IX. EL IMPERIALISMO ROMANO, LAS GUERRAS PÚNICAS Y LA CONQUISTA DE GRECIA A. ROMA POTENCIA HEGEMÓNICA 1. ROMA Y EL MEDITERRÁNEO: CARTAGO 2. LA PRIMERA GUERRA PÚNICA 3. LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA B. EL IMPERIALISMO ROMANO 4. LA INTERVENCIÓN EN ORIENTE Y LA CONQUISTA DE GRECIA 5. ROMA Y EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL 6. LA TERCERA GUERRA PÚNICA 7. LA CONQUISTA DE HISPANIA A. ROMA POTENCIA HEGEMÓNICA 1. ROMA Y EL MEDITERRÁNEO: CARTAGO 1. LA FUNDACIÓN DE CARTAGO Y LA EXPANSIÓN POR EL MEDITERRÁNEO 1.1. La fundación de Cartago 1.2. La expansión por el Mediterráneo 2. INSTITUCIONES CARTAGINESESAS 2.1. La monarquía 2.2. El consejo de los Ancianos 2.3. El tribunal de los cien 2.4. Suffetes 2.5. La asamblea popular 2.6. Otras magistraturas 2.7. El ejército 3. LA RELIGIÓN PÚNICA 3.1. El panteón 3.2. Templos y santuarios 3.3. El culto 4. SOCIEDAD Y ECONOMÍA CARTAGINESA 4.1. La sociedad 4.2. La economía 4.3. La agricultura 4.4. La industria 4.5. El comercio 5. LAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS 6. PRIMEROS CONTACTOS ENTRE ROMA Y CARTAGO 6.1. Primer tratado (509 a. C.) 6.2. Segundo tratado (348 a. C.) 6.3. Tercer tratado (306 a. C.) 6.4. Cuarto tratado (278 a. C.) 7. LA ADMINISTRACIÓN DEL ESTADO HELENÍSTICO 7.1. Administración Central 7.2. Administración Local 7.3. La Justicia LOS DIÁDOCOS Según la tradición, al a pregunta hecha a Alejandro, antes de su muerte, sobre la sucesión del Imperio, respondió que lo dejaba “al mejor” y se asegura igualmente que una de sus últimas frases fue que “sus funerales serías sangrientos”. Causa del desmembramiento del Imperio: La falta de un sucesor, la inmensidad de los territorios, la diversidad de étnicas y culturas pero la ambición de los generales que hacían inevitable un enfrentamiento. 1. La fundación de Cartago y la expansión por el Mediterráneo 1.1. La fundación de Cartago Según la leyenda, este hecho se produjo en el 814 a.C. No obstante, la arqueología no ha podido confirmar esta fecha, ya que los testimonios materiales no se remontan a más allá del siglo VIII a.C. 1.2. La expansión por el Mediterráneo Desde el siglo VI a.C., Cartago ya era una gran potencia en Occidente, desde el momento en que las naves cartagineses pudieron rivalizar con las griegas por el control de las rutas comerciales del Mediterráneo. Cartago había sido fundada en el siglo IX a.C., por parte de los fenicios, durante su proceso de expansión comercial. La leyenda comenta que Cartago fue fundada por Elisa, una princesa tiria que se vio obligada a abandonar su patria a causa de la violenta persecución efectuada por su propio hermano, quien había asesinado a su esposo Sicarbas, sacerdote de Heracles, y deseaba apoderarse de su tesoro. Se dirigió a Útica, donde topó con la hostilidad de las poblaciones locales. Finalmente, debió asentarse con otros partidarios en la colina de Byrsa, donde fundó la ciudad conocida con el nombre de Qart Hadasht (Ciudad Nueva). El rey beréber Hiarbas quiso hacer a Elisa, su esposa, y en caso de que no aceptase, exterminaría a los cartagineses. Antes de entregarse, Elisa prefirió suicidarse, arrojándose al fuego. A pesar de que estos relatos son legendarios, hay algún trasfondo histórico. La fundación de Cartago por la Ciudad-Estado fenicia de Tiro fue consecuencia de una crisis política que afectó a la aristocracia y a algunos sectores religiosos de la metrópoli de Tiro, que propició el desplazamiento de algunos dirigentes tirios. No obstante, la ciudad de Cartago estuvo vinculada a la metrópoli por el estatuto de colonia. En el aspecto religioso, se confirma la existencia de un sacrificio humano (suicidio de Elisa) vinculado con el fuego y unido al rito fundacional de la ciudad. Según la leyenda, este hecho se produjo en el 814 a.C. No obstante, la arqueología no ha podido confirmar esta fecha, ya que los testimonios materiales no se remontan a más allá del siglo VIII a.C. A partir de ahí, Cartago inició un proceso de expansión comercial, favorecido por la excelente situación geográfica de la ciudad. Según Timeo, Cartagó fundó Ebusus (Ibiza) en el 654 a.C. No obstante, otros autores señalan que ya existía una fundación fenicia previa con anterioridad a esta posible fundación. Lo cierto, es que en los primeros años, Cartago únicamente apoyaba la política colonial de Tiro. Cartago fue suplantando gradualmente la política de Tiro, conforme la situación política de la metrópoli fue deteriorándose. En el 600 a.C., se enfrentó a los griegos en una batalla naval, debido al intento de estos últimos de fundar una colonia en Marsella. No obstante, los cartagineses no pudieron impedir que este hecho se produjera. A mediados del siglo VI a.C., la situación cambió, después que Cartago incrementase la competencia por el espacio mediterráneo con las ciudades de la Magna Grecia. En el 535 a.C., los cartagineses, aliados con los etruscos, derrotaron a los griegos en Alalia. Supuso un reparto entre los triunfadores de las áreas de influencia: el centro norte de Italia para los etruscos y las Islas, y la cuenca occidental del Mediterráneo para los cartagineses, concretamente Cerdeña y Sicilia, donde los conflictos con los griegos fueron constantes. En el 480 a.C., los griegos se habían recuperado. Terón de Agrigento y Gelón de Siracusa derrotaron en Himera (costa norte de Sicilia) a la flota cartaginesa, lo que debilitó la posición púnica en esta zona. Los barcos griegos dominaron el Mediterráneo Occidental hasta finales del siglo V a.C. Este hecho obligó a Cartago a conquistar una posición de privilegio en el Norte de África para compensar las pérdidas sufridas, extendiendo su dominio desde el golfo de Syrte (Túnez) hasta las proximidades de Senegal. En esta época, hay retratos de viajes como el realizado por Hannon, el cual navegó más allá de las Columnas de Hércules a lo largo de la costa africana atlántica. Entre el 409 y el 406 a.C., estalló de nuevo el conflicto en Sicilia. Los cartagineses se apoderaron de Himera, Seliunte, Agrigento y Gela. La respuesta griega no se hizo esperar. Dionisio de Siracusa conquistó Motia en el 397 a.C., Tras varias guerras sucesivas, se estabilizó la frontera a lo largo del río Himera, lo que dejaba los dos tercios de la isla en poder de las ciudades griegas. Sin embargo, Cartago continuó teniendo una fuerte implantación en la isla. En el 311 a.C., Agátocles de Siracusa impulsó las hostilidades contra Cartago, tratando de llevar la guerra en suelo africano. Finalmente, se produjo un nuevo incidente con los griegos antes de la Primera Guerra Púnica. El general griego Pirro acudió a Sicilia, reclamado por las ciudades griegas, durante la guerra que enfrentaba a Roma contra Tarento, lo que supuso una amenaza para los cartagineses. El siguiente enfrentamiento que Cartago iba a tener en esta zona, ya fue contra Roma, que hasta ese momento había estado ligada por motivos y enemigos comunes a ella. 2. Instituciones cartaginesas A partir del análisis de tres fuentes de información: autores clásicos greco-latinos, epigrafía y la arqueología, se ha podido conocer con más detalle las instituciones cartaginesas. Una cuarta fuente de gran interés como son los textos líbicos, que aún están por descifrar. 2.1. La monarquía La leyenda de Elisa hizo pensar a los investigadores que la monarquía habría sido la forma primitiva de gobierno, semejante a la romana, aunque con la diferencia de que en un primer momento sería hereditaria para luego pasar a ser de carácter electivo. Hoy en día, no parece que se pueda hablar de la existencia de una monarquía. Al tratarse de una fundación colonial, es probable que en los primeros años o siglos de vida de la ciudad, Cartago estuviera dirigido por un gobernador impuesto desde Tiro. Cuando Cartago dejó de depender de la metrópoli que la fundó, los testimonios literarios parecen indicar que la forma de gobierno fueron las magistraturas electas, anuales y colegiadas, y no la monarquía. 2.2. El consejo de ancianos Confirmado desde el siglo VI a.C. Es probable que en un primer momento hubiera un pequeño grupo de consejeros del gobernante que pudo ser el embrión original del futuro Consejo de Ancianos. Los textos clásicos griegos hablan de gerusia, sanedrín o boulé, y los latinos, del Senado. No se conoce el término empleado por los púnicos para definir esta institución (mizar, baalim, zique ha-‘ir) Es probable que este Consejo de Ancianos estuviera conformado inicialmente por 100 senadores, aunque en el siglo II a.C., alcanzó los 300. Se reunían en la Curia (según los romanos) o Bouleuterion (según los Griegos). Es de suponer que estarían excluidos los extranjeros, libertos y esclavos, y que la entrada de los ciudadanos cartagineses dependería de la riqueza que tuvieran. Dentro de este Senado, existía una elite conocida con el nombre de Consejo Sagrado, compuesta por 30 miembros elegidos anualmente, pero se desconoce sus funciones y el momento en que apareció. El Consejo de Ancianos tenía la función de la política exterior del Estado, decidiendo en cuestiones de guerra y paz. 2.3. El tribunal de los cien En el siglo IV a.C., apareció la institución del Tribunal de los Cien. Sus miembros eran elegidos entre los senadores y la duración de cargo era vitalicia. Con el paso del tiempo, fueron acaparando más funciones judiciales. Aníbal modificó esta institución en el 196 a.C., ante los abusos de los senadores. A partir de ese momento, los jueces fueron elegidos anualmente y no podían repetir en el cargo. 2.4. Suffetes Fueron la magistratura más elevada de Cartago, equivalentes a los cónsules romanos. Inicialmente era uno, elegido anualmente, para posteriormente pasar a dos. Se desconoce el momento en el que aparecieron y si fueron el sustituto natural de los gobernadores impuestos por Tiro o de los reyes. Sus atribuciones eran muy amplias y abarcaban todos los campos, civil, militar, y religioso: Convocaba al Senado y a la asamblea popular Dirigía los debates Presentaba leyes Controlaba las finanzas del Estado, ayudados por una especie de cuestor Celebraba sacrificios en momentos especiales Administraba justicia Con el paso del tiempo, los poderes civiles se separaron de las atribuciones militares, desempeñados por generales elegidos entre las familias más relevantes de la ciudad. 2.5. La asamblea popular También existió una asamblea popular, cuyas funciones eran muy limitadas. Únicamente actuaba en dos casos: Tenía derecho a decidir si juzgaba un asunto en concreto, cuando no había acuerdo entre los dos sufetes, aunque uno de ellos fuera apoyado por el Senado, Decidía en materias que previamente habían sido debatidas en el Senado, y éste se había puesto de acuerdo con los sufetes. 2.6. Otras magistraturas También existieron otras magistraturas, cuyo nombre y funciones se desconocen en su casi totalidad. Destaca el Rab, vinculado a cuestiones financieras, y que sometía a los inspectores fiscales y todo lo relacionado con la Hacienda Pública. No obstante, con este nombre, también se conocieron otros magistrados, como: 1. Rab Kohanim, sacerdote superior de un santuario 2. Rab Shophetim, presidente del colegio de los sufetas 3. Rab Sophim, jefe de los escribas. 2.7. El ejército Durante los primeros siglos, Cartago no necesitó un verdadero ejército, y los mismos marineros de los barcos mercantes eran los que se encargaban de tomar las armas y defender los intereses estatales. No fue hasta finales del siglo VI a.C., cuando la expansión cartaginesa favoreció la creación de una estructura militar, necesaria para defender los intereses comerciales. Inicialmente, los soldados fueron reclutados entre los ciudadanos cartagineses, pero con el paso del tiempo dieron paso a mercenarios que eran reclutados en el Norte de África, Hispania (como por ejemplo, los honderos baleares) y la propia Italia. Nunca fue necesario un ejército permanente, sino que era reclutado cuando era necesario. Los cartagineses se reservaban los mandos superiores, principalmente los altos e influyentes personajes de la sociedad. No eran cargos anuales, a diferencia de los romanos. El ejército estaba presidido por un caudillo, el cual solía mantener su cargo hasta el final de la guerra. No obstante, algunos fueron destituidos por sus malos resultados. El ejército constaba de: Infantería: Cuerpo principal en el que los infantes llevaban armadura, espada corta. Algunos también llevaban arcos, jabalinas y hondas Caballería: Inicialmente, formaba parte los jóvenes de la nobleza cartaginesa. A partir del siglo IV a.C., estuvo formada por jinetes númidas que utilizaban caballos de pequeño tamaño y rápidos Carros de guerra: Utilizados hasta el siglo III a.C., en que fueron sustituidos por elefantes, mucho más efectivos. Artillería: Máquinas que eran utilizadas en el asedio de las ciudades y para lanzar toda clase de proyectiles. Marina de guerra: Era la mejor arma de Cartago. Se utilizaba tanto para el transporte de tropas como para el choque directo con los barcos enemigos, embistiendo al enemigo con el espolón que llevaban en la proa. Los barcos que empleaban eran los trirremes con tres órdenes de remos, y los quinquerremes que aparecen el siglo IV a.C. En esta fecha, también aparecieron los cuatrirremes con dos órdenes de remos y dos remeros en cada pala. 3. La religión Los cartagineses creían en la existencia de una vida en el más allá, a juzgar por la forma en la que eran colocados los cadáveres, el ajuar que los acompañaba, y el empleo de la incineración que se generalizó a partir del siglo V a. C., después que coexistiera inicialmente con la inhumación. 