JURISPRUDENCIA Accidente de trabajo. Reincorporación, art. 112, segunda parte, de la Ley 20.744. Imposibilidad del empleador de asignarle al trabajador tareas acordes con su estado de salud. Rechazo multa del art. 2 de la Ley 25.323 e incremento de la Ley 25.661, art. 16. Almirón Carlos Alberto c/Celulosa Campana S.A. s/despido, C.N.A.T., Sala I, 28/8/08. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a los 28 días del mes de agosto de 2008, reunida la Sala Primera de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, para dictar sentencia en la causa del epígrafe, y de acuerdo con la correspondiente desinsaculación, se procede a votar en el siguiente orden: El Dr. Vilela dijo: I. Contra la sentencia de fs. 342/347 apelan ambas partes, presentando sus memoriales: la actora a fs. 358/360 y la demandada a fs. 355/356. II. La demandada apela la condena al pago de la multa prevista por el art. 80 de la Ley de Contrato de Trabajo, y se queja por los honorarios regulados a la contraria, por considerarlos elevados. Se agravia la actora porque se desestimó su reclamo de la indemnización prevista en el art. 212, tercer párrafo, de la Ley de Contrato de Trabajo, insistiendo en que la demandada no acreditó una real imposibilidad de reubicarlo en la empresa. Argumenta que la empleadora posee una amplia planta industrial y que no realizó los esfuerzos suficientes para asignarle otras tareas acordes con su capacidad. Apela también el rechazo de la multa reclamada con sustento en el art. 2 de la Ley 25.323, y la imposición de las costas. III. El estudio de las constancias de la causa, en especial de la prueba testimonial, me permite adelantar que la queja no obtendrá favorable acogida. Memoro que Almirón se desempeñó para la demandada desde el 2 de enero de 1998, que –según el relato volcado en el escrito inicial– ya en el año 2000 comenzó a sufrir episodios de hipertensión, en el 2004 un cuadro de depresión que “... lo obliga a una larga licencia ...” (f. 5 vta.), hasta que en junio de 2005 debió ser internado por una hipertensión y una fuerte depresión (sufrió hemiparesia y hemiplejía izquierda, ver constancias médicas de f. 65 y ss. y responde a f. 94), por lo que gozó de licencia por enfermedad durante un año (art. 208, L.C.T., ver f. 5 vta.). En junio de 2006 se produce un intercambio telegráfico relativo a su estado de salud y sus posibilidades de reintegrarse a su trabajo, hasta que el 28 de junio le notifican que ingresa en el período de reserva del puesto (art. 211, L.C.T.). Ya hacia fines de julio el trabajador presenta un nuevo certificado médico, emitido por su psiquiatra, donde se le otorga el alta para realizar tareas de bajo nivel de exigencia en horario reducido. Frente a ello, la empresa decidió desvincularlo, por hallarse imposibilitada de asignarle tareas acordes a su incapacidad sobreviviente, encuadrando la situación en el segundo párrafo del art. 212 de la Ley de Contrato de Trabajo. Los testimonios brindados por quienes fueran propuestos por ambas partes resultan contestes en señalar que la demandada carecía de vacantes en otros puestos de trabajo de menor exigencia física, al momento de los hechos que nos convocan. En efecto, Godoy (fs. 235/236), Pérez (fs. 245/247) y Salinas (fs. 248/249), ofrecidos por el actor, refieren, en el caso de Godoy, que había otras tareas además de las que realizaba el actor (Almirón preparaba pedidos, hacía carga y descarga de camiones, reparto), vgr. estar en portería, pero que ya había gente haciendo esas tareas (f. 236); Pérez indicó que además de las que describió a f. 246 (las que realizaba el actor) “... no existen otro tipo de tareas ...”; y Salinas, nada aporta que resulte conducente. Quienes declararon por la demandada, Leis (fs. 237/239), Wittib (fs. 240/241) y Formia (fs. 250/251), coinciden en señalar la inexistencia de puestos vacantes en tareas diversas de aquellas que desempeñaba Almirón. Destaco especialmente los testimonios de Wittib, empleado administrativo del área de expedición, y de Formia, empleado de control de entrada y salida de mercadería, quienes manifestaron que en el sector administrativo de expedición trabajan tres personas, y el sector de administración está compuesto por personal de recepción (una sola persona), y cobranza, “... está