LA FUNCIÓN DE EVALUACIÓN DE LA INSPECCIÓN DE EDUCACIÓN EN LA REGIÓN DE MADRID: ANÁLISIS RETROSPECTIVO Y PROSPECTIVO M. Rivas Navarro. PREFERENCIA TEÓRICA DE UN MODELO Y PREDOMINANCIA EN LAS ACTUACIONES El mero enunciado del título supone que, al menos, una de la funciones profesionales de la Inspección de Educación es la de evaluación de las instituciones escolares, que comporta la evaluación de los procesos educativos y resultados de los mismos, implicando las correlativas actividades docentes. También podría considerarse que la evaluación institucional constituye la función sustancial, acaso única, de la Inspección de Educación, como ya acontece en el Reino Unido, Holanda, etc. ¿Cuáles son, al respecto, las ideas de la Consejería de Madrid? ¿Son congruentes sus actuaciones y proyectos? Ha tenor de nuestra historia reciente y en nuestro contexto sociopolítico parece más realista, por el momento, plantearse si la evaluación institucional constituye una función más de la Inspección de Educación, entre otras, como la elaboración de informes descriptivos sobre situaciones específicas, las tareas de cómputo de los efectivos escolares, la tramitación de solicitudes de los distintos agentes implicados en el sistema educativo, la formulación de propuestas y las múltiples operaciones burocráticas de gestión, subordinadas y al servicio de las distintas unidades u órganos de decisión. Por otra parte, en la tradición de la Inspección de Educación ha tenido una especial relevancia “nominal” la función de consejo, orientación o asesoramiento pedagógico a los docentes, para subvenir a sus limitaciones profesionales. Sigue vigente en países en desarrollo con precariedad en la profesionalización docente. Tal variedad de funciones pueden agruparse en lo que da lugar a tres modelos de inspección educativa. Cabe la posibilidad de un modelo mixto, como el vigente en la Región de Madrid. Pero, las urgencias burocráticas de gestión, con la preocupación por lo mass media, conducen a la predominancia, cuando no exclusividad, de un modelo de Inspección de Educación, que, más que de gestión escolar, es de acciones auxiliares o subsidiarias de la unidades administrativas de decisión. a. El modelo de gestión escolar, comporta la toma de decisiones a cierto nivel y ámbito del sistema, como acontecía en décadas pretéritas y persiste en ciertos países. Sin embargo, la creciente autonomía de la instituciones escolares, por una parte; más la cercanía y proliferación de órganos de decisión y unidades de gestión, por otra, ha conducido progresivamente a la transformación de aquel repertorio de funciones gestoras o gerenciales en una mera función auxiliar, al servicio de dichas unidades de gestión. En una visión prospectiva, este modelo residual tiene un porvenir poco halagüeño. Dado el reducido nivel de especialización de dichas funciones, es fácil atribuirlas a un personal de menores costes. Las frecuentes manifestaciones de satisfacción, de ciertas autoridades educativas, por la eficacia y calidad de las tareas (las dichas tareas) realizadas por los inspectores, son explicables, como de modo perspicaz y acertado manifiesta F. Urbán: es obvio que funcionarios de nivel A realicen con facilidad y precisión tareas propias de funcionarios de nivel B o C. b. El modelo de asesoramiento técnico al personal docente y directivo, vino requerido por las históricas deficiencias en la profesionalización docente, por ausencia o precariedad de la formación inicial psicopedagógica y didáctica del profesorado. Constituye una peculiar función, que no tiene paralelo en otros sistemas como el sanitario, el jurídico, etc. No se plantea la necesidad de asesoramiento de los médicos, jueces, etc. para el adecuado desempeño de sus funciones profesionales, debido a su reconocido nivel de profesionalización específica. También la autonomía docente, su demandada y reconocida libertad didáctica, por una parte; junto al creciente incremento de su profesionalización, como especialización didáctica, vuelve previsible la limitada operatividad de esta peculiar función. Empero, cierto tipo de asesoramiento pedagógico, personalizado y contextualizado, en relación con específicas e identificadas insuficiencias o limitaciones didácticas del docente, requeriría ineludiblemente la previa observación, análisis y evaluación de su actuación en el aula: efecto feedback en teoría de sistemas. c. El modelo de evaluación institucional, en cuanto análisis y descripción, con arreglo a criterios, de la funcionalidad de las estructuras organizativas, los procesos didácticos y los resultados escolares; con el mencionado efecto feed-back, que incide en la mejora de la calidad de la educación y equidad de la misma. Es el modelo con creciente vigencia en los sistemas educativos más innovadores. Los procesos de autoevaluación y hetero-evaluación para la mejora de la eficacia y eficiencia, también