LA DEFINICIÓN DE LA OBLIGACIÓN DEL JURISCONSULTO PAULO: EVOLUCIÓN Y VIGENCIA EN EL DERECHO CIVIL ARGENTINO Laura Liliana Micieli UNLaR y UNC 1.- TEXTO 3. PAULUS Libro II. Institutionum.- Obligationum substantiam non in eo consistit, ut aliquod corpus nostrum, aut servitutem nostram faciat, sed ut alium nobis obstringat ad dandum aliquid vel faciendum, vel praestandum. Término muy amplio, muy rico. Ni el hacer ni el dar ni el praestandum. Muchos casos distintos. (1) 3. PAULO ; Instituta, Libro II.- La substancia de las obligaciones no consiste en que haga nuestra alguna cosa corpórea o una servidumbre, sino en que constriña a otro a darnos, a hacernos, o a prestarnos alguna cosa. 2.- TRADUCCIONES EXISTENTES Traducciones Españolas Ildefonso L. García del Corral (2) 3. Paulo; Instituta, Libro II.- La sustancia de las obligaciones consiste no en que haga nuestra alguna cosa corpórea o una servidumbre, sino en que constriña a otro a darnos, a hacernos, o a prestarnos alguna cosa. Alvaro D’ORS (3) 3. La esencia de las obligaciones no consiste en que uno haga nuestra una cosa o una servidumbre, sino en constreñir a otro para que nos dé, haga o indemnice algo (Paul 2 inst.) Traducción libre. 3.- TRADUCCIÓN PROPIA Algunos autores han pretendido contraponer la definición de Ulpiano con esta del Jurisconsulto Julius Paulus que estamos analizando. En verdad, en uno y otro caso la obligación es un vinculum iuris, es decir: una atadura. En el comienzo de los tiempos, acordémonos de los nexi. Mi traducción, es la siguiente: 321 XVII ENCUENTRO NACIONAL DE P ROFESORES DE DERECHO R OMANO Título VII: De obligationibus et actionibus “De las obligaciones y de las acciones”. Se expresa en 61 fragmentos. Bajo este título, es el fragmento 3, el que estoy analizando ahora: “Paulus Libro II. Institutionum” 5.- D.44.7.3.Pr 1.- El fragmento que he seleccionado para el análisis, está ubicado en el Libro XLIV, bajo el Título VII, con el Número 3 pr: 3. PAULUS Libro II. Institutionum.- Obligationum substantia non in eo consistit, ut aliquod hábeas nostrum, aut servitutem nostram faciat, sed ut alium nobis obstringat ad dandum aliquid, vel facendum, vel praestandum. “3. Paulo; Instituta, Libro II.- La sustancia de las obligaciones consiste no en que haga nuestra alguna cosa corpórea o una servidumbre, sino en que constriña a otro a darnos a hacernos, o a prestarnos alguna cosa.” (12) Tiene agregados dos parágrafos, cuyo contenido es profundo y muy rico, y en su momento abrió grandes discusiones, pues su traducción precisa y literal es muy difícil despertando distintas controversias. § 1.- “Non satis autem est, dantis esse numos, et fieri accipientis, ut obligatio nascatur, sed etiam hoc animo dari, et accipi, ut obligatio constituatur. Itaque si quis pecunian seu donandi causa dederit mihi, quamquam et donatis fuerit, et mea fiat, tamen non obligabor ei, quia non hoc Inter. Nos actum est.” D. Ildefonso García del Corral, traduce así, en su obra cuya edición ya citamos: “Mas no es bastante para que nazca la obligación, que el dinero sea del que lo da, y se haga del que lo recibe, sino también que se dé y se reciba con la intención de que se constituya la obligación. Y así, si alguno me hubiere dado dinero suyo para hacerme donación, aunque haya sido del que me lo dona, y se haga mío, no quedo, sin embargo, obligado a él, porque no se contrató esto entre nosotros”. Hay una segunda versión al español, al idioma castellano, realizada por D. Alvaro D’Ors et al..., en estos términos: “§ (1) No basta para que nazca la obligación que las monedas sean del que las da y se hagan de quien las recibe, sino que se den y reciban con la intención de que se constituya la obligación. Así, pues, si