PRENSA – MARZO 2013 Este referéndum en las Falklands no significa ni resolverá nada Richard Norton-Taylor Sábado 9 de Marzo de 2013 Los isleños de las Falklands votan para continuar siendo parte del Reino Unido, pero no se resolverá ninguno de los problemas de soberanía con Argentina. En los próximos días, se consultará a alrededor de 1.600 habitantes de las Islas Falkland si quieren “retener su status político actual como territorio de ultramar del Reino Unido”. Nunca antes en la historia británica ha sido tan previsible el resultado de un referéndum, ni tan provocativo su propósito. El referéndum que se realizará el domingo y el lunes no solucionará nada. Exacerbará cansados y anacrónicos argumentos sobre soberanía. La pregunta estará acompañada por una explicación: “Según la constitución de las Islas Falkland, el pueblo de las Islas Falklands tiene derecho a la libre determinación, el cual puede ejercer en cualquier momento”. Expliquémosles eso a los habitantes de las Islas Chagos, expulsados para que Gran Bretaña pudiera establecer su “Territorio del Océano Índico” y permitir a Estados Unidos construir una base sobre la isla más grande del archipiélago, Diego García, desde donde los aviones bombardean blancos en Iraq y Afganistán, y los aviones de la CIA se reabastecen para llevar personas a la Bahía de Guantánamo. El Consejo Ejecutivo de las Falklands, compuesto por tres miembros de la Asamblea Legislativa, insiste en que las islas no son una “colonia” a pesar de que el gobernador es designado desde Londres y tiene la autoridad de imponer leyes a los habitantes. Describe a las islas como “completamente autónomas, salvo en cuestiones de defensa y relaciones exteriores”. También dice que el Consejo “puede reconsiderar su status en cualquier momento. Esto podría incluir plena independencia”. El referéndum, por supuesto, es un instrumento para fortalecer la posición de los gobiernos del Reino Unido y las Falklands mientras Argentina intensifica su llamado a negociar sobre la soberanía de las islas. La disputa sobre soberanía existe desde hace siglos, y Gran Bretaña nunca ha tenido mucha confianza en su reclamo sobre las islas. En 1929 el Duque de Wellington observó: "He revisado todos los papeles relativos a las Malvinas. De ninguna manera encuentro claro que alguna vez hayamos sido titulares de la soberanía de dichas islas". Gran Bretaña estaba incluso dispuesta a llegar a un acuerdo con la junta militar de Galtieri durante los años anteriores a la invasión de las islas en 1982. Los documentos que se hicieron públicos recientemente tras “la regla de los 30 años” demostraron que la política británica era negligente y consistía en esperar lo mejor, como dijo Lord Carrington, el Secretario de Relaciones Exteriores de Thatcher, en una reunión privada del comité conformado para analizar las circunstancias que llevaron a la invasión de 1982. “Si tengo que ser muy franco y casi grosero, había que mantener la pelota con los argentinos. Ese era el objetivo. No teníamos ninguna carta en la mano”. Carrington agregó: “Había muchas razones por las que llegar a un acuerdo hubiera sido beneficioso para todos. Si no podés darte el lujo de defender un lugar… lo único que podés hacer es mantener las negociaciones la mayor cantidad de tiempo posible, ya sea que vayan a ser exitosas o no”. Con relación a un plan de retroarriendo sugerido por el Foreign Office un año antes, manifestó: “Lo que recuerdo es que las conversaciones con Argentina no iban tan mal y al comienzo los isleños no reaccionaron demasiado fuertemente, pero la Cámara de los Comunes reaccionó de manera muy fuerte”. Los documentos revelan que Thatcher misma estaba dispuesta a negociar con Argentina incluso después de la invasión, mientras el operativo británico se dirigía a las islas. Argentina cuestiona el derecho a la libre determinación para los habitantes de las islas como lo exige Gran Bretaña. No deberían tener ese derecho, asevera Argentina, pero continuarán gozando de todos sus derechos humanos, civiles, políticos y culturales, su modo de vida, como lo hacen las minorías en otros países alrededor del mundo. Las resoluciones de las Naciones Unidas sobre la disputa, de las que ha habido 40, no se refieren a la libre determinación sino a los “intereses” de los isleños. Los intentos en las Naciones Unidas por parte de Gran Bretaña para incluir la frase no han tenido éxito. La ONU declara que la disputa sobre la soberanía debe ser resuelta por medio de negociaciones bilaterales, entre Argentina y Gran Bretaña, no con los isleños. Según cifras recientes, la mayoría de los habitantes no nacieron en las Falklands. Por primera vez el año pasado, dice Argentina, el censo no ofreció información sobre las personas que nacieron en las islas. Sin embargo, a los habitantes se les consultó sobre cuál consideraban que era su identidad nacional. Una mayoría respondió “Falklanders”. En su visita a Londres el mes pasado, Héctor Timerman, el Canciller argentino, dijo que no existen los “Falklander”. Los habitantes de las islas son británicos, sostiene Argentina, pero el territorio no lo es. Es una cuestión de integridad territorial. Un visitante de Marte se sorprendería si alguien le dijera lo contrario. Un acuerdo que consagre derechos fundamentales – políticos, humanos, sociales, económicos, culturales – protegidos por la ley, traería beneficios más sanos y prácticos para los habitantes de las Falklands que una disputa estéril sobre soberanía. Este es un concepto que en todo caso se ha ido debilitando a lo largo de los años a medida que las naciones, incluida Gran Bretaña, aceptaron seguir las reglas y obligaciones, así como los beneficios, de los acuerdos internacionales militares, económicos y comerciales. Así que, como han dejado en claro los países de la región, a través de su Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el próximo referéndum en las Falklands no tiene significado alguno. Este artículo fue modificado el 11 de Marzo de 2013, para arreglar la fecha del comentario del Duque de Wellington acerca de la soberanía de las islas Falkland que debe decir 1829. Enlace: www.guardian.co.uk