EL TIEMPO NECESARIO PARA EL FLORECIMIENTO HUMANO. LA GRAN UTOPÍA ............... 2 LA DETERMINACIÓN DE LA JORNADA LABORAL.............................................................................................. 2 La necesidad de disciplinar a la clase trabajadora en el capitalismo industrial ..................................... 4 FLORECIMIENTO HUMANO Y TIEMPO LIBRE .................................................................................................... 7 Las luchas obreras por el tiempo libre ..................................................................................................... 9 La alienación del trabajo .........................................................................................................................10 REFLEXIONES FINALES ..................................................................................................................................22 BIBLIOGRAFÍA ...............................................................................................................................................24 1 El tiempo necesario para el florecimiento humano. La gran utopía Araceli Damián1 ¡El aburrimiento! El tiempo libre se identifica con el aburrimiento … ‘Matar el tiempo’. ¡Relaxing hobbies! Y se organiza la gran matanza del tiempo que es, al fin de cuentas, el gran suicidio: el tiempo es el enemigo que hay que matar. El tiempo, es decir, nuestra vida (Toti, 1975: 125). Toda actividad humana se lleva a cabo en la dimensión tiempo-espacio. Sin tiempo, la existencia misma no sería posible. El propósito de este ensayo es reflexionar sobre la necesidad de contar con tiempo para el florecimiento humano. Parto del reconocimiento de que en los distintos modos de producción basados en la obtención de la riqueza mediante el control de los medios de producción, la clase dominante requiere regir sobre el uso del tiempo de la clase subordinada. Por otra parte, si aceptamos que el florecimiento humano es el “desarrollo de las capacidades y necesidades humanas, entendidas como una unidad interactiva del lado pasivo y el activo del ser humano” (véase el artículo de Boltvinik en este mismo número de Desacatos), entonces, a nivel individual y societal la clase subordinada requiere ganar al tiempo de trabajo, tiempo libre necesario para llevar a cabo dicho florecimiento.2 La determinación de la jornada laboral En el enfoque del florecimiento humano, la disponibilidad de tiempo libre ocupa un lugar central. Dadas las características de alienación laboral y de la necesidad de venta de la fuerza de trabajo en el sistema capitalista, el tiempo libre se convierte 1 Profesora Investigadora del Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, El Colegio de México, adamian@colmex.mx 2 El lado activo se refiere a la capacidad del ser humano de hacer cosas, mientras que el lado pasivo se refiere a lo que las cosas buenas hacen por los seres humanos. Por ejemplo, el ser humano cocina (caza, cría animales, etc.) para satisfacer su necesidad de alimentación. Los alimentos proporcionan los nutrientes necesarios para la vida diaria. 2 en una de las precondiciones para el florecimiento humano para la mayoría de la población en nuestras sociedades. En las distintas formas de producción, la clase dominante se ha apropiado casi exclusivamente del tiempo libre.3 En el capitalismo, la disponibilidad de tiempo libre está determinada por la extensión de la jornada de trabajo, la cual “nunca ha tenido una medida constante en suma, sino una medida variable que se mueve dentro de límites físicos, sociales y morales muy distintos según las distintas condiciones.” Asimismo, nos plantea que “en la historia de la producción capitalista, la regulación de la jornada de trabajo se presenta como una lucha por los límites de la jornada de trabajo, lucha entre el capitalista colectivo, o sea, la clase de los capitalistas y el obrero colectivo, o sea, la clase obrera” (Marx, citado en Toti, 1975: 17-19). Como nos recuerda Toti (1975: 16) para Marx “el trabajador, libre o esclavo, debe añadir al tiempo de trabajo necesario a su sustento un tiempo de trabajo excedente para producir los medios de sustento para el poseedor de los medios de producción, sea este propietario un noble tantéense, un teocrático etrusco o civis romanus, un barón normando, un negrero americano, un bayordo valaco, un propietario agrícola moderno, un capitalista.” Asimismo, señala que Marx sostiene que “el capital es trabajo muerte, que se reanima, como un vampiro, solamente chupando trabajo vivo; y más vive mientras más trabajo chupa.” Existen pocos registros históricos de las jornadas laborales que antecedieron al capitalismo. Según Toti, además de los registros de Diódoro Sículo sobre la explotación del trabajo de esclavos en las minas egipcias, para el periodo que antecedió el capitalismo (sobre todo el feudalismo) sólo hay referencias en las que se hablaba de que la jornada de trabajo era del alba-puesta del sol, de interrupciones en las horas más calurosas del día, en el mes de agosto, por prácticas religiosas, sin precisar medida.4 3 En el esclavismo el trabajo lo cumplían solamente los esclavos, mientras que el hombre libre dedicaba su tiempo a la conversación, a la discusión y, por ende, a las reuniones, conferencias, vida política y a los estudios (Toti, 1975: 10) 4 Por ejemplo, en el primer Statute of Labourers, en la Inglaterra de Eduardo III (fechado en 1349) se establecía que de marzo a septiembre los trabajadores agrícolas y artesanos tenía un horario de las cinco de la mañana hasta alrededor de las siete y ocho de la noche, con una hora de descanso 3 La primera legislación moderna sobre la jornada laboral data de 1630, en Masschusets, Norteamérica. En ésta se establecía que los trabajadores deberían de trabajar “día entero, fijando un tiempo conveniente para las comidas y el descanso.” Cuarenta años más tarde otra ley establecía que la jornada debía ser de diez horas diarias, aparte las comidas (Toti: 18). A inicios del capitalismo los dueños de los medios de producción enfrentaron dificultades para “adueñarse de toda la semana del obrero, mediante el pago del valor semanal de la fuerza de trabajo” (Toti, 1975: 19).5 Fue hasta el siglo XVIII que el capital logró adueñarse de toda la semana del obrero mediante pagos semanales. Esta apropiación paulatina se conjugó con la imposición de una ideología puritana en la que se concibe al trabajo como una obligación divina, satanizando al mismo tiempo los hábitos “pecaminosos” en los que la clase obrera consumía su tiempo libre. Thompson La necesidad de disciplinar a la clase trabajadora en el capitalismo industrial De acuerdo con E.P. Thompson la transición entre el periodo precapitalista y el capitalismo puro se caracterizó por una profunda transformación de las formas de uso del tiempo en torno al trabajo. La fuerza de trabajo estaba acostumbrada a guiarse por los tiempos de la naturaleza y tuvo que ser obligada a ajustarse a los tiempos de la producción mecanizada. Se requería concentrar a los trabajadores durante un número determinado de horas y someterlos al ritmo de la máquina.6 para el desayuno, hora y media para el almuerzo y media hora para la merienda de las cuatro (citado en el Capital de Marx). 