Facultades del juez e interpretación de las normas sobre acuerdo preventivo extrajudicial (Ubicación sistemática y algunos efectos) Alegria, Héctor QUIEBRA ~ CONCURSO PREVENTIVO ~ ACUERDO PRECONCURSAL ~ ACUERDO PREVENTIVO ~ ACUERDO PREVENTIVO EXTRAJUDICIAL ~ JUEZ ~ FACULTADES DE LOS JUECES Título: Facultades del juez e interpretación de las normas sobre acuerdo preventivo extrajudicial (Ubicación sistemática y algunos efectos) Autor: Alegria, Héctor Publicado en: Sup.Esp. Acuerdo Prev. Extrajudicial 2004 (noviembre), 49 Sumario: SUMARIO: I. Presentación del tema. - II. La ubicación sistemática del acuerdo preventivo extrajudicial. - III. Esquicio sobre la interpretación de la ley y la ley concursal. - IV. El rol del juez en el APE. - V. -------------------------------------------------------------------------------I. Presentación del tema El "Acuerdo Preventivo Extrajudicial" (en adelante lo llamaremos APE) es la figura concursal de mayor relevancia en la doctrina reciente (1). Como toda institución nueva ha recibido, desde su valoración, ponderaciones y algunos ataques y, desde lo interpretativo, ha motivado consensos y disensos sobre aspectos particulares, muchos de ellos fundados en criterios sobre la ubicación sistemática de la figura. En este trabajo pretendemos referirnos brevemente a este último punto (ubicación sistemática del APE en la Ley Concursal y en el plexo del derecho argentino) para analizar, desde esa perspectiva, las bases para la interpretación y de allí derivar las funciones del juez en orden a ciertos efectos del instituto, sobre todo aquéllos que se obtienen por remisión (expresa o analógica) a otras normas. II. La ubicación sistemática del acuerdo preventivo extrajudicial Los trabajos de doctrina y la aplicación jurisprudencial sobre el APE, a partir de la reforma integral del instituto por la ley 25.589 (Adla, LXII-C, 2862), pivotean en gran parte sobre la llamada "naturaleza jurídica" que, para nosotros, consiste en el análisis de la ubicación sistemática del instituto, del que derivarán normas interpretativas de valor para su recta aplicación (2). Remedando las ya antiguas doctrinas sobre la "naturaleza del concordato", el APE ha sido conceptualizado, en un extremo, como una institución básicamente contractual, hasta, en el otro, un instituto concursal. En este arco de posibilidades se han utilizado calificaciones de la más variada especie, como "contrato exorbitante" a las disposiciones sobre el valor relativo de los contratos (3), como contrato o acuerdo privado "judicializado"(4), y hasta "subtipo concursal"(5), entre otros. La jurisprudencia, si bien menciona unas y otras caracterizaciones, en lo medular de sus fallos aplica conclusiones que ubican al instituto en su faz predominantemente concursal. Para abreviar el discurso, señalamos que, a nuestro juicio, es un verdadero instituto concursal (6). Bastarán algunas razones para apoyar esta opinión: a) El APE está regulado como un capítulo (VII) dentro del título segundo de la Ley de Concursos y Quiebras (en adelante LCQ), que se refiere al "concurso preventivo"; b) Su regulación concreta remite en varias oportunidades a otras normas de la propia LCQ (7); c) Si fuere necesario agregar mayores argumentos, diremos que el requisito objetivo (cesación de pagos o dificultades económicas o financieras de carácter general) es un presupuesto concursal típico; d) Los requisitos formales de la presentación son comparables "mutatis mutandi" con los del art. 11 de la LCQ; e) Los efectos de la presentación sobre procesos contra el deudor de contenido patrimonial, son, en parte, análogos a los de la apertura del concurso preventivo (8); f) Las mayorías para su aprobación son similares a las del concurso preventivo judicial (art. 45, LCQ); g) Existen requisitos de publicidad semejantes a los del concurso preventivo judicial (arts. 27 y 28, LCQ) (9); h) Existe una etapa de conocimiento abreviada en la que los acreedores pueden formular oposiciones (art. 75) (10); i) La homologación, según mayoritaria doctrina, se rige por los principios que la gobiernan en el concurso preventivo judicial (art. 52) (11); j) Finalmente, los efectos del acuerdo homologado, de su incumplimiento y su nulidad, se corresponden "mutatis mutandi" con los del concurso preventivo judicial (12). Esta última característica es la esencial en la tipificación concursal del instituto, pues consagra la extensión de los efectos del acuerdo a los acreedores no concurrentes, tal como ocurre en el acuerdo obtenido en un concurso preventivo judicial. Esta misma particularidad aleja la posibilidad de calificar como "contrato", al menos en puridad, al APE (13). Por ello nos parece que hablar de un "contrato que vulnera la oponibilidad contractual" consagrada por los arts. 1195 y 1199 del Código Civil (14) es un contrasentido (15). Llegados a este punto, es preciso considerar una de las cuestiones que más se ha resaltado por la doctrina como característica diferencial del APE respecto del acuerdo preventivo obtenido en un concurso judicial. Se ha dicho que el APE es un negocio convencional que se desarrolla sustancialmente en forma privada o extrajudicial y que, por ello, su base es predominantemente contractual. Es claro que un instituto nuevo puede (debe) tener características diferenciales de los anteriores conocidos, de lo contrario parecería no justificarse su introducción legal. Pero según las razonables semejanzas o diferencias -como veremos más adelante- se ubicará sistemáticamente al instituto y se aplicarán las normas consiguientes. Si bien es cierto que el APE se genera en sede no jurisdiccional mediante la obtención de las conformidades respectivas, su vocación, intención y causa fin es concursal, en tanto pretende resolver el estado objetivo de cesación de pagos o dificultades de carácter general y tiende a abrazar a todos los acreedores quirografarios o categorías de éstos, aún no firmantes del acuerdo. La ley defiere a los acreedores y deudor la base de solución de la crisis (16), pero esa estructura contractual sólo será eficaz concursalmente después de trámites caracterizadamente concursales y la homologación judicial. La fase negocial del APE tiene iguales características que la fase negocial del concurso preventivo judicial (17). Es decir, la negociación extrajudicial del acuerdo tiene la misma estructura y la misma naturaleza en el APE y en el concurso preventivo judicial y, por tanto, no constituye una diferencia eficiente para negar el carácter concursal ideal del APE, al menos desde que se efectúa la presentación judicial. También es cierto que puede no llegar a ninguna fase judicial, como lo expresa el art. 71, última parte, de la LCQ: en este caso restará como contrato entre quienes lo firmaron y siempre que ellos no hayan estipulado lo contrario. Pero, adviértase, los acuerdos que teniendo como base el presupuesto objetivo del art. 69, no se sometan a la homologación judicial (18), pueden tener en sí mismos una causa de inoponibilidad concursal si no son eficientes para superar el estado de crisis que los motivara (19). Concluimos, pues, afirmando que el APE es un instituto concursal y que, por tanto, se le aplican las normas propias y la del estatuto que rigen los concursos y quiebras (LCQ), en cuanto sea necesario y compatible; todo ello sin perjuicio de recurrir al reservorio natural de todo el derecho nacional y sus principios generales (entre los cuales están los principios de los contratos), también ante la insuficiencia de la aplicación de esas primeras reglas y en la medida de la compatibilidad que consagre la unidad sistemática y valorativa de todo el orden jurídico nacional. Para definir -con mayor claridad- nuestra posición, si es posible, reafirmamos el carácter concursal de la figura, a la que se aplican principios concursales. Estos principios serán aplicables en tanto se compatibilicen con la estructura misma del APE, en cuya gestación y en algunos aspectos, cabe reconocer la aplicación de reglas de los contratos, aunque el instituto no "es" un contrato. III. Esquicio sobre la interpretación de la ley y la ley concursal a) La interpretación de la ley ha sido motivo de preocupación y análisis a través de toda la historia del derecho (20). Los métodos interpretativos y los "argumentos"(21) son utilizados generalmente de manera sistemática de forma de preferir aquellos que se orienten al mejor resultado de la interpretación y, de todas las interpretaciones