Intercambio de conocimientos para el desarrollo comunitario rural Sally Burch, ALAI Si el conocimiento es reconocido hoy como uno de los factores más valorados en los procesos económicos, es un componente no menos fundamental para las iniciativas de desarrollo local en el Sur. Pero ello no implica que el desarrollo se pueda resolver estableciendo una correa de transmisión desde los acervos globales de conocimiento hasta las comunidades rurales, como argumenta cierto discurso sobre la llamada "brecha digital", que presenta a la tecnología como la solución. Para abordar esta problemática en las iniciativas de desarrollo local, lo primero es la identificación de necesidades y prioridades por parte de la propia comunidad. Y es clave emprender un proceso de rescate y actualización del acumulado de conocimientos y experiencias, que durante siglos, incluso milenios, han permitido la sobrevivencia de las comunidades rurales, y sigue enriqueciendo sus procesos de desarrollo. Esa es la base para poder evaluar y asimilar el aporte de conocimientos externos. Esta constatación fue uno de los resultados del Taller de Intercambio Sur-Sur: “TICs e Intercambio de Conocimientos para el Desarrollo Comunitario Rural en América Latina y El Caribe”, que se desarrolló en Ecuador del 16 al 21 de marzo. El Taller enfatizó en la importancia de compartir experiencias y conocimientos, como parte del proceso de desarrollo, y exploró los mecanismos y herramientas para hacerlo, incluyendo las tecnologías de información y comunicación (TICs). El intercambio se organizó en torno a cuatro temas: el conocimiento local y el contenido local en el contexto de la globalización; las tecnologías de comunicación e información como herramientas para el desarrollo comunitario; la sostenibilidad de los centros comunitarios de acceso a la tecnología (infocentros, telecentros, etc); y (como tema transversal) el intercambio de información y conocimientos entre actores sociales. El rescate del conocimiento local En las comunidades rurales de América Latina, los efectos de la globalización son cada vez más palpables. Entre los ejemplos de cómo el campo se está transformando, los/as participantes del Taller citaron las semillas comerciales que remplazan a las variedades locales y exigen inversión en agroquímicos, creando dependencia externa; la privatización de las fuentes de agua; la dependencia de intermediarios en los mercados; los monocultivos, que generan ganancias pero agotan a la tierra; el éxodo migratorio en búsqueda de trabajo; cambios que en muchos casos conllevan a un deterioro en las condiciones de vida. Frente a esta realidad, numerosas comunidades locales están buscando implementar respuestas alternativas, como la agroecología, la conservación de semillas tradicionales, el comercio justo, la preservación de los recursos naturales (manglares, bosques), la revaloración de la cultura local, entre otras. Se destacó que el conocimiento específico del contexto local y la cultura, el conocimiento tácito (no verbalizado) sobre las condiciones particulares de la zona (clima, tierra, altura), los saberes en cuanto a métodos de cultivo de diferentes especies, la cosmovisión ancestral de los pueblos indígenas, deben ser parte integral de las iniciativas de desarrollo. Compartir tales conocimientos entre miembros de una comunidad u organización, y con otras organizaciones afines, constituye hoy un paso fundamental para buscar soluciones conjuntas a los problemas comunes que se enfrentan en el campo. Entre más se comparten los conocimientos, más éstos se enriquecen, se señaló. El Taller tuvo un carácter itinerante, incorporando visitas a iniciativas de conservación de semillas y agroecología en la Sierra del país sede, y de conservación de los manglares por parte de las comunidades concheras en la Costa. Ambas experiencias permitieron constatar la importancia de los procesos de organización y del trabajo en redes, para desatar el intercambio de conocimientos, cuya riqueza que muchas veces se pierde por no contar con mecanismos y costumbre de intercambio. Ilustraron asimismo el proceso dinámico que permite integrar el rescate de saberes ancestrales con el desarrollo de nuevos conocimientos empíricos, por ejemplo para repoblar zonas de manglares con conchas, o desarrollar nuevas variedades de plantas mejor adaptadas a condiciones particulares del clima y del suelo. Se reconoció, además, el aporte que puede hacer la academia para la sistematización de los conocimientos locales, subrayando la importancia de hacerlo desde un enfoque crítico. No obstante, se cuestionó la tendencia a no revertir luego los resultados a la comunidad estudiada, o a hacerlo en formatos y lenguaje poco accesibles para sus pobladores, como las publicaciones