5 Toti reseña una serie de pasajes de Marx en los que expone cómo “tuvieron que pasar siglos para que el trabajador libre se adaptara voluntariamente, como consecuencia del modo capitalista de producción –es decir que fuera obligado socialmente – a vender, por el precio de sus medios de subsistencia, todo el periodo activo de su vida, su capacidad misma de trabajo: vender su primogenitura por un plato de lentejas”. Asimismo, relata cómo en los escritos de aquel tiempo los capitalistas encontraban absurdo que trabajadores (tanto agrícolas como industriales) vivieran una semana completa con lo obtenido en solamente cuatro días de trabajo. 6 Los distintos modos de producción han tenido sus formas propias de sometimiento del trabajo. Toti (1975: 16) reproduce la narración de Marx sobre las condiciones de trabajo en las minas de oro en Egipto, Etiopía y Arabia que fueron descritas por el historiador griego Diodoro Sículo “Y 4 La escuela fue una de las instituciones utilizadas para “acostumbrar” a la fuerza de trabajo a los nuevos ritmos industriales. Thompson afirma que los niños pobres eran enviados a las “casas de trabajo” desde la edad de cuatro años. Ahí debían ser empleados en la manufactura y recibir educación dos horas diarias. A la edad de seis o siete años, los menores debían haberse “habituado, por no decir naturalizado al trabajo y la fatiga” Los llamados talleres del sudor que proliferaron en la revolución industrial (fábricas que carecían de aire, luz y en las que se trabajaba hasta dieciséis horas diarias) empleaban a niños también. El capitalismo, afirma Toti, estaba hambriento de tiempo de trabajo, no sólo de manera genérica, sino de tiempo joven. Las atrocidades cometidas contra los niños en esos talleres fueron denunciadas. Por ejemplo, una encuesta realizada en las fábricas Inglesas en 1831 describe la violencia con que eran explotados. Toti reproduce parte del reporte presentado: “En algunas fábricas –denunciaba la encuesta– pocas veces pasa una hora sin que se oigan los gritos de los niños golpeados. Y a menudo sucede que sean los propios padres los que pegan a sus hijos para evitarles castigos todavía más brutales. Los muchachos son golpeados con el bill roller, una barra de hierro pesada, y es frecuente el caso de muchachos que se deslizan muertos de sueño bajo las máquinas, quedando horriblemente mutilados. Para mantener despiertos a los muchachos durante las largas horas de trabajo se les da con el látigo. El látigo es parte corriente de los instrumentes esenciales para el desarrollo de la producción.” (p. 26) En 1834 se prohibió el trabajo de los menores de nueve años (con excepción de los talleres de seda que requerían las pequeñas manos ágiles infantiles) y se limitó la jornada laboral a nueve horas para los que tenían entre nueve y trece años de edad, y a doce horas para los de catorce a dieciocho años. Fue hasta 1933 que se puesto que a ninguno de ellos (los trabajadores) está permitido hacer lo que por exigencia del cuerpo se quisiera, de modo que ni siquiera tienen paños u otra cosa que cubra las partes que quienquiera quisiera esconder, es fácil convenir qué agudos sentimientos de piedad inspiran estos infelices a todo el que vea la extrema calamidad en que se encuentran. Ni siquiera al que está enfermo o mutilado se concede perdón o remisión de ningún tipo; ni en ningún caso, a la edad senil, o la femenina debilidad; y todos son espoleados a seguir adelante a fuerza de flagelo hasta que, oprimidos por la enormidad de los males, expiran bajo la fatiga”. 5 estableció en la Gran Bretaña la edad de 12 años como la mínima para trabajar (en la actualidad 13). No obstante, siempre se realizaron diversos intentos para “domesticar” a los niños al trabajo requerido en las fábricas. En el documento publicado por el yerno de Marx, Paul Lafargue (El derecho a la pereza) cita el reporte de un rico manufacturero al Primer Congreso de la Beneficencia que tuvo lugar en Bruselas (1857) en el que dice “Nosotros hemos introducido algunos medio de distracción para los niños. Les enseñamos a cantar durante el trabajo: eso los distrae y les hace soportar válidamente las doce horas de trabajo que deben emplear para conseguirse los medios de subsistencias” (Toti, p. 155.) El trabajo infantil hoy en día se presenta de manera extensa en los países desarrollados, como la Gran Bretaña, cuna del capitalismo. Así lo confirman una serie de estudios recientes. Por ejemplo, Sandy Hobbs y Jim McKechnie (Child Employment in Britain, The Stationery Office, Escocia, 1997) realizaron una investigación en los noventas en la Gran Bretaña y Escocia sobre la participación infantil de los menores de entre 13 y 16 años de edad. Este rango de edad corresponde a la edad mínima legal para trabajar (13), y la obligatoria para continuar en la escuela (16). Una de las conclusiones de Hobbs y McKechnie es que la mayoría de los niños en Gran Bretaña y Escocia se involucran en alguna forma de trabajo remunerado antes de llegar a los 16 años. A pesar de la amplia legislación que intenta proteger a los menores, los autores denuncian que la mayoría de ellos trabaja sin permiso (que debe ser presentado por los padres y aprobado por las autoridades locales y escuelas), están expuestos a accidentes de trabajo sin tener garantizada una compensación (al repartir periódicos, trabajar en cocinas, etc.), muchos trabajan más de medio tiempo (máximo legal permitido para los de esa edad) y no tienen ningún poder de negociación. Denuncia que las autoridades están más apegadas a los intereses del capital. Desde el gobierno “laborista” algunas voces piden que se permita que quienes no obtengan buenos resultados en la escuela, trabajen tiempo completo a partir de los catorce años. (Estudio INEGI Trabajo infantil) 6 Florecimiento humano y tiempo libre Scholé es la palabra de origen griego que significa tiempo libre, parada, descanso, ocio, flan de trabajo, pausa, ocupación de las horas que quedan libres del trabajo y de los negocios, estudio, conversación. En la concepción aristotélica, el tiempo libre no se conceptualizaba como el descanso, ni la terminación