LITERATURA LATINA: POESÍA ÉPICA Textos de Virgilio: La Eneida. 1º) Eneas comienza el relato de la caída de Troya. Todos enmudecieron y atentos mantenían el rostro fijo en él. Entonces desde el alto diván el padre Eneas comenzó a hablar así: “Imposible expresar con palabras, reina, la dolorosa historia que me mandas reavivar: cómo hundieron los dánaos la opulencia de Troya y aquel reino desdichado, la mayor desventura que llegué, a contemplar y en que tomé yo mismo parte considerable. ¿Qué mirmidón o dólope o soldado de Ulises, el del alma de piedra, contando tales cosas lograría poner freno a sus lágrimas? Además ya va la húmeda noche bajando con presura desde el cielo y las estrellas que se van poniendo nos invitan al sueño. Pero si tantas ansias sientes por conocer nuestras desgracias y escuchar en contadas palabras la agonía de Troya, por más que recordarlo me horroriza y rehuye su duelo, empezaré. (Libro II, 1-13) 2º) Construcción del caballo. Los jefes de los dánaos, quebrantados al cabo por la guerra, patente la repulsa de los hados-son ya tantos los años transcurridos-, construyen con el arte divino de Palas un caballo del tamaño de un monte y entrelazan de planchas de abeto su costado. Fingen que es una ofrenda votiva por su vuelta. Y se va difundiendo ese rumor. A escondidas encierran en sus flancos tenebrosos la flor de sus intrépidos guerreros y llenan hasta el fondo las enormes cavernas de su vientre de soldados armados. A la vista de Troya está Ténedos, sobrado conocida por la fama. Abundaba en riquezas mientras estuvo en pie el reino de Príamo, hoy sólo una ensenada, fondeadero traidor para las naves. Hasta allí se adelantan los dánaos y se ocultan en la playa desierta. (Libro II, 13-25) 3º) Encuentro de Dido y Eneas. Dido unas veces lleva consigo a Eneas por el centro de la ciudad. Le muestra la riqueza sidonia y la urbe ya dispuesta. Empieza a hablarle y se le cortan las palabras. Ya al caer de la tarde le invita a otro banquete como aquél y pide una vez más en su delirio oír los infortunios de Ilión. Y mientras habla, está pendiente de nuevo, embebecida, de su boca. Después al separarse, cuando va reduciendo en su giro la luna su luz palidecida y ya invitan al sueño las estrellas que van cayendo, sola en la mansión vacía se entristece y de pechos se echa sobre el diván que él ha dejado. Ausente de él está escuchando y está viendo al ausente. O retiene en su regazo a Ascanio prendada su alma del parecido con su padre por si logra engañar así un amor imposible de expresar con palabras. (Libro IV, 74-85) 4º) Juno propicia la unión amorosa entre Dido y Eneas. El niño Ascanio disfruta en la hondonada incitando al galope a su fogoso potro; ya logra adelantar a unos en la carrera, ya aventaja a los otros. Pide ansioso que irrumpa entre la tímida manada un espumeante jabalí o que el fulvo león baje de la montaña. En tanto empieza el cielo a estremecerse en confuso zumbido fragoroso. Le sigue un turbión de agua mezclado de granizo. La comitiva tiria y los mozos troyanos y el dardanio nieto de Venus, todos desbandados van huyendo a través de los campos en busca cada cual del amparo a su terror. Los torrentes irrumpen desatados de los montes. En una misma cueva buscan refugio Dido y el caudillo troyano. Dan la señal la Tierra, la primera, y Juno, valedora de las nupcias. Brillaron luminarias en el cielo, testigo de la unión: Ulularon las ninfas en las cumbres de los montes. Fue aquél el primer día de muerte, fue la causa de los males. Dido ya no se cuida de las apariencias ni atiende a su buen nombre, Ni se imagina el suyo amor furtivo. Lo llama matrimonio. (Libro V, 155-170) 5º) Súplicas