todo cubierto ...” (f. 241). Además, la planta industrial de la demandada se encuentra ubicada, según refieren los testigos Wittib y Formia en la provincia de Buenos Aires –Partido de Zárate–, y el actor fue contratado para trabajar en el depósito y las oficinas centrales, que se encuentran en Valentín Alsina. He tenido oportunidad de señalar que si la empleadora no tiene vacantes en su plantel normal para ocupar al trabajador afectado por una incapacidad (art. 212, segunda parte, L.C.T.), no se le puede exigir que acredite la realización de diligencias anormales para ampliar sus puestos de trabajo. La norma prevé una empresa en marcha, con capacidad razonable para absorber a un trabajador con menor capacidad, en un puesto diferente, pero no lo obliga a crear plazas innecesarias al efecto (ver mi voto, “in re”, “Mateos Mariano c/consorcio de propietarios del edificio barrio General Savio Napoleón Uriburu 5845 s/indemnización art. 212, L.C.T.”, Sentencia definitiva Nº 72.213 del 18/6/98). En el “sub lite”, la evaluación de los testimonios arrimados por las partes, conforme con la sana crítica, reitero que revela que la demandada no contaba con tareas acordes al estado de salud del trabajador, a la época en que tuvo lugar la decisión de desvincularlo, y que tampoco aparece fundada la distinción que realiza el recurrente respecto de establecimiento y sector, puesto que, de acuerdo con la descripción realizada por los testigos, el establecimiento de la localidad de Valentín Alsina, donde prestaba servicios Almirón, poseía los sectores a los que ya se hiciera referencia (expedición, carga y descarga, administración, control de mercaderías), y la planta industrial ubicada en Zárate, constituye otro establecimiento (cfr. arg. art. 6 de la L.C.T.). No luce razonable exigir la creación de un nuevo puesto, ni el desplazamiento de un trabajador de su puesto de trabajo de manera tal de cambiarle las condiciones para hacer una vacante, ni duplicar las posiciones dentro de la plantilla. Sólo está obligado a ofrecer esas tareas en la medida en que cuente con ellas, o cuando por la dimensión de la empresa pueda razonablemente ubicar al trabajador en un puesto acorde a su capacidad, dentro de las posibilidades que presenta una empresa en marcha (ver Arias Juan Manuel, en Ley de Contrato de Trabajo comentada y anotada, dirigida por A. Vázquez Vialard, Ed. Rubinzal Culzoni, 2005, T. III, pág. 119). En mérito a lo expuesto, propongo confirmar lo resuelto en origen. IV. En cuanto a la multa del art. 2 de la Ley 25.323, desestimada en grado por cuanto la norma no contempla la hipótesis de autos, que encuadra en el art. 212, segundo párrafo, de la Ley de Contrato de Trabajo, con remisión al art. 247 de ese cuerpo normativo a efectos de fijar el parámetro del cálculo del resarcimiento, considero que no asiste razón al apelante. La multa que solicita tiende a sancionar la mora en el pago de las indemnizaciones debidas como consecuencia del despido imputable a incumplimientos del empleador. En el supuesto que nos convoca, nada de ello acontece, puesto que el contrato llegó a su fin como consecuencia de la imposibilidad física del trabajador y la imposibilidad, refleja, del empleador, de otorgarle tareas acordes a esa incapacidad, hipótesis que como explicara en el Considerando precedente ha quedado debidamente acreditada. Comparto así el criterio sustentado por el Dr. Pirolo en la causa “Arias Ramón Santos c/Buenos Ayres Refrescos S.A.T. s/accidente – acción civil” (Sentencia definitiva Nº 94.699 del 26/12/06, del Registro de la Sala II), aunque en aquélla con relación a una hipótesis encuadrable en el tercer párrafo del art. 212, cuyas conclusiones resultan, a mi entender, aplicables en la especie. En efecto, allí sostuvo que “... el modo de extinción previsto en cualquiera de las hipótesis contempladas en el art. 212, L.C.T., no es el que proviene de la simple voluntad unilateral de alguna de las partes, sino de la confluencia de un factor no imputable a ninguna de ellas (inhabilidad sobreviniente del trabajador) con una circunstancia que puede o no ser imputable al empleador (si es que hay posibilidad objetiva de reubicar al dependiente), a cuyo efecto, la actitud remisa de éste sólo puede actuar como agravante del monto de la indemnización que en cualquier caso debe abonar; pero no como determinante exclusivo de la extinción que, reitero, aún en los supuestos en los que la incapacidad es relativa, se origina en el estado de salud del trabajador ...”