas ni demasiadas
adhesiones. Muchos son voluntarios que se enrolan, aunque
no se puede decir que la población esté mayoritariamente de
acuerdo. Los obreros, en general, no apoyan esa decisión y se
muestran reticentes. Las tropas de la Convención asedian la
ciudad que se resiste durante dos meses, del 9 de agosto al 9
de octubre, encontrándose en minoría frente a los poderosos
ejércitos de París. Finalmente los defensores de Lyon
abandonan la lucha y se entregan en manos de aquellos a
quienes han desafiado.
Las consecuencias para la ciudad serán graves. Cuando las
tropas penetran, la población se encuentra extenuada y
10
hambrienta. Comienza entonces un período de represión
durante el cual se pretende acabar con todos aquellos que han
participado en la resistencia. La Convención quiere así infligir
un castigo ejemplar para evitar otros movimientos de secesión
en el resto del país. Este período de dos años (1793 – 1795),
durante el cual fue ejecutado gran número de habitantes4, se
denominó en Lyon “el Terror”.
El 12 de octubre se decreta la destrucción total de la ciudad y
la edificación sobre sus ruinas de una columna con la
inscripción:
"LYON EMPRENDIÓ LA GUERRA CONTRA LA
LIBERTAD,LYON YA NO EXISTE.
DÍA 18 DEL PRIMER MES,
AÑO SEGUNDO DE LA REPÚBLICA FRANCESA UNA E
INDIVISIBLE".
La destrucción de la ciudad comenzó por las fachadas de la
plaza Bellecour pero no llegó a consumarse.
La brutal represión provocó una reacción contra la
Revolución, sobre todo entre la gran mayoría de las clases
acomodadas: antigua aristocracia, clero, arrendatarios,
patronos de la Fábrica y del comercio... aunque también entre
gran parte de la población en general. Igualmente surgió en
Lyon una oposición política a la centralización francesa y a
París, considerándola culpable de haber pretendido hacer de
Lyon un ejemplo de escarmiento.
Con la caída de Robespierre y el triunfo del Directorio5
cesaron las ejecuciones y, en 1795, se le restituyó a la ciudad
de Lyon su nombre, pues durante todo este tiempo había sido
denominada Ciudad Liberada (Ville-Affranchie). Cuando el
Directorio reemplazó a la Convención (26 de octubre de
1795), la situación económica de la región era catastrófica. En
1799, tras el golpe de estado de Napoleón, que provoca la
caída del Directorio y funda el Consulado6, la ciudad acogió
con entusiasmo al general Bonaparte, que emprendió la
11
reorganización administrativa y la recuperación material de la
ciudad ordenando la reconstrucción de las fachadas
monumentales de la plaza Bellecour. A partir de ese momento
la industria volvió a reorganizarse.
Por lo que respecta a la situación de la Iglesia, en la región de
Lyon se había mantenido durante todo el tiempo de la
persecución una adhesión bastante notable por parte del
pueblo a los sacerdotes insumisos o refractarios a la
Constitución civil del clero. Una vez acabada la represión y
vueltas las aguas a su cauce, los sacerdotes constitucionalistas
se negaban a perder los derechos que habían adquirido. Por
eso se hacía necesario solucionar este conflicto con vistas a la
recuperación del culto. Así, el 24 de abril de 1802 se
promulgó el Concordato y el cardenal Fesch tomó posesión de
la sede primada de Lyon. En 1804, con la coronación de
Bonaparte como Emperador, se inició una época de calma
para la ciudad.
12
2
SITUACIÓN FAMILIAR
13
Andrés Coindre había nacido en Lyon el 26 de febrero de
1787 en una casa de la calle Saint-Dominique7 que
desembocaba en la plaza Bellecour. Nació probablemente
prematuro, con siete meses de gestación, lo cual influiría en
su débil salud y quizás incluso en el desenlace de su vida 8.
Allí nacerán igualmente sus dos hermanas María Marta y
Juana María en 1793 y 1794 respectivamente. Dos días más
tarde fue bautizado en la iglesia de Saint-Nizier. Es el primero
de siete hermanos, de los cuales sólo sobrevivirán tres. Sus
padres, después de su matrimonio en julio de 1786, se habían
instalado en Lyon, en un barrio habitado por la nobleza.
Llegaron, por lo tanto, en el momento en que empezaba para
la ciudad un período muy grave de crisis económica, política
y social que no se restablecerá hasta iniciado el siglo XIX.
Los comienzos de la familia en la ciudad no fueron nada
fáciles. El cabeza de familia, D. Vicente Coindre, era sastre 9 y
había tenido que ir abriéndose camino con grandes
dificultades entre la sociedad noble del barrio en que vivía.
Andrés Coindre pertenecía por lo tanto a una familia de la
baja burguesía que había llegado a Lyon procedente de un
pueblo situado a unos 40 km. de la ciudad, Hières-sur-Amby,
en el límite del departamento de Isère. Su madre era natural
del norte de Lyon, de Saint-Didier-sur-Chalaronne
(departamento de Ain) a unos 55 km. La llegada de la familia
se inscribe en el marco de los movimientos migratorios que
durante la segunda mitad del siglo XVIII afluyen a Lyon
procedentes del Delfinado.
En la partida de nacimiento de Francisco Vicente, séptimo
hijo, nacido el 8 floreal año VII (27 de abril de 1799), figura
que la familia está instalada ya en la calle de la Poulaillerie,
junto a la iglesia de Saint-Nizier, donde también vivirá la
familia de Luis Querbes, fundador de los Clérigos de San
Viator. Pero el 4 termidor año III (22 de julio de 1794), día en
que nace Juana María (5ª hija), según consta en la partida de
nacimiento, todavía vivían en la calle Saint-Dominique que en
estos momentos ya se llamaba calle Chalier. Entre 1789 y
14
1794 se sitúa el período más crítico de la historia del Lyon de
aquella época. Al encontrarse la familia viviendo en el barrio
de la nobleza, que fue castigado con más dureza, se vio
obligada a trasladarse. Lo hicieron, por lo tanto, en el
momento en que cesó el Terror y se reemprendió la
reconstrucción de la plaza Bellecour y la recuperación
económica de la ciudad.
D. Vicente Coindre no formó parte del ejército rebelde ni de
la resistencia de la ciudad contra la Convención, pues la
familia Coindre no sufrió la represión que siguió a la
claudicación. No obstante, la situación difícil por la que
atravesó la ciudad durante todo este período obligó al cabeza
de familia a tomar la decisión de cambiar de domicilio y de
profesión abandonando la sastrería.
En abril de 1799 se han desplazado ya hacia el barrio de la
burguesía, instalándose en la parte posterior de Saint-Nizier,
zona donde residía una buena parte de la clase obrera de
Lyon. En este período de traslado de residencia, al perder su
clientela, D. Vicente cambia de oficio dedicándose a la venta
de sal al por mayor.
Poco tiempo permanecieron en el nuevo domicilio, puesto que
consta por los registros catastrales que ya en 1802 se
encuentran instalados en el callejón Saint-Charles, junto al
seminario Saint-Charles, detrás del ábside de la iglesia de
Saint-Nizier, donde permanecerán hasta 1818 antes de
trasladarse definitivamente a la propiedad del Pío Socorro.
Viven en una casa de cuatro pisos con doce inquilinos, de la
que ocupan el 2º piso que consta de dos dependencias. D.
Vicente tiene alquilado en la planta baja un local comercial
que consta de dos salas. En 1816, alquila otro almacén de la
vecina calle de Villard. La casa en la que viven ahora es
bastante reducida, lo cual da una idea de la situación
económica en la que se encuentra la familia después de los
acontecimientos que ha vivido la ciudad, aunque el hecho de
15
alquilar otro almacén indica también que el negocio familiar,
lejos de estancarse, prospera.
Otro dato a tener en cuenta, pues refleja la situación social de
Lyon, es que la familia Coindre ha tenido siete hijos de 1787 a
1799, de los cuales sólo han sobrevivido tres: Andrés, María
Marta [1793] y Francisco Vicente [1799], el último. Los
demás (Juana [1788]; Esteban [1791]; Juana María [1794] y
Juan Claudio [1797]) fallecieron a los pocos días de haber
nacido, lo que denota la elevada mortalidad infantil de la
época.
16
3
UN NIÑO EN PLENA REVOLUCIÓN
Con 7 años, Andrés ha conocido ya, de forma más o menos
consciente, los momentos más duros que ha vivido la ciudad,
pues el barrio donde reside ha sido uno de los más castigados.
En efecto, el período del Terror se cebó especialmente con los
17
habitantes de la nobleza que habían secundado la Rebelión.
Además, la persecución contra la religión había sido
manifiesta a su alrededor. El mismo sacerdote que le bautizó
fue ejecutado en 1792; su cabeza fue paseada sobre una pica y
colgada de los tilos de la cercana plaza Bellecour. Todo ello,
de una manera u otra, influye en el subconsciente del pequeño
Andrés, que va adquiriendo poco a poco conciencia de lo que
sucede a su alrededor por más que sus padres intenten
protegerle de la influencia de esta barbarie.
No es probable que recibiera catequesis por aquel tiempo,
especialmente durante los años 1793 y 1794, debido a las
persecuciones religiosas y al temor a que, por una
indiscreción de los niños, la familia se viese descubierta. Así
lo atestigua otro contemporáneo suyo, un año y medio menor
que él (26 de octubre de 1788), nacido también en la
parroquia de Saint-Nizier y compañero de seminario, de
ordenación sacerdotal y de actividad misionera, el futuro
Mons. Jean-Marie Mioland. Dejémosle la palabra para que
nos cuente su experiencia de esta época, experiencia que
debió de ser muy parecida a la que, sin duda, vivió Andrés:
"Recuerdo todavía con gran viveza, las conversaciones que
algunos negociantes, viajantes de comercio, mantenían en el
salón de mi padre en 1792, sobre las teorías del gobierno.
Los nombres de Rousseau, Mably, Lafayette, resuenan
todavía en mis oídos.
Me parece que aún veo, en la gran avenida de los Brotteaux,
el desfile del cortejo de la Federación. Me queda todavía una
impresión muy viva, del ambiente de agitación, de
entusiasmo, de exaltación, que brillaba en los rostros y se
manifestaba en todos los discursos. Las revistas de la
Guardia nacional, el uniforme de mi padre, las visitas de
oficiales, los billetes de guardia, todo me interesaba.
No conservo otro recuerdo piadoso más que el de la oración
que me mandaban hacer, ampliándola de año en año, y de
mis preguntas sobre la presencia de Dios, el cielo y el
infierno.
18
Recuerdo también haber ido con mi madre al templo de SaintNizier para asistir a una misa solemne y, más tarde, ya
consumado el cisma, a una misa celebrada en SaintPolycarpe, donde quedaban todavía algunos sacerdotes que
no habían prestado el juramento. ¡Cuánto he de agradecer a
Dios el haberme dado una madre instruida y cristiana, que
supo preservarse a sí misma y a su familia del contagio del
cisma, cuando tantas familias, incluso respetables y buenas,
fueron arrastradas por él!
Se preparaba el asedio de Lyon. Lo que más me sorprende
hoy, al recordarlo, es la ausencia total de pensamientos y
prácticas religiosas en medio de estos preparativos. Los
socios y empleados de mi padre no pensaban más que en los
espectáculos. Un día me llevaron a la iglesia del seminario de
San Carlos, convertida en sala de fiestas. Los malecones, las
plazas Terreaux, Bellecour, Minimes, estaban intransitables
por la cantidad de proyectiles y bombas amontonadas en
ellas. Todo el mundo hablaba de los refuerzos que esperaban
de Montbrison, de l'Ardèche, del Midi, y nadie mezclaba en
ello la mínima palabra de fe...
...Del año de terror que siguió [al asedio] guardo recuerdos
muy vivos. Mi tío Filiberto había muerto durante el asedio; el
Sr. Alhumbert había muerto en el cadalso; otro de mis tíos
había huido; mi abuela estaba casi completamente
arruinada... mi padre había estado tres meses oculto en el
sótano de casa; en todos, horror, aturdimiento...
Hay dos detalles que no puedo olvidar: aún me parece oír un
grito que hirió mis oídos en la Grande-Côte. Era el grito de
"¡Viva la República!", que lanzaba el populacho desde la
plaza Terreaux todos los días, a las cinco de la tarde, a cada
cabeza que veían caer cortada por la guillotina. Todos los
obreros de la Grande-Côte lo repetían. No se atrevían a
dejarme pasar por la plaza donde estaba plantada la
guillotina. Recuerdo haberla visto una sola vez.
Un segundo detalle: me habían llevado a pasear por la plaza
Bellecour; estaban derribando las grandes fachadas; vi cómo
se llevaban los cadáveres mutilados de muchos fanáticos
19
demoledores, que habían muerto y quedado sepultados por la
caída de los escombros de la demolición.
Un comerciante de cuerdas, que vivía en el cuarto piso de
nuestra casa, había sido nombrado gran comisario del
barrio. Me permitían jugar con sus hijos, que eran de mi
edad.
Un negro y un comerciante vinieron un día a casa de mi
padre para levantar los sellos de su almacén. Todos
temblaban. Quemaban los libros donde estuviera escrito el
nombre de Dios; no quedaba en la casa ni un solo crucifijo;
por miedo a alguna indiscreción de mi parte no me hacían
rezar las oraciones.
Se había decretado una fiesta en honor del Ser Supremo (8 de
junio de 1794). Aún me parece oír la campana de un tal
Ducrest, pregonero, que anunciaba la orden de adornar las
casas. Recuerdo cómo todo el mundo se agitaba adornando
las ventanas de sus casas con guirnaldas de boj y flores de
papel de colores. Se había formado un gran cortejo, que se
dirigía hacia la plaza Bellecour con todo el aparato teatral y
pagano de la época. Yo sentía como una emoción de alegría
religiosa, y me sorprendía que mi madre, a quien yo
comunicaba mi gozo, no se alegrara conmigo; por el
contrario, la veía suspirar tristemente"10.
En 1795, cuando las cosas parecen haberse calmado, Andrés
Coindre acude a las clases que imparte un maestro en su casa
particular, dado que no existen escuelas. Este maestro podría
ser un sacerdote refractario que ejercía la profesión
clandestinamente, dado que sólo tenían derecho a enseñar
aquellos que habían jurado la Constitución Civil del Clero. Es
probable que sólo entonces, a los 8 años, comenzase a recibir
la catequesis de boca de su madre11 y de los sacerdotes que
empezaban a salir de la clandestinidad.
De 1799 a 1802, cuando tenía entre doce y quince años,
Andrés prosiguió su formación en la Escuela Central fundada
al final del período revolucionario. Fue un alumno brillante:
Al final del primer curso obtiene el primer premio,
20
compartido con otro alumno; al terminar el segundo consigue
igualmente el primer premio; cuando acaba el tercero le
otorgan el accésit en memoria, compartido con un
condiscípulo. Las mejores notas son las de francés, con
sobresaliente. Al cerrar la mencionada escuela en 1802,
Andrés se trasladó junto a sus maestros al instituto público
hasta 1804. La buena formación primaria y secundaria le
preparó más que satisfactoriamente para ingresar en el
seminario.
21
4
EL CAMINO DEL SACERDOCIO
En 1802 se firma el Concordato y se abre al culto la iglesia de
Saint-Nizier. Andrés tiene 15 años. En noviembre de 1804, a
la edad de 17 años, casi 18, ingresa en el recién creado
Seminario menor de l'Argentière, donde se formará durante un
lustro. No paga la pensión completa, lo cual nos indica que
sus padres no poseían grandes bienes en ese momento y nos
confirma la precariedad económica en la que se encuentra la
familia a comienzos del siglo XIX. Los tres últimos años sólo
pagará los objetos de escritorio y la lavandería.
En el curso escolar 1804-1805 sus profesores lo juzgan
piadoso, aplicado y comunicativo. En el primer trimestre del
curso 1805-1806, un poco superficial y hablador, pero de
buen corazón y fiel en el cumplimiento de todos sus deberes.
22
En el segundo trimestre, un poco susceptible, pero muy
sincero. En el tercer trimestre, piadoso y ejemplar. Le ponen
buenas notas en todo excepto en memoria.
En el curso 1806-1807 lo consideran muy trabajador, muy
fiel, muy piadoso, amante del orden, sincero, comunicativo,
excelente.
Durante el curso 1807-1808, hace estudios de lógica y
filosofía. En su clase hay 36 alumnos. Generalmente es el
segundo de la clase. Sus profesores le asignan, en casi todo, la
calificación de excelente.
En el curso siguiente, 1808-1809, le ponen muy buenas notas
y subrayan su vocación eclesiástica.
La formación en el seminario acaba de ser confiada a los
Padres de la Fe, oficialmente disueltos, que eran antiguos
Jesuitas12 o, al menos, sacerdotes que seguían los métodos de
los Jesuitas y que serán a su vez expulsados por Napoleón en
1808. Ellos inculcarán a Andrés la devoción al Corazón de
Jesús y al Corazón de María bajo cuya advocación pondrá
más tarde sus obras y fundaciones. Sin duda formaría también
parte de la Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús que se creó
en el seminario el 16 de mayo de 1806. Ese mismo año, el 24
de abril, con 19 años, recibió la tonsura en Lyon.
El 1 de noviembre de 1809, Andrés entra en el Seminario
mayor San Ireneo de Lyon. Tiene ahora 22 años, casi 23. Su
lema durante estos años será: "No ahorres ningún esfuerzo
para llegar a ser sal de la tierra y luz del mundo".
El 21 de julio de 1810 recibe las cuatro órdenes menores en la
catedral primada, un año más tarde el subdiaconado y el
diaconado. No paga pensión por su estancia durante cuatro
años en este seminario.
El cardenal Fesch lo ordena sacerdote el 14 de junio de 1812
en la catedral primada. Tiene 25 años.
23
Durante el periodo de su seminario mayor, especialmente en
1811, Lyon sufre una grave crisis económica y el hambre se
hace presente en la ciudad. Incluso el final de curso y las
ordenaciones de 1812 se han tenido que adelantar debido a la
falta de dinero y a la carestía de la vida. La situación
económica, especialmente dura para las clases más pobres de
los obreros de la seda que rodean todo el seminario, situado a
los pies de La Croix-Rousse, barrio obrero en pleno
crecimiento, no pasa desapercibida para Andrés Coindre. La
situación religiosa no es menos preocupante. El Papa Pío VII
ha sido despojado de los estados papales por Napoleón y se
encuentra cautivo13.
Después de ser ordenado, Andrés Coindre no abandona el
seminario y continúa un curso más estudiando oratoria,
disciplina en la que destacará en su apostolado como
sacerdote. Ese mismo año ingresa en el seminario Luis
Querbes, futuro fundador de los Clérigos de San Viator. Al
año siguiente lo hacen Juan Claudio Courveille, Marcelino
Champagnat y Juan Claudio Colin (fundadores de la Sociedad
de María: hermanas, hermanos y padres Maristas) y Juan
María Vianney, Cura de Ars.
El seminario San Ireneo era un hervidero de proyectos de
evangelización y de servicio a los más pobres. Se hablaba, en
las conversaciones entre seminaristas, de la urgencia del
anuncio del evangelio a un pueblo descristianizado por la
Revolución, de la necesidad de crear instituciones para
responder a las necesidades de los niños y jóvenes de Lyon y
de la propia región, que en aquellos momentos atravesaba por
grandes dificultades tanto materiales como espirituales.
¿Empezó Andrés Coindre a intuir aquí la necesidad de fundar
sus obras? No hay que olvidar que el seminario se encontraba
en medio de la ciudad de Lyon, a los pies de la colina de la
Croix-Rousse, en pleno período de crecimiento y a la vez
sometida a altibajos económicos que llevaban el hambre o la
prosperidad a la ciudad. Sus mismos padres sufrieron estas
24
crisis pues, como hemos visto, Andrés no puede pagar la
pensión. Algo debía de bullir ya en su corazón de joven
sacerdote recién ordenado.
Su primer nombramiento es como coadjutor de la parroquia
de Bourg-en-Bresse (capital del departamento de Ain, a 80
km al nordeste de Lyon) en la que se integra a partir de marzo
de 1813 a la edad de veintiséis años.
El 5 de diciembre de ese mismo año es llamado a Lyon para
pronunciar el panegírico del aniversario de la coronación de
Napoleón. Este dato y el hecho de ser llamado en 1815, del 2
al 23 de diciembre, para predicar la estación de Adviento en la
catedral, siendo todavía un joven sacerdote recién ordenado,
dan una idea del aprecio que se le tiene en la diócesis como
orador.
Sus cualidades notorias como predicador impulsan a las
autoridades diocesanas a tomar la decisión de trasladarlo a
Lyon para formar parte de la sociedad de misioneros que se
pretende fundar en la diócesis. Tres años permanece en Bourg
y a finales de noviembre de 1815 se traslada a Lyon como
coadjutor de la parroquia de San Bruno, situada en la antigua
Cartuja de La Croix-Rousse.
25
5
RESPONDIENDO A UNA INQUIETUD
Aparentemente su futuro queda ya, a partir de este momento,
claramente diseñado: Brillante misionero de la Sociedad de la
Cruz de Jesús de la que empezará a formar parte en 1816,
26
llamado a ejercer altos cargos en la diócesis y, más tarde,
como bastantes de sus compañeros, la consagración
episcopal14.
