EL TEXTO Y SUS PROPIEDADES 1. LA COHERENCIA 2. LA COHESIÓN 3. LA ADECUACIÓN 1. LA COHERENCIA La coherencia, que es un fenómeno de naturaleza semántica, pues afecta al contenido, es la propiedad fundamental del texto y la que está en la base de las otras propiedades textuales. La coherencia es la propiedad del texto que hace que éste se interprete como una unidad de información en la que todos los elementos se relacionan entre sí para formar el significado global. Es la propiedad por la que un texto se organiza globalmente para transmitir un sentido. Permite determinar la cantidad de información que se tiene que comunicar y la manera de hacerlo: con qué grado de precisión, en qué orden, con qué estructura. En un texto coherente todas las oraciones están estructuradas de forma lógica, no presentan contradicciones y todas juntas presentan un significado global. La estructura global de un texto es la organización de la información a través de la cual se manifiesta el tema, es decir, el orden determinado en que a parecen las ideas. Debe ser progresiva y seguir un esquema previo para evitar los defectos característicos de la falta de orden -repetición o mezcla de ideas- que rompen la coherencia del texto y dificultan o impiden su comprensión. Las reglas de la coherencia 1. Regla de repetición. Es necesario que los enunciados se encadenen siguiendo un tema o temas comunes que se van retomando a lo largo del texto. 2. Regla de progresión. Es necesario que el texto se desarrolle con una aportación constante de nueva información. 3. Regla de no contradicción. Es necesario que los enunciados no contradigan los contenidos establecidos anteriormente. 4. Regla de relación. Es necesario que los temas o hechos a los que se refiere el texto tengan relación con el mundo real o imaginario que plantea. Mecanismos de coherencia 1. El tema El tema es el núcleo, el hilo conductor que da sentido al contenido del texto y a su organización. Sin tema no puede haber coherencia. Los diversos aspectos del tema suelen aparecer tratados a lo largo de los párrafos. El tema responde a la pregunta: ¿Cuál es el concepto básico del texto? 2. El párrafo Cuando un texto adquiere cierta extensión suele dividirse en párrafos, ya que el autor fracciona el contenido por razones lógicas: El párrafo está formado por un número variable de oraciones que desarrollan de forma progresiva una idea distinta de la de otros párrafos. Cada párrafo está marcado gráficamente por un punto y aparte. 3. La estructura En un texto bien construido, todas sus unidades han de estar perfectamente conectadas, de manera que no existan saltos y todo esté ordenado según unos criterios. Planteamiento: El autor presenta la tesis que va a defender a lo largo de la exposición. Desarrollo: Se exponen las razones, pruebas, ejemplos... que aclaran o demuestran la tesis expuesta en la fase anterior. Conclusión: Síntesis de las ideas que el autor ha expuesto en el desarrollo. Otras estructuras que aparecen con frecuencia en los textos son las siguientes: a) Proceso o secuencia: el texto recoge las etapas o fases de un proceso; los elementos aparecen ordenados de manera lógica o cronológica. b) Desarrollo de un concepto: se formula una idea que posteriormente se amplia mediante argumentaciones o ejemplos. c) Comparación-contraste: esta estructura se basa en mostrar las semejanzas y las diferencias entre dos conceptos comparables. d) Causa-efecto: a partir de la presentación de un acontecimiento o de una situación se explican las razones que los han causado. e) Problema-solución: después del planteamiento de un problema, se ofrece una o distintas soluciones. f) Una instancia: tiene un encabezamiento (datos del solicitante), un cuerpo (expone y solicita) y un final (fecha, firma y pie). g) Una noticia: tiene un título, entrada (datos esenciales de la información) y un cuerpo ( desarrollo de la información). h) Orden espacial: Si penetramos en la vetusta ciudad por la puerta vieja habremos de ascender por una empinada cuesta; en lo hondo está el río; junto al río, en elevado y llano terreno, se ven dos filas de copudos y viejos olmos; de trecho en trecho aparecen unos anchos y alongados sillares que sirven de asiento... Allá a la entrada del pueblo, al cabo de la alameda, una viva faja de luz corta el camino. Sale la luz de una casa. Acerquémonos. La casa tiene un ancho zaguán: a un lado hay un viejo telar; al otro, delante de una mesa en que se ve un atril con música, hay un viejecito de pelo blanco y un niño. Azorín, Castilla i) Orden cronológico: El primero de diciembre de aquel año el tiempo se metió en nieve. Los copos no cesaban de revolotear tras los cristales; parecían moscas envueltas en minúsculas sabanitas dejándose caer en enjambres sobre