posibles, se debe elegir aquella que mejor se adapte a las actuales circunstancias y que implique una solución más beneficiosa y justa (22). Aun la interpretación literal, que pareciera un método simple y casi automático, ha sido revisada en su concepto en orden a orientarla al fin de la interpretación (23). La jurisprudencia ha tenido oportunidad de construir criterios similares (24). b) Como hemos visto más arriba (Cap. II) los artículos 69 a 76 de la LCQ, al regular el APE, remiten, ora a artículos determinados de la propia LCQ, ora a secciones completas de la misma. Esta remisión expresa "homóloga" (dentro del mismo cuerpo legal), resulta relativamente más sencilla cuando envía a un artículo determinado, que cuando lo es a una sección o secciones enteras. Lo cierto es que, en uno y otro caso, debe tratar de interpretarse la ley de forma de hacer compatibles sus diversos preceptos, evitándose en cuanto fuere posible la preeminencia de uno sobre otro de forma de minimizar o privar de contenido a éste (25). Veremos más adelante algunos casos vinculados con estas directrices (infra cap. IV., punto 3.). c) Los casos más complejos, en la aplicación normativa del APE, se vinculan con la analogía. Esta peculiaridad resulta de los pocos preceptos destinados a la nueva regulación del APE que requieren de integración por esa vía interpretativa, así como de la nueva télesis legal del instituto, que introduce diferencias sustanciales con aquél que llevara igual denominación en el texto original la ley 24.522 (Adla, LV-D, 4381). Nos detendremos unas líneas para hablar sobre esta clase de interpretación, porque seguramente es la que concilia más atención y genera disensos en orden a su aplicación en el régimen legal del APE. Una ya antigua pero estupenda monografía de Norberto Bobbio (26) clarificaba los distintos aspectos de este método interpretativo y las condiciones de su validez. No nos resistimos a reproducir algunos párrafos, siquiera parciales y aislados, con la intención de mostrar su pensamiento, aunque sin pretensión de lograr transmitir la plenitud de su razonamiento. Después de decir que los viejos juristas llamaban a la analogía un procedimiento "frequentissimus et utilissimus" y uno de los mayores engranajes -aún hoy- de la función del jurista intérprete (27), afirma que "en lógica el razonamiento por analogía es un procedimiento por el cual teniendo dos términos coligados por una semejanza se atribuye también al segundo el predicado del primero"... "con la analogía se llega a la conclusión de lo particular a lo particular"(28). Al referirse a la semejanza dice: "la semejanza es un concepto de relación; semejanza significa relación entre dos o más objetos que se dicen similares; y dos objetos se dicen similares cuando tienen una cosa en común"(29). Recalca más adelante que a fines de dar validez y certeza al razonamiento por analogía no basta cualquier semejanza puesto que es imprescindible relacionar esta semejanza con el principio de razón suficiente que vincule ambos extremos (30), señalando posteriormente que "cuando se habla de razón suficiente de una cosa se puede entender o la razón de su existencia o la razón de su verdad... entendida como la razón de la existencia de un hecho se identifica con el principio de causalidad, entendida como la razón de verdad de una proposición se identifica con la relación de fundamento... la causa final se identifica con el motivo de la norma. Lo que quiere decir que el motivo de la norma es representado por el fin que la norma debe, como medio, realizar"(31). Vincula así la analogía con el método teleológico y, para finalizar nuestra cita, reproducimos la siguiente frase "analogía es por tanto interpretación en el sentido más genuino de la palabra, porque reproduce sin repetirlo sino desarrollándolo, el núcleo mismo de la norma, configurado en su razón suficiente; y no fuera del sistema, sino que permanece dentro de él, contribuyendo a representar al sistema jurídico como un organismo que crece y se desarrolla siempre por fuerza interior, y no sale más fuera de sí mismo, porque no puede hacerlo"(32). Con los elementos hasta aquí desarrollados y siguiendo las pautas generales de interpretación de la norma jurídica, podemos abordar puntos concretos de nuestra temática: las facultades del juez concursal y algunos efectos de la presentación y de la homologación del APE. IV. El rol del juez en el APE 1. Los fines de la legislación Para encontrar la finalidad de la legislación concursal, es necesario partir del fenómeno o fenómenos que la motivan. El estado objetivo de insolvencia, cualquiera sean los términos utilizados para identificarlo (33), crean un disvalor social que obliga a la ley a atender con normas adecuadas (34). Estas normas tienden, en principio, a la tutela de los distintos intereses en juego y organizan alternativas para su solución de acuerdo con una variedad de factores que atienden básicamente al valor justicia (35) y que contemplan distintos parámetros para abrir paso a cada una de tales soluciones. En principio, tratándose de una empresa, su crisis produce una serie de repercusiones que causan "alarma social" pues muchos intereses pueden ser gravemente amenazados (36). Es corriente en doctrina identificar los que hemos llamado "principios orientadores de la ley de concursos"(37), tal como lo hacía la "Exposición de Motivos de la ley 19.551) (Adla, XLIV-D, 3806)"(38) y resultan en gran parte ratificados por la nota de elevación del proyecto de ley 24.522 (39). En la legislación actual podemos reconocer como fines permanentes y alentados, en primer lugar, la remoción de la insolvencia, es decir, su superación, a través de medidas preventivas de distinto cuño y, en última instancia, a la liquidación del patrimonio y el reingreso de los activos a la actividad productiva, junto con medidas tendientes a la justa recomposición del patrimonio cesante, si fuera del caso. Las distintas legislaciones modernas han ido imaginando nuevas figuras, especialmente para la solución preventiva (40); incluso con remedios no judiciales sino administrativos (41). En nuestro país la nueva redacción del "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", reconociendo los principios y fines de los procesos concursales, establece uno totalmente renovado, al que cabe atribuirle fines específicos dentro de los genéricos de la legislación concursal (42). Esos fines pueden identificarse como permanentes en tanto se busca una alternativa con mayor ductilidad, menores erogaciones, mayor celeridad y efectos aún para acreedores no participantes. A su vez, en el medio de una gran crisis sistémica se prefirió este procedimiento para recomponer el plexo empresario (con los intereses plurales en él asentados: acreedores, trabajadores, economía general). Por tanto, aún con señalados defectos o carencias en su regulación, el intérprete debe tender a darle el mejor destino a la figura mediante aplicaciones concretas que no desmientan los fines y no desconozcan la premiosa realidad que requiere la vuelta a la normalidad de un gran número de emprendimientos. Hemos recordado en otra oportunidad las palabras de Foyer, quien afirmó una gran reforma se rueda como un motor nuevo (43). Por tanto y por encima de la "impaciencia de los prácticos", la ardua labor de los jueces, apoyados en la doctrina, será la de llenar los vacíos, limar las contradicciones y conducir el proceso de interpretación de la ley en orden a sus fines (44). 2. Facultades del juez El art. 274 de la LCQ, que reproduce literalmente el art. 297 de la ley 19.551, dice claramente que "el juez tiene la dirección del proceso, pudiendo dictar todas las medidas de impulso de la causa y de investigación que resulten necesarias". Esta norma, suficientemente amplia indica los contornos de la función judicial en los concursos (45) y es aplicable al APE. Claro está que estas facultades cobrarán mayor o menor intensidad según la clase de proceso y las circunstancias frente a las cuales se halle el magistrado. En principio parece que esta labor puede identificarse como de menor intensidad en el APE, con mayor énfasis en el concurso preventivo judicial y con total protagonismo, junto con el síndico, en la quiebra. En concreto, pues, el papel del juez ha de ser fundamental en el APE, como institución novedosa, para encauzarlo en la senda que lo dirija a sus fines. Su intervención oficiosa será necesaria si estos fines son violentados o mediatizados, con perjuicio de alguno de los intereses en juego y alcanzará su cenit al tiempo de la homologación. De otro lado, esa intervención debe tener la mesura y prudencia que permita alcanzar los objetivos de solución de la crisis empresarial, con la rapidez y economía que fundamentan la figura y que sean congruentes con las necesidades de recuperación de los efectos de la crisis sistémica (46). 