A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 26 de Febrero de 2013, habiéndose dispuesto en el establecido, Acuerdo 2078, de conformidad que deberá con observarse lo el siguiente orden de votación: doctores Genoud, Negri, Kogan, Hitters, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva Víctor en Raúl la causa contra L. Montajes 109.981, Rudi de "Titizano Vidaurre, Leonardo Hantabal. Despido arbitrario, etc.". A N T E C E D E N T E S El Tribunal del Trabajo n° 3 del Departamento Judicial Quilmes hizo lugar parcialmente a la demanda promovida, imponiendo las costas del modo que especificó (fs. 480/493). La parte actora dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley (fs. 503/506), el que fue concedido por el citado tribunal a fs. 507/508. Dictada la providencia de autos (fs. 519) y hallándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte decidió plantear y votar la siguiente C U E S T I Ó N ¿Es fundado el recurso extraordinario inaplicabilidad de ley? V O T A C I Ó N de A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Genoud dijo: I. El tribunal del trabajo rechazó en todas sus partes la Vidaurre pretensión contra deducida por Rodolfo Hantabal Juan Víctor y Raúl Titizano "Roura Cevasa S.A.", mediante la cual les había reclamado el pago de haberes adeudados, salarios por vacaciones, sueldos anuales complementarios e indemnizaciones por despido injustificado y sustitutiva del preaviso, así como las previstas en los arts. 9 y 15 de la ley 24.013; 2 de la ley 25.323; 16 de la ley 25.561 y 132 bis de la Ley de Contrato de Trabajo. En cambio, acogió parcialmente la acción dirigida contra Leonardo Ariel Hantabal, en cuanto le había requerido la cancelación de los salarios correspondientes a los meses de octubre y noviembre de 2003, el sueldo anual complementario, la indemnización por las vacaciones no gozadas del mismo año y la asignación dineraria contemplada en el decreto 905/2003, desestimándola respecto de dicho codemandado por los restantes rubros mencionados en el párrafo anterior. 1. En lo que concierne a los coaccionados Juan Rodolfo Hantabal y "Roura Cevasa S.A.", el a quo desestimó la demanda en el entendimiento de que el actor -sobre quien recaía la carga de hacerlo- no logró acreditar la relación laboral invocada en el escrito de inicio. Destacó que no resultaba suficiente, clara, ni convincente la escasa prueba aportada al efecto, siendo irrelevantes rebeldía tanto por la parte absolución de de de dos las posiciones los en coaccionados (materializada -destacó- mediante un pliego común a las tres demandadas, cuyas posiciones no se referían, en su mayoría, a declaración hechos del personales único testigo de éstas), que declaró cuanto en la la causa (quien se mostró impreciso en sus dichos, manifestando una evidente intención de favorecer al accionante; vered., fs. 474). Añadió el sentenciante que no era aplicable al caso la norma del art. 23 de la Ley de Contrato de Trabajo, ya que las causas demostraron que "lo motivaron los contrario", servicios dejando de sin Titizano efecto la presunción allí establecida (vered., fs. 476). Por denunció otra el actor parte, y en escrito el contrariamente inicial, a lo tampoco que se acreditó -a juicio del tribunal- que el accionante hubiese sido contratado por Juan Rodolfo y/o Leonardo Hantabal para proporcionarlo demostrado la fraudulenta en a "Roura Cevasa configuración los términos S.A.", de del art. una 29 no habiéndose interposición de la Ley de Contrato de Trabajo (vered., fs. 474). Finalmente, consideró el a quo que no resultaba viable condenar solidariamente a la coaccionada "Roura Cevasa S.A." por aplicación del art. 30 del citado cuerpo legal, toda accionante vez que en el extemporáneamente, al ello no fue solicitado escrito de contestar el por demanda el sino, segundo traslado previsto en el art. 29 de la ley 11.653, etapa procesal que no era oportuna para ampliar el objeto de la pretensión (sent., fs. 487 vta.). 