de Dido ante la inminente marcha de Eneas. “Por ti me odian los pueblos de Ubia y los jefes númidas y los tirios me son hostiles, por ti he perdido el honor, mi fama de antes, aquella que me alzaba a las estrellas. ¿En qué manos me dejas en trance ya de muerte, huésped mío sólo este nombre me queda ya de mi esposo? ¿A qué aguardo? ¿A que venga mi hermano Pigmalión a arrumbar mi ciudad o a que el getulo Yarbas se me lleve cautiva? Si antes que me abandones a lo menos me hubiera nacido un hijo tuyo, Si viera en mis salones retozar un Eneas pequeñuelo, que a pesar de todo reflejase en su rostro los rasgos de tu rostro, no, no me sentiría burlada, abandonada por entero.” Le habla así. Él siguiendo el consejo de Júpiter mantiene inmóviles los ojos Y acalla a duras penas su dolor en lo hondo de su pecho. (Libro IV, 320-332) 6º) Enfurecimiento y desmayo de Dido ante la respuesta de Eneas. “¡Traidor, tú no has tenido por madre diosa alguna, ni provienes de la estirpe de Dárdano! Te ha engendrado el horrendo Cáucaso entre los filos de sus riscos. Tigres hircanas te han criado a sus ubres. Pero ¿a qué disimulo? ¿O qué ofensa mayor espero todavía? ¿Ha tenido un gemido siquiera ante mi llanto? ¿Ha vuelto a mí los ojos? ¿Acaso se ha ablandado y ha vertido una lágrima o se ha compadecido de quien le ama? ¿Qué maldad ponderaré primero? Vete, sigue a favor del viento a Italia. Ve en busca de tu reino por las olas. Espero, por supuesto, si tiene algún poder la justicia divina, que hallarás tu castigo, ahogado entre Las rocas. Y que invoques entonces el nombre de Dido muchas veces Se va y se hurta a su vista y le deja medroso y vacilante a punto de decirle muchas cosas. Recogen las sirvientas su cuerpo desmayado, la llevan a su tálamo de mármol y la acuestan en el lecho. (Libro IV, 364-392, con supresión de algunos versos) 7º) Muerte de Dido. En tanto, Dido temblando, arrebatada por su horrendo designio, revirando los ojos inyectados en sangre, jaspeadas las trémulas mejillas, pálida por la muerte ya inminente, irrumpe por la puerta en el patio del palacio y sube enloquecida a lo alto de la pira y desenvaina la espada del troyano, prenda que no pidió con este fin. Y hundiendo rostro y labios en su pecho: “Moriré, sin venganza, pero muero. Así, aún me agrada descender a las sombras. ¡Que los ojos del dárdano cruel desde alta mar se embeban de estas llamas y se lleve en el alma el presagio de mi muerte!” Fueron sus últimas palabras. Hablaba todavía cuando la ven volcarse sobre el hierro sus doncellas y ven la espada espumando sangre que se le esparce por las manos. (Libro IV, 642-646 y 658-664) 8º) CARONTE. Guarda el paso y las aguas de este río un horrendo barquero, Caronte; espanta su escamosa mugre. Tiende por su mentón cana madeja su abundante barba. Inmóviles las llamas de sus ojos. Cuelga sórdida capa de sus hombros prendida con un nudo. Él solo con su pértiga va impulsando la barca y maneja las velas y transporta a los muertos en su sombrío esquife. Es ya anciano, pero luce la lozana y verdecida ancianidad de un dios. A su barca agolpábase la turba allí esparcida por la orilla: madres, esposos, héroes magnánimos cumplidas ya su vida, y niños y doncellas y mozos tendidos en la pira ante los mismos ojos de sus padres. (Libro VI, 297-308) 9º) ENCUENTRO DE DIDO Y ENEAS EN LOS INFIERNOS. (Eneas) le habló así con dulce acento: “¡Infortunada Dido, con que era cierta la noticia que me había llegado de tu muerte, que te habías quitado la vida con la espada! ¿He sido yo, ¡ay!, la causa de esa muerte? Por los astros te lo juro, por los dioses de lo alto, por lo que hay de sagrado -si algo existe- en lo hondo