Historia falsa sobre las Falklands/Malvinas ante la Organización de las Naciones Unidas: Cómo la Argentina engañó a la ONU en 1964 – y sigue haciéndolo © 2012 por Graham Pascoe y Peter Pepper D esde la década del 60, los pobladores de las Islas Falkland1 han sido víctimas de los esfuerzos de la Argentina para promover su reclamo de soberanía sobre las islas – esfuerzos que culminaron en la invasión argentina en 1982. La oleada actual de intensa presión argentina comenzó con el establecimiento de un grupo de presión oficial dentro del Congreso argentino, el “Observatorio Parlamentario – Cuestión Malvinas” en junio de 2006. Esto fue anterior al repudio por parte de Argentina, en marzo de 2007, del Acuerdo de Hidrocarburos con Gran Bretaña de 1995, y más de tres años antes de la reanudación de perforaciones petroleras alrededor de las Falklands en el 2010: la actual presión argentina no es una respuesta a la exploración petrolera en las Falklands. En el 2007 el “Observatorio” distribuyó folletos gravemente erróneos sobre las Falklands a colegios argentinos. Estos folletos contenían gran parte de la historia falsa que la Argentina también presenta ante la Organización de las Naciones Unidas. (i) Parte de las ruinas de Port Egmont, donde el Comodoro John Byron afirmó la soberanía británica sobre las Falklands en enero de 1765. El reclamo de soberanía de la Argentina no es antiguo Los políticos argentinos continuamente alegan que el reclamo argentino sobre las Falklands data del 1820, pero esto no es verdad. El reclamo de la Argentina fue terminado por un tratado en 1850 (ver la sección 6 abajo), y durante 34 años la Argentina mantuvo silencio en relación a las Falklands. Durante ese período, varios líderes argentinos declararon que la Argentina no tenía disputa alguna con Gran Bretaña. Luego de un breve reavivamiento en 1884, el reclamo fue generalmente desistido hasta los años 1930, cuando el Senador Alfredo Palacios trabajó arduamente para promover el tema. En 1939 Palacios y otros formaron el primer grupo de presión sobre “Malvinas”,2 aprovechando la difícil situación de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. Para 1946 el reclamo sobre las Falklands se había convertido en una política oficial de la Argentina bajo la presidencia de Perón. Argentina en la Organización de las Naciones Unidas – Resolución 2065 A partir de 1945 y durante veinte años la Argentina hizo una muy breve mención de su reclamo cada año ante la ONU, pero no hizo mucho más que eso. La nueva estridencia data del 9 de septiembre de 1964, cuando el representante de la Argentina ante la ONU, José María Ruda, hizo una presentación de 8.000 palabras ante el Sub-Comité III de la ONU, 3 que formaba parte del Comité de Descolonización de la ONU (el “Comité de 24” o “C24”), y al que se encomendó determinar si las Falklands estaban sujetas al proceso de descolonización tal como surge de la Resolución de la ONU 1514 (XV) de 1960 (sección 11 abajo). Su presentación aparentó ser un relato de la historia de las islas y del reclamo de soberanía de la Argentina, sin embargo, estaba plagada de errores y proveyó un relato profundamente falso de la historia. No obstante, la presentación de Ruda resultó en última instancia en la aprobación de la Resolución 2065 por la Asamblea General de la ONU en 1965 (ver la página 2 abajo). Falsedades reiteradas en la ONU Esta breve monografía examina las aseveraciones históricas realizadas por la Argentina en la ONU, que en términos generales permanecen sin cambios desde la presentación por José María Ruda en 1964. Su presentación sería difícil de superar en cuanto a la cantidad de inexactitudes. Entre muchas otras, Ruda hizo las siguientes aseveraciones erróneas, algunas en forma reiterada – el número entre paréntesis a la derecha indica la cantidad de veces que mencionó cada una: 1. Que España hizo reserva expresa de su soberanía en el tratado del 22 de enero de 1771 que puso fin a la crisis 1 Se usa el nombre “Islas Falkland” en esta monografía ya que es más antiguo que el nombre francés “Malouines” de que “Malvinas” es una derivación. El nombre “Falkland” fue dado primero al estrecho entre las dos islas grandes (“Falkland Sound”) por el capitán John Strong del buque británico Welfare en 1690. Fue usado primero para referirse a todo el archipiélago por el capitán británico Woodes Rogers en su bitácora el 24 de diciembre de 1708, y publicado primero en su libro sobre su viaje, A Cruising Voyage Round the World, Londres 1712. El cartógrafo real francés Guillaume Delisle originó el nombre “Malouines” en 1720 y lo publicó primero en un mapa en 1722. En español cambió primero a “Maluinas” y entonces a “Malvinas”. Alrededor de los años 18051810, la transición era casi completa. Sin embargo, los españoles todavía escribieron “Maluinas” en los documentos y la placa que dejaron en las islas el 13 de febrero de 1811 cuando se fueron por la última vez. 2 “Junta de Recuperación de las Malvinas”, fundada en Buenos Aires el 19 de octubre de 1939. 3 El Sub-Comité III estaba presidido por Carlos María Velázquez, Embajador de Uruguay ante la ONU y defensor activo del reclamo argentino sobre las Falklands. El apoyo de Velázquez fue decisivo en la ampliación de las actividades por la Argentina ante la ONU en relación a su afirmación de soberanía sobre las Falklands (esto fue declarado por el diplomático argentino Dr. Lucio García del Solar en un seminario titulado, “El Rol de los Isleños de las Falklands en la Disputa por la Soberanía con la República Argentina”, en St. Antony’s College, Oxford, el 25 de mayo de 1993). El apoyo de Velázquez le permitió a Argentina proseguir sus ambiciones territoriales bajo el pretexto de descolonización. 2 provocada por el ataque por España en tiempos de paz sobre el establecimiento británico en Port Egmont en 1770; (6) 2. Que la Argentina designó un gobernador en las Falklands en 1823; (1) 3. Que Gran Bretaña expulsó a la población argentina de las Falklands en 1833; (5) 4. Que los habitantes argentinos opusieron resistencia ante los “invasores” británicos; (2) 5. Que Gran Bretaña remplazó a los habitantes argentinos con súbditos de Gran Bretaña; (2) 6. Que no ha habido ningún acuerdo internacional que confirme la posesión británica de las Falklands; (1) 7. Que la Argentina jamás ha aceptado la posesión británica de las Falklands; (3) 8. Que la Argentina nunca ha dejado de protestar la posesión por Gran Bretaña de las Falklands; (6) 9. Que el reclamo de la Argentina es imprescriptible, es decir: eterno salvo que sea desistido libremente; (2) 10. Que los actuales isleños de las Falklands constituyen una población transitoria; (2) 11. Que la posesión británica de las Falklands viola la integridad territorial de la Argentina; (4) 12. Que Gran Bretaña tomó las Islas Georgia del Sur y las Islas Sandwich del Sur de la Argentina por la fuerza. (2) Todas las aseveraciones anteriores son erróneas. En conjunto, la presentación por José María Ruda contenía docenas de errores históricos, algunos reiterados varias veces, entre los cuales los que se enumeran arriba son sólo los más importantes.1 A pesar de su total inexactitud histórica, esta presentación por Ruda marcó el comienzo de una nueva campaña de la Argentina para obtener las Islas Falkland. El siguiente año, 1965, el nuevo representante de la Argentina ante la ONU, Bonifacio Del Carril, declaró las falsedades 7 y 8 una vez cada una, y la 11 tres veces, en una presentación que culminó con la aprobación de la Resolución 2065 el 16 de diciembre de 1965. Desde entonces, la Argentina ha repetido estas falsedades en muchas oportunidades ante la C24 – por ejemplo, el 24 de junio de 2010, el nuevo ministro del exterior de la Argentina, Héctor Timerman, declaró las falsedades 3, 5 y 8 tres veces cada una, la 11 cuatro veces, y la 7 y la 9 una vez cada una. Un año más tarde, el 21 de junio de 2011, declaró las falsedades 3, 5 y 7 dos veces cada una, y las 8, 9 y 11 una vez cada una. 1 Además de los errores enumerados arriba, algunos de los otros errores incluyen los siguientes: que Gran Bretaña “tomó” Saint Helena en 1815 (fue en 1659); que el barco USS Lexington visitó las Falklands en mayo de 1831 (fue en diciembre); que no hubo certeza en Gran Bretaña sobre la existencia de las Falklands hasta mediados del siglo 18 (no había tal falta de certeza); que los tratados Anglo-Españoles de los siglos 17 y 18 excluían a Gran Bretaña de las Falklands (no es verdad); y que en 1820 David Jewett anunció que las reglas de pesca argentina serían de aplicación en las islas (no anunció tal cosa). 2 Resolución 2065 (XX) del 16 de diciembre de 1965 La Resolución 2065 simplemente invitó a Gran Bretaña y la Argentina a negociar el futuro de las Falklands, conforme a la Carta de la ONU y a los “intereses” de los isleños de las Falklands; no proclamaba ningún veredicto sobre los méritos del reclamo sobre las islas de cada país. El texto de la resolución no hacía referencia a los “deseos” de los isleños (la base para toda descolonización genuina). La Argentina sostiene que esto se hizo para excluir el principio de autodeterminación, alegando que Gran Bretaña “expulsó a la población argentina” en 1833 y que una población que remplazaba a una “población expulsada” no debería tener la capacidad de autodeterminación. No obstante, el alegato de que Gran Bretaña había expulsado a la población argentina es falso (sección 3 abajo), de modo que la resolución fue obtenida mediante el engaño a la ONU. El pedido de que entidades extranjeras (Argentina y Gran Bretaña) decidan sobre los “intereses” de los isleños en su lugar es vital para Argentina, pero absurdo; no puede estar en el interés de un pueblo ser gobernado en contra de sus deseos. En todo caso, el texto de la Resolución 2065 no excluye la autodeterminación. La Resolución 2065 no dispuso un resultado para las negociaciones – el resultado podría haber sido someter el caso a la Corte Internacional de Justicia, o una decisión de que Argentina desista de su reclamo, o una decisión de darles la independencia a las islas, o que se asocien a Gran Bretaña bajo la Resolución 1541 (XV) de la ONU del 15 de diciembre de 1960, o cualquier otra solución pacífica. A la larga, fue Argentina que burló la resolución, invadiendo las islas en 1982. Desde la Guerra de Malvinas (Falklands War), Argentina ha seguido presentando su reclamo ante la ONU; cada año presenta un