2. Sentado ello, consideró probada el juzgador -en conclusión firme- la relación laboral entre el actor y el coaccionado Leonardo Hantabal. Empero, consideró que el actor tampoco pudo demostrar las modalidades de la prestación que denunció en la demanda. Precisó denunciada que (oficial no se acreditó especializado), ni la que categoría la relación debiese haber sido encuadrada en el ámbito del Convenio Colectivo de Trabajo 260/75 de la Unión Obrera Metalúrgica. Por el contrario, codemandado respectivo se como teniendo encontraba en cuenta inscripto empleador de la que en el el industria citado registro de la construcción, y que el actor desempeñaba sus tareas en las obras donde aquél realizaba montaje de estructuras, concluyó -con sustento en el art. 1 inc. "a" de la ley 22.250- que correspondía encuadrar el vínculo en el ámbito del Convenio Colectivo de Trabajo 76/75 de la Unión Obrera de la Construcción, determinando que el trabajador se había desempeñado en la categoría de medio oficial (vered., fs. 477 y sent., fs. 485 y vta.). En lo concerniente al salario, resolvió el a quo que debía descartarse el denunciado en el escrito de inicio ($ 1.500 mensuales, importe negado por el empleador, quien refirió en su réplica que el actor percibía $ 366,87), no pudiendo computarse a favor de éste la inversión de la carga de la prueba prevista en el art. 39 de la ley 11.653, habida cuenta que el coaccionado Leonardo Hantabal no fue oportunamente registros intimado laborales, para que incumbiendo exhibiera por tanto los libros al actor y la demostración del salario alegado, sin que hubiese producido prueba alguna tendiente a acreditar semejante aserto. Luego, concluyó que correspondía determinar la cuantía de la remuneración con arreglo a las escalas previstas en el convenio colectivo que declaró aplicable al caso: $ 9,28 por día para el mes de agosto de 2003; $ 1,63 por hora para el mes de septiembre de 2003; $ 1,79 por hora para el mes de octubre de 2003 y $ 1,95 por hora para el mes de noviembre de 2003 (vered., fs. 476/478; sent., fs. 486). 3. Finalmente, el tribunal de origen consideró no demostrados la autenticidad, el envío ni la recepción de los telegramas presuntamente remitidos por el actor a los demandados. Puntualizó que aquél no produjo prueba alguna tendiente a la acreditación de dichos hechos, al punto tal que no diligenció el oficio al correo que había ofrecido en la demanda. Destacó, asimismo, que si bien sí se acreditó la autenticidad y recepción de los telegramas remitidos por el coaccionado Leonardo Hantabal, no cabía efectuar "deducciones" del texto de dichas comunicaciones, desde que no corresponde a los jueces "adivinar" el contenido de los despachos telegráficos remitidos por el actor, pues de lo contrario, se estaría violando la garantía de defensa en juicio de la contraparte, al valorar extremos negados que no resultaron acreditados en el caso (vered., fs. 478 y vta.). II. Contra dicha resolución, la actora interpuso recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley, en el que denuncia absurdo y violación de los arts. 14, 23, 29 y 30 de la Ley de Contrato de Trabajo; 12, 34, 35, 39 y 40 de la ley 11.653 y de la doctrina legal que identifica (fs. 503/506). Plantea los siguientes agravios: 1. En primer lugar, cuestiona la conclusión del tribunal relativa a que no correspondía aplicar al caso el art. 39 de la ley 11.653 para determinar el salario percibido por el actor. Señala precepto legal que, citado, al el desestimar tribunal la aplicación vulneró la del doctrina legal establecida por esta Suprema Corte en la causa L. 89.910, "Calvigioni" (sent. del 9-IV-2008), en cuanto se resolvió que, cuando lo que se discute en el litigio es el monto y cobro de las remuneraciones, cabe la aplicación al tópico de lo normado en el art. 39 -segunda parte- de la ley 11.653, que lisa y llanamente adjudica al empleador la carga de la prueba contraria a la reclamación. Máxime cuando -añade- el codemandado Leonardo Hantabal fue declarado rebelde durante la sustanciación del proceso, absolvió en rebeldía las posiciones y no presentó registración laboral alguna, ni ofreció puntos de pericia contable. 