//T23 TENDENCIAS | LATERCERA | Sábado 26 de abril de 2014 puede acceder en el metro. Otros balnearios, se ubican en los alrededores de la ciudad. Destacan especialmente Las Calanques, una reserva ecológica de 20 kilómetros, repleta de fiordos que esconden pequeñas playas, algunas nudistas, otras perfectas para relajarse y bucear. También se puede practicar montañismo en los blancos macizos que rodean la reserva. De vuelta en la ciudad, con el sol bajando en el Mediterráneo, la mejor alternativa es subir a Notre Dame de la Garde. La bizantina catedral de Marsella, ubicada sobre una colina, a 154 metros del mar, es el punto más elevado y aparece como el lugar perfecto para contemplar el atardecer rojizo que tiñe la urbe. La noche trae la bohemia. Otro capítulo en la historia de este puerto. El movimiento de barcos es reemplazado por el sonido y las luces de bares y centros nocturnos que mantienen el ritmo latente de una ciudad que parece no dormir, quizás acostumbrada ante la amenaza de una nueva invasión, aunque esta vez sean turistas y una intensa ola cultural los que se toman la urbe.T ber que se mandó construir una casita arriba de la bahía de Marsella. Es el Palacio del Faro, desde donde se tiene una panorámica estratégica de la ciudad. Al continuar recorriendo, surgen en cada esquina catedrales e iglesias centenarias. Una de estas es la Abadía de San Víctor, que se comenzó a construir el 380 d.C. Hoy se pueden contemplar las distintas fases arquitectónicas que fueron moldeando una de las capillas católicas más antiguas de Europa. El barrio de Le Panier es el más antiguo, con 400 años de existencia. Se ubica sobre colinas, muy similares a las de Valparaíso. En los últimos años se ha convertido en un circuito turístico que permite recorrer sus laberínticas callecitas sin riesgos, atravesar coloridas casas, iglesias transformadas en museos o cafés, tiendas boutiques, plazas con maceteros gigantes y miradores al Mediterráneo. Ocio en el mar Pero entre los paisajes de Marsella hay unos que se llevan las miradas de los visitantes: sus 21 playas de arenas blancas. Las hay para todos los gustos y a muchas se Inglaterra Bélgica 8 N ule Bo París MARSELLA va Francia rd FRANCIA de Pa rís Marsella Fuerte San Jean La e ièr eb n an C España Bahía de Marsella Fuerte San Nicolás Isla de If adis Par Rue Puerto Viejo ie order Bou C d de la levar LA TERCERA Le Corbusier y La Unité d’Habitation de Marsella Por: Francisco Chateau profesor de la Escuela de Arquitectura UC y estudioso de Le Corbusier Le Corbusier es, probablemente, uno de los arquitectos más importantes del movimiento moderno. Su fama proviene de una doble ocupación: además de trabajar como arquitecto y artista plástico, siempre se preocupó de dar a conocer sus ideas y trabajos. Por ejemplo, autopublicó sus obras completas en tres idiomas y fue uno de los impulsores de los congresos internacionales de arquitectura moderna (Ciam), principal órgano de la doctrina moderna a nivel mundial durante la primera mitad del siglo XX. Quizás una de las habilidades más modernas en él haya sido su comprensión de los medios de comunicación y el uso que hizo de ellos para la difusión. Entre sus obras más emblemáticas están la Villa Savoye (1929), la Capilla de NotreDame du Haut, Ronchamp (1954), el Monasterio de Sainte Marie de la Tourette (1959) y La Unité d’ Habitation de Marsella (1952). La gracia de esta última es que reúne ejemplarmente su preocupación por las diferentes escalas de la arquitectura, desde el diseño del mobiliario mínimo, al del bloque y su idea de implantación como pieza en la ciudad. Este gran bloque de viviendas es un gigantesco edificio que tiene 337 departamentos, para 1.600 habitantes, y a la vez representa la idea de la ciudad vertical, con locales comerciales, servicios, jardín infantil e incluso una pista deportiva en la terraza, para salir a trotar. El bloque está situado en medio de un gran parque verde, fiel a la idea de los “placeres esenciales” de Le Corbusier, quien sostenía que el hombre necesita espacio, sol y verdor para vivir. Así, La Unité d’Habitation de Marsella es una muy buena oportunidad para conocer más a fondo la obra de este artista icónico del siglo XX. Y si para un arquitecto es una visita obligada, también puede ser un paseo atractivo para el resto de los turistas, pues permite conocer de primera fuente los postulados del urbanismo moderno y el afán de conciliar la relación entre construcción y naturaleza, sin que ninguna devore a la otra, que siempre impulsó Le Corbusier.