Pero los designios de Dios van por otro camino. El Espíritu,
que ya le había ido preparando el corazón con las miserias que
veía día a día por las calles y muelles de Lyon, le estaba
esperando un día del terrible año 1816…
Providencia para chicas
1816, “el año sin verano”, fue desastroso a causa del frío y de
las inclemencias del tiempo que se abatieron sobre Europa
aumentando la hambruna y la miseria. La erupción volcánica
del Tabora, en Indonesia, originó en todo el mundo una nube
de cenizas que dificultaba el paso de la luz solar e impedía
que su calor alcanzase la tierra, con lo cual los fríos
invernales, la nieve, el granizo y las heladas se prolongaron
hasta bien entrado el mes de mayo e incluso en julio y agosto
devastando los cultivos. Las lluvias incesantes provocaron la
pérdida de las cosechas en toda la región. Aquel verano fue
uno de los más fríos conocidos. En las ciudades los precios de
los alimentos aumentaron hasta un nivel inaccesible para los
más pobres, que vieron acrecentarse su miseria.
Probablemente en ese difícil año de 1816 se produjo el
encuentro de Andrés Coindre con las primeras chicas pobres,
un encuentro de gracia que le tocó el corazón y al que
respondió con prontitud, un encuentro que cambió su vida.
Las circunstancias concretas de las que el Espíritu se sirvió no
nos son conocidas, aunque sabemos que, efectivamente, el
padre Coindre recogió a unas adolescentes, les ofreció cobijo
en casa de la Srta. Chirat y les dio una ocupación en el taller
de costura de las Hermanas de San José. Por su parte, María
Gabriela de Montesinos, Religiosa de Jesús-María, imagina
este encuentro así:
27
"Pocos días después de su instalación en la Cartuja, una
tarde de invierno, pasando por delante de la iglesia de SaintNizier, el padre Coindre vio dos niñas cubiertas de harapos,
hambrientas y temblando de frío, acurrucadas en el pórtico:
la mayor tendría unos cuatro años, la menor apenas tres. El
fervoroso sacerdote se detuvo, habló a las niñas; adivinó, a
través de sus respuestas, la triste historia de su breve
existencia y el total abandono en que se encontraban. Tomó
de la mano a la mayorcita y, cargando en sus brazos a la
pequeña, emprendió la subida de la Grande-Côte. Siguió su
camino con dirección a la Cartuja preocupado por los
problemas que aquellas dos niñas le planteaban. Antes de
entrar en su domicilio, dejó momentáneamente a las niñas —
pidiendo que les dieran de comer— en la celda del ángulo
oriental del claustro de la Cartuja. Las Hermanas de San
José —que empezaban a reorganizarse— habían instalado
allí un pequeño taller de costura.
El padre Coindre fue a dar cuenta de su aventura al párroco
S. Gagneur y a pedirle consejo. Éste, como buen conocedor
de su parroquia, no titubeó un instante: le indicó que se
dirigiera a la calle Masson nº 6 y que expusiera el caso a la
Srta. Thevenet, persona de posición acomodada, corazón de
madre y alma de todas las buenas obras de la parroquia"15.
Se acabó su futuro brillante desde el punto de vista humano en
Lyon, se acabó su futuro episcopal. De ahora en adelante su
devenir se encontraría hipotecado por los niños y los jóvenes
más pobres y sin esperanza. Incluso su vocación personal de
misionero se vería definitivamente trastocada por el nuevo
camino que se abría ante él. La gloria de los títulos humanos
se vería reemplazada por el honor del servicio a los más
pobres, la corona de laurel se cambiaría por la de espinas de
los discípulos fieles que llegan a ser como su Maestro. Su
nombre quedaría grabado para siempre en la historia de los
auténticos servidores de la Iglesia y seguiría actualizándose y
encarnándose en todos cuantos respondiesen a la llamada que
él había recibido aquel año duro y difícil de 1816.
28
Hacía poco que Andrés Coindre se encontraba en su nuevo
campo de apostolado de San Bruno, pero ya había tenido
ocasión de conocer a Claudina Thevenet. Ella iba a ser quien
le abriría el camino hacia el mundo de los pobres y él quien la
ayudaría a llevar a cabo una obra gestada entre ambos que
comprometería sus vidas.
Así, la sugerencia de su párroco, Simón Gagneur, de dirigirse
a Claudina, no le pilló de sorpresa. Los tres vieron en este
acontecimiento una llamada del Señor a abrir una
Providencia16 aunque de momento no había posibilidad
material ni organización que pudiera sostenerla. Para
empezar, piden a la Srta. Chirat que les ceda una parte de su
celda a fin de que las chicas puedan alojarse en ella. La
situación era provisional, bajo la responsabilidad del padre
Andrés Coindre y de Claudina, y así permaneció durante casi
un año hasta que se pudo encontrar otra solución.
La relación entre Claudina y el padre Coindre iba tomando
forma en aquellos momentos pues el 31 de julio de 1816,
fiesta de San Ignacio, fundan la Asociación de la Pía Unión al
Sagrado Corazón de Jesús. Se trataba de una asociación de
seglares consagradas a las obras de caridad y a vivir una
intensa vida espiritual, como consta en el preámbulo de su
reglamento:
"No hay nada más laudable que una santa diligencia en
reunirse varias personas de manera más comprometida y más
segura para santificarse y santificar a los demás. Una
sociedad de cierto número de personas piadosas que se
reúnen para darse a Dios, para ayudarse mutuamente con sus
oraciones, con sus buenas obras, con sus consejos, para
adelantar en el camino de la perfección y para entregarse a
todas las obras espirituales y corporales de misericordia de
que son capaces, no deja de ser una imitación de lo que han
practicado siempre los verdaderos siervos de Dios"17.
Dicha asociación era similar a lo que hoy podríamos llamar
un instituto secular. Las asociadas se organizan en cuatro
29
secciones (instrucción, edificación, consolación y limosnas).
Se ocupan de apoyar las obras de caridad de las asociadas. Un
año más tarde, el 9 de septiembre de 1817, deciden alquilar
una celda de la Cartuja y abrir en ella la Providencia San
Bruno poniendo como encargadas a las religiosas de San José.
El deseo del P. Andrés Coindre y Claudina, que ha ido
madurando durante un año, se ve por fin realizado:
“Se ha presentado a debate un proyecto que tiene como fin la
gloria de Dios y la salvación del prójimo: montar un taller
para jóvenes en la celda alquilada a cargo de la Sociedad, a
las que una asociada promete proporcionar empleo para
unas 24 aproximadamente, y cuyo trabajo, tras efectuar el
primer desembolso y transcurridos algunos meses, parece ser
suficiente para la manutención y gastos de las personas
empleadas; se ha sometido a votación dicho proyecto y ha
sido aprobado por unanimidad. En segundo lugar se ha
deliberado sobre la conveniencia de elegir a dos personas
capacitadas para dirigir y velar por el establecimiento; se han
propuesto varias, éstas entre otras: dos Hermanas de San
José, cuyos medios, capacidad y cualidades propias y
necesarias para la dirección asegurarían el orden y la buena
conducta en la casa. Como la Superiora de las Hermanas de
San José ha dado esperanzas de conseguir dos personas de
estas condiciones y no exige más que la alimentación y
manutención, vistas tantas ventajas juntas, nos hemos quedado
con esta propuesta y obraremos conforme a tal decisión. Para
cubrir los gastos que exigirá el proyecto, se ha propuesto
imponer a cada asociada una contribución anual de 1 franco
y medio, se ha votado esto y ha sido aprobado casi por
unanimidad”18.
El 5 de agosto de 1816, Andrés Coindre pasa a formar parte
de la recientemente fundada Sociedad de Misioneros de la
Cruz de Jesús, con sede en la Casa Cuadrada de la antigua
Cartuja, pero el vicario Claude-Marie Bochard, que lo aprecia
mucho como misionero y predicador, le reprocha que
malgaste en "pequeñas obras" un talento de primer orden para
30
la predicación. De hecho, aunque formó parte de los primeros
misioneros que la pusieron en marcha, no hará nunca votos en
ella y acabará dejándola definitivamente en 1822 debido a que
sus obras le impiden participar plenamente en las actividades
misioneras y en los compromisos de la Sociedad.
1816 y 1817 suponen para Andrés el inicio de un período de
intensa actividad de predicaciones y misiones en Lyon y
alrededores, estableciendo así un mejor contacto con la
realidad social que le rodea, ante la que ya se encuentra muy
sensibilizado. Podemos considerarlo como el verdadero
pistoletazo de salida de su carrera apostólica; hasta aquí sólo
ha vivido el calentamiento previo. Durante estos dos años, nos
consta por algunos documentos que participa en cinco
misiones (2 en Lyon y 3 en pueblos de Loire y Rhône), dirige
siete retiros (2 en Lyon y 5 en Loire y Rhône) y predica 28
sermones, uno de ellos en el Hospital de l'Antiquaille.
Ahora se fija más en los niños pobres que deambulan por los
muelles del Saona y del Ródano y que corren por las negras
calles de Lyon sin rumbo fijo, llevando a cabo actos de
delincuencia ante los que las autoridades reaccionan
violentamente sin tener en cuenta su temprana edad. Esos
niños y jóvenes son carne de prisión, como ha podido
comprobar en sus contactos con los hospitales y cárceles de la
ciudad. Todo ello va influyendo y haciendo mella en Andrés.
No perdía ocasión para seguir aumentando la Providencia de
niñas que había abierto. De las dos primeras enseguida se
pasó a ocho y en las actas de la Pía Unión consta que el 31 de
julio de 1818 ya eran treinta.
Su interés por la educación de las niñas huérfanas le va a crear
incluso conflictos con la policía. Estefanía Simon era una
chica de 14 años, huérfana de padre y madre. Tanto ella como
sus tres hermanas mayores, a las que el P. Coindre había
conocido en Bourg-en-Bresse, al morir sus padres fueron
puestas bajo la tutoría de su tío D. Alejo Simon, quien se
desentendió de su cuidado. Estefanía, al llegar a Lyon en
31
1816, había formado parte de las chicas recogidas en la celda
de la Srta. Chirat. No sintiéndose a gusto allí, el P. Coindre la
envió a un convento de Vienne con la esperanza de que se
hiciese religiosa como dos de sus tres hermanas mayores.
Viendo que la vida religiosa no era su vocación, volvió de
nuevo a Lyon en 1818, esta vez a la recién creada Providencia
San Bruno. Pero de naturaleza rebelde, se marchó a casa de
otro tío suyo, el cual la colocó como aprendiz en una mercería
de dudosa reputación. Preocupado por la suerte que esta pobre
chica podría correr, el P. Coindre habló con sus hermanas
religiosas, que acudieron a Lyon para sacarla de la mercería.
El propietario denunció ante la policía el secuestro de
Estefanía, siguiéndose a continuación una investigación
policial. A pesar de todo lo que el P. Coindre había hecho por
ella, Estefanía le acusó en su declaración de haberla
secuestrado y de querer obligarla a entrar a la fuerza en la vida
religiosa. Al final, el resultado de la investigación estableció
la inocencia del padre Coindre, víctima de la ingratitud de esta
chica, por el bien de la cual había demostrado tanto interés.
Ese mismo año de 1818, el 5 de octubre, Claudina, con
algunas asociadas, abrirá una nueva Providencia en PierresPlantées. Dicha Providencia, cuyos comienzos fueron muy
difíciles, está ligada al origen de las Damas de los Sagrados
Corazones de Jesús y de María (hoy Religiosas de JesúsMaría) como congregación religiosa, ya que éstas la toman
como su primera obra apostólica. Situada primero en la
misma calle de La Croix-Rousse, será trasladada a Fourvière
más tarde (octubre de 1820), cuando el aumento de niñas y
religiosas obligue a buscar unos locales más amplios. El padre
Coindre participa activamente en la fundación de las dos
providencias para chicas, aunque son Claudina, las asociadas
y las nuevas religiosas quienes las mantienen en actividad
mediante el constante apoyo que les brindan.
32
Providencia para chicos
"Para su alma de apóstol, constituía una imperiosa necesidad
ayudar a los infortunados y compadecerse de las miserias
morales. De ahí provenía su amor por la infancia pobre y
abandonada para la que él quería ser un ángel consolador.
33
De ahí provenía su solicitud activa, solicitud que iba a
extender a la obra de las escuelas cristianas a fin de
conquistar y formar almas para el cielo; porque su celo lo
abarcaba todo, dice el P. Ballet.
Afligido por el deplorable abandono en el que se encontraban
muchos niños de una ciudad tan populosa como era Lyon;
observando además que estos jóvenes, apenas iniciada su
vida, se convertían a menudo en tristes víctimas de la
corrupción, el P. Coindre, como le llamaban normalmente, se
decidió a poner el mayor número posible de ellos al abrigo de
las asechanzas del mal y de los malos ejemplos. Sacarlos de
la ignorancia y del horrible cortejo de vicios que siempre la
acompañan; procurarles el conocimiento y amor por la
religión; inspirarles el gusto por el trabajo; enseñarles un
oficio para que pudiesen ganarse honradamente la vida: tales
fueron los principales motivos que le llevaron a abrir una
Providencia para recoger a los desheredados de la fortuna"19.
En julio de 1817, viendo que los hospitales y las prisiones de
Lyon se poblaban de niños y jóvenes, se decidió a abrir una
Providencia para chicos (empezó con cinco) en una antigua
celda de la Cartuja, la celda T. Muy cerca, en la celda X, se
instalará en septiembre la providencia de las chicas. En ambos
casos, el nombre elegido será “Providencia San Bruno”.
Contrató un encargado, llamado Genthon, con el fin de cuidar
a los niños, enseñarles el oficio de la seda e impartirles
lecciones de lectura, escritura y cálculo. Se montaron para ello
dos telares del tipo "façonnés" (para hacer tejidos bordados
con dibujos). En sus inicios, es el mismo Andrés Coindre
quien gestiona directamente dicha Providencia.
A lo largo de 1817, tras los desastres de 1816, debido a la
penuria económica por la que atraviesa la ciudad y a la
situación deplorable de tantos niños y jóvenes, la providencia
no deja de aumentar en número, quedándose pequeña la celda
T de la Cartuja para albergar a tantos. Se decide entonces
trasladarla a una casa alquilada situada en el cercano Cours
34
des Tapis (perteneciente al ayuntamiento del pueblecito de La
Croix-Rousse), del otro lado de las murallas, junto al fuerte
Saint-Jean.
El 10 de mayo de 1818 Andrés Coindre compra, a medias con
su padre, una antigua propiedad de los Cartujos ("la huerta del
prior") que posee dos casas. En una se instalará su familia y a
la otra trasladará una parte de la providencia que se llamará
desde ahora Pío Socorro. La otra parte, dedicada a hilandería,
permanecerá todavía durante algún tiempo en el Cours des
Tapis.
La providencia San Bruno de chicas era gestionada por la Pía
Unión y la de Pierres-Plantées por las Damas de los Sagrados
Corazones de Jesús y de María, pero el Pío Socorro lo
gestionó directamente el padre Andrés Coindre, invirtiendo en
él su patrimonio personal. La compra de los terrenos se llevó
a cabo a medias entre padre e hijo. D. Vicente Coindre había
recibido una serie de legados por herencias, alquileres u otros
medios, así como a través de su negocio de sal al por mayor
que había ido progresando. Se pudo constituir, por lo tanto, un
pequeño patrimonio que al final de su vida, —morirá ese
mismo año (17 de noviembre de 1818)— le permitió casar en
buenas condiciones a su hija María Marta (el 10 de octubre de
1818) y adquirir algunas propiedades, entre ellas ésta de la
Croix-Rousse.
En el prospecto de 1818, redactado por el P. Coindre para a
dar a conocer su obra, podemos leer cuál es el fin de la
mencionada Providencia:
“Se funda en esta ciudad una nueva casa de caridad que debe
interesar a todos los amigos de la religión y del buen orden.
Tiene como fin formar en el amor a la virtud y al trabajo a
niños y jóvenes sin techo y sin recursos. Consta de dos
talleres separados, donde los chicos se encuentran
distribuidos según su conducta más o menos buena. Uno es el
taller de emulación y otro el de prueba.
35
El primero se ha abierto sólo para los niños pobres, pero
honrados, sobre cuyo carácter y moralidad se tienen los
mejores y más seguros datos. Se trata en general de niños y
jóvenes huérfanos que han sido atendidos durante su primera
infancia, pero que por falta de protección o de medios
económicos no pueden conseguir una buena colocación y se
ven expuestos a pervertirse en la ociosidad o con malos
patronos. No se admite en él al chico de dudosa conducta, a
menos que tras largas pruebas se demuestre evidentemente
que ya no es el mismo.
El taller de prueba es para los chicos que han causado o
siguen causando graves problemas a sus padres por la
inflexibilidad de su carácter o por la violencia de su
inclinación al mal. Unos, espíritus superficiales e
independientes, no quieren dedicarse a ninguna ocupación
fija y vagan frecuentemente por muelles y plazas, expuestos a
los desórdenes del vagabundeo y a los engaños de la ratería.
Otros, víctimas de tal conducta, acaban de sufrir las penas
que quisiéramos evitarles a aquéllos. Se trata de prisioneros
jóvenes que, después de haber sufrido una reclusión más o
menos larga, no encuentran ningún medio para colocarse. Sin
embargo, son dignos de un especial interés por el cuidado
que se pone desde hace algún tiempo para llevarles de nuevo
al cumplimiento de su deber. Culpables a una edad en que se
es más superficial que malo, más atolondrado que
incorregible, no había que desesperar de su cambio; hacía
falta rodearles de ayuda para formarlos en el bien y
separarlos, en el ambiente mismo de la prisión, de la
contagiosa sociedad de los criminales que allí se hallan
encerrados. Una administración sabia ha concebido este
proyecto y lo ha llevado a cabo. Los jóvenes prisioneros han
sido aislados de la masa de los hombres perversos. Se les ha
colocado en dormitorios particulares en las dos prisiones de
Roanne y de San José; bajo la vigilancia de un encargado,
que les obliga a trabajar y les enseña las primeras nociones
de la religión, han dado muestras sensibles de
36
arrepentimiento y de mejoría en su conducta. Desde entonces,
algunos, considerados suficientemente probados e instruidos,
han sido admitidos a la primera comunión, y se está
preparando también a otros para este acto tan importante del
cristianismo; sin embargo, estos cuidados serían pronto
infructuosos si no se prosiguiese la buena obra fuera de la
propia prisión. Las mismas causas producen los mismos
efectos, y la experiencia demuestra que esos niños volverían
pronto a ella si se les dejase con las mismas personas y ante
las mismas ocasiones que les han perdido. ¿Qué hacer
entonces? Por todas partes los rechazan. Las casas honradas
no quieren recibirlos de ninguna manera. Todos los centros
religiosos les cierran las puertas, incluso aunque se les
ofrezcan cantidades considerables para los gastos de su
aprendizaje. ¿Habrá que dejarles, pues, volver a sus antiguos
hábitos y ver perecer las grandes esperanzas que habían
hecho concebir, por falta de una colocación conveniente? No,
es digno de la caridad cristiana recogerlos y abrirles un
refugio de salvación en un taller de caridad. Allí se les enseña
una profesión honrada; se les inicia progresivamente en el
conocimiento y en la práctica de sus deberes religiosos; se
hace de ellos buenos cristianos y buenos obreros, que un día
se convertirán en ejemplares padres de familia y fieles
ciudadanos”20.
Notamos que este centro tiene una característica muy peculiar
que lo diferencia del resto de providencias: pretende recibir a
los jóvenes delincuentes que salen de prisión para continuar la
educación que ya se ha iniciado en ella. La mayor parte del
documento se centra en presentar esta característica del todo
original y muy necesaria en la ciudad de Lyon. Es más, el Pío
Socorro conservará siempre este carácter específico ya que,
cuando los hermanos se vean obligados a reconvertirlo en
internado, se encontrarán con la dificultad de que en la ciudad
es considerado como un centro penitenciario. El taller de
emulación, por el contrario, sí que se inscribía en el concepto
general de lo que era una providencia.
37
Como vemos también en el prospecto, el P. Andrés Coindre
siente una inclinación evidente hacia esos jóvenes
delincuentes, puesto que establece unas reglas muy claras de
admisión en el taller de emulación, y, por el contrario, se
muestra muy acogedor, abierto y comprensivo en el caso de
los ex-prisioneros. Manifiesta claramente que se puede y se
debe confiar en ellos, que sus faltas no son debidas a la
maldad, que hay que darles una oportunidad para cambiar,
que hay que poner los medios para conseguirlo y que eso es
posible y realizable. Su pedagogía es una pedagogía basada en
la confianza.
El P. Andrés Coindre, que sigue manteniendo una gran
actividad como predicador y que ve cómo la providencia de
chicos no puede mantenerse únicamente con sus bienes
personales, se preocupa entonces de crear una asociación de
suscriptores entre la gente acomodada de Lyon para que
apoyen y financien la naciente obra, y eso ya desde 181821:
"El interés que tiene usted por las instituciones piadosas y
sociales, me induce a enviarle el Prospecto de un nuevo
establecimiento que tiende a favorecer los progresos de la
Religión y de la Moral entre la clase de los obreros de Lyon.