3.1. El panteón La costumbre de los cartagineses de emplear teóforos (derivados de los nombres de los Dioses) para las personas, como ha quedado constatado en las estelas, ha permitido conocer un gran número de divinidades. De ellas, destacan tres: ● Baal Hammon: Era la divinidad suprema del panteón cartaginés, y protector de la ciudad y de sus habitantes. Su nombre podía significar diferentes términos: Señor de la capilla, es decir el padre protector; el Señor del Altar de los Perfumes, lo que le vinculaba al fuego; y el Señor de Amanus, encargado de la tormenta y la lluvia. ● Tanit: Conocida como la Señora, tenía un origen oriental. Aparece representada al disco lunar, pero también a ritos de maternidad y fecundidad de la tierra. Era la pareja de Baal Hammón, al que hacía renacer, lo que la vinculaba con los ritos agrarios. También tuvo alguna relación con la guerra, ya que han aparecido representaciones de la Diosa armada con hacha y tres espadas. ● Melqart: El rey de la ciudad, protector de la expansión colonial de la ciudad. Era un Dios de carácter solar, al que se solían realizar determinadas ceremonias en enero-febrero en que se celebraban su muerte y su resurrección. Otras divinidades fueron: Reshef, dios de la guerra y del relámpago; Baal Safón, dios tutelar de los navíos, y Eshmun, relacionado con las curaciones. Cada uno de estos Dioses era objeto de culto por parte de los cartagineses, quienes desarrollaron diferentes ceremonias en honor a ellos. La fiesta de resurrección de Melqart fue la más importante, pero también se celebró la ceremonia agrícola, presente en el calendario festivo fenicio, y la fiesta anual que tenía una duración de cinco días y que se desarrollaba al inicio de la primavera, durante la cual se llevaba a cabo la ofrenda de las primicias a los Dioses. 3.2. Templo y santuario Se cree por las fuentes que los templos más antiguos seguían los modelos orientales. Probablemente eran semejantes al templo de Salomón, edificio dividido en tres partes: vestíbulo, la sala de culto, y la sala donde estaba la estatua del Dios. Los templos de las dos divinidades principales se levantaban en las proximidades del puerto. El de Baal Hammon al oeste del puerto, y el de Tanit entre la estación de Dermech y el mar. Al frente de los templos se encontraban los sacerdotes (kohanim) y sacerdotisas. Es probable que los cargos sacerdotales, al menos los más importantes, fueran hereditarios. Los sacerdotes gozaban de un elevado prestigio social, pero su autoridad se limitaba al campo religioso. Vestían túnica larga de lino, casi transparente, llevaban una banda sobre el hombro izquierdo, una faja de metal precioso en la frente para sujetar el cabello, y en algunos casos un alto peinado. En cuanto a los santuarios, se levantaban en lugares elevados, próximos a la ciudad, y seguían prototipos orientales. Eran recintos de forma rectangular o cuadrangular, rodeados de un muro, en cuyo interior se situaba una capilla destinada a acoger a la divinidad, que, a partir del siglo IV a.C., se sustituyó por un pequeño templo que seguía modelos griegos. Dentro del recinto también era habitual la existencia de un estanque para las abluciones. Todos estos santuarios poseían un rico tesoro compuesto por exvotos y objetos preciosos de todo tipo ofrecidos a la divinidad por los fieles. El Tofet fue el santuario más característico de todas las ciudades fenicias. Se dedicaba a ritos sacrificiales en honor a Moloch, sacrificando a un niño que era quemado vivo. Con el tiempo, este término también designó el recinto sagrado donde eran enterradas las víctimas de los sacrificios, a modo de necrópolis infantil. Para ello, se utilizaba una urna, sobre la que posteriormente se colocaba una estela. El Tofet de Cartago era el más importante. Estaba ubicado en el barrio del Salambó. Se han encontrado millares de urnas con sus correspondientes estelas votivas en honor a Baal Hammon y de Tanit. Diodoro Sículo ha señalado que el Tofet tenía una estatua de bronce en cuyas manos era colocada la víctima que después caía al fuego. El sacrificio infantil no afectaba únicamente a los primogénitos, como se creía hasta ahora. 3.3. El culto Los sacrificios constituyeron el principal rito religioso. Los fieles los llevaban a cabo para expiar las culpas, obtener el favor de los Dioses, y conseguir aplacar su cólera. Existían tres tipos de sacrificios: El holocausto, en que la víctima era entregada íntegramente al fuego El sacrificio de comunión El sacrificio de expiación en los que una parte de la víctima quedaba en poder del sacerdote como pago por sus servicios y otra era entregada al fiel. 4. Sociedad y economía cartaginesa 4.1. La sociedad Estaba dividida en dos clases, claramente identificadas. Por una parte, la clase dominante, integrada por la nobleza. Por otra, existía una clase inferior formada por artesanos y obreros de cualquier condición. En última instancia, también se encontraban los esclavos. La clase superior se basaba en criterios económicos y de pureza de sangre, es decir descendientes de los primeros pobladores de la ciudad. Ocupaba la práctica totalidad de los cargos dirigentes y los puestos en todas las instituciones que tenían que ver con el poder económico, político y administrativo. Había dos facciones enfrentadas políticamente, al mantener criterios e intereses económicos distintos: 1. Los que tenían explotaciones agrarias como principal actividad económica. Eran los pacifistas, porque propugnaban la limitación de las actuaciones de Cartago al ámbito africano. 2. Los que realizaban actividades comerciales y que eran conocidos como los militaristas. Defendían que Cartago tenía intereses tanto en África como en otros lugares de la costa occidental del Mediterráneo. Fueron los que empujaron el Estado a la guerra contra Roma. La clase inferior cartaginesa apenas podía ascender en la sociedad, y participaban en contadas ocasiones en la vida política. Algunos de ellos se ponían bajo la protección de un señor a cambio de ciertas contraprestaciones, estableciendo lazos de clientela. En Cartago, también debió existir una considerable colonia extranjera, especialmente de procedencia griega, que se ocupaban de diversos menesteres. Por debajo de los hombres libres estaban los esclavos, que fueron aumentando con el tiempo. Eran cautivos de guerra. Tenían ciertos derechos como asistir a actos culturales, poseer un pequeño patrimonio, casarse legalmente o obtener la libertad a través de la manumisión. 4.2. La economía El comercio se constituyó en la principal actividad económica, aunque también se practicó, con mayor o menor intensidad, la agricultura y la industria. 4.3. La agricultura En cuanto a la agricultura, adquirió importancia a partir del siglo IV a.C. Se desarrolló principalmente la de secano (trigo y cebada) que alimentaba a la población y al ejército en campaña, así como la arboricultura, principalmente vid y olivo, además de otros árboles frutales. En cuanto a la agricultura de regadío se cultivaron hortalizas (ajo, guisantes, puerro, col) y leguminosas (lentejas y probablemente garbanzos). También se cultivaron el lino y otras plantas herbáceas para la fabricación de cuerdas y cestas. La ganadería complementó la agricultura. Se criaban bóvidos, y especialmente ovinos (corderos), además de asnos, caballos y mulos. Los cartagineses también practicaron la pesca que era abundante en Túnez. La agricultura proporcionaba las principales materias primas para la industria. Los cartagineses se dedicaron a la fabricación de vino y aceite, las manufacturas de cestería y cordaje necesarios para la navegación, y los salazones, en los que se ponía en conserva el pescado que no era consumido fresco. 4.4. La industria La agricultura proporcionaba las principales materias primas para la industria. Los cartagineses se dedicaron a la fabricación de vino y aceite, las manufacturas de cestería y cordaje necesarios para la navegación, y los salazones, en los que se ponía en conserva el pescado que no era consumido fresco. Los cartagineses también impulsaron el sector textil. Fabricaron alfombras que exportaban, almohadas, telas de todo tipo, como las teñidas de púrpura, y objetos de cuero. Además, trabajaron los metales (oro, plata y cobre), como hacían los tirios, con el que fabricaban joyas, vajillas, estatuas y murales de piedras preciosas. Los artesanos se inspiraban en temas que procedían del mundo egipcio, primero, y luego helenístico. Los cartagineses eran diestros en los trabajos de madera (fabricación de barcos), pasta vítrea, marfil (con el que fabricaban peines) y barro, con el que producían gran número de utensilios como la vajilla cotidiana, las ánforas, figuras y máscaras de terracota. 4.5. El comercio El comercio posibilitó que Cartago se convirtiera en una de las ciudades más ricas de la antigüedad. Estaba en manos privadas, si bien estaba respaldada por las instituciones del Estado. Este hecho dio lugar a una poderosa burguesía que a su vez monopolizó los mecanismos del poder hasta la desaparición de la ciudad africana. Los cartagineses actuaron como intermediarios comerciales, sustituyendo a los fenicios en el Mediterráneo Occidental. Inventaron las transacciones comerciales. Importaban productos industriales (esparto, cuero, papiro), metales, piedras preciosas, objetos de lujo (alabastro, joyería, amuletos, huevos de avestruz) y productos pesqueros (atunes), parte de los cuales eran reexportados conjuntamente con la producción propia de los agricultores y artesanos cartagineses hacia las costas del Mediterráneo, la Europa Atlántica, y el interior de África. Los cartagineses se desplazaban por una serie de puertos marítimos que les servían de referencia tanto para sus viajes a Oriente como Occidente. Además, su carácter emprendedor les llevó a realizar nuevas exploraciones de lugares que les eran desconocidos, tal y como hicieron Hannón, que visitó las costas occidentales de África, y Himilcón, que navegó hacia Bretaña, Cornualles y tal vez Irlanda. 5. Las manifestaciones artísticas No se conocen con gran profundidad, a causa de los escasos restos encontrados, principalmente pequeños objetos aparecidos en la necrópolis. En cuanto a la arquitectura, se cree que los edificios seguían modelos orientales, empleando principalmente la piedra para dar solidez a sus construcciones. También utilizaban columnas como elementos decorativos, que solían ser acanaladas, de piedra, y en ocasiones estaban cubiertas de estuco. La cámara funeraria es la construcción mejor conocida. Estaba tallada en la roca y estaba conformada por varias habitaciones. En su interior, se acumulaban estelas y sarcófagos de piedra antropomorfos, que recuerdan a los egipcios. La escultura original cartaginesa apenas se conserva. En cambio, se han encontrado: 1) Estelas, inicialmente lisas, y a partir del siglo IV a.C., con inscripciones o relieves con los símbolos de la divinidad 2) Cipos que eran de tres tipos: forma de pequeña capilla de forma cuadrangular y con un nicho en la cara principal; forma de altar con una cavidad destinada a contener la urna de las cenizas; y forma de trono. La cerámica también fue abundante. Eran objetos de uso y no de lujo, a diferencia de la griega. Fabricaron todo tipo de recipientes de diferentes tamaños, para la vida cotidiana, civil, religiosa, y el transporte de las mercancías. Destacan los vasos en forma humana o animal, las lucernas y las máscaras que fueron los objetos cerámicos más distintivos de la cultura cartaginense. La arqueología ha recuperado un gran número de joyas fabricadas con piedras y metales preciosos como brazaletes o collares, objetos de aseo (navajas de afeitar), vasos de vidrio inspirados en el arte egipcio, y marfiles (peines, alfileres, pequeños cofres), que constituyen una muestra de la capacidad artística e imaginación de los cartagineses. 6. Primeros contactos entre Roma y Cartago Cartago conoció a Roma, como consecuencia de su contacto con las ciudades etruscas, de las que eran aliados frente los griegos, en el siglo VI a.C. Inicialmente, sus contactos fueron de apoyo y amistad, y se limitaron a la firma de una serie de sucesivos tratados en los que se establecían las áreas de influencia y las mutuas condiciones de ayuda. Concretamente, se establecieron cuatro tratados entre Cartago y Roma. 6.1. Primer tratado (509 a. C.) Se firmó en el primer año de la República, aunque la mayoría de los autores lo sitúan en la primera mitad del siglo V a.C. Este tratado fue favorable a los intereses de Cartago. A través de él, se pretendía evitar cualquier ansia expansionista de Roma. Según el tratado, los romanos y sus aliados no podían navegar más allá del Bello Promontorio (¿Tal vez, el Cabo Farina?), salvo en casos de fuerza mayor, si bien sólo podían permanecer cinco días. Sólo podían hacer negocios en los territorios cartagineses, si eran autorizados por un funcionario púnico, salvo en Sicilia donde había paridad de derechos. A cambio, los cartagineses se comprometían a respetar el Lacio y las ciudades latinas aliadas de Roma, no atacar al resto y en caso de hacerlo, entregarlas a Roma. Tampoco podían construir fortalezas en territorio lacial 6.2. Segundo tratado (348 a. C.) Probablemente, se firmó entre el 353 y el 343 a.C. En esos momentos, Roma se encontraba en una situación mejor que en el anterior tratado, con una mejor posición política en el Lacio. Aún así, las condiciones del tratado fueron semejantes a las del primero, y por tanto favorables a Cartago. Los romanos seguían sin poder navegar más allá de Bello Promontorio, así como Cerdeña y Libia, y Mastia y Tarseión, lugares desconocidos. No obstante, los intereses romanos en el Lacio se vieron reforzados a raíz de este segundo tratado. 6.3. Tercer tratado (306 a. C.) Se cree que fue firmado por Cartago y Roma, a fin de buscar nuevos aliados ante la difícil situación de ambos Estados. Roma estaba a punto de concluir su segunda guerra contra los samnitas, y Cartago vivía pendiente de la amenaza de Agátocles. 6.4. Cuarto tratado (278 a. C.) Roma y Cartago reafirmaron sus lazos de amistad ante el inicio de la guerra contra Tarento y la llegada del general griego Pirro a la Península Italiana, en ayuda de las ciudades de la Magna Grecia. Pretendían hacer frente a la amenaza que suponía la presencia del general griego. El tratado ratificaba los acuerdos anteriores y añadía nuevas cláusulas relativas a la presencia de Pirro en Italia y en Sicilia. Ambos Estados se comprometían en la ayuda mutua contra el invasor griego, especialmente Cartago, que ponía su flota a disposición de Roma para transportar a los ejércitos romanos y combatir si era necesario. Cada ciudad debía cubrir las necesidades económicas de las tropas que pusiese a disposición de la coalición. Es probable que estas cláusulas tuvieran validez mientras Pirro permaneciera en Occidente. 2. PRIMERA GUERRA PÚNICA 1. CAUSAS DEL CONFLICTO 2. OPERACIONES MILITARES 3. EL TRATADO DE PAZ Y SUS CONSECUENCIAS 241- 219 a. C. 4. CONQUISTA CARTAGINESA DE IBERIA 4.1. La situación en Cartago y la guerra de los mercenarios (242-238 a. C.) 4.2. El problema de Iliria 4.3. La expensión hacia el Norte 1. Causas del conflicto Hasta esos momentos, las relaciones entre Roma y Cartago habían sido muy cordiales, como ponen de manifiesto los diferentes tratados que se habían firmado. Sin embargo, en el Mediterráneo Occidental, Cartago se había convertido en el rival más peligroso. A comienzos del siglo IV a.C., Roma tenía dificultades para proseguir su expansión hacia la Italia meridional, ya que Cartago se había consolidado en la zona con el control de Sicilia Occidental y de otras islas (Córcega, Cerdeña, Lipari) Además, Roma también manifestaba su malestar contra los cartaginenses, por cuanto limitaban o impedían los movimientos de los comerciantes romano-itálicos en la zona meridional. Por esta razón, los romanos buscaban una excusa para intervenir contra los cartagineses. Necesitaban que cualquier aliado o amigo de Roma presente en la zona, solicitara ayuda contra los cartagineses para poder actuar, por cuanto el tratado que había firmado con los cartagineses durante la guerra contra Pirro, impedía su intervención en los asuntos de Sicilia. De igual manera, los cartagineses no podían hacer lo propio en la Península Italiana. Finalmente, los mamertinos se la proporcionaron. Los mamertinos (vocablo derivado de Mamers, Marte en lengua samnita) eran un grupo de mercenarios itálicos que combatían con Siracusa, y que tras ser licenciados, se apoderaron de Mesina, haciéndose dueños de la ciudad. Los mamertinos solitaron la ayuda de los cartagineses que tenía su punto de mira en el control de la isla, lograron que Hieron II levantara el sitio y regresara a Siracusa. Los mamertinos se cansaron pronto del rígido control de las tropas púnicas y enviaron una embajada a Roma para que les librara de los cartagineses Como aliados, los mamertinos solicitaron auxilio a Roma para poder defenderse de los ataques que sufrían por parte de los griegos bajo el mando de Hierón II de Siracusa y de sus aliados, los cartagineses, quienes tenían interés en controlar el tráfico del estrecho de Mesina. La petición provocó dudas en algunos sectores de Roma: El Senado se mantenía indeciso, consciente de las dificultades de la empresa, y a sabiendas de que ello suponía quebrantar el tratado firmado con Cartago, y probablemente la guerra. En cambio, las asambleas populares apoyaban decididamente la intervención militar. Representaban los intereses de los sectores artesanales y mercantiles, quienes veían que un posible control de Mesina permitiría mantener expedita la vía marítima entre el Tirreno y el Adriático, y evitaría cualquier intromisión de Cartago. 2. Operaciones militares Finalmente, el Senado romano decidió acceder a la petición de ayuda. De esta manera, sin previa declaración de guerra, en el 264 a.C., los romanos se trasladaban con las naves de los italiotas (los habitantes de las ciudades griegas del sur de Italia o Sicilia como Tarento o Turii), al no tener armada propia, bajo las órdenes del tribuno militar Cayo Claudio. Cayo Claudio llegaba a Mesina y expulsaba a la guarnición cartaginesa con el apoyo de algunas ciudades italiotas. Un año después, el cónsul Appio Claudio Caudex hizo huir a una flota enemiga compuesta por barcos cartagineses y griegos de Siracusa, quienes habían bloqueado el puerto de Mesina. Consolidado el control de Mesina, las tropas romanas bajo las órdenes del cónsul Valerio pusieron rumbo a Siracusa, donde el rey Hieron II aceptó firmar finalmente un acuerdo de amistad con los romanos, convencido de que su alianza con Cartago le había puesto una situación insostenible. Tras el control de las dos ciudades griegas, Mesina y Siracusa, los romanos pusieron sitio a otras ciudades griegas que estaban bajo el control de los cartagineses en Sicilia. Ocuparon Agrigento en el 262 a.C, lo que dio a Roma la confianza definitiva en sus posibilidades. Sin embargo, Roma necesitaba reforzar su poder naval si pretendía derrotar a Cartago. No podía cifrar únicamente su fuerza marítima en las aportaciones de barcos de las ciudades griegas. Cartago tenía entonces una enorme superioridad naval en el Mediterráneo. Por esta razón, los romanos procedieron a la construcción de 120 barcos en los astilleros de las ciudades griegas del sur de Italia, copiando el modelo de navío empleado por los cartagineses en la guerra. Con esta nueva armada, los romanos estaban en condiciones de superar a los cartagineses. En la primera batalla naval, celebrada en Lipari en el 260 a.C, los romanos conducidos por Cneo Cornelio Escipión fueron derrotados. Sin embargo, ese mismo añó, el cónsul C. Duilio obtuvo una gran victoria en Mylae (Milazzo). Entre el 259-257 a.C., la flota romana atacó las urbes que Cartago tenía en Córcega, Cerdeña y Sicilia. En el 256 a.C., los romanos hicieron su expedición naval más osada. Los cónsules Atilio Regulo y Manlio Vulsón condujeron una flota a África, con la esperanza de que las tropas estacionadas en Sicilia, abandonaran la isla para acudir en ayuda de Cartago. Esta flota derrotó a la armada cartaginesa en Ecnomo, cerca del cabo Bon. Confiados, los romanos desembarcaron en Clypea, cerca de Cartago, pero sufrieron la derrota de la llanura del Bagradas, donde los mercenarios de Jantipo aniquilaron el ejército romano. Los pocos supervivientes embarcaron en naves que naufragaron frente a las costas de Camarina, salvándose muy pocas. Ambos contendientes habían sufrido importantes pérdidas materiales y humanas. De ahí que en la siguiente década, cartagineses y romanos se dedicasen únicamente: 1. a realizar actos de piratería en las costas de África e Italia 2. y escaramuzas navales de desgaste con el objetivo de controlar algunas ciudades como Lilibeum (Marsala) y Drepanon (Trápani). A partir del 247 a.C., Cartago decidió intensificar las acciones y envió al joven Amílcar Barca a hacerse cargo de la guerra. Los resultados fueron excelentes, ya que logró recuperar parte de las posiciones perdidas e incluso saqueó la costa meridional de Italia. Roma creía que la derrota final de los cartagineses sólo se conseguiría con una victoria naval definitiva. Por tanto, en el 244 a.C., inició una nueva construcción de barcos de guerra que muy pronto demostró su superioridad naval: Así, en el 242 a.C., el cónsul Lutacio Cátulo se dirigió a Sicilia y puso cerco a los principales bases cartaginesas en Sicilia: Trapani y Lilibeum. Un año después, la escuadra romana obtenía una aplastante victoria en las islas Egatas o Lípari contra un enemigo agotado. 3. El tratado de paz y sus consecuencias La victoria romana fue inapelable, y Cartago, cansada de una guerra tan prolongada, le dio a Amílcar Barca, plenos poderes para negociar una paz honrosa con Roma. Finalmente, Amílcar Barca se avino a firmar un tratado con Roma. Por dicho tratado: ➢ Cartago aceptaba abandonar Sicilia y las islas próximas del Tirreno, que los cartagineses entendieron que eran las Islas Lipari y que en el 238 a.C., a raíz de un nuevo incidente, los romanos les hicieron ver que se referían a Córcega y Cerdeña. ➢ El jefe cartaginés se comprometía al pago de una fuerte indemnización por gastos de guerra, concretamente 2.200 talentos de plata (165 talentos equivalían a 4 toneladas de plata) en los siguientes 10 años. Además, debían pagar inmediatamente 1000 talentos. ➢ Los cartagineses debían devolver a los romanos todos sus prisioneros sin rescate ➢ Ambos Estados se comprometían a respetar a sus recíprocos aliados en caso de que cualquiera de las dos potencias tuviera conflictos con ellos. Con estas decisiones, se impedía que Cartago, cuyas arcas estaban agotadas, pudiera nuevamente fortalecer el ejército y la marina, y constituir un peligro. Por su parte, Roma convirtió en provincias una parte de los territorios dominados en Sicilia (237) y Sardinia-Córcega (235), respetando la autonomía de las ciudades griegas existentes en ellas como Segesta o Palermo. La conquista de Sicilia puso la primera piedra de su expansión fuera de Italia. Durante los primeros años, la isla estuvo gobernada, o mejor dicho defendida, por un cuestor que ostentaba el mando de la flota con sede en Lilibeo. Además, dos pequeños Estados mantuvieron una cierta autonomía política con el estatuto de federados: los mamertinos de Mesina y el pequeño reino de Hierón de Siracusa. 4. El periodo entre guerras 241-219 a. C. 4.1. La situación de Cartago y la guerra de los Mercenarios (242-238 a. C.) Como consecuencia del tratado de paz impuesto por Roma, la situación política de Cartago se degradó considerablemente. Las arcas del Estado estaban vacías a causa del gran esfuerzo realizado como consecuencia de la guerra y la indemnización que se pagó a Roma en los siguientes años. Se produjeron momentos de gran tensión entre el partido de la aristocracia terrateniente encabezado por Hannón, y el de los comerciantes de Amílcar Barca. Además, esta falta de recursos económicos provocó que las tropas mercenarias y aliados de los cartagineses como íberos, balearicos, ligures, galos y semigriegos se levantaran en armas en Sicca bajo los jefes Mato y Espendio, reclamando sus salarios, y desde allí se dirigieran a asediar las localidades de Útica e Hipona, las únicas ciudades que no se habían unido a la revuelta. A ellas se unieron una gran cantidad de poblaciones libias, cuyo único medio de sustento era la agricultura, y que estaban cansadas de la enorme presión fiscal ejercida por los púnicos. Los cartagineses bajo Hannon fueron derrotados en diferentes acciones militares. Ante ello, los dirigentes púnicos entregaron el mando a Amílcar Barca, quien logró una alianza con caudillos númidas. Como resultado, obligó a los sublevados a levantar el sitio de Útica, derrotando a Espendio. Sin embargo, fue una victoria efímera, ya que las disensiones entre los púnicos reavivaron la rebelión de los mercenarios, hasta el punto de que Cartago tuvo que pedir ayuda a Roma para poder sofocarla. Roma proporcionó víveres a los cartagineses y permitió que éstos reclutasen a nuevos mercenarios en suelo italiano, con los que Amílcar Barca consiguió derrotar de nuevo a Espendio. Tras esta victoria, avanzó hasta Túnez, donde estaba Mato. Allí, fue vencido, por lo que las altas jerarquías púnicas decidieron que Hannón y Amílcar Barca dejasen las disensiones internas y cooperasen para acabar con la resistencia. Finalmente, ambos dirigentes vencieron a Mato en el 238 a.C. La colaboración de Roma en suelo africano no se produjo en Cerdeña, donde los mercenarios masacraron a los cartagineses. Roma quiso aprovechar la debilidad de los cartagineses en esta isla, donde según el tratado del 242 a.C., quedaba bajo dominio púnico. Para ello, bastó que los sardos solicitasen su ayuda contra los cartagineses, para que Roma declarase la guerra a Cartago en el 238 a.C., quien se vio obligado a ceder la isla y pagar una nueva indemnización de guerra. 4.2. El problema de Iliria El problema de Iliria: Los romanos también tuvieron que hacer frente al problema ilirio en el Mediterráneo Oriental. Roma quería consolidar su posición romana en el Adríático, pero para ello debía combatir a los piratas procedentes de Dalmacia e Iliria, cuya actividad se incrementó considerablemente entre el 240 y 230 a.C. Como resultado, hubo dos guerras: 1. Primera Guerra Ilírica (230 y 228 a.C) Teuta, la viuda del rey ilirio Agrón, rechazó las pretensiones romanas de que los mercaderes romanos fueran compensados por los daños sufridos a causa de la piratería. La respuesta romana no se hizo esperar. Una gran flota llegó a las cercanías de Apolonia en el 229 a.C. La presencia romana hizo que numerosas ciudades (Corcira, Epidamno y Apolonia entre otras) cambiasen de bando y se pusieran bajo la protección de Roma. Ante ello, Teuta solicitó la paz en el 228 a.C., solicitó la paz, renunció a las posesiones de la costa del Adriático, y se comprometió a que sus naves no sobrepasaran la actual Alessio. 2. Segunda Guerra Ilírica (220-219 a.C) A partir del 225 a.C., los problemas surgieron de nuevo y volvieron a hacer acto de presencia los piratas que amenazaban los intereses romanos. En el 220 a.C., Demetrio de Faros irrumpió la zona griega con una importante flota de piratas. La respuesta romana fue inmediata. Roma envió la flota al mando de los cónsules Emilio Paulo y Livio Salinator en el 219 a.C., que propició la caída de Dimala y Faros, y la huida de Demetrio a Macedonia. Con estas dos intervenciones, Roma llevó a cabo sus primeros contactos con los asuntos de Oriente que tendrían su continuación tras la segunda guerra contra Cartago. 4.3. El expansionismo hacia el norte En aquellos momentos, Roma no podía hacer frente al avance de los cartagineses en la Península Ibérica. Debía resolver determinados problemas exteriores entre los que se encontraba la rebelión de los pueblos presentes en el Norte de Italia. Efectivamente, los pueblos que habitaban los territorios del norte de la Península Italiana, llamada Galia Cisalpina, ya habían intentado rebelarse en el 236 a.C., después de la I Guerra Púnica. Sin embargo, no sería hasta el 232 a.C., cuando los boyos e insubres se rebelaron contra los romanos ante el conocimiento de que estos últimos habían propuesto la parcelación y el reparto del territorio de los senones, otro de los pueblos norteños, en virtud de la ley de C. Flamimio, tribuno de la plebe. Los boyos e insubres solicitaron ayuda a poblaciones galas presentes en el otro lado de los Apeninos e invadieron la zona bajo dominio romano en el 225 a.C. Roma reaccionó con prontitud y derrotó a la coalición de pueblos junto al cabo Telamón, bajo el cónsul Atilio Régulo. La victoria facilitó que los romanos sometieran una a una todas las poblaciones galas del Norte de la Península Italiana. Primero a los boyos, en el 224 a.C., y después a los insubres, entre 223 y 222 a.C., en la batalla de Clastidio, por la cual, ocuparon Mediolanum (Milán), su capital, y establecieron colonias en Módena, Pacencia (Piacenza) y Cremona. 