Jesús en el arte

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Jesús
en el arte
1º Bachiller A
No se conservan imágenes de Jesús de los primeros siglos. Ello puede ser debido, entre otras razones, a que,
por una parte, los cristianos que provenían del judaísmo estaban imbuidos del espíritu del Antiguo Testamento
de no fabricar dioses; y por otra, los cristianos que provenían del paganismo querían evitar la confusión entre
Cristo y los dioses paganos. Sea como fuerte, hasta el siglo III no aparecen las primeras imágenes de Jesús, lo
cual vengo a tratar en este trabajo:
La Imagen de Cristo como Pantocrátor
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La palabra Pantocrator significa en griego Todopoderoso. La representación de Jesucristo como Pantocrator
trata de resumir en una sola figura al Salvador y al Creador. Cristo como origen, fin y juez supremo de la
historia y del mundo. Es típica en las bóvedas y en las cúpulas de las iglesias en forma de grandes frescos o de
enormes mosaicos.
Cristo en la cruz en majestad
Es una forma típica de representar a Cristo en los siglos XII y XIII. No se pretende realismo en la expresión
de la figura de Cristo. Su cuerpo y situación se reduce a los rasgos fundamentales:
• Se le representa vestido con una túnica
• La corona de espinas no aparece
• Se deja claro que el sufrimiento de Jesús es un sufrimiento redentor y que está por encima del
sufrimiento del hombre corriente.
• Se deja claro también que el cuerpo de Cristo no ha conocido la corrupción del sepulcro ni tiene,
ahora, una vez resucitado, los rasgos del dolor y de la muerte.
La Imagen de Cristo al final de la Edad Media
En el siglo XIII el pensamiento occidental experimenta un profundo cambio de orientación. La espiritualidad
de san Francisco atraviesa toda esta época, ayudando al hombre a situarse en la naturaleza y haciendo de ella
el lugar donde el hombre podía realizarse como persona y como hijo de Dios.
San Francisco vivió entre 1181 a 1226, pero su influencia duró mucho tiempo. Fue él quien en 1223 inventó el
nacimiento, representando con personas el portal de Belén, que luego se convertirá en una costumbre familiar.
La mentalidad de la gente va cambiando. El pueblo, que anteriormente necesitó ver en Cristo al Dios supremo,
inaccesible en su infinita majestad, ahora lo ve como el dulce maestro que inspira la paz.
El Cristo románico, crucificado pero vestido con preciosa túnica, coronado como rey, y reflejando en su rostro
la paz y la serenidad de un triunfo eterno, deja paso a los crucificados que mueven a compasión a quienes lo
contemplan.
La Imagen de Jesús en el renacimiento
La imagen de Jesucristo sufre el impacto propio del humanismo del Renacimiento. La Roma entera se levanta
de sus cenizas y se transforma en la capital de la cultura occidental, intentando una nueva y curiosa simbiosis
espiritual entre el antiguo paganismo grecorromano y el cristianismo. La belleza parece querer encubrir la
tragedia de la vida. El hombre, que pasa a ocupar el centro de la historia, parece un Dios, más por la
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inspiración del arte que por la gracia del Espíritu Santo.
La fe cristiana tiene un nuevo desafío: hacer de ese hombre endiosado un hijo de Dios. Cristo parece más el
ideal de belleza masculina, el hombre dotado por los dioses de todos los atributos viriles, que el Hijo de Dios
ungido con la plenitud del Espíritu Santo. Basta recordar el Juicio Final de Miguel Ángel (en la foto),
características de esta época.
La Imagen de Jesús en el Barroco
La reacción contra la forma de representar a Cristo en el Renacimiento no se dejó esperar. La Reforma
protestante, convencida de la corrupción radical de la naturaleza, vació sus iglesias de la presencia demasiada
humana de Cristo. La Contrarreforma católica, especialmente en España, potenció la presencia de la religión
en las calles mediante procesiones y representaciones teatrales, procurando la síntesis entre humanismo y fe.
Tal vez la obra de El Greco sea uno de los mejores exponentes de este esfuerzo espiritualizador. El Cristo de
El Expolio (foto de la izquierda) destaca una presencia humana contundente y llena de dignidad en un mundo
hostil, deshumanizado y deshumanizador. El rostro de Cristo, en sus ojos, vemos el alma en medio de
desalmados: la luz indica la presencia del Espíritu; la mirada es la del hombre elevándose hacia Dios.
Realmente el verbo de Dios se hace hombre y todos los detalles de su vida interesan a los cristianos. De esta
forma, el cuerpo de Cristo, tratado siempre con una respetuosa perfección, puede ser prácticamente
intercambiable entre el crucificado y el resucitado.
Otros cuadros del Barroco:
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El Rostro de Cristo en los siglos XVIII y XIX
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El arte y la religión se van distanciando durante los siglos de la ilustración y de la revolución industrial. La
filosofía cartesiana y las ciencias experimentales abren un abismo entre el mundo físico y el universo
espiritual. Los artistas trabajan más para la corte que para la Iglesia.
La piedad popular se alimenta de una espiritualidad decadente y enfermiza, incapaz de dialogar con un mundo
en que el hombre quiere imponer su ley al margen de la fe. Surge así una imagen de Cristo dulzona y apocada
que ha llenado nuestros altares durante mucho tiempo y cuya representación más característica es el Sagrado
Corazón. Es el tiempo de las estampas con unas figuras de Jesús de mirada sensiblera y gesto acaramelado.
Sin embargo, a pesar del distanciamiento que se produce entre el artista y la Iglesia, sin varios los pintores
que, aunque sea ocasionalmente, realizan obras de tipo religioso. Tal es el caso de Goya, Gauguin y Van
Gogh.
GAUGIN, Cristo Amarillo. Podemos apreciar un Cristo lleno de Paz.
La imagen de Jesús en el Siglo XX
El distanciamiento que existió entre los artistas y la religión durante el siglo XIX parece haberse acortado
durante el siglo XX, al menos en lo referente a la pintura. Son muchos los pintores que, aunque no hayan
tratado habitualmente temas religiosos, sí han realizado obras marcadamente religiosas. Grandes artistas,
incluso de otras religiones o no creyentes, se han inspirado en la fe cristiana para crear algunas de sus mejores
obras.
La imagen de Jesús que ofrecen estos artistas es variada y, a veces, contradictoria, dependiendo del punto de
vista o de la ideología del artista. Así, hay artistas que reflejan en su pintura la serenidad que el mundo
necesita; otros lo presentan como el Hijo de Dios que se hace hombre para salvarnos de la angustia cotidiana
que, para muchos, es la vida; para otros, Jesús es la víctima de las víctimas: víctima de la angustia atómica,
del desastre ecológico, de la opresión social; es el hombre desfigurado, irreconocible como hombre, despojado
de toda dignidad por un sistema injusto.
Otras imágenes del S.XX
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