de la tierra, contra mi voluntad, reina, dejé tus playas. El mandato divino que me obliga a caminar ahora por estas sombras, por entre un abrojal hediondo en el abismo de la noche, me forzó a someterme a su imperio. Mas no pude pensar que iba a causarte tan profundo dolor con mi partida. (Libro VI, 455-464) 10º) LA TRANSMIGACIÓN DE LAS ALMAS. En esto, avista Eneas en un valle apartado un bosque solitario, resonante su fronda de susurros, y ve el río Leteo que fluye por delante de aquel lugar de paz. En torno a su corriente revolaban las almas de tribus y de pueblos incontables, como por las praderas en el claro sosiego del estío de abejas van posando su vuelo en cada flor y se derraman en torno a la blancura de los lirios. Resuena su zumbido por toda la campiña. Eneas a su vista inesperada, ignorando lo que es, pregunta por su causa, qué río es el que tiene allí delante y quiénes son aquellos que llenan apiñados sus riberas. A esto su padre Anquises:”Son las almas a que destina el hado a vivir otra vez en nuevos cuerpos. A orillas del Leteo están bebiendo el agua que libra de cuidados e infunde pleno olvido del pasado. (Libro VI, 703-715) 11º) ANQUISES PREDICE LA GLORIA DE SU DESCENDENCIA Y LA DE ROMA. Ahora vuelve los ojos y contempla a este pueblo, tus romanos. Éste es César, ésta es la numerosa descendencia de Julo destinada a subir a la región que cubre el ancho cielo. Éste es, éste el que vienes oyendo tantas veces que te está prometido, Augusto César, de divino origen, que fundará de nuevo la edad de oro en los campos del lacio en que Saturno reinó un día y extenderá su imperio hasta los garamantes y los indios, a la tierra que yace más allá de los astros, allende los caminos que en su curso del año el sol recorre, en donde Atlante, el portador del cielo, hace girar en sus hombros la bóveda celeste tachonada de estrellas rutilantes. Ya ahora ante su llegada empavorecen oráculos divinos el reino del mar Caspio y la región del lago Meotis. Los replieges de las siete bocas del Nilo se estremecen de terror. (Libro VI, 787-800) Textos de Ovidio: Las Metamorfosis. 1º) ORFEO. …..Se presentó ante Perséfone y ante el soberano, que gobierna el repulsivo reino de las sombras, y pulsando las cuerdas en acompañamiento a su canto dijo así:”Oh divinidades del mundo situado bajo tierra, el motivo de mi viaje es mi esposa, en la que una víbora, al ser pisada, introdujo su veneno, y le arrebató sus años en crecimiento. Yo quise ser capaz de soportarlo, y no negaré que lo he intentado; el Amor ha vencido. Es un dios bien conocido en las regiones de arriba; yo no sé si también lo es aquí, pero sospecho que sí lo es también, y si la fama del antiguo rapto no ha mentido, también a vosotros os unió el Amor. (Libro X, 15 y ss.) Y ni la regia consorte ni el que gobierna los abismos fueron capaces de decir que no al suplicante, y llaman a Eurídice… Orfeo la recibió, al mismo tiempo que la condición de no volver atrás los ojos hasta que hubiera salido de los valles del Averno; en otro caso quedaría anulada la gracia. Emprenden la marcha a través de parajes de silenciosa quietud y siguiendo una senda empinada, abrupta, oscura, preñada de negras tinieblas, y llegaron cerca del límite de la tierra de arriba. Allí, por temor a que ella desfalleciese, y ansioso de verla, volvió el enamorado los ojos, y en el acto ella cayó de nuevo al lugar de donde partiera. (Libro X, 45 y ss.) 2º) DAFNE. …así corren veloces el dios y la muchacha, él por la esperanza, ella por el temor. Sin embargo el perseguidor, ayudado por las alas del amor, es más rápido, se niega al descanso, acosa la espalda de la fugitiva y echa su aliento