EL PROBLEMA DE LA VERDAD EN FOUCAULT Y RORTY Marta Bellocchio ( U.B.A.,C.B.C), Pablo Sebastián García (U.B.A., Ciencias Económicas) El problema de la verdad ha sido fuente de discusión filosófica a lo largo de la historia de la filosofía. Este problema ha sido planteado por estos autores desde nuevas perspectivas. De este modo, partiendo de diferentes visiones ambos proponen soluciones alternativas a las posturas tradicionales. Foucault considera que los discursos son prácticas que obedecen a ciertas reglas de formación y de funcionamiento que van variando con cada época. Se propone mostrar cómo estas prácticas discursivas están articuladas con prácticas que no lo son. La arqueología, según Foucault,”sería el método propio de los análisis de las discursividades locales.” (1) La arqueología se propone mostrar las relaciones que existen entre las prácticas discursivas y las no discursivas. Esta articulación entre ambas no es según el modo de la causalidad o de la equivalencia sino a partir de la distancia existente debido a la especificidad singular de los discursos. De este modo, se debe establecer la distinción entre ambas teniendo en cuenta que ambas son reales aunque diferentes. Nos dice Foucault: “en una sociedad como la nuestra, pero en el fondo en cualquier sociedad, múltiples relaciones de poder atraviesan, caracterizan, constituyen el cuerpo social. Estas relaciones de poder no pueden disociarse, ni establecerse, ni funcionar sin una producción, una acumulación, una circulación, un funcionamiento de los discursos.” (2) De este modo, el poder produce discursos pero además los propone como “verdaderos”. Foucault se propone mostrar cómo el poder produce discursos que pretenden ser “verdaderos”, es decir, cómo se encuentran articulados el poder y los discursos de verdad por él producidos. El ejercicio del poder mismo es posible justamente por esta producción de discursos verdaderos que comportan ellos mismos efectos específicos de poder. De esta manera, se encuentran íntimamente relacionados: mecanismos de poder, efectos de verdad, reglas de poder y poder de los discursos verdaderos. De esta manera, Foucault plantea que la verdad, es decir, los discursos caracterizados como verdaderos son en realidad productos de una determinada sociedad que conllevan efectos específicos de poder. Cada sociedad tiene un régimen de verdad reglamentada en donde se pueden distinguir los discursos verdaderos de los falsos. De este modo, a la ciencia y a los discursos científicos se les atribuyen efectos de poder que están al servicio de la dominación, poder que otros campos no tienen. Foucault se propone mostrar como es las prácticas sociales engendran dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos, conceptos y técnicas, sino que producen formas nuevas de sujetos y sujetos de conocimiento. Nos dice Foucault: “el mismo sujeto de conocimiento posee una historia, la relación del sujeto con el objeto, o más claramente, la verdad misma posee una historia.” (3) De este modo, es el mismo sujeto el que se constituye en el interior mismo de la historia, una constitución que nunca está dada de modo definitivo. Rechaza así la idea de un sujeto de conocimiento como punto de origen y a partir del cual es posible el conocimiento y la verdad. De lo que se trata es de restituirles a los discurso su variabilidad, es decir, mostrar las condiciones específicas (políticas, sociales, etc.) de las que surgen no eximiéndolos de una sumisión a las categorías, supuestos y conceptualizaciones que caracterizan un momento histórico particular del régimen de producción de los mismos. Lo que Foucault pretende establecer no es una teoría general del conocimiento sino un modelo que permita abordar el problema del conocimiento y la verdad a partir de relaciones de fuerza, relaciones políticas y relaciones de dominación en cada sociedad. De este modo, se propone mostrar cómo de hecho las condiciones políticas y económicas de existencia son aquello a través de lo cual se forman sujetos de conocimiento y en consecuencia relaciones de verdad. Nos dice: “sólo puede haber ciertos tipos de sujetos de conocimiento, órdenes de verdad, dominios de saber a partir de condiciones políticas que son como el suelo en que se forman el sujeto, los dominios de saber y las relaciones con la verdad.” (4) De este modo, una historia de la verdad sólo será posible si nos desembarazamos de estos grandes temas del sujeto del conocimiento y la verdad. Para Foucault, en realidad hay dos historias de la