3. Algunos parámetros interpretativos y la función de los jueces a. Presentación del APE y sus efectos. a.1. Los efectos de la presentación Conviene tratar este tópico antes que los demás que analizaremos en este campo, por razones metodológicas. El único efecto de la presentación previsto en la regulación del APE, es el que se incluye en el art. 72, párrafo final LCQ, relativo a las acciones de contenido patrimonial seguidas contra el deudor. Este preciso aspecto lo abordaremos separadamente. Al no haber otras previsiones, debemos estudiar si los arts. 15 y siguientes de la LCQ se aplican como consecuencia de la presentación o admisión inicial del APE. Nos apresuramos a señalar que los arts. 15 a 20 y 25 no resultan aplicables, al interpretar una correcta analogía que se funde en las semejanzas apoyadas en la razón suficiente. En general, la doctrina no ha extendido esos preceptos con relación al APE (47). La razón es claramente explicable: al no existir sindicatura no resulta trasladable la regla del art. 15. Los arts. 16 y 17 se refieren a las limitaciones a la administración del deudor, con actos admitidos, sujetos a autorización judicial o prohibidos y las consecuencias de su falta de observancia (ineficacia de los actos y separación de la administración del deudor y su extensión a los socios ilimitadamente responsables -art. 18-). La ratio legis es evidente: en el concurso preventivo judicial el deudor se ha presentado al amparo jurisdiccional y no tiene todavía una propuesta para sus acreedores y, mucho menos, la aceptación de éstos. En esas condiciones se hace necesario tutelar, en beneficio común, la administración de los bienes por el deudor y la vigilancia sindical. Esta "ratio legis" que actúa como razón suficiente de las normas, no se presenta en el APE, pues en éste el deudor se debe presentar con las conformidades suficientes, lo que priva de eficacia a los razonamientos que fundan los preceptos que hemos comentado. De allí que la doctrina no haya sostenido su aplicabilidad al APE. En cuanto a los arts. 19 y 20, ya hemos tenido oportunidad de explicar las razones de su inaplicabilidad al APE (48). En concreto, el curso de los intereses y eventualmente el tratamiento de las deudas en moneda extranjera, en cuanto al pasivo comprendido en el acuerdo, deberá ser contemplado expresamente en las cláusulas del mismo, razón por la cual carece de sentido ningún efecto interinal. A su turno, los créditos no comprendidos en el acuerdo no podrán sufrir la suspensión de intereses ni conversión en la moneda en que están legalmente configurados (sin perjuicio, claro está, de la aplicación de los eventuales efectos ordinarios de la llamada "pesificación"). En cuanto a los contratos de prestación recíproca pendiente y contratos de trabajo, se aplican iguales razonamientos: el deudor deberá respetar los contratos ordinarios y los de trabajo, salvo acuerdo con el co-contratante o, en caso de los contratos de trabajo, la aplicación -si fuera pertinente- del procedimiento de crisis en sede laboral. Pero es claro que ninguna de estos efectos podrá ser comprendido como cláusula del acuerdo, por lo que la previsión no resulta trasladable al APE (49). Finalmente, la previsión del art. 25 sobre viajes al exterior, tampoco resultaría aplicable al considerarla bajo la luz de la causa eficiente de la similitud. Toda la doctrina admite que la previsión del art. 25, morigerada por la ley 24.522, sólo encuentra su justificativo en el cumplimiento del deber de información, que, en principio, ya ha sido o debió haber sido satisfecho respecto de los acreedores que dieron su conformidad. La información -valga la redundancia- sería la necesaria para el llamado "período informativo" y respecto fundamentalmente del Síndico en el concurso preventivo judicial. En el APE no actúa el síndico ni hay "período informativo". Lo dicho no empece a que el juez, en uso de sus facultades, requiera información adicional, antes o después de lo que hemos llamado "sentencia inicial" pues obra como marco la situación regular u ordinaria y no la eventual o excepcional, máxime ante medidas que restringen la libertad ambulatoria, que, en principio, son de interpretación restrictiva (50). a.2.La fase inicial del procedimiento del APE: la resolución inicial En muchos casos, habiéndose cumplido los requisitos del art. 72 de la LCQ los jueces así lo declararon de inmediato, ordenando las publicaciones previstas por el art. 74 de la LCQ. Si bien en las mayorías de las oportunidades no se adoptaron otras previsiones (51), en otras, se siguieron criterios diversos. - En algunos supuestos se agregaron medidas no contempladas expresamente en el Capítulo VII del Título II de la LCQ y se acudió a algunas previstas para la apertura del concurso preventivo judicial (art. 13, LCQ), así, por ejemplo, en unos pocos se ordenó la inhibición general de bienes (52), en otros, medidas referidas a libros y contabilidad (53) y un magistrado se refirió a la interdicción de salida. Con relación a estos temas, se nos ocurre que no se presenta analogía entre el APE y el concurso preventivo judicial. En término de lo que hemos analizado respecto de las reglas de la semejanza que, como causa eficiente, justifica la analogía no se presentan en el caso. No se trata de aplicar un rigor innecesario (salvo sospecha fundada en contrario), desde que se da por supuesto que el acuerdista ha obtenido las mayorías para superar su crisis, al menos prima facie. Por tanto, los acreedores han debido ser informados y han prestado su conformidad con una solución, de forma que medidas que importen restricciones o prevenciones mayores a las específicas implantadas por la ley, agravarían sin necesidad la situación e imagen del acuerdista (54). Por otro lado, la inhibición puede traer demoras y costos y, eventualmente, la figuración como una limitación comercial o financiera al deudor, no solo en los registros públicos respectivos, sino en las agencias de informes y calificación de riesgos, teniendo, por otra parte una vida efímera que perjudica su acceso al crédito. Estas conclusiones se refuerzan si advertimos, con el criterio de interpretación analógica que hemos desarrollado, que tampoco se producen otros efectos de la apertura que pueden estar total o parcialmente relacionados con lo que hemos indicado: no existe síndico que elabore la información y a quien ésta deba ser entregada por el acuerdista o sus administradores; tampoco, como también hemos señalado, son procedentes los efectos de los arts. 15 a 20 de la LCQ pues, por ejemplo, no hay administración vigilada ni pronto pago, ni suspensión de intereses ni posibilidad de resolver contratos o suspender convenios colectivos de trabajo; todo esto por cuanto se supone que deudor y acreedores convinieron los términos de su acuerdo y, eventualmente, los actos que el deudor se comprometía a realizar o a no realizar desde la firma de tal acuerdo. Parece, pues, que este plexo de soluciones que resultan aplicables, excluye aquellas otras medidas precaucionales a las que nos estamos refiriendo (55). - En oportunidades especiales y seguramente ante particularidades de la causa que los justificaban, se resolvió dictar medidas de información ampliatorias (56). La excepcionalidad es justificable cuando el juez no tiene convicción de ciertos puntos y cabe dentro de las facultades judiciales. Sin embargo, casualmente por ser excepcional, estas facultades deben ser usadas cuando las condiciones particulares del caso excedan de lo ordinario, para no producir demoras y costos adicionales, tal como lo exige la conformación teórica de la figura. Se reconocen también otros criterios, así como: en una ocasión, el juez accedió a la convocación de una asamblea en los términos del art. 45 bis LCQ, a pedido de la acuerdista, en lo que calificó como "medida preliminar"(57). - En varios casos, antes de dar por cumplido los recaudos del art. 72, se requirió información adicional (58). a.3. Efectos de la apertura sobre acciones de contenido patrimonial. El art. 72, parte final, de la LCQ dispone una amplia suspensión de las acciones de contenido patrimonial. Ya hemos expresado nuestra interpretación, en el sentido de que tal suspensión no es automática con la presentación, sino desde que se tienen por cumplidos los requisitos del propio art. 72. También sostuvimos que las subastas y medidas precautorias que impidan el uso por el deudor de la cosa gravada, en la ejecución de créditos con garantía hipotecaria o prendaria, estarán sometidas a las reglas del art. 24 de la ley 24.522 (59). También expresamos que la suspensión alcanzaba a los pedidos de quiebra (60). La cuestión ha sido controvertida (61) y el objeto de la ley aparece claro y es permitir al deudor concluir con el trámite del APE en un clima que le permita su recomposición patrimonial. Recogiendo parcialmente las opiniones de algunos autores, y completando las nuestras anteriores, sumamos a las reflexiones ya expresadas, las siguientes: - Los juicios de contenido patrimonial que se refieran a créditos alcanzados por el APE, deben ser suspendidos, pues nada amerita su continuación si son reconocidos por el deudor o, en su caso, puedan oponerse al acuerdo como lo prevé el art. 75 de la LCQ. La continuación supondría un desgaste jurisdiccional de tiempo y de costos que agravaría la situación patrimonial del deudor sin necesidad. Esta conclusión no se aplicaría si el deudor denuncia el juicio pendiente como tal, no reconoce el crédito y, en su caso. no incluye el pretenso acreedor en las mayorías, intentando continuar el proceso respecto de él. - Los juicios -incluso ejecuciones- por créditos no alcanzados por el acuerdo deberían ser suspendidos solamente en la etapa de ejecución forzada. En caso de ejecuciones por garantías reales, nos permitimos remitir a lo expresado con relación a la aplicabilidad del art. 24 LCQ, aún cuando esos créditos no estén comprendidos en el acuerdo (62). b. Homologación b.1. Facultades del juez en la homologación. El art. 75, segundo párrafo LCQ, se refiere lacónicamente a la homologación, y dice "Si estuvieren cumplidos los requisitos legales, y no mediaran oposiciones, el juez homologará el acuerdo". Por otro lado el art. 76, otorga al acuerdo homologado, efectos similares a los del acuerdo obtenido a los de un concurso preventivo judicial. Esto lleva a cierto debate sobre si la homologación del APE se funda exclusivamente en el párrafo del art. 75 que hemos mencionado o permite aplicar el art. 52 LCQ, tal como fue introducido por la reforma de la ley 25.589. En un reciente y completo trabajo, en forma reiterada, Junyent Bas y Molina Sandoval se apoyan en el art. 75, excluyendo, en principio, la aplicabilidad del art. 52 (63). Por nuestra parte pensamos que no puede dejar de valorarse el art. 52 LCQ como integrativo de la normativa que se aplica a la homologación. Fundamentamos este parecer en que el párrafo del art. 75 LCQ habla de la homologación y no señala en qué consiste, por lo que tal homologación debe interpretarse a la luz del contexto del ordenamiento compatible, con razón suficiente. Para ello valoramos que si los efectos de la homologación son los previstos para el acuerdo preventivo obtenido en un concurso preventivo judicial, la raíz de tales efectos no puede ser sino la homologación en el sentido del art. 52. Esta conclusión tendrá importancia cuando hablemos en el punto siguiente. Rescatamos como un paso valioso la restitución -incluso en el texto de la ley- de las facultades homologatorias del juez concursal en orden a los principios superiores de justicia, equidad y tutela del abuso, como lo ha hecho la generalidad de la doctrina (64). Es claro entonces que el juez concursal no "homologará el acuerdo" de manera mecánica o automática, sino juzgando todos los elementos que hacen a la corrección procedimental y la concreción de los valores superiores del ordenamiento jurídico. b. 2. Mayorías y categorización. El tema permitiría un amplio desarrollo que excede este trabajo. Por un lado se ha afirmado que el régimen de mayorías está rígidamente constreñido a la disposición del art. 73. De esta manera a los fines de la votación (conformidades) podría haber sólo un acuerdo para quirografarios que contuviera a todos ellos y la mayoría sería sobre esa totalidad, cualesquiera fueran los contenidos de la propuesta (65). En su oportunidad, pensamos que no existía razón para excluir del APE el régimen de categorización que se contiene en el art. 42 de la ley concursal (66), máxime si, como lo reconoce la doctrina, el art. 43 de la LCQ es aplicable al procedimiento de obtención de conformidades de la ley concursal y éste se refiere concretamente a los casos de categorización. La analogía se basa en una causa eficiente y la exclusión de la categorización parece no tener motivo de apoyatura jurídica. Para finalizar, creemos que el ofrecimiento de propuestas diferenciales que sólo son votadas favorablemente por una única mayoría global puede encerrar abusos e inequidades que tienen solución concreta en la ley. No es posible que una categoría imponga a la otra alguna solución cuando esta última no lo consiente. En la LCQ esto es facultad exclusiva del juez (art. 52). Concluimos que es admisible la propuesta de categorización y el régimen de mayorías que para tal fin establece el art. 43 LCQ. En orden a las facultades del juez respecto de la consistencia y equidad de las categorías, nos parece claro que dentro de los poderes del magistrado para juzgar acerca del abuso o fraude a la ley de la propuesta de acuerdo, está comprendido el análisis de la categorización. Si esta tiene los caracteres rechazados por la ley (art. 52 inc. 4, LCQ), consecuentemente rechazará la homologación del acuerdo. b.3. Cramdown power. Oportunamente expresamos nuestra opinión en el sentido de la aplicación de la facultad prevista por el art. 52, inc. 2 b) de la LCQ (67). Nuevamente creemos que el principio de analogía halla razón suficiente para admitir el instituto en el APE. Es probable que la interpretación pueda ser más estricta en este caso, pero la ley ya indica condiciones más rígidas y requisitos para que el juez pueda usar esa facultad excepcional. Como pensamiento final podemos remitir a lo ya dicho: "carecería de sentido práctico y de oportunidad, y de economicidad, rechazar un acuerdo que sería homologable de conformidad con el art. 52 de la LCQ, para después someter el mismo acuerdo a la aprobación luego del trámite judicial del concurso preventivo"(68). Especial para La Ley. Derechos reservados (ley 11.723) (1) En su momento resumimos algunos antecedentes, véase ALEGRIA, Héctor, "Acuerdo preventivo extrajudicial. Caracterización, problemas y acuerdos privados", en "Revista de Derecho Privado y Comunitario" (RDPC), 2002-3, p. 145 y sigtes. Una bibliografía adicional puede verse, entre otros, en TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial", Ed. Ad-Hoc, Bs. As., 2002; en MOLINA SANDOVAL, Carlos, "Acuerdo preventivo extrajudicial", Ed. Abaco, Bs. As., 2003, y en el libro del V Congreso Argentino de Derecho Concursal (Mar del Plata, 2002) titulado "Derecho concursal argentino e iberoamericano", t. I, Ed. AdHoc, Bs. As., octubre de 2003, existiendo una miríada de trabajos en libros, revistas y eventos como Congresos, Jornadas, cursos y reuniones de seminarios e institutos. (2) Que algunos llaman "naturaleza jurídica". Véase nuestra opinión, reiterada en muchas oportunidades, en "El aval", p. 51 y sigtes., Ed. Astrea, Buenos Aires, 1975. (3) FARGOSI, Horacio, "Algunas notas sobre los acuerdos preventivos extrajudiciales", LA LEY, 2002-D, 1074. (4) DASSO, Ariel Angel, "El APE, su naturaleza compleja. La insoslayable categorización. Legitimados. Entidades financieras", en "Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano", t. I, cit. en nota 1, p. 291. Ver, entre otros, LAULETTA, Daniel, "Panorama actual del acuerdo preventivo extrajudicial", p. 86/88, en "Revista de Sociedades y Concursos, N° 29, julio-agosto de 2004, en la que califica al APE como "un instituto de naturaleza paraconcursal". (5) TRUFFAT, E. Daniel, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial", p. 26, Ed. AdHoc, Bs. As., 2002; íd. entre otros BARREIRO, Marcelo G., "Naturaleza jurídica del acuerdo preventivo extrajudicial", t. I, cit., p. 47, en "Derecho concursal argentino e iberoamericano". (6) TRUFFAT, op. cit., en nota 5 habla del "Subtipo concursal", lo que reitera en otros trabajos y recogen algunos autores y fallos. La mención