Las formaciones que suscribimos el presente manifiesto formamos parte de naciones y pueblos que aspiran a construir libremente su futuro. El modelo territorial y político consagrado por la Constitución de 1978 negó desde su puesta en marcha la soberanía a nuestras naciones. El agotamiento de ese marco jurídico-político, que no respondió a la voluntad de los pueblos ni recogió las ansias de transformación social a la salida del Franquismo, es hoy un hecho irrefutable, lo que no puede sino reafirmarnos en el compromiso que adquirimos por la ruptura democrática. Ayer como hoy entendemos que la verdadera democracia es aquella en la que los pueblos y las personas son libres para construir un futuro de justicia e igualdad, lo que, para nosotras y nosotros, pasa aquí y ahora indefectiblemente por la superación del modelo neoliberal. La política de vulneración de derechos sociales y de libertades fundamentales, de una parte, y la deriva autoritaria de un Estado incapaz de asumir el derecho de las naciones y pueblos a organizarse libremente, por el otro, hace imposible el pacto con el Estado y resta toda credibilidad a eventuales reformas. Por ello, y desde el respeto a las realidades diversas que se dan en nuestras naciones, proclamamos que corresponde a nuestros pueblos y a su ciudadanía determinar, de forma democrática, su futuro. Reclamamos para nuestros pueblos el derecho a protagonizar, si así lo deciden sus respectivas ciudadanías, procesos constituyentes. Y afirmamos con total claridad que tales procesos no están subordinados a un eventual proceso de similar naturaleza a nivel del Estado. De hecho, la ofensiva recentralizadora del Estado y la defensa encendida de la unidad de España, a la que se prestan partidos de viejo y nuevo cuño, amenazan con profundizar en la negación de nuestros pueblos y naciones. En este sentido sólo podemos interpretar el rechazo del Estado español a respetar las decisiones del pueblo catalán como una agresión extensible a la expresión de la voluntad popular en todas y cada una de nuestras naciones. Esa actitud profundamente anti democrática pone además de manifiesto que es del todo ilusorio esperar a que una eventual alternancia electoral el próximo 20 de Diciembre entre partidos que se niegan a aceptar el derecho a decidir de los pueblos, habilite un auténtico cambio político. En esta situación, no cabe quedarse de brazos cruzados, es hora de dar un paso adelante para decir alto y claro que sin la presencia de procesos emancipatorios de los pueblos no es posible la ruptura democrática. En tanto que internacionalistas podemos identificarnos y hasta compartir los anhelos de cambio de los sectores progresistas que en el Estado español aspiran a una transformación política largamente esperada. Sin embargo, entendemos que nuestra mejor aportación a ese deseo de transformación pasa por trabajar por escenarios constituyentes propios y por impulsar una radical transformación sociopolítica en nuestras naciones respectivas, así como por el estableciendo paso a paso de una estratégia conjunta de colaboración entre las fuerzas políticas soberanistas. Desde la convicción de que por más que se trate de poner trabas al libre ejercicio de la voluntad popular, los pueblos y la ciudadanía tienen la palabra, expresamos nuestro compromiso de: -- Trabajar conjuntamente en el objetivo común de ruptura con el modelo de Estado consagrado por la Constitución de 1978 en la lucha contra el centralismo y la apertura de nuevos procesos constituyentes. -- Impulsar, en consecuencia, la puesta en marcha o el desarrollo de procesos constituyentes populares, radicalmente sociales y democráticos en nuestras naciones. -- Colaborar en el objetivo común de que nuestras ciudadanías respectivas se doten de los instrumentos y mecanismos necesarios para que puedan decidir sobre todo y ver respetadas sus decisiones. -- Apoyarnos mutuamente ante los ataques que busquen impedir el ejercicio de ese derecho fundamental y, en general, el avance de cada una de nuestras naciones en el camino hacia su plena soberanía. -- Defender el derecho de todos los pueblos a decidir su futuro, de forma pacífica y democrática, sin amenazas ni injerencias externas. Diciembre de 2015