Los puentes del Euro INGENIERÍA FERNANDO SÁENZ RIDRUEJO esde siempre, en nuestra civilización monetarista, el poder político ha ido emparejado al poder económico y el símbolo plástico de esa unión ha sido la efigie de emperadores y reyes en el anverso de las monedas. Por eso se llena de asombro el anónimo autor de la canción mejicana al afirmar que “el águila, siendo animal, se retrató en el dinero”. Y nuestros más famosos autores de teatro — Benavente, Echegaray, don Benito— no han sido completamente populares hasta no salir “retratados” en los billetes del Banco de España. D Por eso tenía un enorme interés comprobar qué figuras y qué conceptos se elegían para simbolizar la nueva Europa en sus primeros billetes. Como todo el mundo sabe, esas figuras han sido puertas y ventanas de distintos órdenes arquitectónicos y puentes de diversos tipos estructurales. Los conceptos que en ambos casos se ha querido representar son los de apertura y comunicación. Ventanas abiertas al aire exterior y puentes tendidos al progreso. Bellas imágenes, aunque muchos piensen que la Europa que estamos construyendo —cerrada a los africanos, armada frente a americanos y japoneses— estaría mejor representada por la Desde el tosco puente de barcas dibujado en el billete de menos valor, hasta el ampuloso viaducto atirantado que aparece en el más valioso, en los siete billetes del Euro se suceden tres puentes de piedra distintos, un arco metálico de tablero superior y un puente de arcos rebajados, posiblemente de hormigón. Una breve consulta con cualquier experto hubiera permitido ampliar la gama tipológica con modelos más recientes, de forma que el puente central de la serie fuera más cercano a nuestros días que ese “lomo de asno” medieval representado en el billete de 50 euros. Urbanismo accesible aspillera y el foso, por el cañón y el bunker. No es la primera vez que sale a relucir el valor simbólico de las obras públicas, el camino, el puerto, el faro y, desde luego, el puente, como imágenes de la vida. Ahora sólo nos interesa comentar esas ingenuas abstracciones, plasmadas en los billetes del Euro, de las diversas clases de puentes que Europa ha dado al mundo. José Antonio Juncá es un ingeniero atípico. Después de gastar diez años de su vida en una tesis doctoral sobre algo tan abstruso como es la estética de los túneles, ha derivado hacia una preocupación más humana: la eliminación de las barreras urbanísticas y arquitectónicas. Se ha convertido en abanderado y cabeza visible de un movimiento que trata de hacer realidad el derecho de los discapacitados a moverse de manera autónoma. Su lema “la técnica al servicio de la sociedad” es una buena consigna frente a quienes toman la técnica como un fin en sí mismo. Se ha puesto en marcha un ambicioso convenio para la Rehabilitación del Patrimonio Edificado Residencial y Urbano de Madrid que, contra lo que podría esperarse de un nombre tan pretencioso, empieza a ofrecer algunos resultados de interés. Juncá ha publicado recientemente un trabajo en que presenta varias de las actuaciones de ese programa en dos barrios céntricos de Madrid: los alrededores de la Plaza Mayor y el entorno de la plaza del Dos de Mayo. La mejora de los pavimentos, dándoles textura abujardada, el suavizado de las pendientes, la eliminación de las rejillas peligrosas, el ensanche y protección de las aceras, el arreglo del mobiliario urbano y otros muchos pequeños detalles contribuyen a hacer las calles más agradables para los peatones y vecinos. Sólo faltaría que esas medidas se completasen con la erradicación de la delincuencia para que los viejos barrios pudieran eludir su, de otra forma, inevitable deterioro. Pero eso escapa ya a los intentos bien intencionados de técnicos como Juncá. Playas artificiales En el mismo número de la Revista de Obras Públicas —excelente, por cierto— en que Juncá da cuenta de los trabajos para un Madrid accesible, aparece un artículo de Enrique Copeiro que es una carga de profundidad contra lo que durante estos últimos años ha sido uno de los programas insignia en materia de obras públicas: la creación de playas artificiales. Parece que las arenas vertidas para la creación de esas playas y los espigones construidos para protegerlas, introducen perturbaciones no bien estudiadas en las corrientes marinas, con impensadas repercusiones sobre la fauna de las costas rocosas. Como la población sigue desplazándose desde el interior a la periferia y las actividades industriales y turísticas en el litoral crecen sin cesar, es de temer que durante muchos años seguirán aumentando los vertidos y otros efectos negativos de la acción humana. Es éste un campo con mucho porvenir para los estudiosos del medio ambiente. Los premios Puente de Alcántara Una vez más se han fallado los premios Puente de Alcántara destinados a realzar las mejores obras públicas de España, Portugal e Iberoamérica. Si en la anterior ocasión recayeron el premio y el accésit sobre presas y obras hidráulicas, en esta convocatoria el jurado ha elegido vías de comunicación con importantes estructuras. El máximo galardón ha sido para un trozo de la carretera asturiana de Ribadesella a Canero en que se incluye el denominado viaducto de La Regenta. El accésit ha correspondido a un trazado al que ya nos hemos referido en estas crónicas: el paso del puerto de Miravete, en la autovía de Madrid a Badajoz. Dos cosas nos interesa comentar ahora en relación con la obra premiada. La primera son las singulares características del viaducto. Se trata de una estructura de casi cuatrocientos metros de longitud total entre estribos, en que un tablero mixto metálico descansa sobre veinte pilas de altura variable que apoyan unas sobre el terreno y otras, las centrales, sobre un enorme arco de hormigón. El arco, cuya sección es un cajón hueco tricelular, tiene doscientos metros de luz y más de cien de altura sobre el cauce. Nuestro segundo comentario se refiere a ese nombre culterano que han puesto a un viaducto situado sobre el río Cabo, cerca del pueblo de Ballota. Como no hay constancia de que Ana Ozores se perdiera nunca por esos parajes, los lugareños, por su cuenta, han bautizado “Pintor Fierros” al viaducto, honrando así a un artista local. Para evitar una guerra de nombres en que siempre llevaría las de perder, la Administración ha aceptado a regañadientes el nombre del pintor para el viaducto, reservando el de la Regenta para el arco central. Si Leopoldo Alas levantara la cabeza, a buen seguro la volvería a agachar, abrumado por la legión de admiradores de nuevo cuño que le ha salido a su Regenta. póstumas de José Antonio GarcíaDiego. En ella han trabajado los que fueron sus más directos INGENIERÍA Los ingenios y las máquinas En la Real Academia de Bellas Artes se ha presentado la edición facsimilar de los XXI libros de los ingenios y de las máquinas. Se trata del trabajo más importante escrito sobre la ingeniería civil en la España del siglo XVI. Una obra apasionante, tanto por su texto y sus dibujos como por la extraña historia de su manuscrito y por la polémica que su autoría ha suscitado, en nada inferior a las batallas entre “castros” y “albornoces”. La actual edición, dirigida por la Fundación Juanelo Turriano, consta de cinco tomos de facsímiles y dos de trascripción, con versiones alternativas en español e inglés. Va precedida de un prólogo de Pedro Laín y unas reflexiones colaboradores. Sería de desear que las futuras reediciones, cuando se hayan apagado los ecos de la polémica, se beneficien también con las aportaciones de Nicolás García Tapia, que fue íntimo amigo de García-Diego, primero, su gran antagonista, después, y uno de los mayores conocedores de la técnica de nuestro Siglo de Oro.