HABLANDO DE EXTENSIONISMO RURAL Heriberto Martínez Lara Eleazar Cabello Palacios Brenda Castañeda Cárdenas Luís Aguirre Villaseñor Ramiro López Trujillo México es un país con profundas desigualdades, encontramos amplios sectores de población extremadamente pobres y reducidos grupos extremadamente ricos. Además, en nuestro país se priorizan los sectores industrial y servicios por sobre el agropecuario, situación que se refleja en los limitados recursos que se destinan a este y a la falta de una política clara para el sector. Haciendo un análisis de los programas que en materia de extensión ha impulsado el gobierno federal de México, tenemos que de manera gradual, aunque no lento, se ha desentendido de su responsabilidad de poner al alcance de los productores rurales servicios de capacitación y asistencia técnica. Por lo anterior, nos pronunciamos por un verdadero servicio de extensión rural que al tiempo que atiende a productores con reconocido potencial productivo, garantice la atención de grandes conglomerados del sector rural que por décadas han estados marginados de apoyos tecnológicos y sociales. Asimismo, se deberá considerar la creación de una estructura sólida que ofrezca los servicios profesionales de grupos de extensionistas comprometidos con el desarrollo rural. Si hacemos un breve análisis de los servicios de extensionismo que el Estado ofrece a través de los diferentes niveles de gobierno Federal encontramos que ha tenido un marcado retroceso en relación a la estrategia que utilizó en la segunda mitad de los 90´s, cuando ofrecía (en coberturas bastante limitadas) un extensionismo que atendía no solo aspectos de carácter tecnológico, sino también organizativo y de gestión social bajo una estrategia de participación comunitaria. En aquellos entonces el esquema de pago para los extensionistas era garantizarles un contrato anual y un pago mensual. Como en todo, existían agentes técnicos que se esforzaban a hacer de su trabajo el mejor impulso para el desarrollo rural y otros que sólo se preocupaban por cobrar, afortunadamente estos últimos eran los menos. A esta estrategia se le conoció como el Sistema Nacional de Capacitación y Extensión Rural Integral (SINDER) y operó a través de dos programas fundamentales: Elemental de Asistencia Técnica en apoyo a la producción de granos básicos (PEAT) y de Capacitación y Extensión (PCE), el primero atendía más aspectos tecnológicos y el segundo, los aspectos de extensionismo rural descritos. En nuestros días esa estrategia de participación gubernamental ha quedado en el olvido, hoy al extensionista se le denomina Prestador de Servicios Profesionales (PSP) y se le paga por proyecto elaborado y se le brindan algunos apoyos para el seguimiento del mismo, sin embargo éstos son bastante limitados. Si al técnico no se le garantiza un ingreso suficiente en un proyecto, tendrá que buscarlo en otros, lo que esta ocasionando que año tras año los técnicos tengan que elaborar diferentes proyectos para completar su ingreso olvidándose de los que hizo el año anterior, con el consecuente fracaso de los primeros por falta de seguimiento y asesoramiento técnico. La estrategia de los programas públicos no garantiza la continuidad de los apoyos hasta la consolidación de las nuevas empresas rurales. De esta manera observamos que los gobiernos federal y estatal están abandonando a su suerte a los productores rurales y más que ofrecerles un servicio de extensión rural, les han venido ofreciendo apoyos aislados, limitados y desvinculados entre si (asistencia técnica aislada de proyectos, capacitación desvinculada de procesos de formación, apoyos económicos disociados de proyectos de desarrollo). Para darnos una idea de cuanto han renunciado los diferentes niveles de gobierno en su responsabilidad y tarea de promover el desarrollo del sector rural, podemos ejemplificar con el Programa Nacional de Microcuencas, el cual es considerado como estratégico. En Coahuila este programa se instrumenta considerando un pago que puede provenir de dos fuentes: el federal a través del FIRCO, dependencia encargada de operativizarlo, y el municipio; en teoría cada una de estas partes debe aportar el 50% del costo total de los estudios y seguimientos. De acuerdo con la experiencia sólo se ha contado con la participación del FIRCO e invariablemente los municipios argumentan carencia de recursos para negar su participación. Ello obliga al PSP a tener que trabajar con el 50% de una cantidad que en principio es insuficiente para absorber los costos del trabajo y el pago de sus servicios profesionales. Debido a la gran cantidad de desempleo que existe entre los profesionistas, situación de la que no escapan los agrónomos, siempre sobran técnicos que están dispuestos a prestar sus servicios “casi por cualquier cantidad”, esta sobreoferta de “prestadores de servicios” dificulta la negociación de mejores condiciones de trabajo y de pago, lo que es aprovechado por los funcionarios y responsables de coordinar los programas para descalificar a los que cuestionan los raquíticos pagos. El escaso pago obliga a los PSP a tener que generar economías a toda costa para que el saldo después de costos sea el mayor posible, lo que en muchas ocasiones va en demérito de la calidad de los trabajos entregados. La estrategia de extensionismo que ha dado resultados concretos es aquella que se basa en la participación de los beneficiarios, siendo estos los que definan el proyecto de desarrollo por el que quieren transitar, desde la planeación, y ejecución de las actividades, hasta la consolidación de sus proyectos de inversión y de desarrollo. Se ha demostrado que cuando el extensionista participa como un facilitador de este proceso, no como suplantador de las tareas del productor rural, los resultados son satisfactorios, al tiempo que evitan caer en la dependencia y paternalismo, desarrollan la capacidad propositiva y autogestiva de los grupos rurales. No concebimos al extensionista superdotado, alguien que sepa todo de todo, por ello es importante impulsar la participación crítica de grupos multidisciplinarios que atiendan una realidad bastante compleja. Debe garantizarse un ingreso digno a los extensionistas de tal forma que se asegure la completa atención del profesionista al grupo de productores que atiende, siendo necesario supervisar las funciones que desempeñe debiendo ser estimulado o sustituido según los resultados que obtenga.