Las etapas de la vida célibe Por: Almas, A.C. “Es claro que la opción por el celibato no se hace de una vez por todas; en efecto, ser vírgenes no es cuestión de mantenimiento, sino de conquista permanente”. (Amadeo Cencini). Cuando hablamos de las etapas del desarrollo, en la vida consagrada, no estamos queriendo decir que sean etapas que forzosamente se tengan que vivir o recorrer de la misma manera cada uno de los consagrados y consagradas, ya que cada uno podría decir que ha vivido un recorrido especial en su vida célibe. Etapa 1: Amor joven; un deseo que nace El amor joven es igual a pasión, sentimientos intensos y arrolladores, siempre seguro y firme, por lo tanto sincero, es u amor fresco, vital, también un poco ingenuo e idealista y puede ser por tanto en ocasiones poco fiable. Pero es importante que este amor exista y se de, no sólo en las relaciones de matrimonio, sino también en la elección a la vida consagrada, ya que esta decisión no debe de estar impulsada solamente por motivos teológicos o éticos sino también por un impulso a algo bello, bueno y verdadero, por eso es necesario que las personas cuando inician en la vida religiosa conozcan que hay un nexo natural y constitutivo entre vocación religiosa o sacerdotal y madurez afectiva, hay que entender la vocación a la vida consagrada más que como una llamada a servir como una llamada a amar y que debe de fundar su motivación en abrazar un estado de vida en una propuesta de amor totalmente libre y gratuita. Etapa 2: Amor adulto; un deseo con fuerte oposición Se considera a esta etapa un momento de consolidación. Pero como toda consolidación es necesario para ello la prueba. Sin prueba no puede haber ninguna dinámica de crecimiento. Como dijera el eclesiástico: «Hijo, si te acercas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón, mantente firme, y no te angusties en tiempo de adversidad» (Eclo 2,1). El problema no esta en la prueba misma sino en la manera en que esta sea enfrentada. Sobre todo la prueba afectiva que se presenta sobre todo en esta etapa. En gran parte debido a que la mayoría de los consagrados y consagradas se encuentran alrededor de los treinta años. Etapa 3: Amor maduro; deseo liberado Hay un dicho hindú que dice: “Hasta los veinte años uno aprende, entre los veinte y los cuarenta se hace; hacia los cuarenta empieza a buscarse a sí mismo”. Esta es una etapa de renacimiento, contrario a lo que se ha pensado que la crisis de los cuarenta es un tiempo de angustia, se vive mejor esta etapa cuando se tiene una visión más madura de la misma. La crisis de los cuarenta esta marcada por dos cosas importantes: • Cambio en el sentido del tiempo, el cual se quiere aprovechar más y se siente que ya no se puede perder en nada que no valga la pena. • El miedo a morir, que tiene varios significados. 1. Cambio de imagen a. En relación con uno mismo b. En relación con Dios El reto clave en esta etapa es una segunda conversión que se puede buscar de la siguiente forma: a) Fidelidad de Dios y descentramiento del yo. b) Fe de enlace y de consolidación Etapa 4: Amor hasta el fin; deseo realizado Es evidente que el cuerpo envejece antes que la mente y el corazón y que a muchas personas les cuesta trabajo enfrentarse a la ancianidad, si esto pasa en general es normal que a muchos célibes también les ocurra. Es un tiempo entonces en donde se vive sobre todo la sabiduría del anciano, la cual esta marcada por los siguientes momentos: • Tiempo de amor: Donde hay amor esta la prueba más grande de que un corazón virgen no puede envejecer. • Edad de la transparencia: En oriente se ve al conocimiento como la unión entre la inteligencia y el corazón, eso es lo que se busca en esta etapa de la vida. Que exista una integración de las etapas pasadas a través de la memoria que lleven a una persona virgen a hacer y elaborar una síntesis de su vida que refleje a Dios a los demás y que sobre todo le de respuestas a su propia existencia.