2. También critica la sentencia de grado en cuanto liberó de responsabilidad a los codemandados "Roura Cevasa S.A." y Juan Hantabal. En lo que respecta a la primera, dice que mal pudo el a quo desvincularla en su carácter de "contratante fraudulenta", invocando en sustento del agravio lo resuelto por este Tribunal en el precedente L. 52.868 (sent. del 12IV-1994), en cuanto se señaló allí que "quien pretende la condena solidaria de la empresa contratista de los servicios de la empleadora, debe invocar y demostrar en el caso la configuración de los presupuestos a que se subordina la aplicación del art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo". Agrega -con cita de la doctrina legal establecida en la causa L. 66.847 (sent. del 4-IV-1997)que "el acto fraudulento al que alude el art. 14 de la Ley de Contrato de Trabajo no requiere para su concreción la concurrencia de la voluntad viciada del trabajador", sino que se trata, objetivamente, "del intento fraudulento de eludir las normas imperativas del orden público laboral". Desde otro ángulo, señala que el fallo atacado viola "grosera absurda y arbitrariamente" la doctrina legal vinculada al art. 23 de la Ley de Contrato de Trabajo (conf. causas L. 89.910; Ac. 30.749; L. 66.867). 3. En lo que respecta a las misivas remitidas por el actor, restarle reputa entidad absurda la probatoria, decisión toda del vez que juzgador el de telegrama cursado el día 10-XI-2003 obra acompañado en original a las presentes actuaciones, funcionario del correo con firma oficial, lo certificada que da fe del de su imposición por la oficina de correos y de su autenticidad. Máxime cuando el coaccionado Leonardo Hantabal respondió los telegramas cursados por el actor, lo que implica reconocer que las había recibido. Sobre esa base, considera que deben considerarse auténticas y recibidas las cartulares enviadas por el actor. Asimismo, denuncia absurdo en "la consideración de la confesión ficta" de los coaccionados Leonardo y Juan Hantabal (fs. 504). 4. Afirma que el a quo valoró de manera absurda la pericia contable. Dice que surge de dicha prueba que la coaccionada "Roura Cevasa registraciones S.A." exhibió contables, ya sólo que uno parcialmente de los libros sus fue rubricado el día 27-IX-2001, es decir, en fecha posterior a la denunciada por el trabajador como punto de inicio de la relación laboral (1997). Luego -concluye- ante la carencia de documentación respaldatoria y la falta de exhibición de las registraciones contables, "debe prevalecer la presunción a favor del actor del art. 23 de la LPL" (fs. 505 vta.). 5. Plantea que el juzgador aplicó absurdamente el convenio colectivo de trabajo de la industria de la construcción. Señala que, en tanto fue el codemandado Leonardo Hantabal quien negó que el actor se hallase encuadrado en el Convenio de la Unión Obrera Metalúrgica, afirmando que lo estaba en el de la U.O.C.R.A., debió aquél acreditar semejante aseveración. Por lo demás, resultando que el propio tribunal determinó que las categorías invocadas por ambas partes debían ser dejadas de lado, queda corroborado que dicho coaccionado mintió cuando afirmó que el actor revistaba en la categoría de peón del convenio de la construcción, por lo que debió suponer el a quo que también faltó a la verdad en cuanto denunció que resultaba aplicable dicha convención colectiva. Agrega que el convenio de la U.O.C.R.A. y el estatuto de la ley 22.250 requieren determinados requisitos (registraciones, informes mensuales, libreta de aportes), no probados por el empleador en autos, cuyo incumplimiento es causal de nulidad y tiene como consecuencia el encuadramiento en el régimen de trabajo estable de la Ley de Contrato de Trabajo. III. El recurso es improcedente. 1. Invirtiendo el orden de tratamiento de los agravios por razones metodológicas, debo señalar, en primer lugar, que aquéllos dirigidos a rebatir la decisión del tribunal en cuanto desestimó íntegramente las acciones deducidas contra los codemandados Juan Hantabal y "Roura Cevasa S.A." no resultan atendibles. a. El lacónico cuestionamiento afincado en que el tribunal vulneró la doctrina legal elaborada en torno al art. 23 de la Ley de Contrato de Trabajo es manifiestamente insuficiente. En efecto, se limita la quejosa a señalar que el fallo "viola grosera absurda y arbitrariamente la doctrina citada ut supra con respecto al Fallo L. 89.910, Ac. 30.749, L. 66.867, referido a la presunción del art. 23 de la LCT" (textual, rec., fs. 504 vta.), para afirmar más adelante que, ante la falta de exhibición de las registraciones contables por parte de "Roura Cevasa S.A." "debe prevalecer la presunción a favor del actor del art. 23 de la LPL" (fs. 505 vta.). Planteada en esos términos, la crítica debe ser desestimada de plano, habida cuenta que, más allá de su indudable inconsistencia, en