científicas. Se citó algunas experiencias de convenios con universidades que han permitido superar este problema, al incorporar acuerdos para traducir los resultados en materiales de difusión o cursos de capacitación. También hay convenios para carreras universitarias para estudiantes rurales, relacionadas con su trabajo en el campo. TICs como herramienta para el intercambio Un enfoque especial se dio en el taller a las ventajas y límites de las diferentes TICs para sistematizar y organizar conocimientos, y comunicarlos entre miembros de una misma comunidad, o con grupos afines. El intercambio cara a cara tanto informal como en reuniones y asambleas- sigue siendo uno de los mecanismos más usados y apropiados para el intercambio en el área rural. Esto se complementa con el uso de herramientas y mecanismos convencionales, como las radios locales, boletines, centros de documentación, etc. Se citaron también algunas experiencias positivas que demuestran que las nuevas tecnologías digitales (NTICs) ofrecen potencialidades para sistematizar y almacenar conocimientos y multiplicar el alcance del intercambio; toda vez, se subrayó que la reducción de la "brecha digital" no es un objetivo en sí; más bien las TICs deben ser consideradas como parte de un proceso integral de desarrollo. Es más, la integración de cualquier tecnología es por lo general un proceso gradual que requiere crear una serie de condiciones previas (no solo la infraestructura, sino también formación, definición de objetivos, entre otras). En tal sentido, hubo consenso entre los participantes en enfatizar en que el uso de las TICs solo es efectivo cuando resulta de un proceso de identificación de necesidades por parte de los interesados, y de adaptación de las herramientas apropiadas para cada situación. Se citaron varios ejemplos, entre otros: un boletín impreso puede servir para promover entre un público más amplio el uso y preparación de ciertas plantas comestibles locales. La radio comunitaria es usada en ciertos lugares para mantener al campesinado informado sobre los precios actuales de sus productos en el mercado de la ciudad, lo cual le da mejores condiciones de negociar. El correo electrónico -aún cuando la penetración de Internet en el campo es escasa-, tiene grandes ventajas para intercambiar entre puntos multiplicadores sobre acciones comunes, por ejemplo, de cara a las políticas públicas hacia el agro. Un sitio Web puede contribuir a ampliar la venta de productos bajo el sistema de comercio solidario o promover el turismo comunitario. Se destacó la importancia de la capacitación en comunicación, tanto en el aspecto instrumental (uso de las tecnologías, destrezas), como en aspectos más estratégicos, de incorporación de los procesos de comunicación y conocimiento en los programas de desarrollo. Infocentros comunitarios Como aplicación específica de las TICs, se debatió sobre los centros comunitarios de información y conocimiento (a veces conocidos como infocentros), que pueden ser un factor dinamizador para un proceso de intercambio de conocimientos. Pero los participantes del taller concordaron que la implantación de un infocentro en una comunidad tendrá un aporte real solo si se ha dado previamente un proceso de planificación y apropiación comunitaria. No existe un modelo único de infocentro. Según las necesidades definidas en infraestructura, pueden incluir una biblioteca; computadoras -con o sin acceso a Internet-; fax, telefonía; pueden ser vinculados a una radio comunitaria; tener equipos de producción de video; ofrecer cursos de capacitación, etc. Pero más allá del equipamiento, otra condición igual o más importante es la identificación de los temas y servicios que se tratarán con prioridad en el centro. Se destacó también la importancia de asegurar el pleno compromiso de la organización o comunidad que lo administra, y -en lo posible- el respaldo de las autoridades locales; la capacitación del personal permanente y voluntario; un sistema adecuado de administración; y un tarifario de cobros diferenciados por los servicios, que permita asegurar la sustentabilidad económica del centro, a la vez que ofrecer facilidades a sectores prioritarios pero con escasos recursos, como los estudiantes. Se enfatizó, sin embargo, que la apropiación comunitaria es el principal factor de sustentabilidad de un infocentro. El Taller, que contó con la participación de 28 participantes de 10 países, -delegados/as de organizaciones sociales, ONGs de desarrollo e instancias especializadas en tecnologías, provenientes principalmente de la Región Andina y Centroamérica- fue convocado conjuntamente por la Agencia Latinoamericana de Información -ALAI- (Ecuador) y los organismos de cooperación Hivos e IICD (Holanda) e IDRC (Canadá).