sobre los cabellos de ella que le ondean sobre el cuello. Agotadas sus fuerzas, palideció; vencida por la fatiga de tan acelerada huida, mira a las aguas del Peneo y dice: “Socórreme, padre; si los ríos tenéis un poder divino, destruye, cambiándola, esta figura por la que he gustado en demasía.” Apenas acabó su plegaria cuando un pesado entorpecimiento se apodera de sus miembros; sus suaves formas van siendo envueltas por una delgada corteza, sus cabellos crecen transformándose en hojas, en ramas sus brazos; sus pies un momento antes tan veloces quedan inmovilizados en raíces fijas; una arbórea copa posee el lugar de su cabeza; su esplendente belleza es lo único que de ella queda. (Libro I, 539 y ss.) 3º) NARCISO. Fueron muchos los jóvenes y muchas las muchachas que lo desearon; pero- tan dura soberbia había en aquella tierna belleza- no hubo jóvenes, no hubo muchachas que tocaran su corazón. Perseguía él un día hacia las redes a los espantados ciervos, cuando lo vio la ninfa de la voz, la que no había aprendido a callar cuando se le habla ni a hablar ella la primera, Eco, la resonadora. Un cuerpo era todavía Eco, y no sólo una voz; pero, charlatana ya entonces, no tenía para el uso de su boca otras facultades que las que ahora tiene, las de poder repetir, de entre muchas palabras sólo la últimas. (Libro III, 353 y ss.) 4º) PÍRAMO Y TISBE. Al nombre de Tisbe levantó Píramo los ojos, sobre los que gravitaba ya la muerte, y después de verla a ella los volvió a cerrar. Cuando ella reconoció su prenda, y vio el marfil desprovisto de su espada, exclamó:”Tu propia mano te ha dado muerte y tu propio amor, infortunado! Para esto sólo tengo yo también una mano fuerte, y tengo también amor que me dará fuerzas para herirme. Iré tras de ti ya que has perecido, y de tu muerte se dirá que he sido yo trágica causa y compañera; y tú, a quien sólo la muerte ¡ay! podía arrancarme, ni aun la muerte podrá arrancarte de mí. (Libro IV, 145 y ss.) 5º) PROSERPINA. Mientras Proserpina coge violetas y blancos lirios fue vista, amada y raptada por Dis. La hija es inútilmente objeto de las búsquedas de su angustiada madre. Largo tiempo costaría decir las tierras y los mares por los que anduvo errante la diosa. Por fin se enteraba de que su hija había sido raptada. Aretusa sacó de las aguas eleas la cabeza y dijo:”Mientras me deslizaba bajo tierra por el abismo de la Estige, ví allí con mis ojos a tu Proserpina, reina es en todo caso y la más grande del mundo oscuro, y la consorte augusta del soberano de abajo”. (Libro V y ss.) 6º) ARACNE. No podía Palas, no podría la Envidia poner reparos a aquella obra; … Y golpeó tres o cuatro veces en la frente a la Idmonia Aracne. No lo resistió la infeliz y tuvo el coraje de atarse la garganta con un lazo. Colgaba ya cuando Palas, compadecida, la sostuvo, y le dijo así: “Vive, sí, pero cuelga, malvada, y que el mismo tipo de penalidad, para que no estés libre de angustia por el futuro, esté sentenciado para tu linaje incluso hasta tus remotos descendientes”. Tras estas palabras se apartó y la regó con los jugos de una hierba de Hécate, e inmediatamente sus cabellos tocados por la droga siniestra, se consumieron, y al mismo tiempo la nariz y los ojos; la cabeza se le torna diminuta, y también es pequeña Aracne en el conjunto de su cuerpo; en el costado tiene incrustados, en lugar de piernas, unos dedos finísimos; lo demás lo ocupa el vientre, del que, a pesar de todo, hace ella brotar el hilo, y como araña trabaja sus antiguas telas. (Libro VI, 129 y ss.) 1.