VIGENCIA DE LA REFORMA UNIVERSITARIA (Miguel Bravo Tedín) En 1919 apareció un grueso libro con todos los antecedentes y documentación referidas a la Reforma del 18. Lo curioso a destacar es que aquellos mismos que causaron las jornadas de junio del 18 hablaban varios años antes de la necesidad de realizar una reforma universitaria. Ni aquellos que serían los victimados por los reformistas del 18 ignoraban el grado de desprestigio, de nepotismo, de mediocridad académica a la que habían llevado tantos años de privilegio, a la lamentable situación en la que estaban. Las reformas propuestas no eran sino meros retoques cosméticos, permitían si una ligera representación sin voto (por supuesto) de los estudiantes y arreglaban todo de manera que el príncipe de Lampedusa podría haber firmado en su conocida novela. Nada en toda esta documentación permitía hablar de la posibilidad de una profunda reforma universitaria. De esos profesores y autoridades de la universidad de Córdoba no iba a salir por supuesto ningún cambio de calidad. Alguna vez escribimos que: “En el principio fue una biblioteca”, parafraseando al Génesis y en realidad así fue de manera sustancial. En el 16 presidió la Biblioteca Córdoba el doctor Juan Zacarías Agüero Vera joven intelectual y dirigente radical que realizó junto con otros universitarios de esa época una intensa y original campaña de remoción de ideas. Y así el ámbito de la biblioteca fue donde los más importantes intelectuales de la época hablaron de muchas cuestiones que hacían a una actualización cultural. Alejandro Korn, José ingenieros, Arturo Capdevila y muchos más desfilaron por la Biblioteca Córdoba en una suerte de campaña de esclarecimiento de ideas que fue algo así como un fresco aire a la anquilosada Córdoba de aquel entonces. Por supuesto que poco duró el director pues la fuerza de la reacción barrió con él y todos los que en ese momento pretendían meter en el ruedo nuevas ideas. También un periódico del 16 y 17 “El Heraldo” junto con La Voz del Interior hablarían de la necesidad de cambiar las cosas en el ámbito universitario. En el libro que comentamos al principio se nota que era constante en la sociedad cordobesa de aquel entonces esta inquietud que no era de un pequeño grupúsculo de intelectuales y de universitarios sino que día a día se fue haciendo una suerte de tema importante de todos los días. Por eso cuando en el 18 se suprime el internado del Hospital Nacional de Clínicas, desencadenante inmediato de las jornadas de junio del 18, la rebeldía de los universitarios de medicina caía en campo fértil. No debemos olvidar que de lo cerca de mil estudiantes con los que contaba la universidad en aquel entonces, medicina era la que tenía un 60% de todo y por su peso fue sin duda del grupo más luchador y persistente. Los estudiantes de medicina nucleados en su mayoría en el barrio Clínicas se convirtieron en los máximos agitadores de esas jornadas, y luego no debemos olvidar la activa y esclarecida participación de ese joven brillante, de pluma incisiva y de ideas claras que fue Deodoro Roca. La diferencia sustancial entre esta universidad a la que aspiraban los estudiantes y la que hasta entonces había durado en una suerte de sueño de ideas era algo que Roca una y otra vez insistiría, revolución copernicana que la alejaba de aquella otra. El estudiante afirmaría Roca era lo importante en la universidad y no los profesores. El estudiante no solamente era lo importante sino que además tenía que cogobernar la universidad. Algo de esta nueva visión de la cuestión la había vislumbrado Joaquín Víctor González presidiendo durante 12 años la universidad de La Plata. González quizás el más importante intelectual de principios de siglo que tuvo la Argentina hizo de esa universidad un centro de nivel científico y humanístico que destacaba en toda América latina. Por eso muchas de sus iniciativas serían tenidas en cuenta por los reformistas de Córdoba. Y algo muy curioso a destacar es que en octubre del 18 los estudiantes de la Federación Universitaria Argentina y los de La Plata despedirían de su rectorado a González mostrando el afecto y el cariño que había despertado su larga y meritoria gestión que no tenía nada que ver con lo que estaba ocurriendo por esos días en Córdoba. Pero Córdoba no se hizo reformista y a pesar del apoyo radical pasarían muchos años antes que ello ocurriera. Pensamos que fue en ese barrio Clínicas donde se siguió militando en los ideales reformistas, conservando su legado, a pesar que la universidad se resistía a los necesarios cambios. No olvidemos que poco tiempo después los conservadores en el poder impedirían que ello ocurriera y tampoco el régimen peronista con su ley universitaria permitió que la reforma entrara a la universidad. En Córdoba en los tiempos del peronismo sería rector designado a dedo una personalidad de cierto relieve como fue el doctor Armando Busto que los estudiantes, socarronamente lo llamarían “Corpiño”. Pasarían casi 50 años cuando asumió en el 58 el doctor Jorge Orgaz cuando la larga y postergada reforma universitaria llegó a la Casa de Trejo. El rectorado del doctor Orgaz es de obligado recuerdo por lo mucho y bueno que hizo y como hasta la mentalidad había cambiado en todo sentido, alguna vez lo supimos decir que “prefería que los estudiantes le rompieran algunos muebles al rectorado y no que la policía lastimara a algún estudiante”. La bonhomía de este catedrático fue proverbial y a él le siguió el rectorado del doctor de Villafañe Lastra. Y luego el oscurantismo a partir de la desgraciada ley universitaria que a poco de asumir su dictadura implementara Onganía. De nuevo la vieja universidad, de nuevo apalear estudiantes, de nuevo asesinar estudiantes. El interregno del peronismo no mejoró mucho la situación de la universidad y menos todavía el Proceso Militar. Este esbozo de lo que fue la reforma universitaria en Córdoba, proyectada como modelo en toda América y el mundo nos habla de que no fueron muchos los años realmente reformistas de la universidad, que fueron más los tiempos de ostracismo y rechazo pero al final ganó la verdad y ganaron los reformistas del 18.