nos recuerda gratamente- una ponencia nuestra sobre "Los llamados subtipos societarios en la ley de Sociedades Comerciales - Algunos aspectos de su problemática", en las "Jornadas de Derecho Societario", organizadas por la Asociación de Abogados de Buenos Aires, 9 al 11 de noviembre de 1978. Véase: HEREDIA, Pablo, en "Delimitación del ámbito subjetivo del acuerdo preventivo judicial a través de la indagación de su naturaleza", t. I, p. 177 y sigtes., en "Derecho concursal argentino e iberoamericano", cit. (7) En el art. 72, para determinar el juez competente para el APE, remite al art. 3° de la LCQ; en el mismo artículo; para indicar los efectos de la presentación, se remite al art. 21, inc. 2 y 3 de la misma ley; en el art. 73, cuando trata las mayorías, remite parcialmente al art. 45 de la misma y, finalmente, el art. 76, al referirse a los efectos del acuerdo homologado, reenvía al art. 56 de la LCQ y como remate expresa que ese acuerdo "queda sometido a las previsiones de las Secciones II, IV y V del Capítulo V del Título II de esta ley". (8) Si bien otros efectos de la "apertura" del concurso judicial resultan inaplicables (ver infra punto 3., a.1.). (9) Publicación de edictos durante cinco días en la jurisdicción del juzgado y en aquellas otras en las cuales el deudor tenga establecimientos. (10) HEREDIA, op. cit., p. 1207/8, acertadamente afirma que podrán recibirse también lo que llama "denuncias" en tanto se refieran estrictamente a las condiciones de homologación del acuerdo según el art. 52 LCQ y las condiciones estructurales del juicio. (11) Aún cuando buena parte de los autores no admite la aplicación del sub-inciso b) del inc. 2° de ese artículo. Véase infra punto 3., b.3. JUNYENT BAS, Francisco y MOLINA SANDOVAL, Carlos A., p. 125 y sigtes., en "Facultades del juez concursal", Ed. Advocatus, Córdoba, 1994, afirman la inaplicabilidad del art. 52 en la homologación del APE, diciendo: "De otro lado, pues el tema de la homologación está expresamente normado por el art. 69 y sigtes. LCQ. Más específicamente el art. 75 LCQ. Por ello, admitir la aplicación del art. 52 LCQ, importaría establecer un régimen dual para un mismo instituto de homologación" (p. 125), afirmando después que, de todas maneras, el inc. 4 del art. 52 LCQ, que dispone que la propuesta no se homologará cuando sea abusiva o en fraude a la ley tiene concreta aplicación dentro del marco del APE "Pero para llegar a esa aplicación, no es menester recurrir al art. 52 inc. 4, LCQ, sino con sólo mirar los principios generales del derecho hubiese sido suficiente"(p. 127). (12) Aun cuando uno de los puntos en debate consiste en desentrañar si todos los efectos a los cuales remite son aplicables al APE. (13) Sin perjuicio de lo que decimos más adelante, en el sentido de interpretar las "etapas" de caracteres contractuales y ciertos efectos del acuerdo con principios propios de los contratos, pero se trata de una integración sistemática aplicable a una etapa de la gestación o interpretación del acuerdo, que es común al APE y al acuerdo preventivo judicial. (14) FARGOSI, Horacio, "Algunas notas sobre los acuerdos preventivos extrajudiciales", LA LEY, 2002-D, 1074; HEREDIA, op. cit., p. 29. (15) Pues si es un contrato que exorbita en sus efectos a las previsiones del Código Civil aplicándose a terceros no partícipes, la figura no sería un contrato; si fuera un contrato que no se aplica a terceros que no participaron, no sería un APE. (16) A veces, pueden participar acreedores y terceros: art. 48 LCQ como parte de la base negocial del acuerdo en sede del concurso preventivo judicial. (17) La que se desarrolla en el llamado período de exclusividad (art. 43, LCQ) y en el lapso de "negociación y presentación de propuestas de acuerdo preventivo", común para el deudor, los acreedores y terceros interesados, en el mal llamado "cramdown" (art. 48 inc. 4, LCQ). (18) La frase legal que en el art. 71 afirma que el acuerdo "es obligatorio para ellas aún cuando no obtenga homologación judicial", no puede tomarse al pie de la letra, pues si el juez entiende que el acuerdo es abusivo o en fraude a la ley y por ello no la homologa (art. 52, inc. 4, LCQ), tampoco podría mantener su eficacia entre los firmantes. Véase ALEGRIA, op. cit. en nota anterior y la referencia al control de legalidad formal y al sometimiento a la regla moral, al orden público y a la persecución de un objeto lícito, según el art. 953 del Código Civil (el mismo trabajo, p. 168 y cita de HEREDIA, op. cit., p. 1210 y sigtes.). (19) Nos remitimos a lo expresado en nuestro trabajo "Acuerdo preventivo extrajudicial...", ya cit., p. 186/7 y sus remisiones a las opiniones de Heredia y Tonón. (20) Por tanto la bibliografía es de gran extensión e imposible de agotar en una cita. Pueden verse, entre otros, BETTI, Emilio, "Interpretazione della legge e degli atti giuridici.(Teoria generale e dogmatica)", Ed. Giuffré, Milán, 1971 (hay edición española con traducción y prólogo de José Luis De los Mozos, editorial Revista de Derecho Privado, Madrid, 1975); GENY, Francisco, "Método de interpretación y fuentes en Derecho Privado Positivo", con prólogo de Raimundo Saleilles, Reus, Madrid, 1925, y, bajo el vocablo "Analogía", las inserciones en "Enciclopedia del diritto", t. I, p. 344 y sigtes., Ed. Giuffré, Milán, con participación de Vicenzo Piano Mortari, Luigi Caiani y Ana Ravà; y en "Novissimo digesto italiano", t. I, p. 601 y sigtes., UTET, Turín, con colaboraciones de Norberto Bobbio y Giuliano Vassalli. Pasando a nuestra bibliografía reciente merece destacarse la completa y profunda obra de Enrique Zuleta Puceiro, "Interpretación de la ley. Casos y materiales para su estudio", La Ley, Bs. As., 2003, con importantes contribuciones de Juan Vallet de Goytisolo, Antonio Hernández Gil, Jerzy Wróblewski, Aulis Aarnio, Renato Rabbi-Baldi Cabanillas y Guillermo Jorge Yacobucci, a cuya extensa bibliografía (pág. 283/302) puede también remitirse al lector. Véase también, entre nosotros: VIGO, Rodolfo L. "Interpretación jurídica. (Del modelo iuspositivista legalista decimonónico a las nuevas perspectivas)", Rubinzal-Culzoni, Sta. Fe-Bs. As., 1999. (21) Zuleta Puceiro, después de analizar la problemática de la interpretación en el marco de la teoría jurídica contemporánea (p. 3 y sigtes.), la teoría de la interpretación operativa de la ley (p. 21 y sigtes.) y la justificación de la decisión interpretativa (p. 41 y sigtes.), estudia con profundidad los "argumentos de la interpretación" a lo que sistematiza como argumentos lingüísticos, históricos, sistémicos, teleológicos/evaluativos, "transcategórico" de la intención del legislador y retóricos, desarrollando a su vez sub categorías y las condiciones de aplicación de los argumentos (p. 49 y sigtes.). En el capítulo IV enuncia las "directivas de la argumentación" y su aplicación en la doctrina judicial de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Nos remitimos a este completo trabajo. (22) BORDA, Guillermo A., "Tratado de derecho civil. Parte general", t. I, p. 219/220, 8ª ed., Ed. Perrot, Bs. As., 1984. Allí dice, entre otras cosas, que "... el juez no debe aplicar ciegamente la ley a los hechos, como el sello al lacre", y después "... tampoco debe creerse que la ley sea una camisa de fuerza jurídica, la ley ofrece siempre o casi siempre posibilidades de interpretación más o menos flexibles. Dentro de ellas debe moverse el juez procurando ensancharlas al máximo, para lograr una solución más feliz del caso y sentar la regla más valiosa desde el punto de vista social", y más adelante, "... es además indiscutible que el caso influye decididamente en la interpretación de la ley. Nuevas circunstancias, hechos no previstos al dictarse la norma, no pueden estar sujetos a normas abstractas o deshumanizadas" (p. 121). (23) VERNENGO, Roberto J., "La interpretación literal de la ley", Ed. AbeledoPerrot, Bs. As., 1971, donde dice (p. 100/101), "El significado de una palabra, indica Ross, se precisa cuando el vocablo es analizado como parte integrante de un enunciado específico; a su vez, el significado de éste -y por ende, el de sus palabras- resulta del contexto o situación en que es formulado, distinguiendo, también entre un contexto lingüístico y un contexto no lingüístico o situación. El significado de un término, pues, es función del significado del enunciado en que aparece, de su contexto verbal, y de la situación en que se lo utiliza...". "La concepción clásica