falso relato de la historia de las islas, y pide a Gran Bretaña “respetar” la Resolución 2065 e iniciar negociaciones sobre la soberanía – siempre pretendiendo la entrega de las islas a la Argentina, aunque esto no se menciona en la Resolución 2065. Pero desde 1994, cuando el reclamo sobre las Falklands fue consagrado en la Constitución Argentina, éste se ha convertido en la única solución aceptable para la Argentina. Los reclamos de Gran Bretaña y de la Argentina El caso presentado por Gran Bretaña se fundamenta en tres elementos: un reclamo histórico muy bien sustentado; un reclamo de soberanía de base política, ya que los falklandenses claramente quieren seguir siendo británicos; y la administración británica continuada durante casi 180 años. Argentina carece de un reclamo político ya que los isleños no están pidiendo unirse a la Argentina, y – aun cuando los argentinos en ocasiones han dicho lo contrario – no existe en el derecho internacional tal cosa como un reclamo territorial basado en la contigüidad (cercanía geográfica). El hecho que la Argentina ahora posee la costa frente a las Islas Falkland es irrelevante. De modo que el caso presentado por Argentina es exclusivamente histórico – y, como demuestra esta 2 El número romano entre paréntesis es el número de sesión de la ONU. Todos los detalles en esta monografía sobre la ONU provienen del sitio web de la ONU. 3 monografía, la historia que provee el único sustento para el reclamo argentino es falsa, ya que comprende las falsedades repetidas enumeradas arriba y examinadas en detalle a continuación. La verdad en cada uno de esos casos se presenta a continuación: 1. España no hizo reserva expresa de su soberanía en el tratado del 22 de enero de 1771 que puso término a la crisis provocada por el ataque efectuado por España en tiempos de paz a Port Egmont en 1770. Tanto Gran Bretaña como España reservaron su soberanía en dicho tratado. Un borrador temprano del tratado decía que: “nada puede disminuir el derecho previo de soberanía del Rey de España” sobre las Falklands, pero Gran Bretaña no aceptaría esos términos. El texto final decía que la devolución de Port Egmont a Gran Bretaña: … no puede ni debe afectar en nada la cuestión de derecho anterior de soberania de las islas Malvinas, llamadas por otro nombre Falkland.1 Esa declaración dejó la soberanía de ambos países exactamente como había estado antes de la toma española de Port Egmont. No hizo reserva específica de los derechos españoles, aunque muchos escritores han aseverado equivocadamente lo contrario. 2. Argentina no designó un gobernador en las Falklands en 1823. Ruda declaró lo siguiente ante el comité de descolonización de la ONU en 1964: “En 1823 el Gobierno de Buenos Aires designó a Don Pablo Areguati como Gobernador de las Islas Malvinas.” Esto es falso. La verdad es que Jorge Pacheco, un veterano argentino de la guerra de independencia a quien el gobierno argentino debía dinero, y su socio de negocios, Louis Vernet (1791-1871), un comerciante de Buenos Aires,2 se decidieron por realizar una inversión en las Falklands. El 18 de diciembre de 1823, Pacheco solicitó al gobierno de Buenos Aires una pequeña concesión de tierra en las islas y que el empleado de ambos, Pablo Areguati, sea otorgado el grado de “comandante” sin paga. La solicitud de tierra fue concedida,3 pero no la designación de Areguati. Él no recibió rango ninguno.4 (ii) “Estamos pereciendo”: página 1 de la carta de Pablo Areguati del 12 de febrero de 1824 describiendo el estado delicado de la expedición de 1824. (AGN, Buenos Aires, Sala VII, legajo 129, documento 51). Areguati desembarcó con unos pocos gauchos el 2 de febrero de 1824 en Port Louis,5 lugar del antiguo establecimiento penal español en las Falklands, “Puerto Soledad”, que los españoles habían abandonado en 1811. Su carta a Pacheco del 12 de febrero (figura ii) describe el estado calamitoso de la expedición: Estamos sin carne, sin galleta, y sin polvora pa cazar. Nos mantenemos de conejos azados, pues no hay graza à causa de no poder salir à carnear por qe no hay caballos. Con decirle à V qe estamos pereciendo, he concluido.6 El emprendimiento rápidamente fracasó, pero no antes de un enfrentamiento con el barco británico Adeona, cuyo capitán amenazó con denunciarlo por piratería ante el gobierno británico.7 Areguati abandonó las Falklands en el barco de la expedición, Fenwick, el 7 de junio, llegando a Buenos Aires el 2 de julio de 1824. Ruda declaró en 1964 que la expedición “sólo prosperó en parte”, cuando en realidad había sido un fracaso rotundo. El Fenwick navegó desde Port Louis sin el capataz Aniceto 1 Documento original en los archivos nacionales británicos, “Public Record Office” (PRO), Londres, FO 6 501, folio 14 recto: “ne doit nullement affecter la question du droit antérieur de souveraineté des Iles Maloüines, autrement dites Falkland.” Traducción aquí al español desde el libro en francés de Paul Groussac, Les Isles Malouines, Buenos Aires 1910; edición castellana: Las Islas Malvinas, Buenos Aires 1936. 2 Vernet era de origen hugonote (Protestante) francés y había nacido en Hamburgo, donde se habían establecido sus abuelos luego de huir de la persecución religiosa en Francia. 3 La documentación está en los archivos nacionales argentinos, Archivo General de la Nación (AGN), Buenos Aires, Sala VII, legajos 127 y 129. En agosto de 1823 Pacheco había obtenido permiso de Buenos Aires para sacar utilidad de East Falkland. 4 Areguati nunca se refirió a si mismo como gobernador ni con ningún otro cargo oficial. Esto es confirmado por el historiador argentino Mario Tesler en “Gobernadores que nunca fueron”, Clarín, Buenos Aires, 6 de junio de 1974. 5 No hubo asentamiento argentino antes. La afirmación de Presidenta Cristina Fernández de Kirchner frente al Comité de Descolonización de la ONU el 14 de junio 2012 que la Argentina tenía presos en las Falklands en 1816 (basada en la carta conocida de José de San Martín) es totalmente incorrecta. San Martín no sabía que los Realistas españoles habían retirado los integrantes de su pequeño presidio en 1811, trasladándolos a Montevideo. Así que no había nadie en las Falklands en 1816, salvo cazadores de focas británicos y estadounidenses. 6 AGN, Sala VII, legajo 129, doc. 51 (fig. ii). 7 Carta redactada en alemán, del 8 de abril de 1824, escrita por Emilio Vernet desde Port Louis a su hermano Louis Vernet, AGN, Sala VII, legajo 132, doc. 8. 4 Oviedo y sin siete gauchos, quienes finalmente lograron partir el 24 de julio en la balandra británica para caza de focas, Susannah Anne.1 Llegaron a Buenos Aires el 12 de agosto de 1824 y se les pagó y despidió el día siguiente.2 Louis Vernet y todos los demás inversionistas en esa expedición perdieron su dinero. Desde el momento en que Oviedo partió con los últimos gauchos, no quedó nadie de la Argentina en las Falklands por dos años, hasta junio de 1826, cuando Vernet arribó con una segunda expedición para recuperar su inversión perdida. Y cuando Vernet llegó a las deshabitadas ruinas del antiguo establecimiento penal español a Port Louis, se encontró con dos barcos británicos, el Star y el Sprightly, que estaban pasando el invierno en la laguna allá. Ayudado por las tripulaciones de esos dos barcos, Vernet empezó a construir su nuevo asentamiento.3 Así Vernet le dio a la Argentina un motivo de reclamo de soberanía sobre las islas. 3. Gran Bretaña no expulsó a la población argentina de las Falklands en 1833. De hecho, Gran Bretaña hizo lo posible para persuadir a los residentes genuinos a permanecer allí. En agosto de 1832 el gobierno británico ordenó al almirantazgo disponer visitas anuales a las Falklands por “un buque de Su Majestad”.4 No había ninguna intención de ocupar las islas en forma permanente, ya que la política británica del momento se oponía a contraer compromisos adicionales en ultramar. Las visitas anuales eran para mantener los derechos británicos en las Falklands y para impedir cualquier amenaza a las rutas comerciales británicas hacia el Pacífico – al gobierno le preocupaba la actividad estadounidense en las Falklands. La actividad estadounidense a la que se hace referencia fue una visita a las islas por la corbeta USS Lexington durante el Año Nuevo de 1831-2, más una escalada de la presencia de barcos de guerra de EE.UU. en Río de Janeiro. El capitán del Lexington, Silas Duncan, había navegado a las islas cumpliendo órdenes de proteger a la marina estadounidense después de la captura de tres barcos estadounidenses – Harriet, Breakwater y Superior – por Louis Vernet, quien había acusado a sus capitanes de la caza “ilegal” de focas en las islas. Sin embargo, ningún país aceptaba ninguna autoridad de Buenos Aires en las Falklands, ni la autoridad de Vernet para capturar barcos, y los estadounidenses llevaban cerca de 60 años cazando focas 1 AGN, Sala III, Capitanía del Puerto, legajo 17. AGN, Sala VII, legajo 127, doc. 33. 3 La presencia del Star y del Sprightly es documentada en la lista de barcos que visitaron Port Louis, escrito por Vernet en inglés, titulada “Arrivals and Sailings of Vessels touching at the East Falklands, Begun the 9th June 1826”, en AGN, Sala VII, legajo 129, doc. 61. La documentación sobre los tripulantes de esos barcos construyendo una casa para Vernet se encuentra en sus memorias, escritas en inglés, en AGN, Sala VII, legajo 141, “Memoirs on the Falkland Islands”, p. 54, y en una cuenta de pagas en AGN, Sala VII, legajo 129, doc. 57, “to carpenters of Brigantine Star and Sloop for building our house at Berkeley Sound August 14th 1826: 186 dollars” [“a los carpinteros del Bergantín Star y Balandro por la construcción de nuestra casa a Berkeley Sound 14 de agosto 1826: 186 pesos de plata”]. 