alguien me diera una cantidad a causa de donación, aunque el dinero sea del donante y se haga mío, sin embargo, no quedo obliga(12) “Cuerpo del Derecho Civil Romano” J. García del Corral. Pág. 506 323 XVII ENCUENTRO NACIONAL DE P ROFESORES DE DERECHO R OMANO pues 1º: al referirse al deber jurídico, excluye las obligaciones de índole moral, religiosa, etc.; 2º: comprende también las obligaciones unilaterales, al destacar como elemento principal el pasivo, es decir, el sujeto que debe cumplir la prestación. Baudry-Lacantinerie-Barde (Obligat., t. 1, nº 1) expresan que la obligación es un vínculo jurídico que liga a dos o más personas, por el cual una de ellas puede exigir a la otra el cumplimiento de una prestación de dar, hacer o no hacer alguna cosa. Demogue (Oblig. T.1, nº &) define la obligación como “la situación jurídica que tiene por fin una acción o una abstención de valor económico o moral, cuya realización es asegurada por determinadas personas”. Respecto del acreedor, la obligación significa superioridad, poder; respecto del deudor, supone subordinación o dependencia. Puedo decir entonces, que la obligación supone dos estados opuestos y correlativos: coercitivo uno, de sumisión el otro. Es coercitivo, el del “creditor” o acreedor (de credere, creer, confiar), el del sujeto activo y dominante; de subordinación, el del debitor o deudor, sujeto pasivo y dominado, restringido en su libertad patrimonial sin que su personalidad sea, empero, absorbida. Crédito y deuda, derecho y obligación, son pues, términos correlativos: lo que es la deuda u obligación para el deudor, es para el acreedor el crédito o derecho. Se ha dicho, ejemplificando, que la obligación es como una medalla: al anverso es la deuda u obligación, el reverso es el crédito o derecho del acreedor, o viceversa. En nuestra legislación moderna se dice que a todo derecho personal, en el sentido de creditorio – corresponde una obligación personal; no hay obligación que corresponda a derechos reales. Aquel ius quod ad res pertinet de Gayo es derecho patrimonial en general comprende derechos reales y personales. La distinción entre estos dos últimos conceptos nace, en cambio, en el derecho procesal romano de la diferencia entre acciones reales y acciones personales. Desde la actio in rem podía reclamarse lo que le pertenece, mientras que por la actio in personam se exige lo que otra persona debe. Y aunque esta antítesis ha sido combatida por algunos juristas modernos, continúa siendo un rasgo fundamental de los sistemas jurídicos basados en el derecho romano, y no es posible enseñar, practicar o comprender nuestro derecho actual sin penetrarse del alcance de esta división. El derecho personal, permite a su titular reclamar de determinada persona, la prestación de un hecho -positivo o negativo- que puede consistir en un dare; transmitir el dominio sobre algo: facere: realizar un acto con efectos inmediatos; o praestare: realizar un acto sin inmediatas consecuencias visibles, como cuando se garantiza una deuda ajena o cuando uno se hace responsable de cuidar un objeto o se declara dispuesto a posponer el cobro de un crédito. Pero esta fórmula del ‘dare’, ‘facere’, ‘praestare’ contiene duplicaciones y vaguedades, ya que procede de una época en que el pensamiento jurídico aun no era tan preciso, como lo fue después, en tiempos clásicos. 