Las reformas borbónicas Con esta denominación nos referimos a un periodo de la historia de España y de sus colonias iniciado en 1700, en que Carlos II, el último rey de la Casa de Austria de la monarquía hispánica, nombró en su testamento un mes antes de morir a Felipe V de Borbón1 como su sucesor —lo que provocó la Guerra de Sucesión Española (1701-1714)—, hasta las abdicaciones de Bayona de 1808 en las que Carlos IV y su hijo Fernando VII, que le había obligado a abdicar en su persona dos meses antes2, cedieron bajo presión a Napoleón Bonaparte sus derechos a la Corona, que este a su vez pasó a su hermano José I Bonaparte, lo que dio inicio a la Guerra de Independencia Española. Durante este período la nueva dinastía construyó una monarquía absoluta centralista que puso fin a la monarquía compuesta de los Habsburgo de los dos siglos anteriores y aplicó políticas reformistas, parte de ellas inspiradas en los principios de la Ilustración en España, especialmente bajo los reinados de Fernando VI y de Carlos III. El reinado de Carlos III3 Cuando accedió al trono, tras la muerte sin descendencia de su hermanastro Fernando VI, ya tenía experiencia de gobierno pues había sido duque de Parma, primero, y rey de Nápoles, después. Precisamente para acceder a la Corona española tuvo que renunciar a la de este último reino4 y de allí se trajo a su gran colaborador, el marqués de Esquilache, secretario de Hacienda y de Guerra. Más tarde, el genovés marqués de Grimaldi sustituyó a Ricardo Wall al frente de la secretaría de Estado, con lo que el gobierno quedó en manos de "italianos", un hecho que cobrará importancia durante los motines de la primavera de 1766. Su reinado se caracterizó por el fuerte impulso que dio a las reformas inspiradas en las ideas ilustradas, siempre que éstas no pusieran en peligro su poder absoluto y el orden social tradicional, y por ello Carlos III es considerado como el máximo exponente del llamado despotismo ilustrado o absolutismo ilustrado. En un escrito dirigido a su hijo, el futuro Carlos IV, Carlos III le dijo: «Quien critica los actos de gobierno comete un delito, aunque tenga razón». Para llevar adelante esta política el rey se rodeó de un equipo de ministros reformistas, entre los que destacará José Moñino, conde de Floridablanca. Sin embargo, a los pocos años de haber iniciado su reinado, Carlos III vivió su peor crisis, que puso en evidencia las contradicciones del reformismo que propugnaba. La reorganización de la administración de las Indias Carlos III continuó con la política iniciada por Felipe V y, sobre todo, por Fernando VI de convertir las colonias americanas en una fuente de riqueza para la metrópoli y de ingresos para la Real Hacienda. Con esa finalidad se culminó la reorganización de la administración americana para hacerla más eficaz y para reforzar el Estado allí: 1 Dinastía de origen francés y enemiga para los intereses de Inglaterra Durante el denominado Motín de Aranjuez 3 Carlos III era hijo de Felipe V y de su segunda esposa, Isabel de Farnesio 4 —que pasó a su hijo, el joven Fernando IV de Nápoles— 2 Página 1 de 4 se crearon dos nuevos virreinatos5 —el de Nueva Granada, con capital en Bogotá, y el de la Plata, con capital en Buenos Aires— que permitían un mayor control político y fiscal; se adoptó también allí la figura del intendente6, que sustituyó a los antiguos gobernadores, corregidores y alcaldes mayores; se puso fin a la venta de cargos que eran copados por los criollos —descendientes de españoles nacidos en América—, por lo que eran éstos los que monopolizaban los principales puestos de la Administración colonial, y en su lugar se nombraron funcionarios llegados de la Península, a los que se sumó una nueva oleada de emigrantes peninsulares provenientes de Galicia, de Asturias y de las provincias vascongadas; se creó un ejército permanente para defender las colonias de Gran Bretaña, especialmente, y se permitió que criollos y mestizos se incorporaran al mismo, al no poder