2 en las islas. Vernet había llevado al Harriet a Buenos Aires con la esperanza de que le fuera adjudicado como presa. Así fue que el Capitán Duncan navegó el Lexington a Port Louis, puso fuera de acción la artillería de Vernet, quemó la pólvora y destruyó las armas de mano, impidiendo que el asentamiento pusiera nuevamente en peligro a barcos estadounidenses. Tomó prisioneros a 7 hombres que habían participado en la captura del Harriet y persuadió a unas 40 personas de entre los habitantes a abandonar las islas, pero no destruyó el asentamiento (como afirmó erróneamente José María Ruda en 1964). Cuando el Lexington zarpó de Port Louis el 22 de enero de 1832 aún quedaban unos 25 habitantes, la mayoría de ellos gauchos. A causa de la intervención de Estados Unidos, el gobierno británico ordenó visitas anuales por barcos de la Marina Real a las Falklands. La primera fue la corbeta HMS Clio, que arribó a Port Louis en enero de 1833. Su capitán, John James Onslow, tenía órdenes de exigir que cualquier “fuerza extranjera” abandone el lugar, pero de no molestar a ningún habitante civil. Sus instrucciones decían: … no los molestarás en su trabajo agrícola o en otro trabajo inofensivo.5 De hecho, Onslow instó a los pobladores a quedarse – declara en su informe:6 Me costó bastante trabajo Persuadir a 12 de los Gauchos a permanecer en el Asentamiento, de otro modo habría resultado imposible atrapar el ganado y habría cesado el beneficio de la renovación de provisiones para las embarcaciones. Más adelante en su informe, Onslow declara: Lamento decir que observé un estado de desánimo entre los Gauchos; parecían insatisfechos con su paga… La totalidad de los habitantes me pidió que yo peticionara ante el gobierno en su favor para obtener concesiones de tierras.7 Los gauchos estaban insatisfechos porque se les estaba pagando con “moneda” papel sin valor impresa por Louis Vernet, que sólo podían usar para comprar bienes a precio elevado en el almacén propiedad del mismo Vernet, en lugar de recibir monedas de plata, que podrían gastar como quisieran. La mayoría estaba seriamente endeudada con Vernet. El único grupo que Onslow sí expulsó fue una guarnición de 26 hombres (con sus 11 mujeres y 8 niños) que había venido en la goleta armada Sarandí como una respuesta argentina a la visita del Lexington. Habían arribado 5 Órdenes del almirantazgo a Onslow, PRO Adm 1/2276: “… you are not to disturb them in their agricultural or other inoffensive employments”. 6 Informe de Onslow, PRO Adm 1/2276: “I had great trouble to Pursuade 12 of the Gauchos to remain on the Settlement, otherwise cattle could not have been caught, and the advantages of refreshments to the shipping must have ceased.” 7 Informe de Onslow, PRO Adm 1/2276: “I regretted to observe a bad spirit existed amongst the Gauchos, they appeared dissatisfied with their wages… The whole of the inhabitants requested me to move the government in their favour for grants of land. ” 5 el 6 de octubre de 1832 y partieron el 4 de enero de 1833, de modo que su estadía duró menos de tres meses. Además, el embajador británico en Buenos Aires había presentado una protesta diplomática oficial a la Argentina al enterarse de la designación de un comandante político y militar interino (el Mayor Esteban Mestivier) y de su partida rumbo a las Falklands con la guarnición.1 Estas personas no habían sido exactamente pacíficas – el 30 de noviembre de 1832 algunos de ellos se habían amotinado, asesinando brutalmente a su comandante, Mestivier, y habían robado y aterrorizado a la población civil, causando que ocho de esos pobladores busquen refugio a bordo de la goleta británica, Rapid. Los únicos residentes que partieron en enero de 1833 fueron: Joaquín Acuña y su mujer Juana Mateo González y su mujer Marica Acuña era brasileño y González uruguayo;2 los dos eran gauchos que eligieron partir libremente, llevando consigo a sus mujeres. Es probable que estos cuatro pobladores sólo habían llegado a las islas el 15 de julio de 1831, ya que las únicas mujeres anotadas en las cuentas de Vernet, aparte de algunas esclavas negras, habían llegado desde Montevideo en el barco británico Elbe en esa fecha (junto con unos 20 otros gauchos).3 De modo que es probable que las dos mujeres, al igual que sus parejas, no hayan sido argentinas (aunque la soberanía de Uruguay no fue decidida finalmente hasta muchos años después). Habían estado en las Falklands menos de 18 meses, y partieron a pesar de la invitación de Onslow a quedarse. No fueron expulsados; Gran Bretaña sólo expulsó a la guarnición argentina amotinada y asesina. Los residentes civiles se quedaron; la mayoría era de Argentina, y todos habían llegado recientemente – en enero de 1833 sólo dos de los hombres que habían arribado con Vernet en junio de 1826 aún permanecían ahí, y los dos se quedaron.4 Nueve amotinados partieron en el Rapid, engrillados; el resto del guarnición partió a bordo del Sarandí. Al llegar a Buenos Aires los amotinados fueron procesados en un consejo de guerra por el motín y asesinato de Mestivier. Siete fueron fusilados, y dos otros azotados y sentenciados a más años de servicio en el ejército, que es aún más prueba de la índole militar de los expulsados.5 1 PRO FO 6 499, fols. 195 recto a 196 recto. De sus respectivas declaraciones juradas, AGN, Sala VII, legajo 136. 3 AGN, Sala VII, legajo 127, doc 33. 4 Estos eran Jean Simon, un gaucho francés, posteriormente el gaucho capataz de Vernet, uno de los 5 hombres asesinados en Puerto Louis el 26 de agosto de 1833 (sección 4 abajo), y Manuel Coronel, quien vivió en las Falklands hasta su muerte el 5 de noviembre de 1841 (certificado de defunción, en los archivos nacionales falklandenses, Jane Cameron National Archives, JCNA, Stanley, volumen H1). Coronel había sido uno de los integrantes de la expedición fracasada de 1824 (sección 2); él y otro gaucho de esa primera expedición, Aniceto Oviedo, regresaron a las islas con Vernet en 1826. No se vuelve a saber de Oviedo; Coronel dejó las Falklands en 1827 por un tiempo pero luego regresó. 5 British Packet and Argentine News (BPAN), 9 de febrero 1833. 2 (iii) Sólo la guarnición fue expulsada: primera página de la lista de personas que abandonaron las Falklands en enero de 1833, escrita por José María Pinedo, 16 de enero de 1833. (AGN, Sala III, doc. 1320). La Argentina ha engañado el mundo y la ONU con una ilusión de paz y tranquilidad en las Falklands al comienzo del año 1833 cuando llegó el buque británico HMS Clio. La verdad es muy diferente. Había un caos total, sin administración genuina; y el grupo expulsado no era una población genuina.6 6 Antes del asesinato de Mestivier el buque Sarandí había zarpado de Port Louis para patrullar las costas del archipiélago para buscar barcos que cazaban “ilegalmente” focas (cosa que los británicos y estadounidenses habían hecho desde 60 años, que los gobiernos de los dos países consideraban como perfectamente legal). Se produjo otro enfrentamiento con un barco estadounidense, esta vez el foquero Sun. José María Pinedo, el capitan del Sarandí, expulsó al Sun de las islas y el capitán del Sun, Joseph Trott, fué a Montevideo para denunciarlo frente la embajada estadounidense allá. Los diplomáticos estadounidenses se pusieron furiosos por este nuevo desafío contra sus derechos tradicionales de pescar en las Falklands. Ordenaron al Sun volver a sus tareas en las Falklands, y alistaron el Lexington para volver de nuevo a las islas y oponerse contra el Sarandí si fuera necesario. Pero mientras estaban alistando el Lexington vieron el Sarandí pasando Montevideo rumbo a Buenos Aires. Se enteraron que los británicos habían expulsado el Sarandí y se dieron cuenta que no sería necesario actuar. Cuando capitán Pinedo volvió a Port Louis en el Sarandí el 30 de diciembre de 1832, se enteró de la muerte de Mestivier. Los amotinadores ya estaban capturados con la ayuda de tripulantes de un buque francés que estaba de visita, y estaban detenidos engrillados en la goleta inglesa Rapid, que el ayudante a Mestivier, Antonio Gomila, habia fletado para traerlos a Buenos Aires. Pero pronto Pinedo descubrió que Gomila estaba involucrado en el motín, y que había mal tratado a la viuda de Mestivier, así que Pinedo decidió asumir el mando del asentamiento en caos. Pinedo estaba intentando investigar el motín y restablecer la paz, cuando el buque británico HMS Clio llegó el 2 de enero de 1833. Así que no se puede decir que había paz o una administración genuina entonces – la guarnición indisciplinada había causado una anarquía total. Tambien a la presencia del Sarandí y a la guarnición faltaba legitimidad, dado el rechazo estadounidense y, sobre todo, las protestas diplomáticas británicas, una de las cuales había sido 6 El comandante del Sarandí José María Pinedo tomó nota de todos los que partieron (fig. iii); llama a Acuña y González “Individuos de la isla”, confirmando que eran residentes genuinos. También enumera a tres “extranjeros”, José Viel, Juan Quedy y Francisco Ferreyra, y un “prisionero”, Máximo Warnes, quienes claramente no eran residentes genuinos.1 Pinedo también escribió un informe que describe su visita a las Falklands, donde confirma que se invitó a los residentes genuinos a quedarse. El indica que las instrucciones de Onslow fueron que: … los habitantes que quisiesen voluntariamente quedar, que serian respetados ellos y sus propiedades como anteriormente…2 Que aquellos que partieron lo hicieron por su propia voluntad, como indica claramente una carta dirigida a Louis Vernet dictada en Port Louis por el jefe de los gauchos, el analfabeto Jean Simon: … el Comandte Pinedo dixo á la gente qe el qe quisiera ir pa Bs ays. qe lo llevara y llevo algs peones…3 La carta de Jean Simon fue publicada por primera vez en Buenos Aires en 1967,4 de modo que a partir de entonces se hizo de público conocimiento en Argentina que Gran Bretaña no había expulsado a la población de las Falklands. Después de la partida del Sarandí, aún quedaban dos docenas de habitantes en Port Louis, mayormente gauchos y principalmente de lo que es ahora Argentina. El capitán Onslow tuvo dos reuniones con los gauchos, el 5 de enero a bordo del Clio, y el 7 de enero en la “sala” de la casa principal; él dispuso que ellos trabajaran durante cuatro meses para Louis Vernet, y si Vernet no regresaba o enviaba un representante, ellos podrían trabajar por su propia cuenta.5 Onslow zarpó nuevamente el 10 de enero de 1833, dejando la bandera británica al cuidado del almacenero británico de Vernet, William Dickson,6 pero no dejó ninguna otra presentado específicamente contra la designación de un nuevo comandante politico y militar interino – Mestivier. El capitán del Clio, John James Onslow, exigió que el Sarandí se retirara con la guarnición, y el Sarandí se fué el 4 de enero. Pero los británicos instaron que los civiles se quedaran – y la mayoría lo hizo. La documentación sobre ese episodio está en la AGN (informe de Pinedo, AGN, Sala VII, legajo 60). 