325 XVII ENCUENTRO NACIONAL DE P ROFESORES DE DERECHO R OMANO sus fuentes: los contratos, cuasicontratos, delitos, cuasidelitos y a veces la ley “o solo la equidad”; 3º) de los contratos: definición, esencia, naturaleza, accidentes, efectos, interpretación, etc.; 4º) de los cuasicontratos; 5º) de los delitos y cuasidelitos; 6º) de la ley. El Código Napoleón (inspirado según Marcadé, t.6, nrs. 376 y siguientes en Domat, en algunos escritores ingleses del siglo XVIII, como Blackstone, y en el antiguo derecho prusiano), no legisla el derecho de obligaciones en una sección autónoma, sino que en el Libro III,: “De las diferentes maneras de adquirir el dominio”, legisla sobre “las sucesiones y los Contratos u obligaciones convencionales”. En el Título III de ese Libro trata primero de “las obligaciones convencionales”, aquellas que surgen de los contratos. Y en el Título IV, denominado “de las obligaciones que se forman sin convención”; reglamenta las obligaciones de origen extracontractual, que llama engagement y que comprenden: “las obligaciones que nacen de la sola autoridad de la ley, formadas involuntariamente, como las obligaciones de los tutores, las obligaciones entre propietarios vecinos, etc.” Y así sucesivamente. 8.- LOS PANDECTISTAS ALEMANES Hugo, Thibaut, y Puchta, de la Escuela Pandectista Alemana, siguiendo a Savigny y Zacharie, que a su vez habían perfeccionado el método de Pothier, separaron la teoría general de las obligaciones de la teoría general del contrato. Freitas, en su “Esbozo”, siguiendo el método auspiciado por Puchta, Savigny y otros, también trató la teoría de la obligación, como distinta e independiente de la teoría del contrato y de las obligaciones convencionales. 9.- FUENTES DE LAS OBLIGACIONES: SU CORRELATO MODERNO El Jurisconsulto Gayo, en el derecho romano en las Institutas distinguió primeramente dos únicas fuentes de obligaciones: el contrato -ex contractu- y el delito -ex maleficio-. Más tarde en el Digesto, sienta una clasificación tripartita admitiendo que hay además otras obligaciones, provenientes de otras causas: ex variis causarum figuris. El Digesto y las Institutas de Justiniano formularon la enumeración cuatripartita que se hizo clásica en esta materia: - las fuentes de las obligaciones son los Contratos y los cuasicontratos, los delitos y los cuasidelitos. Pothier agregó como fuente de obligaciones en ciertos casos, la equidad. Los glosadores agregaron una quinta fuente: la Ley, y esa clasificación por decirlo así pentapartita es la tradicional aceptada por el o los Códigos francés, italiano, español, etc. En el Derecho Moderno Planiol y Saleilles, como Demolombe (t.24 pág. 9 y t. 13, pág. 3), Baudry-Lacantinerie; Baudry-Lacantinerie, en Obligaciones, tomo 1, pág. 327 Tal si resultare de dos grupos de disposiciones: Los artículos 1167, 953 y 1169, por una parte, para las obligaciones ‘contractuales’, Los artículos 1068,1975, 1078, 1083, y la nota al artículo 2312 para las obligaciones ‘extracontractuales’. Los tratadistas expresan que en materia de obligaciones contractuales, es indudable que nuestro Código Civil ‘exige’ que la prestación objeto de la obligación, es decir la materia del contrato mismo, tenga ‘valor pecunario, carácter patrimonial’, pues así resulta de los Artículos 1167, 953 y 1169 (a los cuales remito) En cuanto a las obligaciones extracontractuales, vale decir, cuando se trata de obligaciones nacidas de los actos ilícitos, que son los delitos y los cuasidelitos, el criterio consagrado por nuestro Código es el opuesto, según Salvat y Lafaille ‘sin que se alcance a comprender -comenta Lafaille- la razón de ese cambio’. En efecto, de los artículos 1068, 1078, 1075, 1083, y de la nota al artículo 2312, resulta claramente que se reconoce la existencia de obligaciones de contenido no pecuniario, sino moral, de afección ideal, como las de respetar la libertad, el honor, la reputación de una persona, sus sentimientos paternales, filiales, etc., cuya violación da lugar a una reparación pecuniaria o económica, es decir, estrictamente