la superficie de la tierra: la tarde del tres de diciembre cesó repentinamente de nevar. Se levantó un vientecillo que barrió las nubes del firmamento. El cielo quedó despejado, traslúcido, como un eco lejano del frío que rodeaba al mundo. M. Delibes, Historia de una ciudad 2. LA COHESIÓN La cohesión es la propiedad por la que las unidades del texto se relacionan. La conexión se establece entre oraciones, entre oraciones y situación extralingüística, entre párrafos, e incluso entre unidades textuales mayores (apartados o capítulos). Hay dos tipos de relaciones entre los elementos del texto: I. Las referenciales, en las que un elemento se refiere a otro sustituyéndolo con procedimientos gramaticales (deixis, anáfora, catáfora y elipsis) o léxico semánticos (sustitución léxica). II. Las de conexión, en las que dos ideas se relacionan a través de los conectores. I. Relaciones referenciales 1 Procedimientos gramaticales: La deixis es el mecanismo por el que el texto se refiere a elementos de la situación extralingüística. Se consideran deícticas aquellas palabras que hacen referencia a elementos que no aparecen en el contexto, sino que son extralingüísticos. Son deícticos los pronombres y adverbios que permiten tanto al emisor como al receptor dotarlos de significado completo gracias a la situación física que los envuelve; por ello, la deixis es más propia del lenguaje oral que del escrito: Los deícticos son pronombres o adverbios que sitúan el tema del que se habla (personas, objetos, actos...) en el tiempo y en espacio; suelen acompañarse de gestos. Son deícticos: a) los pronombres personales: yo, tú ... b) los pronombres y determinantes demostrativos: éste, ése... c) los determinantes posesivos: mi, tu... d) los pronombres posesivos. e) los adverbios de lugar y tiempo, locuciones o sintagmas adverbiales: aquí, allí, ahora, hace un rato, en seguida... - Mañana nos encontraremos en este mismo lugar. -Ya veremos si será ella o él quien nos impida el acceso. - Esta mañana yo no he salido a hacer mi paseo matinal, ¿lo has hecho tú? - No, porque ella no me ha dejado salir de aquí. Los elementos subrayados (pronombres, posesivos, adverbios o sintagmas adverbiales) sólo adquieren su sentido en el presente y en el espacio del emisor); las personas son el yo-emisor, su interlocutor, y la tercera ella conocida por emisor y receptor. Los deícticos se limitan a señalar lo que está en la situación. La anáfora es la relación entre un elemento y otro que ya ha aparecido anteriormente en el texto: el primero es el antecedente; el segundo que lo sustituye, es normalmente: a) un pronombre personal átono ( me, te, se, lo...) b) un pronombre demostrativo (éste, ése, aquél...) c) un pronombre posesivo (mío, tuyo, suyo...) d) un pronombre relativo (que, cual...) e) un determinante: artículos, adjetivos demostrativos, posesivos... f) adverbios de lugar. - Esta mañana han venido Laura y sus amigos. Éstos me han dicho que Marisa no estaba. - Yo seguí el eclipse por televisión. Luego me atreví a mirarlo un momento desde la terraza. - No sé qué te habrá dicho Carmen. Su primo repite continuamente lo contrario - No sabes cómo se está de bien en este pueblo. Allí todo es paz y calma - Érase que en Londres vivían, no ha medio siglo, un comerciante y un artífice de piernas de palo, famosos ambos: el primero, por sus riquezas, y el segundo por su rara habilidad en su oficio. Y basta decir que ésta era tal, que aun los de piernas más ágiles y ligeras, envidiaban las que solía hacer de madera. La catáfora es la relación que se da entre un elemento y otro que aparece después en el texto. A menudo se introduce con una coma o con dos puntos, y con expresiones del tipo: lo que sigue a continuación,:..; veamos un ejemplo:... - Te lo he repetido muchas veces: no me llames a esas horas de la noche. - Hay diversas causas que explican la delincuencia juvenil; así el absentismo escolar. - Le he dicho a Javier que nos espere - Hay otros factores que condicionan el interés: por ejemplo, la proximidad de las noticias. - Habían nombrado una fonda y recordé que ésa era mi segunda necesidad, hospedarme en alguna parte. Lo, diversas, le, otros y ésa anticipan el referente, que aparece después (los sintagmas subrayados). La elipsis es la supresión de un elemento conocido que aparece muy cerca en el texto, y gracias al contexto es fácilmente recuperable. La elipsis es el procedimiento de referencia más habitual. La elipsis puede ser: a) oracional: ¿No entra usted? No (quiero entrar). b) nominal: Antonia canta y (Antonia) baila muy bien. c) verbal (o de SV): Ayer vi la película. Yo también (vi la película). 