Estoy convencido de que al dárselo a conocer, su
benevolencia no podrá menos que aplaudirlo; su piedad,
refrendarlo; su caridad, contribuir económicamente. Y como
prueba de su celo por esta buena obra, seguro que tendrá a
bien devolverme la suscripción que le incluyo, firmada de su
puño y letra. Ella será para mí un nuevo testimonio de su
confianza, para usted una nueva ocasión de hacer el bien, y
para los desgraciados a los que usted aliviará un motivo
eterno de bendiciones y de gratitud.
Tengo el honor de saludarle,..."
"Suscripción para la Institución de Caridad
Situada en los Cartujos, Chemin des
Remparts, nº 3, en Lyon.
38
El que suscribe
con domicilio en
declara suscribirse a la institución de
caridad citada más arriba, por una cantidad
de veinticinco francos al año, que pagaré en
mano a uno de los Señores Recaudadores
señalados en el Prospecto.
En
a
de
de 18 "22
También con los chicos se encontró involucrado en una
investigación policial. Un chico de 13 años llamado Juan
Vicente Briançon, de la localidad de Annonay (Ardèche), al
sur de Lyon, se había fugado de casa el 27 de mayo de 1821 y
su padre había denunciado su desaparición. De familia
protestante pero convertido al catolicismo, temiendo que sus
padres le obligasen a renunciar a su profesión de fe, se fugó
de casa. Disfrazado de chica y ayudado por varias personas de
su familia y de la parroquia, que lo habían ocultado, logró
llegar hasta Lyon, donde el P. Coindre lo recogió
provisionalmente en el Pío Socorro. El 10 de julio fue
descubierto por la policía en una de las calles de la ciudad
cuando salía del convento de unas religiosas donde se
encontraba a la espera de ser devuelto a su familia, a la que él
se negaba a volver. Las sospechas recayeron sobre el P.
Coindre que se vio involucrado en otro caso del que no era
responsable. De nuevo había sido víctima de su interés por
los niños abandonados y sin familia por los que se desvelaba.
Así pues, nos encontramos en este momento con un padre
Andrés Coindre que lleva entre manos multitud de asuntos.
Sigue fiel a su vocación primitiva de predicador y la pone en
práctica mediante los numerosos sermones que pronuncia en
diversas iglesias, conventos, hospitales y prisiones de Lyon.
Además pertenece a la Sociedad de Misioneros de la Cruz de
Jesús y predica varias misiones en la ciudad y alrededores. Ha
respondido a las llamadas de los niños y jóvenes pobres de
Lyon poniendo en marcha tres providencias: dos para niñas,
39
confiadas a Claudina Thevenet, a las señoritas que forman
parte de la Pía Unión y a las Damas de los Sagrados
Corazones de Jesús y de María; una para niños que dirige él
personalmente, aunque ha colocado a un encargado que se
ocupa de educarlos e instruirlos. En esta última se ha
preocupado de crear una asociación de suscriptores que le
garanticen cierto apoyo económico y continuidad. Por otro
lado, ha creado, con Claudina Thevenet, la Pía Unión al
Sagrado Corazón, una especie de instituto secular en que
varias señoritas se consagran al Sagrado Corazón para vivir
según una espiritualidad y al servicio de las obras de caridad;
especialmente apoyan la Providencia San Bruno de chicas. De
esta institución, entre otras, forman parte su hermana, María
Marta Coindre, y Paulina Jaricot, futura fundadora de la
Propaganda de la fe. Él es quien lleva la dirección espiritual
de dicha asociación e igualmente la de Claudina Thevenet.
Aquel año de 1816 ha cambiado por completo su estilo de
vida y su misión. El Espíritu le ha llevado en tan solo tres
años a responder de forma comprometida a las necesidades
materiales de los pobres de Lyon (providencias para chicas y
para chicos). Su corazón se ha sentido conmovido y sus
brazos han puesto en marcha soluciones. No se ha quedado en
hermosas teorías ni en los clásicos "habría que...". Su
implicación ha sido clara y rápida. Él se conoce muy bien y
conoce su vocación personal a la predicación; por eso ha
sabido encontrar colaboradores que mantengan sus obras de
respuesta a los pobres: las señoritas de la Pía Unión, las
religiosas de San José, las Damas de los Sagrados Corazones
de Jesús y de María, el encargado del Pío Socorro, los
suscriptores del Pío Socorro…
Andrés Coindre, hombre inquieto, ha sabido abrir los ojos a
las necesidades urgentes de su entorno. Se ha sentido
enfrentado a un doble reto, las necesidades espirituales y las
necesidades materiales de la sociedad en la que vive. Ha
sabido responder a ese doble desafío por medio de la
predicación del Evangelio y creando providencias. Está
40
formando parte del movimiento general de la Iglesia de Lyon
que quiere dar una respuesta concreta a necesidades concretas
y urgentes del hombre y de la mujer de su tiempo. Por lo
tanto, su respuesta se inscribe plenamente en el contexto
religioso y socio-cultural del momento. Sin saberlo, él mismo
está contribuyendo a la edificación de la ciudad terrena en un
momento clave de la historia de la humanidad, el inicio de la
Modernidad.
41
6
VOCACIÓN PERSONAL: LA PREDICACIÓN
Desde su ordenación sacerdotal el padre Coindre estaba
llamado de una forma particular a la predicación. Ésa era su
vocación personal. Su traslado a Lyon en 1815 se había
42
debido fundamentalmente al deseo de las autoridades
diocesanas de crear una institución misionera estable que se
encargase de la predicación de misiones en toda la diócesis, la
Sociedad de la Cruz de Jesús, de la que él iba a formar parte.
Debido a su compromiso con los niños y jóvenes en las
providencias, a las dificultades que surgían por el deseo del
vicario Bochard de controlarlo todo y a la petición que le hizo
Mons. de Salamon, obispo de Le Puy, de fundar en su
diócesis una sociedad de misioneros, no hizo nunca votos en
esta sociedad y acabó dejándola en 1822. No obstante durante
los siete años que estuvo en Lyon participó en 23 misiones
con los misioneros de la Cruz de Jesús.
Posteriormente, cuando marchó de Lyon, participó en otras 16
misiones más, esta vez con los Misioneros del Corazón de
Jesús de Monistrol que él había fundado.
Las misiones duraban un mes y a veces hasta uno y medio o
dos. Eran preparadas y dirigidas por un equipo de entre 5 y 10
misioneros a la cabeza de los cuales había un responsable al
que llamaban “prefecto de la misión”, que era el encargado de
coordinar y dirigir los actos.
El programa de todas ellas era parecido. Se componía
esencialmente de dos pláticas al día, una por la mañana y otra
por la tarde. Pero algunos días señalados había otras
actividades, por ejemplo, misa solemne (sobre todo por los
difuntos); confesiones, que se distribuían en varias tardes y se
prolongaban a veces hasta la noche; primera comunión de los
niños; comunión de los hombres; comunión de las mujeres;
consagración de los niños a María; renovación de las
promesas del bautismo; tiempos de retiro que solían durar una
tarde entera; procesión y ceremonia en el cementerio…
Normalmente se programaba también alguna tarde de
descanso a fin de permitir a los misioneros recuperar fuerzas
para proseguir la misión. El último día, o la víspera, tenía
lugar la colocación de la cruz misional en un lugar estratégico
de la población. Para ello se organizaba entonces una gran
procesión en la que participaban numerosísimos fieles. El
43
padre Coindre se encargó en muchas misiones del sermón que
acompañaba este acto.
Ocurría, sobre todo en las ciudades, que al principio los
misioneros eran mal recibidos o que la gente apenas acudía a
las pláticas, faltándoles incluso al respeto. Semejante proceder
no era motivo suficiente para que se desanimasen, al
contrario, les daba más ánimos para continuar y poco a poco
iban conquistando a la gente. Así, muy a menudo, las
misiones terminaban en apoteosis:
“Prodigiosa afluencia de hombres; no pueden entrar todos
aunque no hay ni una sola silla en la iglesia. Están
encaramados hasta en los confesionarios, en los flancos de
los altares, en los respaldos de algunos bancos, y por el
exterior utilizan escaleras de mano para entrar por las
ventanas” 23.
“El día de nuestra marcha, 3.000 habitantes de Saint-Étienne
se colocaron delante de los caballos de las dos diligencias, y
escoltaron, con un libro de cantos en las manos, a sus
evangelizadores hasta Saint-Chamond” 24.
Sin embargo, las manifestaciones de tal tipo no eran del
agrado de los misioneros en general. El mismo P. Coindre se
queja de ello, pues piensa que el bien no debe hacer ruido.
Los temas de los sermones del padre Coindre se centraban
sobre todo en la muerte, el juicio final, el infierno, el cielo, la
esperanza. Otros temas que también trataba eran el pecado, la
contrición, la confesión, el escándalo, el respeto humano, la
verdad de la religión, la grandeza del cristiano, la caridad
cristiana, el perdón, la Virgen María, la cruz...
Su arte radicaba en la variedad y en la lógica de sus
enseñanzas. Dotado de una rica imaginación, fecundo en ideas
grandes y nobles, sacadas casi siempre de la Sagrada
Escritura, de la que hacía su más constante y preciado estudio,
fascinaba y arrastraba con la autoridad de un apóstol.
Su verbo, radiante de fe y de caridad, iluminaba las almas,
conmovía los corazones, doblegaba las voluntades más
44
rebeldes… Cautivaba a los oyentes instruidos con la solidez
de sus principios y la elocuencia de las palabras que surgían
de su corazón, arrastrando a las masas con sus movimientos,
sus gestos y su atronadora voz… Sabía utilizar incluso lo que
hoy llamaríamos “efectos especiales”:
“El padre Coindre tenía el talento de acercar las almas a
Dios y, si era preciso, sabía impresionar con fuerza cuando el
éxito de una misión le parecía dudoso. Durante varios días, y
a algunas horas de la noche, hacía tocar las campanas como
en los entierros. Al oír sus lúgubres tañidos, en cada casa
había que ponerse de rodillas. Tanto en los caminos como en
las plazas, tenían que suspender las conversaciones y rezar
con fervor para conseguir la vuelta de las almas
extraviadas”25.
“En la cárcel de Saint-Joseph, en Lyon, antes de predicar
sobre el pecado, el padre Coindre, retomando un antiguo
ceremonial (anterior al siglo XVII) en uso ante los tribunales
civiles, se despoja de su sobrepelliz declarándose indigno de
vestirla, se coloca una soga al cuello y coge un cirio
encendido que mantendrá durante todo el sermón”26.
Aparte de su actividad misionera, dirigía también retiros
fundamentalmente para las comunidades religiosas, los
seminarios menores, las asociaciones, las cárceles, las
parroquias… Estos retiros, como norma general, solían durar
alrededor de una semana. Dirigió al menos 27.
Además hay que añadir los sermones especiales que le
encargaban en las parroquias y que le exigían un tiempo
importante de preparación. Se tiene constancia de hasta 69
sermones predicados principalmente en parroquias de Lyon y,
al final de su vida, en Blois.
Todo lo anteriormente expuesto nos lleva a las conclusiones
de que el P. Andrés Coindre desplegó una intensa actividad
como misionero y predicador y de que apenas dispuso de
tiempo libre.
45
7
INQUIETUD COMUNICADA
Inquietudes en la Iglesia de Lyon
Para el padre Andrés Coindre, el hecho de haber puesto en
marcha dos providencias que respondían al grito de los niños
y niñas pobres y sin esperanza de su ciudad, el haber creado
sociedades de apoyo como La Pía Unión y los Suscriptores
del Pío Socorro, el haber buscado personas capaces de educar
a niños y niñas y ocuparse de ellos en las providencias, como
las religiosas de San José o los encargados del Pío Socorro...
no es suficiente.
46
No se cruza de brazos dedicándose única y exclusivamente a
lo que constituye su vocación personal, para la que se siente
especialmente capacitado y preparado: la predicación, la
misión. Intuye que su obra, si se quedase en algo meramente
personal, que girase sólo alrededor suyo, únicamente para
gloria de su memoria, acabaría irremediablemente cuando a él
le faltasen las fuerzas para llevarla adelante. Sabe que las
necesidades de los niños y niñas más pobres no pueden
depender de los vaivenes de las personas, es preciso darles
consistencia y prolongación en el tiempo. Es preciso
comunicar su propia inquietud, su propia llamada, su propio
carisma a otros colaboradores que comprometan sus vidas en
esta hermosa labor al servicio de los niños y jóvenes más
necesitados, de la sociedad, de la Iglesia, de Dios.
Sin duda alguna, al padre Andrés Coindre le ha venido
rondando desde hace algún tiempo, pero seguramente no antes
de 1816, la idea de fundar algún tipo de congregación
religiosa que pudiese asegurar la continuación de sus obras.
En Lyon se están iniciando en esa época varios movimientos
fundacionales. Por un lado, en 1814, Claudio María Bochard,
Vicario general, y Nicolás Augustín de La Croix d'Azolette,
superior del Seminario San Ireneo, estaban ya intentando
crear la Sociedad de La Cruz de Jesús distribuyendo entre los
seminaristas y sacerdotes jóvenes "El Pío Pensamiento"27 en
el que se presentaba un proyecto de congregación religiosa
dedicada a las misiones, predicaciones, retiros, colegios,
educación, dirección, escuelas y seminarios. Por otro, Juan
Claudio Courveille, también en el Seminario, pero en secreto,
estaba reclutando compañeros para iniciar la Sociedad de
María. Se unen a él Marcelino Champagnat (futuro fundador
de los hermanos Maristas), Juan Claudio Colin (futuro
fundador de los padres Maristas) y otros nueve seminaristas.
El 23 de julio de 1816, al día siguiente de su ordenación
sacerdotal, suben a Fourvière y se comprometen ante la
Virgen a crear esa sociedad mariana. En el seminario se
47
encuentra también Luis Querbes, que en 1831 fundará los
Clérigos de San Viator...
El mismo Andrés Coindre, a finales de 1815, ha sido
trasladado por los vicarios generales —entre los que se
encuentra Bochard—, de Bourg-en-Bresse, donde era
coadjutor, a la parroquia de San Bruno, lugar que será la sede
de la futura Sociedad de la Cruz de Jesús. Al término de la
predicación de la estación de Adviento en la catedral, Bochard
le ha invitado a unirse a estos misioneros. Ha entrado así a
formar parte del primer grupo de sacerdotes que se reúnen con
intención de echar a andar esta sociedad. El 26 de mayo de
1816 han solicitado su aprobación canónica y a partir de la
fiesta de San Bruno han comenzado a vivir en comunidad y a
iniciar las primeras experiencias apostólicas como sociedad.
Sin embargo, es en ese mismo año cuando el P. Andrés
Coindre recoge ya a las primeras chicas...
Por lo que respecta a la Sociedad de María, Marcelino
Champagnat será el primero en iniciar una de las ramas y en
reunir, el 2 de enero de 1817 en Lavalla, la primera
comunidad de Hermanitos de María dedicados a la enseñanza.
Una inquietud
Thevenet
compartida
con
Claudina
Durante todo este tiempo, el P. Andrés Coindre ha tenido la
oportunidad de conocer más de cerca a Claudina Thevenet.
Casi simultáneamente a su entrada en la sociedad de
misioneros, ha echado a andar, con ella y con otras
compañeras, la Pía Unión al Sagrado Corazón de Jesús, que
pretende la santificación mutua de sus miembros por la
práctica de las virtudes cristianas, de los consejos evangélicos
y de las obras de caridad con el prójimo. Ya hemos apuntado
que se trataba en toda regla del embrión de un instituto secular
o de lo que también se podría denominar una sociedad de vida
apostólica. Ellas se ocuparán, a partir de septiembre de 1817,
48
de la providencia San Bruno de chicas, que dirigirán y
apoyarán económicamente.
En julio de 1817 ha abierto la providencia San Bruno para
chicos. Su camino de respuesta a los niños y niñas pobres de
Lyon está empezando a cobrar mayor amplitud. Él se siente
llamado a mantenerse fiel a lo que el Espíritu le está
insinuando, va dejándose conducir por él, pero su fidelidad le
compromete más de lo que en un principio pensaba. Ya
hemos dicho que el vicario Bochard le empieza a reprochar
que está malgastando en "pequeñas obras" un talento de
primer orden para la predicación. ¿Cómo resolver el
problema?
La solución está en dar un paso más adelante. Su inquietud
por los pobres debe transmitirla a algunas personas para que,
de forma estable, puedan dedicarse plenamente a una obra que
merece la consagración de toda una vida. Andrés Coindre,
buen conocedor de las asociadas, especialmente de Claudina,
su dirigida, se atreve a dar ese paso. Considera que la
respuesta a las niñas pobres de Lyon reclama una comunidad
de mujeres dedicadas por entero a ellas. ¿Quién mejor que
Claudina y algunas de las asociadas?
"El 31 de julio de 1818, las asociadas conmemoraban el
segundo aniversario de la fundación de la Asociación. El
padre Coindre celebró la misa en la Capilla de los Retiros,
les dio la comunión y les habló de las virtudes y espíritu
interior de San Ignacio, modelo que debían imitar en su vida
de apostolado. Siguió la asamblea extraordinaria; la
presidenta leyó la memoria anual y se terminó con el
desayuno de las veintidós reunidas. Las inscritas eran
veinticuatro, dos de las cuales habían entrado en religión
pocos días antes…
…Algo más sucedió aquel día de San Ignacio. El padre
Coindre presidía por la tarde una segunda reunión. El grupo
era menos numeroso que el de la mañana. Estaba formado
49
por siete asociadas y cinco amigas de Claudina, a quienes las
circunstancias no les permitían pertenecer a la Asociación.
El padre las había convocado con el objeto de tratar un
asunto importante para la mayor gloria de Dios. Todas
acudieron.
La animada conversación de las doce quedó interrumpida a
la llegada del padre. No hubo preámbulos: un rápido saludo;
se sentaron, y el padre entró en materia. Habló de los
elevados fines de la Asociación a la que la mayor parte
pertenecían ya y algunas otras pensaban pertenecer en breve.
Hablaba «con aquella autoridad y decisión que revelan la
inspiración de lo alto».
—«Para cumplir los designios de Dios sobre vuestra
Asociación del Sagrado Corazón de Jesús, es preciso que, sin
dudas ni dilaciones, os reunáis en comunidad».
Todas estaban impresionadas. El padre Coindre, sin darles
tiempo a comentarios, empezó a exponerles —al mismo
tiempo que leía y rectificaba sus notas— las líneas generales
de un proyecto basado en la Regla de San Agustín y en el
Sumario de las Constituciones de San Ignacio.
Cuando el padre terminó de hablar, la emoción y la sorpresa
produjeron durante algunos instantes un silencioso estupor.
El padre Coindre, sin darles tiempo a reaccionar, añadió:
—«Dios ha ido preparando los caminos y ha señalado
a Claudina Thevenet para llevar adelante la empresa.»
A estas palabras, perdiendo momentáneamente la serenidad,
Claudina cayó de rodillas abrumada, pero el padre le dijo
con resolución:
—«¡El Cielo la ha elegido; responda con fidelidad al
llamamiento divino!»
Ante la solemnidad de tales palabras, Claudina, ayudada por
sus amigas, se puso en pie. Todas la abrazaron
afectuosamente, como queriendo testimoniarle en silenciosa
emoción su respetuoso cariño y entera sumisión.
Algunas de las allí presentes no llegarían a formar parte de la
comunidad que el padre Coindre acababa de anunciar,
50
aunque en aquel momento todas creyeron ser llamadas y
colaboraron en los preparativos"28.
La respuesta de Claudina y de sus compañeras no va a ser
fácil y los comienzos de la futura congregación no estarán
exentos de dificultades. La primera decisión que toman es la
de abrir una nueva providencia; buscan una casa de alquiler,
que no estará disponible hasta octubre, y contratan una obrera
de la seda que acepta recibir en su casa hasta esa fecha a una
huérfana y enseñarle el oficio de la seda. Mientras tanto, las
futuras religiosas se dedican a disponer todo para responder al
nuevo reto que el padre Coindre les ha planteado.
La noche del 5 al 6 de octubre de 1818, pasada en la nueva
providencia de Pierres-Plantées que Claudina acababa de
abrir, fue muy dura y dolorosa, pero marcó el principio de la
congregación de las Damas de los Sagrados Corazones de
Jesús y de María, hoy Religiosas de Jesús-María. Claudina la
recuerda como una noche de desolación y angustia, la noche
más terrible que jamás había conocido:
"Me parecía haberme comprometido en una empresa loca y
presuntuosa, sin ninguna garantía de éxito. Al contrario,
considerando todas las circunstancias, la obra estaba
llamada al fracaso "29.
A finales de octubre, en Pierres-Plantées había ya una obrera,
maestra de telar, cinco aspirantes a religiosas, doce huérfanas,
dos telares, un pobre mobiliario, mucha fe, mucha esperanza y
mucha caridad. La inquietud de Andrés Coindre, por el lado
de la respuesta femenina a los pobres, había sido comunicada,
recibida y encarnada. Tendrá una continuidad que llegará
hasta nuestros días 30.