ninguno de los precedentes que individualiza (a los que, por lo demás, no identifica con el mínimo de precisión que es exigible a un recurso extraordinario, incumpliendo con la carga de enunciar en términos claros transgredida; cuestiones y concretos arg. art. vinculadas la 279, al doctrina C.P.C.C.) alcance de la que se se reputa resolvieron presunción de existencia del contrato de trabajo receptada en el art. 23 de la Ley de Contrato de Trabajo. A lo expuesto cabe añadir que la hipotética falta de exhibición de libros o registraciones laborales ninguna relación guarda con la citada norma, como -confundiéndola inexcusablemente con aquella otra presunción contenida en el art. 39 de la ley 11.653, que tiene un contenido y una función completamente distinta a la receptada en el art. 23 de la ley laboral de fondo- pareciera indicarlo la recurrente a fs. 505 vta. A todo evento, se impone señalar que el tribunal explicitó los fundamentos por los cuales consideraba inaplicable contrato al de caso trabajo la presunción (vered., fs. de existencia 476), sin del que la impugnante se haya detenido a rebatirlos, lo que demuestra la palmaria orfandad argumental de agravio y sella su suerte adversa. b. Tampoco es fundado el cuestionamiento relativo al rechazo de la responsabilidad solidaria de la codemandada "Roura Cevasa S.A.". El recurso luce -también en esta parcela- manifiestamente insuficiente para conmover lo decidido en la instancia, toda vez que -sin cuestionar las razones blandidas por el a quo para desestimar la aplicación al caso tanto del supuesto contemplado en el art. 29 de la Ley de Contrato de Trabajo (al no haberse probado la interposición fraudulenta invocada en el escrito de inicio; vered., fs. 474), cuanto del receptado en el art. 30 del mismo texto legal (al no haber sido invocado en la demanda, sino recién en el segundo traslado; sent., fs. 487 vta.), se ciñe el quejoso a señalar que dicha coaccionada debe ser responsabilizada solidariamente con Leonardo Hantabal en su carácter de "contratante fraudulenta", para acto seguido invocar doctrina de esta Corte vinculada al citado art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo (rec., fs. 504). Aún soslayando que ha arribado firme a esta instancia la decisión del tribunal de considerar que el planteo fundado en esta última norma resultaba inatendible por extemporáneo (lo que define la suerte adversa del agravio), ignora el recurrente -cuyos inconexos argumentos dejan traslucir una confusión conceptual entre la interposición fraudulenta regulada en el art. 29 de la ley laboral y la subcontratación lícita de actividades contemplada en el art. 30 de la misma norma- que, como reiteradamente lo ha declarado esta Suprema Corte, el fraude no es presupuesto de operatividad del art. 30 de la Ley de Contrato de Trabajo (conf. causas L. 46.372, "Medina", sent. del 5-III-1991; L. 42.638, "Peñalva", sent. del 10-IV-1990; L. 42.689, "Delucchi", sent. del 22-VIII1989; L. 35.562, "Abbiatti", sent. del 22-III-1988; entre otras). c. Por último, debiendo permanecer firme la sentencia en cuanto desestimó la acción dirigida contra "Roura Cevasa S.A.", la crítica vinculada a la absurda valoración de la prueba pericial contable (estructurada en torno a las supuestas irregularidades que presentarían las registraciones laborales de dicha empresa; fs. 505 y vta.) ha devenido abstracta, por lo que no corresponde pronunciarse al respecto. 2. Los restantes agravios introducidos en el embate tampoco son atendibles. a. No acierta el quejoso en cuanto cuestiona el encuadramiento de la relación laboral que lo vinculó al codemandado Leonardo Hantabal en el ámbito del convenio colectivo de trabajo de la industria de la construcción. Liminarmente, se impone precisar que tanto la calificación profesional de la actividad que desarrolla el trabajador, cuanto el encuadramiento convencional de una relación de trabajo, constituyen cuestiones que -en tanto requieren de debate y análisis de los escritos postulatorios y de las pruebas arrimadas por las partes- resultan privativas de los jueces de mérito (conf. doct. causas L. 101.666, "Martínez", "Bassetti", sent. del sent. del 27-IV-2011; 9-XII-2010; L. 91.831, L. 101.584, "Figueroa", sent. del 16-IV-2008; L. 84.586, "Aguilar", sent. del 8-XI2006). En consecuencia, su revisión