5. La conquista cartaginesa de Iberia Las limitaciones impuestas por el tratado de Lutacio Cátulo no impedían la expansión de Cartago hacia el extremo occidental del Mediterráneo, y más concretamente la Península Ibérica. Como resultado, los cartagineses pusieron sus ojos en la Península Ibérica, realizando una política que muchos autores han definido como imperialista. Amílcar Barca estaba convencido de que la recuperación económica y política de Cartago pasaba por iniciar su expansión hacia Occidente. Amílcar era consciente que la Península Ibérica tenía minas, especialmente las de plata de Sierra Morena, que podían devolver el prestigio perdido al Estado africano, y volver a recuperar la hegemonía sobre el Mediterráneo Occidental. Amílcar Barca convenció al Senado de que era necesario esta política. De esta manera, en el 237 a.C., acompañado de su hijo Aníbal de 9 años, y de Asdrúbal, se trasladó a la Península, concretamente a Cádiz, con un ejército bien preparado. Con gran facilidad, Amílcar Barca derrotó a una coalición de pueblos indígenas compuesta por íberos, tartesios y celtíberos comandados por Istolacio, prosiguiendo su expansión hacia el sur y sudeste de la Península Ibérica, no sin concertar alianzas con otros pueblos. Amílcar fundó la localidad de Akra Leuke (Tossal de Manises en Alicante) en la costa de Levante como centro militar y administrativo de los cartagineses en la zona. En el 229 a.C., Amílcar perdió la vida vadeando un río (si bien hay otros autores que señalan que se encontraba asediando la ciudad de Hélice), con lo que el mando recayó en Asdrúbal, su yerno. Asdrúbal era partidario de desplegar una intensa labor diplomática, apoyándose en la violencia, únciamente cuando era imprescindible. Efectuó numerosas alianzas con los reyes ibéricos, que tuvieron éxito. Como resultado, numerosos pueblos del sur de la Península lo reconocieron como jefe supremo, y él además se casó con la hija de uno de ellos. Bajo el mandato de Asdrúbal, los cartagineses consolidaron el dominio más allá del río Segura y pudieron acceder a la explotación de los recursos metalíferos de plama y plomo existentes en el área. Además, logró que las tribus aceptaran el pago de impuestos como compensación por la protección que les ofrecía. De esta manera, los cartagineses pudieron seguir pagando la deuda que habían contraído con Roma a raíz de la I Guerra Púnica. En torno al 226 a.C., Asdrúbal fundaría Cartago Nova (Cartagena), la nueva base de operaciones. 3. LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA 1. El tratado del Ebro y las causas de la guerra A causa de algunos de estos conflictos citados, Roma no había podido prestar atención a la expansión de los cartagineses en la Península Ibérica. Roma firmó el llamado Tratado del Ebro en el 226 a.C., con el objetivo de frenar el avance cartaginés hacia el noreste peninsular, sin necesidad de tener que enfrentarse abiertamente. Dicho Tratado estipulaba que el río Ebro quedaba como límite del ámbito de influencia o dominio de romanos y cartagineses. Además, estos últimos se comprometían a no sobrepasar en armas la línea de este río. En el 221 a.C., se produjo la inesperada muerte de Asdrúbal a manos de un esclavo celta, que dejó la jefatura militar en manos de Aníbal, su sobrino, partidario de acabar con el poderío de Roma, mediante una política militarista. En este sentido, realizó dos actos que pusieron al borde de la guerra a Cartago y Roma: ● En el 220 a.C., actuó en la Meseta contra los olcades (entre el Tajo y Guadiana) a los que sometió con facilidad. Al año siguiente, derrotó a los carpetanos, conquistando Helmantica (Salamanca) y Arbucala (Toro), con lo que gran parte de la Península quedaba sometida a los cartagineses. ● En la primavera del 219 a.C., su objetivo era ampliar el dominio cartaginés en la costa mediterránea y levantó su campamento frente a Sagunto, una ciudad que se había mostrado leal a Roma y que había firmado un tratado de amistad en el 226. Tras esta incursión, Cartago controlaba todas las zonas situadas al sur del Ebro, excepto Sagunto en el 220 a.C. Aníbal buscaba una excusa para ocupar esta ciudad. Finalmente, encontró el pretexto, cuando los turboletas (turolenses), un pueblo que era aliado de los cartagineses, se quejaron por algunas actuaciones de los saguntinos (asaltaban campos e infringían sus leyes). En el año 219 a.C., Aníbal atacó Sagunto. Inició el cerco y después de ocho meses, conquistó la ciudad. A pesar de la ayuda solicitada por los saguntinos, Roma no pudo enviarles ningún socorro, a causa de los conflictos que aún mantenía en el Norte de Italia y Adriático. Este ataque contra Sagunto proporcionó a Roma el pretexto para declarar formalmente la guerra a Cartago en marzo del 218 a.C. Roma consideró que el tratado de Lutacio Cátulo del 241 a.C había sido violado, pues la ciudad levantina tenía status de aliada. Roma invocó una vaga cláusula que establecía el mutuo respeto de los aliados de ambas potencias. Interpretó esta cláusula como que cada parte debía garantizar la seguridad de los aliados de la otra, y no sólo los aliados que poseían en el momento de la firma del tratado de la I Guerra Púnica. Por tanto, la intervención contravenía los pactos firmados. Lógicamente, los cartagineses decían lo contrario, ya que el tratado de Lutacio Cátulo sólo hacía referencia a aquellos aliados que cada potencia tenía en el momento del pacto, por lo que no se debían incluir los correspondientes a Hispania. Además, algunos historiadores romanos como Livio, para justificar la actuación de Roma, incluyeron explícitamente la ciudad de Sagunto en el tratado del Ebro, e incluso llegaron a situarla en el norte del río, para que el ataque romano supusiera una doble trasgresión del tratado (ataque a un aliado y no respetar el límite de influencia). En este sentido, el historiador griego Polibio había cometido el error de situar Sagunto al norte del Ebro, y por tanto en territorio prohibido al expansionismo cartaginés, lo que ha hecho que algunos historiadores hayan acabando creyendo que el río al que se refería el Tratado, no era el Ebro, sino el Sucro, actual Júcar. No obstante, hoy en día, la gran mayoría de investigadores están convencidos de que el Tratado se refería al río Ebro, y que no existió ninguna cláusula específica referente a la alianza de Sagunto con la República romana. Por tanto, hacen recaer la responsabilidad de la guerra en los romanos. Los historiadores también están convencidos de que el ataque de Aníbal contra Sagunto no fue más que la causa final de una guerra que buscaban ambos Estados. Opinan que Roma y Cartago llevaban la misma política destinada a ser la única potencia hegemónica en el Mediterráneo 2. El desarrollo de la guerra Tras la declaración de guerra, Aníbal se dispuso a elaborar una estrategia con garantía de éxito: En primer lugar, elaboró un plan consistente en cruzar el Ebro y conducir su ejército por tierra a Roma, atravesando los Pirineos y los Alpes. Contaba con el factor sorpresa, ya que su paso por los Alpes con un gran ejército era algo que no podía ser concebido ni esperado por Roma. Él esperaba que los boyos y los insubres (los pueblos celtas de esta zona) colaboraran con su ejército para verse libres de los romanos, cuando pasase por sus tierras. Además, Aníbal era consciente que no podría derrotar a Roma en el mar, ya que la flota romana había mostrado claramente su superioridad naval. A fin de no descuidar la retaguardia, y antes de su salida de la Península Ibérica, diseño nuevos planes: Decidió proteger las bases de Hispania con tropas africanas. Nombró a Asdrúbal, su hermano, jefe militar en la Península y se aseguró la fidelidad de algunos pueblos ibéricos, tomando como rehenes a jefes indígenas. No descuidó África. Destinó tropas de procedencia hispana a Cartago ante un posible ataque romano. Tras diseñar el plan, Aníbal partió de Cartago Nova en abril del 218, y cruzó rápidamente el Ebro, tras someter las tribus filoromanas entre este río y los Pirineos (ilergetes, bargusios, ausetanos). Mientras Aníbal proseguía su avance hacia la Galia, ocurrieron dos acontecimientos significativos: 1) Por una parte, los boyos y los insubres se levantaron contra los romanos, a la espera de la llegada de los cartagineses. 2) Por otra, los ejércitos romanos bajo el mando de Publio Cornelio Escipión se trasladaron al Ródano para detener el avance de los cartagineses. Sin embargo, Aníbal ya había atravesado esta zona, por lo que Roma decidió cambiar de táctica. Envió a Cneo Cornelio Escipión a la colonia griega de Ampurias, aliada de Roma, en el 218 a.C., con el objetivo de impedir los posibles aprovisionamientos de Asdrúbal a Aníbal y de actuar en la retaguardia de Aníbal. Por su parte, Publio Cornelio regresó a Italia para unirse a las legiones de Manlio y Attilo acantonadas en el valle del Po. Tras múltiples dificultades, el ejército de Aníbal consiguió atravesar Alpes y llegar a la llanura padana no sin grandes pérdidas humanas, que pudo recuperar con la entrada de nuevos mercenarios galos. A partir de ahí, comenzó a vencer a los romanos, en el lago Tesino en otoño del 218 a.C y en Trebia (en el paso del Po). Al año siguiente, Aníbal había alcanzado el centro de Italia, tras cruzar los Apeninos. La llegada por sorpresa de Aníbal facilitó la victoria contra las tropas romanas de Flaminio en el lago Trasimeno (junio del 217 a.C). De esta forma, el camino hasta Roma estaba libre. Ante esta situación de emergencia, Roma nombró dictador o dictator a Quinto Fabio Máximo Cunctator (el Precavido). Su táctica era evitar los amplios enfrentamientos y dificultar el aprovisionamiento de las tropas cartaginesas. Sin embargo, este planteamiento fue muy criticado por el Senado, partidario de luchar en campo abierto contra los cartagineses. Por esta razón, Fabio Máximo fue reemplazado por el cónsul Terencio Varrón y L. Emilio Paulo quienes sufrieron una estrepitosa derrota en Cannas (216 a.C.). Tras esta victoria, Capua y Siracusa se pasaron al bando cartaginés. En estas fechas, la situación de Roma era desesperada, ya que estaba a merced de los cartagineses. Además, Aníbal también se procuró el apoyo a su causa de Filipo V de Macedonia, quien iniciaría la I guerra macedónica contra Roma en los Balcanes en el 215 a.C., internacionalizando definitivamente el conflicto. El Senado comprendió que la mejor estrategia contra Aníbal era la defensiva; es decir evitar grandes enfrentamientos y prolongar la guerra, al objeto de que los mercenarios de Aníbal estuvieran dispuestos a cambiar de bando si la guerra se prolongaba y no obtenía beneficios. Esta táctica comenzó a dar buenos resultados. Además, ocurrieron varios aspectos que inclinaron la balanza a favor de los romanos: - Aníbal no se atrevió a atacar directamente a Roma, esperando que el Senado capitulara. En estos momentos, la ciudad tenía escasa protección y por tanto, el general púnico hubiera podido penetrar en Roma y acabar con la República. - Además, la mayoría de pueblos italianos (latinos, etruscos) y las ciudades griegas o italiotas de la Magna Grecia decidieron permanecer fieles a Roma. En consecuencia, Aníbal decidió no atacar directamente a Roma y se dirigió a ocupar el sur de Italia, la única zona que aún no controlaba. Los romanos evitaban los grandes enfrentamientos, por lo que el general púnico siguió cosechando pequeñas victorias entre el 215 y 210 a.C., aunque también algunas derrotas significativas. En el 213 a.C., Aníbal se vio obligado a ir tomando una por una las ciudades griegas de la Península Italiana y de Sicilia, al permanecer fieles a Roma, como Tarento en el 212 a.C. Debió dejar guarniciones con lo que se redujo su ejército principal. Mientras tanto, Roma se reforzaba militarmente, puesto que el general púnico no amenazaba seriamente la capital de la República. Asdrúbal era la gran esperanza de Aníbal. Aníbal necesitaba que le enviase nuevas tropas desde Hispania para reforzar su ejército y acabar con Roma. Pero, Asdrúbal, no pudo proporcionarle tropas hasta el 207 a.C. En el 217 a.C., Publio Cornelio Escipión se reunió con su hermano Cneo en Hispania con la intención de evitar el envío de los ansiados refuerzos a Aníbal. Ambos hermanos lograron que muchos pueblos indígenas de la Península se pasaran al bando romano, y que las tropas destinadas a engrosar los contingentes militares de Aníbal en Italia, tuvieran que ser mandadas a Hispania para evitar que ésta fuera dominada por los romanos. De esta manera, entre el 218 a.C. y el 212 a.C., Asdrúbal y sus generales Magón, hermano de Aníbal, y Asdrúbal Giscón, sufrieron importantes derrotas en la Península Ibérica a manos de los hermanos Escipión, que le impidieron trasladar las tropas cartaginesas a Italia. A partir del 210 a.C., Asdrúbal fue vencido por Publio Cornelio, hijo del anterior Publio Cornelio, que había sido enviado por Roma a Hispania, tras la muerte de su padre y su hermano Cneo en el 212 a.C. en dos emboscadas de los cartagineses en el Alto Guadalquivir (Cástulo en el caso del primero, y Lorca, en el caso del segundo). Publio Cornelio demostró su talento militar en diversas acciones militares: ➢ En el 209 a.C., capturó Cartago Nova (Cartagena), la principal ciudad púnica en Hispania, y área de control de los ricos yacimientos de plata de la zona. ➢ Un año después, venció en Baecula (Bailén), lo que le permitió abrirse paso hacia el Guadalquivir. Estas dos victorias supusieron el inicio del fin de los cartagineses en Hispania. Tras la pérdida de territorios en la Península Ibérica, Asdrúbal se dirigió a Italia para intentar dar un vuelco a la guerra. Sin embargo, una vez más, Aníbal no tuvo suerte. El ejército de Asdrúbal que había llegado a Italia cayó en una trampa y quedó totalmente destruido en el 207 a.C. junto al río Metauro en la batalla conocida como Senense Proelium. En esta batalla, murió Asdrúbal a manos de los ejércitos conducidos por C. Claudio Nerón y M. Livio Salinator. Desde entonces, Aníbal sólo pudo mantenerse a la defensiva, ya que fue perdiendo territorios. El cónsul Claudio Marcelo recuperó ciudades del sur de Italia, como Siracusa. En el 205 a.C., Publio Cornelio Escipión entró en Gades (Cádiz), la última localidad bajo control de los púnicos en Hispania, un año despúes de derrotar a los cartagineses en Ilipa, cerca de Alcalá del Río. Finalmente, Aníbal decidió abandonar Italia en el 204 a.C. ante la imposibilidad de poder vencer a los romanos en su territorio y ante la nueva estrategia de Roma. Los romanos decidieron dar el golpe definitivo contra los cartagineses llevando la guerra a África con la intención de poner sitio a la capital Cartago. El Senado romano consideró que era el momento adecuado para acabar con Cartago, puesto que: 1. Los romanos controlaban todos los territorios cartagineses en Hispania 2. Habían ocupado todas las ciudades italianas en manos de los púnicos. 