Las señoritas que habían formado parte de la Pía Unión
pertenecían, en general, a la clase burguesa y poseían una
cultura y una educación que las capacitaba para llevar
adelante la obra. Andrés Coindre confía plenamente en su
capacidad de continuar el camino emprendido. Son mujeres
51
animosas, profundamente cristianas, que ya poseen
experiencia en el campo de la vivencia de una espiritualidad
común, de la organización para llevar adelante una obra
común, de la entrega a las obras de caridad y, especialmente,
del cuidado y educación de las niñas huérfanas. Además,
todas reconocen en Claudina a una mujer madura, sensata y
prudente, perfectamente capaz de dirigirlas y de ayudarlas a
conducir a buen término la empresa iniciada.
Primero se establecieron en la calle Pierres-Plantées, donde la
obra fue creciendo. A finales de 1819, según las estadísticas
oficiales del ayuntamiento, hay en la casa, entre religiosas,
obreras y huérfanas, treinta y seis personas y diez telares. Las
religiosas estaban organizadas en tres grupos según sus
aptitudes: encargadas de la administración y gobierno,
encargadas de la enseñanza intelectual o manual y encargadas
de los trabajos domésticos.
Como había ido aumentando rápidamente el número de
habitantes, la capacidad de la casa no permitía ya admitir más
candidatas ni huérfanas. Claudina, entonces, empezó a hacer
gestiones para encontrar un local más espacioso. Por medio de
Paulina Jaricot, amiga suya y miembro de la Pía Unión,
consiguió que su hermano Pablo le vendiera una finca situada
en la colina de Fourvière, junto al santuario de la Virgen. Allí
se trasladaron en octubre de 1820.
Para Andrés Coindre, que seguiría apoyando a Claudina y
colaborando con ella en el desarrollo de la obra iniciada, una
buena parte de su inquietud, por lo que se refería a responder
al grito de las niñas pobres, estaba resuelta.
Una inquietud compartida con Guillermo Arnaud
Por el lado de la providencia del Pío Socorro para los chicos,
las cosas no parecían tan fáciles. Dicha obra presentaba una
situación bien distinta a la de la providencia San Bruno para
chicas. Ahora no contaba con un grupo de hombres que, como
52
Claudina y sus compañeras, llevasen una fuerte vida espiritual
y se dedicasen a las obras de caridad. En este caso, Andrés
Coindre abrió la providencia directamente, bajo su propia
responsabilidad.
La abre en un momento en que prácticamente se encuentra de
continuo en Lyon, dedicado a la atención a su parroquia de
San Bruno y a la predicación en otras parroquias31. Es una
época en que los misioneros de la Cruz se están organizando y
todavía no tienen muchas actividades apostólicas como
sociedad. Dada la cercanía de la Casa Cuadrada, sede de los
misioneros, se encontraría muy a menudo presente en la celda
T de la Cartuja para acompañar a los chicos, darles algunas
lecciones y gestionar el buen funcionamiento de esta
providencia.
Ha contratado a un joven, Antonio Genthon, de 18 años de
edad, al que ha nombrado encargado del taller para enseñar a
los niños el oficio de la seda. Probablemente la catequesis y
algunas lecciones de lectura, escritura y cálculo las impartiría
en un principio el mismo P. Andrés quien, en algunos de sus
ratos libres, se acercaría a la providencia para realizar este
trabajo, ayudando así en su labor al encargado. No debemos
olvidar que dicho encargado cuidaba de los niños día y noche
durante toda la semana. También, ya desde el comienzo,
intenta encontrar personas que le apoyen económicamente y
hace las diligencias oportunas para poner en marcha la
Asociación de Suscriptores del Pío Socorro.
Al aumentar el número de niños recogidos, la celda T se
queda pequeña. Entonces el padre Coindre compra a medias
con su padre, el 10 de mayo de 1818, la finca denominada
"Huerta del prior", en la que se hallan dos edificios, uno de
vivienda para la familia Coindre y otro de talleres para el Pío
Socorro (desde entonces la providencia recibirá esta
denominación). Aquel mismo año traslada aquí una parte de
la providencia, pues otra parte anexa, dedicada a hilandería y
con otro encargado, Enrique Dufour, la ha instalado (durante
53
el mes de octubre) en el Cours des Tapis. Este anexo no
duraría mucho tiempo por resultar económicamente inviable.
Se cerró al año siguiente cesando también el encargado. El
Pío Socorro cuenta en sus nuevas instalaciones con 24 chicos
y 9 telares, según el censo de 1818.
El P. Andrés Coindre sigue compaginando el trabajo de
coadjutor en la parroquia de San Bruno y misionero de la
Sociedad de la Cruz de Jesús con su dedicación a la
providencia. El mismo año funda también, de agosto a
octubre, las Damas de los Sagrados Corazones que abren
también otra providencia. Su padre fallece en noviembre. El
Pío Socorro continúa creciendo...
El año 1819 no se produce ninguna variación notable en el
estado de las cosas, si no es el cierre del taller del Cours des
Tapis. Andrés se dedica al cuidado de sus obras, pero
compagina dicho trabajo con su compromiso misionero32.
Consta en el censo de este año que en el Pío Socorro hay 23
chicos y seis telares (2 del tipo “unidos” y 4 del tipo
“Jacquard”).
1820 es un año fundamental por lo que respecta al Pío
Socorro. Andrés Coindre, acaparado por su obra misionera,
permanece fuera de la ciudad más de medio año33. Sin
embargo no se compromete con votos en la Sociedad de los
Padres de la Cruz, que el 12 de agosto emiten su primera
profesión34. La Asociación de Suscriptores ha ido creciendo35;
ahora ya se encuentra en condiciones de poder contratar a un
segundo encargado, Guillermo Arnaud, que ingresa como
vigilante de taller en el Pío Socorro el 18 de abril. Se trata de
un joven de 19 años recién cumplidos; nacido en La Rochette
(Hautes-Alpes), tras permanecer por un tiempo en Ancelle
(Hautes-Alpes) con sus padres, se ha trasladado a Lyon y se
ha iniciado en el oficio de la seda con la señora Besson,
vecina del Pío Socorro. Ejerciendo este trabajo de aprendiz ha
conocido al padre Coindre y su providencia.
54
Al P. Andrés Coindre ya le ronda en la cabeza desde hace
algún tiempo la idea de llevar a cabo con el Pío Socorro algo
parecido a lo que ha hecho con la providencia de niñas.
Quiere encontrar algunas personas que compartan su
inquietud por los niños y jóvenes más necesitados acogidos en
esta institución de caridad y que se hallen dispuestos a
entregar su vida por la causa. Es evidente que él solo no puede
llevar adelante esta misión. Además, su vocación misionera,
que también siente como llamada apremiante y para la que se
encuentra especialmente preparado, no le permite dedicar el
100% de su tiempo a esta obra tan importante. El Pío Socorro
está adquiriendo unas dimensiones que le sobrepasan.
Pero las cosas no resultan tan fáciles como en 1818 con las
señoritas de la Pía Unión. Actualmente sólo dispone de dos
encargados para ocuparse de los niños en la providencia.
Ambos son muy jóvenes y carecen de experiencia. Además,
no son excesivamente cultos, provienen de la clase obrera y,
al menos por lo que se refiere a Guillermo Arnaud, de una
zona rural de la que se ha visto obligado a emigrar por falta de
recursos y por la dureza de la vida. Aunque el primero conoce
la obra desde sus comienzos, este último hace poco que está
en el Pío Socorro. ¿Qué hacer? Así no se puede iniciar nada
serio...
Andrés Coindre echa mano de su fe, pone toda su confianza
en la Providencia que nunca le ha abandonado36 y, sin
dudarlo, atiende a la Palabra de Dios manifestada, entre otros
textos, en Lucas 5, 5: «Maestro, nos hemos pasado la noche
bregando y no hemos cogido nada; no obstante, por tu
palabra, echaré las redes. Y poniendo manos a la obra,
consiguieron una redada tan grande, que reventaba la red».
Fortalecido con esta esperanza, se atreve a comunicar su
inquietud a los encargados del Pío Socorro. Así nos lo cuenta
el Hno. Javier en sus Memorias:
"Pero la obra era todavía imperfecta. El P. Andrés Coindre
se dio cuenta en seguida de que el sueldo que debía pagar a
55
sus empleados acabaría indefectiblemente con su obra; por
otra parte, la fidelidad de éstos no carecía totalmente de
manchas: a menudo se veía obligado a pagar con seda a los
mercaderes para los que trabajaban. Así que decidió formar
hermanos para reemplazar a los encargados. Comunicó su
proyecto a dos de los encargados en los que había notado
algunas disposiciones para la vida religiosa;37 uno se
llamaba Guillermo Arnaud, el otro Antonio Genthon. El
primero le respondió que necesitaba reflexionar un poco,
dado que nunca había pensado en ello. El segundo contestó
que no se sentía inclinado a ese tipo de vida. Y en efecto, se
marchó para entrar como dependiente en la librería de
Périsse" 38.
Este episodio tiene lugar hacia septiembre de 1820.
Inmediatamente después, el padre Coindre marcha de Lyon a
Belleville para predicar allí un retiro. En esta ciudad se
encuentra con Claudio Melinond que "acudió a él para
confesarse y consultarle al mismo tiempo –prosigue el
hermano Javier– declarándole que deseaba vivir fuera del
mundo. Este joven tenía los pies torcidos y le molestaban
mucho al andar. El P. Andrés Coindre le dijo que siguiese
siendo bueno y que dentro de algún tiempo podría
probablemente encontrarle un lugar" 39.
Al volver a Lyon después de la misión en Saint-Just-enChevalet (5 de diciembre de 1820) "le preguntó a Guillermo
Arnaud qué pensaba de la proposición que le había hecho,
nos cuenta el Hno. Javier; este último le respondió que,
conociendo ya suficientemente el mundo, creía que, con la
gracia de Dios, tendría suficiente fuerza como para
despreciarlo. Entonces el buen padre lo abrazó con ternura y
le dijo: «Usted será el primero de la congregación que voy a
tratar de formar. Desde este momento le encargo de una
manera muy especial el cuidado de la institución»"40.
El 20 de diciembre empieza a trabajar en el Pío Socorro
Francisco Porchet, maestro de escuela con un defecto en un
56
brazo que le impedía servirse de él. También el P. Andrés
Coindre le invita a formar parte de su proyecto y, como
conoce la obra y la estima, acepta la proposición.
Nuestros tres candidatos, destinados a tomar el relevo en el
Pío Socorro, no son como para entusiasmar a nadie. Un joven
de 19 años, un cojo de 21 y un manco de 17. El primero es
maestro tejedor y los otros dos poseen el título de maestro. Ya
es algo, pero no mucho si lo comparamos con los inicios de la
congregación de las Damas. El P. Coindre no se desanima:
Dios proveerá si la obra es suya.
En 1821 Andrés Coindre se dedicará a preparar la nueva
fundación. Aparte de dos misiones a principio de año y otras
dos a finales, 41 el resto del tiempo lo pasa en Lyon sin
ninguna actividad pública especial.
Durante la misión en Saint-Étienne (Loire) se ha encontrado
en una de las parroquias, llamada Valbenoîte, con un grupo de
hombres que vivían retirados del mundo bajo la dirección y
vigilancia de su párroco, Juan Bautista Rouchon. Éste había
adquirido los edificios de una antigua abadía cisterciense para
crear una providencia destinada a acoger a los niños pobres de
la parroquia. Por ese motivo había reunido a siete
colaboradores que no eran religiosos, pues cada uno tenía su
trabajo en la ciudad, pero a quienes el desprecio del mundo
había movido a buscar la soledad. Habló con el párroco y con
estas personas de la experiencia que había puesto ya en
marcha en Lyon y del proyecto de fundación de una
congregación religiosa. Se pusieron de acuerdo para que el
grupo se uniese a los candidatos de Lyon, por lo cual la nueva
fundación contaría con diez miembros al servicio de dos
providencias, la del Pío Socorro y la de Valbenoîte. El P.
Andrés Coindre sería el superior general de la nueva
congregación.
El camino parece despejado en adelante. Cuenta ya con diez
candidatos para ser hermanos y tomar el relevo del servicio a
57
los más pobres. De los siete de Valbenoîte, sólo tenemos
datos de tres.
Luis Víctor Guillet había nacido en Bothéon (Loire) el 16 de
julio de 1781. Estuvo casado pero su mujer había fallecido
dejándole una hija que se encontraba en un convento. Se
trataba, por lo tanto, de una persona madura que estaba a
punto de cumplir cuarenta años. Entre el grupo de candidatos
a religiosos, casi todos ellos muy jóvenes, parecía el más
adecuado para asumir la dirección de la congregación. Sin
embargo, era muy indeciso e inseguro, con cierto complejo de
inferioridad y sin el ánimo necesario para sortear las
dificultades que una obra incipiente como ésta necesitaba.
Francisco Rimoux, de quien desconocemos casi todos los
datos de su vida, podemos suponer que tendría cierta edad –
aunque no más que Luis Víctor– por el cargo de maestro de
novicios que le será asignado más adelante. No tenía muy
clara su vocación religiosa.
Finalmente, de Antonio Dufour sólo sabemos que había sido
propietario de una pequeña manufactura en la incipiente
región industrial de Saint-Etienne (Loire)42.
Aunque el número ha aumentado, no podríamos asegurar que
humanamente hablando se trate de hombres de gran calidad.
Cuentan, sí, con algo importante, son personas que han
aprendido a ganarse la vida con un oficio o una profesión y ya
poseen cierta experiencia del mundo. Se han iniciado en la
lucha por la vida propia de una región industrial. Parecen
buenos y lo quieren dejar todo para seguir al Señor.
El P. Andrés Coindre, ligado definitivamente a sus obras en
favor de los niños y jóvenes más pobres, ha decidido, como
hemos visto, no comprometerse con votos en la Sociedad de
Misioneros de los Cartujos. En junio de aquel año, aunque
todavía no ha dejado de formar parte de esta asociación
definitivamente y sigue acudiendo a los ejercicios que se
realizan en el monasterio y participando en sus actividades
58
misioneras, ya ha trasladado su residencia a la casa familiar
del Pío Socorro, donde vive su madre. Su hermano, Francisco
Vicente, que había hecho el noviciado con los misioneros y
seguía estudiando en el Seminario San Ireneo, también se ha
trasladado a la Montée de la Butte nº 3. Por lo tanto, ambos
hermanos han optado por dedicarse a las "pequeñas obras" a
pesar de las presiones que siguen recibiendo para no
abandonar la Sociedad de los Misioneros de la Cruz de
Jesús43.
El P. Andrés ha sabido comunicar su llamada personal, su
inquietud, a otros colaboradores. Lo que empezó con las
chicas siguió con las Damas, lo que se inició con los chicos se
convertirá también en una congregación religiosa. Existen
pues personas que, participando de su misma inquietud, han
recibido a su vez la llamada a responder al grito de los niños y
jóvenes más pobres y desamparados de Lyon. Ya no quedarán
huérfanos; de ahora en adelante nuevas personas tomarán el
testigo y continuarán atendiendo en esta obra a los niños y
jóvenes más pobres y sin esperanza44.
59
8
SUBIENDO A FOURVIÈRE
30 de septiembre de 1821
En septiembre de 1821, el P. Andrés Coindre reúne en el Pío
Socorro de Lyon a todos los que han querido seguir su
llamada. Aparte de Guillermo Arnaud y Francisco Porchet,
que ya se encontraban en la providencia, acuden Claudio
Mélinond de Belleville y los siete de Valbenoîte. Tiene la
60
intención de dirigirles un retiro preparatorio a la fundación
durante el cual quiere iniciarles a la vida religiosa y hablarles
sobre la sublimidad de su vocación y la misión que van a
realizar con los niños y jóvenes más pobres. Los ejercicios
durarán una semana, desde el lunes 24 hasta el domingo día
30.
El último día, por la mañana temprano, un grupo de once
personas, dirigido por el padre Coindre, sale del Pío Socorro y
desciende por La Montée de la Butte. El paso del Saona, nada
más bajar de La Croix-Rousse, es todo un símbolo de la
inminente crisis que deberá atravesar el pequeño grupo dentro
de poco. Del otro lado, casi súbitamente, se inicia una larga
cuesta, difícil y empinada, que, una vez encarrilada por la
Montée des Anges (hoy Nicolas de Lange), asciende
impertérrita por interminables escaleras, sin un rellano
compasivo, hasta la misma explanada del santuario mariano.
El cansancio hace mella en cada uno de ellos aun cuando los
buenos conocedores de Lyon estén acostumbrados a las
pendientes de la ciudad. La subida es también un símbolo de
las dificultades que habrán de superar los nuevos hermanos
durante el largo invierno de la incipiente congregación hasta
alcanzar la época de su estabilidad y desarrollo45. No obstante,
con las ansias de llegar, pues para todos aquél es un día muy
importante, apenas notan el esfuerzo.
A los pies de Nuestra Señora de Fourvière, al finalizar la
eucaristía que el padre Coindre celebra con ellos, después de
la comunión, en particular o en el confesionario, se consagran
a Dios con votos privados por tres años. Acaba de ser fundada
la congregación de Hermanos de los Sagrados Corazones de
Jesús y de María, hoy Hermanos del Sagrado Corazón.
Fourvière es, nuevamente, el lugar de consolidación de una
obra de Andrés Coindre. En efecto, como ya hemos visto, un
año antes, por la misma época, las Religiosas trasladaron su
providencia a la colina, justo frente al santuario de la Virgen.
Allí pues, a los pies de María, se encuentran en ese momento
61
reunidos todos los hijos del P. Andrés Coindre. El carisma
que él ha recibido, y que a su vez les ha transmitido, toma
fuerza al amparo de ella. Ambos institutos han sido puestos
bajo la protección de los Corazones de Jesús y de María46.
El padre Coindre, según la costumbre de la época, les cambia
el nombre. Guillermo Arnaud se llamará desde ahora Hno.
Javier; Claudio Mélinond, Hno. Francisco; Francisco Porchet,
Hno. Pablo; Francisco Rimoux, Hno. Agustín; Luis Víctor
Guillet, Hno. Borja y Antonio Dufour, Hno. Ignacio. De los
otros cuatro se desconocen todos los datos, nombre incluido.
Al poner en marcha el instituto, según las memorias del Hno.
Javier, les entrega la regla de San Agustín y las
Constituciones de San Ignacio. El acta de fundación redactada
por el padre Coindre reza así:
"El año 1821, el 30 de septiembre, nos Superior general y
fundador de la congregación de los hermanos de los ss.
corazones (sic) de Jesús y de María, después de haber
probado y examinado a los muy queridos hermanos Luis
Víctor Guillet, Guillermo Arnaud, Francisco Rimoux, Claudio
Mélinond, Francisco Porchet, los hemos establecido como
congregación religiosa bajo la regla de San Agustín y las
constituciones de San Ignacio" 47.
Sin embargo, no parece que la realidad histórica fuese así, se
debe entender, más bien, como una inspiración muy general
relativa a los principios fundamentales del estado religioso y
de la vida común. De hecho, en la primera carta que, según la
documentación conocida, el padre Coindre escribe al Hno.
Borja el 3 de noviembre de 1821 desde la misión de SaintDidier-sur-Rochefort (Loire), le dice:
"En cuanto a nuestros queridos hermanos, manténgalos en
una dependencia absoluta de Dios, de su santa voluntad, en
todos sus empleos y todas sus miserias; exactitud en el
cumplimiento de las reglas que les hemos dado, las cuales son
todavía poco numerosas y no pueden prevenir todos los
62
inconvenientes. Pero que las lean y relean atentamente, que
no introduzcan ninguna costumbre nueva, que le consulten en
todo, que, en lo que no está escrito, actúen provisionalmente
siguiendo sus consejos, y el futuro lo arreglará todo. Que
piensen que el buen Dios empleó seis días para crear el
mundo y desenmarañar el caos; que hace falta tiempo antes
de que una comunidad naciente pueda asentarse sobre las
bases que le convienen y que sólo una gran paciencia y
mucho ánimo pueden lograr vencer todos los obstáculos" 48.
Las palabras citadas parecen dejar claro que ya desde el
principio el padre Coindre les ha dado unas reglas específicas,
distintas de las reglas de San Agustín y de las Constituciones
de San Ignacio. Se trata, sin lugar a dudas, de las reglas que
ha redactado con Claudina Thevenet entre 1818 y 1820 para
las Damas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María49.
Además, no se puede rastrear en los artículos de estas reglas
una influencia directa de aquellos textos. Se trata de un escrito
muy sencillo, una especie de esbozo de lo que se proponía
redactar más adelante cuando el tiempo se lo permitiese. A
ese texto le irá añadiendo nuevos artículos empleando
normalmente el método de enviárselos primero a las religiosas
para luego presentárselos a los hermanos50.
Durante tres semanas continúa instruyéndoles sobre las
exigencias de la vida religiosa y del apostolado con los niños
y jóvenes. Acaba dando las obediencias: cinco hermanos en el
Pío Socorro y cinco en Valbenoîte. Entre los cinco del Pío
Socorro se encuentran los tres reclutados por el padre Coindre
y dos de Valbenoîte, los hermanos Borja y Agustín.
Las cosas no van a ser fáciles en sus comienzos. No han
pasado tres meses todavía desde la fundación cuando el
párroco de Valbenoîte se erige en director absoluto de aquella
providencia. El padre Coindre se ve en la triste obligación de
prescindir de esta segunda obra y de los cinco hermanos que
allí se encuentran. La decisión tomada supone para el P.