ante la Suprema Corte queda subordinada a la demostración del absurdo, que impone al recurrente la carga de acreditar que el razonamiento del juzgador deriva incompatibles con en las conclusiones constancias contradictorias objetivas de la o causa (conf. L. 97.961, "Pérez", sent. del 27-IV-2011; L. 100.981, "Dupont", sent. del 5-V-2010). Partiendo de esa base, se impone desestimar el cuestionamiento, toda vez que la postura del recurrente se agota en señalar -de un lado- que recaía sobre dicho codemandado la carga de acreditar que la relación laboral debía quedar encuadrada en el convenio de la U.O.C.R.A. y -del otro- que no se verificaron en el caso ciertos requisitos previstos en la aludida normativa convencional (fs. 505 vta./506), pero tampoco en esta parcela se ocupa de rebatir los fundamentos esgrimidos por el sentenciante para fundar actividad la conclusión que desempeñaba interpretación que formuló contraria, el del afincados empleador Convenio en y en Colectivo la la de Trabajo 76/75 y del art. 1 de la ley 22.250, precepto este último cuya violación tampoco ha denunciado (sent., fs. 485 y vta.). Cuadra recordar, en ese contexto, que es insuficiente el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley en el que el interesado omite controvertir idóneamente el análisis y fundamentos desarrollados en el pronunciamiento, limitándose -en cambio- a evidenciar su criterio discrepante y criticar posibles fisuras en la evaluación realizada por los sentenciantes, sin demostrar que tales aspectos secundarios del fallo logren conmover la estructura que lo dota de sustento (conf. causas L. 94.033, "Brites", sent. del 16-III-2011; L. 89.586, "Gatica", sent. del 11-VI-2008; L. 88.769, "Fernández Alonso", sent. del 6VI-2007; L. 86.418, "Maldonado", sent. del 27-XII-2006). b. Igualmente improcedente es el agravio relativo a la cuantía del salario. (i) Si bien es cierto que los argumentos explicitados por el tribunal para fundar este tramo del fallo no resultan enteramente acertados, no lo es menos que dicha circunstancia no alcanza para conmover la solución adoptada en la instancia. (ii) En efecto, como quedó señalado, el juzgador descartó tener por cierta la remuneración denunciada en el escrito de inicio por aplicación del art. 39 de la ley 11.653. Puntualizó que aun cuando el coaccionado Leonardo Hantabal no exhibió los libros y registros laborales, dicha falencia no le era imputable, habida cuenta que no le fue debidamente notificado el auto que lo intimaba a hacerlo (vered., fs. 476 y 478). Dicho razonamiento no luce correcto, toda vez que -como lo destaca el recurrente a fs. 503 vta./504, con cita de la doctrina legal de este Tribunal- cuando lo que se discute en el remuneraciones, legal no litigio el establece llanamente adjudica contraria a la es segundo el párrafo presunción al monto del alguna, empleador reclamación y la (conf. cobro citado sino carga causas de precepto que de las la L. lisa y prueba 87.155, "Arteche", sent. del 16-II-2011; L. 101.012, "Román", sent. del 6-X-2010; L. 89.910, "Calvigioni", sent. del 9-IV-2008; L. 81.158, "Gianmaría", sent. del 24-VIII-2005; entre muchas). El a quo confundió la presunción establecida en el primer párrafo del art. 39 de la ley 11.653 (que, como es sabido, traslada hacia el empleador la carga de demostrar los hechos o datos que debieron consignarse en los libros o registros laborales, siempre y cuando el empleador no los exhibiera a requerimiento judicial, o no reuniesen las exigencias legales o reglamentarias y, además, el trabajador hubiere prestado declaración jurada sobre tales circunstancias) con la inversión de la carga de la prueba contemplada en el segundo párrafo del precepto ritual citado empleador la (que carga pone de directamente demostrar la en cabeza insinceridad de del las alegaciones del trabajador relativas al cobro y monto de la remuneración, sin necesidad de declaración jurada alguna). judicante (iii) Sin no alcanza embargo, -en el el caso- señalado error del para modificar lo resuelto. Ello así, porque el importe salarial que el actor denunció haber percibido en el escrito de inicio ($ 1.500), lo fue en relación a una categoría profesional (oficial especializado del Convenio Colectivo de Trabajo 260/75 para la industria metalúrgica; demanda, fs. 133 y vta.) que no resultó