como rayo cayo del cielo satanas el diablo

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COMO RAYO “CAYO” DEL CIELO SATANAS EL DIABLO
El concepto “cayó” nos debe llevar a una pregunta sui generis: ¿a dónde, cuándo y por qué cayó?
Es importante que meditemos que el pecado tuvo lugar y principio con un Querubín en el cielo,
involucrando a la tercera parte de las estrellas de Dios (tres de cada diez), o sea, a figuras
angelicales. En tales circunstancias tanto Satanás como sus huestes de ángeles, fueron expulsados
del cielo.
Cabe aludir que estos seres “enemigos de Dios”, fueron lanzados del cielo de manera violenta,
porque los textos que a continuación citaremos, nos dan la presunción de que hubo embates de
resistencia (Ap. 12:7-8).
Antes de continuar con nuestro enunciado, es pertinente que hagamos un paréntesis, para
conocer el origen y el comportamiento, del que fuera en un principio hijo de Dios, a hoy adversario
y calumniador Satanás el diablo.
En los tiempos de la creación, fue creado en el cielo un gran Querubín, con sello de perfección,
acabado de hermosura, cabal en sabiduría, protector y lleno de resplandor (Ez. 28:12-14, Col. 1:1517).
Sin embargo a ese Querubín superdotado y en uso de su libre albedrio, enaltece su corazón, a
causa de su hermosura, corrompiendo su sabiduría, dando con ello origen al pecado, maldad de
iniquidad (Ez. 28:15-17).
Este personaje al ensalzarse, fue pretender la de ser igual a Dios; en el libro de Isaías, capítulo 14,
versos 13 y 14 nos dan la siguiente referencia: “tú que decías en tu corazón: subiré al cielo; en lo
alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a
los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo”.
A partir de esos tiempos a ese Querubín impío e inicuo, se le viene a identificar o calificar con
varios nombres o motes, tales como Satanás (del hebreo adversario), diablo (del griego
calumniador), padre de la mentira, dios de este siglo, belial, serpiente antigua, dragón, tentador,
acusador, beelzebú, lucero, príncipe de este mundo, anticristo y muchos otros.
Este adversario en su banal astucia, viene a persistir el de ser igual a Dios, cuando tienta a Eva a
comer del fruto prohibido, situación que vemos contemplada en Gn. 3:1-6.
No obstante el calumniador continuó morando en el cielo, sin dejar de merodear la tierra;
debemos entender que no fue echado de inmediato de la presencia del Altísimo, porque hemos de
saber que Dios es lento para su ira (Sal. 145:8), o sea, que Satanás el diablo quedaría postergado
para los tiempos de la justicia.
El padre de la mentira se ha obstinado en su placer, de querer intimidar las debilidades del
hombre, para que incurra en pecado; en la antigüedad incitó al rey David (1-Cr. 21:1-2), angustió
hasta la ansiedad al siervo Job (Job 1:6-12, 2:1-10), también tentó a Jesús (Mt. 4:1-11), inclusive
implicándose en la trama para dar muerte al Señor (Lc. 22:3-6).
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En nuestros tiempos continúa fraguando con estratagemas (artimañas del error), gobierna a este
mundo, controla al hombre en su pecado, causa dolor y sufrimiento, obstaculiza la expansión del
verdadero evangelio dando auge a la apostasía, y se está preparando para un futuro ya cercano,
como lo será la presencia del anticristo y su gran tribulación (2-Ts. 2:1-4, Mt. 24:21).
Satanás en sus continuas presencias con el Padre celestial, ha sido la de ufanarse de tentador y
acusador de los hermanos, tal como fue el caso cuando nuestro Señor Jesucristo le anunciaba a
Simón Pedro, que Satanás le había pedido al Padre zarandearos como a trigo, texto que se da cita
en Lc. 22:31-32.
En torno a su mezquina actitud y de su acceso al cielo, nuestro Señor apercibía a sus discípulos del
ocaso que se avecinaba del adversario, al expresarles que El veía a Satanás caer del cielo como un
rayo, es decir, echado fuera (Lc. 10:18, Jn. 12:31); así también de que estaba por arribar a la tierra
el príncipe de este mundo, y que en juicio ya estaba juzgado (Jn. 14:30, 16:11).
Juan es lo suficiente explícito al describir bajo inspiración Ap. 12:9-11, que en sus líneas nos
expresa: “fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás el
cual engaña al mundo entero, fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él.
Entonces oí una gran voz en el cielo que decía: ahora ha venido la salvación, el poder y el reino de
nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque ha sido lanzado fuera el acusador delante de
nuestro Dios, día y noche”.
Queda más que transparente y en apoyo al verso diez, que la expulsión del dragón y de sus
compinches del cielo a la tierra, tuvo lugar o su acontecer, cuando nuestro Señor Jesucristo
ascendió al cielo, es decir, hace aproximadamente dos mil años.
Un cristiano responsable de su ministerio que profesa, no debe turbar su corazón, en razón del
enemigo que nos acosa, queriendo amedrentar nuestro quehacer evangélico, estando al asecho
como león rugiente (2-Co. 4:4, 1-P. 5:8).
Debemos alegrarnos a plenitud, ya que Satanás a parte de no tener ya más estadía en el cielo,
tampoco lo va a tener en la tierra (Ap. 12:12); los acontecimientos se darán con la segunda venida
o parusía de nuestro Señor Jesús, se arremeterá contra él y su séquito, tal y como se hizo cuando
el ascenso, abismándolo por mil años, y que cumplidos estos será sacado de su confinación, para
ser arrojado al lago de fuego (probablemente el sol), innovándole su estructura de espíritu a
materia, para padecer dolencias por la eternidad, terminando así sus autorías de intrigoso y
aventurero (Ap. 20:1-3, 7 y 10).
Acabada la maldad y conforme al plan original de Jehová Dios (Is. 45:18, Sal. 104:5), vamos a vivir
en la tierra en gozo como herencia para siempre (Sal. 37:11, 22, 29, Is. 60:21, Mt. 5:5, Pr. 2:21-22).
MX-2011
Arch.- Temario de Reflexión; Doctrina Bíblica
CJPG/cavch
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