3. Habían conseguido terminar el conflicto en Oriente, tras concertar en el 205 a.C. un acuerdo con Filipo V. Por esta razón, Publio Cornelio Escipión recibió la autorización del Senado romano para atacar Cartago. Desembarcó en el 204 a.C., y comenzó a combatir a los cartagineses, derrotándolos en numerosas ocasiones a lo largo del año 203 a.C (Batalla de Llanos Grandes, batalla naval de Útica, toma de Túnez, y derrota de Sfax) Ante estos ataques, el Estado cartaginés propuso negociar a Roma. Eran conscientes de la superioridad de los romanos. Los púnicos llegaron a un acuerdo, por el cual renunciaba a todos los territorios ibéricos, galos e itálicos, así como los de las islas entre África e Italia, así como otras condiciones económicas. Sin embargo, la llegada de Aníbal a África provocó una ruptura de las negociaciones. El año 202 a.C., el ejército romano bajo las órdenes de Publio Cornelio Escipión derrotó completamente a las tropas de Aníbal en la batalla de Zama-Naggara. Aníbal escapó con vida y huyó a Siria, donde murió en el 183 a.C. Publio Cornelio recibiría el sobrenombre del Africano. Tras la victoria, Roma impuso nuevas condiciones a los cartagineses, mucho más duras que las anteriores: 1. No podían tener más de 10 barcos 2. Debían renunciar a todos los territorios 3. No podían volver a enviar tropas a Hispania 4. pagar a Roma una indemnización de 10.000 talentos a lo largo de 50 años 3. El final de la guerra y sus consecuencias La II Guerra Púnica había ocasionado una serie de consecuencias: ● Los romanos se habían convertido en la principal potencia política y económica del Mediterráneo que se confirmaría con la posterior ocupación de territorios en la zona oriental, y con la preponderancia en los principales mercados comerciales. ● Roma había conseguido eliminar el peligro cartaginés, dejando Cartago reducido a un pequeño reino, endeudado y vigilado por sus aliados, los númidas de Masinisa. Los cartagineses no podían defenderse de sus adversarios númidas sin el permiso de Roma. ● Los romanos habían ampliado sus dominios con el control del sur y la franja mediterránea de la Península Ibérica. ● Además, consiguió apoderarse de los monopolios del Estado cartaginés en Hispania: las salinas e industrias de salazones y las minas que permitieron la recuperación económica de Roma. Los publicanos romanos (personajes privados que arrendaban la explotación de minas u otras rentas al Estado romano) sustituyeron a los cartagineses en la extracción de todos los recursos materiales que Hispania podía proporcionar. ● Roma también se apoderó del reino de Hierón II de Siracusa, pasando sus territorios a engrosar la provincia romana de esta isla. ● Además, los romanos sometieron a los galos que poblaban la llanura del Po, y que habían sido incondicionales aliados de Aníbal. También castigaron algunas ciudades como Capua, que se había pasado al bando cartaginés. Sus habitantes fueron dispersados, la ciudad arrasada, y su territorio pasó a formar parte del ager publicus romano. En el plano político, la II Guerra Púnica también supuso que el Senado Romano se renovase como consecuencia del gran número de vidas humanas perdidas. La guerra facilitó el acceso a nuevos hombres, elegidos mayoritariamente entre los ciudadanos romanos. Además, la alta oligarquía senatorial vio fortalecida su posición dentro de la sociedad romana, provocando el llamado imperio de la clase gobernante, donde un grupo reducido de familias rivalizarían por la obtención de los privilegios que concedía el poder. Entre las familias, iban a destacar los Escipiones, a quienes se reconocía que habían salvado el Estado romano. Otra consecuencia fue el notable progreso en el poder individual de las magistraturas en detrimento del principio de colegialidad. Así, algunos magistrados con imperium ocuparon sus cargos sin respetar la ley establecida, en períodos de tiempo muy cercanos entre sí o incluso consecutivos. Así sucedió con el mismo Escipión, cuya autoridad militar se le prorrogaría durante años hasta el final de la guerra. B. EL IMPERIALISMO ROMANO 4. LA INTERVENCIÓN EN ORIENTE Y LA CONQUISTA DE GRECIA 1. LA SEGUNDA GUERRA MACEDÓNICA (200-196 a. C) 2. LA LIBERACIÓN DE GRECIA 3. LA GUERRA CON ESPARTA (195 a. C.) 4. LA GUERRA ASIÁTICA (192-188 a. C.) 5. LA TERCERA GUERRA MACEDÓNICA (171-168 a. C.) Y LA SUMISIÓN DE GRECIA 1. La segunda Guerra Macedónica (200-196 a. C.) La Cuestión de Oriente: El inicio de la sumisión de los reinos helenísticos y las Guerras Macedónicas Desde la segunda mitad del siglo III, Roma tuvo que intervenir gradualmente en los asuntos del Mediterráneo Oriental. Como se ha señalado, en el 230-228 a. C., la República Romana ya debió actuar contra la piratería ilírica, quien impedía los intercambios comerciales de sus ciudadanos en el Adriático. Durante el conflicto contra Aníbal, Roma también tuvo que intervenir en diversas ocasiones en Oriente. La internacionalización del conflicto púnico llevó a las tropas romanas al Adriático y el Egeo. Aún así, la Roma no pudo impedir que el rey de Macedonia, Filipo V, aliado de Aníbal, se apoderase de Iliria. En aquellos momentos, la República estaba más pendiente de evitar que Filipo V enviase tropas de ayuda a Aníbal que de contener una posible expansión macedónica. A finales del siglo III, el Senado Romano seguía sin tener como objetivo una política de ocupación de territorios griegos. Al contrario, Roma prefería seguir manteniendo relaciones políticas y contactos económicos con las monarquías helenísticas. Por esta razón: ➢ Había firmado un tratado de paz (Fenice) con Filipo V en el 205 a.C. ➢ Estaba dispuesto a disminuir la presencia militar en Grecia, la cual estaba conformada por una serie de pequeños y grandes reinos La Segunda Guerra Macedónica (200-196 a.C) Sin embargo, las condiciones políticas variaron considerablemente a comienzos del siglo II a.C. en Oriente, cuando la monarquía seléucida bajo Antíoco III y la monarquía macedonia gobernada por Filipo V firmaron un pacto secreto en el 202 a.C., por el cual se repartirían diversos territorios ptolemaicos o lágidas situados fuera de Egipto, aprovechando la minoría de edad de su rey, Ptolomeo V Epifanes (6 años de edad). Según este pacto, Macedonia ocuparía las islas del Egeo y la zona de Cirenaica, mientras que Siria controlaría las posesiones asiáticas del Mediterráneo Oriental. Roma temía que si ambas monarquías conseguían sus propósitos saldrían considerablemente fortalecidas y se rompería el equilibrio de poderes en el Mediterráneo. Pero lo que más le preocupaba era que Macedonia acabase controlando Grecia y se constituyera en una amenaza similar a la de Cartago en Occidente. Antíoco III logró su objetivo y ocupó sin excesivas dificultades la Celesiria en manos de la monarquía lágida entre el 202-200 a.C. Por su parte, Filipo V comenzó sus ansias expansionistas en Grecia, lo que despertó el recelo de otros estados griegos y el joven Ptolomeo V. Ante ello, Pérgamo y Rodas, los aliados griegos en Oriente, solicitaron la ayuda a Roma ante el temor de un ataque macedonio. En Roma existían dos posturas claramente encontradas: los no intervencionistas, apoyados por M. Porcio Catón, y los que estaban a favor de acudir en ayuda de los griegos, dirigidos por Escipión en Africano, y que pretendían castigar a Filipo V por el apoyo prestado a Aníbal, además de obtener grandes riquezas. Se impuso esta última postura. Roma buscó un pretexto para entrar en guerra contra Macedonia. Finalmente, en el 200 a.C., el Senado romano declaró la guerra a Filipo V, después que Atenas, una de sus ciudades aliadas, fuera atacada. Se iniciaba así la II guerra Macedónica. Roma consiguió la neutralidad de Antíoco III de Siria y que los aliados tradicionales de Macedonia (La Liga Aquea, Epiro y Esparta) pasasen gradualmente a su bando. A pesar de ello, Filipo V logró mantener sus posiciones hasta que Roma pudo desembarcar en la costa ilírica y penetrar en Macedonia, obligando a Filipo V a retirarse a Tesalia. Finalmente, en el 197 a.C., el cónsul romano Tito Quinctio Flamminio venció a Filipo V en la batalla decisiva de Cinoscéfalos (Tesalia). Tras la derrota, el rey macedonio aceptó las condiciones de paz: ➢ Debía renunciar a la flota de guerra, excepto 5 naves ➢ Pagar una indemnización de 1000 talentos ➢ Retirarse de todos los territorios que había conquistado en Asia Menor y Tracia, así como de las guarniciones que había establecido en varias ciudades griegas. ➢ No obstante, se le permitió controlar algunas ciudades de Macedonia con el propósito de obstaculizar cualquier tentativa de expansión de Antíoco III 2. La liberación de Grecia Un año después, los romanos proclamaron en los Juegos Ístmicos que las poblaciones griegas eran libres, unicamente sometidas a las leyes que ellos mismos se diesen y exentos de pagar tributos. Con esta medida, ciertos sectores de la alta sociedad romana, por quienes sentían una admiración por el bagaje cultural griego como la familia de los Escipiones, trataban de evitar que en lo sucesivo Macedonia intentara efectuar un nuevo proceso expansionista. A pesar de esta declaración realizada por el heraldo del Cónsul Quinctio, las ingerencias romanas en la política griega fueron constantes. 3. La guerra contra Esparta (195 a. C.) Tras la II Guerra Macedónica, el interés de Roma basculó hacia el Mediterráneo Oriental en el siglo II a.C. Se implicó en los asuntos de los pequeños y grandes reinos presentes en esta zona. Esparta fue uno de estos lugares. Nabis, el tirano de Esparta, controlaba Argos, gracias a su apoyo a Filipo durante la II Guerra Macedónica. Las ciudades griegas exigieron al cónsul Quinctio Flamminio su compromiso de liberar Argos, lo que suponía declarar la guerra a Nabis. Para Roma, era una excelente excusa para mantener sus tropas en Grecia. Sin embargo, el cónsul romano se apresuró a concluir el conflicto con Esparta, más pendiente de una posible guerra de Roma contra Antíoco III. Pese a ello, todos los griegos se coaligaron contra Nabis, excepto los etolios. Finalmente, el tirano de Esparta se vio obligado a firmar la paz y entregar Argos, la Argólida, sus posesiones de Creta, las ciudades costeras de Laconia, y la flota. Roma se percató del peligro que suponía mantener las guarniciones en las ciudades griegas, quienes amenazaban con rebelarse y crear un nuevo frente antirromano. Por tanto, decidió evacuar las tropas en el 194 a.C., a sabiendas de que ello supondría la aparición de nuevos conflictos, como así sucedió. 4. La guerra Asiática Como se puede constatar, Roma ya estaba empleando cualquier método válido para lograr sus objetivos y anexionarse nuevos territorios. Si hasta entonces Roma había respetado y utilizado de modo positivo los tratados con otros pueblos, siempre que no se sintiera perjudicada gravemente, a partir de ahora van a ser una simple herramienta al servicio de sus aspiraciones. La guerra se convirtió en el instrumento fundamental de la política exterior romana, no sólo en Oriente, sino en Oriente. El desarrollo y la exacerbación de una actitud extremadamente agresiva le sirvieron de escudo de protección frente a posibles agresiones externas. Roma también decidió actuar contra el monarca Antioco III de Siria, quien había incrementado sus posesiones en Asia Menor y el Egeo, tras la paz de los romanos con Macedonia (197 a.C.). Concretamente: 1. Había ocupado la zona meridional de Siria 2. Ocupado gran parte de las ciudades griegas minorasiáticas que estaban en manos de los egipcios. 