Al estar preparando una propuesta sobre desarrollo curricular iniciático he estado llegando a reflexiones que requieren de su orientación. Tratando de integrar una curricula que informe, forme y realice sobre Yoga, Kábala, Cosmobiología y la Palabra de los Maestros, me he encontrado con un ejercicio mental que me sobreimpresiona. Al estar analizando varios temas que relatan los esfuerzos de la humanidad para encontrar sentido al vivir, a la relación del medio que le rodea consigo mismos y con el universo me encuentro de súbito haciendo el ejercicio de observar al planeta desde una distancia suficiente para observarlo en el fondo negro de este universo. Azul jaspeado de blanco o blanco jaspeado de azul. ¿Qué indica que haya vida o multitud de vidas en este cuerpo celeste?¿qué significado tiene la existencia de una colonia de bacterias, situada en el refigerador de mi laboratorio o en alguna región de mi cuerpo?, o ¿qué significan un puñado de viruses recreándose en el cuerpo de una bacteria?. El planeta se ve tan pequeño, tan bello, tan impresionante como Mercurio, Marte, Venus, Saturno, Júpiter. Y a veces me parece más bello, desde el punto de vista estético, a Saturno con sus anillos o a Júpiter con sus varias lunas. Y viendo este sencillo juego planetario, me pregunto: ¿Qué significamos los seres del tercer planeta rocoso de este único y cierto conocido sistema planetario? ¿qué significarán los seres, si es que ellos existen, de los miles de miles de sistemas planetarios que existen en nuestro galaxia o en los billones de sistemas galácticos actualmente existentes y en los que están por formarse en los próximos millones de años?. Es tan intensa la serie de preguntas y percepciones que a mi vienen con este ejercicio mental que me maravillo y reflexiono sobre la capacidad de nosotros los humanos para crearnos mitos, leyendas, historias, dogmas, paradigmas que le den sentido a la vida individual y colectiva, y luego observar como la mayoría de las resultantes culturales mutilan, por ignorancia o por intención, la contextualidad de los seres vivos (cualquier nivel de complejidad y organización) con el majestuoso e inmenso Multiverso o, de manera limitada, Universo del que somos parte. En este ejercicio mental también incluyo un escenario: El planeta hace colisión con un cuerpo celeste y todo es destruido. Entonces, ¿qué significó el planeta para todo el Universo?, ¿será acaso como sucede con una camada de perritos o gatitos, donde perece el menos apto o el que por accidente fue aplastado por la amorosa madre y solo se tendrá su impronta si alguien concientemente ha estado alerta y observando?. Claro que no necesito de este ejercicio para conocer algunas respuestas. Basta observar el desarrollo actual de nuestra civilización para ver como vidas, historias, destinos o culturas son borradas por la mano guerrera destructora del ser humano o de las fuerzas ciegas de la naturaleza en un intenso y aterrador momento. ¿Qué con esa experiencia de tantos y tantos seres?. Al continuar con mi ejercicio mental aún más me alejo del sistema planetario y observo no solo nuestra galaxia sino los enjambres galácticos y los cuestionamientos van en aumento. Le confieso que no se a donde quiero llegar con todo esto. No sé que más tenga que figurar. Cuando conecto el nivel cuántico con el nivel cósmico y veo toda su gama, al menos la conocida o percibida por el hombre entro en un estado de estupidez mayúscula. Luego, me parece que el trascender nuestras limitaciones físicas, emocionales, mentales y hasta espirituales, en esta realidad llamada planeta tierra, continente, país, estado, ciudad, colonia, casa, familia, ser humano es una enorme algarabía respecto al majestuoso silencio de la enorme realidad cosmogónica. Y me veo, observo, y siento pensando todo esto, escribiendo esto a Usted, y sentado allá en ese asiento espacial solo observando el planeta bello azul jaspeado, sin percatarme de mi propia existencia o la de todos los seres tanto microscópicos como macroscópicos, me pregunto: ¿qué importa lo que yo piense, lo que observe, lo que sienta y lo que le comunique?, ¿aquí afuera en esta majestuosa inmensidad, quién se beneficia o maleficia de mis crisis y los cambios que de ellas emanan?. Y a la vez me sobrecoge el saber que soy parte del Plan y que aún esto que le escribo puede ser también parte de ese Plan. Claro está que puedo hacer las cosas más sencillas y quedarme en el planeta tierra, con la civilización urbana del planeta, trascender mis limitaciones con autodisciplina para resonar y crear crisis que lleven a cambios que generen el Cosmos y disminuyan el Caos tanto propio como de mi derredor, y en este proceso encontrarme a mí mismo y la conexión que tengo con el Ser, ese inmenso y majestuoso incognoscible, inaprensible del que soy parte. Pero aún con esta última reflexión, mi ejercicio mental sigue posando todas las preguntas anteriores que le he confiado.