del trabajo, este último representaba la terminación del tiempo libre. “Trabajar es ‘no tener’, no tener tiempo, no tenerse a sí mismo, no tener felicidad” (Toti, 1975: 10). Aristóteles consideraba que “la calidad fundamental del hombre, su humanidad, su bien, consisten en el hecho de que su tiempo no es enajenable”, no obstante, al criticaba la forma de utilizar el tiempo libre en su época “la mayor parte de la gente se ocupa, por ejemplo, de la música solamente por el placer que le proporciona: pero los antiguos hacían de ella un componente de la educación, porque la naturaleza misma exige que nosotros sepamos no solventa actuar bien, sino también holgazanear bien. Porque el ocio es el principio de todo, es preferible al trabajo y a su objetivo” (citado en Toti, 1975: 11). La polémica sobre cuál debería ser el uso del tiempo libre continúa hasta nuestros días. En la concepción judaico-católica se considera que el tiempo libre es la madre de todos los vicios. Por otra parte, la concepción occidental moderna del tiempo libre está más ligada a la idea de la diversión agradable, aunque de acuerdo con Toti (1975: 11) esta última no puede constituirse en felicidad,7 si la medida de la diversión es un hombre no educado en la verdad. E.P. Thompson (1967) relaciona el surgimiento de la idea del tiempo libre en la clase trabajadora, a partir de la generalización de las relaciones capitalistas de producción, ya que el tiempo pagado por el empleador es un tiempo que le 7 La concepción aristotélica de la felicidad, según Toti, es no aspirar más a la cosa que no se tiene. Si bien Aristóteles consideraba que la felicidad consistía en la actividad contemplativa, desarrollos sucesivos de su pensamiento han expresado que “la actividad contemplativa es la actividad del intelecto, la vida del espíritu, la filosofía, la especulación pura, el arte, todo lo que no es necesario ni útil (aunque pueda ser utilizado), y que sirve únicamente a vivir del modo más elevado el propio tiempo libre, o sea el propio tiempo personal, el propio bien individual e imposible de enajenar, la propia vida” (Toti, 1975: 11). 7 pertenece.8 Por su parte, Toti señala que en las primeras etapas del capitalismo, dado que las ocupaciones eran fundamentalmente agrícolas quizá no era posible formular no era posible formular una contraposición entre el tiempo de trabajo y el tiempo de libertad como categorías temporales, sociales y culturales. “El problema y la ideología del tiempo libre puede decirse que aparercieron junto con el fenómeno de la urbanización, estrechamente ligado con la mecanización industrial … antes de esa época el tiempo libre a menudo se confundía con los periodos en que no se trabajaba por motivos climáticos o por falta de una ocupación constante: era impuesto temporalmente, puede decirse, por el ritmo de las fiestas litúrgicas y religiosas, por las celebraciones tradicionales” (p.21). Conforme el uso de máquinas se generalizaba, la codicia de apropiarse de tiempo vivo iba en aumento. A finales del siglo XVIII se rompen las viejas costumbres de trabajo, las ciudades crecían vertiginosamente, la mano de obra dejaba el campo y era albergada en alojamientos degradantes. De acuerdo con Toti, la nueva sociedad se caracterizaba por “la introducción de sistemas de avasallamiento y de explotación que ni siquiera el Medioevo había conocido, por lo menos en aquellas proporciones. Nunca fue tan envilecida la dignidad humana como en aquellas primeras décadas, nunca fueron impuestas y practicadas formas de trabajo tan brutales (p.24) Los “talleres del sudor” proliferaron las jornadas laborales oscilaban de ochenta a cien horas a la semana. “El tiempo libre era el tiempo para dormir (cuatro, cinco o seis horas máximo), para comer e ir ay venir de la fábrica … La reducción de los costos de producción … se obtenían se obtenían desfalcando los salarios y rapiñando tiempo humano, aumentando las horas de trabajo hasta el límite físico constituido por la necesidad de dejar a la máquina humana el tiempo de reintegrar su propia fuerza” (pp. 24-25). El progreso técnico agudizaba las condiciones de explotación, por ejemplo, la iluminación con gas permitió aumentar, sobre todo en el invierno, la duración del trabajo. El advenimiento de la máquina de vapor eliminó los periodos en los que 8 Al respecto, Toti señala que las primeras agitaciones obreras por el tiempo libre se mezclaron con las reivindicaciones salariales 8 tenían que parar las fábricas dependientes del motor hidráulico en los periodos de sequías. Las luchas obreras por el tiempo libre Las primeras agitaciones laborales organizadas que tuvieron una relación directa con la exigencia del tiempo libre se dieron, de acuerdo con Toti, en 1791 en Filadelfia. Según este autor, tras veinte años de protestas dispersas en diferentes partes de los Estados Unidos, en Filadelfia los albañiles hicieron denuncias formales en las que aseguraban que los patrones trataban de reducir el salario, además de obligarlos a trabajar por el entero curso de las más largas jornadas de verano, sin recompensa inmediata, sus exigencias consistían en reducir el horario de trabajo y el pago de trabajo extraordinario (p.22) En Europa las organizaciones gremiales aparecieron años más tarde, exigiendo como una de sus principales reivindicaciones una duración normal de la jornada de trabajo. Su tardía aparición (tercera década del siglo XVIII) se debió a que los obreros no sólo se enfrentaban a los dueños de las empresas, sino también a Estados que se batían directamente contra los derechos de los trabajadores.9 Toti documenta las luchas obreras por la reducción de la jornada laboral, que se extendieron a lo largo de todo el siglo XVIII y hasta la década de los sesenta en el siglo XX. Por ejemplo nos relata que en la tercera década del siglo XVIII “las nacientes organizaciones políticas obreras se proponían como primer objetivo, la humanización del trabajo a través de una reducción de las horas “(Toti, 1975: 34). Al mismo tiempo que se desarrollaba la lucha obrera, a finales del siglo XIX (1893 en Inglaterra) se iniciaban las primeras investigaciones en torno al efecto en la Toti (p.22) cita que en 1783 el estado prusiano abolió por ley la costumbre del “lunes azul” (san lunes como se conoce en México) que era considerado por muchos gremios de trabajadores alemanes como día de descanso. También cita como en Francia, después de la abolición del régimen feudal, Bonaparte toma las primeras medidas del Estado burgués moderno para mantener la sumisión de los trabajadores e impedir a la formación de coaliciones obreras, discutir las condiciones de trabajo, etc. En 1834 el parlamento inglés aprobó una enmienda a la ley de pobres en la que se establecía el trabajo forzado para los pobres y, además privó de los derechos electorales a las personas que eran objeto de la caridad pública (p.29-30, 39). 