Andrés un momento muy doloroso, pues parecen tambalearse
63
todas sus ilusiones. El Hno. Javier, en sus memorias, nos lo
cuenta así:
"El señor párroco de Valbenoîte se arrepintió de haber
cedido su casa para la obra al no poder manejar los asuntos
a su guisa. Trató de independizarse; sin embargo, pedía
ayuda a Lyon. Don Andrés Coindre le respondió que no se
podía hacer ningún sacrificio por una obra que pretendía ser
independiente y no nos servía de ninguna ayuda; que si
estaba enfadado por haber cedido su casa, podía recuperarla,
dado que no se había firmado todavía ningún contrato. Así lo
hizo, en efecto, y los hermanos que se encontraban allí,
desanimados, se retiraron cada uno por su lado" 51.
Andrés Coindre ha dado una respuesta carismática a las
necesidades de su época y de su cultura en la ciudad de Lyon,
pero no soplan vientos fáciles para él, ya que, al haberse
entregado a obras de tipo educativo en favor de las niñas y
niños más pobres de la ciudad, en lugar de seguir los
proyectos como misionero que sobre él tenían los vicarios de
la diócesis, especialmente Bochard, ni resulta aceptado él ni
aprobadas sus obras.
Después de la fundación continúa con sus misiones,
fundamentalmente en los departamentos de Loire y HauteLoire. De este modo se pone en contacto con el mundo rural y
con las necesidades urgentes que ve allí. De nuevo, su
corazón se conmueve ante los niños y jóvenes abandonados
educativa y cristianamente en aquellos pueblos. Su labor
misionera de predicación se quedaría en nada si luego no
hubiera un seguimiento. Empieza a rondarle por la cabeza la
posibilidad de dar una nueva orientación complementaria a
sus obras. En enero de 1822, es decir, cuatro meses después
de la fundación, escribe diciendo que la próxima obra que
emprenderá será para enseñar52.
A pesar de encontrarse lejos de Lyon sigue en contacto
continuo con sus hermanos y con las religiosas. Se preocupa
por todos los detalles de la obra, quiere que el Hno. Borja le
64
informe punto por punto de lo que sucede y, al mismo tiempo,
que le cuente sus dificultades en el desempeño de la tarea que
le ha encomendado:
"Desde que me marché del centro, los días me parecen años,
y las semanas, siglos. Día y noche, mi primer pensamiento se
dirige hacia usted. Veo las mil preocupaciones que usted
tiene y no sé sobre cuál de ellas debo hablarle para ayudarle
a resolverlas y a gestionar perfectamente sus asuntos...
Espero sus cartas con mucho anhelo..." 53.
"Por fin, mi muy querido hermano director, me ha escrito una
carta como yo deseaba. Quiero dos como ésta por semana y
espero que los dos saquemos provecho de ello " 54.
"Estoy contento de su correspondencia. Su carta del 16 de
enero me ha probado que su corazón ha experimentado lo
que siento por usted y por nuestros muy queridos hermanos.
Que el buen Dios bendiga sus proyectos y los míos y todo irá
bien" 55.
También vela por que la Asociación de Suscriptores siga
apoyando económicamente la obra del Pío Socorro, incluso
organiza por carta las colectas:
"Esto es lo que hay que hacer para conseguir dinero para el
centro: deberá ir a ver de mi parte al padre Barricand y
pedirle que, el jueves de la cuarta semana de cuaresma, el 28
de marzo, al terminar la misa de la bendición, predique en
San Francisco. Si no acepta, como supongo, pídale una
cartita para el padre Juillard rogándole que tenga a bien
aceptar que el padre Deguerry predique a esa hora. Después,
acuda al padre Mioland para ver si quiere conceder ese
permiso, o más bien si lo ha conseguido del padre Bochard,
porque él lo otorga de buen grado; encargue luego al Señor
Verna que renueve la petición al Señor párroco de San
Francisco; y, si el Señor párroco lo permite, si el padre
Bochard lo otorga, mande hacer un cartel que anuncie el
acto; ponga en nuestros impresos el día, la hora de la reunión
en la iglesia de San Francisco y el nombre del predicador;
65
tome las direcciones de todos nuestros suscriptores, después,
las de la carta en la que nos quedamos cuando hicimos el
último envío, Genthon se la indicará; creo que es en la letra F
del indicador; doble las cartas y envíelas por medio de
Boucher, el hermano Agustín y otros que no estén ocupados.
Si no se puede realizar nada de eso, por negación de
permisos, escríbame en seguida.
Sírvase llevar la carta al Señor párroco de San Francisco en
cuanto el Señor Verna renueve su petición. Si no estuviese,
me temería un rechazo; yo mismo lo he sufrido.
Si el padre Bochard no accediese a la predicación del padre
Deguerry, podríamos solicitar que la hiciese el padre
Dufêtre; usted le invitaría de mi parte.
Lleve la carta al padre Barricand y escríbame a continuación
contando el resultado de todo..." 56.
Terminadas las actividades misioneras en Saint-Didier-surRochefort (Loire), Anse (Rhône), Loire-sur-Rhône (Rhône) y
Montluel (Ain), que le han tenido ocupado medio año fuera de
Lyon, se dedica ahora por entero a sus dos obras. Su vida en
la ciudad transcurrirá entre las dos colinas: La Croix-Rousse y
Fourvière. En el Pío Socorro continúa la formación de sus
hermanos, a los que prácticamente no ha visitado
prolongadamente desde la fundación (solamente había hecho
alguna pequeña escala en Lyon en el poco tiempo que
mediaba entre una y otra misión); en Fourvière trabaja con
Claudina en la redacción de las reglas. Pasa bastante tiempo
en esta última providencia cercana al santuario de la Virgen,
incluso es nombrado "capellán de la providencia de
Fourvière", dejando a su hermano Francisco Vicente, que
acaba de ser ordenado sacerdote (21 de julio) con dispensa de
edad porque sólo tiene 23 años, como capellán del Pío
Socorro57.
Igualmente,
ambos
hermanos
rompen
definitivamente con la sociedad de los Misioneros de la Cruz
de Jesús aunque sigan colaborando eventualmente en alguna
actividad misionera del grupo 58.
66
9
LA TIERRA PROMETIDA
14 de octubre de 1824
La oposición que el padre Coindre encuentra en Lyon hacia
sus obras le obliga a buscar otros campos de apostolado. Este
67
mismo año se presentó la ocasión. En efecto, Mons. de
Salamon, obispo de Saint-Flour y administrador apostólico de
la diócesis de Le Puy, quería formar en ésta una sociedad de
misioneros parecida a la que él tenía en la suya. Habiendo
conocido al padre Coindre en la misión de Saint-Étienne (25
de marzo a 26 de mayo de 1821) y apreciando su labor, se
dirigió a él en 1822 con la intención de encargarle su
organización. El padre Coindre vio en este hecho la
posibilidad de conjugar su llamada personal a la actividad
misionera con la aprobación y propagación
de sus
congregaciones.
A finales del mes de agosto fue a hablar con Mons. de
Salamon obteniendo de él toda clase de facilidades para
establecer la nueva sociedad de misioneros: concesión de dos
excelentes sacerdotes profesores del seminario menor de Le
Puy, los hermanos Montagnac (Román y Pedro), posibilidad
de reclutar cada año 3 ó 4 eclesiásticos de la diócesis,
conservación de los mismos poderes y facultades que tenía en
Lyon y el derecho de abrir nuevos centros en otras diócesis.
El 20 de septiembre Monseñor escribe una carta pastoral a
toda la diócesis fijando la sede de la Sociedad de Misioneros
del Corazón de de Jesús en Monistrol, población situada al
sudoeste de Lyon, a medio camino entre Saint-Etienne y Le
Puy, encomendándola a la generosidad de todos y nombrando
al P. Andrés Coindre superior.
El padre Coindre se apresuró a imprimir un prospecto de
doble formato: uno para la diócesis de Le Puy y otro para la
de Lyon, anunciando la inauguración de un centro de
enseñanza en Monistrol para el 4 de noviembre. En él se hace
referencia a todas las ramas que abarcará la obra: misioneros,
colegio de enseñanza secundaria o seminario menor, dirigido
por sacerdotes de la sociedad de misioneros; colegio de
enseñanza primaria para niños, a cargo de hermanos; colegio
de niñas, a cargo de religiosas, las cuales se encargarían,
además, de la enfermería, ropería y vestuario escolar.
68
Así pues, el fundador establece otro centro para sus dos
congregaciones de Lyon59. Anteriormente, el 10 de octubre,
dirige al Vicario general la petición oficial de establecer en la
diócesis de Le Puy la Sociedad de la "Pía Educación" que
había abierto ya centros de formación para chicas jóvenes en
Lyon y Belleville con el nombre de "Damas de los Santos
Corazones de Jesús y de María". Pretendía conseguir su
aprobación canónica y la autorización de emitir la profesión
religiosa que los vicarios generales de Lyon les negaban. La
petición para los hermanos, que habían sido fundados hacía
apenas un año, vendrá más tarde. Pero el camino ya está
abierto.
El P. Andrés, junto con su hermano, ha comprado, para llevar
adelante la obra de Monistrol, una parte del antiguo convento
de los Capuchinos. Sucesivamente, por donaciones o
adquisiciones, irán consiguiendo gran parte de la antigua
propiedad. Igualmente alquilan el antiguo castillo de los
obispos y realizan obras de mejora en los edificios adquiridos.
Así lo cuenta en su autobiografía Juan Bautista Vicente
Michel (1802-1892), antiguo alumno y profesor del seminario
menor de Monistrol, a quien el padre Coindre propuso en
1825 hacerse Misionero del Corazón de Jesús:
"El pequeño colegio de Monistrol sufrió una gran reforma; el
padre Coindre, de la casa de los Cartujos de Lyon, vino a
encargarse de la dirección, y en adelante cada clase tuvo su
profesor: el padre Román Montagnac fue nombrado director
inmediato; los padres Marcon y Rivet fueron encargados de
cuarto y quinto; en tercero tuve como profesor al padre
Benoît, sacerdote, hombre piadoso y lleno de benevolencia
para con sus alumnos; al padre Pandreau, a quien había
tenido en octavo, le encargaron las humanidades; el padre
Pedro Montagnac, hermano de Román, fue profesor de
teórica; el padre Boneton, de filosofía y de lógica.
Estas mejoras comunes atrajeron a gran número de alumnos
de toda edad y condición, de Le Puy, de Saint-Étienne,
incluso de Lyon, hasta el punto de que el monasterio de los
69
Capuchinos se quedó pequeño para acogerlos; a los alumnos
de la localidad se les obligó a alojarse y a vivir en casa de
sus padres. A los internos se les dividió en 2 secciones:
pensionistas y camaristas;60 a estos últimos se les llevó al
hospital de Monistrol (el castillo de los Obispos) y los
pensionistas, bastante numerosos, permanecieron todavía un
año más en la casa de los Capuchinos. Al año siguiente, el
padre Coindre, que no daba marcha atrás ante dificultades ni
gastos, reformó de arriba abajo los edificios que daban a la
plaza que se extiende hasta el castillo del Obispo. Hasta
entonces la planta baja, antigua cuadra, servía de sala de
estudio y encima estaba el dormitorio.
El padre Leonardo, cuyo especial talento para la vigilancia
era conocido siguió ocupándose de este cargo. Igualmente el
personal de servicio fue reformado: en lugar de la vieja
criada que se llamaba Juana María Tarare, que nos hacía
una cocina de las más ordinarias, tuvimos a algunos
hermanos de la naciente congregación del Sagrado Corazón:
cocinero, bodeguero, pinche, barrendero, todos buena gente,
pero de una educación bastante primitiva61. La ropería se
había confiado a algunas hermanas del Sagrado Corazón que
el padre Coindre había fundado en Lyon; más tarde llevaron
el nombre de Damas de Jesús-María"62.
Los hermanos por lo tanto se encuentran ya en Monistrol
desde el momento en que se abre la nueva obra educativa, en
otoño de 1822. Igualmente, el padre Coindre traslada allí el
noviciado desde Lyon en esta época, aunque se desconoce la
fecha exacta. El personal del noviciado es el siguiente: Hno.
Agustín, maestro de novicios, padre Pierre Montagnac,
capellán, padre Giban y otro hermano, profesores. Residen
primero en una pequeña dependencia del colegio. Sin
embargo, estos novicios, que eran en general bastante
mayores y poco cultos, no se encontraban a gusto entre los
colegiales pues éstos eran más jóvenes y les gustaba venir a
hacer alarde de sus conocimientos ante ellos. Así el padre
Coindre decide comprar la casa Pagnon, en las afueras del
70
pueblo pero no lejos del colegio. Allí se traslada el noviciado
el 1 de mayo de 1823. Los novicios se ocuparán
especialmente de formarse para poder dar clase. Será
precisamente aquí donde se abra la primera escuela de los
hermanos que les servirá a los novicios para ejercitarse en el
arte de la enseñanza.
Es evidente que para Andrés Coindre es mucho más ventajosa
la situación de Monistrol que la de Lyon de cara a la
formación de los hermanos. Aquí puede aprovechar la
concentración de los mejores elementos de cada una de sus
congregaciones fundadas para que se apoyen mutuamente.
Los hermanos apoyan a los padres en la cuestión material del
colegio y los padres en la formación de los hermanos.
Igualmente los hermanos apoyan la obra misionera al
acompañar a los padres como catequistas63.
El 4 de febrero de 1823, Mons. de Salamon, desde París,
escribe al padre Coindre con las siguientes palabras:
"Veo con agrado que su pequeño rebaño está formado,
compuesto por buenos sacerdotes y jóvenes levitas. El Señor
le protege claramente, dado que en tan poco tiempo tiene
usted ya ciento diez alumnos.
Le alabo por el centro que acaba de crear, le nombro su
Superior y no dudo ni un momento que seguirá prosperando
bajo el mandato de tal director. Apruebo a sus hermanas, en
cuanto de mí depende, como congregación para la diócesis de
Le Puy, y reciba los votos simples de las que se presenten" 64.
Así pues, Andrés Coindre ha conseguido en Le Puy lo que le
negaban en Lyon. Las Damas serán en adelante una
congregación religiosa de derecho diocesano. Se apresura a
escribir a Claudina Thevenet el 10 de febrero de 1823:
"¡El paso del mar Rojo ya se ha realizado, hija mía! Les han
sido necesarios a usted misma y a sus compañeras los años de
desierto. Alégrese, ya que Dios los abrevia, y he aquí que,
después de cuatro años de prueba, de espera y de deseos, Él
71
mismo les abre la entrada de esta Tierra Prometida de la vida
religiosa a la que aspiran. Esperando encontrarlas en el
Cenáculo de los ejercicios preparatorios, ruego al Espíritu
Santo que las llene de su plenitud" 65.
Algunas religiosas, con Claudina a la cabeza, salieron de
Lyon el 17 de febrero y llegaron a Monistrol el 18. Dos días
más tarde, el jueves, comenzaron el retiro preparatorio a la
profesión. Dicho retiro, coincidente con la misión que el padre
Coindre estaba realizando en el mismo pueblo (del 5 de
febrero al 21 de marzo), duró seis días, al cabo de los cuales,
el 25 de febrero de 1823, en la capilla del antiguo monasterio
de los Capuchinos, ahora de los Misioneros del Corazón de
Jesús, vestidas con el hábito adoptado por la congregación
hacía ya tres años, cinco religiosas —Claudina Thevenet, sor
San Ignacio; Francisca Blanc, sor San Borja; María Antonieta
Bedor, sor San Pedro; Juana Pierrette Chipier, sor San Javier
y Catalina Jubeau, sor San Bruno— hicieron los votos simples
perpetuos de pobreza, castidad, obediencia y estabilidad en la
congregación. El padre Coindre los recibía en nombre de la
Iglesia. En la ceremonia estuvieron presentes los padres
Francisco Vicente Coindre, Román y Pedro Montagnac,
Benoît y Louan; y los Hermanos del Sagrado Corazón de la
comunidad de Monistrol, además del resto de las religiosas de
aquella comunidad que al día siguiente recibirían el hábito.
Quedaba así fundada oficialmente, después de los cinco años
y medio transcurridos desde aquella memorable noche de
Pierres-Plantées (5 de octubre de 1818), la congregación de
los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Al día siguiente se reunió el primer capítulo general de la
congregación, presidido por el padre Coindre. Por
unanimidad, María de San Ignacio (Claudina Thevenet) fue
elegida Superiora general y Asistentes generales las hermanas
San Javier, San Borja y San Pedro. La nueva superiora
confirmó entonces en sus cargos a las superioras de Belleville
y Monistrol. Sucesivamente irán haciendo su profesión en
Monistrol el resto de las religiosas. Un año más tarde, por esta
72
misma época, cuando Mons. de Pins tome posesión como
administrador apostólico de la diócesis de Lyon, dará también
su aprobación a la congregación y permitirá las profesiones en
Fourvière.
Así, el padre Coindre, que había comparado la etapa vivida
desde 1818 hasta ahora con el paso del mar Rojo y el caminar
por el desierto del pueblo elegido, puede respirar tranquilo.
Una parte de aquellos y aquellas a los que ha comunicado su
inquietud ha sido confirmada por la Iglesia como institución
oficial perteneciente de pleno derecho a ella. El camino parece
más despejado.
Sin embargo, un mes más tarde, el 20 de marzo, la alegría se
ve empañada por el fallecimiento en Lyon de uno de los
hermanos fundadores, el Hno. Pablo. Igualmente en esta
ciudad los hermanos siguen encontrando dificultades por parte
de las autoridades diocesanas. Escuchemos lo que el padre
Coindre le dice al Hno. Borja el 9 de junio de 1823:
"'Los apóstoles se marchaban contentos, dice la Escritura,
delante de los príncipes que formaban el consejo, porque
habían sido juzgados dignos de ultrajes por el nombre de
Jesús'. Es una buena cosa. Nos envidian; no tengamos envidia
de nadie. Se sirven de aquellos que la providencia parecía
habernos enviado para crear rivalidad. Consolémonos. No
competimos con nadie; y aquellos que no nos aceptan no
aguantarían tres meses en el puesto que usted ocupa, sin
abandonarlo. Deseémosles toda clase de prosperidad.
Si Lyon nos cerrase sus puertas, Francia es grande y necesita
obreros. Ánimo, pues, mi muy querido hermano. Prepárese a
las humillaciones; eso nos es más útil que las alabanzas. Pero
usted hace el bien; esté tranquilo. Nadie le quitará el mérito
ante Dios.
Comunique a nuestros queridos hermanos, cuán unido a
todos estoy, cómo cuento con su perseverancia y sus
oraciones" 66.
73
En las precedentes palabras podemos observar cómo el padre
Coindre percibe que las dificultades encontradas en esta
ciudad no suponen un problema mayor, pues las puertas de
otras diócesis están abiertas para él y sus discípulos. La
esperanza ha renacido en su corazón de padre.
Así puede iniciar una segunda orientación para el instituto, las
escuelas. Como hemos visto, la primera se abrirá en la casa
del noviciado de Monistrol en noviembre de 1823. Le
seguirán, un año más tarde, 1824, Le Monastier-sur-Gazeille
(Haute-Loire) (1 de noviembre); Saint-Symphorien-de-Lay
(Loire) (2 de diciembre); Pradelles (Haute-Loire) (20 de
diciembre). En 1825 será el turno de Cailloux-sur-Fontaines
(Rhône); Montfaucon-en-Velay (Haute-Loire); Neulise
(Loire) y Murat (Cantal). Por fin, en 1826, año de su
fallecimiento, proyectará las escuelas de Vals-près-le-Puy
(Haute-Loire), Blesle (Haute-Loire) y Marvejols (Lozère), que
se abrirán después de su desaparición.
El 30 de septiembre de 1824 se cumplían tres años desde la
fundación. Los hermanos fundadores habían hecho votos
privados para un trienio. Por lo tanto, sus compromisos
expiraban entonces. La obra iniciada en Lyon parecía
prosperar, ya que nuevos candidatos habían ido engrosando
sus filas, y el futuro, tan incierto al principio, se iba
despejando. Era llegado el momento de dar el paso definitivo,
de organizar a los hermanos en congregación religiosa oficial.
El ejemplo de las religiosas les servía como punto de
referencia. Así, tras solicitar a Mons. de Bonald, obispo de Le
Puy,67 la aprobación de los hermanos y obtener su
autorización, los reúne en Monistrol a casi todos algunos se
quedaron en Lyon para dirigirles el retiro preparatorio a la
emisión de su profesión pública. Ésta tendrá lugar en la
capilla San Luis Gonzaga del colegio de los Misioneros del
Corazón de Jesús el 14 de octubre de 1824. Además, visten
por primera vez la sotana como hábito del instituto68.
El acta de tan memorable día lo cuenta así:
74
"Los que suscriben, Luis Víctor Guillet, Francisco Rimoux,
Bernardo Duprat, Juan Luis Bresson, Claudio Mélinond,
Juan María Rey, Jorge Noel y Pedro Julien; damos fe y
rectificamos (sic) que por la gracia de Dios hoy 14 de octubre
de 1824 hemos hecho voluntariamente y libremente profesión
entre las manos de nuestro padre Superior D. Andrés Coindre
nombrado por Mons. Luis Santiago Mauricio de Bonald,
obispo de Le Puy, en la iglesia del Seminario Menor de los
padres del Santo Corazón de Jesús en Monistrol (HauteLoire), después de haber sido probados en el noviciado
durante dos años; habiendo practicado los ejercicios y
observado las reglas de la congregación de los SS. Corazones
de Jesús y de María; dicha profesión ha sido hecha por los
votos simples de pobreza, de castidad y de obediencia para
tres años en la citada congregación según las reglas de S.
