ESTUDIO SOBRE LA PRIMERA EPÍSTOLA DE SAN PEDRO Por DANIEL CABARCOS 20ª PARTE: VERSÍCULOS 4:12-13 1 Pedro 4:12.“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,” “De entender este texto depende en gran medida la supervivencia de nuestra fe, aunque el hecho de entenderlo no nos hace inmunes a una caída; si no lo entendemos, nos encontraremos totalmente desvalidos” (“Séneca, escritos consolatorios y muerte”, Padre Vicente). Retoma Pedro en este versículo y en los siguientes, el tema del sufrimiento y cómo afrontarlo, tema éste central de la carta, y empieza utilizando un verbo que ya hemos visto en el vs. 4.XENIZÔ = sorprendéis. Como este verbo está en modo imperativo nos indica que hay un mandato a ‘no quedarse sorprendido por la extrañeza de algo’. La prueba no debe ser algo que sorprenda al cristiano, es más, es algo consustancial al hecho de ser cristiano, de ahí este mandato a ‘no sorprenderse por la prueba’, a no ver algo extraño en ellas. Ya hemos visto esta idea en 1:6. Dice el texto literalmente: “no os sorprendáis de la hoguera de la prueba”, utilizando el término PURÔSIS (incendio, hoguera) palabra que aparece en el NT para denominar la prueba de la fe por el sufrimiento en un contraste claro con el refinamiento de metales preciosos mediante el crisol, que ya hemos visto en 1:7 y que tiene su origen en el AT. Los sufrimientos son un fuego, una hoguera (PURÔSIS) que sirve para probar la fe de los cristianos y hacen la misma función a la fe que la hoguera al metal que está en el crisol: probarlo y aumentar su calidad certificándola. El verbo SORPRENDER que se usa aquí, XENIZO, es del que procede la palabra ‘extranjero’ y se usa en la construcción de nuestra palabra XENOFOBIA = ‘miedo al extranjero’, por lo tanto la idea representada es que la prueba no debe resultarnos extraña (extranjera). Esta PRUEBA (PEIRASMOS) es la misma palabra que encontramos en Santiago 1:12, pasaje donde se trata el mismo tema y se nos habla de la forma de actuar ante la prueba no como algo extraño, sino como algo que el cristiano debe tener muy claro: la prueba cumple una función imprescindible en nuestras vidas. Se deduce esto de la palabra usada en Santiago 1:12.- SOPORTA = HUPOMONE y que ya hemos visto cuando analizamos 1 Pe.1:7. Es una palabra que se usaba en el griego clásico en contextos bélicos sobre el aguante, la entereza, la constancia aguerrida. La capacidad de sobrellevar las amenazas de la vida para nuestra fe, es como la capacidad de resistencia que se produce en el atleta por medio del entrenamiento. Dios no quiere torturarnos con las pruebas. Pretende dotarnos de experiencias impagables para el futuro. En definitiva, la prueba sirve para conocernos mejor, para adquirir un conocimiento real, experimental del estado de nuestra fe, por lo cual, no deben resultarnos extrañas estas evaluaciones, al igual que a un atleta no le resulta extraño el entrenamiento. La reacción correcta debe ser la mencionada en Santiago 1:2-3. La prueba debe afrontarse con gozo, no con extrañeza, porque la prueba produce paciencia (HUPOMONE), la misma palabra de Santiago 1:12. El entrenamiento para el atleta es doloroso y sacrificado, pero su fruto es la fortaleza y la victoria en los juegos. Cuando el atleta sufre estos entrenamientos, tiene en mente el triunfo, la gloria de la medalla, el reconocimiento público. Esta es una actitud calculada, es todo menos extraña. Esta fue la actitud de Jesús que el escritor de Hebreos nos recomienda en Heb. 12:2-3. Sigue el texto diciendo: como si alguna cosa extraña os estuviera sucediendo. La palabra EXTRAÑA (XENOS) denota ‘extraño’, ‘extranjero’, ‘forastero’. Se reitera aquí lo mismo que en la primera parte del versículo para mostrar la importancia de esta idea (y que se pierde en nuestras traducciones). El verbo usado aquí SUCEDIENDO = ACONTECIENDO = SUMBAINÔ, es un verbo compuesto de SUN = con y BAINÔ = ir juntos. La idea es clara: Hay un mandato para los cristianos para entender, tomar conciencia, de que las pruebas no nos deben resultar ‘algo extraño’, sino que es algo que ‘va junto’ (SUMBAINÔ), al hecho de ser cristiano. Es más, el cristiano que pretende llevar una vida ajustada a la voluntad de Dios, toda su vida es una prueba, puesto que pretende tener un comportamiento contrario al sistema hostil donde vivimos y que la Biblia denomina mundo (Romanos 8:2223). En mi opinión, este texto es de un tremendo calado filosófico e incluso biológico, puesto que se nos manda no tener por extraño algo que nuestra biología tiene: el sufrimiento. Pero ésta es una idea que se repite una y otra vez en la Biblia (Hechos 14:22). La voluntad de Dios nos exhorta una y otra vez a trascender a nuestra biología y a nuestros fuertes instintos que nos dotan para la supervivencia, y a gobernarlos con la razón, con el conocimiento superior que nos