\ / mas de unas atroces y malignas fiebres antes que sugetarse al uso de la Quina, bajo el absurdo pretesto de que volvian á repetir con mayor fuerza que antes , si no se observaba un régimen dietético absoluto y prohibitivo de cuarenta dias. Y como una de tantas prohibiciones á que sugetaba este ridiculo régimen, la mas principal consistia en no mojarse las manos ni los pies en.los cuarenta dias de su duración, dec í a n , y decían muy b i e n , que la Quina solo era buena para algunos pocos de los ricos que podían abstenerse de una operación tan necesaria para la •vida común del escesivo número de pobres, y aun de gentes acomodadas, que tienen que fregar, lavar y trabajar en el campo y en las fábricas. Sin embargo de estas preocupaciones que paralizaban el curso rápido de este específico, prevalecía gneralmente su crédito apoyado en su asombrosa eficacia, especialmente en las fiebres intermitentes; y los corregidores de L o x a eran los únicos que empezaron á especular como ramo peculiar s u y o , y á remitir á E u ropa algunas partidas por su cuenta. Después y a se unieron para este negocio con algunas casas de comercio de Piura; y posteriormente varios particulares de Cuenca y L o x a atraídos del interés, trageron á Europa partidas de consideración; pero hasta el año de 1 7 7 0 todavía estuvo limitada su introducción á la corta cantidad de veinte mil libras anuales para el consumo de la Península y del extrangero. Pero la excelencia y la fama irrecusable de sus virtudes se hicieron sentir en toda la E u r o p a , y su uso llegó á ser tan general, y de tanto influxo en la medicina, que sin disputa puede compararse con los dos campeones mas sobresalientes que ha tenido, el antimonio, y el mercurio; pues en un año común se consumen solo en la Península cuarenta mil libras; y un millón anuales se extraen de L i m a para el comercio (