de la interpretación literal no sólo descuida el contexto y la situación, sino que no advierte explícitamente que el sentido de un término es función del enunciado que integra. De ahí que Ross sostenga enérgicamente que "la tesis de que la interpretación de la ley pueda o deba partir del significado corriente de las palabras... es un punto de vista ilusorio: no existe sentido semejante" (op. cit. p. 118)". (24) Así, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dijo: "La misión judicial no se agota en la consideración indeliberada de la letra de la ley, porque, sin mengua de ella, es ineludible función de los jueces en cuanto a órganos de aplicación del ordenamiento jurídico vigente, determinar la versión, técnicamente elaborada, de la norma aplicable al caso, tarea a la que la Corte se ha referido aludiendo tanto al establecimiento del sentido jurídico de la ley como de su acepción semántica o vulgar y como resultado de una interpretación sistemática y razonable" ("in re": "Roberto Órdenes c. Armada Argentina" del 20 de septiembre de 1988, compartiendo esa frase y sus respaldos jurisprudenciales, originada en el dictamen del Procurador del Tesoro, Dr. D´Alessio, "Fallos" 311:1937); en igual sentido: "No se trata de desconocer las palabras de la ley sino de dar preeminencia a su espíritu, a sus fines, al conjunto armónico del ordenamiento jurídico, y a los principios generales del derecho en el grado y jerarquía en que éstos son valorados por el todo normativo, cuando la inteligencia de un precepto, basada exclusivamente en la literalidad de uno de sus textos, conduzca a resultados concretos que no armonicen con los principios de hermenéutica, arribe a conclusiones reñidas con las circunstancias singulares del caso o a consecuencias notoriamente contradictorias" ("in re": "Argentino Ríos y otros" del 9 de febrero de 1989, "Fallos" 312:111, en cuyo considerando 9 se citan, además, casos anteriores en el mismo sentido); id. "Yacimientos Petrolíferos Fiscales c. Provincia de Corrientes", 3/3/92, La Ley 1992-B, 216. Recientemente la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires dijo, ante un intrincado caso ("Cuenca, Daniela s/ quiebra s/ inc. de incorporación de bienes a la masa de fallida" del 14 de abril de 2004): "Puestos los jueces a resolver una situación concreta, se enfrentan a un proceso interpretativo, en el que les corresponde, a veces, asignar a cierta norma uno de los distintos significados más reconocibles o reconocidos, mientras que otras veces, deben optar por un significado nuevo, creado para el caso; otras veces, en cambio, les corresponde declarar si una situación cae dentro del radio de acción configurado por algún precepto, o solucionar un caso cuya consideración ha sido omitido por la ley; en este caso, nuestro orden jurídico abre la puerta de la interpretación a la luz de la equidad" (voto del Dr. Lazzari). (25) Corte Suprema de Justicia de la Nación, 19/12/1991, "Mansilla, Manuel A. c. Hepner, Manuel y otro", La Ley 1992-C, 4766; íd. en "Fallos" 315:729; 324:2780, donde dijo "Cuando la ley emplea determinados términos la regla más segura de interpretación es que esos términos no son superfluos sino que han sido empleados con algún propósito, y que, en definitiva, el fin primordial del intérprete es dar pleno efecto a la voluntad del legislador", 324:2885; en "Sigra SRL", que se lee en La Ley 1998-A, 336, se dijo entre otras cosas: "Para interpretar la ley debe computarse la totalidad de sus preceptos de manera que armonicen con el ordenamiento jurídico restante y con los principios y garantías de la Constitución Nacional, evitando darles un sentido que ponga en pugna sus disposiciones, destruyendo las unas por las otras y adoptando, como verdadero, el que las concilie y deje a todas con valor y efecto". (26) BOBBIO, Norberto, "L´analogia nella logica del diritto", R. Universitá di Torino, "Memorie dell´Instituto Giuridico", serie II, Memoria XXXVI, Turín, 1938. También son remarcables, además del texto de Zuleta Puceiro, cit, ps. 56 y sigtes., los trabajos de ATIENZA, Manuel "La analogía en el derecho. Ensayo de un análisis del razonamiento jurídico", Ed. Civitas, Madrid, 1986 y SALGUERO, Manuel, "Argumentación jurídica por analogía", Ed. Marcial Pons. Madrid, 2002. (27) BOBBIO, op. cit., p. 2. Más adelante dice "... procedimiento interpretativo que los juristas de derecho común reconocían si bien lo llamaban un poco vagamente 'extensio legis' y que ahora los juristas modernos llaman justamente analogía" (p. 81). (28) Op. cit., p. 86. (29) Op. cit., p. 88. Después dice "después de esta reducción, podemos hacer una primera conclusión, el razonamiento por analogía no es un razonamiento simple sino un razonamiento compuesto, y constatar además que no es un razonamiento 'per se stante', pero es, como el razonamiento entimemático, una formulación abreviada de un razonamiento complejo. La introducción de la razón de semejanza no hace sino abreviar la fórmula verbal pero no abrevia en realidad el razonamiento". (30) Op. cit., p. 96/7 y p. 104. En p. 101, advierte contra la "posibilidad de la arbitrariedad y en particular aquella de la peor especie, que es el arbitrio revestido de vestidos de legalidad. Si bastara la semejanza, sin una particular determinación para justificar la atribución de una consecuencia jurídica a un caso no previsto, el intérprete encontraría siempre una semejanza para justificar una interpretación arbitraria". (31) Op. cit., p. 106/7. Los resaltados son nuestros. (32) Op. cit., p. 134/5. Antes había dicho: "[la analogía] es creación así como es creación toda actividad espiritual, que no repite mecánicamente un acto precedente, sino que rehaciéndolo lo renueva, repensándolo lo desarrolla, recreándolo lo modifica; es creación así como es creación la interpretación misma" (p. 123). (33) Nos remitimos a nuestra "integración" al capítulo IV "Los presupuestos objetivos de la quiebra" en la obra "Derecho Concursal", sobre la base del libro de Piero Pajardi, t. 1, p. 245 y sigtes., Ed. Abaco, Buenos Aires, 1991. (34) Véase RICHARD, Efraín Hugo, "El bien jurídico tutelado por el derecho concursal", en Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, que se lee en http://www.acader.unc.edu.ar. (35) Loc. cit. en nota anterior. (36) GALGANO, Francesco, "Diritto Civile e Commerciale", p. 571/2, v. 4°, 4ª ed., CEDAM, Padova, 2004, quien identifica el interés de los acreedores por afectación de sus créditos, la amenaza a la ocupación y finalmente el impacto en el sistema económico por la posibilidad de crisis empresariales en cadena. Véase también, ALEGRIA, op. cit. en nota anterior, p. 318, y las citas de la nota 272. (37) Ver ALEGRÍA, Héctor, "Algunas cuestiones de derecho concursal", p. 21 y sigtes., Ed. Abaco, Buenos Aires, 1974, Capítulo sobre "Estructura y principios orientadores de la ley de concursos". (38) Dicha Exposición de Motivos, en su Cap. I, punto 4°, decía, en lo pertinente, "los conceptos fundamentales de universalidad patrimonial, colectividad de acreedores e igualdad en su tratamiento fueron mantenidos como esenciales. A ellos se agregaron: a) la protección adecuada del crédito; b) la conservación de la empresa, en cuanto actividad útil para la comunidad y principio inspirador común en la reforma legislativa mercantil en curso; c) la mayor amplitud y diversificación de medio s para la solución preventiva de las crisis patrimoniales; d) la actuación de oficio de los órganos jurisdiccionales; e) la recuperación patrimonial del concursado de buena fe, facilitándola; así como la mayor severidad para quien ha utilizado los medios legales para el abuso de crédito; f) la elaboración de normas que protegieran al comercio en general, inhabilitando temporalmente a quienes actuaron con culpa o fraude en la conducción de sus negocios; g) la extensión de la responsabilidad patrimonial a quienes actuaron por el deudor y en tal cometido realizaron actos dolosos o infringieron normas legales imperativos, causando o agravando la insolvencia". (39) "Mensaje del Poder Ejecutivo" del 12 de mayo de 1994, en "Antecedentes Parlamentarios", p. 1229 y sigtes., Ed. La Ley, Bs. As., 1995, especialmente Cap. I, "Consideraciones generales" y Cap. II, pto. 2, "Flexibilización de los procedimientos", pto. 3, "Amplitud del régimen de propuestas para acuerdo preventivo", pto. 4, "El salvataje de la empresa" y pto. 8, "Incorporación de fenómenos de la realidad económica", en el que se