aporta la voluntad de Dios, para ponerlos al servicio de causas mayores. Un ejemplo similar lo tenemos en la carta de Santiago donde se habla de la ‘ira’. Los mecanismos neurológicos de la ira nos dotan para la supervivencia, pero la Biblia nos exhorta a restringir su uso al de la razón, al de la voluntad de Dios. Para explicar un poco más este tema, usaré unas palabras de F. Mora, un eminente neurocientífico español: “El placer, la recompensa, la gratificación y la evitación del dolor, del daño, del sufrimiento, son el centro del universo biológico. Esta es la idea central grabada a fuego en lo más profundo de los seres vivos que pueblan la tierra, desde los seres unicelulares, a los órganos complejos de los mamíferos incluido el hombre.” Todo dolor y sufrimiento es experimentado como algo extraño, ajeno y con intolerancia, y se ponen todos los recursos para tratar de evitarlos (Lordosis algida), al igual que se ponen todos los recursos para lograr el bienestar y la gratificación, sea ésta en forma de comida, sueño, etc., pero Dios aquí nos pide a los cristianos que superemos estos mecanismos biológicos tan fuertes por una causa superior que es nuestra experiencia espiritual apelando a la fe en Su Voluntad. Los cristianos somos los únicos seres vivos para los que la supervivencia y la adaptación al medio no es lo más importante, sino el crecimiento espiritual y la adaptación a la voluntad de Dios. Pero curiosamente, no rompe aquí Dios estos mecanismos de placer y dolor, sino que los transforma, los espiritualiza. Dios nos pide que asumamos los sufrimientos de la prueba como algo natural, porque esto nos producirá a la postre un gozo y una recompensa (2 Timoteo 2:11-13). ¿Qué es la fe más que la inmersión en un mundo instigador de penas, dolores, tristezas y castigos? Por lo tanto Dios no nos pide nada imposible ni ajeno a nosotros. Nos pide una adecuación de nuestra mente y comportamiento a nuestro llamado, a nuestra naturaleza espiritual (hijos de Dios, sacerdotes, pueblo escogido). Esto, que resultaría extraño para otro ser humano, es posible para nosotros porque manejamos información privilegiada como es la voluntad de Dios. Por ello se nos pide que por fe debemos superar los mecanismos biológicos y adaptarlos al Espíritu para buscar la gratificación espiritual, el gozo espiritual, que es lo que se nos dice en el siguiente versículo. 1 Pedro 4:13.“sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.” ‘En la medida en que’ o ‘así como’ = KATHÔ: Esta es una conjunción que significa ‘como’, ‘según que’, indicando correspondencia. Según COMPARTAMOS = KOINÔNEÔ: Este verbo significa ‘tener una parte de’, ‘compartir con’, ‘tomar parte en’, ‘participar’ y pertenece a la misma familia de palabras que expresan en el NT COMUNIÓN, usándose en Ro.12:13 sobre la comunión práctica, y en Ro.15:27 sobre la participación en los bienes espirituales. Pues en la medida en que compartamos los padecimientos de Cristo (PATHÊMA = sus sufrimientos, sus aflicciones a las que se vió sometido), debemos regocijarnos= CHAIRÔ, verbo en imperativo, por lo tanto un mandato a estar alegres, gozosos. Vemos aquí la superación de lo biológico antes comentada: gozarse en el sufrimiento porque en la revelación de su gloria, esto es, cuando Cristo regrese, nos regocijaremos con gran alegría = AGALLIAÔ (gozarse grandemente, exultar): En la medida en que compartamos sus padecimientos, estaremos exultantes el día de su venida. (Exultar, del latín EXULTARE, significa saltar de alegría, de júbilo). En mi opinión, quizás la idea aquí sea que cuanto más compartamos los sufrimientos de Cristo, mejor sabremos apreciar nuestra liberación en su venida. Esta idea es muy común en el NT (Romanos 8:17). RESUMEN DE LA 20ª PARTE (1 Pedro 4:12-13) La prueba no debe ser algo que cause sorpresa al cristiano, que le resulte extraña o extranjera; es algo consustancial que va ‘junto a’ (sumbainô) el hecho de ser cristiano. Los sufrimientos de las pruebas hacen la misma función que el entrenamiento en el atleta: nos capacitan y fortalecen. Las pruebas cumplen una función imprescindible en nuestras vidas: nos ayudan a conocernos mejor y a saber el estado real de nuestra fe. Nos aportan una experiencia impagable. Por ello debemos afrontarlas en la medida de lo posible, con gozo sabiendo que son para nuestro progreso espiritual. Detrás de todo esto se pretende una adaptación de nuestra mente y comportamiento a nuestra naturaleza espiritual y un sometimiento de lo biológico. Y todos estos cambios, difíciles para otro ser humano, son posibles para nosotros porque tenemos información privilegiada: la Voluntad de Dios. Y ésta nos dice que debemos alegrarnos cuando estemos en estas situaciones, puesto que esto nos hace partícipes con Cristo de estos sufrimientos pero también, del gozo futuro y la recompensa.