Niños seguros, padres tranquilos… ¿Cómo definir un límite? El límite es una frontera donde la persona se desarrolla. Cada ser humano llega al mundo con una carga genética. Trae consigo un temperamento determinado. El medio le ofrece estímulos donde puede, a partir de las vivencias, desarrollar su carácter y así construir su personalidad. La restricción ambiental nos impone límites: los del particular contexto en que nos desenvolvemos. Algunos límites son naturales: los impone la naturaleza. Otros son sociales: los proponemos los adultos, pertenecientes al contexto en que el niño se desarrolla. El individuo adopta innumerables conductas que son propias de la interacción entre él y el medio. El límite efectivo se basa en un vínculo estrecho, es decir, para hacer cumplir una norma a un niño, debemos crear un espacio de confianza, debemos dar AMOR. Tiene que haber afecto que le otorgue seguridad. El castigo se basa en el miedo. En cambio los límites son aseguradores, respetuosos de la persona, ofrecen seguridad entre tanto caos que genera no saber qué se puede hacer y qué esperan de sí. La relación de padres e hijos en edad de educar no es una relación de igualdad, sino una relación jerarquizada. Esto no implica una conducta autoritaria. Por el contrario es una actitud primeramente basada en el amor. Los límites más eficaces son aquellos que media la palabra, el afecto, el sentido común, sin gritos, ni desprecio. Los límites son indispensables. ¿Qué errores comentemos frente a la puesta de límites? Los errores de los padres en los límites son comunes, porque son personas que educan TODOS LOS DÍAS A SUS HIJOS. Los límites y objetivos claros permiten diferenciar qué está bien y qué está mal. PERMISIVIDAD: Cuando los chicos hacen algo malo y nadie lo corrige, hará posteriormente algo más para llamar la atención. INTOLERANCIA/AUTORITARISMO: decir NO todo el tiempo. CEDER DESPUÉS DE DECIR NO: No se puede negociar el NO. Si el adulto está inseguro de poder sostenerlo, se recomiendan responder utilizando: “tal vez”, “vamos a ver”, “es posible”,etc. FALTA DE COHERENCIA GRITAR: conlleva al peligro de pasar al insulto, malos tratos psíquicos y físicos. NO CUMPLIR CON LAS PROMESAS, NI CON LAS CONSECUENCIAS NEGATIVAS: las promesas y consecuencias negativas deben ser cumplidas, para eso deben ser fáciles de aplicar, factibles de llevarlas a cabo. NO ESCUCHAR A LOS NIÑOS: antes de tomar una decisión, o una postura ante la situación, escuchar la versión del niño. Evaluar con criterio objetivo y reflexionar al respecto. Pautas para una mejor convivencia 1- Adecuar los límites a la etapa de desarrollo de los niños. 2- Dar ritmo, sistematización, orden. Establecer una organización en las actividades cotidianas, generando HABITOS. 3- Verbalizar, modelar, teatralizar (la explicación debe tener fines informativos, nunca amenazantes) 4- Reducir las ansiedades: los límites se deben aplicar en contextos placenteros, reductores de ansiedad. Está comprobado que el grito, el golpe no son límites que dejen verdadera enseñanza. Es preferible esperar que el enojo del niño y/o del adulto ceda, buscando un mejor momento para reflexionar. 5- Mostrar firmeza y claridad: cumplir y hacer cumplir, así la consigna es entendible. Es importante mostrar un modelo a imitar. 6- Colocar metas cortas posibles de ser cumplidas. 7- Es importante no claudicar. Los niños llegan a probar más de 15 veces una estrategia para que alguien decline su posición. 8- La postura corporal es fundamental para alcanzar efectividad en la puesta de límites: Marcar el límite cara a cara (evitar gritar de una habitación a la otra) Acercarse, mirar a los ojos al niño intentando que él haga lo mismo para demostrar su atención al caso. Colocarse en cuclillas para ponerse a su altura. Cambiar los tonos de voz. 9- Practicar el humor. Diferenciar las situaciones divertidas aprovecharlas y disfrutarlas. Sirven para contactarse desde otro lugar, ayudan a relajarse y descentrarse. 10- Uso de recompensas: Son exitosos los elogios y las felicitaciones mencionando la conducta y actitud a elogiar. Es importante el reconocimiento de las buenas actitudes y explicitarlas concretamente en detalle para que el niño comprenda como debe actuar. Educar es prestar atención a cada situación de la vida cotidiana. El afecto hace que todas estas técnicas no se conviertan en algo rígido, inflexible, poco natural. Dos factores importantísimos a la hora de pensar en nuestros niños: AMOR y SENTIDO COMÚN. En varias oportunidades es más fácil guiarse por la resolución a corto plazo. Pero sabemos que somos responsables de la educación y formación de aquellos seres que dan sentido a nuestras vidas. Enseñémosle el camino para que ellos puedan recorrerlo con seguridad. Lic. María Constanza García Departamento de Orientación Nivel Primario- 1er Ciclo Lic. María Virginia Cristofaro Departamento de Orientación Nivel Primario – 2do Ciclo