. Con respecto al incremento indemnizatorio del art. 16 de la Ley 25.561, tampoco corresponde admitirlo, por idénticos motivos tal como lo expusiera en mi voto en la causa “Gaona Pablo c/Consorcio de Prop. del Edificio Montevideo 770” ( Sentencia definitiva Nº 83.336 del 27/12/05; en igual sentido, Sala II, “Pollarolo Aiza c/Goya corrientes S.R.L. s/Indem. art. 212”, Sentencia definitiva Nº 94.616 del 21/11/06). Reitero que en el “sub examine” no ha mediado por parte del empleador conducta alguna que le resulte imputable en torno de la ruptura del vínculo. Por lo expuesto, propongo confirmar lo resuelto en grado. V. Analizados los términos del memorial recursivo de la parte demandada, adelanto que el recurso ha sido mal concedido. En efecto, por expresa disposición del art. 106 de la Ley 18.345 “serán inapelables las sentencias y resoluciones cuyo valor que se intenta cuestionar en esta Alzada no exceda el equivalente a trescientas veces el importe del derecho fijo previsto en el art. 51 de la Ley 23.187. El cálculo se realizará al momento de tener que resolver sobre la concesión del recurso”. Tal norma resulta aplicable al caso que nos ocupa, donde el importe cuestionado es de pesos tres mil ($ 3.000) por lo que no excede el valor que arrojan trescientas veces el importe previsto en el art. 51 de la Ley 23.187 –pesos tres mil ($ 3.000) conforme resolución del C.P.A.C.F. del 1/10/07–. Propicio declarar mal concedido el recurso interpuesto por la parte demandada. VI. La actora, finalmente, se queja por la imposición de las costas. He sostenido en forma reiterada que en su distribución no debe prevalecer un criterio aritmético sino jurídico, atendiendo a la índole de las pretensiones de las partes y los rubros que resultaron procedentes (cfr. esta Sala “in re” “Salaberry Yatchino Juan c/Piso Uno S.A. s/despido”, Sentencia definitiva Nº 58.448 del 19/5/90). En el “sub examine”, el monto por el que prospera la demanda es bastante inferior al reclamado, y gran parte de los rubros que integraron el reclamo no resultaron procedentes, por lo que propicio que se confirme la distribución de las costas efectuada en primera instancia (arts. 68, 69, 71 y cs., C.P.C.C.; arts. 38 y 155, L.O.). VI. En cuanto a los honorarios regulados en el decisorio recurrido a la representación letrada de la actora, atendiendo al mérito y extensión de los trabajos realizados, facultades conferidas por el art. 38, L.O. y normativa legal aplicable, estimo que los mismos no son elevados y deben ser confirmados (art. 38, L.O.; Leyes 21.839 y 24.432). VII. En definitiva, de prosperar mi voto, correspondería: a) Declarar mal concedido el recurso interpuesto a fs. 355/356. b) Confirmar la sentencia en todo cuanto fuera materia de apelación por la parte actora (art. 68, C.P.C.C.). c) Costas de Alzada por su orden, en atención a las particularidades de las cuestiones debatidas ante esta instancia (art. 68, segundo párrafo, C.P.C.C.). d) Regular los honorarios de los profesionales de cada una de las partes en el veinticinco por ciento (25%) de la cantidad que por sus trabajos le corresponde percibir en la otra etapa. Miguel Angel Pirolo dijo: Que adhiere a las conclusiones del voto que antecede por análogos fundamentos. A mérito de lo que resulta del precedente acuerdo, SE RESUELVE: a) Declarar mal concedido el recurso interpuesto a fs. 355/356. b) Confirmar la sentencia en todo cuanto fuera materia de apelación por la parte actora (art. 68, C.P.C.C.). c) Costas de Alzada por su orden, en atención a las particularidades de las cuestiones debatidas ante esta instancia (art. 68, segundo párrafo, C.P.C.C.). d) Regular los honorarios de los profesionales de cada una de las partes en el veinticinco por ciento (25%) de la cantidad que por sus trabajos le corresponde percibir en la otra etapa. Regístrese, notifíquese y devuélvase. mig. Ante mí: En ...... de ...... de ...... , se dispone el libramiento de ...... cédulas. Conste. En ...... de ...... de ...... , se notifica al señor fiscal general la resolución que antecede y firma.