Caso Práctico 97

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CASO PRACTICO Nº 97
CONSULTA
Consideración de las diferencias negativas de cambio en las correcciones
valorativas de títulos de renta variable materializados en moneda extranjera.
Conforme a este asunto se solicita cuál sería el tratamiento más indicado, ya que
tenemos dudas sobre la adecuada interpretación de las normas contables y, por tanto, de su
aplicación en relación a qué principios contables deben prevalecer en este caso.
El Plan de Cuentas Español en la norma de valoración 14 sobre el tratamiento de
las diferencias de cambio, apartado 3 “Valores de renta variable”, indica que el valor de
adquisición, valorado al tipo de cambio vigente en la fecha de operación, no podrá exceder
del tipo de cambio vigente en la fecha de cierre al valor que tuviesen dichos valores en el
mercado.
Intuimos, en consecuencia, que la diferencia negativa de cambio (y en su caso la
recuperación) debería incluirse en la valoración de los títulos de renta variable
independientemente y adicionalmente a la corrección que se debiera realizar por la pérdida
de patrimonio en el ejercicio de la sociedad participada. Por tanto, entendemos que si la
corrección valorativa se calculara aplicando el tipo de cambio de cierre al patrimonio en
moneda extranjera de la filial, incluiría dos efectos: uno por la pérdida de patrimonio del
periodo y otro independiente por la pérdida en el tipo de cambio en el patrimonio total de la
filial, pudiendo afectar incluso a la corrección valorativa de las plusvalías tácitas. Incluso si la
sociedad participada no tuviera pérdida de patrimonio pero sí una minusvalía por la variación
del tipo de cambio de la moneda en cuestión, también se podría efectuar la corrección
valorativa por esta incidencia.
Rogamos a su vez nos informen si deberían existir dos cuentas distintas de
provisión que recojan los dos efectos mencionados por separado, e incluso si la repercusión
a resultados de la pérdida del tipo de cambio debería considerarse como variación de las
provisiones de títulos de renta variable o como diferencias negativas de cambio no
realizadas.
Adicionalmente les rogaríamos que también nos indicasen si el tratamiento sería el
mismo atendiendo a que:
-
Esta pérdida de cambio correspondiera a una devaluación de la paridad o
solamente una depreciación de la paridad con respecto a su moneda de
referencia
-
La temporalidad de la inversión (cartera de control o cartera de rentabilidad)
-
La sociedad participada cotizara en bolsa
En cualquier caso les pediríamos que nos facilitasen la identificación de la
normativa contable o la práctica que soporte el tratamiento más adecuado y si bien la
doctrina fiscal es coincidente en este aspecto con la contable.
SOLUCIÓN
A)
Según la norma 14ª, 3, del Plan General de Contabilidad, los activos financieros
representativos de participaciones en el capital de otras sociedades, denominadas en
moneda extranjera, y financiadas con recursos propios o deudas en pesetas, estarán
valorados al coste de adquisición original: precio de adquisición en divisas y
convertido al tipo de cambio vigente en la fecha de realización del contrato.
En principio, la valoración fijada, según lo expuesto anteriormente, se mantiene
constante, salvo que a la fecha de cierre del ejercicio económico, o cualquier otra
fecha de referencia del balance, haya que practicar una dotación a provisión por
depreciación de participaciones en capital o valores negociables, teniendo en cuenta,
a estos efectos, el precio de mercado de dichos activos financieros, expresado en
divisas existente en dicha fecha de cierre, aplicándose el tipo de cambio imperante
en la susodicha fecha, y si resultara menor valoración total en pesetas.
A tenor de la mencionada normativa contable vigente, no se ponen de manifiesto las
diferencias de cambio en moneda extranjera, sean negativas o positivas, porque tales
participaciones no tienen fecha de vencimiento; sólo para créditos, inversiones en valores de
renta fija (no cotizables) y deudas en moneda extranjera.
