EL SECRETO EN LA RELACION LABORAL La buena fe obliga a guardar especial secreto o sigilo sobre lo que se conoce del otro, sea del propio individuo sea de lo que éste ha obtenido por su esfuerzo o “industria” dentro de una relación que suele ser duradera y muchas veces intensamente personal. Es difícil dar una definición previa de qué conocimientos ajenos no pueden ser revelados, por lo que suele definirse después, cuando alguien se considera perjudicado por la conducta del que se ha apropiado del secreto o lo ha difundido o dado noticia. Extractando de las resoluciones judiciales, se puede decir que secreto de empresa es el conocimiento reservado relacionado con la actividad de una empresa sobre ideas, productos o procedimientos que el empresario desea mantener ocultos por su interés económico o su valor competitivo para la empresa. El concepto incluye toda información relativa a la empresa, detentada con criterios de confidencialidad y exclusividad en aras a asegurarse una posición óptima en el mercado frente al resto de empresas competidoras, por lo tanto han de entenderse secretos de empresa tanto los aspectos que afectan a la parte técnica de la empresa, los métodos de producción por ejemplo, como los relativos al ámbito comercial -cálculos, estrategias de mercado o listas de clientes-, y cualquier otro hecho relevante que su mantenimiento en el ámbito interno sea beneficioso para la empresa y, por el contrario, su conocimiento externo sea perjudicial. Durante la relación laboral, la revelación del secreto puede ser un delito previsto en el Código Penal, art. 199.1 (castigado con penas de 1 a 3 años de prisión más 6 a 12 meses de haberes de multa). Después de la relación, puede ser delito (art. 197) si ha habido apoderamiento de “documentos” en un sentido amplio, los soportes informáticos o los mismos archivos remitidos por correo electrónico están incluidos dentro de estos documentos… Sin embargo, el trabajador no puede olvidar lo que ha aprendido e incluso es lógico que lo use en sus sucesivos puestos de trabajo ya que la experiencia adquirida en cada puesto de trabajo precisamente integra la personalidad profesional del trabajador por lo que es lícito que lo use –como expresamente lo preveía la deroga Ley del Contrato de Trabajo de 1944-, pero se genera un ámbito en el que habrá que determinar casuísticamente cuándo se viola o no la regla de la confidencialidad obligatoria. Hay que tener en cuenta que es un acto de competencia desleal la utilización de secretos obtenidos a través de los trabajadores (Art. 13 y 14 de la Ley de Competencia Desleal 3/1991) que da origen a acciones a favor de la empresa víctima. La Ley de Competencia Desleal considera desleal la divulgación o explotación, sin autorización de su titular, de secretos industriales o de cualquier otra especie de secretos empresariales a los que se haya tenido acceso legítimo, pero con deber de reserva, o ilegítimamente, a consecuencia de la inducción a infringir los deberes contractuales básicos que trabajadores, proveedores, clientes y demás han contraído con las empresas competidoras. Y tendrá asimismo la consideración de desleal la adquisición de secretos por medio de espionaje o procedimiento análogo. En especial el deber de guardar secreto es relevante para todos los representantes de los trabajadores (Art. 65.2 del Estatuto de los Trabajadores y 37.3 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales) ya que éstos tienen garantizado el acceso a la información social como si fueran socios –socios que por otra parte también están obligados como tales a guardar los secretos-. Los administradores sociales en forma análoga tienen este deber, incluso después de acabado su vínculo mercantil con la sociedad (Art. 127 Ley Sociedades Anónimas), así que en las situaciones complejas como en las sociedades laborales, donde se superponen vínculos laborales y mercantiles, el deber es muy simple, quien por cualquiera de sus vínculos conozca información confidencial del negocio debe privarse de su divulgación o de su aprovechamiento en beneficio propio. En general el deber de secreto es un deber mutuo: el empresario también está obligado a guardar secreto respecto del trabajador ya que los datos íntimos de las personas están protegidos además por la Ley Orgánica 1/1982 de protección civil del derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen que es de aplicación en el ámbito laboral. Y el tratamiento de los datos personales de los trabajadores está protegido no sólo por este deber primordial del secreto sino por la legislación específica de acceso y protección de datos, de su registro y de su tratamiento informático, así que es un deber empresarial típico el respeto a la intimidad de los datos personales del trabajador y su tutela (Ley 8/2001 de Protección de Datos).