1 AGN, Sala III, legajo 1320. Lista también publicada en Ernesto J. Fitte, La Agresión Norteamericana a Las Islas Malvinas, Buenos Aires 1963, pp. 372-373, y en Mario Tesler, El Gaucho Antonio Rivero, Buenos Aires 1971, pp. 235-237. 2 Del informe de Pinedo escrito a bordo de la goleta Sarandí el 16 de enero de 1833 después de regresar a Buenos Aires, AGN, Sala VII, legajo 60, p. 22. 3 Carta de Jean Simon a Vernet, 2 de abril de 1833 (dictada en Port Louis a Ventura Pasos, quien era de Buenos Aires), AGN, Sala VII, legajo 130, doc. 62, fol. 1 recto. 4 En [Anon.], El Episodio Ocurrido en Puerto de la Soledad de Malvinas el 26 de Agosto de 1833…, Buenos Aires 1967, 122-128. 5 Carta de Jean Simon dictada a Louis Vernet, fol. 2 verso. 6 Dickson vino de Dublín, Irlanda, que en ese entonces formaba parte de Gran Bretaña. presencia británica oficial en las islas – de hecho, nadie del Clio (o del Tyne, ver sección 4) permaneció en las Falklands. Todo esto demuestra que los habitantes genuinos no fueron expulsados. De hecho, al parecer ellos preveían una mejora en su situación bajo la bandera británica. Por lo tanto, el alegato argentino de que Gran Bretaña expulsó a la población argentina de las Falklands en 1833 es falso. Los habitantes continuaron trabajando en Port Louis (nombrado “Puerto Soledad” por los españoles, pero Louis Vernet revertió al antiguo nombre francés “Port Louis”), y de hecho enviaron un cargamento de productos de las islas a Buenos Aires a bordo de la goleta británica Rapid en abril de 1833. Algunos de esos habitantes vivieron en las islas durante muchos años después de 1833: hay un registro que los gauchos Santiago López, Manuel Coronel y Antonina Roxa trabajaron allí para un Louis Vernet ausente en 1835;7 posteriormente Antonina Roxa alquiló y manejó una gran estancia y murió en Stanley en 1869.8 Carmelita Penny, una de las esclavas negras de Louis Vernet,9 murió en Stanley en 1845, y sus tres hijos varones permanecían en las Falklands en 1851.10 En 1858 el gobierno británico le pagó a uno de sus hijos, José Simon, £550 para saldar las deudas que mantenía Louis Vernet con el padre de José, Jean Simon,11 quien había sido asesinado en agosto de 1833 junto con otros cuatro por unos gauchos en una disputa relacionada a la paga (sección 4). La última de los que permanecían en las Falklands en 1833, Gregoria Parry, otra esclava negra de Vernet, murió en Stanley en 1871.12 Argentina siempre ha omitido mencionar que Louis Vernet, nacido en Hamburgo de descendientes hugonotes, no quería pobladores argentinos; había llegado a considerarlos no aptos para las condiciones austeras de las islas. En vez de argentinos, trajo pobladores originarios del norte de Europa. Los únicos argentinos que consideró útiles para su emprendimiento fueron los gauchos, cuyas habilidades como cazadores de ganado salvaje eran esenciales. Estos gauchos fueron residentes genuinos, pero para Vernet eran meros empleados, no pobladores. La mayoría eran hombres solteros. El asentamiento de Vernet en Port Louis contenía tres grupos de personas: colonos (principalmente alemanes); gauchos (de Argentina y Uruguay, incluyendo algunos indios Charrúa capturados en las guerras con la población nativa), y esclavos negros, de los cuales Vernet había comprado 30 en 1828; para 1832 sólo quedaban 17. 7 AGN, Sala VII, legajo 130, doc. 104. Registro de Muertes y Registro de Entierros, en JCNA, Stanley. 9 La esclavitud había sido ilegal en Argentina desde 1812, pero en realidad continuaba bajo otros nombres. Los esclavos de Vernet eran técnicamente “trabajadores por contrato no rescindible a largo plazo”. Habían sido tomados de barcos negreros capturados y puestos bajo este sistema de trabajo (contratos no rescindibles) para trabajar sin paga por plazos fijos, generalmente de diez años. Vernet le había pagado a sus captores para obtenerlos (AGN, Sala VII, legajo 132, docs. 64-69). 10 Censo de las Falklands 1851, en JCNA. 11 Carta del Gobernador Moore, 13 de diciembre de 1858, en JCNA, B10, 443-444. 12 Certificado de defunción del 11 de abril de 1871, en JCNA. 8 7 Todas las personas a las cuales Vernet tenía previsto vender tierras eran de Europa o de Norte América;1 ninguno era de Argentina. También había previsto que ellos traerían más colonos del norte de Europa. Todos los colonos europeos fueron persuadidos de abandonar las islas en el USS Lexington en enero de 1832,2 junto con todos los esclavos negros de Vernet salvo tres de ellos. El Lexington también se llevó como prisioneros a 6 gauchos y al empleado británico de Vernet, Mathew Brisbane, quien había participado de la captura del Harriet. De modo que no fue Gran Bretaña quien retiró a los colonos en 1833, sino los Estados Unidos en 1832, un año antes de la llegada del HMS Clio para reafirmar la soberanía británica. Los estadounidenses no se llevaron al resto de los gauchos. La mayoría seguía ahí cuando llegó el Clio, y Gran Bretaña los alentó en forma activa a permanecer allí. La acción del Lexington causó una ruptura de las relaciones diplomáticas entre la Argentina y los Estados Unidos que duró casi 12 años, hasta 1844.3 También trajo consecuencias muy negativas para la empresa de Vernet, aunque ésta continuó. Por muchos años Vernet intentó obtener compensación de los Estados Unidos, pero EE.UU. siempre rechazó sus reclamos fundamentándose en que él no tenía ningún derecho de capturar barcos estadounidenses. En 1839, en un juicio relacionado al seguro que cubría los barcos capturados, la Corte Suprema de EE.UU. dictaminó que la acción de Vernet había sido ilegal (y por ende la pérdida debía correr por cuenta de los aseguradores) después que el gobierno estadounidense informara a la Corte que las Falklands no formaban “ninguna parte de los dominios bajo la soberanía del gobierno de Buenos Ayres”.4 Bonifacio del Carril, quien había remplazado a Ruda como representante de la Argentina ante la ONU, dijo algo en la ONU en 1965 que pasó desapercibido en el momento. Omitió la mayor parte de la historia espuria que había sido empleada por Ruda un año antes, pero hizo una concesión importante – dijo que Gran Bretaña había “expulsado a la guarnición” de las islas. Eso demuestra que en 1965 Argentina sí conocía la verdad. No obstante, declaraciones argentinas recientes ante la ONU han reiterado la falsa declaración nro. 3 de Ruda, al efecto que Gran Bretaña “expulsó a la población argentina”. 1 AGN, Sala VII, legajo 129, doc. 119. Los que abandonaron las islas fueron las familias alemanas Schmidt, Klein y Feuser (14 personas en total), un alemán soltero (Sperl), una persona soltera de habla inglesa (Knight) y una familia hispanoparlante con 3 integrantes – todos ellos figuran en la bitácora del Lexington, en Archivos Nacionales de EE.UU., Washington DC, RG 24, E. 118, Pt 123. La familia Grossi (3 personas), de origen genovés, también partió en ese momento, y colocaron un anuncio en su casa declarando lo felices que estaban de partir. Vernet los había contratado como pescadores. 3 William R. Manning, Diplomatic Correspondence of the United States: Inter-American Affairs 1831-1860 [Correspondencia Diplomática de los EE.UU.: Asuntos Interamericanos 1831-1860], vol. I, Washington 1932, p. 22, nota al pie. 4 Charles Williams v. Suffolk Insurance Co., 38 U.S. 415 (1839). 2 4. Los habitantes argentinos no opusieron resistencia a los “invasores” británicos. En su presentación de 1964, José María Ruda declaró que las acciones británicas en las Falklands en enero de 1833 habían sido “contrarias a la voluntad de sus habitantes”. Esto no es verdad. La verdad quedó demostrada por un coronel británico hispanoparlante, Belford Hinton Wilson, quien había tenido una participación notable en el movimiento de independencia sudamericana – había asistido a Simón Bolívar y éste le había dado las gracias en su testamento. Wilson había sido nombrado embajador británico en el Perú, y había visitado las Falklands a bordo de un buque británico, HMS Tyne, que arribó el 14 de enero de 1833 (cuatro días después de la partida del Clio), y pasó cuatro días en Port Louis. Wilson habló en español a los gauchos, quienes le dijeron que el Capitán Onslow les había pagado con monedas de plata a cambio de carne vacuna, mientras que Vernet les había pagado en su “moneda” de papel impreso sin valor. Wilson informó al gobierno británico: Estos Gauchos permanecerían gustosos en la Isla bajo cualquier inglés que designe el Gobierno…5 Los gauchos residentes habían vivido el caos causado por el Lexington y por la guarnición argentina sediciosa y asesina. Estaban fuertemente endeudados con Vernet y ansiaban la llegada de tiempos de paz y de buena paga bajo autoridad británica. Tristemente, ni el Clio ni el Tyne dejaron a persona alguna ahí para asegurarles esto; durante exactamente un año (10 de enero de 1833 al 10 de enero de 1834) no hubo ninguna presencia británica oficial en las islas. En vez de ello, el empleado principal de Louis Vernet, Mathew Brisbane (un escocés), y Don Ventura Pasos (un argentino) regresaron al lugar el 3 de marzo de 1833, junto con un nuevo secretario británico, Thomas Helsby. Ellos reestablecieron el negocio de Vernet con todos sus abusos, en particular el uso de su moneda impresa sin valor alguno, y procedieron a manejar el establecimiento en su representación igual que antes. Desesperados por obtener una paga justa o escapar de sus deudas, el 26 de agosto de 1833, ocho de los gauchos, liderados por el gaucho Antonio Rivero, asesinaron a cinco de los principales habitantes: Mathew Brisbane, Ventura Pasos, el gaucho jefe Jean Simon (de origen francés), William Dickson (un irlandés) y Anton Vaihinger (un alemán).6 En su presentación en 1964, Ruda hizo referencia al “resto de los colonos que se resistieron a los invasores”, y algunos autores argentinos siguen insistiendo que los asesinos se estaban “resistiendo” a Gran Bretaña,7 sin embargo las víctimas fueron representantes de Vernet y por ende de Argentina, no de Gran Bretaña – Ventura Pasos era sobrino de Juan José Pasos, uno de los gobernadores de Argentina luego de la independencia, y pariente político 5 “These Gauchos would cheerfully remain on the Island under any Englishman whom the Government may please to appoint”. Del informe de Wilson, en PRO CO 78/1, fols. 212-213. 6 Thomas Helsby era británico pero no fue blanco de los asesinos, posiblemente por haber llegado recientemente a las islas y no haber trabajado anteriormente para Vernet. 