verdad. Por un lado, una historia interna de la verdad que posee sus propios principios de regulación. Es la historia de la verdad a partir de las ciencias. En la ciencia se encuentran modelos de verdad cuya formación es el producto de las estructuras políticas que no se imponen desde el exterior al sujeto del conocimiento sino que son ellas mismas constitutivas de éste. Por otro lado, una historia externa de la verdad que parte de reglas de juego que hacen nacer en una sociedad determinadas formas de subjetividad, determinadas formas de dominios de objetos, determinados tipos de saberes. El punto de partida de la apuesta pragmatista de Rorty es la crítica de la noción de representación en tanto explicativa de nuestra relación cognitiva con el mundo. La apuesta es pues la adopción de una tesis filosófica sustantiva: el antirrepresentacionalismo. Su propuesta consiste en que, dado que la epistemología tradicional representacionalista conduce a caminos sin salida, vale la pena adoptar el programa pragmatista iniciando una nueva senda. Rorty pretende mostrar la inutilidad del paradigma representacionalista en cuanto lleva a problemas sin solución y por ello al escepticismo. La amenaza del escepticismo está relacionada con una concepción fundacional del conocimiento ligada a la idea de una justificación de nuestras creencias independiente del contexto. Por ello, dicho cambio debe ser pensado en tanto esta nueva perspectiva ofrece herramientas más útiles. Es decir, la conveniencia de un cambio hacia el pragmatismo está fundada en la idea de que las creencias no son representaciones de una realidad sino guías para la acción en el proceso de adaptación de un individuo o de una comunidad a su entorno natural o social. A su vez esta epistemología representacionalista descansa, según Rorty, sobre una deficiente teoríade la verdad, la teoría de la correspondencia que sostiene que la lógica interna del lenguaje corresponde a la realidad externa. Ahora bien, el carácter de esta relación, la exactitud de esta correspondencia ha sido y es un tema siempre abierto a discusión pero en general las teorías de la correspondencia aceptan que el lenguaje y la realidad externa están relacionadas de alguna forma sustancial. Para Rorty, esta teoría de la verdad es en realidad un intento de convertir en algo eterno y metafísico lo que de hecho han sido y son preferencias intelectuales parroquialmente europeas. La teoría de la verdad pragmatista, nos dice Rorty, “se inscribe en un programa más general: el de reemplazar el dualismo entre estructura permanente y contenido transitorio de griegos y kantianos por la distinción entre el pasado y el futuro.” (5) Rorty propone de este modo, descartar toda esta empresa metodológica representacionalista y en su lugar instalar la idea de un pragmatismo que no ha de ajustarse a un programa previo ni de acción ni de conocimiento sino como respuesta a la necesidad de crear nuevos modos de ser humanos en la esperanza de un futuro de mayor libertad y variedad. Su tesis antirrepresentacionalista sostiene que el conocimiento no consiste en la captación de una realidad sino que es una manera de adquirir hábitos para hacerle frente. De esta manera, abandona así toda noción de la verdad como correspondencia. De este modo, sustituye la relación representacional entre lenguaje y mundo por una relación causal. Esta vinculación causal del lenguaje con el mundo supone que el lenguaje es un modo de adaptación al entorno Este modo causal es también causa de que sostengamos creencias. Las creencias que se mantienen son las que demuestran ser guías confiables para obtener lo que queremos. Rorty sostiene junto a Pierce que las creencias son reglas para la acción y no intentos de representar la realidad. Admite con Davidson que son por naturaleza verídicas. Cita a Davidson: “El creer puede ser visto como verídico si se considera qué es lo que determina la existencia y los contenidos de una creencia. El creer como las otras actitudes proposicionales, es superviniente a hechos de varios tipos, conductuales, neurofisiológicos, biológicos y físicos “(6) Y por la misma razón que la mayoría de las creencias son verdaderas, la mayoría de las creencias están justificadas. El hecho de que la mayoría de las creencias son justificadas así como el hecho de que la mayoría de las creencias son verdaderas es una mera consecuencia del carácter holista de la adscripción de creencias. Nos dice Rorty: “A su vez, ello es consecuencia de que las creencias que son expresadas