lee: "En la legislación actual, estos acuerdos presentan como grave inconveniente para su implementación -lo que de hecho ha descartado su aplicación, en la mayoría de los casos- su precariedad frente a una posible quiebra posterior del deudor. En este sentido, el proyecto que se eleva a consideración propicia la regulación de un régimen de concursos extrajudiciales que tiene, en definitiva, la misma finalidad que los actuales acuerdos preconcursales, cual es excluir los actos cumplidos de una futura acción revocatoria. Para ello se propone un mecanismo de características más ágiles, que anticipa la existencia de interés por parte de los deudores y acreedores, para su utilización, previniendo, en cierta forma, la necesidad de procesos judiciales, mediante soluciones acordadas entre las partes, con efectos frente a terceros, evitando la intervención y el mayor recargo de la administración de justicia". (40) OECD (Organization for Co-operation and development), "Informal Workouts, Restructuring and the future of Asian Insolvency Reform - Proceedings from the Second Forum for Asian Insolvency Reform (December 2002)", Paris, 2003, en la que se analizan principalmente las novedades de los países del sudeste asiático en los cuales prima la idea de los "workouts" o "out of court reorganization", y también las de algunos otros ámbitos jurídicos; "Foro de Insolvencia Latinoamericano 2004", organizado por el Banco Mundial y la OECD, Río de Janeiro, Brasil, 8 y 9 de junio de 2004, sobre el tema "Reestructuración empresaria y revitalización del ambiente de negocios". Si bien la adopción de procedimientos amigables o extrajudiciales plenos (sin intervención judicial) fue sugerida por el Banco Mundial ante la crisis argentina de 2002, y se elaboraron proyectos a este respecto, en definitiva esa alternativa no cristalizó (véase Banco Mundial, "Reporte de observancia de stándares y códigos (ROSC), Argentina. Sistemas de insolvencia y derechos de crédito", junio de 2002, que en el punto IV "Recomendaciones" sugiere la "adopción de un nuevo mecanismo legal en el tiempo más cercano posible instituyendo un marco consensual de negociación extrajudicial de acuerdos preconcursales". En esa recomendación se aconsejaba revisar las leyes fiscales y regulaciones bancarias "en orden a remover los impedimentos para reestructuración empresaria y para crear adecuados y fuertes incentivos a los mecanismos preconcursales" (punto IV, sexto párrafo). En el estudio "Principios y líneas rectoras para sistemas eficientes de insolvencia y de derecho de los acreedores" (abril de 2001), el Banco Mundial introdujo en el documento, como anexo II, un capítulo sobre "Insolvencia y crisis sistémicas", de obligada lectura al tratar estos temas. (41) Lo que lleva a lo que hemos llamado en una conferencia pronunciada en la Academia de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, el 24 de septiembre de 2002, (titulada "Evolución y perspectiva del derecho de crisis"), "desjudicialización sin desjuridización". El fenómeno se presenta en países de nuestra área, como en Colombia (ley 550 de 1999), en Perú (ley 27.809, publicada el 8 de agosto de 2002) y en Bolivia (ley 2.495 del 4 de agosto de 2003 y decreto supremo 27.187 del 24 de septiembre de 2003, llamada "Ley de reestructuración voluntaria"). En Italia, después de la originaria ley Prodi de "Administración extraordinaria de empresas en crisis" (Decreto Ley de 1979, Número 26, convertido con ley 95 de 1979 -modificada por otras leyes posteriores-), se sancionó la así llamada ley Prodi bis con ley del 30 de julio de 1998 y posterior Decreto legislativo del 8 de julio de 1999 número 270;y finalmente, con el llamado "Decreto Marzano", del 23 de diciembre de 2003 (n. 347) y la ley del 18 de febrero de 2004 (n° 39), se atendió a la crisis provocada por el caso "Parmalat", contemplando una verdadera etapa extrajudicial o administrativa llamada "desjudicializada" (Véase ROSSI, Ricardo, "L´amministrazione straordinaria tra Prodi bis, Decreto Marzano e legge 18 febbraio 2004, n. 39" en "Il diritto fallimentare e delle societá commerciali", mayo-agosto de 2004, p. 634 y sigtes.). En el reciente derecho español se prevé la "propuesta anticipada de convenio" (arts. 104 a 110, ley 22/2003 del 9 de julio de 2003; véase PULGAR EZQUERRA, Juana, "Las soluciones al concurso de acreedores: el convenio y la liquidación", en "Derecho Concursal", p. 441 y sigtes., bajo la dirección de R. García Villaverde, A. Alonso Ureba y J. Pulgar Ezquerra, Dilex, Madrid, 2003) y en el Proyecto de nueva ley de concursos brasileña, actualmente en el Parlamento a punto de ser considerada y eventualmente sancionada, se prevé la "recuperación extrajudicial" (Cap. IV). (42) Véase, entre muchos, TRUFFAT, Edgardo D., "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial", Ad-Hoc, Buenos Aires, 2002; MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", especialmente p. 72 y sigtes, Ed. Abaco, Buenos Aires, 2003. (43) FOYER, G. A., Prólogo al libro de Hémard-Terrel-Mabilat, "Sociétés Commerciales", Dalloz, 1972, referida en nuestra obra "Algunas cuestiones...", antes citada, p. 43. Foyer también advertía sobre la "impaciencia de los prácticos" que desearían que la ley solucionara como una enciclopedia cada problema particular. (44) Evitándose así lo que, con relación a los jueces italianos de su época (1959), decía Francesco Ferrara jr. en el Prefacio a la primera edición de su obra sobre "Il fallimento": "Quien ejercita la actividad profesional asiste a un fenómeno extraño. Porque jueces que él aprecia, que sabe conscientes y reflexivos, cautos en sopesar las razones contrapuestas de las partes y frecuentemente atormentados de la duda antes de la decisión, cuando se ocupan de causas de falencia o cuando menos de algunas causas de falencia, aparecen completamente diferentes. Abandonan la paciencia habitual, parecen apresurados, no se preocupan de tener una visión completa de la situación. Y como si calzaran anteojos especiales, que no tanto deforman la situación sino que le hacen ver un solo aspecto, escondiendo el resto..."; en "Il fallimento", 4ª ed., al cuidado de Alessandro Vorgioli, p. XXIX, Ed. Giuffré, Milán, 1989. A pesar del colapso producido por el número exuberante de causas, nuestros jueces se han mantenido fuera de las condiciones señaladas por el maestro italiano, aplicando con prudencia y general equilibrio las normas confiadas a su magisterio. (45) Para el tema, véase la completa obra de JUNYENT BAS, Francisco y MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Facultades del juez concursal", Ed. Advocatus, Córdoba, 2004, a la que nos remitimos y en la que puede leerse una bibliografía general sobre la materia. (46) Ver el excepcional trabajo de SOLA, Juan Vicente, "Constitución y economía", Lexis Nexis, 2004, donde analiza exhaustivamente las relaciones entre el derecho, su aplicación judicial y la economía. Véase por ejemplo el cap. XXVIII, p. 473 y ss. (47) Véase ALEGRIA, Héctor, op. cit. en nota 1, p. 180, núm. 4.3. Tampoco los fallos conocidos, salvo en uno ("Acindar S.A.") del Dr. Eduardo M. Favier Dubois (h) que aplica el art. 25. (48) Ver ALEGRIA, Héctor, op. cit., en nota 1, p. 179/180, puntos 4.1 y 4.2. (49) En el sentido que la resolución de contratos será un acto individual entre los co-contratantes y nunca una cláusula del acuerdo oponible al co-contratante por decisión de la mayoría. Lo mismo ocurre respecto de los contratos de trabajo. Todo ello sin perjuicio de que, como un elemento previo o concomitante al APE y que motive la conformidad de los acreedores, se tenga en cuenta la resolución o rescisión consensuada con el co-contratante, de algunos contratos o algunas medidas referidas a los contratos de trabajo adoptadas con intervención sindical y por los procedimientos procedentes. (50) ROUILLON, Adolfo N., "Régimen de concursos y quiebras", p. 85, 10ª ed., Ed. Astrea, Bs. As. 2001 y reiterada jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial: CNCom., sala C, julio 5-982, "Estirpe S.A.", ED, 101239; íd. sala D, noviembre 28-982, "Establecimiento Metalúrgico Pecú S.A.", ED, 104-606; íd. sala A, marzo 30-978, "Primicia S.A.", LA LEY, 1978-B, 490; íd. sala A, febrero 27-978, "Corvill S.A. s/ quiebra", LA LEY, 1978-C, 266; íd. sala B, marzo 18978, "Nordiska Kompaniet S.A.", ED, 58-375. (51) Salvo en la Capital Federal, ordenar el cumplimiento del dec. 3003/56 (Adla, XVI-A, 166). (52) Para la