TRADICION HEBREA EN LA MASONERIA PRIMERA PARTE PERE SÁNCHEZ FERRÉ Texto publicado en "La Puerta": "Cábala" Obelisco, Barcelona-España, 1989 Gentileza del Q:. H:. Benjamín Sosa Miranda I. UNA SOCIEDAD DE TRADICIÓN INICIÁTICA Debe concebirse la Francmasonería como una de las formas de expresión de la tradición judeocristiana; sus diversos ritos y los contenidos de su cuerpo doctrinal así lo evidencian. El origen de éstos, como el de la propia masonería sociedad de tradición iniciática- son oscuros, pero no porque sus miembros hayan ocultado sus actividades como malhechores que conspiran en la sombra, sino porque "nada puede nacer fuera de una envoltura"; porque la Verdad no puede sernos descubierta, sino revelada y, finalmente, porque "no hay amor sin pudor" (El Mensaje Reencontrado, prólogo. Louis Cattiaux, Ed. Sirio, Málaga, 1987). A fin de no destruir el cuesco y disecar la almendra, todas las auténticas organizaciones Iniciáticas se han protegido cuidadosamente de la profanación (clave de su supervivencia), al menos mientras se han desarrollado en sociedades y culturas tradicionales. Por eso se dice que los masones "trabajan a cubierto", en la logia, al "abrigo de las miradas profanas", y donde "el silencio reina". De las múltiples herencias conservadas o recuperadas y transmitidas por la Orden, cabe destacar, además de los elementos judeocristianos, los antiguos misterios del mundo clásico, el pitagorismo, la alquimia y la cábala hebrea, de la que nos ocuparemos en este trabajo. Señalemos, antes de continuar, que la Masonería no posee un cuerpo doctrinal cerrado y dogmático, sino que a lo largo de su existencia ha ido incorporando elementos de épocas y escuelas diversas. De esa herencia múltiple surgieron los diferentes ritos y sistemas masónicos, los cuales evocaban, mediante la práctica del ritual, un saber que, si bien no todos comprendían, a todos cautivaba. Y si es cierto que la orden no hacía iniciados, sino masones, éstos podían considerarse como símbolos de la verdadera iniciación y disponer, además, de un contexto apropiado para la realización espiritual. Las otras actividades propias de los afiliados a instituciones de ese tipo eran la práctica de un oficio de hombre libre, la filantropía, la beneficencia, etc. II. LOS LUGARES COMUNES DE LA TRADICIÓN EUROPEA Aunque es difícil precisar en qué momento histórico y a partir de qué canales la cábala hebraica fue introducida en la Masonería, sí podemos afirmar, de acuerdo con la historiográfica actual, que por lo menos desde la Baja Edad Media esas influencias son comprobables. Así, a pesar de las muchas lagunas existentes, los intercambios y las simbiosis, puede afirmarse que se llevan cabo en un contexto muy preciso, al cual podríamos llamar el "espacio esotérico" europeo de la época. Allí confluyen a lo largo de siglos un número siempre importante de clérigos imbuidos de judaísmo talmúdico (muchos de ellos masones), LA ORDEN DEL TEMPLE, las corporaciones de constructores con sus logias -edificaban dos templos, el interior y el exterior-, todos ellos en estrecha relación con los círculos cabalísticos de Praga, Amsterdam, Narbona, Toledo, Gerona... Conviene recordar asimismo que, hasta el siglo XVIII, es relativamente común que en los monasterios benedictinos y en otras órdenes católicas exista una logia, de la que el Venerable Maestro es el propio abad. En cuanto a la iniciación de judíos en las logias, éstos no fueron admitidos abiertamente hasta bien entrado el siglo XVIII, aunque siempre de forma minoritaria. Por otra parte, debe tenerse en cuenta que los judíos no fueron jurídicamente libres hasta la Revolución Francesa y, a mediados del siglo XIX, muchas logias europeas se negaban a admitirlos en su seno. Así pues, es erróneo y tendencioso afirmar, como lo ha hecho la literatura antimasónica (que es también antisemita y tradicionalista, pero raras veces tradicional) que la Masonería "cayó en manos del judaísmo internacional" con el fin de "dominar el mundo". La mentalidad complotista es muy vieja y el conspiracionismo -que es un concepto policíaco de la historia- ha formado parte del mobiliario intelectual de las clases medias y de la burguesía desde el siglo XVIII. Todo ello nada tiene que ver con el concepto tradicional de historia ni con la espiritualidad viva de Occidente y no merece, pues, que le prestemos más atención. III. LA TRADICIÓN HEBREA EN LA MASONERÍA Algunos autores han sugerido que una de las misiones que se habría impuesto la Orden Francmasónica