REFORMAS Y REBELIONES DURANTE EL GOBIERNO DEL REY CARLOS III Carlos III, el nuevo monarca, llegó a Madrid dispuesto a iniciar grandes reformas modernizadoras. Fue él quien liberó el comercio y creó las aduanas, apoyó el desarrollo de la industria privada e impulsó la navegación y el comercio con las colonias americanas. El rey Carlos III puso especial interés en renovar el sistema administrativo de las colonias. El Virreinato del Perú sufrió importantes cambios que conmocionaron a sus habitantes y provocaron la rebeldía de miles de indígenas y mestizos. También de algunos sectores criollos afectados. Las reformas de mayor trascendencia fueron: la creación del Virreinato del Río de la Plata (1776), el decreto de Libre Comercio (1778) y las reformas fiscales del visitador Areche (1778-1780). Además, las reformas carolinas reforzaron la presencia hispana en la alta burocracia estatal. El predominio criollo en la maquinaria estatal llegó a su fin. La corona los relegó totalmente del acceso a las audiencias, gobernaciones, corregimientos y las fuerzas armadas, favoreciendo a los "chapetones", como llamaron despectivamente los criollos a los peninsulares. Carlos III nombró a fines de 1775 a don Manuel Guirior como nuevo Virrey del Perú. Antes de llegar al Perú, Guirior ejerció con mucho mérito el cargo de Virrey de Nueva Granada. Recibió su traslado al Perú como un ascenso en su carrera y llegó a Lima a mediados de 1776. Apenas instalado en el palacio, el nuevo virrey recibió la noticia de que la creación del Virreinato del Río de la Plata había privado al Virreinato del Perú de las minas de Potosí, hecho que afectaría notablemente la economía del virreinato peruano. Todo impuesto recaudado en el rico Alto Perú iría a financiar al virrey de Buenos Aires. Además, Lima fue obligada a financiar los gastos de la instalación del nuevo Virreinato. En 1777 llegó a Lima José Antonio de Areche, Visitador General de la Real Hacienda y Tribunales del Reino, con la expresa misión de aumentar las rentas de la corona y sanear la administración pública. El Visitador incrementó las alcabalas (impuesto a la compra – venta) hasta el 6%, creó las aduanas terrestres para cobrar impuestos al tránsito de mercancías a través de la frontera que ahora separaba al Alto del Bajo Perú y empadronó a los mestizos para que paguen tributo como los indios. Sus maneras autoritarias y su menosprecio por los criollos le valieron serios enfrentamientos con el Virrey Guirior. El Visitador emprendió una campaña de desprestigio contra el virrey ante la corte, logrando su destitución en 1780. El incremento de los impuestos y los repartos mercantiles de los corregidores ocasionaron muchas rebeliones en diversas provincias como Chumbivilcas (Cusco), Huamalies (Huanuco), Huaylas (Ancash) y Conchucos (Ancash). Las agitaciones y protestas se propagaron en todo Arequipa y en el Cusco se descubrió la conspiración de los plateros que fue dirigida por Bernardo Tambohuacso, el cacique de Písac. Las autoridades reprimieron a sangre y fuego todos estos movimientos rebeldes donde estaban involucrados indígenas, mestizos y algunos criollos, sectores de la sociedad colonial que se vieron afectados por las reformas fiscales del Visitador, implementadas en el marco de las reformas auspiciadas por la corona. Una de las reformas más importantes del rey Carlos III fue la liberalización del comercio colonial. El decreto de Libre Comercio de 1778 legalizó trece puertos españoles y veintidós puertos americanos. El objetivo era favorecer el crecimiento de la recaudación de impuestos aduaneros en los puertos descuidados por las viejas rutas monopólicas. Además de mejorar la recaudación, esta reforma favoreció el crecimiento del comercio entre diferentes regiones de España y de América española. El comercio entre la metrópoli y las colonias se quintuplicó en una década. En América los más favorecidos con el crecimiento de los intercambios con los puertos españoles fueron los comerciantes de Buenos Aires y Valparaíso. Aunque el libre comercio fue resistido por los comerciantes limeños porque les quitaba sus derechos monopólicos, no significó la destrucción de la importancia comercial del puerto del Callao ni del poder de los grandes comerciantes de Lima. A pesar del gran crecimiento mercantil de otros puertos sudamericanos, el Perú controló casi el 15 º/o de las exportaciones a España, superando al Río de la Plata que tenía el segundo lugar con 12 º/o. En 1780 el virrey Guirior fue relevado de su cargo y tuvo que regresar a España, para beneplácito del poderoso visitador Areche. El mismo año desembarcó en el Callao el nuevo virrey Agustín de Jáuregui, un militar de brillante carrera que había gobernado bien en Chile. Todavía no terminaban en Lima los agasajos de recepción al nuevo virrey cuando estalló en Tungasuca (al sur del Cusco) la gran rebelión del cacique José Gabriel Condorcanqui, quien se hizo llamar Tupac Amaru II. Tupac Amaru II se sublevó cansado de los excesos de los corregidores y de la imposición de las reformas del Visitador Areche (aduanas, alcabalas y tributos). El 4 de noviembre de 1780 estalló la sublevación. Tupac Amaru capturó y condenó a la horca al corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga. El mismo día, delante de miles de seguidores, anunció la abolición de las mitas, las alcabalas y los corregimientos. Además, decretó el fin de la esclavitud de los negros. Esto significaba dar vuelta el orden establecido por la minoría blanca dominante en el Perú colonial. En Lima, el Virrey Jáuregui envió tropas al mando del capitán Gabriel de Avilés. Estas fuerzas tomaron el Cusco y repelieron el ataque rebelde en enero de 1781. Poco después llegaron al Cusco el visitador Areche y el brigadier José del Valle. Areche dispuso que del Valle reemplazara a de Avilés en el control de las acciones militares en el Cusco. Las tropas coloniales vencieron a los rebeldes en las batallas de Checacupe y Combapata (Cusco). La represión fue indiscriminada y llegó a su punto culminante cuando el 18 de Mayo de 1781 el inca, su esposa Micaela Bastidas y otros dirigentes fueron descuartizados en la plaza mayor de Cusco. Un testigo anónimo describe la muerte del cacique indio Tupac Amaru II: “Se le sacó a media plaza: allí le cortó la lengua el verdugo, y despojado de los grillos y esposas, lo pusieron en el suelo: le ataron a las manos y pies cuatro lazos, y asido éstos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. No sé si porque los caballos ni fuesen muy fuertes, o el indio en realidad fuese de fierro, no pudieron absolutamente dividirlo, después de un largo rato lo tuvieron tironeando, de modo que le tenían en el aire, en un estado que parecía una araña. Tanto que el Visitador, movido de compasión, porque no padeciese más aquel infeliz despachó una orden, mandando le cortase el verdugo la cabeza, como se ejecutó. Después se condujo el cuerpo debajo de la horca, donde le sacaron los brazos y los pies...” Primera clase de la semana: Después de leer el texto, responde en tu cuaderno las siguientes preguntas: 1) ¿Qué partes del texto demuestran que el Virreinato del Perú seguía siendo económica y políticamente el más importante de América del Sur? 2) ¿Por qué crees que fue conflictiva la relación entre los virreyes y los visitadores enviados por el Rey Carlos III? 3) ¿Por qué surgió un resentimiento de parte de los criollos hacia los peninsulares y con qué término se expresó el mismo? 4) ¿Por qué crees que fue tan violenta la ejecución del líder indígena José Gabriel Condorcanqui? Segunda clase de la semana: Elabora en tu cuaderno un mapa conceptual sobre la rebelión de Tupac Amaru II