¿Cómo debo estar en Misa? SENTADO La iglesia nunca está deshabitada o vacía: es la casa de Dios y él siempre está allí, es más, siempre espera tu visita; por eso, cuando no vienes el domingo o un día de fiesta, se pone triste. En cambio, nos sentamos mientras se leen las lecturas antes del Evangelio y el salmo (responsorial; en la homilía, en el ofertorio mientras se preparan el pan y el vino sobre el altar), y en la Comunión. Todos los cristianos formamos la familia de los hijos de Dios, somos el pueblo que le tiene por “padre” y, cada día de fiesta, nos reunimos con él en torno a la mesa del altar para darle gracias por su Hijo Jesús, que nos salva y quiere llevar al cielo. Por eso, cuando rezamos en la Misa mostramos la unidad que hay entre nosotros, como familia que somos, y lo expresamos con las palabras y con los gestos; porque reza toda nuestra persona, cuerpo y alma, de ahí que sea tan importante que sepamos qué postura es la correcta en cada momento de la Misa, para guardar la unidad y enseñar al mundo que somos una familia unida (porque las posturas son las mismas en todas las Misas del mundo: en España, en Italia, en el Congo, o en China; cambia el idioma, pero no las posturas). Tres posturas debes aprender: de pie, sentado y de rodillas. DE PIE Estamos de pie desde el principio, cuando el sacerdote se dirige al altar, hasta después de la primera oración; cuando se lee el Evangelio, durante el Credo y las Preces; y, desde antes de la oración sobre las ofrendas, hasta el final de la Misa, excepto en los momentos que vienen explicados ahora. DE RODILLAS Sólo nos ponemos de rodillas durante la consagración, justo en el momento en que el cura extiende las manos sobre el pan y el vino del altar, a no ser que por mala salud, por la estrechez del lugar, porque haya muchísimas personas o por otras causas razonables no pueda. Arrodillarse es adorar, y sólo lo hacemos ante Dios; es la forma propia de reconocer que Dios está realmente presente entre nosotros y, como en el momento de la consagración, el pan y el vino se transforman en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús, nos ponemos de rodillas para recibirle. Sin embargo, los que no puedan arrodillarse en la consagración, deben hacer una inclinación profunda mientras el sacerdote hace la genuflexión después de consagrar las ofrendas. Fuera de la Misa, la forma de adorar a Jesús en el sagrario es haciendo la genuflexión: doblar la rodilla derecha al pasar ante él; acostúmbrate a decirle que le quieres mientras lo haces, y evitarás que sea un gesto de rutina. Es un acto de amor.