Agustín y las Constituciones de S. Ignacio, en presencia de D.
Francisco Coindre.
Coindre
Hno. Borja, dir. gral.
Hno. Bernardo Dupras
llamado Hno. Bernardo
Hno. Buenaventura Hno. Bartolomé
Hno. Luis
Hno. Ireneo Hno. Agustín nacido Rimoux
Hno. Francisco nacido Mélinond"69
Debemos notar un hecho significativo. El Hno. Javier, primer
hermano del instituto, se queda en Lyon para atender a los
niños y jóvenes del Pío Socorro. Y el 20 de noviembre,
acompañado por tres hermanos que tomarán ese mismo día el
hábito, será el único en emitir votos.
Lo que hizo con las Religiosas, lo repite ahora con los
hermanos. Probablemente ese mismo día, ya que no existe en
los archivos documento alguno a este respecto por haberse
perdido el acta oficial firmada por el padre Coindre, se reúne
el primer capítulo general de la nueva congregación religiosa
oficial. Sabemos por las Memorias del Hno. Javier y por las
75
actas del consejo general de 1826, reunido tras la muerte del
fundador, que con ocasión de la primera profesión se
estableció un marco de gobierno para el instituto:
CARGOS DE LA SOCIEDAD
Cargos reservados a la Sociedad
- un padre superior general, sacerdote, el Sr. Coindre
mayor,
- un suplente, el Sr. Coindre menor,
- un hermano director general, hermano Borja,
- dos asistentes generales: primer asistente, hermano
Javier, segundo asistente, hermano Agustín,
- un procurador general, hermano Bernardo,
- un prefecto de las cosas espirituales (sic).
Cargos reservados al Superior general
- un inspector diocesano, hermano Luis,
- un director local de la casa de Lyon, hermano Borja,
- dos consejeros, primero, hermano Javier,
- un maestro de novicios, provisionalmente hermano
Borja,
- un procurador de los novicios, id.,
- un hermano ministro, hermano Javier.
Cargos a nombrar por el director general y su consejo
- un maestro de taller, primer maestro, hermano
Javier,
- dos vicemaestros, hermanos Gonzaga y José,
- un maestro profesor para la gramática y el cálculo,
hermano Luis,
- un maestro profesor para la lectura y la escritura,
- un sacristán, hermano Regís,
- un campanero, hermano Luis,
- un maestro de coro, hermano Luis,
- un prefecto de la limpieza y de la salud, hermano
Juan Bautista,
- un portero, hermano Regís,
- un recadero, hermano Mauricio,
- un enfermero, hermano Juan Bautista,
76
- un despensero, hermano Mauricio,
- un cocinero y un pinche, hermanos Víctor y
Ambrosio,
- un jardinero,
- un bibliotecario,
- un excitador (sic), hermano Carlos.
Gobierno de las casas pequeñas
- un hermano director,
- un hermano maestro de la clase más elevada,
- un hermano maestro de las clases más bajas,
- un hermano sirviente o cocinero70.
El padre Andrés se reserva el cargo de Superior general; su
hermano, el padre Francisco, le reemplazará en caso de
ausencia. Igualmente, será inherente a este cargo la
responsabilidad de las fundaciones, los nombramientos, y las
dispensas y permisos referentes a los votos de pobreza y de
obediencia. El gobierno del instituto depende de un Consejo
general, formado por un Director general de los hermanos,
dos Asistentes, un ecónomo y un prefecto de las cosas
espirituales. Dicho Consejo se ocupará de todos los asuntos
internos del instituto exceptuando los reservados al Superior
general. Parece ser que el Director general, Hno. Borja, fue
elegido de por vida71.
Nos dice el Hno. Javier que "la casa de Lyon continuaba
creciendo; los telares seguían aumentando. Don Andrés
Coindre, viendo esto, se decidió a independizar a los
hermanos, es decir, quiso que aprendieran a gobernar en lo
temporal su centro; les cedió todo el mobiliario que se
hallaba en él, así como los telares. Les había ayudado a
saldar todas las deudas, y el establecimiento se encontraba en
estado de prosperidad. Como la madre Coindre vivía todavía,
no quiso privarla de la renta de sus bienes. Por eso los
hermanos pagaban un alquiler de ochocientos francos por el
local que ocupaban...
...Aunque Don Andrés Coindre había dispuesto que en el
gobierno de los Hermanos del Sagrado Corazón hubiese un
77
padre superior sacerdote, sólo se refería a él y a su hermano;
lo explicó formalmente en diversas circunstancias, por
ejemplo, cuando dice: «Mis muy queridos hermanos, es
necesario que tengáis por el momento un superior sacerdote
porque todavía no estáis formados ni en estado de dirigiros a
vosotros mismos. Por eso tenéis que acostumbraros y
ejercitaros mucho en la administración, pues yo os puedo
faltar un día. Después de mí, mi hermano. Pero después de él,
os tendréis que gobernar vosotros mismos, porque cualquier
otro eclesiástico no tendría el espíritu de vuestro fundador, y
vuestros asuntos no podrían funcionar»"72.
Vemos entonces que la obra iniciada en Fourvière en 1821 ha
llegado a la madurez, se ha institucionalizado. En adelante
puede avanzar por sí sola sin necesidad de la tutela del
fundador. Han pasado tan solo tres años desde la fundación y
la pequeña barca, que se vio zarandeada por embravecidas
olas nada más zarpar, puede ahora navegar tranquila hacia
puertos en calma; se encuentra en vías de prosperidad.
La confianza del padre Coindre en la buena marcha del
instituto se puede apreciar en el sinfín de obras y proyectos
que desarrolla simultáneamente en estos momentos (18241825), señal evidente de que ya no debe estar tan pendiente de
los hermanos.
El P. Andrés sigue ayudando a las Religiosas en su
crecimiento como institución y en la elaboración de sus
reglas; preside sus Consejos cuando puede y asiste a las tomas
de hábito y profesiones; realiza gestiones administrativas y
oficiales para que las Religiosas puedan ocupar nuevos
locales (Anse, Le Puy), abrir capillas (Belleville), u obtener la
aprobación oficial de la diócesis de Lyon...73 Apoya a la Pía
Unión y asiste a sus reuniones cuando sus compromisos se lo
permiten. Lleva adelante la congregación de los padres
Misioneros del Corazón de Jesús, de los cuales es también
Superior general; apoya las actividades del colegio-seminario
e impulsa la ampliación de sus instalaciones, participa en sus
78
misiones,74 promueve su desarrollo y expansión, elabora su
proyecto de estatutos. Mons. de Pins, administrador
apostólico de Lyon, le reclama para elaborar los estatutos de
una sociedad de misioneros en su diócesis (igualmente recibe
una solicitud en el mismo sentido por parte de Mons. de
Boisville, obispo de Dijon). Acude a otras diócesis, como
Blois, Tours o Mans,75 para apoyar la actividad misionera... 76
En cuanto a los hermanos se refiere, el padre Andrés Coindre
no deja de acompañar al Hno. Borja, al que desde ahora
siempre le trata de Director, con sus consejos y
asesoramientos, tanto de palabra como por carta. Al observar
que crece el número de candidatos, algunos de los cuales no
valen para la enseñanza aunque sí para trabajos de apoyo en
agricultura, piensa, incluso, en comprar un día alguna granja
para poder ocuparlos77 y en construir en el Pío Socorro.
Prepara activamente la apertura de escuelas y realiza las
oportunas gestiones administrativas ante las autoridades
religiosas y civiles. Sigue de cerca la marcha de estas escuelas
y trata de resolver los problemas que se presentan. Dirige a
los hermanos hacia la enseñanza del catecismo en los pueblos
cercanos. Insiste en su formación para poder enseñar.
Participa en la entrega de premios en el Pío Socorro. Preside
las tomas de hábito y las profesiones de los hermanos... Así
han discurrido los dos últimos años de presencia entre ellos
(1824-1825). Ahora las cosas van a tomar otro rumbo y se van
a precipitar.
79
10
BLOIS, EL COMIENZO DE UN FINAL
Mons. de Bonald había tomado posesión de la recientemente
restaurada diócesis de Le Puy el 18 de junio de 1823 y en su
primera visita pastoral a Monistrol, como hemos visto, había
quedado gratamente impresionado por las actividades
apostólicas y las obras que allí se llevaban a cabo y que
irradiaban hacia el resto de la diócesis. En cierta manera se
sentía un poco disgustado al comprobar que una pequeña
ciudad superaba a la sede episcopal haciéndole sombra. Desde
ese momento solicitó a Claudina Thevenet que fundase una
80
obra en Le Puy, cosa que sucedió en agosto de 182578.
También el mismo año, el 27 de mayo, los padres Andrés y
Francisco Vicente Coindre cedieron al obispo sus propiedades
de Monistrol para que el colegio fuese reconocido
oficialmente como seminario menor diocesano y como
escuela libre.
Durante el verano, Mons. de Sausin, obispo de Blois, escribe
al P. Andrés solicitándole un sacerdote de calidad para dirigir
su seminario mayor. Éste le propone a D. Román Montagnac,
pero el obispo de Le Puy se opone a su marcha. Aunque
desconocemos si hubo antes malentendidos entre el padre
Coindre y Mons. de Bonald, a partir de este momento
empiezan las dificultades. En efecto, el señor obispo decidió
entonces confiar a algunos de los padres misioneros más
capaces las mejores parroquias de su diócesis o las de nueva
creación. Además, piensa en reemplazar a los Misioneros del
Corazón de Jesús de Monistrol por los padres Jesuitas a los
que llama para predicar la misión de Le Puy que tendrá lugar
desde mediados de diciembre de 1825 hasta finales de enero
de 1826.79.
Es evidente que las grandes cualidades del padre Andrés
Coindre, los éxitos que estaba cosechando por medio de las
instituciones creadas en Monistrol y los servicios prestados a
cuantos se los pedían no habían impedido las críticas e
intrigas en la diócesis. Es preciso recordar que él seguía
incardinado en la diócesis de Lyon y que únicamente había
sido agregado a la diócesis de Le Puy, por lo que los
descontentos y envidiosos (que siempre existen allá donde
alguien triunfa porque es algo inherente a la naturaleza
humana) lo considerarían como extranjero e influirían contra
él ante la nueva autoridad episcopal.
Contrariado por estas circunstancias, que hacían peligrar la
obra con tanto esfuerzo creada, y queriendo evitar conflictos
con la autoridad episcopal,80 el padre Coindre dimite como
superior de los Misioneros del Corazón de Jesús y se propone
81
como candidato para ocupar el puesto ofrecido al padre
Román Montagnac. Los Misioneros, reunidos en capítulo,
elegirán a éste como nuevo superior81.
Los acontecimientos se desarrollaron con rapidez pues el 17
de noviembre Mons. de Sausin nombraba al P. Andrés
Coindre superior del seminario mayor, vicario general y
canónigo honorario de Blois.
Tampoco en Lyon marchaban bien las cosas. En enero de
1825 las Asociadas de la Pía Unión se han visto obligadas a
abandonar en manos de las Religiosas de San José la
Providencia San Bruno y van a desaparecer como Asociación.
En noviembre del mismo año mantendrán la última reunión de
la que tenemos constancia, presidida por el padre Coindre.
Una vez terminada la misión en Le Puy, volvió a Lyon para
dejar todo arreglado y despedirse de su familia, de las
hermanas y de los hermanos. A éstas y éstos les prometió
seguir en contacto epistolar, colaborar en la redacción de las
reglas y volver pronto, aunque solo fuera de paso. Marchó a
Blois a principios de febrero de 1826 82.
Allí toma posesión de su cargo como superior del Seminario y
se entrega con ardor, como de costumbre, a su nueva tarea, tan
diferente de la que ha realizado hasta ahora. En efecto, de una
vida en plena actividad, de desplazamientos continuos y gran
desgaste físico, pasa ahora a una vida de corte más intelectual
y sedentario, aunque no abandona sus actividades como
predicador en las principales parroquias de Blois. Así le
escribe al Hno. Borja una vez instalado:
"Me ocuparé de las reglas cuando tenga un momento de
respiro. Estoy currelando como un desgraciado. Tendré que
examinar de filosofía y de teología a nuestros seminaristas, y
hace trece años que no he visto estas asignaturas. Añada a
eso la administración, la correspondencia, los discursos y
conferencias que hay que pronunciar cada semana, las
diaconales83 que tendré en Pascua, y juzgue si puedo llegar a
82
todo. Sin embargo he enviado al padre Montagnac la regla de
los misioneros en diez largas páginas" 84.
La lejanía no le impide seguir ocupándose de los asuntos de
sus congregaciones. Se interesa por la marcha de los centros y
la situación personal de los hermanos; participa activamente
en los proyectos de nuevas escuelas y en la resolución de sus
dificultades; escribe una carta modelo para presentar a los
hermanos o hermanas tentados de abandonar su vocación;
escribe a las hermanas una densa y profunda carta que ellas
considerarán siempre como su testamento espiritual85.
Conviene aquí hacer una referencia especial al asunto de la
fusión con los hermanos Maristas. A finales de diciembre de
1825, Mons. de Pins, administrador apostólico de Lyon, había
nombrado vicario general encargado de las congregaciones
religiosas a D. Simón Cattet. Éste se propone poner orden en
el florecimiento de congregaciones religiosas que conoce la
diócesis. Después de hacer una visita a l'Hermitage en la
primavera de 1826, se enfada con D. Marcelino Champagnat
por su forma de llevar la congregación, reprochándole la falta
de formación de los hermanos y su empleo continuo en las
construcciones. Propone entonces que los Hermanitos de
María se fusionen con los Hermanos de los Sagrados
Corazones de Jesús y de María. La respuesta del padre
Coindre no se hace esperar:
"El carácter inquieto de D. Simón Cattet nos enseña el
comportamiento que debemos adoptar. Hay hombres que
quieren deshacerlo todo para rehacerlo a su manera.
Desconfiemos de tal sistema. No se puede rehacer en la
naturaleza lo que ella ha creado sin causar una destrucción
total; y, aun y todo, no estamos seguros de que lo que se ha
reducido a polvo vuelva a formar parte de lo que constituye
una nueva creación. Ocurre lo mismo con las obras de la
gracia. Se demuestra tener poco conocimiento de los hombres
y de las obras de Dios cuando se piensa en tales fusiones. Es
como si se dijese que hay que fusionar a todas las familias
83
para no formar más que una, o todos los estados para no
formar más que uno.
Por otra parte, si están contentos, ¿qué más hace falta? No
(nos) inquietarán, eso pienso, porque, sin duda, nosotros no
molestamos a nadie...
...Por lo demás, creo que tendré una explicación con D.
Simón Cattet cuando vaya de vacaciones"86.
El intento de fusionar las dos congregaciones de hermanos
será finalmente rechazado por el consejo del arzobispado de
Lyon el 8 de agosto del mismo año.
Las Religiosas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María
también encontrarán más tarde problemas con Cattet,
sufriendo su autoritarismo y sus intentos de fusionarlas con
las Religiosas del Sagrado Corazón de Magdalena Sofía
Barat.
Al mismo tiempo, el P. Andrés va recibiendo noticias de la
diócesis de Le Puy en las que le comunican que la mayoría de
sus colaboradores están siendo colocados por Mons. de
Bonald en distintas parroquias87. Lamenta profundamente que
estén desbaratando con rapidez lo que él ha ido construyendo
con tanto esfuerzo. Esto no puede menos que influir en su
estado de ánimo.
La carta que escribe desde Blois el 3 de mayo, en la que hace
referencia al episodio de la pretendida fusión con los Maristas
y en la que anuncia su viaje a Lyon durante las vacaciones, es
la última enviada al Hno. Borja. Una semana más tarde, el 10
de mayo, van a aparecer los primeros síntomas de una
enfermedad que se irá agravando progresivamente y le llevará
en veinte días a la muerte.
El día 10 deja de asistir al recreo comunitario y se encierra en
su cuarto. La víspera de Pentecostés se enardece predicando,
termina el sermón entre lágrimas y a duras penas acaba la
misa. Esa misma noche, en una conferencia, no habla más que
84
de Magnetismo, Iluminismo, espíritu animal, Sociedades
bíblicas.
El día de Pentecostés hace gestos raros en la catedral y escribe
sobre los sonidos de los instrumentos que cree oír. Por la tarde
habla al obispo del nuevo reino del Espíritu que va a
comenzar. Viendo su estado, el Sr. Obispo le aconseja irse
unos días a descansar a Tours donde se encuentra su amigo y
compañero de misiones el P. Dufêtre. Al marchar a Tours le
dice a su acompañante: "No se extrañe si me vuelvo loco; esto
no durará más allá del veintiocho", manifestando también que
se encuentra en muy mal estado. En Tours la cosas empeoran,
por lo que lo vuelven a llevar a Blois.
A partir del día 18 cae en una demencia casi continua y no
habla más que de designios eternos, de ataques a la religión,
de Magnetismo, de los sacrificios e inmolaciones que tenemos
que hacer a Dios. Quería inmolarse por la salvación del
género humano. Durante unos días hubo que internarlo en el
hospicio de la ciudad.
De regreso al seminario, a lo largo de la semana volvió a
recuperar la razón a ratos y se confesó.
El día 28, Corpus Christi, día muy esperado a causa de lo que
el P. Andrés había predicho, recuperó casi plenamente la
cordura durante todo el día, pero por la noche volvió a recaer
y al día siguiente se sumió en un profundo silencio.
La noche del 29 al 30, hacia la una y media de la mañana, en
un descuido de los que le cuidaban, se levantó, abrió la
ventana y se cayó desde ella, falleciendo en el acto.
Fue inhumado en el cementerio municipal de Blois el 30 de
mayo de 1826. Dicho cementerio fue trasladado en 1842 al
lugar actual y con el traslado se perdió el rastro de su tumba
que permanece desconocida.
Andrés Coindre, esa persona tan impulsiva, tan animosa, tan
apostólica, ante la cual ningún problema o dificultad era lo
suficientemente grande como para no intentar superarlo, pasó
85
por trances muy complicados en el último tramo de su vida.
El curso 1825-1826 puso a prueba su fortaleza física y
psíquica y no pudo soportar el peso del cúmulo de situaciones
que le abrumaron. La marcha a Blois podemos considerarla
como una manifestación exterior del éxodo que se estaba
produciendo en su interior. Se había visto obligado a dejar los
Misioneros de la Cruz de Jesús para dedicarse a sus "pequeñas
obras", debiendo vencer para ello la oposición del Vicario
general Bochard. Le fue preciso emigrar de Lyon a Monistrol
para que esas "pequeñas obras" pudiesen tener esperanza de
futuro y para seguir respondiendo a las llamadas del Espíritu,
lo que también le creó problemas de relación con las
autoridades de su diócesis de origen. Aquí, en Monistrol,
parecía que todo empezaba a sonreírle, aunque sería por poco
tiempo. De nuevo, sólo tres años más tarde, para evitar
conflictos con el obispo de Le Puy, debía peregrinar a Blois.
Aquí, empezaba a recibir noticias continuas de que su obra se
venía abajo...
Es fácil imaginar que una fuerte depresión o algo por el estilo
se cebaría en él. Por lo menos es evidente que no podía
encontrarse feliz viendo todo lo que ocurría a su alrededor.
Además, había experimentado un cambio radical de estilo de
vida que le obligaba a pasar largas horas de despacho,
reflexión y estudio de nuevas asignaturas tales como Filosofía
sistemática, Magnetismo o la Enciclopedia. También leía el
periódico El Constitucional 88.
Todo ello le pudo hacer perder el sentido del espacio y del
tiempo. No hay que descartar tampoco que su nacimiento
prematuro, así como las situaciones vividas durante su
infancia y adolescencia en la ciudad de Lyon, unido a una
salud no especialmente buena (solía tener fuertes ataques de
gota), influyesen decisivamente en su equilibrio psicológico.
Este cúmulo de situaciones concentradas en tan breve espacio
de tiempo explican con creces el desenlace de su vida.
86
11
UN FINAL QUE ES UN COMIENZO
Lejos de ser una muerte vergonzosa, aunque quizá así haya
aparecido durante mucho tiempo a los ojos de los que
estudiaban su vida y obra, las circunstancias del fallecimiento
de Andrés Coindre suponen hacer real y verdadera, sin
eufemismos, esa frase que tantas veces oímos sobre algunas
personas: "Entregó su vida por Dios en el apostolado al
servicio de la Iglesia, de la infancia y de la juventud, hasta la
locura".
87
Para los que aceptaron tomar el relevo y responder de forma
institucional a sus inquietudes –los hermanos y las hermanas–
no fue fácil asumir su muerte. Él, que con tanto interés se
había ocupado de los niños y jóvenes huérfanos de Lyon, les
había dejado huérfanos a ellos en un momento en que todavía
se hallaban, especialmente los hermanos, en la infancia de la
vida religiosa. Si las dos congregaciones pudieron seguir
adelante y llegar hasta nuestros días, pasando por las difíciles
circunstancias que tuvieron que atravesar a la muerte de
Andrés Coindre, no nos queda más remedio que hacer un acto
de fe en la especial protección de la Providencia.