se están implantando en las organizaciones privadas y públicas también en España. Parece, pues, el modelo del futuro. LEGITIMIDAD Y OPERATIVIDAD DE LA EVALUACIÓN DE LAS INSTITUCIONES ESCOLARES ¿Por qué se puede establecer, de forma cuasi axiomática, que la evaluación institucional es la función sustancial de la inspección educativa? Repárese en que inspección-evaluación son funciones isomórficas, casi identificables: in-spicio =”ver atentamente por dentro”, equivalente a evaluación cualitativa. En primer lugar, la garantía, protección o tutela del efectivo ejercicio al derecho a la educación, uno los derechos “fundamentales”, en el marco constitucional, requiere inexorablemente la verificación de la educación recibida por los alumnos en la correspondiente institución escolar. La ausencia de evaluación cualitativa significa desprotección o carencia de tutela jurídica, tanto en la calidad como en la equidad. El efectivo ejercicio del derecho a la educación, y deber de ejercerlo, no se satisface con la mera escolarización o asignación de un puesto escolar. No basta con disponer de un pupitre en un aula. Esto es condición necesaria; pero no suficiente, distinción que nos enseña la Lógica elemental. Es necesario que la educación recibida posea cierto nivel de calidad, que alcance determinados estandars; así como que, en el ámbito del aula, se desarrolle con igualdad de oportunidades educativas para todos, lo que requiere el análisis o evaluación de la organización pedagógica, modelos didácticos y desarrollo curricular. La evaluación singularizada de cada centro, no solo constituye la función sustancial de la Inspección de Educación; sino que es exclusiva de este órgano del sistema educativo, en la medida en que no puede ser realizada por jefes de unidades administrativas u órganos burocráticos de decisión. En segundo lugar, siendo esto mejor entendido, la evaluación institucional, interna y externa, se ha revelado como la estrategia más eficaz y sine qua non para la mejora de la organizaciones de todo tipo, desde las instituciones sanitarias públicas, a la propia universidad, pasando por las distintas organizaciones empresariales. La sistemática auto-revisión de las operaciones de la organización, más el coaching, junto a la auditoria de calidad, como evaluación externa–no confundimos con auditoria contable- constituyen actualmente los resortes empleados en las organizaciones de todo tipo, para la mejora de su eficacia (logro de objetivos) y eficiencia (costes proporcionados), como muestra la más reciente bibliografía al respecto. Sin la previa evaluación, como análisis y descubrimiento de los puntos débiles de la institución; sin el diagnóstico de las causas de las deficiencias, no hay asesoramiento que valga. ¿A quién asesorar, sobre qué asesorarle, qué operaciones deben ser modificadas, en qué medida y sentido? Un asesoramiento técnico operativo tiene que ser contextualizado y específico, en función de las características y necesidades de cada institución escolar, singularmente considerada. Los puntos débiles en una, pueden ser los fuertes en otra y serlo por circunstancias, factores o causas diversas. En definitiva se trata de explorar y diagnosticar aquellos componentes y funciones del centro escolar en que aparecen las suficiencias e insuficiencias, al objeto de que las primeras sean ratificadas, consolidadas y difundidas; en tanto que las segundas sean subsanadas, rectificadas y mejoradas, aplicando adecuadamente las propias potencialidades humanos y recursos disponibles. Este es precisamente el tipo de acciones de inspección educativa que demandan los padres de los estudiantes, como se puso de relieve en reciente investigación exploratoria (2001). Sin embargo, de momento, no se hacen públicas como demandas explícitas, en parte por la inoperancia de las asociaciones de padres, cuyos directivos se autosatisfacen con las cuantiosas subvenciones recibidas y las intermitentes apariciones en los media. Una función derivada de la evaluación institucional está representada por la constatación analítica, cuantitativa y cualitativa, del empleo y pertinente utilización pedagógica, en los centros públicos, de las dotaciones, instrumentos didácticos y nuevas tecnologías, que de modo creciente destina el erario público a las instituciones escolares, pero que no siempre surten los efectos debidos, constituyendo a veces un auténtico despilfarro. Cabe mencionar las dotaciones de hardware informático, sin la imprescindible preparación del profesorado o su predisposición a continuar con la enseñanza tradicional, a lo que se añade la mala calidad del software o escasez del específicamente didáctico. Algo análogo acontece con ciertas subvenciones para pretendidas innovaciones didácticas, sin una evaluación solvente de sus resultados. Un estudio especial merecería el análisis de los cuantiosos gastos representados por las