7 Por ejemplo, en el nuevo libro gravamente erróneo para escuelas argentinas: Malvinas en la historia: Una perspectiva suramericana, publicado por la Universidad de Lanús, Buenos Aires 2011, p. 123. 8 lejano de Vernet. Era argentino por donde se lo mire. El hecho que él fue asesinado demuestra que no se trató de una sublevación anti-británica. Los principales historiadores argentinos, como Ernesto Fitte, Arnoldo Canclini, Humberto Burzio, Ricardo CailletBois, Laurio Destéfani, Armando Alonso Piñeiro, y Juan José Cresto consideran a estos asesinos como delincuentes comunes. Louis Vernet también consideró que estos asesinos eran delincuentes comunes. Varios marineros británicos que estaban en las islas Falkland en ese momento habían provisto a los asesinos de municiones la noche anterior, y por ello fueron arrestados bajo sospecha de complicidad en los asesinatos. Tuvieron suerte de ser exculpados posteriormente. Ellos no fueron lastimados por los asesinos, quienes querían escapar a la Patagonia, para lo que necesitaban la ayuda de los marineros británicos. En toda la extensa documentación de archivo del momento, que incluye declaraciones juradas de testigos presenciales, no hay un solo indicio de que los asesinos hayan actuado por motivos políticos en contra de Gran Bretaña. De hecho, el diario de Buenos Aires, Gaceta Mercantil, del 30 de abril de 1834, describió los “viles” asesinatos sin la menor sugerencia de que hubieran tenido motivación política o que hubieran estado dirigidos contra Gran Bretaña. El diario los vio simplemente como crímenes horrendos. De modo que es una total falsedad decir que los residentes de las Falklands opusieron resistencia a los británicos. La idea de que los asesinos habían llevado a cabo un levantamiento anti-británico recién fue lanzada en 1956 por el autor argentino Martiniano Leguizamon Pondal, en su libro, Toponimía Criolla en las Islas Malvinas.1 El sostuvo que los asesinos habían sacado la bandera británica y habían izado la bandera argentina en su lugar. Pero esto fue un invento del mismo Pondal. Toda la evidencia sugiere que no pasó nada por el estilo. Pondal describe a Antonio Rivero y su grupo de asesinos como “patriotas” que habían “tenido bajo su mando” las islas durante tres meses en representación de Buenos Aires, pero todo esto es pura ficción. Finalmente, un teniente de navío británico, Henry Smith, y una tripulación de cuatro hombres, desembarcaron del HMS Challenger y fueron apostados en Port Louis en enero de 1834 – exactamente un año después de la partida del HMS Clio. El barco también dejó a seis marinos de HMS Challenger en forma temporaria mientras los asesinos permanecieran sueltos. Smith hizo lo posible para atrapar a los asesinos pero sólo logró arrestarlos después que Antonio Rivero traicionara a sus camaradas con la esperanza de obtener perdón para él mismo.2 1 El libro de Pondal, Toponimia Criolla en las Islas Malvinas, Buenos Aires, 1956, principalmente trata de nombres de lugares en las Falklands, pero el autor lo “adornó” con algunos mitos patrióticos que él había inventado. 2 La traición por Antonio Rivero de sus compañeros está registrada en el diario del Tte. Henry Smith (PRO ADM 1/42): el 27 de enero de 1834 escribió: “9.30 llegó un gaucho de nombre Santiago Lopez … con un mensaje de Antonio Rivero el principal asesino diciendo que si yo prometía otorgarle perdón … él se entregaría junto con los Luego todos fueron enviados a Gran Bretaña para ser juzgados.3 caballos y ayudaría a capturar a los demás.” Los asesinos se habían llevado la totalidad de los 53 caballos mansos del poblado, impidiendo que Smith y sus hombres los siguieran. Smith trató sin éxito de alcanzarlos, pero finalmente, el 6 de marzo de 1834, hizo contacto con Rivero. Smith posteriormente escribió en una carta: “…él [Rivero] se dispuso la siguiente mañana a traicionar a sus compañeros, y entregar los caballos (cincuenta y tres), siendo su turno de cuidarlos, lo cual cumplió, y cuando los cuatro indios vieron el giro que había tomado el asunto, se entregaron” (carta escrita por Smith al Contralmirante Sir Michael Seymour, 30 de junio de 1834, PRO Adm 1/42, doc. 12). Smith escribió en su propio diario: “viernes 7 [marzo 1834] … los Marinos con Santiago ingresaron con todos los caballos[,] siendo que Antonio Rivero los había traicionado y entregado a sus manos”. 3 En Gran Bretaña el gobierno consultó a los funcionarios legales de la Corona (Advocate-General, Attorney-General y SolicitorGeneral), quienes por supuesto eran miembros de ese gobierno. Ellos aconsejaron no realizar juicio, de modo que no se llevó a cabo ningún juicio. Ciertos autores argentinos han sugerido que esto se debió a que el territorio donde se cometieron los crímenes no era británico. Este no fue el motivo; para los funcionarios legales, no había duda de que las Falklands eran territorio británico (ver nota abajo). El tema legal crítico era la condición de los hombres. En ese momento el derecho inglés permitía enjuiciar a ciudadanos británicos, pero no a extranjeros, en Inglaterra por asesinatos cometidos en cualquier parte del mundo afuera de Gran Bretaña – aun afuera de los territorios de ultramar del rey británico. El gobierno británico creyó que los asesinos se habían convertido en ciudadanos británicos por residir en las Falklands después que el Capitán Onslow hubiera reafirmado la soberanía británica, y al parecer los funcionarios legales estuvieron de acuerdo: declararon que los hombres podían ser enjuiciados y que la evidencia sería suficiente para una condena. Pero dijeron que creían que en caso de ser hallados culpables, la condena “no podría ser ejecutada apropiadamente” (PRO HO 48-30, Caso 5, fols. 22-23: “…could not fitly be carried into execution.”). Los funcionarios legales de la Corona no dieron razones, aunque seguramente la nacionalidad de los hombres era un tema importante. El público británico los habría mirado como muy exóticos y ciertamente no británicos, y un juicio de tales hombres habría atraído gran interés. Tres de los cuatro eran indios a quienes el gobierno describió como “casi aproximándose a Salvajes”. Ellos también habrían presentado un problema particular, ya que habían sido prisioneros de guerra y exiliados a las Falklands. Además algunos de los cinco testigos británicos corrían el riesgo de ser acusados de complicidad. En caso de ser condenados, los acusados habrían sido colgados públicamente, y el espectáculo del gobierno británico colgando a “salvajes” habría sido por demás vergonzoso. Adicionalmente, el partido conservador (Tory) opositor hubiera criticado el hecho que el gobierno Liberal no había apostado un representante del Rey en las islas, lo que había llevado a la anarquía y al asesinato de cinco hombres con derecho a la protección del Rey. Por consiguiente, los hombres fueron llevados a Montevideo en 1835 y simplemente liberados. En 1966 Pondal anunció que había hallado el nombre de Rivero en la lista de bajas argentinas de la batalla contra los británicos y los franceses en la Vuelta de Obligado en 1845. Rivero es un apellido muy común, por ende es improbable que se haya tratado del mismo hombre, pero a partir de entonces se generó el mito del Gaucho Rivero como un heroico guerrero anti-británico. El 5 de abril de 1982, durante la ocupación argentina de las Falklands, la Junta militar en poder renombró Stanley, la capital de las islas, “Puerto Rivero” en su honor. Sin embargo, dos historiadores argentinos, el almirante Laurio Destéfani y Armando Alonso 9 5. Gran Bretaña no remplazó a los habitantes argentinos con ciudadanos británicos. En 1964 José María Ruda afirmó ante la ONU que la población argentina de las Falklands había sido: desalojada… y grupos fluctuantes de nacionales de la potencia occupante la han remplazado. Adicionalmente, en el 2010 el Ministro del exterior argentino, Timerman, dijó ante la ONU: La potencia mundial usurpadora expulsó a la población argentina y transplantó en su lugar a sus propios súbditos... Por ello no es aplicable el derecho de libre determinación. Como se indicó en la sección 3, Gran Bretaña no expulsó a los habitantes argentinos genuinos, sino que los persuadió a quedarse. De hecho, por la mayor parte del tiempo ha habido habitantes argentinos en las islas. Además de aquellos que decidieron permanecer allí en enero de 1833, algunos llegaron desde Buenos Aires en el Rapid en marzo de 1833 después de que hubieran partido el Clio y el Tyne, incluyendo entre ellos a Ventura Pasos (sección 4). El secretario del Gobernador Richard Moody, Murrell Robinson, llevó a dos gauchos argentinos a las islas en 1843, y posteriormente arribaron unos 150 gauchos en tres barcos mercantes provenientes de Montevideo: la Paloma en 1846, y el Napoleón y el Vigilante en 1847.1 Estos hombres habían sido contratados por Samuel Fisher Lafone, un empresario británico con base en Montevideo que tenía una concesión en East Falkland. El historiador argentino Hipólito Solari Yrigoyen consideró que todos los inmigrantes traídos por Lafone eran argentinos,2 pero esto es incorrecto. Aunque no ha perdurado ninguna lista de pasajeros para la Paloma, sí hay listas para los otros dos barcos. La lista para el Vigilante provee nombres españoles para 14 gauchos y 4 niños varones, sin especificar nacionalidades. Pero la lista para el Napoleón provee nombres y nacionalidades para la totalidad de sus 104 pasajeros: entre ellos había 12 gauchos argentinos, más 4 esposas y 1 niño, representando al menos 17 personas Piñeiro, informaron a la Junta que Rivero había sido un mero asesino, por ende el 21 de abril el nombre fue cambiado a “Puerto Argentino”. Recientemente, el mito del Gaucho Rivero como héroe antibritánico ha resurgido como nombre de leyes que prohíben el ingreso a puertos argentinos de barcos afectados a la exploración petrolera o a actividades pesqueras en aguas de las Falklands, y la Presidenta Cristina de Kirchner ha hecho mención pública del Gaucho Rivero como héroe en sus alusiones al reclamo de la soberanía argentina sobre las Falklands. Nota: La Presidenta Cristina Fernández de Kirchner incluso se equivocó sobre este tema frente al Comité de Descolonización de la ONU el 14 de junio 2012. Ella dijó que las “autoridades propias [británicas]” habían indicado que no podrían procesar al Gaucho Rivero porque el territorio no era británico – que es totalmente falso. Los funcionarios legales de la Corona no dijeron tal cosa. 1 Registro marítimo de las Falklands (Falklands Shipping Record), en JCNA, 1846 (asientos 21, 22) y 1847 (asientos 10, 16). 