Esta persona excepcional para la Iglesia, en tan solo diez años
de apostolado (recordamos que el invierno de 1815-1816 es
destinado a Lyon, momento que podemos considerar como
punto de partida de su intenso compromiso apostólico)
desarrolló las siguientes facetas:














Sacerdote celoso entregado a su vocación sacerdotal;
Director espiritual;
Misionero infatigable;
Orador eminente;
Predicador de ejercicios y retiros;
Fundador de la Pía Unión (hoy la consideraríamos
como instituto secular o sociedad de vida apostólica);
Fundador de Providencias para niños y jóvenes pobres
y sin esperanza;
Fundador de las Religiosas de Jesús-María (1818);
Fundador de los Hermanos del Sagrado Corazón
(1821);
Fundador de los Misioneros del Corazón de Jesús
(1822);
Fundador de escuelas y de un colegio-seminario;
Fundador de una Asociación de laicos para apoyar su
obra: Suscriptores del Pío Socorro;
Apologista convencido;
Vicario general de Blois;
88




Canónigo titular de la catedral de Blois;
Superior del Seminario mayor de Blois;
Disponible continuamente al Espíritu;
Entregado por entero al apostolado sin reparar en
esfuerzos;
 Viajero infatigable;
 Víctima de su celo apostólico.
La llamada que recibió Andrés Coindre comprometió su vida
y cambió su rumbo. A su vocación personal como misionero y
predicador, el Espíritu le añadió la de responder a las
necesidades de los niños y jóvenes pobres y sin esperanza,
tanto de la ciudad de Lyon como del mundo rural. El P.
Andrés Coindre supo transmitir a sus discípulos el carisma
que le habitaba y ponerlo al servicio del Evangelio y de una
sociedad que se abría a una nueva época. Los más pequeños,
los más abandonados, se cruzaron en la carrera del P. Andrés
y él supo responderles creando instituciones que perduran
llevando la buena noticia a quienes más lo necesitan.
El P. Andrés Coindre continúa bien vivo en aquellos y
aquellas que siguen subiendo con él a Fourvière, que quieren
ser sus imitadores y cuya respuesta a la llamada de la Iglesia y
de los niños y jóvenes pobres y sin esperanza quieren seguir
encarnando. Su final humano no fue más que el comienzo de
una gran obra que se extiende por los cinco continentes.
89
NOTAS BIBLIOGRÁFICA
1
Girondinos: Grupo político de la Revolución. En 1791, los Girondinos, llamados
también Brisotinos, por el nombre de su jefe, Brissot, formaban la derecha de la
Convención; los más conocidos eran los diputados de la Gironde (de ahí su
nombre): Vergniaud, Guadet y Gensonné. Subieron al poder en 1792, con Roland.
90
Después de la caída de Luis XVI, se sublevaron contra las masacres de septiembre.
Se oponían al predominio político de París. Los Montañeses les hicieron
responsables de los fracasos militares de 1793. Un motín, dirigido por las
secciones de París (31 de mayo de 1793), provocó su ilegalización por parte de la
Convención; 21 de ellos fueron guillotinados el 31 de octubre.
2 Jacobinos: Grupo político de la Revolución que recibe su nombre del hecho de
reunirse en el antiguo convento de los Jacobinos (Dominicos). En sus inicios eran
moderados pero fueron adquiriendo un carácter cada vez más revolucionario con
Robespierre, quien fue su principal animador desde 1792. Eran partidarios
acérrimos de la democracia política. Provocaron la caída de los Girondinos y
fueron disueltos el 23 de agosto de 1795.
3 Nombre de la Asamblea Nacional que gobierna Francia entre 1792 y 1795.
4 Desconocemos lo que ocurrió durante ese tiempo en la familia de Andrés
Coindre. Por el contrario, sabemos que la familia de Claudina Thevenet participó
activamente en la resistencia de la ciudad. Sus dos hermanos mayores, Luis
Antonio y Francisco María, de 20 y 18 años respectivamente, se alistaron como
voluntarios en los ejércitos de Lyon a las órdenes de Précy. Cuando la ciudad cayó
en manos de las tropas de la Convención, éstos fueron encarcelados por haber sido
sorprendido con armas, el primero, y por haber sido denunciado, el segundo.
También fue detenido y encarcelado su tío, Luis Guyot. Durante los tristes días de
cautividad de los suyos, Claudina se dedicó por entero a hacerles la situación
menos penosa, arriesgando incluso su propia vida. El 1 nivoso (21 de diciembre)
fue condenado a muerte por fusilamiento su tío Luis. El 16 nivoso, 5 de enero de
1794, les tocó el turno a sus dos hermanos. Claudina fue testigo de su muerte por
fusilamiento en la llanura de los Brotteaux. Para el resto de su vida le quedarán un
temblor en la cabeza y una respiración penosa, puestos de manifiesto en momentos
difíciles, a los que ella llamará "mi terror" recordando su origen. Las últimas
palabras de Luis y de Francisco: "Perdona, Glady, como nosotros perdonamos"
quedarán grabadas para siempre en su corazón. (Cfr.: GABRIELA MARÍA, De
aquella noche en Pierres-Plantées, Religiosas de Jesús-María, Madrid, 1971, págs.
65-89)
5 Los republicanos moderados ponen fin al Terror y fundan el régimen del
Directorio, en el que se confía el poder ejecutivo a cinco directores para evitar la
dictadura de una sola persona.
6 El poder ejecutivo es confiado a tres cónsules.
7 En 1794 pasó a denominarse calle Chalier, hoy calle Émile Zola
8 Según el Acta de matrimonio de Vicente Coindre y María Mifflet, la familia
Coindre Mifflet se constituyó a principios de julio de 1786. Andrés Coindre nació
el 26 de febrero de 1787 por lo que, como máximo, debio de tener una gestación
de tan sólo siete meses y algunos días, es decir, que nacería prematuro. Podemos
deducir entonces que su débil salud, reflejada en varios documentos, tendría en
este nacimiento prematuro una de sus principales causas y podría haber influido
también en las trágicas circunstancias del desenlace final de su vida.
9 Esta profesión parece ser la propia de la familia Coindre ya que su hermano, Jean
Coindre, también era sastre en Lyon y conservó este oficio hasta el final de su
vida.
10 Cfr.: GABRIELA MARÍA, op. cit. págs. 66-67 y 71-73.
91
11
Sabemos, por diversas actas notariales redactadas en tiempos del Imperio o de la
Restauración, que María Mifflet no sabía escribir. Así consta en ellas para
justificar la ausencia de su firma. Por lo tanto, aunque era una mujer cristiana y
piadosa, su actividad catequética no debió de ser excesivamente ilustrada y sí muy
basada en la religiosidad popular y en lo que habría aprendido en su infancia.
12 El Papa Clemente XIV suprimió la Orden de los Jesuitas en toda la cristiandad
con el breve Dominus ac Redemptor, firmado el 21 de julio de 1773. Pero la Orden
había sobrevivido especialmente en Prusia y Rusia, donde no fue promulgada su
supresión. Los Padres de la Fe también habían sido disueltos por Napoleón en
1804, pero continuaron como sacerdotes diocesanos.
13 Tres días después de la ordenación del Padre Andrés, el Papa Pío VII pasa de
incógnito por Lyon, durante la noche, camino de la reclusión en Fontainebleau.
14 Las múltiples actividades que desarrolló Andrés Coindre le llevaron a tratar con
muchos prelados, y la colaboración que les brindó, lejos de ser puramente formal,
ilumina los distintos aspectos de su carisma; de no haber desaparecido
prematuramente hubiera ocupado normalmente un lugar entre la falange de obispos
que fueron sus compañeros y que realizaron en sus diócesis una pastoral cercana a
la de sus intuiciones apostólicas.
Compañeros del Padre Andrés Coindre ordenados obispos: Ferdinand Donnet,
obispo en 1835, arzobispo de Bordeaux en 1837 y cardenal en 1852; Clément
Villecourt, obispo en 1835 y cardenal en 1855; Nicolas de La Croix d'Azolette,
obispo en 1837; Jean-Mathias Loras, obispo de Dubuque (Estados Unidos) en
1837; Jean-Marie Mioland, obispo en 1838 y arzobispo de Toulouse en 1851;
Louis Rossat, obispo en 1841; Dominique-Augustin Dufêtre, obispo en 1843; JeanPaul Lyonnet, obispo en 1852 y arzobispo de Albi en 1865; Louis-Anne Nogret,
obispo en 1862.
15 GABRIELA MARÍA, op. cit. págs. 146-147.
16 Providencia: Institución benéfica de la primera mitad del siglo XIX. Tiene como
fin recoger a los niños pobres para darles una sólida formación cristiana y
enseñarles un oficio que los capacite para ganarse la vida.
Nótese que Andrés Coindre habría podido eludir fácilmente el problema que se le
planteaba conduciendo a las chicas a la providencia de Saint-Nizier (1808) para
niñas pobres, su conciencia habría quedado tranquila y las chicas habrían recibido
amparo y protección. Pero está claro que detrás de su gesto hay mucho más que la
solución a un problema puntual y concreto…
17 J-P. RIBAUT y G. DUSSAULT, André Coindre, Escritos y Documentos, 4 La
Pía Unión, Reglamento, Preámbulo. Hermanos del Sagrado Corazón, Casa
general, Roma, 2004, pág. 35
18 Ibid., Actas, Sesión del 9 de septiembre de 1817, pág. 108.
19 Vie du Père André Coindre, par un Frère du Sacré-Cœur, Les Frères du SacréCœur, Lyon - Le Puy, 1888, págs. 59-60.
20 J-P. RIBAUT y G. DUSSAULT, André Coindre, Escritos y Documentos, 3 El
Pío Socorro, Hermanos del Sagrado Corazón, Casa general, Roma, 2002, págs. 2830.
21
De esta asociación van a formar parte 17 eclesiásticos, entre ellos el Vicario
general Bochard, dos canónigos, el superior de los Misioneros de los Cartujos, el
Prefecto del Departamento, un diputado de Rhône y otro de Loire, el Tenientegeneral de la 19ª Región Militar, un concejal, el recaudador general, el recaudador
92
de contribuciones, el Comisario de policía, banqueros, negociantes, corredores de
cambio, rentistas… hasta un total de 166 personas.
22 J-P. RIBAUT y G. DUSSAULT, op. cit. pág. 27.
23 SANCTORUM René. El Padre Andrés Coindre, I. Biografía , notas de una
conferencia.
24 Vie du Père André Coindre, op. cit. pág. 48
25 Ibid. pág. 56
26 SANCTORUM, René, op. cit.
27 Según Jacques Gadille, Andrés Coindre, junto con Nicolas-Augustin de La
Croix d'Azolette, sería uno de los autores del “Pío Pensamiento”.
28 GABRIELA MARÍA, De aquella noche en Pierres-Plantées, Religiosas de
Jesús-María, Madrid, 1971, págs. 172-173.
29 Positio de María de San Ignacio (Claudina Thevenet), Sagrada Congregación de
Ritos, Roma, 1981, pág. 549.
30 El Padre Coindre, al institucionalizar la respuesta a las niñas y jóvenes pobres,
pretendía elevar un monumento a la esperanza, es decir, pretendía que esta obra
perdurase en el tiempo. Así se desprende del resumen de una plática que dirige a
las Asociadas de la Pía Unión invitándolas a unirse a las Religiosas:
“El Padre Director, que presidía la asamblea, nos ha hablado algunos momentos
sobre los medios que deberíamos utilizar para perpetuar la Sociedad, y hacerla
durable y permanente hasta el fin de los siglos. Ha propuesto para ello a la
Sociedad, agregarse y unirse con lazos indisolubles a la comunidad de Damas de
Fourvière, algunas de las cuales son miembros de la Sociedad, y asegurar así su
permanencia, adhiriéndola de este modo a una obra que se espera que ha de
continuar siempre.” (Positio de Mª de San Ignacio, pág. 143)
31 Según los documentos que conocemos, tenemos constancia de que en 1817, el
Padre Andrés Coindre predicó 23 sermones en Lyon y dirigió un retiro. Solamente
estuvo fuera de Lyon en el cuarto trimestre, del 14 al 21 de octubre para dirigir un
retiro en Saint-Sauveur (Loire), del 11 al 24 de noviembre para dirigir los retiros
de los Seminarios menores de l'Argentière (Rhône) y Alix (Rhône) y del 30 de
noviembre al 4 de enero de 1818 para predicar la misión de Belleville (Rhône).
32 Andrés Coindre permanece fuera de Lyon todo el primer trimestre y parte del
segundo. Hasta el 10 de enero se encuentra en Tarare (Rhône), después predica un
retiro, del 13 al 21 de enero, en Saint-Germain-Laval (Loire), al que le siguen dos
misiones, una en Chalamont (Ain), del 3 de febrero al 7 de marzo, y otra en SaintChamond (Loire), del 21 de marzo al 2 de mayo. En Lyon predica un retiro en la
Prisión Saint-Joseph, 10 sermones y un retiro a religiosas. Después, un sermón en
Saint-Martin-en-Limonest (Rhône). A lo largo del año dirige también un retiro en
cada seminario menor de la diócesis (Alix, l'Argentière, Meximieux, Saint-Jodard
y Verrières). Termina el año con una misión en Ambierle (Loire) del 14 de
noviembre al 27 de diciembre.
33Este año predica 4 misiones: Millery (Rhône), del 6 de enero al 15 de febrero;
Bourg-en-Bresse (Ain), del 20 de marzo al 1 de mayo; Saint-Just-en-Chevalet
(Loire), del 26 de octubre al 5 de diciembre, y Chavanay (Loire), del 2 de
diciembre al 2 de febrero de 1821. Además dirige 3 retiros fuera de Lyon y 1 en la
ciudad. Sólo predica 4 sermones.
34 "A partir de 1820, año de la primera profesión, 6 compañeros de los Cartujos
juzgaron oportuno no tener que comprometerse con los votos de obediencia al
93
arzobispo y de estabilidad perpetua en la sociedad, que dependía sobre todo del
poder de Bochard. Fueron: Carrand, Barricand, Coindre, Donnet, Dufêtre,
Chevallon. Dejaron la casa entre 1821 y 1823". (Annales des Prêtres de SaintIrénée, pág. 28, en Notes et souvenirs de Mgr. Mioland)
35 "Don Andrés Coindre, viendo que su obra hacía mucho bien, lanzó una llamada
a las almas generosas para poder tener recursos, porque un gran número de esos
niños pertenecían a padres muy pobres. Un gran número de personas le apoyó en
esta empresa y pronto se estuvo en condiciones de recibir a un mayor número de
niños." (RIBAUT, Jean-Pierre, Mémoires du Frère Xavier, Les Frères du SacréCœur, Maison Générale, Rome, 1996, págs. 29-30)
36 En 1822, en una carta dirigida al Hno. Borja dice: "Que nadie se desanime ni se
inquiete. La Providencia está ahí. Desde hace cuatro años, en el momento preciso
ha venido en mi ayuda cuando ya no me quedaba nada, y cuando me envió a mis
queridísimos hermanos no fue para echarlo todo abajo". (RIBAUT, Jean-Pierre,
André Coindre, Écrits et documents, 1, Lettres, 1821-1826, Les Frères du SacréCœur, Maison générale, Rome, 2000, Carta III, pág. 60.)
37 Estas palabras del Hno. Javier dan a entender que en el Pío Socorro había más
encargados que Antoine Genthon y Guillaume Arnaud. Sin embargo, no consta en
los documentos que poseemos que en esa fecha hubiese otros. El censo de aquel
año deja claro que hay dos hombres, 14 obreros (léase: chicos mayores que
manejan bien los telares) y 24 individuos (niños) con 7 telares del tipo “unido” y 5
del tipo “Jacquard”. Es posible, por lo tanto, que hubiese algunos ayudantes que no
estuvieran a tiempo completo y por ello no constaran en el censo.
38 RIBAUT, Jean-Pierre, Mémoires du Frère Xavier, Les Frères du Sacré-Cœur,
Maison Générale, Rome, 1996, pág. 30.
39 Ibid. pág. 31.
40 Ibid. pág. 31.
41 Del 7 de febrero al 5 de marzo en Pont-de-Vaux (Ain); del 25 de marzo al 16 de
mayo en Saint-Étienne (Loire); del 28 de octubre al 4 de diciembre en SaintDidier-sur-Rochefort (Loire) y del 16 de diciembre al 30 de enero de 1822 en Anse
(Rhône).
42 De los otros cuatro miembros del grupo de Valbenoîte no tenemos ningún dato,
desconocemos incluso su nombre al no figurar en los archivos del instituto cuyo
Registro de personal nº 1, que comprende el período 1821-1873, parece no haber
sido establecido hasta 1840.
43 "Si Nuestro Señor escucha mi deseo... veremos dentro de poco tiempo a D.
Andrés Coindre volver a ocupar entre nosotros el lugar que no debiera haber
abandonado y que el bien de la Iglesia y de nuestros hermanos jóvenes... le
indican ser el suyo." (Registres des débuts des Prêtres de Saint-Irénée, rég. nº 11,
pièce 3)
44 El número de hermanos que van a seguir las huellas impresas por el primer
grupo de fundadores crecerá enseguida. La penosa situación creada, como
veremos, por el grupo de Valbenoîte quedará corregida al cabo de cuatro meses, en
abril, pues a partir de entonces empiezan a afluir los candidatos: 7 en 1822, 8 en
1823 (año en el que fallece también el Hno. Pablo, uno de los fundadores), 9 en
1824, 13 en 1825 (en este año deja la congregación un hermano de 1822 y fallecen
dos); en el último año, 1826, hasta mayo, ingresan 4 hermanos y fallece 1. Por
consiguiente, en el momento del fallecimiento del Padre Andrés, el 30 de mayo de
94
1826, la pequeña congregación por él fundada cuenta con 41 hermanos (alrededor
de 100 sumando hermanos, novicios y aspirantes, según el Hno. Stanislas).
El principal encargado de reclutar a sus discípulos era el propio Padre Coindre. Su
posición privilegiada como misionero y predicador le proporcionaba múltiples
ocasiones de escuchar los anhelos de los jóvenes que acudían a pedirle consejo.
Así él mismo discernía si se trataba de una vocación seria, orientándola entonces
hacia el seminario, hacia la congregación de los hermanos o hacia la de las
religiosas si se trataba de chicas. Sin embargo, había también otros candidatos que
llamaban directamente a las puertas del Pío Socorro.
El primer año después de la fundación se recibía a los aspirantes en Lyon. Se
juntaban con los alumnos en las clases para estudiar, pero fuera de esos momentos
tenían que evitar todo contacto con ellos. El Hno. Director era el encargado de su
formación. La realizaba mediante entrevistas individuales y con una conferencia
diaria. Después, al año siguiente, en cuanto se abrió la obra de Monistrol, el Padre
Coindre organizó allí un noviciado, primero en el colegio y después en la casa
Pagnon, a las afueras del pueblo. La formación aquí era más seria, con un maestro
de novicios oficial, el Hno. Agustín, apoyado por un capellán, el Padre Pierre
Montagnac, de los Misioneros del Corazón de Jesús, y un padre y otro hermano
como profesores. Éstos eran los encargados de comunicar el espíritu de la
fundación y de la obra a los nuevos discípulos que se iban agregando con el
tiempo.
45 La muerte prematura del fundador, cinco años más tarde, el 30 de mayo de 1826,
dejará huérfana a la congregación. Después, el período del generalato de su
hermano, el Padre Francisco Vicente Coindre (1826-1841), llevará al naciente
instituto al borde de la desaparición; será el Hno. Policarpo (1841-1859) y sus
sucesores quienes inicien su recuperación y estabilidad.
46 Sin duda, el hecho de colocar sus dos congregaciones bajo la protección de los
Sagrados Corazones de Jesús y de María es debido a varias circunstancias. Como
hijo del siglo XIX, Andrés Coindre se ha visto influido por la corriente general de
devoción al Corazón de Jesús que en esta época, y sobre todo en Lyon y en las
diócesis limítrofes, tuvo gran importancia (no olvidemos que Paray-le-Monial,
lugar de las apariciones a Margarita María de Alacoque, se encuentra a tan solo
115 km). Pero además, en el Seminario menor de l'Argentière ha sido formado por
las Padres de la Fe, antiguos Jesuitas disueltos y reconstituidos en secreto; ellos le
han inculcado esta devoción. Igualmente, a través de su correspondencia y de sus
sermones podemos descubrir la influencia que sobre él tiene la escuela francesa de
espiritualidad del Cardenal de Bérule y de su discípulo San Juan Eudes, que une en
esta devoción los Corazones de Jesús y de María.
47 Nótese que este acta debió ser escrita, como muy pronto, a principios de 1822,
dado que ya no figura ninguno de los nombres de la comunidad de Valbenoîte.
48 RIBAUT, Jean-Pierre, André Coindre, Écrits et documents, 1 Lettres 1821-1826,
Les Frères du Sacré-Cœur, Maison générale, Rome, 2000, carta I, pág. 51.