acreditada en autos, puesto que el juzgador tuvo por demostrado -en conclusión que no ha podido ser desvirtuada por el quejoso- que el actor debió haber sido encuadrado en la categoría de medio oficial del Convenio Colectivo de Trabajo 76/75 para la industria de la construcción (vered., fs. 477; sent., fs. 485 y vta.). Es exclusivamente dicha circunstancia -y no el hecho de que no resulte imputable al empleador la falta de exhibición de los libros- la que impide tener por cierta la remuneración denunciada en el escrito de inicio por aplicación del art. 39 -segundo párrafo- de la ley 11.653, habida cuenta que -como lo ha declarado esta Corte- no opera la inversión de la carga de la prueba contemplada en el segundo párrafo del art. 39 de la ley 11.653 si el salario que se denuncia en la demanda se calculó sobre la base de una categoría profesional no acreditada y, por el contrario, se demostró el desempeño del actor en otra de menor nivel (conf. causas L. 105.054, "Céccoli", sent. del 24-VIII-2011; L. 104.596, "Avit", sent. del 10-VIII-2011; L. 96.351, "Bonifacich", sent. del 6-IV-2011; L. 103.429, "Iturbe", sent. del 17-XI-2010; L. 76.650, "Benítez", sent. del 1-IV-2004; L. 42.064, "Sánchez", sent. del 30-V1989). c. absurda Finalmente, valoración del los agravios intercambio relativos epistolar y a la de la confesional lucen igualmente insuficientes para modificar la sentencia. (i) En lo que respecta a las misivas acompañadas por el actor (cuya autenticidad y recepción fueron consideradas no demostradas por el a quo; ver fs. 478 y vta.), la crítica debe reputarse inoficiosa, porque -más allá de lo que pudiera opinarse sobre el acierto sustancial de lo resuelto- el recurrente ni siquiera se detiene a explicar en qué sentido debería modificarse la sentencia en caso de que el agravio resultase favorablemente acogido, lo que demuestra que en ese punto el recurso extraordinario no se basta a sí mismo. (ii) Y en lo que concierne a la confesional, la queja (recurso, fs. 504) no sólo adolece de la misma deficiencia resaltada en el párrafo precedente, sino que, además, es palmariamente insuficiente, habida cuenta que el tribunal explicó detalladamente las razones que lo llevaron a descartar su entidad probatoria (fs. 473 vta./474 y 477), sin que se haya introducido en el embate argumento alguno destinado a controvertir la fundamentación esgrimida por el juzgador. d. A tenor del cúmulo de razones expuestas, se impone concluir en que el accionante no ha logrado demostrar el absurdo imputado al decisorio. Cuadra recordar que la mera exhibición de un criterio discrepante (conf. causas L. 102.979, "Bulacio", sent. del 20-X-2010; L. 80.599, "Ruíz", sent. del 27-VIII2003; L. crítica 34.291, del "Garau", interesado sent. basada del sólo 21-V-1985), en o razones la de preferencia o conveniencia personal (conf. L. 98.181, "Duarte", sent. del 28-V-2010; L. 84.287, "R., R.", sent. del 31-VIII-2007; L. 81.383, "Arrospide", sent. del 24VIII-2005) distan, en mucho, de constituir una vía idónea para demostrar el absurdo. Ello así, pues no cualquier crítica autoriza a tener por acreditado dicho vicio; por el contrario, su existencia supone la comprobación de circunstancias que bien pueden calificarse de extremas, y que exceden el marco del mero disentimiento -o de una mera discrepancia de opinión- porque se requiere algo más: el error grave, un desvío notorio, patente o palmario de las leyes de la lógica o una grosera desinterpretación material de la prueba producida que conduzca a conclusiones inconciliables con las constancias objetivas de la causa (conf. L. 103.049, "Olivan", sent. del 24-VIII-2011; L. 100.603, "Taverna", sent. del 13-VII-2011; L. 104.563, "Ojeda", sent. del 6-VII-2011; L. 100.712, "Deciano", sent. del 10-III-2011). IV. desestimar el En virtud recurso de lo señalado, extraordinario traído, corresponde con costas (art. 289 del C.P.C.C.). Voto por la negativa. Los señores jueces doctores Negri, Kogan e Hitters, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Genoud, votaron también por la negativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, se rechaza el recurso extraordinario traído; con costas (art. 289, C.P.C.C.). Regístrese, notifíquese y devuélvase. HECTOR NEGRI JUAN CARLOS HITTERS HILDA KOGAN LUIS ESTEBAN GENOUD GUILLERMO LUIS COMADIRA Secretario