2 Hipólito Solari Yrigoyen, Malvinas: lo que no cuentan los ingleses (1833-1982), Buenos Aires 1998, pp. 21-22. argentinas que fueron a vivir y trabajar a las Falklands en 1847.3 El Napoleón también llevó a las islas a 15 uruguayos, con 6 esposas y 3 niños, y 24 hombres españoles con 4 esposas y 2 niños. Estos eran claramente inmigrantes que habían llegado al área del Río de la Plata con la intención de trabajar ya sea en Uruguay o en Argentina. También había 16 hombres nacidos en Francia, con 2 esposas y 1 niño, 3 brasileños, 1 alemán con su esposa, y 6 británicos con 1 esposa y 2 niños. Para 1851 sólo permanecían 78 de estas personas,4 pero al menos una familia (Llamosa, que figura en la lista del Napoleón como española) tiene descendientes en las Falklands hasta el día de hoy (con otros apellidos). Nunca se ha prohibido a los argentinos vivir en las Falklands, pero casi nadie estaba dispuesto a hacerlo. Más importante aún es el hecho que la mayoría de las personas que fueron a vivir a las Falklands llegaron por su propia voluntad, sin ninguna participación de Gran Bretaña. Por ejemplo, Andrez Pitaluga de Gibraltar, cuya familia era oriunda de Génova, en Italia, desembarcó en 1838 con apenas 16 años; Jacob Goss llegó en 1842, también con 16 años; James y Mary Watson llegaron en 1840; Johannes Henricksen, un finlandés que hablaba alemán, llegó en la década de 1880 y tuvo once hijos en las islas. Algunos arribaron desde naufragios, incluyendo al sueco Frans Theodor Rylander (quien nadó hasta la costa desde el barco hundiendo Colonsay en 1860, y cambió su nombre a Frank Theodore Rowlands), y el danés Karl Hansen, quien remó hasta la orilla desde el naufragio del barco alemán Concordia en 1860. Todas estas personas tienen descendientes en las Falklands en la actualidad (incluyendo a algunos con distinto apellido). En los años 1840, las Falklands estaban abiertas para la inmigración al igual que todo el Nuevo Mundo, incluyendo por supuesto a la Argentina, donde la población nativa fue mayormente masacrada para dar paso a pobladores europeos. 5 La inmigración a las Falklands no estuvo restringida a británicos; cualquiera podía ir. De hecho, el grupo más grande de inmigrantes que viajó a las islas fue el de las 150 personas mencionadas arriba, provenientes de Argentina, Uruguay, Francia, Gran Bretaña y otras partes, y quienes habían sido enviados por Samuel Fisher Lafone. 3 Estos eran: Silverio Ponce, esposa e hijo, Santiago Morales y esposa, Cipriano Gomez y esposa, Rumaldo Martinez y esposa, Cirilo Almeida, José B Alvarez, Andres Zledal; Claudio Ramirez, Sebastian Rios, Celestino Gomez, Francisco Brume, y José Ponce. “Documentos Varios”, Volumen H8, JCNA, Stanley. 4 Censo de 1851 en JCNA. 5 Los dirigentes argentinos como Alberdi, Sarmiento y Avellaneda estaban deseosos de atraer inmigrantes europeos, a quienes se ofrecían tarifas y concesiones especiales. El mapa Latzina (sección 11) fue publicado en un folleto utilizado para atraer a inmigrantes a la Argentina. El mismo indica que durante el período de 13 años que va de 1870 a 1882 un promedio de 42.000 inmigrantes arribaron por año. La ley argentina de tierras nro. 1265 del 24 de octubre de 1882 dividió el territorio (principalmente capturado de los indios en la “Campaña del desierto”) y la ofreció a la venta a muy bajo precio. En la Patagonia estas tierras fueron vendidas a inmigrantes y a otros por sólo 6 chelines la hectárea. 10 Sólo una pequeña parte de la población actual es descendiente de británicos llevados a las islas por Gran Bretaña – sólo un hombre de la guarnición del Gobernador Moody que llegó en 1842 permaneció en las islas (James Biggs, ancestro de la familia Biggs, actualmente en su novena generación en las islas), y cerca de siete de los 30 hombres de la guarnición de 1849 (algunos de ellos con sus familias); aquellas guarniciones fueron formadas enteramente por voluntarios enviados por plazos fijados, y la mayoría dejó las islas cumplido el plazo. Cerca de dos docenas de personas británicas también arribaron en la década de 1860 con pasajes subsidiados por Gran Bretaña, después que Argentina hubiera desistido de su reclamo de soberanía bajo la Convención de Paz de 1850 (sección 6), pero la mayoría también se volvió a ir. Por contraste, casi todas las personas de las Islas del Caribe fueron implantadas por los poderes colonialistas de Gran Bretaña, Francia, España y Holanda, suplantando así a los nativos exterminados. Sugerir que por ello ahora no gozan de autodeterminación en sus países respectivos resultaría absurdo. 6. Sí existe un acuerdo internacional de confirmar la posesión británica de las Falklands. La Convención de Paz de 1850 (también llamado el “tratado Arana-Southern” por los nombres de los firmantes)1 fue firmado el 24 de noviembre de 1849 y ratificado por las dos partes en Buenos Aires el 15 de mayo de 1850. El mismo puso fin a la intervención armada por Gran Bretaña en la zona del Río de la Plata, que había fracasado y había afectado negativamente el comercio británico. El tratado no fue impuesto sobre la Argentina por Gran Bretaña; el líder argentino General Juan Manuel de Rosas humilló a Gran Bretaña prolongando las negociaciones por nueve meses (desde octubre de 1848 a julio de 1849) hasta obtener todo lo que él consideraba importante, incluyendo el reconocimiento de la Argentina como poder soberano en el cual los poderes europeos ya no podrían intervenir a voluntad, y soberanía sobre el Río Paraná, que él quería en particular para aislar a los rebeldes separatistas en Paraguay y Corrientes. Los historiadores argentinos en general ven esta Convención de Paz como un triunfo de la diplomacia argentina, aunque algunos lo han criticado por omitir el reclamo argentino sobre las Falklands. De hecho, hacía tiempo que Rosas veía este reclamo como algo que podía ser canjeado por ventajas más directas.2 En concordancia con esta postura, la Convención indica en dos oportunidades (en el Preámbulo y en el Artículo VII, ver fig. iv) que restablece la “perfecta amistad” entre Gran Bretaña y Argentina, lo que desecha la continuidad de cualquier disputa territorial. Adicionalmente, los dos lados lo veían como un tratado de paz, y es un principio universal del derecho internacional que en un tratado de paz cualquier territorio no mencionado es confirmado por el tratado bajo la 1 En el siglo XIX, “convención” y “tratado” eran sinónimos. En los años 1840, Rosas intentó en vano intercambiar el reclamo de la Argentina sobre las Falklands por la anulación de la deuda argentina con el banco Baring (Ernesto J. Fitte, Historia de un Empréstito: la Emisión de Baring Brothers en 1824, Buenos Aires 1962, pp. 178-191). 2 (iv) Preámbulo y Artículo VII de la Convención de Paz de 1850, firmada el 24 de noviembre de 1849, y ratificada el 15 3 de mayo de 1850: ___________________________ posesión de la parte que detentaba su tenencia en el momento de la firma del tratado. Esto fue afirmado por muchos escritores del derecho internacional del siglo XIX, como el jurista estadounidense Henry Wheaton (1785-1848), quien escribió en 1836 que en un tratado de paz: Si no se hace mención del país o los lugares conquistados, éstos permanecen con el conquistador, y su tenencia no podrá ser cuestionada con posterioridad.4 Los autores argentinos dicen que Gran Bretaña conquistó las Falklands de la Argentina; la Convención de Paz no hizo mención alguna de las Falklands, fijando así el estado de la situación existente en 1850: las Falklands eran británicas, con el acuerdo de la Argentina. 3 British and Foreign State Papers (BFSP) [Documentos de Estado Británicos y Extranjeros] 1848-1849 (impreso en Londres en 1862), pp. 7 y 10. El título de la convención en BFSP traduce a: “CONVENCIÓN entre Gran Bretaña y la Confederación Argentina, para la Resolución de Diferencias existentes y el restablecimiento de Amistad - Firmado en Buenos Ayres, 24 de noviembre de 1849. [Ratificaciones intercambiadas en Buenos Ayres el 15 de mayo de 1850]”. 4 Henry Wheaton, Elements of International Law: with a Sketch of the History of the Science [Elementos del Derecho Internacional: con un bosquejo de la historia de la ciencia], Londres 1836, vol II, p. 288. “If nothing be said about the conquered country or places, they remain with the conqueror, and his title cannot afterwards be called in question.” 11 Cabe notar que, en julio de 1849, a raíz del conocimiento de las negociaciones en curso, el tema de las Falklands fue planteado en la Cámara de los Comunes por un Miembro del Parlamento llamado Henry Baillie. Para ese entonces, el Ministro de Relaciones Exteriores, Lord Palmerston, sabía que la Argentina estaba dando evidencia clara de la aceptación de la posesión de las islas por Gran Bretaña, y en su respuesta declaró que la correspondencia entre Argentina y Gran Bretaña: 7. Argentina sí aceptó la posesión británica de las Falklands. Después de la Convención de Paz, varios presidentes y vicepresidentes argentinos hicieron declaraciones oficiales que confirmaron la inexistencia de una disputa con Gran Bretaña en relación a las Falklands. Por ejemplo, el vicepresidente Marcos Paz, al inaugurar el Congreso argentino el 1 de mayo de 1866, dijo: Este mismo gobierno [= el gobierno británico] aceptó por árbitro al Presidente de la República de Chile, sobre perjuicios sufridos por súbditos ingleses en 1845. Aun no se ha resuelto esta cuestión que es la única que con aquella nación subsiste.5 … había cesado por el consentimiento de una parte y el mantenimiento por la otra.1 El embajador argentino en Londres, Manuel Moreno (quien no sabía nada del tratado propuesto) protestó en contra de la declaración de Palmerston. La declaración de Palmerston también fue publicada en la prensa de Buenos Aires unas cinco semanas antes de la firma de la convención,2 de modo que las Falklands seguían siendo un tema de discusión pública en la Argentina. Pero aunque el tema estaba presente en la prensa, no hubo reacción del gobierno argentino – eso demuestra que su reclamo sobre las Falklands no sólo estaba cayendo en el olvido: había sido desistido. Palmerston estaba en lo correcto: la Argentina estaba asintiendo a la posesión de las Falklands por Gran Bretaña. La convención fue firmada según lo acordado originalmente. La Convención de Paz fue un acuerdo internacional entre Gran Bretaña y la Argentina. Mediante su ratificación en 1850 la Argentina aceptó que las Falklands eran legítimamente británicas y dejó de considerarlas como territorio argentino. Como resultado, toda la tensión entre Gran Bretaña y Argentina desapareció, y las Falklands comenzaron a desarrollarse. A partir de la década de 1850, diez países abrieron consulados en Stanley, lo que refleja el hecho que la disputa había concluido. Estos países fueron: Bélgica, Chile, Dinamarca, Francia, Italia, Alemania, Suecia, Noruega (juntamente con Suecia hasta 1900), Estados Unidos de América y Uruguay. Chile abrió su consulado el 23 marzo de 1877,3 y Noruega el 12 de junio del mismo año,4 y ambos países los mantuvieron por muchos años, Chile hasta 1959, Noruega hasta 1982. Aunque abrir un consulado no necesariamente indica un reconocimiento de jure de soberanía, implica un reconocimiento de facto – esos gobiernos creyeron que ya no existía un problema. De modo que hubo amplia aceptación internacional de la soberanía británica sobre las islas. 