- CARACTERÍSTICAS DE LA ÉPICA. - La épica o epopeya relata las empresas bélicas, o gestas de héroes o personajes míticos de la antigüedad. - Probablemente uno de los primeros géneros literarios, pues la mayoría de los pueblos cuentan en su tradición con un gran poema épico que narra las aventuras del héroe nacional, que a menudo es un símbolo nacional. - Inicialmente era de carácter oral y no tenía un autor único, sino que era un conglomerado de poemas que los rapsodas recitaban probablemente con acompañamiento musical ante un público e iban transformando colectivamente. - Llegó un momento en que esos cantos fueron puestos por escrito por uno o varios autores que les dieron un tono más homogéneo: ése es el caso de las dos grandes epopeyas griegas: La Ilíada y La Odisea, atribuidas a Homero, que fueron las que más influyeron en la épica romana y luego en toda la literatura occidental. - El tono es glorioso y solemne. - Aparecen con frecuencia los clichés o frases hechas (como llamar siempre a cada personaje con los .mismos epítetos: "Aquiles el de los pies ligeros:.." ,.. "Apolo el que hiere de lejos..."). - La versificación griega y romana se caracterizaba por un ritmo determinado debido a la sucesión regular de sílabas largas y breves. La poesía épica solía escribirse en hexámetros (sucesiones de sílabas largas o dos breves). 2.- PRINCIPALES POETAS ÉPICOS: Publio VIRGILIO Marón (70- 19 a. C.): Nace en una aldea de Mantua (norte de Italia). Era de origen humilde y estudió retórica y filosofía en Roma. De carácter tímido, sólo practicó la oratoria una vez, no participó en la guerra civil y nunca se metió en política. Sin embargo, tras la guerra civil, se le confiscaron sus tierras para repartirlas entre los soldados de las legiones victoriosas. Viaja a Roma para solicitar ayuda a sus amistades y aunque finalmente obtuvo la restitución oficial de ellas, nunca pudo recuperarlas. Este viaje sirvió para darse a conocer a Octavio Augusto y a su hombre de Estado Mecenas, uno de los más espléndidos protectores de las artes que jamás existieron que lo introdujo en su círculo y le regaló una villa en la Campania, a donde se retiró a escribir. Entre sus obras destacan: -LAS ÉGLOGAS O BUCÓLICAS: poemas pastoriles donde los personajes hablan de sus amores y de sus penas. Son poemas románticos, pero artificiosos e inconsistentes. -LAS GEÓRGICAS: es una especie de tratado de agricultura en verso. El afán del emperador Octavio Augusto por reavivar y extender el amor a la tierra, la vida sencilla en el campo guiada por las virtudes romanas: gravedad, sencillez, austeridad, honestidad, amor a la naturaleza, etc., determinaron el tema de la obra, que es el campesino y sus labores. -LA ENEIDA es el poema épico latino por excelencia y en él empleó los catorce últimos años de su vida. Narra las aventuras de Eneas, desde la caída de Troya hasta su posterior asentamiento en Italia y las luchas que le enfrentaron a los pueblos vecinos que no aceptaban a los troyanos. Características de LA ENEIDA -Glorifica a la familia de los Julios (la del emperador Octavio Augusto ), entroncándolos con Eneas y, por tanto, con Marte y Venus. -Es el gran poema nacional romano: Ensalza sus orígenes y su glorioso destino. Sirvió para desarrollar un sentimiento de superioridad respecto a los demás pueblos. -Imita la obra de Hornero: se desarrolla en doce libros, seis recuerdan la Odisea y seis la IIíada. -Se presenta el tema de la predestinación: Eneas es un hombre prisionero de su deber , la fundación de Roma, y Roma existirá porque los dioses lo han querido, y su glorioso destino también es la voluntad de los dioses. -Tiene como grandes ejes temáticos: las hazañas, Troya, el viaje, el sufrimiento, el : destino, el amor, los dioses, el linaje, ...Roma. Resumen