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El problema pudiera surgir cuando tales participaciones en capital, denominadas en moneda
extranjera, estuvieran financiadas con deudas expresadas en la mima divisa; la deuda en
moneda extranjera es objeto de corrección:
* si se procede a un incremento del valor, debido a una devaluación, la inversión
financiera, de mantenerse el mismo precio en divisas, también ha aumentado de
valor, siendo razonable la compensación de ambos aumentos del valor, sin que
afecte al resultado del periodo; sin embargo, el Plan General de Contabilidad
establece que se ha de reflejar la diferencia negativa de cambio asociada a la
deuda, en concepto de pérdida potencial, no permitiendo la revalorización en
pesetas de dicha inversión financiera.
* Si se procede a una disminución del valor de la deuda, debido a una revaluación,
la inversión financiera, de mantenerse el precio en divisas, también ha disminuido,
siendo razonable la compensación de ambas disminuciones del valor; el Plan
establece que la diferencia positiva en moneda extranjera, asociada a la deuda ha
de diferirse, teniendo la consideración de ingresos a distribuir en varios ejercicios
mientras no se realice, y respecto a la inversión financiera, se ha de practicar una
dotación a provisión por depreciación de participaciones en capital o valores
negociables, a no ser que el aumento del precio en divisas sea tal que compense
la diferencia negativa derivada.
Al respecto, observamos que el Plan se pronuncia por la ruptura del cordón umbilical entre
la inversión financiera en divisas y la financiación, asimismo en divisas, correlacionada.
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B)
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Si los activos financieros se corresponden con participaciones en capital en
empresas filiales extranjeras, cotizables o no, creemos que la valoración original en
pesetas, según el precio de adquisición, se mantiene, salvo que el valor teórico de
dichas participaciones haya disminuido, prevaleciendo este último; para ello, se ha
de tener en cuenta la cifra de recursos propios de las filiales extranjeras, expuesta en
sus respectivos balances preparados para la agregación-consolidación, expresados
en pesetas de acuerdo con la aplicación de uno de los dos métodos de conversión
establecidos en las Normas para la formulación de cuentas anuales consolidadas.
No obstante, pueda que la cuantía objeto de dotación a provisión por depreciación de
participaciones en capital en empresas del grupo no tenga que ser por la diferencia
de valoración anterior, sino una parte de la misma en concepto de amortización del
fondo de comercio de consolidación.
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C)
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Si los activos financieros se corresponden con participaciones en capital en otras
sociedades extranjeras, sin ningún vínculo de control o influencia significativa,
cotizables en mercados secundarios y organizados (bolsa), y, además, de carácter
temporal, les será de aplicación lo comentado en el epígrafe A).
Las supuestas diferencias negativas o positivas de cambio que pudieran existir, al
comparar tipos de cambios al cierre con los tipos de cambio al contado en las fechas
de adquisición de tales participaciones, podrían cargarse o abonarse a resultados del
periodo que se cierra, teniendo en cuenta, además y conjuntamente, la variación de
la cotización en divisas.
Este criterio, denominado mark to market o valor corriente, debería ser aceptado, al
considerar las citadas inversiones financieras como prolongación de la tesorería de la
empresa, ya que las mismas podrán convertirse en liquidez en plazos muy breves y
de acuerdo con unos precios establecidos por el mercado de la manera más
transparente posible, sin ninguna influencia en los mismos por parte de la propia
empresa, ni por otras u otros agentes económicos.
Este criterio resulta aplicable en entidades de crédito sólo para las participaciones en
capital y valores de renta fija cotizables que componen la cartera especulativa o a corto
plazo.
Sobre estas cuestiones existe un artículo elaborado por el profesor José Luis Cea García (1997), título: Las
operaciones en moneda extranjera. Las sombras de la regulación española. (Accésit premio Estudios
Financieros 1997). Publicado en la Revista de Contabilidad y Tributación, nº176, noviembre de 1997. Centro de
Estudios Financieros.
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