3. Se había apoderado del Quersoneso Tracio Antioco III también estaba apoyando a la Liga Etólica compuesta por diferentes ciudades griegas para que recuperase territorios sobre los que las ciudades creían tener derechos. De esta forma, comenzó a ser considerado por las clases griegas menos favorecidas, como su futuro libertador. Antíoco III pretendía consolidar la soberanía sobre Tracia y Asia, en tanto que Roma no estaba dispuesta a ceder tanto, ofreciéndole únicamente una de las dos opciones. Las posturas entre Roma y Antíoco III estaban muy alejadas para poder llegar a un posible acuerdo, por lo que fue imposible un acuerdo de paz. En el 192 a.C., Antíoco desembarcó con un pequeño ejército en la costa de Tesalia, donde recibió la adhesión de Beocia, Elíade, Eubea y Mesenia. Esta intervención de los seleúcidos en el Egeo, unido al ataque y el exterminio de un pequeño destacamento romano, motivó que Roma le declarase la guerra. Roma contaba con el apoyo de la Liga Aquea y de Filipo V de Macedonia, a quien le ofreció la ampliación de su territorio y le perdonó el pago de la deuda de la guerra. En el 191 a.C., Manio Acilio Glabrión venció a las tropas del rey sirio en las Termópilas, huyendo Antíoco a Siria. Una vez abandonado el territorio griego, los aliados de Antíoco fueron rindiéndose poco a poco a Roma, a excepción de los etolios que lograron resistir por algún tiempo. Los romanos pudieron pasar a Asia, gracias a su supremacía marítima. El pretor Emilio Regilo, con el auxilio de los rodios, derrotó a la flota de Antíoco cerca del cabo Mioneso en septiembre del 190 a.C. Antíoco III intentó llegar a un acuerdo con los romanos, pero sus propuestas eran inaceptables para la República. De ahí que Roma actuase y le venciese en la llanura de Magnesia, en los últimos días del 190 a.C. o primeros del 189 a.C. Antioco III debió aceptar las duras condiciones impuestas por Roma, tras la firma de la paz de Apamea (188 a.C.): Debía abandonar el Quersoneso tracio y algunos territorios de Asia Menor, que pasaban al rey Eumenes de Pérgamo y a Rodas (la región de Licia) Igualmente, debía dejar las ciudades griegas de la costa egea de Asia Menor que recuperaron la libertad Sólo podía conservar 10 pequeños barcos de guerra Le quedaba prohibido reclutar mercenarios en territorios romanos o en lugares con quien Roma tuviera amistad Debía hacerse cargo de pagar los gastos de guerra (12.000 talentos) Entregar a los enemigos de Roma, concretamente Aníbal, que Antíoco III no pudo cumplir, ya que éste huyó a Bitinia, donde murió poco después. A su vez, Roma también castigó a los etolios. Estos últimos perdieron algunas ciudades como Corcira o Cefalenia que pasaron a manos de la República De esta forma, la República romana conseguía el equilibrio político que buscaba en el Mediterráneo Oriental con la disminución de poder de Siria y Macedonia, y, por el contrario, el incremento del poder de sus aliados, como Pérgamo y Rodas. Además, fue otra demostración de que Roma ya se había convertido en el gendarme de todo el Mediterráneo. 5. La tercera guerra macedónica (171-168 a. C.) y la sumisión de Grecia La nueva situación política no supuso el final de los problemas en Oriente, pues los Estados que salieron fortalecidos de la contienda volvieron a enfrentarse entre ellos en nuevas disputas. Rodas y Pérgamo trataron de incrementar sus ambiciones expansionistas. Sin embargo, fue el conflicto entre Eúmenes de Pérgamo y Macedonia, a consecuencia de la disputa de determinados territorios tracios, el desencadenante de la III Guerra Macedónica. Después de la pérdida de su guerra con Roma, Filipo V de Macedonia había decidido sanear las condiciones económicas de su reino con una política de mejora de la producción agraria e intensificación de las explotaciones mineras (principalmente, plata). A su muerte en el 179 a.C., le sucedió su hijo y sucesor Perseo. Continuó la política de su padre. Consolidó la economía macedonia, y, al mismo tiempo, abrió una nueva línea política que terminaría entrando en conflicto con los intereses de Roma (era anti-romano): Volvió a estrechar vínculos con la monarquía seléucida Inició una política de acercamiento a las Ciudades-Estado griegas (epirotas, lidios, beocios) con el propósito de que se alejasen de la órbita romana. Algunas de estas ciudades estaban descontentas con la política que los romanos estaban desarrollando en la zona Esta actuación volvió a alarmar a las ciudades griegas aliadas de Roma, como Pérgamo, a quien disgustaba el resurgimiento de Macedonia, pues iba en contra de sus intereses. Pérgamo alertó a la República Romana del peligro, quien decidió intervenir militarmente contra Perseo y los ilirios, beocios y etolios, aliados de los macedonios, en el 171 a.C, iniciando la III guerra macedónica. El Senado Romano consiguió nuevamente que Macedonia no contase con el apoyo de la monarquía seléucida. Los romanos, pese a ser muy superiores, tuvieron varias derrotas que hicieron que los macedonios solicitasen repetidamente la paz, invocando el regreso a las condiciones de Cinoscéfalos. Sin embargo, Roma buscaba la rendición incondicional de Macedonia. Por esta razón, el cónsul Lucio Emilio Paulo atacó por sorpresa y venció a las tropas macedonias en Pydna (Macedonia) en junio del 168 a.C. Perseo huyó con su hijo Filipo a Samotracia, pero posteriormente se entregó a los romanos. Tras esta batalla, la República Romana comenzó a demostrar sus verdaderas intenciones en Oriente. El Reino de Macedonia dejó de existir y quedó subdivido en cuatro Estados tributarios de Roma plenamente autónomos, sin un solo órgano común de gobierno, y a los que se prohibió cualquier tipo de relación. A su vez, la República Romana obligó a cerrar las minas macedónicas que habían sido una de las bases de su recuperación económica, así como el pago de un impuesto anual por parte de la población macedonia. Si bien Roma, no tuvo la intención de anexionar ninguno de estos territorios, no hay ninguna duda de quién dirigía la política en el Mediterráneo Oriental. Iliria fue desmembrada en tres Estados, así como los territorios continentales de Rodas. Muchas de las ciudades neutrales se vieron obligadas a entregar rehenes a Roma, como el historiador Polibio. 5. ROMA Y EL MEDITERRÁNEO OCCIDENTAL 1. LA GALIA CASALPINA 2. LA GALIA NARBONENSE 3. LOS ALPES ORIENTALES 1. La Galia Casalpina Durante los años siguientes al final de la Segunda Guerra Púnica y solucionado el conflicto con Macedonia. Roma se vio obligada a reorganizar y reconquista una importante cantidad de territorios que había desertado con la llegada Aníbal. Concluida la guerra las poblaciones les quedaba la resistencia y la sublevación armada. Los boyos apoyados por insubrios y cenomanos, en torno al 200 a. C. destruyeron Piacenza y Cremona, se salvo de la intervención oportuna del pretor Furio Porpureón. . Además otras regiones al dejar de existir un poder fuerte había sido invadidas por piratas. Concluida la guerra amazónica Roma realizó una expedición de castigo. En el 197 a. C. los cónsules dirigieron hacia el norte Cornelio Ceteg que derrotó a los insubrios y Minucio Rufo puso rumbo a Génova y conquistó Litibum. En 190 a. C. Piacenza y Cremona recibieron colonos romanos e itálicos, en 183. se fundó Bolonia. 2. La Galia Narbonense Durante la primera mitad del siglo II a. C. Roma entró en un conflicto con las poblaciones celtas y celto-ligures de la Francia meridional. Zona costera imprescindible para la seguridad de la navegación. En CCI firmado un acuerdo con las tribus del Noroeste de Génova. En 192 rechazo a los apuanos. Los galos fueron sometidos en 181 a. C. por Emilio Pulo, los apuanos al año siguiente por Postumio Albino y Calpurnio Pison. Entre 154 y 122 fueron empujando todas las poblaciones costeras hacia el interior. En 122 fundaron la primera colonia romana en Francia, Aix. Y en 118 Narbona. 3. Los alpes orientales la zona de los Alpes orientales también tuvo que ser reforzada a pesar de contar con la colaboración de los vénetos.unos problemas era la piratería. En 131 se fundó Aquileia para controlar la frontera. El 178 Manlio Vulsón hizo expedición contra los istrios, que los derrotó en Quieto, esto supuso un sometimiento de la península de Istria. Durante la primera mitad del siglo II rom ascendió su dominio desde Marsella hasta Istria. 6. LA TERCERA GUERRA PÚNICA (149-146 A. C.) Al finalizar la II Guerra Púnica, Roma había impuesto a Cartago una serie de condiciones, destinadas como ya se ha comentado a impedir el resurgimiento de Cartago como potencia mediterránea. Además, el aliado de Roma en África, Masinisa, rey númida, había aprovechado para ir ocupando territorios que pertenecían al Estado cartaginés. La paciencia de Cartago con su vecino numídico estaba llegando al límite y cuando en 150 a. C. Masinisa se adentró en territorio cartaginés en lugar de recurrir a la mediación de Roma empleó las armas. Ese mismo año el senado votó declarar la guerra a Cartago, apoyándose que era necesario por motivos de seguridad. A pesar de estas dificultades, Cartago había vuelto a recuperar a mediados del siglo II a.C. la prosperidad económica que la convertía nuevamente en un enemigo peligroso a ojos de Roma. Tras momentos de indecisión, una respuesta militar de los cartagineses a los númidas en el 150 a.C. hizo ver al Senado Romano la necesidad de intervenir contra Cartago. En consecuencia, en el 149 a.C., el Senado envió un ejército romano bajo las órdenes de Mario Manilo a África, desembarcando en la ciudad de Utica, muy cerca de Cartago. Tras una serie de ataques contra Cartago, sin resultados definitivos, en el 147 a.C., el Senado dio las órdenes al cónsul Publio Cornelio Escipión Emiliano de destruir la ciudad. Sólo se evitaría esta acción si los cartagineses aceptaban una serie de exigencias: Los cartagineses debían abandonar desarmados la ciudad Debían dirigirse al interior donde Roma les concedería tierras y podrían formar una nueva ciudad. Los cartagineses manifestaron su negativa y se aprestaron a resistir. Nombraron a Asdrúbal, jefe del ejército y se dispusieron a reforzar las defensas y fabricar todo tipo de armas. Pese a estos esfuerzos, Cartago cayó en el 146 a.C. en manos del ejército romano. La ciudad fue saqueada, arrasada y los supervivientes fueron vendidos como esclavos. El pequeño territorio de Cartago fue convertido en la provincia romana de África, con Utica como capital, lo que Roma consolidaba una nueva conquista imperialista. A partir de entonces, los romanos centrarían sus esfuerzos en los problemas de las monarquías helenísticas de Oriente. En el espacio de la nueva provincia, Roma mantuvo una legión y una guarnición para vigilar de cerca los movimientos de los cartagineses, así como de los númidas y de otros pueblos africanos. 7. LA CONQUISTA DE HISPANIA 7.1. LA PRIMERA FASE DE LA CONQUISTA: CATÓN Y GRACO 7.2. LAS GUERRAS CONTRA CELTÍBEROS Y LUSITARNIOS (155-143 a. C.) 7.3. LA GUERRA DE NUMANCIA (143-133 a. C.) Escipión el Africano puso las bases de la conquista de Hispania. Concluida la guerra contra Cartago, los romanos no tenían la intención de abandonar la Península, pero era el momento más oportuno para ocuparse de su conquista, inmersos como estaban en las guerras macedónicas y asiática y en la consolidación de su dominio en la Italia. Fraccionaron el territorio hispano en dos desmarcaciones Citerior y Ulterior. Entre el 205 y 198 a.C., se limitó a enviar gobernadores que permanecerían durante un año en la Península con el deseo de enriquecerse contra las poblaciones aliadas. La explotación era tan intensa que se enviaron a Roma 130.000 libras de plata y 4000 de oro. Esto motivó entre las poblaciones hispanas se exacerbara el odio contra los romanos. 1. La primera fase de la conquista: Catón y Graco M.Porcio Catón en Hispania (195 a. C.) En 197 a.C, los turdetanos capitaneados por Culcas y Luxinio cansados de abusos se levantaron en armas contra Roma, alcanzando la revuelta a ciudades de la costa como Malaca y Sexi. Resultado poco favorable para los romanos C. Sempronio Tuditano perdió la vida. Llegaron Q. Fabio Buteon y Q.Minucio Termo, en 195 a. C. uno de los cónsules M. Porcio Catón fue enviado a España con dos nuevas legiones y se reforzó. El difícil desembarco en Ampurias muestra el nivel de la sublevación de toda la Pen´nisula, tras reorganizar el ejército y asegurarse los alimentos, avanzó a Tarragona. Los dos pretores se adentraron a la Península para someter a los turdetanos que fueron reforzados por mercenarios celtibéricos. Indignado por el fracaso decidió castigar a los que consideraban responsable, atravesó las montañas y atacó sin resultado daría lugar a una serie de guerras que se extendieron hasta el año 133 a. C. y acabaron con la destrucción de Numancia. Después Catón regruesó a la zona de Cataluña, logró imponerse con su ejército. Tras lo cual regresó a Roma con un importante botín que contaba, entre otras, con 1400 libras de oro y 5000 de plata. Sin embargo la actuación de Catón es muy confusa y engrandecida por la propaganda de la época. Muchos autores consideran que la actuación de Catón en Hispania fue más un reconocimiento del terreno. Avances en la conquista (164-181 a. C.) Los siguientes años fueron de continuas luchas y batallas de resultado incierto. En 194 a. C. los lusitanos fuerotn derrotados en Ilipa por Escipión Nasica y poco después las tropas romanas se adentraron hacia la meseta por el territorio hasta conquistar Toledo (193-192 a. C.) Emilio Paulo fue derrotado en 190 a. C. por los lusitanos en las proximidades de Cástulo. En 188-187 a. C. Atinio derrota a los lusitanos en Asta y Manlio Acidinio a los celtíberos en Calahorra. En 186-185 a. C. son los pretores Calpurnio Pisón y Quincio Crispino los derrotados en Toledo, aunque compensaron una victoria estableciendo norte de la Ulterior el río Tajo. En el años 184 a. C. derrotaron a los lusitanos . En 182-181 a. C, Fulvio Flaco llevó a cabo una campaña conquistando Urbicua, tras rechazar celtíbericas que habían acudido en su ayuda, penetra en Celtiberia y conquistó Contrabia en el territorio de los lusones. Tiberio Sempronio Graco decidió penetrar en el territorio celtíbérico para someter las cabeceras del Duero y del Tajo. La llegada de Graco a Tarragona y el regreso de las tropas fue interpretado como una retirada por los celtíberos que tendieron una emboscada a los romanos. Supuso una derrota para los hispanos. Fulvio estabilizó la zona de la Celtiberia desde el Ebro hasta Cástulo. Tiberio Sempronio Graco (180-179 a. C.) En su llegada a la Citerior, Graco era partidario de mantener el ejército. Tras llegar a Tarragona y establecer un acuerdo con Postumio Albino, llevó a cabo una entrada triunfal militar. Antes de adentrarse en la Carpetania y la Celtiberia, Graco recorrió el alto Guadalquivir, ya en Carpetania y la Celtiberia. Logró que los celtiberos levantaran el sitio de Canavis y se enfrentó a ellos en Complega. Tras esta batalla tuvo otra en Moncayo Graco realizó una brillante labor en Hispania que se confirmó los 25 años siguientes. Supo llegar a acuerdos satisfactorios con los indígenas logrando que éstos pagasen atributos anuales y que apoyasen al ejército romano a cambio les ofrecía trato más igualitario y la entrega de parcelas. 