sería la de unir los dos testamentos en "una sola carne", por decirlo con palabras de San Pablo. Jean Tourniac apunta que la Masonería, con su constante melkisedeciana, habría de cumplir una función abrahámica y, en ese sentido, Noaquita, pues en ella podrían confluir las tres grandes religiones monoteístas: la hebrea, la cristiana y la islámica. Sea como fuere, lo cierto es que la cábala hebraica está presente en la mayoría de rituales y catecismos de instrucción masónicos. Es en esa clave, creemos, que deben interpretarse muchos de sus símbolos y enseñanzas. El esquema que siguen todos los sistemas masónicos está basado en dos templos; el primero es de madera, el Arca de Noé y el segundo, de piedra, el Templo de Salomón; Noé e Hiram: dos constructores que nos remiten a dos alianzas, porque en Masonería edificar y deificar son sinónimos. Los manuscritos masónicos más antiguos que se conocen, como el llamado Regius (1390 aprox.) y el de Cook (1410) están basados en temas del Antiguo Testamento, centrados en las figuras de Adán y Noé. En la mayoría de rituales posteriores es común el empleo de palabras como Hejal, Debhir, Shadai, Elohim, Jakin, Boaz, el Tetragrama, así como las referencias a la Shejiná, al Altar de los Perfumes, y a los Profetas. En los grados superiores del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el soporte simbólico e histórico de los rituales está tomado en gran parte del Nuevo Testamento. Tenemos así una masonería Noaquita, de origen medieval, un segundo estadio salomoniano y zorobabeliano y un tercero, que es también el de más reciente aparición (siglo XVIII), caballeresco, neotestamentario y crítico -el Escocismo-, la versión inglesa del cual es el Knights Templar, los Caballeros del Santo Sepulcro o los de San Juan Evangelista, entre otros. Como sea que el tema es tan extenso como complejo y estas páginas pretenden ser sólo una primera aproximación, nos ocuparemos únicamente de algunos temas puntuales que consideramos de particular interés. IV. LOS MASONES Señalemos en primer lugar que la Masonería utiliza el calendario tradicional hebreo, con el nombre de los meses en esa lengua y su era es la de la "verdadera luz", separada de la cronología profana. Anotemos también que las palabras desempeñan un papel axial en todos los ritos y ceremonias y la gran mayoría de ellas -nos referimos a las llamadas "palabras sagradas" y de "paso"- son también de filiación hebrea. Uno de los nombres con que los masones se designan a sí mismos es "hijos de la Viuda», lo cual está tomado de I Reyes XVII, 17 a 24, donde Elías resucita al hijo de la viuda de Sarepta; Hiram también es hijo de una viuda de la tribu Neftalí (1 Reyes VII, 13-14) y en el Nuevo Testamento (Lucas VII, 11-16) Jesús resucita el hijo de la viuda de Naim. Es de interés señalar que "viudez" también significa en hebreo ser despojado, abandono, desolación y puede asimilarse a nuestra condición en este tiempo de exilio. También está relacionado con "mutismo", incapacidad para articular palabras. Es así como el término "hijos de la viuda" cobra su significado: los masones son aquellos que, mudos y despojados en este mundo de exilio, esperan ser rescatados por el Profeta (1). En el ritual del primer grado, el aprendiz declara que "no sabe leer, ni escribir", refiriéndose obviamente al Nombre completo e impronunciable y no a cualquier nombre (2). La noción de "palabra de paso" está tomada del pasaje bíblico donde se relata que, en los vados del Jordán, los galaaditas obligaban a los de Efraím a decir la palabra Shibolet para permitirles cruzar el río, pero como no la pronunciaban correctamente eran degollados (Jueces XII, 4-6). No es en modo alguno casual que la primera de las "palabras de paso" en el Rito Escocés (grado 2º, porque en el del 1º aún no la hay) sea precisamente Shibolet, que significa espiga o prolijo como la espiga, según el Tuileur de Vuillaume. También está relacionado con torrente y multiplicación. En los ritos de Eleusis la espiga simboliza la luz sembrada en el hombre desde su nacimiento y que produce todos sus frutos gracias a la iniciación (3) En un texto inglés de 1745, "The Testament of a free maçon", comentado por J. P. Lasalle (4), la palabra de aprendiz es Shajar, que significa aurora y también oscuridad. Dice el Zohar, comentando el Bereshit, que cuando resplandezca para Israel el sol de la liberación, sobrevendrán desgracias sobre desgracias, tinieblas sobre tinieblas, aludiendo al doble sentido que tiene en hebreo