49 BERZOSA_42-43 LEGUINA.qxd 14/09/16 13:31 Página 49 LA ECONOMÍA DESDE MI OBSERVATORIO Por Carlos Berzosa* Ocho años de la quiebra de Lehman Brothers L a caída de este gran banco supuso un terremoto en el sistema financiero internacional. El pánico se extendió a lo largo y ancho de todo el planeta. Se frenó el crédito y se desaceleraron muy rápidamente los mercados interbancarios. Este hecho desencadenó una crisis bancaria que no se conocía desde los años treinta del siglo XX. A la quiebra de Lehman Brothers le siguieron en caída libre otros muchos bancos de los países desarrollados. Si no llega a ser por la actuación rápida de los gobiernos que evitaron su quiebra se hubiera producido una catástrofe de dimensiones desconocidas. Los bancos fueron salvados con grandes cantidades de dinero procedente de los impuestos de los ciudadanos. La fecha del 15 de septiembre de 2008 fue el detonante del inicio de la Gran Recesión, aunque ya se habían producido en Estados Unidos hechos que hicieron que se encendieran las señales de alarma. El gobierno norteamericano se negó a llevar a cabo cualquier tipo de rescate público, pues no era coherente con el ideario republicano de creencia en el libre mercado hacerlo, y menos después de haber tenido que socorrer la semana anterior a los gigantes de la refinanciación del crédito inmobiliario: Freddie Mac y Fannie Mae. Marc Roche narra en su libro El Banco. Cómo Goldman Sachs dirige el mundo (Deusto,2011) cómo el secretario del Tesoro, Paulson, y Geithner, director de la Reserva Federal de Nueva York, pidieron a Goldman Sachs que buscara una solución para ayudar a Lehman Broters pues el Gobierno no colabora- ría. No se encontró la solución y el cuarto banco de inversión del mundo no fue capaz de recabar fondos para hacer frente a las enormes deudas que tenía contraídas. Se le dejó caer tanto por el Gobierno como por un competidor suyo. Esta caída arrastró las de muchos más como si fueran fichas de dominó, pero no llegaron al suelo porque antes una mano protectora lo evitó. El frenazo al crédito supuso que en una economía tan endeudada se produjera la catástrofe y la crisis bancaria no tardó en extenderse a la economía real. Se sufría en Estados Unidos y en otros países, como España, una burbuja inmobiliaria que explotó cuando desapareció el crédito. La crisis se extendía como un reguero de pólvora frente a lo cual los gobiernos de los países intervinieron rescatando a los bancos y con políticas de estímulo para evitar lo peor. No pudieron en ningún caso evitar la fuerte bajada de la actividad económica porque la crisis tenía unas raíces profundas. La caída de grandes bancos puso de manifiesto la fragilidad del sistema financiero, al tiempo que se mostraba que eran gigantes con pies de barro. Lo que se pensó en un primer momento que era una crisis de liquidez fue en realidad una crisis de solvencia. Se comprobó que el rey estaba desnudo. Las consecuencias de todo ello han sido muy graves: aumento del desempleo, incremento del trabajo precario, bajada de los salarios reales, pérdidas de derechos laborales, disminución del Estado del Bienestar, aumento de la desigualdad y la precariedad... Estas tendencias se han dado en todos los países aunque en grados diferentes. Los más A la quiebra de Lehman Brothers le siguieron en caída libre otros muchos bancos de los países desarrollados. Si no llega a ser por la actuación rápida de los gobiernos que evitaron su quiebra se hubiera producido una catástrofe de dimensiones desconocidas golpeados en la Unión Europea (UE) han sido los países menos desarrollados, habiéndose abierto una brecha entre el centro y la periferia. A las políticas de estímulo le han sucedido las políticas de austeridad y las deudas privadas han sido sustituidas por deuda pública. La Gran Recesión provocada por los bancos y el sector inmobiliario la están pagando los ciudadanos, y especialmente los más vulnerables. Los excesos cometidos por los grandes intereses financieros han hecho recaer entre los que menos culpas tienen las consecuencias de los platos rotos. No se han tomado medidas para atajar las causas que han provocado este terremoto en la economía mundial. Las grietas siguen sin cerrarse. Las consecuencias siguen ocho años después padeciéndose, la crisis está lejos de estar resuelta, y ni siquiera se han tomado las medidas necesarias para reformar el sistema financiero. Esto lo reflejan muy bien Anat Admati y Martín Hellwig en su libro El traje nuevo del banquero (Antoni Bosch, 2013): ”Muchos políticos, reguladores, banqueros y expertos quieren hacernos creer que los bancos y el sistema financiero están hoy mucho mejor que antes de la crisis, que las actividades peligrosas se han reducido considerablemente y que las nuevas normas han hecho que el sistema sea más seguro… Las nuevas reformas que están poniéndose en práctica distan de ser satisfactorias”. No cabe duda de que nuevas sacudidas se pueden dar. Lo que no se sabe con certeza es cuándo y con qué intensidad. ● *Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Complutense. nº 1167. 12–18 de septiembre de 2016 49