49 Tanto en los documentos de fundación de las Religiosas como en el proyecto de
estatutos de la nueva sociedad misionera que el Padre Coindre presenta a Mons. de
Pins, se hace referencia a las reglas de San Agustín y a las Constituciones de San
Ignacio. En estos estatutos el Padre Coindre llega a decir: "Es natural vincularse a
una regla antigua y aprobada; y la regla de San Agustín, cuyas bases son tan
amplias que multitud de órdenes regulares e incluso de caballería no dudaron en
95
tomarlas como su primer fundamento, ha sido el regulador sobre el que hemos
asentado los presentes estatutos."
En los archivos generales de los hermanos se conserva un ejemplar de las primeras
reglas en el que se puede comprobar que se trata de una copia cuyo original estaba
escrito en femenino, pues el copista olvidó corregir algunas palabras y referencias
a directivas que únicamente podían estar destinadas a mujeres.
50 "Mando a nuestras damas de Fourvière varios artículos de sus reglas que les
servirán a ustedes un día. Haga que se los lleven enseguida" (Carta XII desde
Monistrol, a 24 de abril de 1824). "El hermano Bernardo tiene mucha necesidad
de leer y releer las reglas de dirección que envié a nuestras damas de Fourvière y
que son para todos los directores. Medítelas bien y trate incluso de ponerlas en
práctica. Cuanta más experiencia tenga, más sentirá su verdad" (Carta XXIII
desde Blois, a 3 de mayo de 1826).
51 RIBAUT, Jean-Pierre, Mémoires du frère Xavier, Les Frères du Sacré-Cœur,
Maison générale, Rome, 1996, pág. 36.
52 "Si abro otro centro, [el hermano Agustín] irá allí para enseñar". En esta fecha
el Padre Coindre considera ya como definitiva la escisión de Valbenoîte. Deja de
lado la idea de fundar otra providencia y orienta decididamente el instituto hacia la
enseñanza en las escuelas rurales siguiendo el modelo de los Hermanos Maristas.
(RIBAUT, Jean-Pierre, André Coindre, Écrits et documents, 1 Lettres 1821-1826,
Carta III, pág. 57)
53 Ibid.: Carta I desde Saint-Didier-sur-Rochefort (Loire), 3 de noviembre de 1821,
págs. 49 y 54.
54 Ibid.: Carta III desde Anse (Rhône), 10 de enero de 1822, pág. 57.
55 Ibid. Carta IV desde Anse, 21 de enero de 1822, pág. 63.
56 Ibid. Carta V desde Loire (Rhône), 6 de marzo de 1822, págs. 67-69.
(Nota: Los Archivos generales de los Hermanos del Sagrado Corazón no poseen
ninguna carta más del Padre Coindre a sus hermanos durante todo este año de 1822
en que realiza una gran labor de organización de sus congregaciones y de apertura
de nuevas obras en Monistrol. Esta correspondencia que, especialmente a partir de
mayo y hasta agosto, no debió de ser muy numerosa debido a la presencia del
Fundador en Lyon, en todo caso, de haber existido, se ha perdido.)
57 El hecho de ser nombrado capellán de Fourvière y de instalar por lo tanto su
residencia en esta providencia y no tanto en su casa familiar del Pío Socorro,
demuestra el gran aprecio que Andrés Coindre tiene por Claudina y las Religiosas.
Es evidente que desde su primer encuentro en 1815-1816, se ha producido un
entendimiento y un apoyo mutuo muy fuerte. Las conversaciones entre ambos,
debido a su cultura similar, se situarían a un mismo nivel, cosa que no sucedía
tanto en sus relaciones con los hermanos que eran de un nivel intelectual más bajo.
Su hermano, aunque en la práctica es capellán del Pío Socorro, oficialmente figura
como coadjutor en San Bruno —cargo que no ejerce— debido a que los hermanos
no han sido reconocidos hasta el momento.
58 La última misión que el Padre Coindre realizará en colaboración con los Padres
de la Cruz en la diócesis de Lyon, será la de Saint-Maurice-en-Gourgois (Loire),
del 27 de octubre al 3 de diciembre de 1822. En este momento, como veremos más
tarde, está ya echando a andar la obra de Monistrol y solamente se une a sus
compañeros misioneros los fines de semana, pasando el resto del tiempo en
Monistrol.
96
59
Las Damas de los Sagrados Corazones ya habían abierto el 14 de noviembre de
1821, en la ciudad de Belleville-sur-Saône, un pensionado, un externado y una
escuela gratuita. Esta fundación, debido a los problemas que ocasionó, tendrá poca
duración y será definitivamente clausurada en 1832.
60Para el significado de camarista hacemos referencia al mismo autor de este texto
que, en la misma página, un poco antes de los párrafos que nos ocupan, explica su
condición de camarista: "Parémonos aquí y digamos una palabra sobre la manera
de estar en el internado: yo era lo que se llama camarista; nos daban la sopa y el
menú de nuestras comidas era poco más o menos el ordinario de la familia: un
poco de tocino, salchichón, huevos, queso, un poco de mantequilla y cuando estas
provisiones se acababan yo tenía un amigo, llamado Galland, que aceptaba
compartir conmigo las suyas; era mi primo pequeño; acabamos haciendo mesa
común. Como pago, mi padre entregaba un saco de harina pasada por el tamiz al
panadero Civier que nos fabricaba un pan excelente; en 5º o en 4º me pusieron
como interno, así como a mi amigo Galland."
61 Este dato viene a confirmar lo que dijimos más arriba sobre la situación cultural
de los hermanos en general. Los vemos aquí asociados a la obra educativa pero en
actividades de apoyo. ¿Cuánto tiempo permanecieron en estas labores en el colegio
de Monistrol? Los documentos no nos responden satisfactoriamente. En todo caso
observamos cómo, en cada congregación, padres, hermanos y hermanas tienen un
papel específico dentro del conjunto de la obra sin haber pensado el Padre Coindre
en fusionarlas, especialmente la de padres y la de hermanos. Es una prueba de que
su deseo es que los hermanos conserven su identidad laical y la misión específica
para la que han sido fundados. La congregación de padres es clerical y tiene
también su misión específica: las misiones, los colegios-seminarios, la predicación.
62 Autobiografía de Jean-Baptiste-Vincent Michel, documento dactilografiado,
inédito, pág. 8. Jean-Baptiste-Vincent Michel nació en Raucoules el 20 de
noviembre de 1802 y fue ordenado sacerdote en el Seminario Mayor Saint-Sulpice
de París en 1832. Fue sucesivamente profesor en el Seminario Menor de Monistrol,
coadjutor en Saint-Paulien, en Bas-en-Basset y en los Carmelitas de Le Puy;
después fue fundador de la parroquia del Pertuis en 1851 y párroco de Saint-JustMalmont en 1855, donde murió el 9 de febrero de 1892. Aquí abrió, en 1857, una
escuela parroquial para la cual solicitó la presencia de los Hermanos del Sagrado
Corazón. El Hno. Policarpo le envió tres hermanos.
63 RIBAUT, Jean-Pierre, André Coindre, Écrits et documents, 1 Lettres 1821-1826,
Carta IX desde Tence (Haute-Loire), 11 de septiembre de 1923, pág. 93: "Nuestras
misiones marchan muy bien. Tenemos en ellas a tres de nuestros hermanos: los
hermanos Luis y Claudio del castillo [de Monistrol] en Tence; y el hermano Pedro,
portero en Montfaucon. Estamos de trabajo hasta los topes. Pero gracias a Dios
nos encontramos bien."
64Vie du Père André Coindre, par un Frère du Sacré-Cœur., págs. 104-105.
65Positio de María de San Ignacio, pág. 571.
66RIBAUT, Jean-Pierre, op. cit., Carta VIII, desde Monistrol, págs. 89-90.
Hay que tener en cuenta también que la situación de la diócesis de Lyon en esos
momentos era bastante complicada. En efecto, tras la caída definitiva de Napoleón
en 1814, el cardenal Fesch, tío del emperador, tuvo que abandonar Francia
refugiándose en Roma, pero sin renunciar a su arzobispado de Lyon. Dejó el
gobierno de la diócesis en manos de los vicarios generales, Courbon, Renaud y
97
Bochard. La Santa Sede inició en 1817 unas negociaciones concordatarias que
acabarían en 1823 con el nombramiento de Mons. Jean-Paul Gaston de Pins como
administrador apostólico. Courbon falleció al año siguiente y Bochard, que se
había opuesto al nombramiento de un administrador mientras no hubiese
renunciado el cardenal, y que durante tanto tiempo se había negado a la aceptación
de las congregaciones religiosas femeninas y a las nuevas congregaciones
masculinas de hermanos, se retiró al Ain, quedando despejado así el camino para el
nuevo administrador. Por lo tanto, en el momento en que el Padre Coindre escribe
esta carta al Hno. Borja, el conflicto se encuentra en plena efervescencia aunque
las aguas volverán a su cauce al año siguiente.
El Hno. Javier, en sus Memorias, dice con respecto a las dificultades encontradas
en la diócesis de Lyon: "La autoridad eclesiástica de Lyon estaba muy enfadada
por haber perdido a D. Andrés Coindre; (el vicario general encargado de las
congregaciones religiosas) contaba también con la pequeña comunidad que
estaba fundando para proporcionar hermanos a la diócesis; había expresado
formalmente el deseo de ello; pero D. Andrés Coindre les había respondido que su
obra era una obra general, que no quería restringirla a una sola diócesis. Picados
por esta respuesta, le dieron la espalda, diciéndole 'Pues bien, usted no saldrá
ganando en eso, nos inclinaremos del lado de D. Marcelino Champagnat'. Lo cual
hicieron, en efecto, esperando que este último entrara en sus propósitos. Sin
embargo se equivocaron porque el padre Champagnat no quiso, al igual que
nosotros, restringir su obra a la única diócesis de Lyon. Sin embargo lo
protegieron siempre, esperando que sacarían más ventajas de él que de D. Andrés
Coindre. Por eso mandaron anunciar en los retiros pastorales, a los párrocos que
allí se encontraban reunidos, que si tenían algunos candidatos aptos para la vida
religiosa, los enviasen a D. Marcelino Champagnat, y sólo a D. Marcelino
Champagnat. Eso duró un buen número de años, rechazando todo a los hermanos
del Sagrado Corazón." (RIBAUT, Jean-Pierre, Mémoires du frère Xavier, págs.
42-43.)
67La diócesis de Le Puy, suprimida durante el período revolucionario, no había
sido restablecida por el Concordato de 1817, por lo que se vio agregada al
obispado de Saint-Flour hasta su restablecimiento definitivo el 6 de octubre de
1822. Mons. Louis-Jacques-Maurice de Bonald fue nombrado primer obispo de
dicha diócesis el 13 de enero de 1823, preconizado el 10 de marzo y consagrado en
París el 27 de abril. Tomó posesión el 18 de junio. Una de sus primeras visitas
pastorales la realizó a Monistrol, quedando gratamente impresionado al encontrar
en esta pequeña ciudad de aproximadamente 3000 habitantes, unas obras,
organizaciones y vitalidad apostólica de las que carecía la sede episcopal. Por ello
mismo, parece ser que concibió cierta envidia al comprobar que un pueblo tan
pequeño superaba a la capital de la diócesis. Más tarde apoyó el conflicto que
provocó la dimisión del Padre Coindre como superior de los misioneros y su
marcha a Blois. El 4 de diciembre de 1839, tras la muerte del cardenal Fesch, fue
nombrado arzobispo de Lyon, y creado cardenal el 1 de marzo de 1841. Murió
como primado de Francia en 1870.
68
El primer hábito del instituto consistía en una sotana negra, abierta desde el
cuello hasta la cintura, adornada con doble tableado. Tenía una gran capucha y un
manteo que llegaba hasta los talones. Además llevaba un alzacuellos blanco con
forma de rabat, cíngulo y un gran rosario. Al principio, como dice el Hno. Javier
98
en sus Memorias y nos cuenta la tradición, los hermanos llevaban un calzón
(culotte) con una especie de levita terminada en una pequeña esclavina, y hasta
sombrero de copa. El Padre Coindre había dejado libertad a los hermanos para
adoptar la vestimenta que juzgasen más adecuada y no le daba mayor importancia:
"Les he dejado (libres) para vestirse con levita y calzones (culottes). Dejo eso a su
discreción tanto por lo que a usted respecta, como a los demás. Para usted tenga
un carrique (especie de abrigo) y una levita limpios para los domingos. Cuando
esté seguro de la obediencia y de la piedad verdaderamente religiosa de nuestros
otros hermanos, deles la vestimenta. Haga confeccionar los calzones como
quiera." (RIBAUT, Jean-Pierre, André Coindre, Écrits et documents, 1 Lettres
1821-1826, Carta VI desde Saint-Arcons, a 29 de abril de 1823, págs. 75-76).
69STANISLAS, Les Frères du Sacré-Cœur, Historique de l'Institut 1821-1956,
Maison généralice, Rome, 1956, pág. 18.
70RIBAUT, Jean-Pierre, Mémoires du frère Xavier, págs. 44-45 y Chapitres
Généraux de l'Institut des Frères du Sacré-Cœur, 1824-1906; Copie conforme aux
Registres des Chapitres Généraux. Transcrite par le Frère Stanislas, Archiviste,
1968; Archivos generales, págs. 1-4.
71 Aunque no consta este dato en ningún documento, podemos concluir que el
cargo era vitalicio porque en posteriores elecciones no se renovará nunca; sin
embargo, el Hno. Borja lo seguirá ejerciendo. Además debemos notar que es la
única vez que figura este cargo en la historia del instituto.
72 RIBAUT, Jean-Pierre, op. cit. págs. 43-46
73
La aprobación de los Estatutos de las Damas de los SS. CC. de Jesús y de María
por Mons. de Pins para la diócesis de Lyon tiene lugar el 18 de julio de 1825.
74Durante los años 1824 y 1825 participa en un total de 11 misiones (6 en 1824 y 5
en 1825), lo cual supone una dedicación a esta tarea de 8 meses el primer año y 7
el segundo.
75En realidad, por lo que respecta a esta última, se entrevista en Blois con algunos
sacerdotes de Mans que acuden a él para saber cómo funcionan las misiones, pues
pretenden que el Padre Coindre funde con ellos una nueva sociedad de Misioneros
del Sagrado Corazón para su diócesis. Respecto a este punto, Pierre Zind se
pregunta "si Coindre no diseñaba entonces el plan de una única sociedad de
Misioneros del Sagrado Corazón para toda Francia, exactamente como, en la
misma época, Jean-Marie de La Mennais pensaba en destinar para toda Francia
la Sociedad de los Sacerdotes de Saint-Méen. Sin embargo, había una diferencia
importante entre los dos proyectos: el primero tenía que realizarse mediante la
fusión de los equipos misioneros existentes, mientras que el segundo pretendía la
eliminación de esos grupúsculos por medio de los candidatos que saldrían de la
escuela menesiana de Saint-Méen. Sí que había un parecido importante: en ambos
proyectos, los misioneros debían presidir las congregaciones de los hermanos de
enseñanza". (Cfr.: ZIND, Pierre, Les nouvelles congrégations de frères
enseignants en France de 1800 à 1830, Saint-Genis-Laval, 1969, págs. 370-372)
76 Otro detalle importante es que el Padre Coindre llegó a solicitar al consejo
archidiocesano de Lyon "que se fundiese su obra de los misioneros de Le Puy con
la de los Padres de la Cruz de Lyon e ir a Tours sin dejar de pertenecer a Lyon.
Este último punto fue concedido, pero el primero era inadmisible" (Deliberación
del consejo archidiocesano de Lyon (1824-1827), pág. 48, citado en ROURE, Jean,
op. cit., pág. 143).
99
77
"Se presentan tantos jóvenes para ser hermanos que vamos a vernos
desbordados sin saber cómo ocuparlos. Todos saben trabajar la tierra y nada más.
Nos haría falta una finca para que la cultiven, como hacen los trapenses, pero
¿dónde encontrar el dinero?..." (RIBAUT, Jean-Pierre, André Coindre, Écrits et
documents, 1 Lettres 1821-1826, op. cit., Carta XII desde Monistrol, a 24 de abril
de 1824, págs. 100-101.)
78El Padre Andrés realizó las gestiones para alquilar en Le Puy el antiguo convento
de los Jacobinos (Dominicos). El contrato fue firmado por él mismo el 19 de
febrero de 1825 y las religiosas abrieron la nueva casa en agosto.
79Curiosamente, en esta misión también participó el Padre Coindre, que, aunque no
había sido convocado en un principio por Mons. de Bonald, acudió, con su
aprobación, en ayuda del Padre Mercier, Misionero del Corazón de Jesús, uno de
los primeros en ser reclutado para esta sociedad. El Padre Mercier se había
quedado solo como predicador en la parroquia de los Carmelitas porque el padre
Jesuita que debía ayudarle había caído enfermo y pidió ayuda al entonces ya
antiguo superior suyo que en aquel momento se encontraba descansando unos días
en Lyon. Ésta sería su última misión.
80 Aunque existen evidentes conflictos de intereses entre el Padre Coindre y Mons.
de Bonald, no deja de haber cierto apoyo del obispo a las obras de Monistrol. Por
ejemplo, la asignación de becas en beneficio de los seminaristas, aunque también
las prometió en favor de los novicios de los hermanos y al final no cumplió su
promesa.
81
El Padre Coindre escribe entonces al Hno. Borja las siguientes palabras
manifestando un gran pesar: "Temo mucho los problemas con Le Puy. Ya han
zarandeado a nuestros misioneros, de manera que no se sorprenda si dentro de
poco le dicen que he presentado mi dimisión. Que esto quede entre usted y el
padre capellán, pero es terrible verse desorganizado por aquellos que se dicen tus
protectores y tu apoyo." (RIBAUT, Jean-Pierre, op. cit., carta XIX de otoño de
1825, págs. 123-124)
82En la última ceremonia de profesión que presidió en Fourvière, el 29 de enero de
1826, firmó ya las actas como Vicario general de Blois.
83 Diaconal: Enseñanza oral impartida a los seminaristas al finalizar los estudios
sobre temas de moral sexual y conyugal para prepararlos al ministerio de la
confesión.
84RIBAUT, Jean-Pierre, op. cit., carta XX desde Blois a 25 de febrero de 1826,
pág. 131.
85Las Religiosas de Jesús-María conservaron hasta la segunda mitad del siglo XX
la costumbre de entregar una copia de esta carta a cada religiosa en el momento de
su profesión.
86RIBAUT, Jean-Pierre, op. cit., carta XXIII desde Blois a 3 de mayo de 1826,
pág. 144-146.
87 El Padre Pierre Eynac es enviado como párroco a Saint-Laurent (Le Puy) el 1 de
marzo; el P. Román Montagnac a Arlet el 12 de marzo; el P. Juan Víctor Benoît a
Saint-Géron el 22 de marzo; el P. Antonio Fabre a Alleyrac el 27 de marzo; el P.
Juan Luis Freycenon a Varennes-Saint-Honorat el 1 de abril; el P. Antonio Mercier
a Saint-Étienne près d’Allègre, igualmente el 1 de abril; el P. José Gatty a Vals el
27 de mayo; el P. Havon, párroco de Dunières, en mayo.
100
88
Le Constitutionnel: Periódico liberal que publicaba artículos repletos de grandes
ataques contra los sacerdotes. Dos firmas eran las más conocidas: Paul-Louis
Courier, un panfletista, y Béranger, un compositor de canciones. El primero era un
francotirador que lanzaba cada cierto tiempo flechas envenenadas contra sus
víctimas cuidadosamente escogidas y golpeaba a la Iglesia con una ironía tan
contenida y beatífica que parecía estar pidiendo el aplauso de los católicos. Por su
parte, Béranger componía canciones maliciosas, aunque sencillas y agradables,
tras las que escondía sus intenciones. Unidos a estos dos estaban los autores de
caricaturas; citemos como ejemplos la caricatura de las misiones (un rebaño de
ocas y de pavos que escuchan a un mono disfrazado de monje) o la de los
sacerdotes (en medio de hogueras e instrumentos de tortura, pisoteando la Carta y
contando monedas de oro). Montlosier, católico, pero anticlerical, publicaba en él,
en febrero de 1826, un panfleto titulado: Memoria a consultar sobre un sistema
político que tiende a derribar la religión, la sociedad y el trono, en el que señala
tres peligros: la Congregación, los Jesuitas y el olvido de los artículos de 1862 que
defendían la independencia del rey frente a Roma.
El Padre Andrés Coindre se inscribe dentro del conjunto de personas (entre ellas,
por ejemplo, Mons. de Quélen o Mons. Frayssinous) que combatieron con energía
tales doctrinas y ataques. Según Jean-Paul Lyonnet, el Padre Coindre extraía
párrafos de El Constitucional y se los leía en los recreos. "Anteayer revisé los
papeles que ha dejado. Encontré más de trescientas hojas de papel que había
redactado desde hace no más de tres meses. No me atreví a leerlas por miedo a
perder la cabeza. En ellas profundiza en los misterios de nuestra santa religión y
explica, hasta donde puede, los secretos de la naturaleza. Si lo desea, se las
enviaré, aunque las distintas hojas tengan poca coherencia entre sí." (RIBAUT,
Jean-Pierre, Autour de la mort du père André Coindre, Annuaire 90, pág. 29-30)
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