reclutarlo exclusivamente con peninsulares7. se elevaron los impuestos y el Estado amplió su monopolio fiscal a productos como el tabaco, los aguardientes o la pólvora, lo que provocó el descontento entre criollos, mestizos y caciques dedicados al comercio, que obtenían grandes ingresos por el comercio legal y sobre todo a través del contrabando en torno a las rutas mineras con los puertos y los obrajes8. Tras la anulación en el reinado anterior de las concesiones comerciales hechas a Gran Bretaña en el Tratado de Utrecht —el navío de permiso y el registro de negros— que estaban siendo utilizadas para incrementar el contrabando, se continuó con la política de revitalizar los intercambios entre América y España, siguiendo las pautas del pacto colonial9. De esa forma ambas economías crecerían por lo que la Corona también vería aumentados sus ingresos y su poder: se autorizó a otros puertos, además del de Cádiz a donde en 1717 se había trasladado la Casa de Contratación desde Sevilla, a comerciar directamente con América, primero con las Antillas, en 1765, y después con toda América, por el Reglamento de libre comercio de 1778; se continuó con la política de conceder a compañías comerciales privilegiadas, la explotación en régimen de monopolio de algunas áreas; se extendió el método de navíos de registro —barcos que navegaban aisladamente, eludiendo con más facilidad a los buques enemigos, y que partían y llegaban a América con mayor regularidad— en sustitución de los convoyes de la Carrera de Indias. Reformas que produjeron las rebeliones peruanas Las reformas a aplicarse en América fueron aconsejadas en el Informe y Plan de Intendencias que elevaron en 1768 a Carlos III, el Visitador General José de Gálvez junto con el Marqués de Croix, virrey de Nueva España. En el Virreinato del Perú, Río de la Plata y la Capitanía de Chile estaban proyectadas para la aplicación de las reformas por parte del Visitador General José Antonio de Areche a partir de 1776, introduciendo modificaciones e 5 De territorios arrebatados al virreinato del Perú El intendente fue un cargo de origen francés, su poder se aplicó de forma más radical a través de medidas más centraslistas sobre la población colonial. 7 Sin embargo, los cargos militares de alto rango estaban limitados a su acceso a los criollos. 8 Se denominaba obrajes a los talleres de manufacturas donde se elaboraba telas, calzado, etc. Estos productos se llevaban a Potosí para los indios que trabajaban en las minas, especialmente. 9 El cual hacía de América un gran centro exportador de materias primas e importador de productos manufacturados de la metrópoli 6 Página 2 de 4 incrementos fiscales en las colonias aunque ya se hubiera comenzado gradualmente desde antes. En marzo de 1772, una real cédula dispuso el incremento general del 2% al 4% del impuesto de las alcabalas (impuesto o arancel obligatorio sobre la venta de mercaderías) en el Perú, tanto sobre los productos americanos como sobre los importados. Sin embargo, muchos dudaron en aplicar el nuevo arancel, por no haber sido informados claramente de cuáles mercaderías eran las afectadas. Con su aplicación, los ingresos en concepto de alcabalas se incrementaron en algunas provincias más que en otras, debido a su recaudación directa a través de aduanas. En 1773 fue erigida una aduana en Lima. Al año siguiente en Cochabamba, establecida en Arque y Tapacari, la que generó protestas y disturbios debido a que se intentaba hacer pagar alcabalas a los tocuyeros10, sastres, zapateros, herreros y jaboneros, e incluso debía pagarse alcabalas por los cereales (trigo, maíz) que se cultivaban en la zona. Por eso, muchos artesanos, comerciantes de granos y viajeros trajinantes estuvieron comprometidos en los disturbios que se originaron como resultado. Los comerciantes indios, principalmente los caciques11, se mostraron reacios en someter sus productos al control aduanero, temiendo que se les obligara al pago de las alcabalas sin considerar que hasta entonces