como oraciones significativas tienen necesariamente muchas conexiones inferenciables predecibles con muchas otras oraciones significativas.” (7) De este modo, por más que se intente, no es posible creer en una creencia no justificable. Rorty como Davidson sustituye la idea de verdad como correspondencia por la de verdad como coherencia interna, de esta manera, un enunciado debe estar adaptado a su contexto, integrado de un modo holístico para ser aceptado. Para Rorty, no hay nada que decir con respecto a la conexión entre la justificación y la verdad porque “el único sentido que tiene contrastar lo verdadero con lo meramente justificado es contrastar un futuro posible con un presente actual.” (8) Es decir, cuando contrastamos lo verdadero con lo justificado, contrastamos en realidad una audiencia actual con sus requerimientos propios de justificación con una futura audiencia. Y advierte que no hay razones independientes de las peculiaridades de las audiencias específicas. No hay nada que decir acerca de la conexión entre la justificación y la verdad porque no hay manera de predecir lo que requerirán las futuras audiencias demandantes de justificaciones. De esta manera, presenta la idea de conocer la naturaleza del conocimiento y la idea de conocer la verdad como la esperanza de conocer el futuro de antemano. Y esto no es posible porque la evolución cultural, es decir, la evolución de las demandas de justificación no se produce según leyes, se produce, nos dice Rorty, según una secuencia fortuita de accidentes, algunos afortunados y otros no, comparando esta evolución con la evolución biológica. Para Rorty, sin embargo, nos queda la esperanza de un mundo futuro mejor con más variedad y libertad de lo que realmente podemos esperar y que nos es muy difícil de imaginar. Rorty ubica a Foucault dentro de una tradición antidualista europea. Para él, filosófos como Foucault ayudan a hacer a un lado la teoría de la verdad como correspondencia y a todos los dualismos metafísicos que la filosofía heredó de los griegos. Para Rorty, toda una corriente filosófica europea que parte de Foucault, afirma que “Todo es una construcción social”. Decir que “Todo es una construcción social” es afirmar que nuestras prácticas lingüísticas están unidas a otras prácticas sociales, como hemos visto sostiene Foucault. Esto le permite a Rorty dar un paso más y sostener que las descripciones tanto de la naturaleza como de nosotros mismos son siempre en función de nuestras necesidades sociales. Para Rorty, el conocimiento humano va a ser siempre conocimiento bajo descripciones que resulten adecuadas para nuestros propósitos sociales comunes. Como puede advertirse a lo largo de las líneas precedentes, el tema que Foucault y Rorty abordan desde una perspectiva desafiante y polémica, no puede ser dejado de lado sin más por los investigadores en epistemología de la economía, especialmente por su importancia a la hora de justificar el carácter científico de la economía y la objetividad y supuesta “neutralidad valorativa” de sus afirmaciones. Este debate pone en tela de juicio la pertinencia de la delimitación popperiana de ciencia objetiva: el criterio popperiano de demarcación como intento de poner un límite a las pretenciones científicas de los discursos ideológicos y separar la la ciencia del discurso meramente político debe pensarse ahora desde esta nueva perspectiva. Creemos que se trata de un problema del que los epistemólogos de la economía deberemos ocuparnos con mayor profundidad en el futuro NOTAS BIBLIOGRÁFICAS (1) Michel Foucault, La verdad y las formas jurídicas, traducción Enrique Lynch, España, Barcelona, ed. Gedisa S.A., 1999. VI edición, página 13. (2) Ídem p.15. (3) Ídem p. 16. (4) Ídem p. 16. (5) Richard Rorty, ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo, traducción Enrique Rabossi, Argentina, Bs.As., ed. F.C.E.,SA., 2004, II edición, página 21. (6) Ídem p. 31. (7) Ídem p. 34. (8) Ídem p. 36. BIBLIOGRAFÍA MICHEL FOUCAULT, La verdad y las formas jurídicas, España, Barcelona, Gedisa, 1999, VI edición, traducción Enrique Lynch. MICHEL FOUCAULT, Vigilar y castigar, Nacimiento dela prisión, México, Siglo Veintiuno Editores S.A., 1998.XXVIII edición, traducción Aurelio Garzón Del Camino. ROGER CHARTIER, Escribir las prácticas. Foucaulr, de Certeau, Marín, Argentina, Bs.As., Manantial, 2001, traducción Horacio Pons. RICHARD RORTY, ¿Esperanza o conocimiento? Una introducción al pragmatismo, Argentina, Bs.As., F.C.E., 2001, traducción Enrique Rabossi.