licencias por estudios, cuya incidencia en la formación y perfeccionamiento docente se desconoce, pero puede suponerse a tenor de las laxas medidas de verificación. Comparado con regiones uniprovinciales como Murcia o Asturias, en Madrid alcanzan cantidades enormes (becas de 4/5 millones persona/año). Sin embargo, nuestra sociedad aun carece de la sensibilidad tributaria y financiera, típica de otros países, como los anglosajones o la sociedad helvética. Pero, llegará. Entonces, nuestra Administración Educativa tendrá que ir más allá, superando el estadio de la mera escolarización, los recuentos estadísticos, la organización de los Premios de Bach y FP o los denominados cupos de profesores, propios de una unidad de Administración de Personal, que, sin pudor, traslada su trabajo a la Inspección de Educación, con el beneplácito de la autoridad competente. NIVELES Y MODALIDADES DE EVALUACIÓN EN EL ÁMBITO DEL SISTEMA EDUCATIVO. Conceptual y operativamente resulta evidente la diferencia entre evaluación de los procesos escolares y de los resultados educativos de los mismos; así como que la detección de deficiencias en estos últimos remite al análisis de los primeros, al diagnóstico de los factores causales y su subsanación. Aun en la evaluación de procesos puede diferenciarse la evaluación de las estructuras y procesos organizativos y de los procesos específicamente didácticos. También parecen obvias las diferencias y convergencias entre la Auto-evaluación o evaluación interna y la evaluación externa o Auditoría de calidad; esta segunda como contraste de la primera. La Autoevaluación institucional como proceso permanente, cuyas conclusiones y propuestas de mejora se recogen en la Memoria Escolar anual. La Auditoría de calidad cíclica, con períodos de 3-5 años. Igualmente son notorias las distinciones entre evaluación individual del personal docente o directivo, con diversos efectos profesionales y la evaluación integral de la institución escolar. Esta segunda, aunque no se explicite, implica la evaluación de los docentes que integran la institución. Sin embargo, en su momento surgieron ciertas dudas, en el orden conceptual y en el operativo, respecto de las diferencias entre la “evaluación general del sistema educativo” y la “evaluación singularizada de cada centro escolar”, previstas por la LOCE. Se trata de dos ámbitos de evaluación educativa, con una neta distinción, en cuanto a su objeto y funciones. La “evaluación general del sistema educativo” pretende detectar en qué medida se alcanzan las previstas finalidades del sistema en su conjunto, la calidad del producto y la satisfacción de los beneficiarios o usuarios del sistema; así como sus suficiencias y deficiencias generalizadas. Sin duda, esta modalidad de evaluación es de notorio interés para la Administración Educativa, puesto que le proporciona una información relevante para tomar decisiones fundadas. Decisiones concernientes a las asignaciones presupuestarias, a modificaciones en la normativa legal sobre el ordenamiento general del sistema o sobre aspectos específicos del mismo. Corresponden a la competencia del Ministerio, cuya realización se encomienda, al Instituto Nacional de Evaluación y Calidad del Sistema Educativo (INECSE), las denominadas “evaluaciones de diagnóstico generales”, concerniente a “áreas y asignaturas”. La referencia a los contenidos curriculares parece descartar la evaluación diagnóstica de las estructuras pedagógicas, organización escolar y dinámica interna de las instituciones escolares. Cabe pensar que se tratará de una evaluación sintomática, limitándose a verificar que los alumnos han adquirido mas o menos conocimientos en las áreas o asignaturas de ciencias de la naturaleza, matemáticas geología, geografía, etc, renunciando a una evaluación de índole etiológica, que indague los factores y trate de explicar las causas de las deficiencias detectadas. Cabe señalar también la interesante innovación representada por la aplicación periódica de la denominada “prueba general de evaluación”, sobre competencias básicas, en las etapas de EP y ESO, sin efectos académicos (calificaciones), con finalidad diagnóstica y de información para centros, familias y alumnos (arts. 17 y 29). Estas pruebas, atribuidas a las Administraciones regionales, constituyen interesante e inmediato compromiso para la Consejería de Educación. Pero, indagaciones o evaluaciones generales remiten a conclusiones generales y a decisiones generales, referidas a la totalidad o mayoría de los centros que integran el sistema educativo o bien respecto de cierta deficiencia predominante en el mismo. Existen problemas generales o comunes a todas las unidades del sistema; pero otros son específicos de cada centro. Las conclusiones de las investigaciones evaluativas de carácter general se expresan en términos porcentuales o probabilísticos: en un 75% de los alumnos o 90% de