1 The Times, Londres, sábado 28 de julio de 1849, p. 2, col. 6: “…had ceased by the acquiescence of one party and the maintenance of the other”. 2 British Packet and Argentine News (BPAN), Buenos Aires 20 de octubre de 1849, p. 1, col. 3. 3 [Anon.], Memoria Presentada por el Ministro de Relaciones Exteriores al Congreso Nacional, Santiago de Chile 1887, sección titulada “Cuerpo diplomático chileno”, subsección “Consules de Chile fuera de América”, en lista “Gran Bretaña y Posesiones de Ultramar”, p. civ: consulado chileno en “Stanley (Islas Malvinas)”. 4 Consulado noruego (junto con el de la Suecia hasta 1900), establecido el 12 de junio de 1877 (Falklands Blue Book for 1877, PRO CO 81/32, p. 134). De modo que, aparte de algunos antiguos reclamos privados por ciudadanos británicos, no existía ninguna disputa entre Gran Bretaña y la Argentina – la Convención de Paz había concluido la disputa sobre las Falklands. Además, Argentina publicó varios mapas en la década de 1870 y 1880 que no mostraban a las Falklands como territorio argentino (ver sección 11 abajo). Después de un intento por reabrir el asunto en 1884, que culminó con una última protesta el 20 de enero de 1888, Argentina abandonó el tema nuevamente por varias décadas, y en 1899-1902 aceptó el arbitraje de Gran Bretaña en una disputa territorial con Chile, de ese modo reconociendo a Gran Bretaña como árbitro sobre el territorio de Argentina. Esto es incompatible con mantener una disputa territorial con Gran Bretaña. Existe abundante evidencia de historiadores que la Convención de Paz puso fin al reclamo argentino sobre las Falklands. El diplomático e historiador mexicano, Carlos Pereyra (1871-1942) dice que el dictador argentino General Juan Manuel de Rosas quería comprar el fin de la intervención de Gran Bretaña en los asuntos del Río de la Plata cediendo el reclamo sobre las Falklands, y Pereyra agrega que el efecto de la Convención fue como si incluyera un artículo no escrito que declaraba que “Inglaterra se quedaba con las Islas Malvinas”.6 Algunos historiadores argentinos concuerdan con Pereyra: Ernesto Fitte criticó la Convención en 1974,7 y Alfredo Burnet-Merlín dice que la omisión de las Falklands en la Convención fue “una condescendencia a Inglaterra o una inadvertencia culpable”.8 El efecto negativo de la Convención de Paz también fue mencionado en el Congreso Argentino el 19 de julio de 1950 por un Diputado, Absalón Rojas, en un agitado debate por el reclamo argentino sobre las Falklands. Rojas culpó al General Rosas por la pérdida de las Falklands ante Gran Bretaña, y se quejó que la restauración de “perfecta amistad” entre Gran Bretaña y Argentina sin hacer mención de las 5 Heraclio Mabragaña, Los Mensajes 1810-1910, Buenos Aires 1910, vol. III, p. 238. 6 Carlos Pereyra, Rosas y Thiers. La Diplomacia Europea en el Río de la Plata 1838-1856, Madrid 1919, pp. 202, 206; nueva edición Buenos Aires 1944, pp. 217, 222. 7 Ernesto J. Fitte, Crónicas del Atlántico Sur, Buenos Aires 1974, p. 256. 8 Alfredo R. Burnet-Merlín, Cuando Rosas quiso ser inglés, Buenos Aires, 1974 y 1976, pp. 20-22. 12 Falklands había sido una grave omisión y una debilidad en el reclamo argentino.1 De este modo, la Argentina aceptó, por medio de un tratado y declaraciones de presidentes o vice-presidentes, que no existían más disputas con Gran Bretaña, que las Falklands eran británicas, y dejó de considerarlas como territorio argentino. 8. Argentina sí dejó de protestar la posesión de las Falklands por Gran Bretaña. Argentina protestó cada año sin excepción durante 17 años, desde 1833 a 1849, contra la posesión de las Falklands por Gran Bretaña. La última protesta fue el 27 de diciembre de 1849.2 Después de la ratificación de la Convención de Paz el 15 de mayo de 1850 no hubo más protestas durante 38 años, hasta 1888, y por más de un tercio de siglo (1850 a 1884) Argentina ni siquiera mencionó las Falklands a Gran Bretaña, ni para protestar. Hubo un intento tibio por reabrir la cuestión en 1884, cuando se propuso una mapa que mostraría las Falklands como territorio argentino, pero el 26 de diciembre de 1884 Gran Bretaña protestó en contra de ello. Argentina aceptó que el mapa no sería oficial y, después de una protesta final del 20 de enero de 1888, abandonó el asunto. La regularidad de las protestas anuales argentinas hasta 1849 enfatiza la radicalidad del cambio después de la Convención de Paz en 1850. 9. El reclamo de la Argentina no es imprescriptible. La aseveración que el reclamo de la Argentina es “imprescriptible” es una versión del antiguo principio legal nullum tempus occurrit regi [“el tiempo no corre contra el rey”] – los reclamos del soberano (es decir, del gobierno) son eternos a menos que sean desistidos en forma voluntaria. Este principio sigue siendo de aplicación en el derecho doméstico de los Estados Unidos: los reclamos de autoridades federales contra ciudadanos privados son permanentes, mientras que los reclamos de los ciudadanos caducan después de un plazo de tiempo definido. No es un principio aplicable en derecho internacional ya que no existe jerarquía entre estados que permita que un estado lo sostenga contra cualquier otro estado. No obstante, la Argentina periódicamente invoca el nullum tempus al sostener que el reclamo de la Argentina sobre las Falklands es “imprescriptible”, es decir, no se ve debilitada por el paso del tiempo. Así lo declaró en dos oportunidades José María Ruda en 1964; ha sido declarado por Argentina muchas veces desde entonces, y fue plasmado en la Constitución Argentina en 1994. Cualquier aseveración de que el reclamo de la Argentina es “imprescriptible” en realidad destruye su 1 Texto en Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, Año del Libertador General San Martín, 1950, Tomo II, Período Ordinario, 6 de julio-10 y 11 de agosto, Buenos Aires 1951, pp. 1095-1096. 2 Mabragaña 1910; las protestas solas (sin los textos completos de los mensajes) en Antonio Gómez Langenheim, Elementos para la Historia de Nuestras Islas Malvinas, Buenos Aires 1939, tomo II, pp. 7-16; y en Alfredo Becerra, Protestas por Malvinas (18331946), Buenos Aires 1998. fundamento – si el nullum tempus fuera válido en derecho internacional, Gran Bretaña tendría mucho mejor reclamo sobre las Falklands que la Argentina. Los derechos de Gran Bretaña sobre las Falklands se remontarían a casi un cuarto de milenio atrás, a enero de 1765 (fig. i), y Gran Bretaña también puede demostrar 8 años de ocupación de 1766 a 1774 más casi 180 años de administración desde 1834,3 mucho más de lo que puede jactarse la Argentina. Por cierto, cualquier debate a tal efecto carece de sentido: en el derecho internacional no existe tal cosa como un alegato de “imprescriptibilidad”. 10. Los actuales falklandenses no son una “población temporaria”. En su discurso de 1964, José Maria Ruda aseveró dos veces que los isleños de las Falklands eran “una población predominantemente temporaria”. Basó sus comentarios en meras cifras de personas que habían partido de las islas y arribado a ellas en los últimos años, pero esas cifras incluían a muchos trabajadores bajo contrato temporario que arribaban y luego partían. En realidad, la comunidad actual de falklandenses ha vivido en las islas en forma ininterrumpida por más de 170 años. Algunas familias de las Falklands han estado en las islas por nueve generaciones, y muchos isleños pertenecen a familias que han vivido allí por siete u ocho generaciones. Los falklandenses son la comunidad más antigua del mundo en un punto tan austral (aparte de unos pocos indios patagónicos). Más aún, hace ya más de un siglo que la mayoría de ellos llega a las islas siguiendo una ruta biológica corta – nacieron ahí. 11. La posesión británica de las Falklands no viola la integridad territorial de la Argentina. En 1964 Ruda declaró que las Falklands eran “una parte integral del territorio argentino” y que Argentina reclamaba “la restauración de su integridad territorial mediante la devolución de las Malvinas, Islas Georgia del Sur e Islas Sandwich del Sur que le fueron extraídas por la fuerza por el Reino Unido”. Desde ese año, la Argentina ha aseverado repetidas veces ante la Organización de las Naciones Unidas que la posesión británica de las Falklands es una violación de la integridad territorial de la Argentina. Por ejemplo, el Ministro del Exterior Argentino Héctor Timerman declaró lo siguiente ante el comité de descolonización de la ONU el 24 de junio de 2010: … las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y los espacios marítimos circundantes, son parte integrante del territorio argentino ocupado ilegalmente por el Reino Unido desde 1833, en virtud de un acto de fuerza. Esta aseveración tiene como propósito sacar ventaja de la Sección 6 de la Resolución 1514 (XV) de la ONU, la Declaración sobre la Concesión de Independencia a Países y Pueblos Coloniales, aprobada el 14 de diciembre de 1960. Pero las Secciones 1, 2 y 5 de esa Declaración condenan la 3 La administración británica comenzó en enero de 1834, cuando el HMS Challenger dejó al Teniente Henry Smith y diez hombres en Port Louis (sección 4). 