habían estado exentos de pago sobre los productos que cultivaban en sus chacras o elaboraban por sí mismos, aunque debían pagarlas sobre los bienes de Castilla que comerciaban. De cualquier modo, aunque la mayor parte de los productos que los indígenas comerciaban no fueron afectados por ese aumento de las alcabalas al 4 %, fueron alcanzados por un nuevo incremento de las alcabalas al 6 % en 1776. Ese año fue crucial para el crecimiento del descontento popular que alcanzó su culminación en 1780: porque el Alto Perú había sido puesto bajo el control del nuevo Virreinato del Río de la Plata, alterando las rutas comerciales decisivamente; se habían incrementado las alcabalas al 6 % y creado una nueva aduana en La Paz. En ese año también el Visitador Areche se embarcó rumbo a las colonias, para supervisar personalmente la implementación de las reformas. Areche arribó al Perú en 1777, abocándose a la supervisión de la recaudación de la nueva tasa de alcabalas. En agosto de ese año, se distribuyó una circular entre los corregimientos de Chayanta, Paria, Oruro, La Paz y Pacajes12, ordenándoles ejercer una mayor presión en la recaudación del nuevo impuesto, lo que implicaba que los corregidores a partir de allí no sólo recaudarían el tributo y realizarían el reparto forzoso de mercaderías13, sino que también cobrarían las alcabalas. Ello posibilitaría que entraran en conflicto directo no sólo con los campesinos indios, sino con los propietarios de tierras, artesanos y comerciantes mestizos y criollos que se verían afectados por los nuevos impuestos. Ese año también, se estableció un impuesto del 12,5 % sobre el aguardiente, aunque el decreto real no fuera aprobado hasta 1778. Paralelamente, el Virrey Manuel Guirior encabezó una campaña respaldada por el visitador Areche, destinada a terminar con el contrabando de oro y plata del virreinato peruano, mientras que el Virrey Cevallos prohibía la exportación de piezas de 10 Fabricantes y vendedores de telas llamadas tocuyos, importantes para el frío en zonas altas. Los caciques conformaron una nobleza indígena, dedicados al comercio, manufacturas y transportistas de mercaderías. 12 Ubicados en el Alto Perú, actual zona alta de Bolivia, próxima a las minas de Potosí. 13 Los repartos mercantiles fueron ventas obligatorias de productos a los indios mitayos de las reducciones, quienes conformaban la clase mayoritaria, motivando levantamientos populares antifiscales. 11 Página 3 de 4 oro y plata del Virreinato del Río de la Plata hacia el Perú. Esas medidas afectaban a los sectores mineros, porque el consumo de aguardiente era usual entre los operarios de las minas, y las medidas de Guirior relativas a impedir la circulación de oro y plata no previamente sellados y fundidos, afectaba a los propietarios y arrendatarios de minas. En 1779 la coca, y a partir de 1780 los granos fueron incorporados al listado de mercaderías sujetas a las alcabalas. Las aduanas hasta 1779 sólo habían sido establecidas en el Alto Perú (Cochabamba, Potosí, La Paz) y en Buenos Aires; al año siguiente también fueron establecidas en el Bajo Perú (en Arequipa, y parece que también lo sería en el Cuzco). En julio de1780 se ordenó a todos los artesanos afiliarse a un gremio, para asegurar la recaudación de las alcabalas al estar adecuadamente registrados. Igualmente, aunque los chorrillos 14 estuvieran normalmente exentos, fueron sujetos a las alcabalas en 1780. Finalmente, la disposición del Visitador Areche, de censar la población no indígena, y de incluir entre los tributarios a los cholos15, puso en estado de alerta a mestizos y mulatos, por cuanto comprendieron que la corona española planeaba incluirlos entre los tributarios. Inmediatamente, y a su consecuencia, se produciría diversas rebeliones indígenas durante el siglo XVIII, que tendrían su mayor auge en 1780 con la liderada por Túpac Amaru II. 14 15 Talleres menores, comúnmente de tipo ilegal. Sectores de indios mestizos, quienes vivían en zonas urbanas. Página 4 de 4