2. Las guerras contra Celtíberos y Lusitanos (155-143 a. C.) En los años siguientes hasta el estallido de las guerras celtibero-lusitanias, la paz lograda por Sempronio Graco fue de resquebrajándose por el incumplimiento de las promesas realizadas. En la 171 a. C.una embajada se quejó ante el Senado del trato que recibían las poblaciones hispánicas, en 170 a. C. se produjo una insurrección celtíbera encabezada Olónico y en 163 y 155 a. C. se rebelaron los lusitanos. En este periodo los romanos se fueron afianzando y el aprovechamiento económico de los recursos peninsulares fue considerable. A partir de 154 a. C. se produjeron levantamientos peninsular conocido como Segunda Guerra Celtibérica y en la Guerra de Viriato. Los primeros en levantarse contra Roma fueron los lusitanos, encabezados por Púnico, en 154 a. C. se adentraron en territorio romano derrotando a los pretores y llegando Mediterráneo. Al año siguiente diezmaron al petror Mumio y con botín. Pero éste presidió a los lusitanos y los derrotó en el Algarve, cruzando África. Durante los dos años siguientes los lusitanos permanecen tranquilos hasta la sublevación en Celtibería de 153 a. C. Segunda Guerra Celtíberica En 153 a. C. los celtíberos levantaron las armas. La causa de la negativa de los belos a interrumpir la fortificación de Segeda, rompiendo así los acuerdos formados con Sempronio Graco. Los arévacos fueron los primeros celtíberos en acudiren ayuda de los belos ganando sobre el pretor L. Mumio. Ese año Roma respondió enviando a la Citerior al cónsul Q. Fulvio Nobilior, que perdió ante arévacos-belones, en Matamala (Soria). Se salvó de la derrota gracia a la intervención de la caballería pudo refugiarse en Numancia. Nobiliar fue en su persecución y levantó su campamento cerca, pero era un militar mediocre y no supo aprovechar su superioridad y fracasó en su intento de tomar la ciudad. También en Uxama pretendía apoderarse de un almacén de víveres. Blesio fue masacrado al solicitar la colaboración de los vaceos y también Ocilis desertó de su bando. Ello le obligó a pasar el invierno en campamento de Numancia. La llegada de M. Claudio Marcelo alivió considerablemente la situación. Avanzó a Ocilis, pero ante la llegada de los romanos se arrepintió de su pasada deserción. Marcelo fue benevolente con ella les obligó a entregar y pagar indemnización. Este comportamiento surtió un efecto favorable en los celtíberos. Marcelo decretó una tregua y envió a Roma a los embajadores celtíberos para que trataran las condiciones con el Senado que las rechazo para que continuase la guerra. Sin embargo Marcelo intentó llegar a acuerdos con las poblaciones con resultados positivos logrando que se extinguieran pocos de rebelión paulatinamente. Al año siguiente fue enviado a la Citerior el cónsul L. Licinio Lúculo con una baja que atacó sin motivos a los vaceos sometiendo a Cauca hiciera que saqueo y finalmente no pudo tomar. La guerra de Viriato Los deseos de rápido enriquecimiento de los pretores que llegaban a Hispania llevaba a estos aprovecharan la ocasión para represalias Sulpicio Galba gobernador de la Ulterior en 151 a. C. decidió castigar las incursiones que los lusitanios hacía en el sur, su inexperiencia le llevó al desastre y tras refugiarse en Carmona solicito la ayuda de Lúculo, Galba, deseoso de venganza y tendió una trampa a los lusitanios y les ofreció ricas tierras a cambio de que abandonaran sus refugios en la montaña, una vez que estuvieron reunidos y sin previo aviso les masacró. Solamente escaparon con vida unos pocos entre ellos Viriato. En 147 a. C. los lusitanios se habían recuperado y comenzaron a hacer incursiones en la Turdetania con pequeñas bandas cercadas por Viriato, puso en práctica una táctica que daría resultado, sólo combatía en escaramuzas resultando de la persecución de los romanos emprendían cuando veian huir a los lusitanos. En una de estas logró sorprender al pretor Vetilio, que fue hecho prisionero y muerto. Lo mismo sucedió en dos ocasiones a Plautio Hipseo en 146 a. C. y la segunda en Sierra de San Vicente al norte de Talavera. Viriato logró crear un estado y seguridad en toda la Ulterior por lo que Roma se vio obligada a enviar a Fabio Máximo Emiliano en 145 a. C. con el apoyo de su hermano Escipion Emiliano desde Roma que logró permanecer en el cargo en 144 a. C. y derrotar por primera vez a Viriato obligándole a retirarse hasta Bailén. Al año siguiente el conflicto se generalizó a los celtíberos, instigados por Viriato que dieron muestras de belicosidad. Sin embargo para Viriato las cosas comenzaron a cambiar el 141-140 a. C. a pesar de tener atrapado al proconsul Fabio Masimo Serviliano, firmó un acuerdo que le permitía salir indemne. Al año siguiente Servilio Cepion sucedió a Serviliano y reemprendio las hostilidades contra un proyecto que sólo podía realizar una guerra defensiva. Cepion se adentró en una Lusitania y ante la resistencia desesperada que habia, se decidió por contratar a tres asesinos, Audas, Ditalcón y Minuro, amigos de Viriato que le dieron muerte mientras dormía en su tienda. La desaparición del caudillo supuso el final de la guerra y una posibilidad de expansión para los romanos hacia el noroeste. A Cepion se le negaron los honores del triunfo ya que el Senado argumentó que no había ganado la victoria sino que la había comprado y también se negó a pagar la recompensa a los asesinos. 3. La guerra de Numancia (143-133 a. C.) Cuando en 143 a. C. la guerra de Viriato se extendio, Olónico se puso al frente de la rebelión que daría lugar a la tercera guerra celtiberica, Guerra de Numancia. , tardó 10 años en doblegar uno tras otro los ocho cónsules fracasaron contando a Escipion Emiliano, Numancia contaba con sólo 8000 defensores pero la excelente situación de la ciudad hicieron que la maquinaria guerrera romana fracasara contra sus murallas. En el 143 a. C. el cónsul Cecilio Metelo fue enviado a la Citerior para sofocar una nueva rebelión. Su sucesor Pompeyo fue el primero en intentar tomar el asalto a Numancia en 141 a. C. pero fracasó. Llegó a un acuerdo por el que la ciudad debía entregar 30 talentos a cambio de la paz pero la llegada de Popilio Lenas declaró nulo en la y también fracasó en su intento de tomar la ciudad que fue sustituido por Hostinio Mancino que también fue derrotado por los arévacos. En su retirada hacia el euro cayó en una emboscada. Tiberio Graco consiguio que Escipión Emiliano fuera invalidado. Mancino fue sustituido en 137 a. C. por Emilio Lépido que actuó contra los vaceos. Los dos siguientes consules Furio Filo 136 a. C. y Calpurnio Pison 135 a. C. no se atrevieron a retomar las acciones contra Numancia. La guerra de la Citerior se convirtió en una pesadilla para Roma perdiendo muchos recursos humanos y prestigio militar. En 134 elegido por segunda vez Escipion Emiliano solicitó ayuda de sus aliados africanos y asiáticos. Una de sus primeras medidas fue imponer el orden en el ejército cuya disciplina se había relajado considerablemente. En verano de 134 a. C. comenzando su campaña se adentró en territorio enemigo. Avanzaba con todo su ejército y llevado a cabo una política de tierra quemada, evitando emboscadas, hasta que llegó a Numancia con más de 50.000 hombres donde levantó los campamentos con la intención de y rendir la de hambre para lo cual levantó siete campamentos unidos por fosas y vallados. Incluso corto toda posible comunicación con el valle del Duero por medio de pequeñas barcas. A pesar de ello Retógenes logró escapar y recorrieron las ciudades arévacas solicitando ayuda para Numancia. Tras meses de asedio los numantinos se encontraron al límite de sus posibilidades y enviaron a Avaro para que solicitara a los romanos las condiciones para la rendición, esta fue que debía ser incondicional, al conocer la respuesta mataron a Avaro que les había llevado la noticia .Poco después faltos de todo y habiendo llegado al canibalismo los pocos supervivientes se entregaron a los romanos. 50 fueron apartados por Escipion y el resto fueron vendidos como esclavos, la ciudad arrasada. Por esta victoria Escipion recibió el sobrenombre de Numantino. El botín que los romanos consiguieron tras la toma de Numancia fue significante y hubo que premiar a los soldados con dinero. GLOSARIO África: Continente, en época Romana, la África romana contó con un total de ocho provincias diferentes: Tripolitania, Byzacena, África proconsular, Numidia Cirtensis, Numidia militar, Mauritania Cesariense, Mauritania Sitifense y Mauritania Tingitana. Se extendía desde el Golfo de Gabés a las costas atlánticas del actual Marruecos. Aníbal: 247-183 a. C. general y estadista cartaginesa, considerado como uno de los más grandes estrategas. Hijo de Amilcar barca, desafió a Roma llevándola al borde de un caos, llevó a cabo la Segunda Guerra Púnica entre las dos potencias: Roma y Cartago. Llevó a cabo batallas tan importantes como la toma de Sagunto, batallada del cruce del Ródano, Batalla de Trebia y la Batala de Cannas. Antigónidas: Ejército de Macedonia en el período en que fue gobernada por la dinastía Antigónida a partir de 276 hasta 168 a. C. Fue vista como una de las principales fuerzas helenísticas de combate en el mundo griego hasta hasta su derrota final, a mano de los romanos en la Batalla de Pidna en 168 a. C. Antíoco III: De la dinastía Seléucidad, fue rey de Siria de 223 a 187 a. C. En tu reinado intetó restaurar el Imperio Seléucidad. Roma actuar contra el monarca quehabía incrementado sus posesiones en Asia Menor y el Egeo, tras la paz de los romanos con Macedonia (197 a.C.). también estaba apoyando a la Liga Etólica compuesta por diferentes ciudades, también pretendía consolidar la soberanía sobre Tracia y Asia. Fue derrotado dos veces en las Termópilas (191 a. C.) y en la Batalla de Magnesia del 190 a. C. Asamblea de los 104: Era un tribunal cartaginés, sus miembros eran elegidos entre los senadores y la duración de cargo era vitalicia. Con el paso del tiempo, fueron acaparando más funciones judiciales. Aníbal modificó esta institución en el 196 a.C., ante los abusos de los senadores. A partir de ese momento, los jueces fueron elegidos anualmente y no podían repetir en el cargo. Asdrúbal: Fue un general cartaginés de la dinastía bárcida 245-207 a. C. uno de los hijos de Amílcar Barca. Fundó Cartago Nova, base de nuevas operaciones. Tomó el mando de Hispania cuando Aníbal se marchó a Italia marchó a Italia en 218 a. C. Barcidas: Fueron una familia militar y aristócrata de origen cartaginés, importantes durante las Guerras Púnicas. Los Bárcidas fueron instaurados como dinastía cartaginesa gracias a Amilcar Barca, quien conquistó gran parte de la antigua Iberia y quien fue el padre de los Bárcidas más importantes. Batalla de Pidna: Batalla que puso fin a la Tercer Guerra Macedónica entre Roma y Macedonia. El ejército romano estuvo bajo el mandado del cónsul Lucio Emilio Paulo y el de Macedonia dirigido por su rey Perse. Tuvo lugar el 22 de junio de 168 a. C en Pidna. Puso fin la supremacía de la legión romana sobre la rígida falange macedonia. Birsa: Nombre según la leyenda recibió la ciudadela fundada por Elisa de Tiro o Dido. “nueva ciudad” en fenicio. Según la tradición Dido edificó una ciudadela fortificada en la extensión que pudo abarcar delimitando un terreno con una piel de toro cortada a tiras. Se ha identificado esta ciudadela como la ciudad vieja o acrópolis de Cartago. Cannas: Antigua ciudad de Apulia donde se llevó a cabo la batalla de Cannas el 2 de agosto de 216 a. C, entre el ejército púnico, comandado por Aníbar Barca y las tropas romanas. Dirigidas por los cónsules Varrón y Emilio Paulo. Terminó con la victoria del ejército cartaginés. Cartago Nova: Nombre latino de Cartagena, fue fundada sobre 227 a. C. por el general cargaginés Asdrúbal el Bello, yerno del general Amílcar Barca. Cartago: Importante ciudad de la antigüedad, fundada por los fenicios. La leyenda clásica cuenta que la princesa Dido lo fundó en el 814 a. C. Catón: Fue un político y militar de la República Romana, cónsul del año 118 a. C. con Quinto Marcio Rex como colega. Cinoscéfalos: Lugar de Tesalia donde tuvo una Batalla decisiva que enfrentó al ejército romano del cónsul Tito Quincio Flaminmio y las fuerzas macedónicas bajo el mandado de Filipo V. La derrota de los Macedonios marca el final de su hegemonía imperial y el inicio del esplendor de Roma. Cónsul: Era el magistrado de más alto rango de Roma, el cargo era anual al colegiado, eligiéndose a dos cónsules entre ciudadanos mayores de 42 años. Su cometido era la dirección del estado y el ejército en campaña. En Cartago los suffetes eran los equivalentes a cónsules. Dido: o Elisa de Tiro, fundadora y primera reina de Cartago. Sicarbas sacerdote del templo de Melkart en Tiro, la obligó a casarse con Pigmalión, que tenía tesoros escondidos, pero ella no le amaba, averiguó donde estaban sus tesoros escondidos y huyó, mientras que Pigmalión mandó a matar a Siqueo. Y se quedó en las costas de África fundando Cartago. Emilio Paulo: Cónsul enviado por Roma en la Segunda Guerra Ilírica (220-219 a. C.) cuando Demetrio de Faros irrumpió la zona griega entonces roma envió a Emilio Paulo junto a Livio Salinatos y propiciaron la caída de Dimala y Faros. Escipión el Africano: 236 – 183 a. C. Nacido en el 234 a.C.se desarrolló como un excelente comandante de cohorte y de falange en las legiones romanas enviadas contra el general cartaginés Aníbal en el norte de Italia. Al caer su padre en el 210 a.C. en la lucha contra Asdrúbal Barca en Hispania,fue encargado de este ejército con sólo 24 años,edad no permitida para este tipo de tareas. Con el título de procónsul llegó allí en el 209a.C. Ayudado por su astucia logró convencer al alicaido ejercito romano que era un enviado del Dios Jupiter y logro elevar su moral. Dirigió un ataque sorpresa contra el cuartel general del Ejército cartaginés en Cartago Nova (ahora Cartagena), haciéndoles perder su principal base de aprovisionamientos. En el 208a.C. expulsó al general cartaginés Asdrúbal Barca de Hispana, tras obtener la momentánea