de la Eneida: Eneas era hijo de Anquises, un mortal, y de la diosa Afrodita (Venus). Durante el asedio de Troya por parte de los griegos, Eneas perdió a su primera esposa, Creusa, pero junto con su padre y su hijo Ascanio salió de Troya en busca de un lugar donde fundar una nueva ciudad. Llega a las costas de África, donde es recibido como huésped por la reina Dido, en Cartago. Durante un banquete, Eneas narra el trágico final de Troya y cómo él salió de allí, llevando de la mano a su hijo Ascanio y cargando sobre sus hombres a su anciano padre Anquises. Dido se enamora perdidamente de Eneas y pretende retenerlo junto a ella, pero al ver que no va a lograrlo, se suicida. Eneas sigue su navegación y llega hasta Sicilia y, después, a las costas italianas. Arriba al Lacio, donde el rey Latino, cumpliendo un. designio del oráculo, ofrece a Eneas la mano de su hija Lavinia para que se convierta en su esposa. Pero Lavinia ya estaba prometida a Turno, lo cual desencadena una disputa entre éste y Eneas, que finaliza con un terrible duelo, del que nuestro héroe saldrá vencedor. Se casa con Lavinia y funda la ciudad de Lavinium en honor de su esposa. Por su parte Ascanio fundó la ciudad de Alba Longa e inició la dinastía albana. Procas fue uno de los reyes de este linaje y tuvo dos hijos: Numitor y Amulio. Numitor tuvo una hija, llamada Rea Silvia, que a su vez y por la intervención del dios Marte, engendró a dos hijos gemelos: Rómulo y Remo. Rómulo, por designio divino, fundó una nueva ciudad: Roma, y por esta razón Roma, ciudad fundada por el descendiente de un heroico y honorable linaje de dioses y mortales, se convirtió en la más poderosa del mundo mediterráneo. Publio OVIDIO Nasón (43 a.C. - 17 d. C.) - Perteneciente a la alta sociedad, se dedicó a la carrera judicial, pero le faltaba vocación y acabó entregándose a la literatura, su verdadera pasión. . - Vivió en una sociedad frívola y con sus poemas se convirtió en un cronista de dicha sociedad, describiendo amores mundanos. - Fue uno de los mejores poetas latinos y su obra es conocida sobre todo por sus poemas eróticos o de tono mitológico. -Fue desterrado por orden del emperador Augusto lejos de Italia, a una tierra de clima duro, gente inculta y sin los refinamientos de la metrópolis y allí escribió obras mas triste, elegías en las que lamentaba su situación y solicitaba el perdón, pero murió en el destierro sin haber conseguido el perdón. -Entre sus obras tenemos: -Poemas erótico- amorosos: -AMORES: dirigidos a su amada Corina. -HEROIDAS: Cartas que diferentes heroínas mitológicas dirigen a sus maridos o amantes. -EL ARTE DE AMAR: Ofrece a los enamorados consejos para conquistar a la persona objeto de su pasión -REMEDIOS DE AMOR. -Grandes poemas: -FASTOS: poemas sobre las fiestas de Roma. -LAS METAMORFOSIS: Su obra maestra. A lo largo de quince libros nos presenta una amplia colección de mitos en los que el denominador común son las metamorfosis o transformaciones en vegetales, animales, etc.., que por voluntad de los dioses sufrieron distintos héroes o heroínas de la mitología. Según Ovidio el amor es el gran protagonista y la fuente de transformación y nos presenta unos versos llenos de imágenes brillantes, ingeniosas y pintorescas. Empiezan las transformaciones con el Caos y el relato de las cuatro edades del mundo en donde se manifiestan los amores de los dioses, a continuación se narran los amores entre mortales y culmina ya en el ámbito romano con la muerte de Julio César, exaltado y divinizado, y transformado en constelación. -Poemas del destierro: -TRISTES y PÓNTICAS: Elegías en las que el autor lamenta su triste situación y