patrimonial. En relacion al objeto de la prestación, o la prestación objeto de la obligación, consiste en un ‘hecho’, éste debe ser posible y también ‘lícito’, no contrario a la moral, al orden público o a las buenas costumbres, no prohibido por la ley, como lo prescribe el Artículo 953. Por ultimo, cabe señalar la finalidad de la Obligaciopn, y respecto a esto Bonfante, en su obra “Il contrato e la causa del contrato” (Riv. Di Diritto Comm., 1908-I-115), nos indica que este aspecto constituye el problema “más obscuro e indescifrable”, agregando que resulta “el campo preferido de las lucubraciones metafísicas y de la psicología”. El problema consiste, dice Busso (3-27 s/art. 500) en saber si deben existir en la ley disposiciones ‘que reglamenten la causa’ como una condición de validez de las obligaciones contractuales, y si esa noción de ‘causa’ es un concepto ‘autónomo’ de la técnica jurídica. Quizás toda la dificultad de ese problema reside en lo equívoco y ambiguo de la terminología usada en esta materia, en la multiplicidad de acepciones de la palabra ‘causa’, pues se ha señalado que ya en el Derecho Romano tenía hasta once significados distintos, entre ellos los de ‘razón’, ‘fundamento’, ‘ocasión’, ‘fin’, ‘propósito’, ‘acto’, ‘negocio’. 11.- LA DEFINICIÓN DE OBLIGACIÓN EN OBRAS POSTERIORES A.- EN LAS ‘BASÍLICAS’ El Derecho justinianeo se impuso en Oriente, finalmente. Tal vez fue acallado por 329 XVII ENCUENTRO NACIONAL DE P ROFESORES DE DERECHO R OMANO B.- EN LA GLOSA MAGNA. El Fragmento de Paulo, está contenido en la Glosa Magna de Acursio, con las glosas correspondientes. Está en las páginas 885-886 del Tomo 3º, donde se inscribe la última parte del Digesto llamado ‘Novum’, y las anotaciones glosadas lo son de forma ‘interlineal’ y ‘marginal’ del Libro 44, Título 7, Fragmento 3, Parágrafos 1 y 2. En el análisis de la glosa interlineal se destaca un “casus” precisando que se refiere al Principio que examinamos, a las obligaciones nacidas de contratos o cuasicontratos, cuando los contrayentes han estipulado obligándose en concreto, contraponiendo derecho real -hacer nuestra una cosa- y derecho personal (obstringat), y agrega No si se tratare de una donación o con ‘ánimo iocandi’, o por ejemplo cuando el maestro interroga al discípulo. En esos casos, -explica el ‘casus’ de la Glosa- , no surge la obligación. El ‘casus’ que acabamos de referir, de la Glosa es de Francisco, un glosador hijo de Acursio. Sigue la glosa ‘interlineal’ aclarando diversos términos y dando ejemplos que clarifican el fragmento estudiado, participando Acursio, también Cuiacius -aunque no fue glosador sino el creador y jefe de la Escuela Humanista (Siglo XVI). Destaco que en la expresión latina del parágrafo 2 ‘si per iocum puta ...’ la glosa interlineal la atribuye a Varrón. Y aclara la expresión latina ‘intellectus’ del mismo parágrafo, diciendo Acursio ‘est si velim demonstrare quomodo fiat verborum obligatio: et ideo dicam haec verba’; es decir: ‘como si quisiera explicar como se construye con el verbo ‘spondeo’ una obligación verbal, y para ello pronunciara, con toda lógica, el verbo ‘spondeo’. Mostrando así como NO nacería la obligación. Muestra también la página 885-886, siete glosas ‘marginales’ muy breves pero muy interesantes, como aquella en que explica Varrón también la palabra ‘substantia’ diciendo que es el ser, la naturaleza de la obligación, o mejor, su fuerza y energía. Recordamos, ahora, aquel apotegma que surgió y se impuso en las escuelas medievales y del renacimiento: ‘quidquid non agnoscit Glosa, non agnoscit Curia ...’ ‘Si tal pasaje no fue glosado, no tendrá valor en los tribunales’. Nos parece muy importante la referencia que hoy podemos hacer a la Glosa Magna. Es la fuente prístina, la cantera original del derecho medieval, la primera que penetró en los arcanos profundos del derecho justinianeo, y por tanto, del derecho romano. C.- EN EL CODIGO DE LAS SIETE PARTIDAS El Código de las Siete Partidas, denomina a las obligaciones, como “promisiones”. En la Partida 5ª, Título XI, la rúbrica dice: “De las promisiones, e pleytos, que fazen los omes vnos con otros, en razón de fazer, o de guardar o de complir algunas cosas” (a) 331 XVII ENCUENTRO NACIONAL DE P ROFESORES DE DERECHO R OMANO El concepto definitorio contenido en las Institutas y en el Digesto, sobre obligación, sigue siendo en este tiempo, el mismo. Creo ver en esa permanencia formal, que en aquella universalidad de tales principios en materia de obligaciones - se mantienen vivos e invariables desde el Derecho Romano- la fuente de inspiración a la prédica de los juristas actuales, quienes propician como una aspiración sublime de su trabajo, la unificación para América Latina del régimen legal de las obligaciones sobre la base granítica del Derecho Romano. Así nos señala, Ibarguren, según lo indica Rezzonico en su obra, que “el concepto de la obligación en el Derecho moderno es el mismo que desenvolvió el Derecho Romano Clásico (es decir, el mas evolucionado), un vinculo ideal por el cual el deudor puede exigir del acreedor una prestación”. Si bien observan Salvat y Lafalle, en algunos aspectos de las obligaciones la influencia del Derecho Romano no ha sido inmutable, tal el caso de la transmisibilidad de las obligaciones, situación que los romanos repudiaban o resistían, y mucho mas cuando se refería a la transmisión de las deudas que en el derecho moderno resultan consagradas universalmente al extremo que hoy se considera a la obligación como una prestación que se negocia y que circula. Se expuso en el presente trabajo, las evoluciones mas trascendentales experimentadas por el concepto de la Obligación hasta el tiempo presente, concluyendo que esta evolucion al igual que toda la que se ha operado en el mundo del derecho básicamente esta inspirada en las distintas concepciones del mundo, de la moral y de la vida del hombre y de su destino, como así también en los fines de la sociedad y del estado, los cuales aspiran al bien común y la utilidad pública como suprema ratio iuri. BIBLIOGRAFIA • “Acerca de los diversos modos de citar el Corpus Iuris Civilis Romanorum” - Trabajo de investigación del Seminario Taller de Derecho Romano dirigido por el Dr. Humberto Vázquez con la colaboración de las Auxiliares Docentes Abogadas Beatriz Ahumada Salas, Laura Liliana Micieli, Graciela Fernández y María Elena Bazán. Instituto de Derecho Civil, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Córdoba. Editorial Intellectus, Córdoba, La Argentina. 1988.• A.D’Ors y F. Hernández- Tejero, P. Fuenteseca, M. García Garrido y J. Burillo con la ayuda del C.S.I.C. “Digesto de los Libros del Señor Justiniano”. Editorial Aranzadi. Pamplona. España. 1975.• Arias Ramos, J., Arias Bonet, J.A.; “Derecho Romano II Obligaciones-Familia-Sucesiones”. Editorial Revista de Derecho Privado. 14ª Edición. Madrid. España. 1977.• Basilicorum Libri LX, Gustavo Ernesto y Carlos Guillermo Ernesto Heimbach, Lipsial, Joh. Ambrosii Barth, 1850.• Blanquez, Fraile; “Diccionario Latino Español / Español Latino”, 1 Tomo – Impreso en España por Gráficas Ramón Sopena S.A., Provenza 95 – Barcelona. España. 1950.• Código Civil de la República Argentina. Notas del Dr. Dalmacio Vélez Sársfield, con supervisión del Dr. Roberto Ernesto Grecco. 4ª Edición. Abeledo Perrot. Buenos Aires. 1977.• Código de las Siete Partidas. Tomo II, que contiene la Tercera, Cuarta y Quinta Partidas – 333