la palabra aurora y de lo que ella es símbolo: luz para unos y tinieblas para otros (5). V. LA LOGIA, TEMPLO MASÓNICO La etimología de la palabra logia es de raíz sáncrita (loka) y se asimila a universo. Está orientada en sentido este- oeste y la sostienen tres pilares, cuyos nombres están tomados del árbol sefirótico: Fuerza (Geburá), Belleza (Tiféret ), Sabiduría (Jojmá). Ello supone, según Jules Boucher, la existencia, aunque invisible, de una cuarta columna; la Inteligencia (Biná) (6). En el grado tercero del Escocismo la logia se divide en dos partes, el Hejal, que es propiamente el templo, donde se lleva a cabo la ceremonia, y el Debhir (el Sancta Sanctorum), separado por un velo. Cuando éste es corrido aparece, resplandeciente, Hiram ("vida elevada") resucitado. Anotemos que Debhir puede significar también "palabra" o cosa, lo cual está estrechamente vinculado al misterio de la "palabra perdida", de la que luego hablaremos (7). Un tema común a todos los Ritos es el de las dos columnas del templo salomónico, Jakin y Boaz, situadas a la entrada de la logia y de las que hay una descripción en varios pasajes bíblicos (1 Reyes VII, 21; II Reyes XXV, 1317; Jeremías LII, 20-23 y II Crón. III, 15-17), además de la que nos ha dejado el historiador judío Flavio Josefo (siglo I d. de Cristo) en sus Antigüedades judaicas. De las citadas columnas dice el Zohar (III, 58a) que "los dos ríos secundarios que tienen su origen en el río principal, (río Vida) se bifurcan en dos direcciones, que son los nombres de las dos columnas del Templo erigido a Salomón: Jakín y Boaz". Todos esos ríos circulan en un mismo grado, llamado el "Justo", como está escrito: "Y el Justo es la base del mundo". Jakín aparece en el Antiguo Testamento como hijo de Simeón, el cual es a su vez hijo de Jacob (Gén. XLVI, 10), mientras que Boaz es el marido de Rut, ancestro de David (Rut IV, 13 a 22). Según ciertas versiones masónicas, estas columnas son las destinadas a unir de nuevo la tierra y el cielo (8). El significado de Jakín es fundamento, erigir, del verbo "consolidar", y el de Boaz es "la Fuerza" o "en la Fuerza". Se han hecho muchas interpretaciones de las dos columnas, algunas de las cuales son fruto de versiones muy personales. El Rito Francés o Moderno, que ha expurgado y simplificado el Escocismo, ha invertido la situación de las columnas, de manera que Jakín es emplazada a la izquierda y Boaz, a la derecha. Dicha innovación no está basada en la tradición, cuya fuente en este caso es el Antiguo Testamento. Por otra parte, en hebreo, la izquierda es siempre el norte y la derecha, el sur, lo que implica inequívocamente que la orientación se toma, como su nombre indica, volviéndose hacia oriente, hacia el este. En los rituales, tanto medievales como modernos, figuran también otras dos columnas antediluvianas. La tradición masónica registrada en el manuscrito de Cook (9) -ya citado- dice que los hijos de Lamec, Jabel, Jubal, Tubal-Caín y Noemá (Gén. IV, 19-22) grabaron todas las ciencias en dichas columnas, a fin de que fueran salvadas del diluvio. Jabel es el primogénito y, de acuerdo con este ritual, es el inventor de la geometría y el creador de la Masonería. Su nombre, en hebreo, significa "carnero" pero también se le asimila al signo de Aries, al cuerno de carnero, a la trompeta y al jubileo. Tubal-Caín, padre de la forja, encarna el aspecto negativo. El Tuileur de Villaume dice de Tubalcain que significa possessio mundana, es decir, el que posee y disfruta de/en este mundo. El Filósofo Hermético Ireneo Filaleteo afirma que las artes y herramientas de la estirpe de Caín son opuestas a las de Set, porque la utilización de los metales de forma y con objetivos profanos es una actividad asesina y fratricida. De la hermana de Tubal-Caín dice el Zohar (1, 55a) que a Noemá (dulzura) se la llama así en las Escrituras para indicar que su cometido es "seducir a los hombres y los espíritus", lo cual ocurrirá hasta que "el Santo Bendito Sea purifique el mundo de los espíritus impuros". Volviendo a las dos columnas, el manuscrito Grand Lodge núm.1 (1583) precisa que una de ellas era de mármol para que no fuera "quemada por ningún fuego", y la otra de ladrillo, "para que no fuera anegada por ninguna agua". También aquí se dice que Hermes, Padre de la Sabiduría, anteriormente llamado Hermarines, halló una de las dos columnas (10). En el manuscrito Dumfries (1710 aprox.) volvemos a encontrar el mismo tema, que sin duda pertenece a la Masonería operativa medieval.