Sólo en una sociedad basada en la apropiación privada del tiempo colectivo, el tiempo libre se presenta como un valor absoluto, o sea, como un valor que no tiene relación con el momento del trabajo en cuanto mediación del hombre con la naturaleza, como una suspensión de la vida productiva, de la vida que actúa sobre las cosas, en fin como un vacío desprovisto de sentido. Por esta razón el tiempo libre adquiere un aspecto metafísico, incomprensible, abstracto; y nace entonces el miedo a un tiempo misterioso, calificado cuando más por el consumo, que dentro de él se realiza, de ciertos productos, y por las falsas necesidades que la industria crea para ocuparlo, exorcizarlo, neutralizarlo y capturarlo al igual que el tiempo de trabajo ya comprado (p. 149) Toti también reconoce el papel central del tiempo libre como motivador del movimiento obrero capitalista. Describe las incesantes luchas obreras que surgieron como rechazo a los inhumanos horarios a los que eran sometidos los trabajadores en los siglos XVII al XIX.1 Toti también señala el potencial del tiempo libre como tiempo para la concientización de la clase obrera: “la conciencia de clase revolucionaria empezó a manifestarse precisamente en estas formas: algunas capas de obreros más calificados e inteligentes dedicaron su tiempo libre al estudio de sus propias condiciones de trabajo, a la comparación con las condiciones laborales en los demás países, a su instrucción jurídica, a las búsquedas acerca de la legislación del trabajo y, en fin, a la creación de una literatura cuyo valor fue determinante en la formación de cuadros revolucionarios” (p. 42).2 Sebastian de Grazia, además de cuestionarse si la existencia de esta clase minoritaria de ocio es intrínseca a todas las sociedades o más bien se debe a la forma de gobierno en cada sociedad, también pone en tela de juicio la idea que 1 Lo anterior, sin desconocer que la reducción en la jornada laboral (y por ende la ampliación del tiempo libre) motivaron nuevas formas de explotación capitalista. Citando a Engels cuando describe las consecuencias de la generalización de la jornada de diez horas en Inglaterra nos dice “cualquier oposición a la explotación reduce el campo de la explotación misma e impulsa hacia la búsqueda de otras vías, de progresos técnicos e industriales, de una mejor organización del trabajo, de sistemas y métodos de trabajo” (Toti, 1975: 41). 2 Encontramos, no obstante, a un Toti pesimista que afirma “pero los obreros que utilizaban su tiempo libre en esta forma eran todavía pocos, y citando una vez más a Engels nos dice “Cuando la inteligencia contra la burguesía no se transforma en el sentimiento predominante del obrero, nos encontramos frente a la consecuencia inevitable de la embriaguez y, en general, de la que se suele llamar la degradación moral” (p.42). No obstante, es en el tiempo libre donde se da lo que Engels denominó “la primera rebelión” contra el capitalismo: el delito, que evolucionará ante su fracaso en rebelión colectiva mediante el nacimiento de la oposición de clase de los obreros (Ibid, p. 43) prevalece en torno a que en el capitalismo la reducción de la jornada laboral y la producción mecanizada han propiciado una mayor disponibilidad de tiempo libre.3 Daemon libertad de la necesidad de trabajar (13) Ocio es un estado del ser en el que la actividad es llevada acabo por su propio propósito o fin (15) Con la ruptura de las viejas costumbres de trabajo, las ciudades crecían vertiginosamente, la mano de obra dejaba el campo y era albergada en alojamientos degradantes. De Grazia (1994: 195) comenta que algunos trabajadores estaban dispuestos a sacrificar ingreso con tal de trabajar menos horas. 4 De acuerdo con Marx (El Capital: 283) “la comparación entre la hambruna de plustrabajo en los principados danubianos y la misma hambre canina en las fábricas inglesas ofrece un interés particular, pues bajo la prestación personal servil el plustrabajo posee una forma autónoma, sensorialmente perceptible (cursivas en el original).” Supongamos que la jornada laboral incluya 6 horas de trabajo necesario y 6 horas de plustrabajo. El trabajador, pues, entrega semanalmente al capitalista 6 X 6, o sea 36 horas de plustrabajo. Es lo mismo que si trabajara tres días por semana para sí y 3 días por semana, gratis, para el capitalista … ” Toti ubica la aparición del problema y la ideología del tiempo libre junto con el fenómeno de la urbanización, el cual estuvo estrechamente ligado con la mecanización industrial: “antes de esa época el tiempo libre a menudo se 3 Sebastian De Grazia analiza el estilo de vida de la sociedad Americana, sobre todo las actividades y formas de consumo que los norteamericanos tenían a mediados del siglo pasado durante el tiempo que identifica como “libre”. 