9 9 productividad de la reducción de la jornada de trabajo, que llevaron a la conclusión de que a menudo tenía efectos favorables sobre la marcha de la producción, sobre la frecuencia de los infortunios, las enfermedades y las ausencias: y demostraron, en segundo lugar, –¡vaya descubrimiento!– que el factor humano es importante’ (Toti, 1975: 159). La alienación del trabajo10 Engels … había observado que en la fábrica moderna ‘el obrero no desarrolla una actividad que exija de él un esfuerzo de pensamiento; pero, al propio tiempo, ese tipo de trabajo le impide ocupar su mente en otras cosas. Por otra parte, ese trabajo no ofrece ningún desahogo a los músculos, a la actividad física. De modo que no es un verdadero trabajo, sino un mero aburrimiento, o sea, la cosa más mortificante y enervante que exista; el obrero de la fábrica está condenado a ver sus energías físicas e intelectuales consumirse completamente en este tedio: desde los ochos años en adelante tiene la tarea de aburrirse todo el día (…) En realidad, para embrutecer a un hombre no es fácil encontrar un método mejor que el trabajo en la fábrica … según Engels, el obrero que trabaja en esas condiciones no vivía, era reducido a objeto, en un estado en el cual también la conciencia del tedio acaba por tener un valor de rescate (Toti, 1975:42). En Francia, los argumentos de los delegados obreros que negociaron la reducción de la jornada laboral aseguraban “un trabajo manual demasiado prolongado no solamente daña la salud del trabajador sino también atenta a su dignidad de hombre al impedirle cultivar su inteligencia” (T, p.63). “La maldición bíblica del sudor de la fatiga, ha sido sustituida por la del trabajo anónimo, sin alegría sin un porqué visible. En una sociedad burocratizada como la nuestra, en una industria donde el producto pasa a través de infinitos ciclos de elaboración, en un mundo de trabajo donde el resultado último es obra de infinitos 10 Proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición. 10 colaboradores que se ignoran recíprocamente, se hace siempre más difícil, innatural, el amor por el propio trabajo” (Jemolo, Emanuelli y Monelli, 1957, citado en Toti, 1975, p.104). Para Jemolo “el ‘don’, el bien consiste en ver el fruto de su propio trabajo, en la propiedad de ese fruto; y es en la despersonalización, en el anonimato del trabajo moderno que el don se echa a perder y se vuelve penoso trabajar, estar en contacto con la naturaleza a través de la mediación del trabajo … La culpa es únicamente del progreso técnico, pues, y no de las relaciones de producción” (Toti, 1975: 104-105).11 “Nadie aceptaría ser esclavo por dos horas; para ser aceptada, la esclavitud debe durar cada día el tiempo suficiente para quebrantar algo dentro del hombre” (Simone Weil, La condition ouvriere, 1951, citado en Toti, 1975: 106). De acuerdo con Toti, George Friedmann12 uno de los estudiosos más interesado s en el maquinismo industrial, presenta la crisis de la civilización industrial capitalista como una crisis del intelecto humano … la crisis llega a ser así una crisis general del espíritu humano , inherente al desarrollo de las fuerzas productivas y no propia de una sociedad dominada por relaciones superadas entre las fuerzas de la producción… El maquinismo industrial: he aquí la causa de todos los males. Desde las máquinas de producción hasta las máquinas en general, el enemigo se insinúa en todas las dimensiones de la vida social … Durante su jornada, el ciudadano deja una máquina sólo para pasar a otra: de la máquina con la que trabaja a la que lo transporta, al aparato doméstico, al teléfono, a la televisión” (Friedman, citado en Toti, 1975: 107). La confusión, continúa Toti es tan grande que se recurre a un lenguaje especializado, de iniciados, para traducir el riguroso concepto marxista de la enajenación en términos nebulosos, que describen el fenómeno, en lugar profundizar en su naturaleza contradictoria (p.107) 11 Toti critica aquí la actitud de los sociólogos (en este caso de corte americano, Hoppok y Spiegler, quienes publicaron en 1935 un trabajo titulado Job Satisfaction) y los teóricos católicos para tratar de devolver, en el capitalismo, al obrero la alegría cristiana del trabajo y la satisfacción del trabajo. 12 Basándose en los textos Problemas humanos del maquinismo industrial; ¿A dónde va el trabajo humano?; Trabajo desmenuzado 11 … esos estudios de psicología quines, una vez observados agudamente los efectos del mal (la ausencia de finalidades comunes entre todos los participantes en el proceso productivo, trabajadores y patronos), deducen de ello que “la verdadera vida de muchos trabajadores no puede ser vivida más que en las horas de descanso”, y por consiguiente, resuelven todos los problemas indicando la solución de una adecuada e inteligente “política de la diversión en las horas libres” (p.109). ¿Puede haber florecimiento humano cuando estamos empapados de una ‘moralidad de la diversión’? … existe una tendencia a considerar moralísticamente el problema del empleo del tiempo libre, es decir, a fingir que no se debe desperdiciarlo, que hay que utilizarlo de alguna forma y hacerlo productivo. (Toti, 1975: 110). Criticando a los sociólogos norteamericanos con este enfoque, Toti afirma: “No se trata de ‘liberar el tiempo que está libre de trabajo (itálicas originales del texto) de los pesos que impone, y de enfrentar los ambiguos problemas que plantea’; se trata de modificar las relaciones de producción existentes, que transforman en mercancía también el tiempo libre del hombre … Hasta que no se consiga cambiar esta sociedad, sólo se podrá constatar amargamente que … ‘la espontaneidad del hombre cesa de existir, también en el uso de su tiempo libre, en el momento en que se hace un esfuerzo excesivo para alcanzarla’, o sea, para comprarla” (p.111). Toti cita a Erich Fromm (The present human condition) en la que critica al sistema de mercado, debido a que ha transformado ‘al hombre mismo en un producto, al igual que los bienes que produce y consume’ … “Su valor consiste en que se puede vender, no en sus cualidades humanas de amor y de razón, ni en sus capacidades artísticas. De allí el sentimiento de que su propio valor depende de factores ajenos, del éxito, del juicio de los demás; su seguridad estriba en el conformismo; el hombres e siente como una cosa empobrecida, dependiente de otras cosas, que están fuera de él y en las cuales ha proyectado, elaborándola y produciéndola, su propia sustancia vital (p.112.) Toti