13 subyugación de pueblos en contra de su voluntad, y establece el principio universal de autodeterminación: (1) La sujeción de pueblos a una subyugación, dominación y explotación extranjeras constituye una denegación de los derechos humanos fundamentales, es contraria a la Carta de las Naciones Unidas y compromete la causa de la paz y de la cooperación mundiales. (2) Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación; en virtud de este derecho, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural. (5) En los territorios en fideicomiso y no autónomos y en todos los demás territorios que no han logrado aún su independencia deberán tomarse inmediatamente medidas para traspasar todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresados, y sin distinción de raza, credo, ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absolutas. Estas tres declaraciones por la Asamblea General de la ONU claramente eliminan una posibilidad de la toma de posesión de las Falklands por Argentina. La Sección 5 explícitamente llama a una transferencia del poder a las personas de territorios no autogobernados, de acuerdo con su “deseo y voluntad expresada libremente”. Gran Bretaña ha estado haciendo esto progresivamente en las Falklands mediante cambios en la constitución de las islas en 1985, 1997 y 2009. La Sección 5 pone en primer lugar “la voluntad y el deseo libremente expresadas” de los habitantes, y prohibe “condiciónes” y “reservas” – la existencia de una disputa territorial es irrelevante. Así es que la Sección 6 es la única parte de la Resolución 1514 que puede ser utilizada por Argentina. La misma indica que: (6) Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la Carta de las Naciones Unidas. Para sacar provecho de esto, Ruda dijo nada menos que cuatro veces en 1964 que la integridad territorial de la Argentina estaba siendo violada por Gran Bretaña, y Argentina ha repetido esto ante la ONU en muchas ocasiones desde entonces. El representante argentino ante la ONU, Bonifacio del Carril, lo declaró tres veces ante el comité de descolonización el 9 de noviembre de 1965. A esto le siguió la aprobación de Resolución 2065 de la ONU el 16 de diciembre del mismo año, y el Ministro del Exterior de la Argentina, Timerman, hizo la misma declaración nuevamente en el 2010 y el 2011 (p. 2 arriba). Pero Gran Bretaña no está “quebrantando” ni “violando” territorio argentino. Como se describe arriba, la Argentina aceptó en 1850 que las Falklands ya no eran territorio argentino, y posteriormente confirmó esa aceptación en muchas ocasiones, en declaraciones oficiales de líderes argentinos que no existían mas disputas con Gran Bretaña, y mediante el cese de protestas referidas al tema (secciones 6, 7 y 8). Hasta mediados de la década de 1880, los mapas argentinos no mostraban a las Falklands como territorio argentino. El más importante de esos mapas fue el “mapa Latzina de 1882” ilustrado en la fig. (v) – fue emitido por el gobierno argentino del Presidente Roca y el Ministro del Exterior Bernardo de Irigoyen como parte de una campaña para fomentar la inmigración, y su producción fue supervisada por el Dr. Francisco Latzina (1843-1922), Director de la Oficina Nacional de Estadísticas de la Argentina (de ahí su nombre de “mapa Latzina de 1882”). El mapa sólo estaba rotulado en español, pero sobre el reverso presentaba una descripción de la Argentina para inmigrantes potenciales en cinco versiones diferentes (español, inglés, francés, alemán e italiano). Fue financiado por el tesoro argentino, imprimiéndose 120.000 copias que fueron enviadas a consulados en todo el mundo.1 (v) No formaban parte del territorio argentino: el Mapa Latzina de 1882, Mapa Geográfico de la República Argentina…, Buenos Aires 1882 (detalle). Las Falklands están marcadas en un tono beige neutro, al igual que Chile o Uruguay, pero a diferencia de Argentina, que está marcada en un color mucho más oscuro y con relieve sombreado. (Las líneas naranja indican temperaturas promedio.) Muestra que en 1882 la Argentina no consideró a las Falklands como parte de su territorio. Como se ve en la fig. (v), el mapa muestra a la Argentina en varios tonos de naranja amarronado, con contornos sombreados, mientras que todas las áreas afuera de la Argentina se presentan en un tono beige liso sin sombreado. Las Falklands se muestran en el tono beige como territorio “no argentino”, al igual que Chile y Uruguay, y al igual que las islas del Canal de Beagle en el extremo inferior del mapa, por causa de las cuales Chile y Argentina estuvieron a punto de entrar en guerra en 1978, pero que Argentina aceptó en 1985 como territorio no argentino en un acuerdo con Chile. En 1977 Chile usó el mapa Latzina de 1882 como evidencia de que Argentina había aceptado que las islas del Canal de Beagle no formaban parte del territorio argentino2 – y el mapa provee exactamente la misma evidencia en el caso de las Falklands. 1 Detalles de “Una Tradición Cartográfica Física y Política de la Argentina, 1838-1882”, por Hernán González Bollo, en Ciencia Hoy, Revista de Divulgación Científica y Tecnológica de la Asociación Ciencia Hoy, vol. 8, no. 46, Buenos Aires mayo/junio 1998. 2 International Law Reports [Informes de Derecho Internacional] vol. 52, Cambridge 1979, pp. 197-8. 14 El mapa también presenta la costa frente a las Falklands como territorio argentino, lo cual constituía un nuevo avance – parte de esa costa había sido ocupada por Chile, y Chile recién fue obligada a abandonarla por la ocupación argentina del Río Santa Cruz en 1878, formalizada mediante un tratado en 1881. Argentina no tomó posesión de la costa frente a las Falklands hasta después de casi medio siglo de administración de las Falklands por Gran Bretaña. En 1833, Argentina ni siquiera había ocupado la totalidad de lo que hoy se conoce como la Provincia de Buenos Aires. De modo que cualquier argumento que la proximidad de las Falklands a la costa argentina sostiene las afirmaciones de soberanía de ese país es débil en términos históricos, además de irrelevante para el derecho internacional. 12. Gran Bretaña no tomó las Islas Georgia del Sur o las Islas Sandwich del Sur por la fuerza de Argentina. En su discurso de 1964, José María Ruda afirmó que Gran Bretaña había “arrebatado” las Islas Georgia del Sur e Islas Sandwich del Sur de la Argentina. Eso es falso; jamás fueron de Argentina. Estas islas están al este de la línea trazada por España y Portugal en el Tratado de Tordesillas (1494) para dividir entre ellos el territorio del Nuevo Mundo. Según el propio argumento de la Argentina, esto determinaría que las islas fueran portuguesas y no españolas. El Capitán James Cook tomó posesión de las Georgias del Sur para Gran Bretaña en 1775 y también fue el primero en avistar las Islas Sandwich del Sur. Las afirmaciones de soberanía de Gran Bretaña sobre las mismas y sobre otros territorios antárticos y sub-antárticos fueron consolidadas en Cartas Patente en 1908 y 1917 – sin ninguna protesta de la Argentina, que tuvo conocimiento de estos documentos. La Argentina no expresó ningún interés en esos territorios hasta 1927, cuando efectuó un reclamo sobre Georgia del Sur y las Orcadas del Sur ante la Conferencia Postal en Berna. La Argentina hizo mención de un reclamo sobre todas las Dependencias de las Islas Falkland por primera vez en 1937, cuando hizo reserva de sus derechos sobre las mismas luego de un comentario casual por un representante británico ante una conferencia sobre la caza de ballenas que se celebraba para ese entonces. Esa reserva casual sobre todas las Dependencias de las Islas Falkland no fue seguida de ningún reclamo diplomático formal. Dicho reclamo sólo comenzó a ser impulsado en firme por el Presidente Perón desde el año 1946 en adelante. Gran Bretaña respondió a esto invitando a la Argentina en varias oportunidades a presentar este nuevo reclamo ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en La Haya. En 1955, Gran Bretaña intentó llevar el caso en forma unilateral ante la CIJ, pero la Argentina rehusó todas estas ofertas.1 En marzo de 1982 las acciones de la Argentina en las Islas 1 Los detalles provistos en este párrafo y el párrafo previo fueron tomados de Pleadings, Oral Arguments, Documents: Antarctica Cases (United Kingdom v. Argentina; United Kingdom v. Chile); Orders of March 16th 1956; Removal from the List, [Presentaciones en juicio, Argumentos Orales, Documentos: Casos de la Antártida (Reino Unido vs. Argentina; Reino Unido vs. Chile); Decisiones del 16 de marzo de 1956; Remoción de la Lista], disponible del ICJ bajo http://www.icj-cij.org. Georgia del Sur llevaron a la Guerra por las Falklands (o Guerra de las Malvinas). Conclusión Las aseveraciones erróneas de José María Ruda en 1964 (p. 2) llevaron un año después a la Resolución 2065, que llamaba a la Argentina y Gran Bretaña a negociar el futuro de las Falklands. Sus dos errores al efecto de que Gran Bretaña había “expulsado a la población argentina” y que la había remplazado con una “población implantada” constituyeron un elemento vital en la nueva campaña de la Argentina dirigida a socavar el derecho a la autodeterminación de los isleños de las Falklands. La Argentina sostiene que es por este motivo que la Resolución 2065 hace referencia sólo a los “intereses” de los isleños, y no a sus “deseos” (el fundamento universal de la autodeterminación), aunque ninguna parte de la Resolución excluye la autodeterminación. Los llamados reiterados de la Argentina a que Gran Bretaña negocie la soberanía de las Falklands bajo la Resolución 2065 se basan en aseveraciones históricas falsas efectuadas ante la ONU cada año desde el discurso de Ruda en 1964. Dichas aseveraciones han obtenido muchas resoluciones de la ONU favorables a la Argentina, y también han sido utilizadas de manera similar en otros foros internacionales, como la Organización de Estados Americanos (OEA). Sin embargo son falsas pronunciadas nuevamente. y no deben ser La Resolución 1514 de la ONU de 1960 pide poner fin al “colonialismo en todas sus formas”, pero esto no significa entregar un territorio a un nuevo poder colonialista. Si Gran Bretaña fuera a negociar por encima de los falklandenses, y entregar su tierra natal contra su voluntad a la Argentina, esto sería una forma atroz de colonialismo, y perpetuaría el colonialismo antes bien que erradicarlo. El reclamo de soberanía de la Argentina sobre las Islas Falklands sólo está basado en datos históricos – datos históricos falsos. Siendo que su fundamento es erróneo, ese reclamo es inválido. Graham Pascoe Peter Pepper 23 de septiembre de 2012