los centros se ha detectado tal característica satisfactoria o tal deficiencia. Pocas veces afecta al 99,99%. Mientras que la evaluación general del sistema es predominantemente cuantitativa; la evaluación singularizada de cada centro escolar es predominantemente cualitativa, aunque no exclusivamente. Cada institución educativa forma parte de un contexto singular, posee una configuración peculiar, tiene unas necesidades particulares y unos problemas específicos. Siguiendo con la metáfora médica, más que con enfermedades, nos encontramos con enfermos. Lo precedente pone de relieve, en el orden operativo de mejora, la necesidad de la evaluación singularizada de “cada” institución escolar, con el propósito de indagar y detectar sus específicos problemas organizativos, psicosociales, curriculares, didácticos, etc. Diagnosticar los síntomas o el síndrome general característico del centro. Diagnosticar también los factores causantes de tales síntomas, al objeto de remover, atenuar o eliminar las causas de las deficiencias, para mejorar la eficacia educativa del respectivo centro, singularmente considerado, como función sustancial de la Inspección de Educación. En el campo de la medicina, la exploración va seguida del diagnóstico, al que sigue el tratamiento pertinente, conducente a la curación y logro del estado normal de salud. En el ámbito de las organizaciones, la evaluación vincula a las subsiguientes acciones correctoras conducentes al funcionamiento normal, eficaz y eficiente de la respectiva organización, sea turística, agrícola, hospitalaria o escolar. En el sistema británico se requiere a la propia institución escolar la elaboración y presentación, en un plazo de 40 días, de su propio proyecto de mejora y corrección de los puntos débiles o aspectos insatisfactorios. Su aplicación y desarrollo es objeto de sucesiva verificación ulterior. Actualmente, en casos extremos, cuando persisten las deficiencias, en años sucesivos, generalmente acompañadas de reducción de la matrícula escolar, puede llegarse a la clausura del centro o adjudicación mediante concurso público a una entidad gestora. REALIZACIONES, COHERENCIA Y COMPROMISOS DE LA COMUNIDAD DE MADRID Las precisiones precedentes cumplen la finalidad de comparar lo que realmente se hace con lo que debería o podría hacerse; así como con lo que deberá hacerse, en virtud de la amplias previsiones, respecto de la evaluación, en la propia LOCE. En el orden prospectivo, cabe suponer que la Consejería iniciará de inmediato, un riguroso e intenso trabajo para el cumplimiento de tales previsiones. En el orden retrospectivo, ¿cuáles han sido sus realizaciones más relevantes respecto de la evaluación (y mejora) de las instituciones escolares? ¿Ha existido una coherencia entre su modelo o concepción de la función evaluativa (y mejora a través de la misma) y las correlativas acciones. Efectivamente, una notoria coherencia. No se cree en la prevalencia de un modelo evaluativo como garantía del efectivo ejercicio al derecho a la educación, ni en su potencialidad para la mejora de la calidad. O no lo consideran sociopoliticamente rentable a corto plazo, aunque vislumbren sus potencialidades a largo plazo. Consecuentemente limitan el rango de las actuaciones al respecto, dentro de su opción por un modelo de inspección educativa mixto, oportunista, con predominancia real de las operaciones auxiliares, subsidiarias de las unidades administrativas, que han absorbido los mayores y mejores esfuerzos de los funcionarios de la Inspección de Educación. Así se desprende de algunos indicadores que pueden tomarse como referentes, como son los sucesivos Planes Generales de Actuación de los Servicios de Inspección de Educación. La experiencia cotidiana de los Inspectores de Educación son la corroboración de ello. Coherentemente con tal modelo mixto, la concepción de la Inspección de Educación se muestra también vinculada teóricamente a la función de asesoramiento, consejo u orientación pedagógica: “la tarea mas importante y prioritaria de la Inspección sigue siendo el respeto, la ayuda y el estímulo a los docentes y a los equipos directivos, la animación a los centros a encontrar soluciones imaginativas, la atención y orientación a todos los miembros de la comunidad educativa y la profesionalidad y objetividad en sus orientaciones, informes, asesoramientos, etc” [y los Grandes Ferrocarriles Europeos] (Parte Introductoria de la Resolución de 19-07-2000 por la que se aprueba el Plan General de Actuación.) Obviamente, también se hace una breve referencia a la evaluación. En el Plan siguiente (2002-03) se hace explícita referencia a la tradicional visita de inspección a los centros y a las aulas, en la vieja perspectiva individualista, frente a la más moderna actuación en pequeños equipos interdisciplinares. Pero, ¿cuales han sido las principales actuaciones sobre evaluación planteadas en