critica la concepción de la actitud del hombre ante el tiempo libre de Erich Fromm, no porque considere que la caracterización del sicoanalista sea errónea, 12 sino porque ésta atribuye, según Toti, la causa de todo esto al modo de producción industrial entendido técnicamente: no como un modo de producción basado en la apropiación privada del producto social, sino como un sistema de producción que está sometido a un crecimiento tan enorme que quien trabaja en él se siente perdido en él … Yo nunca estoy solo conmigo mismo, porque siempre estoy ocupado en el trabajar o en divertirme. No tengo necesidad de estar consciente de mi, porque siempre estoy absorto consumiendo (p.113). “Es cierto que Marx no se hacía ilusiones en cuanto a las posibilidades totales de humanización del trabajo industrial, aun en una sociedad socialista ni, por consiguiente, en cuanto a la humanización del tiempo libre en general; pero también no ponía límites a la humanización de la vida en el reino de la libertad … ‘El reino de la libertad empieza solamente allá donde cesa el trabajo determinado por la necesidad y por la finalidad exterior: por su naturaleza, se encuentra, pues, más allá de la esfera de la producción (…) Más allá de él (o sea del reino de la necesidad), empieza el desarrollo de las capacidades humanas que es fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad; el cual, sin embargo, sólo puede florecer sobre las bases del reino de la necesidad. La condición fundamental de todo esto es la reducción de la jornada laboral” (Marx, El Capital, citado en Toti, p.114). La vejez, como periodo tardío de la existencia en la que millones de personas (todavía jóvenes y vitales) deben enfrentarse a la libertad y disponibilidad de tiempo. Aparece la pregunta ¿qué hacer? Los hobbies no bastan, la tele no es solución. Entonces, nada. Miedo, y sólo miedo a la libertad del tiempo juvenil y del tiempo senil. La sociedad enajenada nada puede hacer. La sociedad y sus productos no pertenece a esos jóvenes ni a esos viejos, y ellos no pertenecen a esta sociedad (p.125). ¡El aburrimiento! El tiempo libre se identifica con el aburrimiento … ‘Matar el tiempo’. ¡Relaxing hobbies! Y se organiza la gran matanza del tiempo que es, al fin de cuentas, el gran suicidio: el tiempo es el enemigo que hay que matar. El tiempo, es decir, nuestra vida (p.125)13 Toti más adelante afirma “… está confirmado por las estadísticas –y los sociólogos del tiempo libre siempre razonan estadísticamente– que durante el tiempo libre se mata, no solamente el 13 13 La satisfacción en el trabajo, la reflexión en el tiempo libre son tendenciosamente frustradas por el mecanismo de la sociedad capitalista que impone al trabajo solamente ‘su precisa y modesta funcionalidad en la totalidad de los objetivos’, y al tiempo libre la falta de cualquier actividad de pensamiento que pueda volcarse después den el tiempo de trabajo. Placer y espíritu son expulsados del trabajo enajenado y el tiempo libre mecanizado, de manera que se transforman, tanto uno como otro, en la propia sujeción humano a lo inhumano … Todo esto es cierto. Pero ¿cómo se puede combatir contra este sistema que sustrae al hombre todo su tiempo? Esto, ni adorno ni sus epígonos zollanos lo dicen (p.142) … así como los medios de diversión elaboran una mentalidad común que tiende a sobreponerse a las distinciones de clase, contribuyendo a fabricar al hombrestandard, así los críticos de la sociedad mercantil elaboran una crítica que se resiente de los mismos caracteres y parte de las mismas presuposiciones: una mentalidad que niega las distinciones de clase en sentido marxista y, por consiguiente, protege la propia sociedad contra la única forma de lucha que podría modificarla, la revolución (crítica a Adorno p.144) ... el hombre-estándar tal como nos hemos acostumbrado a considerarlo es, en efecto, típicamente norteamericano (Mickey Mouse es el norteamericano-típico, integrado, ridiculizado y aceptado como un carácter norteamericano moderno) … (retomando a Gramsci El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce) nos dice “Mientras exista el Estado y esté vigente el reino de la necesidad, conformarse será una necesidad social, constrictiva o al menos del hombre, de acuerdo con la dirección en que se mueve la sociedad, o sea, según vaya hacia la liberación del hombre o bien hacia la defensa de un orden social superado. “La integración del tiempo libre en el tiempo global de toda la sociedad no puede ser más que el resultado del equilibrio social; ha de ser un hecho natural, como la respiración del cuerpo social. Todos los intentos para integrarlo, domesticarlo, convertirlo en rito, dejando intactas las relaciones de producción actuales, el actual ordenamiento social, sólo sirven para plantear problemas falsos y para estimular tiempo, sino también a la gente. Los psiquiatras han descubierto que el fin de semana es un periodo crítico para las perturbaciones psíquicas provocadas por la organización social moderna (p.127). 14 una literatura de descripción, de observaciones de la realidad, sin ninguna relación creativa con ésta. Toti cita un escrito anónimo de 1770 aparecido en Londres en el que se expone “la necesidad de extirpar de la mente de la clase obrera ingles la idea fija de que todos los individuos deben ser libres”, el documento afirmaba “La curación no será completa hasta que nuestros pobres de la industria se resignen a trabajar seis días por la misma recompensa que hoy reciben por cuatro” (p.154). En relación al documento publicado por el yerno de Marx, Paul Lafargue (El derecho a la pereza) en el que aseguraba que es necesario que es necesario que el proletariado se comprometa a no trabajar más de tres horas diarias, descansando y gozando de la vida durante el resto del día y del noche, Toti afirma que no él ni todos los demás polemistas marxistas de su época hubiesen creído posible que el “derecho a la pereza” se convertiría en elemento fundamental de la ideología del tiempo libre difundida desde la propaganda de la industria cultural de masas … “Para la civilización actual de masa, para su hombre típico escindido en dos individuos distintos, el productor del tiempo de trabajo y el consumidor del tiempo de libertad, ambos enajenados por el proceso de producción y consumo” (Toti, 1975: 156). Los capitalistas notaron que aun cuando redujeran la jornada laboral continuaba una “fatiga” de los trabajadores “a la resistencia a aceptar alegremente la explotación intensificada por el desarrollo de las fuerzas productivas industriales, los capitalistas y sus intelectuales se preguntaron (si no era necesario también necesario) modificar el propio mecanismo de la explotación (p.158) … La clase obrera estaba descontenta, insatisfecha y se rebelaba (p.160). “El progreso técnico acento, por supuesto, las contradicciones. La división del trabajo y la descomposición de las operaciones cumplidas por el obrero en operaciones parciales, siempre más simplificadas … ‘monotonía del trabajo’, o sea sobre el estado de ánimo de los trabajadores convertidos en apéndices de las máquinas, y a quienes se les pedía el gesto más simple, monótono y fácil de aprender; … el trabajador, seguía concentrándose, sin embargo, sobre el tiempo: 15 ¿Cuánto falta para la hora de salida? … la plenitud humana destruida por la especialización y por la máquina no se restablecía (161). “El reino de la libertad del que habla Marx no es el dominio del tiempo libre entendido solamente como diversión, distracción, relación anárquica con la naturaleza: es la solución dialéctica de la escisión del hombre en tiempo de trabajo y tiempo de diversión … lucha contra la enajenación del hombre, contra la pérdida de su propia identidad, contra la privación del resultado de la propia acción sobre la naturaleza, o sea, los problemas que brotan del conflicto entre la socialización del trabajo y la apropiación privada de los medios de producción (172) El problema de la libertad y del tiempo de libertad se confunde con el problema del aburrimiento … El vencedor de la naturaleza se aburre a la sombra de sus grandes máquinas, manifiesta una nueva falta de actitud para vivir; su disponibilidad creadora se quiebra ante las creaciones ya realizadas, su conciencia se encuentra en una disposición vacua; al término de este cansancio social está la acedia como un mal fatal que infecta el margen extremo de cada sorbo de placer, de cada satisfacción del hombre (… surge preocupación por la ampliación) del tiempo a la disposición del hombre –un tiempo que es siempre más difícil controlar y llenar de contenidos metafísicos y trascendentes … el hombre del tiempo libre, objeto de tantas preocupaciones, aparecería precisamente como un objeto, como un vacuum por llenar, una pasividad una inercia que hay que activar .. la cultura y la recreación popular denpenderían solamente de un consumo más inteligente del producto “tiempo”, sería suficiente sustituir los hábitos de masa actuales con otros hábitos … La cuestión cultural aparece aquí un poco como un problema de programas escolásticos y educacionales para los adultos así como para los jóvenes mientras es un problema de lucha global para una sociedad distinta … la cultura se presenta así como un dato cuantitativo que se puede medir en libros, conciertos, visitas a museos, conferencias, etc. (p173-175). Una vez más la sociología del tiempo libre revela ser la sociología del aburrimiento: el problema no consiste tanto en mejorar las armas para asesinar al tiempo, los medios de diversión, los sistemas de utilización del tiempo libre, 16 consiste más bien en devolver al tiempo libre un significado, transformándolo en un tiempo de conciencia, un tiempo de lucha por librarse del trabajo, una relación consciente –también en la diversión y en el entretenimiento– de la contradicción entre el trabajo y el tiempo libre, de la necesidad de volver a reunificar el tiempo del hombre, de reconstruir el hombre en toda la dimensión temporal de su existencia, como agente primero de la sociedad, como creador de loa sociedad. Pero, para llegar a este resultado, ha que partir de la búsqueda de una conciencia de las contradicciones sociales, o sea, hay que partir del trabajo, de las estructuras de la sociedad y no de sus superestructuras, es decir, del tiempo libre … Pero sí es cierto que el desarrollo mental de la mayoría de los hombres está necesariamente ligado a su trabajo habitual. Como observa con agudeza excepcional Adam Smith, hace casi doscientos años, ‘el hombre que emplea su vida en ejecutar simples operaciones cuyos efectos siempre son los mismos o casi los mismos, no tiene oportunidad de ejercer su raciocinio, ni de poner en función sus propias capacidades inventivas para buscar medios que eliminen dificultades que nunca se presentan.” Es por esta razón que las masas trabajadoras, al no poder expresar o realizar su propia personalidad en las actividades impersonales de la producción que le son ajenas, buscan su libertad en lo que consideran como lo contrario absoluto del reino de la imposición; es decir, las actividades de entretenimiento de masa (p.181) … la razón de la vida no puede ser el espectáculo sino la acción, no el asesinato del tiempo sino su glorificación mediante intervenciones creadoras (p. 182) Allá donde cualquier valor es mercantil, también el tiempo libre conquistado conserva su valor de intercambio y, por consiguiente, debe ser ‘utilizado’ de algún modo, como un segundo trabajo … El tiempo libre es considerado así como una forma de salario, pagado en moneda de tiempo, en unidad de minutos, horas o años. En este sentido, la explotación total del hombre por el hombre sigue siendo entera y redonda … la idea de ‘diversión es, en el fondo la idea más anti-humana que se puede imaginar, es el sello0 y la prueba de nuestra infelicidad prehistórica (p.197). 17 Erich Fromm: ‘Al practicar la diversión, él (el hombre enajenado en la civilización técnica del capitalismo) trata de reprimir la conciencia de su infelicidad. Se esfuerza para ganar tiempo después se preocupa por matar el tiempo ganado … Una vez aceptada la maldición del trabajo, hasta que éste no se haya transformado en libertad intelectual creadora no se puede concebir el tiempo libre como un tranquilizador de las inquietudes ligadas a la civilización técnica (p.198). … se constata ciertamente que los hombres cuyo trabajo es el fruto de su libre elección en un alto nivel intelectual –artistas, científicos, hombres, políticos– nunca se acogen al retiro y se mantienen en su trabajo durante toda la vida, diferenciando muy poco el tiempo de trabajo del tiempo libre (p.200). “Es cierto que para la ideología proletaria el trabajo es la “actividad vital del hombre, su esencia”; pero “el hombre construye, trabaja, según las leyes de la belleza” y de acuerdo con estas leyes, “se adueña de la naturaleza a través del trabajo” (Marx). Mas esto es cierto sólo como hipótesis universal; históricamente, el hombre realiza esa posibilidad de producir todo “según las leyes de la belleza” solamente superando su propia alienación, solamente, cuando su “actividad vital” “su esencia”, ya no sea solamente un medio para su existencia, sino un acto creador, la transformación de la naturaleza (203). Pero el trabajo humano es, en la sociedad capitalista, un simple valor de intercambio, es ajeno al hombre obrero, no pertenece a su ser. En esa