adhesión de algunos jefes militares indígenas, pero no pudo impedir que aquél cruzara los Pirineos para ayudar a su hermano Aníbal en el 207a.C. Escipión regresó triunfal a Roma en el 205a.C., tras conquistar la Hispania meridional, incluida Gades (la actual Cádiz), y fue elegido cónsul. Dispuesto a lograr el retiro de Aníbal de Italia, entre el 204-203 a.C. invadió el norte de Africa logrando su cometido. Logró derrotar a los cartagineses en Campi Magni y finalmente logró enfrentarse al general cartaginés a quien realmente respetaba. La batalla tuvo lugar en Zama y Escipión tras una entrevista primero y un duelo luego con Aníbal en el que recibió una herida, logró derrotar al ejercito del cartaginés utilizando sus mismas tácticas. Ese fue su gran mérito, estudiar la forma de combate con el que Aníbal había derrotado por cuatro veces consecutivas a Roma, y usarla en su provecho. Esta era en principio la forma en que utilizaba la caballería y en esta batalla el general romano contó con la inesperada ayuda de Masinisa y sus jinetes númidas, enemistados también con los cartagineses. Luego de vencer en Zama en el 202 aC. logro dar por concluida la 2da guerra púnica, recibiendo en titulo honorífico de Africano. Su respeto y admiración por Aníbal lo llevaron a intentar disuadir a sus compatriotas de reclamar la cabeza de este, lo cual le granjeo antipatías y enemigos. Mas de 10 años después fue enviado a la provincia de Asia en la guerra contra el rey Seléucida Antíoco III, a quien aplastaron en la gran victoria romana de Magnesia del Sípilo, en Asia Menor. Al regresar a Roma, su enemigo Marco Porcio Catón (Catón el Viejo) le acusó de aceptar sobornos de Antíoco. Fue absuelto de las acusaciones, pero se retiró de la vida pública para vivir en su villa en Liternum (Campania) muriendo unos meses después que su enemigo Aníbal en 183 a.C. Escipión el Africano es considerado el general romano más importante anterior a Julio César. Escipión Emiliano: Nieto de Escipión el Africano, hijo natural de Emilio Paulo, adoptado por el hijo mayor del Africano, no tuvo tantos escrúpulos y llevo a termino la máxima de los ultranacionalistas romanos. Militar y político romano del siglo II a. C. ostentó el cargo de cónsul en 147 a. C. concluyó victoriosamente la Tercera Guerra Púnica destruyendo Cartago tras un asedio que duró tres años y de la misma forma concluyó las guerras contra los celtíberos tras la toma de Numancia. Expansionismo de Roma: Fenómeno que se empieza a producir en la república romana cuando comienzan a ampliar territorio tanto, que comienza con la intervención en oriente y la conquista de Grecia, y continúa con la conquista de Hispania en este periodo. Filipo V: 238-179 a. C. Fue rey de Macedonia desde 221- 179 a. C. Pertenecía a la dinastía Antigónida. Quien iniciaría la I guerra macedónica contra Roma en los Balcanes en el 215 a.C., internacionalizando definitivamente el conflicto. Llevó a cabo la Primera Guerra Macedónica en la que estableció Roma la liga Etolia en 211 a. C. que neutralizó su ventaja. También llevó acabo la Segunda Guerra Macedónica en la que en 198 a. C. Filipo y su ejército fueron derrotados en la Batalla de Cinoscéfalos 197 a. C. Flaminio: Fue un político y militar de la República romana del siglo III a. C. muerto en 217 a. C. El líder popular que desafió al senado. Fue derrotado por Aníbar en el lago Trasimero en junio de 217, donde murió con la mayor parte de su ejército. Guerras Celtibéricas: Son los enfrentamientos bélicos producidos a lo largo de los siblos III y II a. C. entre la república romana y los distintos pueblos celtíberos, que habitaban en la zona media del Ebro. Estos enfrentamientos tuvieron una extensión temporal muy desigual en la duración, con diversas treguas, pactos, asedios y batallas. En este periodo se producen en el 155 y 143 a. C. se dividen en dos guerras más la guerra de Viriato. Guerras Lusitanias: Guerras que se produjeron en la conquista de la parte occidental de la península, Los primeros en levantarse contra Roma fueron los lusitanos, encabezados por Púnico, en 154 a. C. se adentraron en territorio romano derrotando a los pretores y llegando Mediterráneo. Al año siguiente diezmaron al petror Mumio y con botín. Pero éste presidió a los lusitanos y los derrotó en el Algarve, cruzando África. Durante los dos años siguientes los lusitanos permanecen tranquilos hasta la sublevación en Celtibería de 153 a. C. Guerras Macedónicas: Son las guerras que enfrentaron a Filipo V de Macedonia con Roma en el período comprendido entre los siglos III y II a. C. Se dividen entres Guerras Primera Guerra Macedónica entre 214 y 205 a. C., Segunda Guerra Macedónica entre 200 y 196 a. C. y Tercera Guerra Macedónica entre 171-168 a. C. esta tiene lugar entre Perseo de Macedonia y Roma. Hispania Citerior: Fracción del territorio hispano. Tras derrotar a los cartagineses, la República Romana dividió sus conquistas en el sur y en el este de la Península Ibérica : la administración de la Hispania citerior recaía en la ciudad de Tarraco. Al extenderse sus dominios hacia el interior peninsular, la Hispania Citerior se acabó convirtiendo en la provincia de Tarraconense del Imperio romano que se extendía desde el Mediterráneo hasta Galicia. 19727 a. C. Hispania Ulterior: Fracción del territorio hispano. Hispania “la lejana” una de las dos provincias en que los romanos dividieron Hispania tras su conquista en 197 a. C. Comprendía inicialmente el valle del Guadalquivir, aunque posteriormente incluyó toda la parte occidental de la península ibérica. La capital fue Córdoba y eventualmente Cádiz. En 27 a. C. Augusto dividió la hispania en dos provincias Bética como provincia senatorial y Lusitania como provincia imperial. Imperalismo: Expansión territorial a través de conquistas e invasiones quedando el territorio bajo domino de la potencia imperialista. Liga Etolia: Fue una federación de ciudades de la región de Etolia en la antigua Grecia, formada a principios del siglo IV a. C. En 220 a. C. la Liga entró en conflicto con Filipo V quienes derrotó lo que obligó a la Liga a aliarse con los romanos, que también luchaban contra Filipo, y éste fue vencido finalmente en la batalla de Cinoscéfalos en 197 a. C. Macedonia: Estado del norte de la actual Grecia, en la región de Tracia. Tuvo su decadencia en las Guerras Macedónicas divididas en tres, reinada en este periodo por Filipo V. Massinisa: 238-148 a. C. primer rey de Numidia, con capital en Cirta. Rigió sobre su propia tribu, los masilios y la de los masesilos, liderados por el pro-cartaginés Sifax. Comenzó como líder tribal de los bereberes, sucediendo a su padre Gaia. Aliado de Cartago, junto al general Asdrúbal Giscón derrotó al númida Sifax con 17 años. Luchó como aliado de Cartago en Hispania, dirigiendo a sus jinetes númidas y liderando una campaña de guerrillas. Numancia: nombre de la desaparecida población celtíbera situada en el cerro del a muela en Garray, La guerra de Numancia (143-133 a. C.)tardaron 10 años en doblegar ocho cónsules los cuales fracasaron contando a Escipion Emiliano, Numancia contaba con sólo 8000 defensores, Cecilio Metelo intentó tomar el asalto a Numancia en 141 pero fracasó, Popilio Lenas también fracasó. Tiberio Graco en 134 fue elegido por segunda vez Escipion Emiliano. En ese mismo año comoenzó la campaña con la intención de rendir a de hambre para lo cual levantó siete campamentos unidos por fosas y vallados. Tras meses de asedio y al límite de sus posibilidades se rindieron. Paz de Apamea: tratado que firmó Antíoco III en verano de 188 a. C. con Roma tras la batalla de Magnesia donde aceptó las duras condiciones impuestas por Roma y sus aliados, Pérgamo, Macedonia y Rodas, tras la firma de la paz Debía abandonar el Quersoneso tracio así como las ciudades griegas de la costa egea, sólo podía conservar 10 pequeños barcos de guerra, le quedaba prohibido reclutar mercenarios pagar los gastos de guerra Persecución: conjunto de acciones represivas o maltrato persistente, realizadas por un grupo específico sobre otro grupo del cual se diferencia. En las guerras y campañas de esta época la persecución fue una práctica habitual. Pidna: Ciudad costera de Piera en el golfo Termaico, ciudad donde se llevó a cabo la Batalla de Pidna que puso fin a la Tercer Guerra Macedónica entre Roma y Macedonia. El ejército romano estuvo bajo el mandado del cónsul Lucio Emilio Paulo y el de Macedonia dirigido por su rey Perse. Tuvo lugar el 22 de junio de 168 a. C en Pidna. Puso fin la supremacía de la legión romana sobre la rígida falange macedonia. Sagunto: Ciudad que atacó y asedió Aníbal proporcionando a Roma el pretexto para declarar formalmente la guerra a Cartago en marzo del 218 a.C. Ciudad relacionada directamente con los acontecimientos de la Segunda Guerra Púnica. Seleúcidas: 312-63 a. C. fue un imperio helenístico, un estado sucesor del Imperio de Alejandro Magno. Se centraba en Oriente Próximo, y en el apogeo de su poder incluía Anatolia central, el Levante, Mesopotamia, Persia, pamir. Tras una serie de reyes en una dinastía monárquica surgida a raíz de Seléuco I, diácono de Alejandro, hasta que Antíoco II el Grande subió al torno en 223 a. C. Sufete: Fueron la magistratura más elevada de Cartago, equivalentes a los cónsules romanos. Inicialmente era uno, elegido anualmente, para posteriormente pasar a dos. Se desconoce el momento en el que aparecieron y si fueron el sustituto natural de los gobernadores impuestos por Tiro o de los reyes. Sus atribuciones eran muy amplias y abarcaban todos los campos, civil, militar, y religioso. Tercera Guerra Púnica: Último conflicto militar entre Roma y Cargado, desarrollado entre 149 y 146 a. C. que se saldó con la completa destrucción de la ciudad y la venta de los supervivientes como esclavos. Desapareciendo para siempre el estado cartaginés. Al finalizar la II Guerra Púnica, Roma había impuesto a Cartago una serie de condiciones,Cartago había vuelto a recuperar su economía a mediados del siglo II a.C. Esta prosperidad económica la convertía nuevamente en un enemigo Mario Manilo a África, desembarcando en la ciudad de Utica, muy cerca de Cartago. ataques contra Cartago,cónsul Publio Cornelio Escipión Emiliano de destruir la ciudad. Tiberio Sempronio Graco: 210-150 fue un militar romano de la Repúbilca, el padre de los dos más ilustres tribunos de la plebe, Tiberio y Cayo Graco. En las guerras Celtíberas en 181 a. C. fue pretor y recibió Hispania Citerior. En 169 a. C. fue censor, su censura fue severa y varias personas fueron eliminadas. Tiro: Ciudad fenicia, la fundación de Cartago está relacionada con la ciudad-Estado siendo su fundación una consecuencia de una crisis política que afectó a la aristocracia y a algunos sectores religiosos de la metrópoli de Tiro, que propició el desplazamiento de algunos dirigentes tirios. Trasimeno: Lago donde el 21 de junio de 217 ocurrió la famosa batalla que enfrentó al cónsul romano Cayo Flaminio Nepote con el general cartaginés Aníbal, resultado una gran derrota para el ejército romano en la que pereció el propio Flaminio. Éste levantó un campamento al norte del lago, y reanudó entonces las tropas del cartaginés atacaron desde todos los flancos bloqueando la carretera al frente, descenciendo de las colinas en una marea sin dar opción a los romanos a formarse dejando desprotegido el batallon. Tratado de Ebro: Fue una de las causas de la segunda Guerra Púnica, Roma y Adrúbal lo firmaron lo firmó en el 226 a.C., con el objetivo de frenar el avance cartaginés hacia el noreste peninsular, sin necesidad de tener que enfrentarse abiertamente. Dicho Tratado estipulaba que el río Ebro quedaba como límite del ámbito de influencia o dominio de romanos y cartagineses. Además, estos últimos se comprometían a no sobrepasar en armas la línea de este río. En 219 a. C. Roma, temerosa de la creciente fuerza de Aníbal en Iberia, firmó una alianza con la ciudad de Sagunto, reclamó la ciudad como protectorado y Aníbal percibió esto como una violación del tratado y sitió la ciudad. Roma percibió esto como una violación del tratado y acabó desembocando la Segunda Guerra Púnica. Trebia: 218 a. C. primera gran batalla de la Segunda Guerra Púnica y representó el primer encuentro serio de Aníbal con un ejército romano. Tresino: Localidad de Lucania, antigua región de Italia actualmente conocida como Basilicata, en el sur de Italia a las orillas del mar Tirreno. Viriato: Muerto en 139 a. C. fue el principal caudillo de la tribu lusitania que hizo frente a la expansión de Roma en el territorio comprendido entre Duero y el Guadiana. Fue pastor durante su juventud pero se convirtió en el líder de la revuelta lusitana contra los romanos en los años 147 y 139 a. C. debido a su sentido guerrero. Se dirigió hacia la provincia citerior donde derrotó a Cayo Plació, lo que le permitió instalarse entre el Tajo y el Guadarrama y tomar la ciudad de Segóbriga. La delicada situación motivó el envío desde Roma de Fabio Máximo Emiliano quien venció a Viriato. La situación parecía resuelta para los romanos cuando estalló la tercera guerra celtíbera -donde se produjo la resistencia de Numancia- Viriato alcanzó un acuerdo de paz con los romanos, que no sería aceptado por los cónsules de Hispania, lo que motivó la continuación de la lucha hasta que el caudillo lusitano fue asesinado por tres compañeros mientras dormía. Zama: 19 de octubre de 202 a. C. batalla que representó el desenlace de la Segunda Guerra Púnica. En ella se enfrentaron el general cartaginés Aníbal y el joven Publio Cornelio Escipión “el Africano Mayor” en las llanuras de Zama. Derrotando a Aníbal e imponiendo unas concidiones humillantes en la que Cartago estaba obligada a desarmarse militarmente. Baal Hammon: Era la divinidad suprema del panteón cartaginés, y protector de la ciudad y de sus habitantes. Su nombre podía significar diferentes términos: Señor de la capilla, es decir el padre protector; el Señor del Altar de los Perfumes, lo que le vinculaba al fuego; y el Señor de Amanus, encargado de la tormenta y la lluvia.