solicita del emperador el perdón. COMENTARIO DE TEXTO: La Eneida. Texto: Todos enmudecieron y atentos mantenían el rostro fijo en él. Entonces desde el alto diván el padre Eneas comenzó a hablar así: “Imposible expresar con palabras, reina, la dolorosa historia que me mandas reavivar: cómo hundieron los dánaos la opulencia de Troya y aquel reino desdichado, la mayor desventura que llegué, a contemplar y en que tomé yo mismo parte considerable. ¿Qué mirmidón o dólope o soldado de Ulises, el del alma de piedra, contando tales cosas lograría poner freno a sus lágrimas? Además ya va la húmeda noche bajando con presura desde el cielo y las estrellas que se van poniendo nos invitan al sueño. Pero si tantas ansias sientes por conocer nuestras desgracias y escuchar en contadas palabras la agonía de Troya, por más que recordarlo me horroriza y rehuye su duelo, empezaré. Comentario: Este fragmento que acabamos de leer pertenece a la obra cumbre de la poesía épica latina, La Eneida de Virgilio. En este pasaje, Eneas, a instancias de la reina Dido y, en presencia de toda la corte de Cartago, comienza el relato de los hechos acontecidos durante la caída de Troya y de los que él mismo tomó parte. La poesía épica es, sin duda, uno de los géneros literarios más antiguos. Es un tipo de poesía narrativa extensa que relata las hazañas de unos héroes (Eneas) que pertenecen al pasado legendario de los pueblos (Roma). En estas empresas de los héroes intervienen como parte activa los dioses, unas veces como sus aliados (Venus, madre de Eneas) y otras como sus enemigos (Juno); pero siempre determinando con su voluntad el resultado final de las acciones humanas. Este tipo de poesía fue en un principio oral, pero con el paso del tiempo y, como ocurrió con las grandes epopeyas griegas, uno o varios autores pusieron por escrito los poemas transmitidos de generación en generación por los rapsodas. La Eneida, a diferencia de La Ilíada y La Odisea, fue una obra escrita por un autor del que no se tiene ninguna duda sobre su autoría (Virgilio) y compuesta en un tiempo (s. I a. C.) en el que la poesía épica era fundamentalmente leída. La Eneida es el poema épico latino por excelencia, en él se narran las aventuras de Eneas, desde la caída de Troya hasta su llegada y asentamiento definitivo en Italia. Durante su viaje por el Mediterráneo Eneas hace escala en Cartago, colonia fenicia del norte de África, donde mantiene una relación amorosa de trágico final con su reina, Dido. En la redacción de La Eneida, Virgilio tiene como modelos las obras de Homero. En los seis primeros libros relata los viajes de Eneas por el Mediterráneo a imitación de La Odisea y en los seis últimos, las luchas en el Lacio a imitación de La Ilíada. La obra está escrita en verso, concretamente en hexámetros que es el metro característico de este género y está considerada desde la Antigüedad como una obra de extraordinarias perfección estilística, aunque su autor quiso en su testamento que se destruyera porque consideraba que aún no estaba suficientemente acabada. El poeta Virgilio fue el creador de la poesía épica latina, vivió en el siglo I a. C. y durante el mandato de Augusto perteneció a la élite literaria del momento. Considerado como el poeta de la corte se adaptó completamente a los ideales patrióticos y restauradores del emperador. Con la composición de este poema materializa dos objetivos claros de la política imperial: a) La glorificación de la familia de los Julios, es decir, la propia familia del emperador, ya que la entronca con Eneas y, por tanto, con dioses como Venus, madre de Eneas y posteriormente con Marte, padre de Rómulo y Remo, descendientes