sociedad, el hombre no se afirma en su trabajo, al contrario, se niega; no se siente satisfecho, sino infeliz; no desarrolla ninguna energía física y espiritual; al contrario, mortifica su cuerpo y arruina su espíritu (204). “la industria que trata, por todos los medios, de transformar al ciudadano en una termita consumidora permanente, que destruye ininterrumpidamente los productos. Hasta la sobriedad tradicional puritana se ha vuelto antieconómica y ha perdido su esmalte espiritual; el ciudadano virtuoso es el que se configura como un ‘hedonista’ plácido, sometido, alistado (p.219) Actualmente, las clases subalternas son mantenidas en un nivel cultural bajo, o sea, en el nivel de una recreación bajo, o sea, en el nivel de una recreación al estado puro, sin preocupaciones informativas ni culturales, en el nivel de la 18 diversión, o sea, de la divagación, de la distracción, y no de la atención ni la contemplación … la música culta requiere una atención que ya ha sido totalmente gastada en el trabajo (p.259) En realidad, el cansancio humano no ha disminuido en absoluto con la mecanización, por lo menos no en la medida que se podía esperar. ‘Muchas son las máquinas –observa la Sartin14– que imponene posturas incómodas y que están mal adaptadas para los que las utilizan. A menudo son demasiado calientes, desarrollan un calor difícil de soportar, someten el cuerpo a temblores que perturban gravemente el equilibrio físico. Aun en las máquinas totalmente automatizadas, la lectura de los relojes a menudo es difícil, exige una gimnasia mental, un esfuerzo de atención que a la larga extenúa. Más de un obrero agrícola que trabaja con material muy moderno añora el tiempo en el cual su labor se realizaba con los caballos a un ritmo más lento; se queja del ruido, las sacudidas y el cansancio que resultan de las posturas que debe tomar para manejar las nuevas máquinas … En cuanto al cansancio nervioso (que puede llegar hasta producir lesiones orgánicas y verdaderas neurosis) está en aumento continuo” (p.261) Una nueva manera de producción –escribía Marx– implica un nuevo objeto de producción, una nueva riqueza de necesidades humanas, dependiente de la nueva realización de la fuerza potencial del hombre. Mas en el ámbito de la propiedad privada, el engranaje social siempre procura al hombre nuevas necesidades, para obligarlo a sacrificios ulteriores, para forzarlo a una nueva dependencia y empujarlo hacia una nueva manera de goce y, por ende, de ruina económica: el hombre ‘trata de crear sobre el otro una fuerza sustancial extraña, para encontrar en ello la satisfacción de su necesidad egoísta. Junto con la masa de los objetos crece, pues, el reino de las instituciones exteriores a las cuales el hombre está sometido; y cada nuevo producto es una nueva potencia de engaño recíproco y recíproca explicación (…) La expansión de los productos y de las necesidades se vuelve esclava ingeniosa y siempre calculadora de apetitos inhumanos, refinados, poco naturales e imaginarios. Por un lado, hay un 14 Pierrette Sartin: La Fatigue Industrielle, Paris, Sedep, 1960 (citado en Toti) 19 refinamiento constante de necesidades y medios; por el otro, un regreso a la barbarie animalesca, una simplificación de las necesidades, completa, tosca, abstracta. Se llega al punto –observa Marx- que la propia necesidad de aire libre deja de ser una necesidad para el obrero. La casa luminosa es un objetivo difícil de alcanzar para las masas. La naturaleza putrefacta llega a ser el ambiente natural de vida. De allí la necesidad de llevar las masas trabajadoras a la lucha por reivindicaciones siempre más elevadas, de cultura, de belleza también, relativas a las condiciones de existencia. De otra manera, el tiempo libre se transforma en la ‘décima hora de trabajo’, la que de más cansancio y la más ajena, una especie de segundo trabajo, de segunda fatiga, para la cual quizá será necesario un segundo tiempo libre, etc., en una espiral absurda. (263) Carlos Marx afirmó que ‘el trabajo es la forma fundamental de la actividad humana’ el marxismo considera el trabajo y el tiempo libre como efecto de la escisión humana, ambos expropiados y que habrán de ser devueltos al hombre cuando éste sea de nuevo dueño de sí mismo, de todo su tiempo y haya soldado, trabajo y tiempo libre en una síntesis humana superior. El tiempo libre adquirido con el dinero es, en realidad, un tiempo pendiente de la propia sustancia del trabajo expropiado (p.267) Estar juntos (los obreros revolucionarios), comer, beber, fumar juntos, conversar ya no son solamente medios para unirse: llegan a ser momentos de una sociedad consciente. Unirse para algo ya es algo para unirse. La unión, la conversación, el contacto tiene como finalidad, a su vez, la sociedad (268) Que la realización dialéctica del trabajo sea el no-trabajo y que el no-trabajo pueda igualmente ser creador, es un concepto materialista absoluto, difícil de aceptar … el concepto de premio y de mérito ya no tiene sentido (269). Solamente el mundo capitalista ofrece la perspectiva de un tiempo libre que se puede disfrutar en su despilfarro improductivo y que puede crecer hasta 23 horas y 59 minutos; a condición de que siga siendo sujeto a la autoridad de la propiedad privada aquel único minuto necesario para apretar ‘el botón automático de la producción’ (269). 20 ‘… el excepcional desarrollo de la técnica de la gran industria –escribía Marx en los Grundrisse– y la creación de la riqueza social dependen siempre menos del tiempo de trabajo y de su cantidad y siempre más de la cantidad de agentes mecánicos puestos en movimiento durante el tiempo de trabajo, los cuales a su vez, mucho más que la cantidad de tiempo-trabajo, dependen del nivel general de la ciencia y de los progresos de la técnica, o bien de la medida en que la ciencia es aplicada a la producción. Es más: la riqueza real se manifestará precisamente en la desproporción formidable entre el tiempo de trabajo empleado y el producto de ese trabajo’ … “La conclusión social, pues, sólo puede ser la de una libertad casi absoluta del hombre con respecto a la producción de los medios materiales de subsistencia y, por consiguiente, su indiferencia hacia los problemas de la propiedad de los medios de producción, la desaparición de la antítesis entre trabajo y tiempo libre, la realización del hombre en el tiempo libre, que es todo su verdadero tiempo humano (p.269-270) En esta última sociedad (basad en la propiedad privada de los medios de producción), “el tiempo de trabajo como medida de la riqueza hace de la riqueza misma algo basado en la miseria y en el tiempo libre (disposable time) algo que existe en oposición al tiempo de plustrabajo; y, a través de