estos últimos cursos en la región madrileña? Ciertamente, junto a su mencionada coherencia, cabe destacar, en general, su continuidad y congruencia, con un progresivo, aunque lento, enriquecimiento. En cuanto a evaluación del profesorado continuaron las actuaciones evaluativas con distintos efectos profesionales: acreditación para la dirección, concesión de licencias por estudios, etc. El procedimiento empleado también predominantemente individualista, cuando la actuación en pequeños equipos hubiera ofrecido mayor rigor, confianza y garantía para los evaluados. Continuidad en las atenciones al Plan de Mejora en los centros, como una forma de promoción y estímulo de la evaluación interna, aunque sólo afecte a un número reducido de centros. De especial relevancia y notorio valor operativo es la tabulación y síntesis del conjunto de datos sobre las calificaciones finales de los alumnos e inmediato retorno a los centros para su análisis pedagógico, con la posibilidad de referencias comparativas, según distintos parámetros. Trabajo dirigido y elaborado por la Inspección General, como una modalidad de evaluación de resultados o producto educativo, ha resultado de un notable valor, como factor de análisis e impulso a la mejora, para inspectores, directores y docentes. En una perspectiva científicamente rigurosa y objetivable para la evaluación de los resultados escolares destaca la actuación, también continuada, de construcción de las pertinentes pruebas de evaluación del nivel alcanzado por los alumnos, dotadas de las debidas garantías de validez y fiabilidad. Se trata de una prueba de Matemáticas para 6º de EP y otra de Lengua española para 3ª de la ESO, (más otra de Lengua inglesa, en colaboración con el British Council). Elaboradas por los respectivos equipos de inspectores, de hecho, se invirtieron en ello cerca de dos años. Pero, a ese ritmo, se necesitaría más de una década para tener dispuestos los instrumentos básicos para una solvente evaluación institucional. Merece consignarse la acción consistente en la evaluación del rendimiento de los estudiantes de 2º, 4º y 6º de EP y de 2º y 4º de ESO, en una muestra intencional de centros, realizada en el 2000-01. Ejecutada por equipos de 2/3 inspectores técnicos, con propósitos de análisis de factores condicionantes o causales, en una perspectiva de articulación de las etapas escolares, representó el mejor ejemplo de una evaluación integral de instituciones escolares. Lástima que no haya tenido continuidad. Lastima también que se haya frustrado un interesante proyecto de reglamento de la Inspección de Educación de Madrid, donde se establecían las líneas clave, en el ámbito estructural y funcional, en una valiosa perspectiva de modernización operativa. Sintéticamente, en el orden prospectivo, hay que resaltar que la tendencia actual, generalizándose en los distintos tipos de organizaciones, es la búsqueda del desarrollo y la mejora a través de la evaluación institucional, articulando la propia autoevaluación con la auditoría de calidad o evaluación externa. Este modelo alcanza también a las instituciones públicas. Véase en Plan General de Evaluación de la Calidad de las Universidades (PNECU) o las Cartas de Calidad de los Servicios en la Administración Pública y correspondiente función de evaluación de la Inspección General de Servicios. Sin embargo, como distintos estudios han puesto de relieve, paradójicamente el extenso, pesado y lento sistema escolar se caracteriza por un proverbial inmovilismo, por causas diversas (Fernández Enguita, 2002). Ciertamente, en lo concerniente a la evaluación institucional, en algunas regiones ya se camina por la buena dirección, como Castilla-La Mancha, por ejemplo. Concretamente, en la Región de Madrid es necesaria y urgente la elaboración de un Plan de sistemático de evaluación integral de instituciones escolares, impulsando la evaluación interna y articulándola con la evaluación externa o auditoría de calidad. Acaso el pre-proyecto de Programa de Análisis y Mejora de la Enseñanza, a que alude el punto 3.1 de la Resolución de 25-07-2002. También resultará imprescindible una seria formación en técnicas cuantitativas y cualitativas de evaluación. Repárese en que uno de los ejes de la LOCE es justamente la Evaluación. Además de sus Títulos VI, VII y IV-cap. II, distinto artículos, a lo largo de la misma, contienen previsiones al respecto (arts. 1, 18, 30, 56, 66, 67, 78, 82, 84, 90, entre otros) ¿Seguirá vigente la afirmación de aquel autor de que una de las características del sistema escolar es el sistemático incumplimiento de las leyes? ¿Grave responsabilidad de las autoridades educativas e indirectamente de su Inspección! En España, hoy, atribuidas a las regiones las competencias educativas, surgirán distintas fórmulas y ritmos. Acaso no sea difícil observar las diferencias entre unas y otra, obviamente la de Madrid incluida.