2. Procedimientos de sustitución léxico-semánticos: La sustitución léxica es la relación que se da por la sustitución de una palabra por otra que es su: a) b) c) d) e) sinónimo antónimo un nombre propio y su común la metáfora la metonimia. - El delantero chutó con fuerza el balón. A pesar de los esfuerzos del portero, el cuero se introdujo en la red. f) la perífrasis La primera parada fue en Madrid. En la capital de España estuvimos dos días y luego nos dirigimos a Barcelona. Tanto a Marisa como a mí nos encantó la ciudad condal. g) Hiperónimos e hipónimos. - En este parque hay pinos, abedules, sauces, (hipónimos) ... Y en medio de tantos árboles (hiperónimo), un estanque. - Tengo once hijos, dos gatos, un perro, tres peces, dos conejos, y un loro. Con los niños las cosas me van bien, pero con los animales –un capricho de mi santa esposa – tengo problemas Los hipónimos hijos, gatos,, perro, etc., se sustituyen por los hiperónimos niños y animales. h) Los campos semánticos: “padre”, “madre”, “hijo”... pertenecen al campo semántico del “parentesco” i) Los tiempos verbales El uso de los tiempos verbales viene determinado por varios factores, como las intenciones del emisor (mandato...), el contexto comunicativo y la interrelación de las formas verbales que aparecen en el texto. Los verbos mantienen entre sí una estrecha relación lógico-temporal que marca su desarrollo principalmente en los textos narrativos. II. La conexión Los conectores relacionan las proposiciones de la oración compleja. Los conectores o marcadores textuales enlazan las unidades del texto (oraciones, párrafos, apartados, e incluso unidades mayores), ordenándolas y estableciendo una relación significativa entre ellas. Los conectores no pertenecen a ninguna categoría morfológica determinada, pueden ser: a) b) c) d) e) f) conjunciones (y, pero...) adverbios (después...) locuciones conjuntivas o adverbiales (siempre que, aun así...) sintagmas (debido a...) oraciones (podemos añadir que...) conectores espacio temporales: arriba, abajo, delante, detrás, fuera, dentro entonces, a ambos lados, simultáneamente, Los marcadores textuales indican: a) Introducción de un tema nuevo: el objetivo principal..., con respecto a..., en relación con..., acerca de ... b) Ejemplificación-detalle: supone el expresar uno o más casos concretos que ilustran o apoyan una idea general previamente expresada: por ejemplo..., como muestra..., así..., pongamos por caso... c) Aclaración-continuación: es decir..., en otros término..., mejor dicho..., además..., volviendo a la cuestión..., como estábamos diciendo... d) Ordenadores: En un texto bien construido, las diversas partes se suceden organizadamente. Existe un tipo especial de conectores, llamados ordenadores, cuya misión es señalar las diferentes partes del texto. Así, en la lengua coloquial, es frecuente como índice de comienzo del discurso bueno, bien; en un registro más formal: ante todo, para comenzar, etc. Paralelamente como cierre del discurso, se emplean entre otros: en fin, por último, en suma. Es importante subrayar mediante conectores la transición, es decir el cambio de una unidad temática a otra. Para ello empleamos frecuentemente: por un lado, por otra parte, en otro orden de cosas. Cuando queremos hacer un digresión, solemos usar por cierto, a propósito, a todo esto. Por último, sirven también como ordenadores del discurso aquellos conectores que utilizamos para situar los diferentes enunciados que forman parte de una enumeración-adición: en primer lugar, en segundo lugar; primero, segundo; por último, en fin, finalmente, etc. d) Comienzo de texto: en primer lugar, para empezar... d) Cierre de texto-resumen-conclusión: brevemente..., en pocas palabras..., para finalizar..., en conclusión... e) Exclusión: de ninguna manera..., al contrario..., contrariamente..., al margen de... f) Espacio: hasta aquí..., en el punto anterior... g) Causa-efecto (consecuencia): pues, porque, en consecuencia, por lo tanto... h) Temporales: entonces, luego, al otro día, hasta el momento... i) Contraposición-contraste: en cambio..., por otra parte..., en contraste con esto... j) Comparación: se emplean cuando se quiere subrayar algún tipo de semejanza entre los enunciados: análogamente de la misma forma, asimismo, igualmente, así como... k) Insistir en ideas ya expuestas: en la misma línea..., más aun... l) Afirmación: sin duda, evidentemente, desde luego, bueno... m) Opositivos. Expresan diferentes relaciones de contraste entre enunciados. En el fondo, estas relaciones no difieren de las que se expresan en el seno de la oración compleja, en las proposiciones adversativas y concesivas. Se emplean como conectores que expresan concesividad con todo, a pesar de todo, aún así; se marca la relación restrictiva mediante sin embargo, no obstante, en cierto modo, en cierta medida, hasta cierto punto, etc. Por