ello, considera todo el tiempo de un individuo como tiempo de trabajo, degradándolo, por consiguiente, a mero trabajador. Por esta razón, las máquinas más perfeccionadas obligan ahora al trabajador a laborar por más tiempo que el salvaje, o más que lo que éste trabajaba con los instrumentos más simples y toscos” (p.270-1, itálicas originales en el texto). “Un pueblo, para que se forme de un modo espiritualmente libre –escribe Marx, citando a W. Schulz–, no puede permanecer en la esclavitud de las necesidades corporales, no puede ser siervo del cuerpo. Debe quedarle, pues, antes que todo un tiempo para poder también obrar y gozar espiritualmente. Los progresos en el organismo del trabajo le procuran ese tiempo” (Marx, Kart: Obras filosóficas juveniles, citado en Toti, 1975: 275.) En el socialismo se superará “el estado de ánimo oprimido y angustiado que en el régimen burgués es el necesario compañero del trabajo, de la actividad miserable 21 para ganar lo estrictamente necesario” (Marx-Engel: La ideología alemana, citado en Toti, 1975:275). El hombre podrá producir de modo universal, libre de la necesidad física precisamente porque produce de verdad, sólo cuando está libre de ella (275.) (…) El disfrute del tiempo libre humano perderá su naturaleza egoísta, puesto que el hombre será “rico y profundamente sensible a todo” La historia habrá cumplido su tarea, que es la de predisponer las condiciones para que el hombres se convierta en objeto de la conciencia sensible y para que la necesidad del hombre se transforme en necesidad humana. Ser ya no será tener; en lugar de la riqueza y la miseria, existirán el hombre rico y la riqueza de necesidades humanas. El hombre será “rico, o sea, necesitado de una totalidad de manifestaciones de vida humana, y su realización será una necesidad interior (Marx).” El hombre será deudor de su propia existencia de su propia existencia sólo consigo mismo, y finalmente será libre y verdaderamente independiente. La generación del hombre mediante el trabajo humano se habrá cumplido (Marx, en Toti p.276). En el socialismo …el valor del tiempo es incomparablemente más elevado que el valor del dinero … (p.281). _ Según Lafargue antes de la revolución francesa se garantizaban a los obreros noventa días de descanso al año, o sea cincuenta domingos y treinta días de fiesta en los que se prohibía trabajar (p156). _ Reflexiones finales ignora la existencia de hogares con requerimientos de crianza de menores, donde la intervención de la fuerza de trabajo familiar es (prácticamente) inevitable. Por tanto, tiempo necesario para la reproducción social no es considerado en el modelo. 22 La falta de tiempo para esta actividad repercute negativamente en la sociedad, ya que los niños con escaso cuidado por parte de adultos no adquieren las habilidades para la socialización y pueden desarrollar patologías sociales consecuencia del abandono o sufrir accidentes graves al ser dejados solos en casa por la necesidad de ir a trabajar. Otro aspecto ignorado en el modelo es que los integrantes del hogar necesitan realizar trabajo doméstico ya que, aun cuando cuenten con equipo ahorrador de tiempo (lavadora de ropa, secadora, etc.), no se ha logrado robotizar la producción doméstica al cien por ciento (se requiere abastecer el hogar, tender camas, aspirar, planchar, etc.) El empleo de servidores domésticos o la crianza de menores en establecimientos especializados pueden disminuir fuertemente esta necesidad, pero no la elimina. Además, el costo por estos servicios es muy alto en relación al salario de un trabajador promedio. Estos aspectos han sido discutidos desde los estudios con perspectiva de género y los de toma de decisiones en los hogares (elaborados por economistas neoclásicos). Sin embargo, este tema ha sido escasamente incorporado a los estudios de pobreza. De esta manera Boltvinik rebasa el enfoque economicista limitado que concibe a la pobreza como un mero problema de satisfacción de necesidades fisiológicas. Deja muy claro también que la opulencia tampoco lleva al florecimiento humano, sino que éste se basa en el trabajo creativo o en el amor. Boltvinik pone énfasis en el tiempo requerido para la autorrealización. En el sistema capitalista, sostiene, difícilmente se pueden desempeñar trabajos gratificantes, por tanto, el tiempo libre se vuelve el espacio fundamental para que el ser humano pueda desplegar todas sus capacidades y potencialidades. Una diferencia fundamental entre Desai y Boltvinik es que para el primero el fin último es lograr las condiciones materiales para que puedan desarrollarse las relaciones sociales, y para el segundo las relaciones sociales satisfacen necesidades básicas específicas (como las emocionales) que requieren ser satisfechas antes de que los individuos puedan alcanzar el florecimiento humano, planteamiento que me parece más adecuado. 23 El riesgo a perder el empleo, sin la garantía de contar con un apoyo institucional (tal y como sucede actualmente en la actualidad para la mayoría de los trabajadores mexicanos) no permite que los individuos tengan la posibilidad de llegar a realizarse como seres humanos completos (satisfaciendo todas sus necesidades, incluyendo las de mayor jerarquía), ya que no lograrán satisfacer su necesidad de seguridad. Mejores condiciones (familiares, económicas, políticas, educacionales, etc.) para lograr la satisfacción de todas las necesidades se requieren para una convivencia respetuosa de toda la sociedad. En nuestra actual situación la sociedad sólo ha logrado (y cada vez con menor éxito) prevenir que nos matemos unos a otros. La segunda, más radical, sostiene que el florecimiento humano sólo se logrará si es erradicada la propiedad privada y se transforman las relaciones de producción (Toti, 1975). Por tanto, mientras que en el enfoque de Boltvinik si se puede alcanzar el florecimiento humano en el capitalismo, desde el punto de vista de Toti será hasta que se imponga el socialismo que los hombres volverán a realizarse en el trabajo. Toti, por su parte, ubica a la lucha obrera por el tiempo libre en el centro de su discusión, analizando las contradicciones que se dan en el sistema capitalista, que conlleva a que aun con una mayor disponibilidad de tiempo libre, el trabajador en el capitalismo no logra sentirse satisfecho. Bibliografía Hobbs, Sandy y Jim McKechnie (1997) Child Employment in Britain, The Stationery Office, Escocia. Thompson, E.P. (1967) “Time Work-Discipline, and Industrial Capitalism”, Past & Present, A Journal of Historical Studies, The Past an d Present Society, Núm. 38, Diciembre, pp. 56-97. Toti, Gianni (1975) Tiempo libre y explotación capitalista, Ediciones de Cultura Popular, México, DF. 24