4 El ejemplo más sorprendente de resistencia de los trabajadores a emplearse según este autor es el de los afganos que se negaban a trabajar por salarios más altos la industria porque ello significaba que tenía que comer más (Ibid). confundía con los periodos en que no se trabajaba por motivos climáticos o por falta de una ocupación constante; y era impuesto temporalmente, puede decirse, por el ritmo de las fiestas litúrgicas y religiosas, por las celebraciones tradicionales” (p.21). 5 6 La concepción occidental moderna del tiempo libre está ligada a la idea de la diversión agradable. el reino de la libertad del que habla Marx7 no es el dominio del tiempo libre entendido solamente como diversión, distracción, relación anárquica con la naturaleza: es la solución dialéctica de la escisión del hombre en tiempo de trabajo y tiempo de diversión. Por lo tanto, se plantea, la verdadera lucha del trabajador es una lucha contra la enajenación del hombre, contra la pérdida de su propia identidad, contra la privación del resultado de la propia acción sobre la naturaleza, En este sentido Henri Lefebvre hace la distinción entre “tiempo cíclico” –que proviene de los cambios estacionales en la ocupación agrícola– y “tiempo lineal” de la organización urbanoindustrial (citado en Thompson, 1967: 60). 6 En relación al escrito publicado por el yerno de Marx, Paul Lafargue (El derecho a la pereza) en el que éste asegura que es necesario que el proletariado se comprometa a no trabajar más de tres horas diarias, descansando y gozando de la vida durante el resto del día y de la noche, Toti afirma que ni él ni todos los demás polemistas marxistas de su época hubiesen creído posible que el “derecho a la pereza” se convertiría en elemento fundamental de la ideología del tiempo libre difundida desde la propaganda de la industria cultural de masas … Para la civilización actual de masa, para su hombre típico escindido en dos individuos distintos, el productor del tiempo de trabajo y el consumidor del tiempo de libertad, ambos enajenados por el proceso de producción y consumo objetos y no sujetos del ciclo económico, la vida ya no es un valor unitario, sino un espejo de doble cara, en el cual se reflejan dos rostros distintos de la misma persona” (Toti, 1975: 156). 7 ‘El reino de la libertad empieza solamente allá donde cesa el trabajo determinado por la necesidad y por la finalidad exterior: por su naturaleza, se encuentra, pues, más allá de la esfera de la producción (…) Más allá de él (o sea del reino de la necesidad), empieza el desarrollo de las capacidades humanas que es fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad; el cual, sin embargo, sólo puede florecer sobre las bases del reino de la necesidad. La condición fundamental de todo esto es la reducción de la jornada laboral” (Marx, El Capital, citado en Toti, p.114). 5 o sea, los problemas que brotan del conflicto entre la socialización del trabajo y la apropiación privada de los medios de producción (Toti, 1975: 172). entre vida y trabajo que sufren los individuos, la división social del trabajo, la progresiva mecanización y la alienación del mismo han generado una sensación de vacío en el trabajador al momento de la producción. Este sentimiento de insatisfacción en el trabajo es lo que ha llevado a plantear al tiempo libre como alternativa para el florecimiento humano. “el vencedor de la naturaleza se aburre a la sombra de sus grandes máquinas, manifiesta una nueva falta de actitud para vivir; su disponibilidad creadora se quiebra ante las creaciones ya realizadas, su conciencia se encuentra en una disposición vacua; al término de este cansancio social está la acedia como un mal fatal que infecta el margen extremo de cada sorbo de placer, de cada satisfacción del hombre” (Toti, 1975: 173.)