también de Eneas. b) La justificación de la superioridad de Roma respecto a otros pueblos (imperialismo romano) ya que así viene determinado desde sus orígenes por voluntad divina. COMENTARIO DE TEXTO: LAS METAMORFOSIS TEXTO: Fueron muchos los jóvenes y muchas las muchachas que lo desearon; pero- tan dura soberbia había en aquella tierna belleza- no hubo jóvenes, no hubo muchachas que tocaran su corazón. Perseguía él un día hacia las redes a los espantados ciervos, cuando lo vio la ninfa de la voz, la que no había aprendido a callar cuando se le habla ni a hablar ella la primera, Eco, la resonadora. Un cuerpo era todavía Eco, y no sólo una voz; pero, charlatana ya entonces, no tenía para el uso de su boca otras facultades que las que ahora tiene, las de poder repetir, de entre muchas palabras sólo la últimas COMENTARIO: Este pasaje pertenece a la obra más famosa y de mayor trascendencia de Ovidio, Las Metamorfosis. En este breve fragmento se esboza la triste historia que relacionó a Narciso y la ninfa Eco. Las Metamorfosis es una obra de difícil clasificación pues se halla entre la poesía épica, la elegía y la poesía didáctica. Se trata de una epopeya escrita es hexámetros dactílicos, en quince libros, en la que siguiendo un orden cronológico se relatan todos los mitos griegos que terminan en una transformación (con alguna excepción) y como colofón se añaden algunos mitos romanos análogos. En total hay 250 mitos. El poema se inicia con la creación del mundo a partir del caos y termina con la apoteosis de César. Aunque Ovidio utiliza fuentes griegas y romanas, el planteamiento de la obra es totalmente suyo. No sólo incluye catasterismos, sino transformaciones de todo tipo, en plantas, animales, etc. Su originalidad también consiste en crear un marco cronológico en el que se distinguen las edades de los dioses, de los héroes y de los grandes personajes históricos. El material literario que maneja Ovidio es inmenso, lo mismo que la erudición desplegada. La base filosófica de las transformaciones se la proporciona el pitagorismo. Ovidio consigue crear una narración apasionante alternando pasajes de muchos tonos (dramáticos, líricos, trágicos, patéticos, y hasta cómicos) y engarza de manera sutil una leyenda tras otra con maestría en las transiciones. Es en esta obra donde los temas presentes en la poesía anterior de Ovidio, el amor y el erotismo, se abordan con mayor profundidad en un intento de explorar las diversas emociones humanas, y donde el talento narrativo y descriptivo brilla con mayor intensidad. La influencia de Las Metamorfosis en la literatura y en el arte ha sido muy importante. Vemos reflejadas sus historias en obras como La Vita Nuova de Dante, La Reina de las Hadas de Spenser, Romeo y Julieta de Shakespeare, Cyrano de Bergerac de Rostand, e incluso en la parodia de D. Quijote y Dulcinea. La leyenda de Narciso, el joven que, por rechazar el amor de la ninfa Eco, es castigado a enamorarse de sí mismo, muriendo de nostalgia, es una verdadera alegoría de la vanidad, que se repite en la lírica amorosa de los siglos XII al XIV. Reaparece en Boccaccio, y en Bacon se convierte en el símbolo del hombre enamorado de sí mismo. El narcisismo del artista es un tema frecuente en el Romanticismo. Como símbolo del ansia vital y del egoísmo, renace en la novela de Oscar Wilde El retrato de Dorian Gray (1890), en la que el protagonista entrega su alma al diablo, para conseguir que sea su retrato el que envejezca en su lugar y vaya recogiendo la deshonra de sus maldades. A principios del s. XX aparece el neologismo “narcisismo” y Freud convierte el tema en un estudio psico-analítico(1914).