último, expresamos la exclusión gracias a por el contrario, en cambio, etc. 3. LA ADECUACIÓN La adecuación es la propiedad por la que el texto se adapta a las exigencias del contexto comunicativo. Implica saber escoger el registro o nivel lingüístico apropiado teniendo en cuenta los siguientes factores: a) La intención comunicativa: según lo que pretenda el emisor, estructurará el texto de una manera u otra. No es lo mismo convencer a alguien o dar una opinión sobre un tema (intencionalidad subjetiva) que describir un objeto ( intencionalidad objetiva). Un informativo –previamente escrito para ser dicho oralmente- suele presentar un tono neutro y una información ordenada y clara (oraciones bien construidas, léxico preciso, dominio de la función referencial). b) El tema: puede ser tratado de manera general o específica. En este último caso se precisa un léxico más elaborado o culto. Tampoco se emplea el mismo nivel de lengua para escribir una carta a un amigo que al redactar un examen. Una conversación con los amigos -oral y espontánea- suele ser desordenada y relajada (oraciones incompletas, tuteos, imprecisión léxica, humor, tacos... Suelen mezclarse en ella, además, distintas funciones: referencial, emotiva, conativa, fática. c) La relación interpersonal con el destinatario: el mensaje se ha de adecuar , en su forma, a la persona a quien va dirigido. No sería aceptable comenzar una carta dirigida a alguien desconocido y que ocupa un puesto relevante en una institución con un saludo como este: “Hola, colega”. El receptor formaría una opinión poco favorable del emisor. Una transmisión de fútbol –oral y, en gran medida, espontánea- suele ser de tono fuertemente emotivo, con exclamaciones, epítetos, adjetivos fuertemente valorativos, punto de vista acorde con los receptores-seguidores de uno de los equipos contendientes, dominio de la función emotiva. d) El canal de producción: comunicar un mensaje oral o escrito entraña una serie de diferencias: el canal oral, en general, es más espontáneo y da más importancia al contexto; mientras que el canal escrito se adapta más a la normativa, frecuentemente está más elaborado y utiliza un léxico más culto. Una misma idea, por tanto, se puede expresar de distintas maneras, es decir, utilizando diversos registros. Un registro será adecuado si se adapta a la situación de comunicación: A las intenciones comunicativas (divertir, convencer, informar, etc.) Al tema que se trate (general o especializado) Al nivel de formalidad (grado de relación entre el emisor y el receptor) Al canal utilizado (oral, escrito; teléfono, radio, etc.) Las funciones del lenguaje (páginas 7-8) Los registros lingüísticos (páginas 97-100) Por otra parte, todo texto se inscribe en un género, es decir, en un tipo determinado de discurso, con unas características más o menos rígidas que vienen determinadas por la tradición. Una conversación distendida y una conferencia; un poema lírico y un ensayo se insertan en diferentes géneros. El inscribirse todo mensaje en un tipo de trae consigo que sus características formales y su interpretación estén condicionadas por las posibilidades y restricciones que este marco supone. Así resultaría inadecuado que un conferenciante dijese en un momento de su intervención: ¡A ver si os aclaráis! Este enunciado, irreprochable ligüísticamente dentro de un registro coloquial, se vería como algo impropio, pues esperamos de una conferencia una utilización más formal del lenguaje, exigida por las relaciones que se establecen entre conferenciante y público. Pero el género, así como los demás factores que intervienen en un acto comunicativo , no es sólo una fuente de restricciones; supone también una apertura de posibilidades creativas e interpretativas. Ante el siguiente fragmento: Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales que le hacen sangre por doquiera. (Juan Ramón Jiménez, Platero y yo.) El lector basándose en su conocimiento del mundo está dispuesto a no dar su aprobación al fragmento, por considerarlo fuera de los límites de la realidad: el color rojo del ocaso no se origina por lo que el autor sugiere. Pero, al mismo tiempo, sabe que ese fragmento pertenece a un texto literario, concretamente de prosa poética, y que en el marco de lo poético quedan abolidas ciertas exigencias que consideramos indispensables en otras formas de comunicación. Entonces, corrige, aunque no sea más que intuitivamente, su actitud interpretativa , logra captar el sentido de la imagen y considera el texto adecuado. En resumen, la adecuación, como propiedad textual tiene una dimensión pragmática: un texto es o no adecuado no en sí mismo, sino en relación con todos los elementos que constituyen el acto comunicativo. Tipología textual (página 95)