identificación de estos casos concretos, véase en este tomo el trabajo de la Dra. María Lilia Gómez Alonso de Díaz Cordero. (53) Loc. cit. en nota anterior. (54) MOLINA SANDOVAL, op. cit, p. 81, siguiendo a Segal resalta como una ventaja la "discreción del mecanismo (que no produce el descrédito de los procesos concursales)". El mismo autor, en p. 376, dice "Por otro lado, en el acuerdo preventivo extrajudicial el sentido es mucho mayor, pues el deudor no está inhibido de disponer de sus bienes registrables. Ello así, pues no existe una disposición similar al art. 16, LCQ, que exige autorización judicial para realizar determinados actos (sobre bienes registrables, disposición y locación de fondo de comercio, emisión de debentures u obligaciones negociables con garantía especial o flotante, constitución de prenda u otros actos que excedan la administración ordinaria de su giro comercial)." Compárese el tratamiento de HEREDIA, op. cit., p. 1196 y sigtes. (55) Véase en sentido diverso, respecto de intereses y contratos, el trabajo de ENZ Gustavo J. que se publica en este volumen. (56) El juez Alfredo Kölliker Frers así lo resolvió el 18 de mayo de 2004 en el caso "Modo S.A. de Transporte Automotor s/ acuerdo preventivo extrajudicial", p. 272 y sigtes., publicado en "Revista de las Sociedades y Concursos" N° 29, julio/agosto 2004. (57) El Juez doctor Ottolenghi ordenó, como medida preliminar, citar a Asamblea en "Multicanal S.A." el 22 de septiembre de 2003, lo que fue confirmado por CNCom., sala A, el 4 de octubre de 2004. (58) Ver el trabajo indicado en la nota 51 (59) ALEGRIA, Héctor, "Nueva reforma a la ley de concursos y quiebras. Ley 25.589", La Ley, 2002-D, 1055. (60) ALEGRIA, Héctor, "Acuerdo Preventivo Extrajudicial", RDPC, 2002-3, p. 180/2 y las citas allí indicadas. Véase sobre el punto, una opinión diversa de Francisco Junyent Bas (61) Para todos véase Junyent Bas, Francisco, "El efecto suspensivo del acuerdo preventivo extrajudicial: un dislate jurídico que debe acotarse", La Ley 2003-F, 1211, quien estima que deben excluirse de la suspensión los juicios laborales y de conocimiento y las ejecuciones de derechos reales, mientras que las demás ejecuciones deberían ser sólo alcanzadas cuando llega a la etapa de ejecución forzada. (62) Difícilmente lo estarán, por cuanto los acuerdos para créditos con garantía especial requieren unanimidad y no es costumbre proponer un acuerdo para tal categoría. Sin embargo, la ratio legis de su aplicación es idéntica a la que inspira el art. 24 respecto del concurso judicial, pues aún cuando también en éste es infrecuente el acuerdo para acreedores con privilegio especial, la suspensión del art. 24 es un corolario de lo dispuesto para casos ordinarios por el art. 21 y tiende a mantener cierta estabilidad el activo "estratégico" del deudor durante el plazo en que tramita el proceso y se puede concretar la homologación del acuerdo y consecuentemente la vuelta del deudor a cierto estado de normalidad. En sentido contrario, véase MOLINA SANDOVAL, "Acuerdo preventivo extrajudicial", cit., p. 368 y sigtes. (63) JUNYENT BAS y MOLINA SANDOVAL "Facultades del juez comercial", cit., p. 125 y sigtes., quienes concluyen, en p. 127, "Por ello, cabe concluir en este tema que la aplicación del precepto del art. 52 LCQ, nada agrega al esquema actual del acuerdo preventivo extrajudicial. Sus disposiciones son mayormente inaplicables; y las que pueden tener algún ámbito de aplicación, tienen solución recurriendo a otras normas (que gobiernan -de manera fundante- el proceso concursal). El planteo es, entonces, superfluo, ya que a los fines prácticos la solución no se altera en la remisión o no al art. 52 LCQ, en materia de homologación". Véase también supra nota 11. MOLINA SANDOVAL en "Acuerdo preventivo extrajudicial", cit., p. 334/335, había manifestado idéntica conclusión, con cita de HEREDIA. (64) Existen numerosos trabajos sobre el tema. Pueden verse entre otros: JUNYENT BAS, Francisco y FLORES, Fernando Martín, "Los alcances de las facultades homologatorias del juez concursal", Ed. Errepar, Buenos Aires, 15/10/04; MOLINA SANDOVAL, Carlos A., "Facultades homologatorias del juez concursal y "cramdown power" en la ley 25.589", RDPC N° 2003-1 (Concursos - I), Rubinzal-Culzoni, Sta. Fe. - Bs. As.; RASPALL, Miguel, "Algunas reflexiones y conclusiones sobre el acuerdo abusivo del art. 52 inc. 4 de la L.C.", en "Derecho Concursal Argentino e Iberoamericano", cit., p. 479; PORCELLI, Luis A., "No homologación del acuerdo preventivo. Propuesta abusiva o en fraude a la ley", LA LEY, 2002-D, 979; BARBIERI, Pablo, "Las facultades judiciales ante la homologación del acuerdo preventivo. Implicancias de la ley 25.589", LA LEY, 2002-D, 1093; GRISPO, Jorge D., "Alcance de las facultades homologatorias del magistrado: Una ecuación para resolver el límite de la razonabilidad de la propuesta", LA LEY, 2003D, 709; MONTI, José Luis, "El concordato como negocio jurídico. Sobre la homologación del acuerdo y las atribuciones del juez del concurso", LA LEY, 2000F, 1089. (65) Véase MOLINA SANDOVAL, "Acuerdo preventivo extrajudicial", cit., p. 265/266, quien dice: "En el acuerdo preventivo extrajudicial, la categorización carece de los efectos impuestos por el concurso preventivo. El deudor tiene amplia libertad, y no es menester que obtenga la conformidad de todas las categorías. El cómputo, como dice el art. 73 LCQ, es sobre el pasivo quirografario total, con indiferencia de las distintas modalidad de propuestas ofrecidas". "Pues bien, ¿cómo deben computarse dichas mayorías? Cada acreedor que haya prestado su conformidad, con independencia de la propuesta que haya aceptado, se computa a los fines de lograr dicha mayoría. Es indiferente que dicho sujeto haya acordado una quita del 80% y una espera de cinco años, o que no haya aceptado ninguna quita a su acreencia". "La ley no distingue entre las diversas propuestas o los diferentes acreedores. Por ello todos los acreedores deben computarse de manera igualitaria sobre la base del monto de su acreencia y como persona individual". (66) ALEGRIA, Héctor, "Acuerdo preventivo extrajudicial", cit., p. 172 y sigtes. (67) ALEGRIA, Héctor, "Acuerdo preventivo extrajudicial", cit., p. 175, donde citábamos las opiniones en contra de Heredia, Junyent Bas y Molina Sandoval y Mármol, y la opinión conforme de Di Tullio, Macagno y Chiavassa y Hequera. El debate persiste: véase JUNYENT BAS y MOLINA SANDOVAL, "Facultades del juez concursal", cit., p. 125 y 277 y sigtes; MOLINA SALDOVAL, "Acuerdo preventivo extrajudicial", cit., p. 333 a 337, con citas de otros trabajos y ANCHAVAL, Hugo Alberto y MÉNDEZ, Laura M., "Aplicación del cramdown power a los acuerdos preventivos extrajudiciales", LA LEY, 2004/09/21, p. 1; VILLANUEVA, Julia, "La ley 24.522. Algunos aspectos del cramdown y la categorización de acreedores", en DJ, 1997-2-564; PRONO, Ricardo, "El nuevo acuerdo preventivo extrajudicial", en LA LEY, 2003-F, 1238 y Suplemento de Concursos y Quiebras 10/10/2003, p. 19, quien se pronuncia en sentido positivo a la aplicación del art. 52, inc. 2 b) al APE. (68) ALEGRIA, op. cit. en nota 1, p. 176. Junyent Bas y Molina Sandoval parecen haber morigerado su opinión negativa cuando en "Facultades del juez concursal", cit., p. 190, dicen: "Ahora bien, pese a lo dicho en el apartado precedente, la libertad de contenidos que regla el art. 71 del estatuto concursal en orden a la conformación del A.P.E., no impide que el deudor categorice a sus acreedores". "En efecto, quien puede lo más, puede lo menos y si la ley le concede la libertad de arreglar con sus acreedores, es muy posible que en la práctica el acuerdo marco contenga diversas categorías de acreedores y que esta situación se haga conocer al juez al presentarse el acuerdo para su homologación explicitándose puntualmente el régimen de mayorías, de conformidad con el art. 72 inc. 5, LCQ" "En este supuesto, puede darse la alternativa de que el deudor haya obtenido mayorías concordatarias que exige el art. 73 LCQ en algunas de las categorías propuestas y, por el contrario, existan acreedores disidentes en otras categorías." "En esta inteligencia, parece viable sostener que sería factible la utilización de la facultad superhomologatoria que el art. 52 inc. 2.b le otorga al juez concursal." "Va de suyo también, que nuevamente aparece la necesidad de requerimiento del propio interesado para reclamar la configuración de la hipótesis normativa aludida."